TITULO:
Maneras de educar - Los desayunos de TVE - Sabado -25- julio - Fucking y otros lugares que sobresaltan en los mapas,.
Maneras de educar - SABADO -25- Julio ,.
Programa que descubre los proyectos educativos más
innovadores del país de la mano del profesor James Van der Lust. El
espacio recorre diferentes colegios . El sabado -25- Julio ,. a las 10:15 por La 1, etc.
Los desayunos de TVE ,.
Los desayunos de Televisión Española es un programa de televisión que se emite en La 1 de Televisión Española desde el 8 de enero de 1994, de lunes a viernes, en horario matinal.
Desde el 3 de septiembre de 2018, el programa de divide en dos partes. Primero, a las 08:25 horas, Los desayunos de TVE, siguiendo el formato clásico con noventa y cinco minutos de duración. Más tarde, alrededor de las 11:55, comienza Más desayunos, un debate político que cuenta con el mismo presentador y dura alrededor de noventa minutos., etc.
Fucking y otros lugares que sobresaltan en los mapas,.
Hay topónimos que llaman la atención y que suelen dar problemas con la cartelería,.
'Fuckeando' ante el cartel del pueblo
En alemán, el nombre de Fucking no tiene mayor trascendencia, pero en inglés es algo así como la madre de todas las palabrotas, apta para referirse al acto sexual y también para añadir una carga grosera a cualquier otra expresión. Por eso el pueblo austriaco de Fucking, con un centenar de habitantes, se ha convertido en destino habitual de los turistas británicos, que se parten de risa retratándose delante de sus letreros. Algunos no se conformaban con eso y los robaban: cada cartel costaba 300 euros a las arcas municipales, y una vez llegaron a llevarse en una sola noche los cuatro que había, así que desde 2005 Fucking utiliza un modelo antirrobo asegurado con acero y hormigón. En 2009 tuvieron que adoptar otra medida de seguridad: instalaron cámaras para disuadir a los británicos de, en fin, filmarse 'fuckeando' ante el nombre del pueblo. Miedo da lo que puede pasar cuando los españoles se enteren de que en Austria existe otro pueblo llamado Pölla.Un paseo por el Callejón del Ojete
Lo de los nombres de pueblo que divierten mucho a los hablantes de otras lenguas tiene una gran tradición (en Alemania están Kagar y Repente, que han dado lugar a tantas consultas a Google Maps sobre «cómo ir de Repente a Kagar»), pero a veces no hace falta salir del propio ámbito idiomático. En la localidad inglesa de Conisbrough, los vecinos de Butt Hole Lane estaban ya un poco hartos del choteo a cuenta de su dirección, algo así como el Callejón del Ojete. Para colmo, cuando pedían servicios a domicilio, muchas veces los tomaban a ellos por los bromistas. Y, en fin, también llegaban hasta allí turistas estadounidenses (lo de 'butt' es una cosa más bien yanqui) que se sacaban fotos con las nalgas al aire ante la placa de la calle. En 2009, los residentes decidieron cambiar el nombre por Archers Way, el Camino de los Arqueros, que suena más noble pero menos sugerente. En Shepshed, otro pueblo inglés que cuenta con su propio Butthole Lane, consideran que los de Conisbrough son unos flojos por haber reculado tan dócilmente ante la presión del qué dirán.Erradicar la palabra impronunciable
La toponimia políticamente incorrecta tiene a veces una dimensión que excede con mucho las risas del 'caca-culo-pedo-pis'. El caso más evidente son los esfuerzos realizados en EE UU para erradicar de sus mapas la palabra 'nigger', término ofensivo para referirse a los negros que hoy se considera atroz y casi impronunciable, hasta el punto de que muchos prefieren hablar de «la palabra con ene» para evitar mencionarla. «Es como una obscenidad», se horrorizó el secretario de Interior que, en los 60, ordenó desterrarla de todos los topónimos del país. Había un montón, como Nigger Head Mountain o Dead Nigger Creek, y en muchos casos, a falta de nombres alternativos, se decidió sustituir el término despectivo por 'negro', que con el tiempo también ha acabado sonando muy mal.Con la estrella de David en el escudo
El nombre del pueblo burgalés de Castrillo Matajudíos estuvo a punto de provocar más de un síncope. La cosa resultaba desafortunada por partida doble, ya que el topónimo original era probablemente Castrillo Mota de Judíos, en referencia a una comunidad sefardí que habitó el lugar. En 2014 se sometió a referéndum la posibilidad de recuperar aquella denominación perdida hace siglos, con 29 votos a favor y 19 en contra. Hoy Castrillo Mota de Judíos luce orgullosamente un escudo con la estrella de David y está hermanada con la localidad israelí de Kfar Vradim, pero el cambio ha supuesto algunos disgustos con la cartelería: antes de rebautizar el pueblo, les robaron los dos letreros con el viejo nombre; después, los nuevos indicadores han sido objeto de ataques por parte de neonazis, a los que mandaríamos a Kagar si no fuese porque allí tampoco tienen por qué aguantarlos.TITULO: El larguero La Ser - El Transistor Onda Cero - La Cruz Villanovense, eliminada en la prórroga,.
El larguero La Ser ,.
El larguero es un programa deportivo radiofónico español, dedicado en su mayoría al fútbol, que se emite en la Cadena SER todos los días, a partir de las 23:30 horas. Su director y presentador principal es Manu Carreño.1 El programa es presentado los viernes y sábados por Yago de Vega, y excepcionalmente lo presenta Francisco José Delgado o Álvaro Benito en ausencia de ambos., etc.
El Transistor Onda Cero ,.
El Transistor es el programa deportivo creado y dirigido por José
Ramón de la Morena. Inició su primera emisión el 4 de septiembre de
2016.
Su horario es de lunes a domingo a partir de las 23.30 horas.
José Ramón de la Morena inicia esta andadura deportiva en Onda Cero con colaboradores de su anterior etapa en el Larguero de la Ser: Carlos Bustillo, David Alonso, Eduardo Pidal, Ana María Rodríguez, Aitor Gómez , Ángel Rubiano, Jorge Valdano, el ciclista Perico Delgado, el ex subdirector de As Juanma Trueba, Sebastián Álvaro Lomba , el alpinista que creó y dirigió en TVE Al filo de lo imposible, los doctores José González y Antonio Escribano ., etc.
La Cruz Villanovense, eliminada en la prórroga,.
El conjunto serón logró igualar la contienda, pero se desinfló en el tiempo extra cayendo 4-1 y se queda fuera de la lucha por el ascenso a Primera,.
La Cruz Villanovense puso fin a una temporada de ensueño tras encajar dos goles al final de la primera parte de la prórroga del duelo de acceso a la final de la fase de ascenso a Primera División (4-1). El equipo serón realizó un partido de mucho mérito ante un rival muy experimentado y con una extensa nómina de estrellas en sus filas. El cuadro verde no se arrugó y tuvo opciones claras de victoria frente a un Melilla que hizo valer sus individualidades en Alcantarilla.Las primeras embestidas melillenses dieron protagonismo a María Balsera. Primero, Lydia se sacudió los nervios con un remate cruzado que desvió la guardameta en el primer aviso de las chicas dirigidas por Andrés Castillo. Poco después, fue María Soto quien disparó de lejos. A la tercera fue la vencida con Bia luciendo desborde y cruzando la pelota. Con viento a favor, María Soto se adueñó por completo del parqué viviendo en campo rival. Suya fue la ocasión más clara con un pase de la muerte que Desi no acertó a embocar. Sin embargo, un error de Fabi despertó a las de Ana Pérez propiciando el contragolpe y un remate de Ana Flores a la madera para La Cruz Villanovense. Supuso el primer zarpazo, pero no el único. Cinco minutos después, Laura se estrelló con el poste tras desbordar a su par.
A
esas alturas de encuentro, solo Sara Soares se resistió al empuje del
renacido bloque pacense. Arrancó el segundo tiempo con un pase filtrado
sobre Ana Flores cuyo remate volvió a salvar una extraordinaria mano de
Sara Soares. Se hizo esperar la igualada hasta que una jugada de
estrategia sirvió para colocar Laura la puntera. Reaccionó el
Torreblanca Melilla con dos ocasiones muy claras desbaratadas por María
Balsera. Ana Flores tuvo la oportunidad en un remate desviado y, acto
seguido, Alicia marró un doble penalti para evitar la prórroga. Las
tablas duraron hasta los compases finales de la primera parte de una
prórroga cruel en la que una pérdida de balón sirvió para un contragolpe
de Bia remachada por su compatriota Fabi. Después, llegaron dos tantos
más, ambos de María Soto.
TITULO: La Paisana - El sobre con las fotos del bombardeo de Cáceres del 23 de julio,.
La paisana - El sobre con las fotos del bombardeo de Cáceres del 23 de julio ,.
Viernes -17- Julio a las 22:05 horas en La 1 / foto,.
Me
da algo de miedo escribir sobre la Guerra Civil, porque cada vez que lo
hago suele dar pie para que en internet se empiecen a tirar piedras
dialécticas miembros de las dos Españas siempre irreconciliables,
alcanzando algún pedrusco la testa de este pobre periodista.
He de decir que esas dos Españas las conozco desde que era muy pequeño, cuando mi padre nos llevaba a Lugo a pasar un día con un hermano suyo que era mi padrino, con el que compartí nombre y apellido. Aquel Sergio Lorenzo, que tenía una pequeña joyería frente a la gran muralla, nunca nos llevaba a su casa que compartía con su hermano Ramón, con el que no se hablaba. El hecho es que los dos hermanos vivían en la misma casa, que dividieron por la mitad, de tal forma que uno no entraba en el terreno del otro y viceversa. Una vez mi padrino quiso enseñar algo a mi padre y me llevaron a la casa. Yo era un niño con calzonas, que al ver a un hombre al otro lado de la casa, corrió hasta él cruzando, sin saberlo, la frontera imaginaria. Ramón fue muy amable, me habló con cariño y me dio una moneda para comprarme algo. Cuando volví a agarrarme a la pernera de mi padre, escuché como su hermano le reñía:
–¡Qué sea la última vez que mi ahijado viene a mi casa y habla con ese cabrón! – Me quitó la moneda de la mano y la tiró al otro extremo de la casa, cruzándose los dos hermanos una mirada de odio como pocas veces vi.
Viene todo esto a que el fotógrafo Salvador Guinea lleva un tiempo volado con unas imágenes que hay en la Fototeca de la Biblioteca Nacional, que son del bombardeo de Cáceres del 23 de julio de 1937. Se las enseñó el historiador y abogado Manuel Barragán-Lancharro, y a la Redaccion en el exilio (cosas del bendito teletrabajo) nos han sorprendido, porque solo conocíamos una fotografía del bombardeo: la del Palacio de Mayoralgo destrozado.
Resulta que las fotografías se encontraban en un sobre en la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, y en 1980 pasaron de estar en dependencias del Ministerio de Cultura a la Biblioteca Nacional, que ha tenido el acierto de digitalizarlas.
El sobre tiene escrito: «Caja nº 23. Sobre nº 8. Cáceres, 12 fotos. 14 copias. Efectos de los bombardeos y ataques republicanos». Cada una de las fotos, de 13 x 18, tiene por detrás una descripción, hecha con máquina de escribir.
Tres fotografías son del cementerio prácticamente hecho escombros. La explicación mecanografiada dice: «Destrozos causados en el cementerio de Cáceres por tres bombas arrojadas por los marxistas en el Sagrado Recinto». Una fotografía es del Palacio de Mayoralgo en el suelo al alcanzarle una bomba; otras son de las huellas de la metralla en el Palacio Episcopal, en la Casa de Ovando o en la Concatedral de Santa María, cuya entrada aparece protegida por sacos terreros. También hay una imagen del Palacio de Moctezuma bombardeado.
En total, son ocho las fotos de la ciudad de Cáceres. De las otras cuatro que hay en el sobre, una es del interior de la iglesia parroquial de Cadalso, sin altares y sin imágenes que habían sido quemadas. Otra del interior saqueado de la iglesia de Madrigal de La Vera. Otras dos son de Carrascalejo, una del interior de una casa desvalijada y otra de la torre destruida de la iglesia. Al dar la vuelta a esa foto se puede leer: «Frente de Extremadura. Cáceres. 11-4-38. Torre de la Iglesia de Carrascalejo. En el interior se refugiaron vecinos y falangistas, y resistieron el asedio enemigo hasta que con un tanque derrumbaron la techumbre y tiraron la puerta». Carrascalejo vivió una verdadera masacre en la Guerra. Este pueblo tiene ahora 216 habitantes cuando llegó a tener cerca de 1.500. Muchos emigraron tras los desastres de la Incivil.
Si me atrevo a recordar esto es porque el próximo jueves es 23 de julio, y se cumplirán 83 años de cuando a las nueve y media de la mañana, cinco aviones republicanos llenaron Cáceres de terror y muerte. Eran cinco aviones soviéticos, cinco Tupolev SB2 que en España se bautizaron con el nombre de 'katiuskas'. Aviones bimotores con el fuselaje de duraluminio, de color blanco. Con tres tripulantes, cuatro ametralladoras y podían cargar 600 kilos de bombas. Tiraron en Cáceres 18 bombas, cayendo varias en la plaza de Santa María, en donde la actual sede de la Diputación era el Gobierno Civil, y en la Casa de Ovando había un cuartel de Milicias Nacionales. Murieron entre 35 y 50 personas (según las fuentes), y hubo unos 60 heridos.
Entre los muertos identificados estaban seis niños de 4 a 8 años. Solo había dos o tres muertos que fueran militares. Unas nueve mujeres fallecieron en la Concatedral, que estaba llena porque la imagen de la Virgen de la Montaña estaba en el templo.
Si me atrevo a recordar esto, también es porque el viejo periodista Sanjosé, mi maestro lo quiera o no, me ha regañado: «Lo que pasó en la Guerra Civil hay que contarlo para que no vuelva a ocurrir. ¡No me seas cobarde, juntaletras!», me dijo el difunto.
¿Que cómo terminaron mi padrino y mi tío Ramón? Un día aquel Sergio Lorenzo llamó por teléfono a mi padre: «Éste se ha muerto – le dijo –. Ven a por él si lo quieres enterrar», y mi padre fue a por el cuerpo, mientras el otro miraba indiferente desde su parte de la vivienda. Pasaron unos años y mi padrino murió solo, como un perro, en aquella casa que era un símbolo de las dos Españas.
Iba a decir quien era el de izquierdas y quien el de derechas, pero... ¿qué más da? Si, en el fondo, los dos eran iguales.
He de decir que esas dos Españas las conozco desde que era muy pequeño, cuando mi padre nos llevaba a Lugo a pasar un día con un hermano suyo que era mi padrino, con el que compartí nombre y apellido. Aquel Sergio Lorenzo, que tenía una pequeña joyería frente a la gran muralla, nunca nos llevaba a su casa que compartía con su hermano Ramón, con el que no se hablaba. El hecho es que los dos hermanos vivían en la misma casa, que dividieron por la mitad, de tal forma que uno no entraba en el terreno del otro y viceversa. Una vez mi padrino quiso enseñar algo a mi padre y me llevaron a la casa. Yo era un niño con calzonas, que al ver a un hombre al otro lado de la casa, corrió hasta él cruzando, sin saberlo, la frontera imaginaria. Ramón fue muy amable, me habló con cariño y me dio una moneda para comprarme algo. Cuando volví a agarrarme a la pernera de mi padre, escuché como su hermano le reñía:
–¡Qué sea la última vez que mi ahijado viene a mi casa y habla con ese cabrón! – Me quitó la moneda de la mano y la tiró al otro extremo de la casa, cruzándose los dos hermanos una mirada de odio como pocas veces vi.
Viene todo esto a que el fotógrafo Salvador Guinea lleva un tiempo volado con unas imágenes que hay en la Fototeca de la Biblioteca Nacional, que son del bombardeo de Cáceres del 23 de julio de 1937. Se las enseñó el historiador y abogado Manuel Barragán-Lancharro, y a la Redaccion en el exilio (cosas del bendito teletrabajo) nos han sorprendido, porque solo conocíamos una fotografía del bombardeo: la del Palacio de Mayoralgo destrozado.
Resulta que las fotografías se encontraban en un sobre en la Delegación del Estado para Prensa y Propaganda, y en 1980 pasaron de estar en dependencias del Ministerio de Cultura a la Biblioteca Nacional, que ha tenido el acierto de digitalizarlas.
El sobre tiene escrito: «Caja nº 23. Sobre nº 8. Cáceres, 12 fotos. 14 copias. Efectos de los bombardeos y ataques republicanos». Cada una de las fotos, de 13 x 18, tiene por detrás una descripción, hecha con máquina de escribir.
Tres fotografías son del cementerio prácticamente hecho escombros. La explicación mecanografiada dice: «Destrozos causados en el cementerio de Cáceres por tres bombas arrojadas por los marxistas en el Sagrado Recinto». Una fotografía es del Palacio de Mayoralgo en el suelo al alcanzarle una bomba; otras son de las huellas de la metralla en el Palacio Episcopal, en la Casa de Ovando o en la Concatedral de Santa María, cuya entrada aparece protegida por sacos terreros. También hay una imagen del Palacio de Moctezuma bombardeado.
En total, son ocho las fotos de la ciudad de Cáceres. De las otras cuatro que hay en el sobre, una es del interior de la iglesia parroquial de Cadalso, sin altares y sin imágenes que habían sido quemadas. Otra del interior saqueado de la iglesia de Madrigal de La Vera. Otras dos son de Carrascalejo, una del interior de una casa desvalijada y otra de la torre destruida de la iglesia. Al dar la vuelta a esa foto se puede leer: «Frente de Extremadura. Cáceres. 11-4-38. Torre de la Iglesia de Carrascalejo. En el interior se refugiaron vecinos y falangistas, y resistieron el asedio enemigo hasta que con un tanque derrumbaron la techumbre y tiraron la puerta». Carrascalejo vivió una verdadera masacre en la Guerra. Este pueblo tiene ahora 216 habitantes cuando llegó a tener cerca de 1.500. Muchos emigraron tras los desastres de la Incivil.
Si me atrevo a recordar esto es porque el próximo jueves es 23 de julio, y se cumplirán 83 años de cuando a las nueve y media de la mañana, cinco aviones republicanos llenaron Cáceres de terror y muerte. Eran cinco aviones soviéticos, cinco Tupolev SB2 que en España se bautizaron con el nombre de 'katiuskas'. Aviones bimotores con el fuselaje de duraluminio, de color blanco. Con tres tripulantes, cuatro ametralladoras y podían cargar 600 kilos de bombas. Tiraron en Cáceres 18 bombas, cayendo varias en la plaza de Santa María, en donde la actual sede de la Diputación era el Gobierno Civil, y en la Casa de Ovando había un cuartel de Milicias Nacionales. Murieron entre 35 y 50 personas (según las fuentes), y hubo unos 60 heridos.
Entre los muertos identificados estaban seis niños de 4 a 8 años. Solo había dos o tres muertos que fueran militares. Unas nueve mujeres fallecieron en la Concatedral, que estaba llena porque la imagen de la Virgen de la Montaña estaba en el templo.
Si me atrevo a recordar esto, también es porque el viejo periodista Sanjosé, mi maestro lo quiera o no, me ha regañado: «Lo que pasó en la Guerra Civil hay que contarlo para que no vuelva a ocurrir. ¡No me seas cobarde, juntaletras!», me dijo el difunto.
¿Que cómo terminaron mi padrino y mi tío Ramón? Un día aquel Sergio Lorenzo llamó por teléfono a mi padre: «Éste se ha muerto – le dijo –. Ven a por él si lo quieres enterrar», y mi padre fue a por el cuerpo, mientras el otro miraba indiferente desde su parte de la vivienda. Pasaron unos años y mi padrino murió solo, como un perro, en aquella casa que era un símbolo de las dos Españas.
Iba a decir quien era el de izquierdas y quien el de derechas, pero... ¿qué más da? Si, en el fondo, los dos eran iguales.
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