Descifrando las ecuaciones del amor
¿Qué posibilidades tiene cualquiera de
encontrar el amor? ¿Cuál es el momento para comprometerse? ¿Cómo sabemos
que la relación durará? ¿Es mejor llamar o esperar a que te llamen? Los
matemáticos se han lanzado a buscar el algoritmo perfecto para
encontrar el amor y, entretanto, han hallado divertidas e interesantes
respuestas.
¿Las matemáticas nos pueden ayudar a no meter la pata? La investigadora británica Hannah Fry así lo cree... «Las emociones humanas no están tan ordenadas, ni son tan racionales ni predecibles. Pero eso no significa que las matemáticas no tengan nada que ofrecer, porque el amor como la vida está lleno de patrones. Y una parte sustancial de las matemáticas se dedica al estudio de patrones. Modelos que predicen desde el clima hasta las fluctuaciones en la Bolsa, pasando por el movimiento de los planetas o el crecimiento de las ciudades. Y ninguno de estos ejemplos es perfectamente ordenado ni fácilmente predecible», explica Fry.
Elegir implica probabilidad. Y la probabilidad es algo con lo que los matemáticos están familiarizados. Cuando alguien coquetea contigo en una fiesta, le da igual que seas tan guapo como George Clooney o Heidi Klum. Está tomando una decisión basada en las opciones disponibles en ese momento. Esas opciones se pueden definir con ecuaciones. Y existe toda una parcela de las matemáticas que se ocupa de ello: la teoría de la elección discreta. Somos (o creemos ser) libres, pero hay una cuantas reglas matemáticas que obedecemos. Y esas reglas son sorprendentemente fáciles de manipular. O como expone el economista Dan Ariely: «Somos irracionalmente predecibles».
Tan predecibles como que a todos nos atrae la belleza. Y, sin embargo, no es el rasgo más importante que buscaríamos en nuestra pareja. Compromiso, confianza, apoyo incondicional, capacidad de proveer por nuestro bienestar y, eventualmente, el de nuestra familia... Todas estas cualidades son decisivas. «Sin embargo, ¿por qué lo primero que nos atrae son unos labios carnosos o unos bíceps potentes?», se pregunta Fry. «¿Qué aporta una cara bonita cuando hay que cambiar los pañales del bebé a las cuatro de la mañana, o dentro de cincuenta años, cuando nuestra pareja tenga que reemplazar la bolsa de nuestro catéter? Y, sin embargo, algo tan efímero como la belleza nos obsesiona desde los albores de la civilización».
En busca del algoritmo perfecto
Que guapos y guapas nos atraigan tiene que ver con la simetría facial y corporal, que garantiza un sistema inmunitario robusto y que no hay mutaciones desagradables en el genoma. Fertilidad sin sobresaltos. Eso lo detectamos casi inconscientemente. Es la psicología evolutiva de la humanidad en su conjunto, impresa en nuestra psique desde las cavernas, la que decide por nosotros.
Pero los tiempos han cambiado desde la Prehistoria, y para los matemáticos un cambio fundamental es Internet. No solo porque una de cada tres parejas ya se conoce on-line, sino por todo el acervo de datos personales que se pueden contabilizar en los sitios de citas. «Estamos cerca, pero no existe aún el algoritmo perfecto que garantice la compatibilidad de dos personas, porque muchas veces no sabemos lo que queremos hasta que lo tenemos delante», reconoce Fry. «Lo que más me llama la atención de Internet es que lo atractivo que seas no define tu popularidad, y, de hecho, que haya gente que piense que eres feo puede jugar a tu favor. Uno debe explotar lo que realmente lo hace diferente».
Las matemáticas del amor
Hannah Fry es profesora de Matemáticas en el University College de Londres. Investiga modelos de comportamiento humano con un grupo de físicos, matemáticos, ingenieros informáticos... Acaba de publicar 'The mathematics of love' ('Las matemáticas del amor'), editado por TED, libro que detalla estrategias y patrones matemáticos para encontrar pareja y conservarla. Lea y haga cuentas.
¿Existe mi media naranja?
Un joven matemático inglés, el profesor Backus, tras años de total sequía amatoria, decidió buscarle una explicación al porqué de dicha catástrofe. Y alcanzó la fama con su trabajo titulado ¿Por qué no tengo novia? Backus aplica la ecuación de Drake, que sirve para calcular si hay vida extraterrestre en nuestra galaxia. Se trata de trocear un problema complejo en un montón de cuestiones más pequeñas. Puedes equivocarte al responder alguna, pero esos pequeños errores tienden a compensarse unos con otros y, al final, la respuesta se aproximará mucho a la verdad... Backus circunscribe su búsqueda del amor a las mujeres solteras en el Reino Unido. La siguiente condición es que vivan en Londres. Que estén en una franja de edad similar a la suya, que tengan título universitario, que le caigan bien, que sean atractivas (exquisito él, calcula que solo una de cada diez le gustaría) y que, recíprocamente, le encuentren atractivo... El resultado es un pelín descorazonador para Backus: solo 26 mujeres en el mundo cumplirían esos requisitos. Lo que arroja una posibilidad de encontrar a su media naranja de una entre 285.000... Vamos, que es más probable encontrar vida inteligente en la Vía Láctea, pues la ecuación de Drake señala que 10.000 planetas cumplen las condiciones necesarias. Si Backus fuera menos exigente (por ejemplo, si incluyera en su búsqueda a mujeres sin título, o presuponiendo que encontrará guapas a más del diez por ciento de las candidatas), sus posibilidades aumentarían... Por si sirve de acicate, Backus, a pesar de ser tan tiquismiquis, se echó novia y se casó después de publicar su investigación.
Efecto señuelo
Si esta noche sale a buscar pareja, siga las leyes del 'marketing'.
Más le vale tomar la iniciativa
Aumenta sus posibilidades de éxito... según el algoritmo de Gale-Shapley.
La primera cita
La teoría de juegos analiza cómo optimizar las posibilidades de éxito... masculinas.
La teoría de juegos pretende descubrir cuál será nuestro comportamiento teniendo en cuenta la recompensa que esperamos recibir y la conducta de los otros jugadores. Esto da lugar a curiosos experimentos. Por ejemplo, Peter Sozou y Robert Seymour dos matemáticos muy listos, pero algo machistas presuponen que, en la primera cita, el hombre solo busca sexo y las mujeres, compromiso. Y plantean que la mejor táctica masculina para lograr su objetivo no es hacer un regalo caro (como mucho, flores). Es mejor dar una buena propina en el restaurante. Es la misma política de las grandes empresas que poseen oficinas suntuosas. O que los machos de muchas especies de pájaros, dotados de plumajes coloridos. Ostentar para impresionar y dar a entender que se puede ser un buen proveedor, llegado el caso, pero sin adelantar nada. En esta guerra, la contabilidad de las 'éxitos' también es diferente según el bando. Cuando las mujeres cuentan las parejas sexuales que han tenido, hacen un recuento pormenorizado, citando incluso a sus amantes por su nombre. Es un método bastante exacto, pero tiende a subestimar el resultado si se les olvida alguien... Los hombres, por el contrario, redondean al alza, tienden a inflar las cuentas.
En la cama
¿Es usted un supernodo? Descúbralo aplicando la ley potencial... o mirando su agenda de contactos.
Piense en el dilema del prisionero antes de lanzarse.
La infidelidad es una mala estrategia que perjudica tanto a la persona que lleva los cuernos como a la que los pone. Por lo menos, eso dicen los matemáticos que aplican el famoso dilema del prisionero. ¿Lo recuerdan? La Policía arresta a dos sospechosos. Son interrogados por separado y se les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y el otro no, el primero queda en libertad y el cómplice es condenado a diez años. Si ambos confiesan, serán condenados a seis años. Y si ambos lo niegan, solo a un año. ¿Qué hacer? Robert Axelrod estudió una variante que denomina 'dilema del prisionero iterado'. Aquí se juega repetidamente, por lo que, cuando se repite el juego, se ofrece a cada jugador la oportunidad de castigar al otro jugador por la no cooperación en juegos anteriores. Demostró que las estrategias egoístas son peores a la larga. El riesgo de que se pierda la confianza mutua y que la relación se trunque no compensa las canas al aire. La cooperación funciona, del mismo modo que una escapada de dos ciclistas. Si ninguno hace un esfuerzo para permanecer delante y quitarle el viento al otro, el pelotón los alcanzará. Si uno de los dos solo pretende chupar rueda, el otro acabará cansándose de hacer el primo...
¿Cuándo sentar la cabeza?
Antes de decir el «sí, quiero», saque lápiz y aplique la teoría de la parada óptima.
No es recomendable casarse con la primera persona que nos muestre algún interés. Pero tampoco conviene remolonear demasiado. ¿Cómo saber cuándo es el momento de sentar la cabeza? La teoría de la parada óptima es la mejor estrategia. En esencia, es un sutil equilibrio entre la paciencia para encontrar a la persona adecuada y la decisión para echarle el guante antes de que nos la 'birlen'. Imaginemos que alguien empieza a salir con gente a los 15 años y desea casarse alrededor de los 35. Las matemáticas dicen que lo que se debe hacer con el primer 37 por ciento de nuestros ligues es desecharlos como potencial serio de matrimonio. Y luego elegir a la siguiente persona que llegue que sea mejor que todas las anteriores. Pongamos que el destino nos va a emparejar un número equis de veces a lo largo de nuestra vida. Y que equis es igual a diez. En tal caso, deberíamos rechazar a nuestras cuatro primeras parejas y quedarnos con la siguiente que sea mejor que esas cuatro.El método no es fiable al cien por cien. Nuestro gran amor puede aparecer en el primer 37 por ciento y habría que rechazarlo... Pero estadísticamente aumenta hasta ocho veces nuestras posibilidades de acertar. «En la naturaleza existen ciertos peces que siguen esta estrategia a la hora de aparearse. Muchos humanos también lo hacemos. Nos damos un tiempo para tantear el mercado cuando somos jóvenes. Y empezamos a buscar candidatos matrimoniales cuando llegamos a mediados o finales de los veinte años», resume Fry.
La ecuación de Murray puede predecir qué sucederá en una carrera armamentística... y en su matrimonio.
Seis de cada diez matrimonios en España terminan en divorcio. ¿Cómo predecir si una pareja durará o acabará rompiéndose? Un psicólogo, John Gottman, observó a cientos de parejas conversando y grabó las conversaciones, expresiones faciales, ritmo cardiaco, presión arterial, conductividad de la piel, si decían cosas positivas o se quejaban... Así pudo pronosticar si una pareja se divorciaría con una precisión del 90 por ciento. Pero no fue hasta asociarse con un matemático, James Murray, cuando se empezaron a entender las causas. Las ecuaciones de Murray dependen del estado de ánimo de la persona, sobre todo cuando está con su pareja. Estas ecuaciones se pueden aplicar también a lo que sucede entre dos países en una carrera armamentista y predecir si habrá guerra.El factor más importante es el umbral de negatividad. Siempre se pensó que las relaciones más exitosas eran aquellas con un umbral muy alto; es decir, aquellas que solo discuten los asuntos realmente espinosos y corren un tupido velo con las minucias del día a día. Pero las matemáticas demuestran lo contrario. Las parejas más sólidas son las que tienen un umbral muy bajo de negatividad. No pasan por alto las cosas... Así no dejan que asuntos triviales terminen siendo grandes problemas. Mejor discutir que callar.
TÍTULO: SILENCIO POR FAVOR - Bertín Osborne y Paco 'Arévalo' ,.
¡Silencio, por favor!
Bertín Osborne y Paco 'Arévalo' son,
sobre las tablas, dos irreverentes mellizos. Hoy actúan en San
Sebastián. Después, siguen de gira.
En la función, Bertín se viste de mujer. ¿Quién se encarga del maquillaje?
¿Quién lleva la voz cantante en esta relación?
¿Su técnica secreta es mantenerse fieles al guion?
Llevan años de espectáculo juntos y de convivencia durante las giras. ¿Ha habido rencillas?
Bromas aparte, insisten en que entre ustedes lo que manda es la camaradería. ¿Verdadero o falso?
A Bertín le han ofrecido más de una vez entrar en política, aunque siempre lo ha rechazado. ¿Lo votaría usted, Paco?
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