Pedro Nogales se jubila y pone fin a 33 años de servicio en la veterana churrería Tena,.foto
Su cuñado Reyes le inició en el oficio allá por el año 1980, en el Valle de la Serena, de donde son originarios. Juntos, abrieron el Café Bar Churrería Tena, que estaba en la calle Don Pedro Alfonso. En ese pequeño local, mano a mano, sirvieron incontables desayunos hasta que en 2001 una enfermedad obligó a su pariente a dejar el trabajo. Posteriormente, se trasladó a la avenida Alonso Martín y este lunes, 11 años después de tomar la iniciativa en solitario con la ayuda de su mujer, el churrero Pedro Nogales Horrillo dice adiós a su negocio por jubilación.La clave del éxito, según confiesa, se basa en tres pilares: exquisitez en el producto, simpatía con el cliente y limpieza. «Con esas tres cualidades, triunfas», dice Pedro. Y con nostalgia, recuerda el tiempo en el que la céntrica cafetería estuvo abierta. «Muchos clientes me dicen que todavía no saben dónde ir. En Don Benito ahora no hay nada como aquel cachito nuestro», afirma orgulloso.
En fiestas señaladas era cuando tenían más carga de trabajo. «Lo pasamos bien. Muchos días en navidades, la Velá o carnavales había más gente fuera que dentro del establecimiento. No éramos capaces de abarcar», cuenta el churrero. Este intenso trato con los vecinos le hace reflexionar. «Si tu das amor y cariño a los dombenitenses, ellos te lo devuelven. Yo he tratado a mi clientela como si fuese de mi familia», manifiesta.
Evolución
Como cuenta, en estas tres décadas, ha visto evolucionar a pasos
agigantados su profesión. Lejos quedan los antiguos churreros que iban
al río a por juncia, que se ataba a las rosquitas para transportar al
producto pese a que llegaba frío a casa. Después llegó el papel de
periódico para envolver a los churros aunque dejó de utilizarse por
higiene. «La hoja se empapaba y el cliente acababa comiendo tinta», dice
Pedro. Ahora utiliza las típicas bolsitas marrones personalizadas, que
coloca con mimo en el mostrador.La maquinaria también ha avanzado. De la jeringa o sobaquillo pasó a un aparato automático. Todo ello, mejora la producción aunque Pedro opina que ya no se hacen churros como antes. «La harina y el aceite han cambiado. El género antiguo era más puro. Hoy se come más limpio pero el material de antes tenía más calidad». No obstante, no hay más truco que encontrar el punto a la masa, hecha de harina, sal y agua. Por supuesto, sin levadura, como le enseñó su maestro.
Como la mayoría de empresarios, su última etapa ha estado marcada por la crisis, que ha afectado tanto a las ventas como a las conversaciones en la tienda. «Se nota que los grandes constructores han desaparecido, los que compraban el domingo por la mañana 40 churros para toda la familia y te levantaban el negocio. Y también veo que la gente está de peor humor, algunas bromas molestan más ahora, aunque sean de fútbol», señala.
A partir de mañana comenzará una vida nueva para Pedro Nogales. Tendrá tiempo para resarcirse de lo que considera más negativo de su oficio: trabajar 365 días al año así como haber estado más lejos de lo que prefería en la educación de sus dos hijos. Y podrá cumplir el sueño de viajar por medio mundo con su mujer, algo que le tiene prometido.
TÍTULO: LIBRO - TEMPLANZA - MARIA DUEÑAS - ESCRITORA,.
Cuando los actos necesarios para la vida, tales como el comer, el beber o el ejercicio de la sexualidad, entre otros, se ven desbordados por el instinto del placer y se convierten en vicios llamados gula, alcoholismo y lujuria, que dañan al espíritu e incluso al cuerpo al que falsamente satisfacen, la templanza es el único dique capaz de contener tal desmesura.
Carlos Díaz muestra en esta obra cómo la destemplanza domina actualmente los planos físico, material, espiritual, social, emocional y afectivo en la vida del ser humano, llevándolo al extremo de perder el equilibrio y cometer los mayores atentados contra la vida y la dignidad de las personas.
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