TITULO: Juego de Niños - Otra oportunidad ,. ,
Sábado -9- Enero,.
Juegos de niños,.
Sabado -9- Enero a las 22:00 por La 1, fotos,.
Juego - Otra oportunidad,.
Otra oportunidad,.
OS ENCANTA JUGAR A SER DIOSES, dividir el tiempo en trozos como quien corta el vacío, abrir y cerrar puertas imaginarias que dejen atrás el infortunio y den paso a la buena suerte, creer que es posible cambiar la vida a golpe de campana. Pretendéis gobernar el destino, y el destino juega al tarot como se le antoja. Esta vez ha sacado las cartas de la muerte, la herida, la soledad y la cárcel. Pero también ha jugado a desnudaros de simplezas, a desenmascarar falsas amistades, a separar parejas anquilosadas, a poneros los pies en la tierra, a obligaros a abrazar la esencia y la autenticidad, a descubrir que no sois quienes creíais ser. Y todo, con un sencillo y dramático giro de guion. Vosotros, gigantes poderosos, seréis más humildes cuando os levantéis del revolcón que os ha dado alguien tan insignificante como yo, un simple virus. O no merecéis otra oportunidad.
TITULO:
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - El secuestro de mama y otros relatos del marques de sotoancho ,.
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - El secuestro de mama y otros relatos del Marques de Sotoancho ,. ,fotos.
El secuestro de mama y otros relatos del Marques de Sotoancho
El premio Nobel colombiano, cima del realismo mágico y autor de 'Cien años de soledad', muere a los 87 años en México | El periodismo fue la escuela y el trampolín de la narrativa de García Márquez, que se negó a aceptar el Cervantes y a entrar en la RAE,.
Gabo está de vuelta en Macondo. José Arcadio Buendía lo habrá recibido como se merece en el mundo mítico y mágico que el genial escritor de Aracataca creó para su estirpe hace casi medio siglo. La vida del gran fabulador colombiano, cima las letras hispanas y del realismo mágico, se apagó este jueves en México, su casa desde hace tres décadas. Allí se le vio por última vez en público el pasado 6 de marzo, cuando Gabriel García Márquez sopló una tarta con 87 velas y escuchó las mañanitas en la puerta de su residencia, en el número 144 de la calle Fuego del DF.
El cuerpo del escritor colombiano será incinerado hoy, a petición de sus familiares, en un acto privado y no se realizarán más celebraciones fúnebres hasta el homenaje previsto para el próximo lunes 21 de abril en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Así lo ha comunicado la familia a través de un comunicado, en el que han dejado patente su deseo de preservar su intimidad en estos duros momentos. Hasta el momento se desconoce dónde descansarán finalmente los restos del escritor de origen colombiano, que lleva años afinado en México.
Atravesó Gabo el umbral de la eternidad 67 años después de la publicación de su primer relato, a los 47 de la aparición de la obra que lo encumbró, Cien años de soledad, y los 32 de la obtención del premio Nobel de Literatura que recibió en 1982 el narrador más respetado y autor de la novela hispana acaso más leída en el mundo en el último medio siglo. No quiso tener el Cervantes ni un merecido sillón en la Real Academia Española.
El Gabriel García Márquez ante quien se rindió la Academia Sueca no podía ni soñar que alcanzaría el Olimpo literario cuando vio en letras de molde La tercera resignación, su primer relato, escrito con 20 años y publicado en 1947. Por entonces Gabito se ganaba la vida como gacetillero. Cuarenta y cinco años después, en 1992, publicaba la que es su última colección de relatos, Doce cuentos peregrinos.
Quizá dos décadas después de publicar su primer cuento, sí sospechara que la saga de la familia Buendía y el mágico territorio de Macondo que habitaba entre el revoloteo de mariposas amarillas y el milagro del hielo le podrían dar un lugar de honor en la literatura de su siglo. Gabo atravesaba una deplorable situación económica y una grave crisis creativa de cinco años que superó escribiendo aquel mágico y definitivo relato.
En paro
Había perdido varios empleos como periodista cuando en 1965 se encerró en una habitación de México DF durante 18 meses para narrar la epopeya de los Buendía. Había tenido una revelación en enero de aquel año, mientras conducía entre México y Acapulco. ¡Encontré el tono! ¡Voy a narrar la historia con la misma cara de palo con que mi abuela me contaba sus historias fantásticas, partiendo de aquella tarde en que el niño es llevado por su padre a conocer el hielo!, le dijo a Mercedes, su mujer.
En el verano de 1966 la concluía. Las deudas familiares superaban los 10.000 dólares. Para poder enviar el original por correo a Buenos Aires tuvo que dividirlo en dos paquetes y empeñar una batidora, un secador de pelo y una estufa. No la vería publicada hasta junio de 1967. Su triunfo fue fulminante y agotó la primera edición en unos días. Cien años de soledad se ha traducido a más de medio centenar de idiomas y ha vendido más de cuarenta millones de copias legales. Las ilegales ni se sabe. Para Dasso Saldívar, biógrafo de García Márquez, no hay duda de que Cien Años de Soledad es "la novela más hermosa de la lengua española" y "la mayor revelación en lengua española desde El Quijote", según Pablo Neruda. Par su autor, "Macondo no es tanto un lugar como un estado de ánimo".
Quince años después, en 1982, los académicos suecos dan el Nobel a García Márquez. Lo recibirá ataviado con la típica guayabera blanca del Caribe y portando una rosa amarilla, símbolo de Colombia y amuleto que no faltó ningún día en su escritorio. Lo agradeció con un dolorido canto de amor a América Latina y el deseo de "una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra".
Peregrinaje
Disfrutaba del éxito y reconocimiento universales tras años de penuria y dudas. Antes de ser uno de los escritores más famosos, leídos y reconocidos del planeta, la vida de Gabriel José de la Concordia García Márquez, hijo del telegrafista Gabriel Eligio García y de Luisa Santiaga Márquez, nacido en Aracataca a las nueve de la mañana del domingo 6 de marzo de 1927, estuvo marcada por la necesidad, el vagabundeo y la inseguridad profesional. Su padre desempeñó mil y un oficios que apenas apartaban a la familia de la miseria. Él se crió con sus abuelos maternos, el rijoso y fabulador coronel Nicolás Márquez y Tranquilina Iguarán, la "imaginativa y supersticiosa" abuela Mina, crucial para la inspiración literaria y fantástica de su nieto. Con todo, el joven Gabito pudo ir a la universidad, pero aguantó poco más de un año en la facultad de Derecho de Bogotá.
Su huida académica le llevó a las redacciones de los diarios colombianos, en un periplo que arrancó en 1948 en las páginas de El Universal de Cartagena. Escribió luego para El Heraldo de Barranquilla, donde alternó las gacetillas, los reportajes y las críticas de cine con los cuentos, y en El espectador de Bogotá, donde su director comenzó a llamarle Gabo y publicó su primer cuento. La tercera resignación. Ojos de perro azul fue su primera colección de cuentos y La hojarasca, su primera novela, es de 1955.
Su gran éxito periodístico y el trampolín de su carrera fue Relato de un náufrago. Es un reportaje por entregas en el que narraba la odisea de un marinero que estuvo semanas perdido en alta mar. Con él forjó el pulso de fantástico narrador-reportero que brillaría en Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), Del amor y otros demonios (1994) o Noticia de un secuestro (1997).
Fue corresponsal en Roma y París de El Universal hasta que el diario cerró. Decidió permanecer en la ciudad de la Luz, pero las pasó de a kilo. Sin dinero y sin empleo, llegó a mendigar en el metro para poder comer. No dejó de escribir. Se enroló luego en una compañía de músicos colombianos con la que recorrería la cerrada Europa del Este en los años del telón de acero y que daríapie a una serie de grandes reportajes.
Corresponsal de Prela
A finales de los cincuenta estaba de vuelta en Venezuela como redactor de una revista, para convertirse después en corresponsal de la agencia cubana Prensa Latina (Prela) en Bogotá, La Habana y Nueva York. Se casó entonces con Mercedes Barcha, con quien tendría dos hijos, Rodrigo y Gonzalo. De 1968 a 1974 vivió en Barcelona. Avecindado en el barrio de Sarriá de la Ciudad Condal, publicó en 1975 El otoño del patriarca, "mi libro más experimental y el que más me interesa como aventura poética. También el que me ha hecho más feliz". En aquellos años se puso bajo la tutela de Carmen Balcells, muñidora y verdadera, 'mamá grande', del boom hispanoamericano del que Gabo fue la cabeza visible, junto a Mario Vargas Llosa, Julo Cortázar o José Donoso.
Desde entonces García Márquez alternó su residencia entre México, Cartagena de Indias, La Habana y París. Amigo muy cercano de Fidel Castro, enseñó y cine y cuento en Cuba. Por su honda amistad con el dictador se le negó el visado estadounidense durante años. Su extensa autobiografía Vivir para contarla (2002), y la breve y controvertida novela Memoria de mis putas tristes (2004) y la recopilación de conferencias Yo no vengo a decir un discurso (2010) fueron sus últimas citas con el lector.
Se negó con reiteración a aceptar tanto el premio Cervantes, que hubiera llegado mucho después del Nobel, y su nombramiento como miembro de Real Academia Española, que la docta casa le ofreció un buen puñado de veces. Otras tantas se negó, aunque no dudó en poner en solfa la propia ortografía que regula la centenaria institución.
En estos últimos años batalló con un cáncer linfático diagnosticado en 1999 y que había superado inicialmente tras un tratamiento de tres meses. Luchó también contra la desmemoria que fue vaciando su cabeza de fantasías, emociones y recuerdos. Su familia desmintió, con todo, sufriera demencia senil. Blindado por los suyos ha dosificado con cuentagotas sus apariciones en público. Pera cada 6 de marzo aparecía a las puertas de su casa del D.F. arropado por los suyos para atender a periodistas. "¿Qué hacen ahí, que se vayan a trabajar?". Recomendó a los plumillas y gráficos que hicieron la penúltima guardia hospitalaria a principios de abril.
TITULO: EL CLUB COMEDIA - Lo que Dios ha unido que no lo separe mama,.
Lo que Dios ha unido que no lo separe mama,.
¿Hay algo más grande que un hijo? Hoy, día de la Madre, Pilar, Naiara, Cristina, Elena y Ana Noa comparten la excepcional lucha que mantienen por ellos,.
La tradición obliga a regalar hoy flores y pasteles a las madres. Pero el regalo de Pilar Sánchez son Enrique, Jaime y la pequeña Gabriela, que los ha pintado a todos en ese dibujo infantil que reposa sobre su cama, junto a las muñecas con las que siempre le gustó jugar, aunque le regalaran coches y balones. Gabriela nació con genitales masculinos y su madre, Pilar, celebra hoy haber despojado a su hija del «disfraz» de niño que llevó puesto cinco años. Esa ha sido su lucha. Dura y a contracorriente.
Pilar Sánchez Málaga, 46 años
«Yo creía que tenía un hijo gay. ¡Ilusa de mí!»
De Gabriel solo quedan las siete letras impresas en el DNI. Cuando lo renueve le añadirá la 'a'... de Gabriela. «Yo tuve una niña, pero la testosterona hizo de las suyas. El año pasado, en la ducha, vi que se había hecho arañazos en los genitales. Eso fue el punto de inflexión». Y el comienzo de la batalla de Pilar y de Gabriela (6 años). Porque la niña también ha llorado mucho, sobre todo cuando le llamaban Gabriel, cuando su madre le limpiaba por la mañana las uñas que ella se había pintado de rosa la noche anterior, cuando en el cole tenía que ir al baño de los chicos. «Me decía: ¿Es que tú no ves que soy una niña? ¡Ilusa de mí! Yo veía un pene, ¿qué iba a pensar que era una niña? No le gustaban los disfraces de Spiderman, pero una vez le puse uno de payaso con una faldita y me miró con una cara de felicidad... Creía que tenía un hijo gay».
No era eso. «Con 5 años me dijo: 'Mamá, no soy el niño, soy la niña'. Y yo al principio le decía que no, que era un chico». La pedriatra insistía en que no le pasaba nada, pero una psicóloga le recomendó que la niña viviera acorde a su identidad. «¡Imagínate! Soy la vecina del sexto, la separada, que tenía tres hijos y de repente aparece con una niña...». Luego tuvo que explicarlo en el colegio. «Llevé el informe favorable de la psicóloga y les pedí que la trataran como a una niña, que le permitieran ir con la falda del uniforme y usar el baño de las chicas». Pero un grupo de padres del centro San Patricio de Málaga se negó porque entendía que era «un mero capricho infantil».
«La directora y la tutora se mostraron abiertas, pero me dijeron que le llamarían Gabi, que es un nombre neutro, que tendría que ir al baño de discapacitados y que si la llevaba con falda la pondrían en una clase aparte y me llamarían para que fuera a recogerla. Hasta que un juez determinara su género». Pilar, que participa muy activamente en la asociación Chrysallis de familias de menores transexuales (wwwchrysallis.org.es) optó por que sus tres hijos vistieran el chándal del colegio, ni el pantalón ni la falda, sino la ropa unisex. «Al día siguiente, los compañeros de la clase del mayor se pusieron el chándal por solidaridad». Pero ni Pilar quería una guerra con el colegio ni el gesto bastaba a Gabriela. «Ella necesita llevar falda, como su amiga Sandra, porque es un símbolo, lo que le permite remarcar su identidad».
El 3 de marzo la cambió de colegio. «Va a uno público donde no la han estigmatizado. La tratan como la niña que es y va al baño de las chicas, siempre con la puerta cerrada». Su hermano Jaime (8 años) se ha cambiado de escuela con ella, y Enrique (14) sigue en la antigua. «Ellos también han sufrido, pero somos una piña». Incluso su exmarido, del que Pilar se separó cuando la pequeña tenía año y medio. «Estuvo mucho tiempo mirando para otro lado. Pero en octubre se fue a hacer el camino de Santiago. Cuando volvió me dijo: 'Me marché con tres hijos maravillosos y he vuelto con dos hijos y una hija maravillosa, le pido a Dios que se parezca a ti'». «Estos niños están escondidos por los prejuicios de los padres, pero no tienen ninguna patología. Gabriela es toda una valiente».
Naiara García de Andoain Bilbao, 39 años
«Se pegan golpes pero casi no lloran»
Unai tiene 3 años y una camiseta firmada por Iribar. José Ángel García (Bilbao, 40 años) soñaba con que su hijo fuera portero del Athletic. Araitz (7) valdría para modelo, que siempre ha sido una niña muy alta, e Ixone (5) podría ganarse la vida como cocinera, que es de estómago agradecido desde que nació, una mañana fresca de febrero. «Entré a las ocho de la mañana andando al hospital y nació a las ocho y veinticinco, no dio tiempo ni a ponerme la epidural. Pesó más de cuatro kilos, era un ternerito». Naiara García de Andoain no se lo creía porque Unai tardó cuatro horas en nacer y Araitz veintidós.
La mayor pasó tres semanas en la UCI y aunque echó a andar al año, se caía a menudo y le costó hablar. Lo que sus padres creían una evolución lenta desembocó en una terrible crisis de ansiedad. «Tenía 5 años, volvió del colegio y no nos reconocía, nos miraba a los ojos y no nos veía. Fue el principio de la catástrofe».
Después de un angustioso peregrinar por las consultas de médicos que no supieron explicar qué le pasaba -«decían que igual era autista»-, un doctor llegó con el diagnóstico: síndrome de Sanfilippo, los tres hermanos. «No podía ni respirar». La enfermedad, que afecta a unos 70 niños en España, está causada por la ausencia o el mal funcionamiento de una enzima necesaria para descomponer y reciclar sustancias que el cuerpo no necesita. Es una especie de Alzheimer infantil con pronóstico mortal en torno a la adolescencia.
Araitz, Ixone y Unai tienen una edad intelectual de 3 años. Les cuesta hablar, comer y hasta jugar. «El otro día la mayor bajaba y subía por el tobogán una y otra vez y se reía. Es algo muy básico y muy infantil, pero que lo haga de motu proprio, sin que la estimule yo, es muy grande. Cuando veo que disfrutan en el parque, que Ixone juega a la culebrita, que los niños no les miran con recelo... entonces no quiero que acabe el día».
Y de esos pequeños respiros se alimenta Naiara, que se multiplica para llegar a todas partes. Es física pero trabaja de informática y junto a su marido -empleado en la industria farmacéutica- ha empezado una lucha contrarreloj por salvar a sus pequeños. En noviembre empezaron a recoger dinero para un prometedor ensayo clínico testado con éxito en animales: necesitan 3 millones de euros (Kutxabank 49 2095 0028 8091 133 98 728). «Hay que fabricar una medicina de alta tecnología que exige modificar genéticamente las cadenas de ADN y encapsularla dentro de un virus inocuo que se extienda por el cuerpo de los niños». Eso les devolvería la capacidad para hablar, caminar sin dificultad e incluso llorar. «Tienen los sentidos atenuados y el umbral del dolor muy alto, se pegan golpes pero casi no lloran». El tratamiento dura de 3 a 6 meses. «Empezar a final de año sería espectacular».
- Si sale bien...
- «Si sale bien quizá un día nos pregunte: ¿qué es eso que me contabas de una enfermedad?».
Cristina Hércules Cartagena, 43 años
«Subía a Facebook ecografías de otras»
Cristina Hércules no se acababa de creer aquellas vacaciones pagadas. «Nadie te invita a un viaje tan caro. Y estando embarazada de dos meses... no deberías ir». Pero el 22 de julio de 2011 Raquel (21 años) voló a Panamá con la promesa -y el secreto- de un 'negocio' que le iba a solucionar la vida y acabó por arruinársela. Tenía que traer cocaína en una faja pegada al estómago, pero al llegar le dijeron que se tenía que tragar las bolas de droga. Se negó y la dejaron tirada dos meses, hasta que aceptó. «Me llamaba y decía que las vacaciones se habían alargado, que había perdido el avión, que no me pusiera paranoica...».
Por fin le dio a su madre fecha de regreso: el 4 de septiembre, a las once, aterrizaría en Barajas, previa escala en Costa Rica. A la una, Cristina, preocupada por el retraso, llamó al consulado: «Me dijeron que estaba detenida por tráfico de drogas. Se me cayó el mundo encima».
«Era una chica deportista, fue campeona de la San Silvestre, hizo ballet, estudió violín... No esperaba esto. Le hicieron tragar cincuenta y cinco bolas de cocaína con Acuarius, cuando normalmente te dilatan antes el estómago con trozos de fruta. Mi hija se empezó a sentir mal antes de que despegara el avión de Costa Rica y estuvo ingresada 17 días». De ahí a la cárcel, donde dio a luz a Mía, un bebé sietemesino. «El padre era camerunés, pero yo no lo sabía: 'Qué morena es esta niña', insistía yo. Y ella me decía que ya cambiaría».
Cristina fue tres veces a visitarla a la cárcel en Costa Rica, la tercera con su hijo pequeño, que entonces tenía 7 años -tiene otro de 20-. «Le dijimos que aquello era una fábrica de armas y que su hermana era la encargada. Cuando empecé la campaña en internet para pedir el indulto para mi hija le conté la verdad». Ese día Cristina se liberó un poco porque dejó de mentir. «Le había ocultado a la gente lo de mi hija, incluso había subido a Facebook ecografías de niñas que no eran mi nieta».
Las pocas fotos que tiene de Mía recién nacida se las hizo llegar a escondidas una de las funcionarias de la prisión costarricense donde Raquel estuvo hasta el verano pasado, cuando autorizaron su traslado a España. «Está en Aranjuez, esperando el traslado a Murcia». Y el indulto, que no llega. Cristina ha recogido 133.420 firmas reclamando la liberación de Raquel, que ya ha cumplido la mitad de la pena de 5 años y 4 meses. «Acaban de indultar a veintiún presos, algunos grandes traficantes, pero se ve que hay que caer en gracia».
Su «sinvivir» es menos desde hace tres meses. «En Navidad Raquel me pidió que me llevara a la niña y ahora vive conmigo. No para de abrir y cerrar puertas, es nuevo para ella. Nos dice: '¡Chicos, a comer!, que manda la policía'». Raquel lleva dos meses sin ver a Mía «y se sube por la paredes» y lo mismo le pasa a Cristina con su hija. «Voy poco a visitarla porque llevo casi dos años en paro. Y solo en gasolina son 100 euros, que hay 452 kilómetros».
- ¿Qué es lo primero que hará Raquel cuando salga de la cárcel?
- Ir al parque a jugar con Mía y comer un brazo de gitano.
Elena Alfaro Madrid, 43 años
«Le pedí ayuda hasta a Angela Merkel»
A su amiga de Parla le amargó las vacaciones una factura, la de los libros de la escuela. «Tiene tres hijos y solo con el de 8 años debía gastar 205 euros en material escolar. Al mayor, que está en la ESO, únicamente le pudo comprar un libro, porque costaban 38,50 euros». Elena Alfaro escuchaba a su amiga y se la llevaban los demonios. «Aquel día me dieron las tres de la mañana sentada en la habitación del tendedero, desvelada. Había oído hablar de la web Change.org y esa madrugada escribí una petición». Dirigida al Ministerio de Educación, para que implante un sistema de reutilización de libros en la red pública y concertada.
«Una vecina mía que tiene cuatro hijos se fue a vivir a Estados Unidos y me contó que allí cada niño tiene una taquilla con los libros del curso. Solo tienen que comprar un forro para que puedan personalizarlos con pegatinas y ponerles el nombre. Si los devuelven en perfecto estado en junio no pagan nada». Elena es madre de dos niñas, Alejandra, de 11 años, que va para escritora, y Daniela, «un alma libre» de 6 que es capaz de construir unos adosados con cuatro cajas de zapatos. «Van a un colegio privado, así que en mi caso lo de los libros de texto es un sablazo por elección. Pero que haya niños de colegios públicos que vayan a clase avergonzados sin libros porque sus padres no tienen dinero para pagarlos... Es atroz, los franceses habrían sacado ya la guillotina». En su cruzada por la gratuidad de los libros de texto, esta arquitecta madrileña contactó con un profesor finlandés. «Me decía: '¿Pero los libros los compran los padres? ¿Y se tiran cuando acaba el curso?'. No le extrañaba que los españoles estuviésemos arruinados...».
En septiembre de 2012 presentó 94.000 firmas en el Ministerio. La callada por respuesta. En septiembre de 2013 fue con 270.000 y acabó reuniendo 301.910. Mientras, bombardeaba a todo quisqui por Twitter: «Le escribí hasta a Angela Merkel, un mensaje en perfecto alemán: 'Señora, esta medida va destinada a reducir el déficit de las familias'. José María Íñigo fue muy majo, retuiteó mi mensaje porque decía que era inmoral». Y Carlos Martínez Gorriarán, de UPyD, le invitó a escribir una enmienda. «Me ayudó un amigo abogado y con la base de mi texto UPyD hizo una proposición no de ley que se debatió en pleno y se aceptó. Me invitaron a asistir al Congreso a ver la sesión, me compré ropa nueva y me puse monísima, pero me decepcionaron tanto... Entré allí como una demócrata convencida y salí como una anarquista. No había más de sesenta diputados, y cuando uno hablaba los demás estaban a su bola. Luego entraron todos para votar. En la clase de mi hija pequeña hay más respeto por el compañero que en las Cortes».
La petición de Elena se ha traducido «en una línea» en la nueva Ley de Educación de José Ignacio Wert, donde un artículo dice que los colegios promoverán la reutilización de los libros de texto. Se tendría que empezar a notar el curso que viene, «aunque cada comunidad hace su propio desarrollo reglamentario, así que...».
Ana Noa Cuba, 58 años
«La gente bromea con que somos como la ONU»
En algún cajón guarda todavía Ana Noa (cubana de nacimiento, asturiana de adopción) el vestidito amarillo de punto y las braguitas rosas que traía Malini cuando la recogieron en Zurich. Ella y su marido, Carlos Joglar , de 60 años, la adoptaron en 1983, con diez meses. En aquellos tiempos era el único bebé de ojos rasgados de Infiesto, un pueblo próximo a Cangas de Onís que no llega a los 2.000 vecinos. «Unos amigos tenían una niña hindú y nos animamos. Al principio tuvimos miedo de que nos rechazara por el color de la piel, que no nos entendiera... pero se adaptó enseguida. Le mantuvimos el nombre original, que en la India es muy popular, como aquí María».
Cuando iba a cumplir 6 años le quisieron hacer un regalo, un hermanito. Así que rellenaron los papeles para adoptar a Román, un bebé filipino. «La primera vez que lo vimos tenía solo quince días, las orejas muy pequeñitas, el pelo negro de punta y era guapísimo». Para Malini fue «un juguete»... dos juguetes porque en esos meses Ana Noa se quedó embarazada. «Raquel nació en octubre, cuando Román no había echado a andar. A una le daba teta y al otro papilla. Son como gemelos, han ido siempre juntos a clase y si le daban a él un caramelo, pedía otro para su hermana».
- ¿Ellos se han sentido distintos?
- No, Román de pequeño dibujaba mucho y me preguntaba: 'Mamá, ¿de qué color les pinto la cara a los muñecos?'. 'De color carne'. '¿Y yo por qué no soy de color carne?'. Pero luego dejó de preguntarlo.
Román tiene ya 25 años y está haciendo un curso de fotografía en Madrid, aunque habría sido un cocinero excepcional porque tiene una mano para la fideua... Raquel (24) estudia arquitectura en Barcelona y Malini (31) hizo hasta Bachillerato, trabajó en Correos, pero ahora está en paro. Es la única que sigue en Infiesto.
- Nunca han visitado la India ni Filipinas, ¿no tienen curiosidad?
- No muestran mucho interés. Lo único que tiene de la India Malini es que le gusta la comida picante. Es una 'fashion victim' y toma el sol como si fuera noruega.
Ha sido siempre la rebelde de los tres: «Tuvo una adolescencia complicada. La ibas a buscar a las dos de la madrugada y llegaba media hora más tarde». Román y Raquel son la antítesis: «Él es un chaval muy bueno, siempre preocupado por todos, y Raquel es más estudiosa y calladita».
- ¿Pensaron en más hijos?
- Los amigos nos decían en broma que nos faltaba uno de África, que éramos como la ONU.
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