TITULO: Juego de Niños - Los scout de San Fernando repartirán juguetes a 90 niños ,. ,
Sábado -16- Enero,.
Juegos de niños,.
Sabado -16- Enero a las 22:00 por La 1, foto,.
Juego - Los scout de San Fernando repartirán juguetes a 90 niños,.
Los scout de San Fernando repartirán juguetes a 90 niños,.
Otros años entregaron hasta 130 paquetes, pero esta campaña han registrado menos peticiones,.
Los scouts Santa Teresa, de San Fernando, no paran. Recogen juguetes, desinfectan, empaquetan y ordenan. Queda una semana para que los Reyes Magos lleguen y ellos les prestan cada año una ayuda fundamental en la ciudad.
Sin embargo, este diciembre han registrado menos peticiones que otros años. Tienen 90 niños en su listado cuando otros diciembre, etc,.
TITULO:
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE -LA CIUDAD SIEMPRE ROMPE SU CRISÁLIDA ,.
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - LA CIUDAD SIEMPRE ROMPE SU CRISÁLIDA ,. ,fotos.
LA CIUDAD SIEMPRE ROMPE SU CRISÁLIDA,.
Las ciudades nacen y mueren sin haberse conocido, incomunicadas entre sí. Sus rasgos urbanos, mudan constantemente. Como decía el urbanista Kevin Lynch, en la ciudad no hay un resultado definitivo, sino una sucesión ininterrumpida de fases.
Pienso esto sentado en una terraza de la plaza de Santa Úrsula. El otoño es así de condescendiente en estas latitudes. Cercado por la imponente mole de las torres de Quart y el sencillo templo que honra a la mártir cristiana, observo el lienzo de la antigua muralla medieval unida a las puertas de la ciudad. Entretanto bebo un sorbo de cerveza después de un paseo desde la plaza del Mercado, entre el bullicio de terrazas y bares, así como de la milagrosa supervivencia de algunos comercios tradicionales, una librería de viejo, una farmacia de vetusto artesonado, una sombrerería, una tienda de mimbre y madera... en cambio ni rastro del penetrante olor a especias y salazones de antaño. Y si no, lean a Carme Miquel y su Aigua en cistella, donde la protagonista evoca el perfume a canela de estas callecitas como signo de sus amores e infortunios en la Valencia de posguerra.
Las ciudades, como los seres humanos, poseen dos instintos básicos, el Eros y el Thánatos, la pulsión de la vida y la muerte, un deseo de abandonar la lucha por la vida y volver a la tumba, una sepultura que se resistía por igual a los reos cuyos cadáveres colgaban expuestos en el patíbulo frente a la Lonja, mezclándose su hedor con la pestilencia del pescado en venta. Nada más adecuado que leer a Josep Lozano cuando escribía en 'El mut de la campana' aquello de: «Lúgubres cossos oscil.lants al buf del vent». Una perfecta simbiosis del alimento como impulso vital del hombre y el aniquilamiento del propio ser.
La ciudad necesita encontrar en su espacio urbano, vacío y decadente, la explicación de sí misma
El paseo ha sido un reencuentro con calles empapadas de lluvias amarillas, como escribiría Julio Llamazares, pues toda esta retícula urbana tiene algo de proustiano. En todas se puede remover y rastrear tiempos perdidos, pero con una sensación de vacío y desolación. Todavía recuerdo al final de la calle de la Carda el Café Valenciano, con sus letras entrelazadas rodeadas por un neón rojo que iluminaba la zona en los tempranos atardeceres de invierno. Dentro, el vocerío de una clientela fiel que aprovechaba el paso por las cercanas tiendas del barrio y algún representante que encendía cada mañana su brío comercial con un café cargado y lo apagaba por la tarde antes de regresar a la vecina Hospedería del Pilar. Desde el tranvía se apreciaba el ambiente neblinoso de los cigarrillos y el nudo de gente en pie, entre la barra y las mesas. Un ambiente similar al de aquel programa de TVE de los setenta 'El último Café', una comedia costumbrista cuyos actores contaban sus vicisitudes siguiendo las pautas de Alfonso Paso.
Más adelante la desolación de un solar, el del antiguo Teatro de la Princesa, que a su vez ocupó el del convento de la Puridad derribado tras la desamortización de Mendizábal. Tras varias etapas, el Princesa intentó remontar con Matías Colsada y la red de Teatros Nacionales, hasta que las luces se apagaron definitivamente en 1989. Años más tarde, un voraz incendio iluminó aquel barrio en una fría madrugada de febrero de 2009. El largo periodo de abandono propició la instalación de unos okupas. Atrincherados en el viejo coliseo, fueron desalojados en un negro capítulo recogido en la novela València cara o creu de Francesc Gisbert. Sobre aquel escenario Amparo Rivelles paseaba su profesionalidad en el otoño de 1983 con El caso de la mujer asesinadita, de Mihura. Fue la última vez que vi actuar a la insigne actriz.
La Valencia vacía se parece a las losas que transmiten una historia de esfuerzos, de cóleras, de razones incompletas o contradictorias, o quizás de vida y muerte, de Eros y Thánatos. Desde este aposento y apurando la cerveza, pienso en la delgada línea que separa el ocio del sufrimiento al evocar un pasado cruel en las cárceles de las Torres. La lectura de Éramos 7 de Francisco de Castells recuerda el calabozo de la guerra civil, la Dolorosa. Un martirio que seguiría en Santa Úrsula, metáfora del destino, sede de una de las checas por las que seguramente pasaría José Robles, el traductor de la obra Manhattan Transfer de John Dos Passos. Martínez de Pisón recrea este episodio en Enterrar a los muertos, a escasos metros de donde me encuentro plácidamente sentado.
La ciudad necesita encontrar en su espacio urbano, vacío y decadente, la explicación de sí misma, la de su músculo único y personal. Como escribe Sergio del Molino en su España vacía, en este mundo homogéneo y plano en el que vivimos, las ciudades sólo ofrecen espejos que replican la misma imagen en todas las esquinas a causa de la globalización. Las otras Valencias rompieron en día su crisálida para nacer a un nuevo tiempo sin conocer a la ciudad anterior, que se marchó en silencio y sin decir adiós.
Vuelvo al presente cómodamente instalado en esta terraza. Mientras, la tarde cae suavemente entre el leve murmullo del ambiente clientelar y unos esqueléticos árboles con las últimas hojas de otoño, muertas, esperando el próximo vendaval para salir revoloteando quien sabe donde. Pago la consumición y me dirijo hacia el arco de entrada de las Torres de Quart. Desde allí, descubro a contraluz en un cielo violeta, la torre de San Sebastián. El ser humano que construye y destruye por propia iniciativa, ha impedido mediante desamortizaciones y guerras preservar el esplendor de un patrimonio heredado. En San Sebastián, la parcial destrucción de un interesante modelo clasicista, italianizante y vignolesco, muestra la huella deslucida de lo que fue. Por eso, en el fondo, la ciudad es un lugar de trueque, de palabras y deseos, de intereses y seducciones, de sueños de vida y muerte, de Eros y Thánatos.
TITULO: EL CLUB COMEDIA - Un cadáver en el escenario ,.
Un cadáver en el escenario,.
Juan Cañas ActorInterpreta al detective Noir en 'Crimen y telón', el nuevo espectáculo de la compañía Ron Lalá que se está representando en el Teatro Olympia,.
¿Quién es el responsable de la muerte del Teatro? Este interrogante aparentemente absurdo da pie al desarrollo del montaje 'Crimen y telón', el nuevo espectáculo de la compañía de teatro, humor y música Ron Lalá, que está obteniendo aplausos de crítica y público en las salas donde se ha estrenado. En Valenciaestá en cartel desde el pasado miércoles en el Olympia, espacio donde permanecerá hasta este domingo 23 de septiembre. La obra está interpretada por Juan Cañas, Íñigo Echevarría, Jacinto Bobo, Fran García, Miguel Magdalena y Daniel Rovalher, con texto de Álvaro Tato y dirección de Yayo Cáceres. En una entrevista con LAS PROVINCIAS durante la presentación del montaje en Valencia, Juan Cañas, que interpreta al protagonista del montaje, el detective Noir, explica que la historia se desarrolla alrededor de la búsqueda surrealista del responsable de la muerte del Teatro, con un montaje donde los intérpretes actúan, se desdoblan en otros personajes, cantan y tocan diversos instrumentos. Nir alberga un oscuro secreto: su corazón roto por una tormentosa relación con la Poesía, antes de que todas las artes se prohibieran. La cicatriz de aquel amor puede ser su perdición, porque el detective sigue enganchado, y en la soledad de sus monólogos la poesía se le escapa por los poros y podría ponerle en peligro.
- Señor Cañas (detective Noir) ¿parece todo bastante serio y muy secreto?
- (Risas) Muy serio, sí, y secreto también. En el escenario se verán sombras, callejones, territorios extraños, maullidos de gato y muchos elementos que recrea una atmósfera que bebe del cine y de novelas como las de Raymond Chandler o Dashiel Hammett, pero para eso está mi personaje, para descubrir al asesino del Teatro, en realidad de todas las artes, de la cultura en general. Pero somos la compañía Ron Lalá, y aquí no falta la complicidad con el público, las risas y la música en directo.
- El argumento de la obra parece muy complejo.
- Más que complejo yo creo que original. El montaje plantea un futuro cercano -finales de 2037- donde todas las artes están prohibidas y los creadores se mueven en la clandestinidad. Un desconocido ha matado al Teatro y el detective Noir tiene que descubrir al asesino antes de que la Agencia Anti Arte desvele un secreto de su pasado. Para ello recorrerá la historia del Teatro en busca de verdades ocultas mientras una red de misteriosos personajes conspiran en la sombra.
- ¿Y en qué consiste esa complicidad con el público a la que se refería antes?
- El público podrá ser sospechoso, cómplice o testigo del enredo. Para nosotros los espectadores son parte fundamental del espectáculo.
- Género negro y máscaras en la representación de 'Crimen y telón', ¿esto no se aleja de la marca Ron Lalá?
- Sí y no. Sí, porque se aleja un poco de lo que hemos hecho hasta ahora, y no porque incorpora nuevas temáticas, lo que supone a su vez una ampliación de la marca. A nuestra compañía no nos gusta ceñirnos ni tener prejuicios sobre lo que hacemos. Somos artistas y creemos que, manteniendo nuestro lenguaje que es el de teatro con música en directo, un ritmo muy elevado, vivo y que enganche, a partir de ahí las posibilidades de creación son infinitas.
- ¿Y cómo sale a relucir en 'Crimen y telón' el humor que les ha caracterizado en sus anteriores creaciones como con 'Cervantina', por ejemplo?
- Ese fue uno de los retos que nos planteamos y a los que nos enfrentamos, teniendo en cuenta que hasta ahora habíamos subido al escenario espectáculos muy luminosos y festivos, por decirlo de alguna manera. Al ser esta nueva función de género negro nos introducimos en un ambiente totalmente diferente, con un escenario oscuro, con niebla... Estudiamos como conseguir humor en esas condiciones y yo creo que lo hemos conseguido. Al menos el público así lo percibe.
- ¿Con la música les ha resultado más sencillo?
- Dentro de la complejidad de cuaqluier montaje musical sí que es cierto que el cine negro se asocia al blues, al jazz e incluso al swing, y eso lo hace más fácil. Hay una banda sonora original con diversidad de instrumentos que recrean las atmósferas de cada escena, desde el jazz hasta la música barroca.
- ¿Se trata de una crítica al Teatro o es una forma de ensalzarlo?
- Es sobre todo un homenaje. Por un lado es una parodia de la situación de las artes y la cultura y, por otro, se homenajea al teatro en sus diferentes épocas y estilos. Hemos salido del lenguaje clásico para homenajear al género negro y a las artes en general, en un espectáculo dinámico que utiliza el humor para dejar preguntas abiertas para los propios artistas y el público. Creemos mucho en el teatro como era antiguamente, como una fiesta popular, algo que hemos intentando reivindicar con los anteriores espectáculos que hemos hecho hasta ahora.
- Ron Lalá atesora dos premios de teatro MAX, ¿con 'Crimen y Telón' van a por el tercero?
- Ojalá. No trabajamos pensando en los premios, pero es una alegría que te reconozcan el trabajo y más obtener un premio como el MAX, el más importante de teatro en nuestro país, pero no es algo que esté en nuestra cabeza cuando creamos un nuevo espectáculo. Fundamentalmente intentamos ser honestos con la temática que pensamos puede ser interesante en cada momento. También es gratificante para nosotros poder rescatar del cajón esas ideas que hemos intentado llevar a la práctica y no habíamos podido hasta el momento. Si después son reconocidas desde fuera, pues maravilloso.
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