TÍTULO: REVISTA MUJER HOY PORTADA DE CERCA PROTAGONISTA - VACACIONES CON AMIGOS,.
Vacaciones con amigos: estas tribus pueden amargarte el verano
- La convivencia puede
echar a perder la amistad y las vacaciones. Antes de lanzarte a la
aventura, evalúa los riesgos... Con las cosas de disfrutar no se juega.
Compartir esa vieja casa solariega por un módico precio o
turnarse en el cuidado de los niños y las tareas de la casa puede
resultar un plan perfecto si, además, le añadimos la complicidad de las
noches de charla al fresco.
Pero no todos nuestros amigos, por afecto que les tengamos, son aptos
para compartir vacaciones: tienen niños y nosotros no, o al revés;
tienen más dinero que nosotros, o al revés; o un carácter que hay que
manejar con guantes...
La convivencia es terreno minado para la amistad. Si es lo que has planeado para este verano, quizá conviene que lo pienses dos veces. He aquí un breve catálogo de
personalidades difíciles.
1. Visitantes compulsivos
Exposiciones, festivales, conciertos barrocos al aire libre... El
programa de actos y los planes para descubrir, sin falta, ese rincón
imprescindible es inacabable y agotador. Este tipo de
adictos al veraneo cultural
suelen confundir el territorio con el mapa (el suyo, claro): piensan
que es posible recorrerlo a la misma velocidad que hojean su guía. No
pueden concebir un simple paseo al atardecer (y al azar) sin otra
preocupación que disfrutar de no hacer nada. Les parece simplemente
empobrecedor.
Dejar claro, desde el principio, que
cada uno es libre de hacer sus planes
y que no hay por qué cumplirlos en comandita. Por eso es esencial
prever más de un coche para preservar la independencia y evitar la
frustración. Eso sí, la ventaja de nuestros amigos quiero-verlo-todo es
que, de vez en cuando, nosotros también queremos ver algo y sus agendas
son excelentes y saben de lugares maravillosos y poco frecuentados.
2. Hiperpadres a tiempo completo
Comidas organizadas en función del gusto de los niños
(exclusivamente), gritos, juegos, peleas y mimos hasta las tantas de la
noche, invasión de todo el espacio con chanclas, baberos usados, chismes
que se clavan en el trasero al sentarse en el sofá... Bien por
filosofía
cariño y atención es lo único importante,
dicen o por simple incapacidad educativa, hay padres que han borrado del
mapa su mundo adulto... y, como consecuencia, el de todo aquel que
comparte su vida, aunque solo sea por unos días. Arriesgarse a semejante
compañía puede acabar destrozando los nervios de cualquiera.
No queda más remedio que armarse de paciencia y, si existe la posibilidad, tratar de alquilar dos espacios separados para
reservarse un mínimo de tranquilidad.
En cualquier caso, si eres de las que veneran una buena lectura en
silencio, conversaciones sin interrupciones constantes o comidas que
incluyan algo más que hamburguesas, croquetas, macarrones, batidos y
helados y sin batallas de mendrugos sobre el mantel piénsatelo muy bien
antes de aceptar la propuesta de tu mejor amiga hipster que ha sido
madre reciente, ¡sobre todo si tú no tienes hijos! Si no lo haces, es
muy posible que acabéis el verano sin dirigiros la palabra.
3. 'Freaks' del control
Programa, programa, programa... Todavía con las maletas en el recibidor, distribuyen los turnos de limpieza,
fijan el protocolo a la hora de hacer la compra o los horarios de comidas y cenas,
y elaboran listas y más listas con las tareas y normas. Por supuesto,
cada vez que se plantea un plan común, cuentan kilómetros y procuran
anticiparse a todo, previendo desastres si no lo hacen.
Básicamente no confían en que los demás sepan organizar las cosas tan
bien como ellos y consideran que cualquier asunto debe ser sometido a
debate y votación, no vaya a ser que el asado quede crudo o la vajilla
insuficientemente limpia.
Sobre todo,
sentido del humor. Evidentemente hay un
trasfondo neurótico en una persona con estas características, y la
primera que lo pasa mal es ella. En general, no suele ser autoritaria,
ni victimista eso es harina de otro costal, solo agobiante, así que, si
quiere encargarse de todo, estupendo. Los demás podemos ofrecernos para
realizar otras tareas menos estructuradas, como poner una mesa bonita,
cocinarpor sorpresa una cena exquisita, entretener a los niños o bajar a
la huerta a recoger unos tomates. A fin de cuentas, eso es la
convivencia.
4. 'Foodies' e integristas del súper
Uno de los temas más problemáticos es el carrito de la compra.
Yogures, lechugas y latas de aceitunas esconden una bomba de relojería.
Veganos estrictos, enemigos de la lactosa o el gluten, ecologistas enfervorecidos que
solo compran en establecimientos certificados, aunque estos se
encuentren en el fin del mundo. El problema se llama inflexibilidad.
Pero, cuidado, también hay enemigos de la armonía veraniega en el otro
extremo, como el gourmet que solo compra vinos de pago o devuelve por
segunda vez el rissotto porque no está al dente.
Pactar un mínimo denominador común y una rotación de equipos de
compra, constituidos por dos miembros como máximo para evitar debates.
El resto de los alimentos incluyendo tomates de una huerta murciana
concreta o cervezas premium que cuestan un pastón solo por encargo
específico... y con un presupuesto aparte. Una vez que la rutina se
ponga en marcha, todo el mundo se tranquilizará. ¡Y
siempre podemos descubrir especialidades nuevas!
5. Controladores de horarios
Para ellos
la vida es una agenda: de 12 a 14 en la
playa, de 14:30 a 15:30 en la mesa, de 15:45 a 16:30 en la siesta. Ni un
atardecer de ensueño, ni una tienda imprevista que alarga el recorrido
de un pueblo: no aceptan ninguna desviación del orden del día. Necesitan
el tiempo suficiente para quitarle la sal al bañador, para ponerse el
acondicionador en el pelo, para hacer estiramientos. Nada de
descubrimientos o improvisaciones. Nada de relax, en definitiva.
Es un caso difícil, porque este tipo de personas
imponen su ritmo a los demás.
No hay nada peor ni más opuesto a la esencia misma de las vacaciones
que tener que hacer a cada momento lo que otros digan. Por eso, más que
en ninguna otra circunstancia es esencial
dejar clara la independencia,
calcular un presupuesto para alquilar varios coches y convivir lo
imprescindible. De lo contrario, la tensión estallará de mala manera.
6. 'Gypsy-setters'
Su filosofía es la improvisación, su eslogan siempre 'cool'. Por
supuesto, adoran las playas desiertas, los chiringuitos con encanto, las
tiendas artesanas. El problema es que piensan que todo les saldrá al
paso, que reservar en el restaurante auténtico de moda es una
exageración, y que tampoco es para tanto si después te clavan:
hay que saber aprovechar lo bueno.
La variante más irritante es la de aquellos que, además, van por libre,
llegan sistemáticamente tarde o desaparecen sin explicación, porque
disfrutan del momento.
Una de cal y otra de arena. No conviene dramatizar porque los
atascos, la falta de mesa o la playa idílica hasta los topes acaban
poniendo las cosas en su sitio. Pero, de vez en cuando,
no viene mal pararles los pies. No son mala gente, suelen ser divertidos y buenrrolistas. El único problema es están un poco mimados.
7. Discutidores bélicos
Todo va bien hasta que llega la sobremesa. Su personalidad amigable
se torna iracunda, sarcástica y despectiva. No lo sabíamos, pero
es un narciso oculto:
no soporta que le lleven la contraria, mientras él acosa al
interlocutor como si estuviera en un debate parlamentario. Resultado: la
charla relajada acaba convertida en un cruce de comentarios hirientes,
cuando no en una polémica prebélica.
Lo mejor es no dejarse llevar por la irritación, pararse en seco. De lo contrario, la espiral de tensión derivará en bronca. Y
dejar a un lado temas sensibles, como la política, la educación de los hijos, el fútbol... En fin, que lo mejor es demorarse lo justo en la sobremesa.
Decálogo de la convivencia vacacional; hasta en las mejores circunstancias conviene no olvidar algunas cosas:
- Ten en cuenta que no todos tenemos el mismo nivel económico.
- Fijar horas en común y horas de independencia.
- Ser puntuales.
- Mantener ordenados los espacios comunes.
- Respetar el silencio en las horas de descanso.
- No criticar a los hijos de los demás.
- No actuar como si fueran las últimas vacaciones de tu vida.
- Sé realista en las expectativas.
- Humor, humor y humor.
- Consensuar los planes pero empeñarse en hacerlo
TÍTULO: SI TIENES MINUTOS Y DESCANSO - LA ULTIMA CITA,.
foto
El quiosco de aquél parque estaba
vacío, siempre iba ahí a relajarme, cuando sentía que ya no podía más
con las presiones. Me senté a tomar aire y a pensar un poco cuando un
ruido me sobresaltó, era el sonido de mi teléfono celular, lo dejé sonar
varias veces hasta que lo contesté, no sé por qué, pero sentí un poco
de miedo.
Lo tomé y contesté desconcertado pues no reconocí el número del teléfono
desde donde me llamaban. –Si, diga- dije nerviosamente.
-Si quiere volver a ver a su esposa viva tiene que hacer lo siguiente-
dijo una voz femenina al otro lado de la línea.
-¿Es esto una broma?-
-No se trata de ninguna broma, esto es más serio de lo que usted cree-
-¿Qué has hecho con ella?, no te atrevas a hacerle algún daño o te
arrepentirás. ¿Qué es lo que quieres?
-No quiero nada, solo quiero que me devuelvas la vida, si es que eso es
posible.
-¿De qué me estás hablando? ¿Nos Conocemos?
-¿Ya no se acuerda de mi? ¿Es que tan rápido se olvida de sus pacientes?
Como psiquiatra en el Hospital de San Andrés había atendido por lo menos
a 20 pacientes en los últimos años, en esos momentos no tenía ni la más
mínima idea de quien sería.
-¿Qué es lo que te hice? Si fuiste paciente mía debes saber que no
existe ni una mancha en toda mi carrera.
-Cállese y escuche, lo espero en el Hotel Avenida, habitación 315. Sólo
quiero que me escuche por última vez y entonces se podrá ir con su
esposa y seguir su vida.
No sé de donde saqué fuerzas ni la valentía pero ahí estaba. Jadeando me
acerqué a la puerta y esta se abrió antes de que la tocara. La
habitación se encontraba a oscuras, no podía ver nada.
-Cierre la puerta y siéntese en la silla de la entrada- dijo una mujer,
que supuse se encontraba al fondo de la habitación.
Obediente cerré la puerta y esta vez quedé totalmente a ciegas. Aún así
sentía la mirada de aquella mujer, su voz se me hizo conocida, pero no
me recordaba a ninguna de mis pacientes.
-Me vas a decir que es lo que quieres ya de una vez, dime ¿Dónde esta mi
esposa?
-Su esposa estará aquí, no se preocupe, cuando acabemos con este asunto
la podrá ver, le doy mi palabra.
La voz esta vez se me hizo más familiar pero seguía sin reconocerla.
-Soy todo oídos.
-Hace 10 años lo fui a ver a su consultorio, cruzaba por una fuerte
depresión, tenía por lo menos un mes acudiendo diariamente a las citas,
no sé si ese día estaba de mal humor, cansado o simplemente harto de sus
pacientes, a pesar de estar casi una hora escuchándome su mente estaba
en otro lado, cuando terminé de hablar usted se quedó diez minutos sin
decir nada, cuando se dio cuenta que yo ya no hablaba…-
En ese momento fue que supe de quién se trataba, era Mónica Ramírez,
tenía en ese entonces 15 años, y sí, pasaba por una fuerte depresión,
durante las sesiones que tuve con ella me di cuenta que muchas cosas
eran parte de su imaginación, inventaba cosas demasiado torcidas para la
mente de una chica de su edad, pero yo, ya tenia experiencia en esos
casos, la estaba medicando y sus padres me habían dicho que estaba
progresando, se irían al extranjero…
-¿Se da cuenta que en estos momentos no me pone atención? Precisamente
por eso sucedieron las cosas, por que no sabe escuchar- dijo enojada.
-Discúlpame, ahora te recuerdo, aquella chica tan triste, hija de
Pedro Ramírez, pero dime Mónica, ¿Por qué piensas que yo eché a perder
tu vida?
-No sólo echaste a perder mi vida, acabaste con la de mis hermanos y con
la de mis padres, yo desde entonces no puedo descansar en paz, usted no
sabe por lo que he pasado todos estos años, viéndolos morir una y otra
vez- gritaba.
-¿Pero de que estás hablando? ¿Es otra de tus alucinaciones?
-Esa noche que lo fui a ver, le platiqué, como lo había hecho todos las
veces que estuve en su consultorio, que las voces en mi cabeza me
ordenaban a hacer cosas malas y usted no me escuchaba, le conté que las
voces me dijeron que matara a mis hermanitos y a mis padres, le dije que
me decían que si no los mataba ellos me matarían a mi, pero usted no me
escuchó, le pedí un último consejo y ¿que fue lo que me contestó?-
hablaba con la voz cada vez mas quebrada por la furia.
-Ahora lo recuerdo, lo que le digo a la mayoría de mis pacientes,
“escucha tu voz interior y hazle caso”- dije con toda la culpa en mis
palabras.
-Si me hubiera escuchado, sólo necesitaba un poco de su atención, nadie
hubiera muerto, ni siquiera yo, yo no me hubiera cortado las venas- dijo
esta vez llorando.
-¿Qué? ¿Muerta? Tú no estás muerta, nadie está muerto, ¡Basta ya!-
grité.
En ese momento sentí que se me helaba la sangre, me abandonaron las
fuerzas y quedé inconciente.
Cuando por fin desperté lo primero que vi fue a mi esposa que me miraba
fijamente.
-¿Estas bien? ¿Para qué me querías ver aquí? ¿Qué fue lo que te pasó?-
me dijo.
Después de contarle lo sucedido, regresamos a casa. Llamé a los
familiares de la chica que me confirmaron lo que ya sabía. Mónica, había
matado a toda su familia y después se suicidó hace 10 años. Ese día
tiré mi titulo de médico, huí de mi hogar, desde entonces vago por las
calles, buscándola. Quiero darle la paz que en vida no le pude dar…
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