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TITULO : Noche de Cine - Una biografía rescata al héroe español Bernardo de Gálvez,.
Una biografía rescata al héroe español Bernardo de Gálvez,.
foto / Analiza las hazañas del general que ayudó a George Washington y al que Obama concedió en 2015 la nacionalidad honorífica,.
Quizá
nos encontremos con una de las mejores biografías de Bernardo de
Gálvez, un héroe español para Estados Unidos que, como pasa casi siempre
aquí, en su patria, es un auténtico desconocido. Gonzalo Quintero,
diplomático y doctor en Historia de América por la UCM y en Derecho por
la UNED publicó su estudio biográfico en 2019. La obra recibió el premio
del Distinguished Book Award a la mejor biografía publicada en Estados
Unidos en 2018, concedido por la Society for Military History. Cuatro
años antes el presidente Barack Obama firmó la resolución conjunta del
Congreso de los Estados Unidos concediendo la nacionalidad honorífica a
Gálvez. El Senado estadounidense colocó ese año un retrato suyo,
cumpliendo así una promesa de 1783 del Congreso americano. No era el
primer reconocimiento al militar español. Ya en el Congreso Continental
de 1778 los delegados norteamericanos declararon su gratitud a Bernardo
Gálvez por su contribución “esencial” contra Gran Bretaña. Es más;
algunas localidades tomaron su nombre, como la ciudad y el condado de
Galveston (Texas), y los pueblos de Gálvez y St. Bernard Parrish
(Luisiana). El periodista Francisco Reyero recuerda que George
Washington dijo que si Bernardo de Gálvez no hubiera sido el gobernador
de Luisiana, la revolución norteamericana no hubiera triunfado, y, por
tanto, no habrían nacido los Estados Unidos.
Bernardo
Gálvez forma parte de la cultura norteamericana. El rey Juan Carlos
donó en 1976 una estatua ecuestre del general, obra de Juan de Ávalos,
situada en un pequeño parque en la avenida Virginia, a escasos metros
del Departamento de Estado. Hay otros seis monumentos dedicados al
español. En mayo de 2018 fue inaugurada una estatua ecuestre en su honor
en Pensacola (Florida), y un año después otra, donada por Iberdrola, a
las puertas de la embajada española en la Avenida Pensilvania de
Washington DC.
¿Y en España? Por supuesto existen en Macharaviaya
(Málaga), su pueblo natal, erigida en 2014, y en la misma capital hay un
conjunto escultórico dedicado a su familia, que fue inaugurado en 2017.
El Pleno del Ayuntamiento de Madrid aprobó en 2015 la colocación de una
estatua de Bernardo de Gálvez en la Plaza de Colón, pero la victoria
electoral de Manuel Carmena paralizó el proyecto. El asunto se tomó como
algo político, y la entonces concejal de cultura se negó por entender
que había que construir “espacios de la memoria popular” no ligados a
“militares imperiales”. Es evidente que la negativa fue política, pero
también hija del desconocimiento a pesar de los buenos estudios sobre el
personaje, como los de Carmen de Reparaz, o el de Manuel Olmedo Checa,
investigador que descubrió que el Congreso Continental de 1783 quiso
honrar a Bernardo de Gálvez prometiendo colocar en su sede su retrato.
Fue Teresa Valcarce, española afincada en Estados Unidos, quien hizo
presión para que finalmente se colocara la pintura en el Capitolio, e
inició el proyecto para erigir una estatua en Madrid.
Contra
ese desconocimiento valen las obras citadas, tanto como la del
historiador Quintero Saravia, que aborda el personaje desde tres facetas
muy interesantes: ilustrado, gobernador y militar. Gálvez pertenecía a
una familia hidalga, de un pueblo muy pequeño y pobre de Málaga, que
gracias a su esfuerzo y trabajo logró ascender. Su padre era teniente
general y virrey de Nueva España, y su tío, ministro universal de las
Indias y consejero de Estado de Carlos III. El ascenso de la familia,
dice Quintero Saravia, es una prueba de la movilidad social que permitió
la Ilustración española. La aplicación de la ciencia y la razón como
base del éxito fue la que llevó a Bernardo de Gálvez a destacar como
alumno en la Escuela militar de Ávila. Allí formó parte de un grupo de
jóvenes ilustrados al que sus contrincantes escolares llamaron los
“barbilampiños”. Ese grupo se destacó por seguir el método de Federico
II de Prusia; esto es, aplicar los principios científicos y racionales
en las campañas bélicas. De hecho, Bernardo de Gálvez estudió entre 1783
y 1784 la aplicación militar de los globos aerostáticos nueve meses
después de que los hermanos Montgolfier ascendieran un globo en Francia.
Gálvez, con la inestimable ayuda de Agustín de Betancourt, hizo navegar
por el Manzanares, río arriba, una barca con un globo.
Ese
sentido ilustrado fue el que aplicó también a su faceta política. En
1777 tomó posesión de su cargo como gobernador interino de Luisana.
Gálvez impulsó el comercio y las nuevas plantaciones, lo que le granjeó
en poco tiempo el apoyo de la población francesa. Además, llevó a cabo
una política de tolerancia religiosa, lo que generó un aire de libertad
en el territorio. Sin embargo, fue como virrey de la Nueva España cuando
pudo establecer un ambicioso plan de reformas. Carlos III le nombró
para tal cargo a la muerte de su padre, Matías de Gálvez. Tuvo que
enfrentarse a dos problemas muy graves: la hambruna y la peste.
Estableció un sistema de atención médica gratuita para los pobres en los
hospitales, y el aislamiento de los enfermos. Para socorrer a los
hambrientos, que llegaban en masa a la capital, nombró una Junta con los
notables locales para distribuir alimentos que eran sufragados por los
más adinerados. Además, fomentó obras públicas y mejoró el gobierno de
las provincias de Nueva España.
La hazaña de Pensacola
No
obstante, lo que hizo a Gálvez pasar a la historia fue la victoria
militar en Pensacola sobre el ejército británico. España declaró la
guerra al Reino Unido en mayo de 1779. Para entonces Bernardo de Gálvez
ya tenía preparado su plan de ataque. Tiempo antes había negociado con
Oliver Pollock y Thomas Jefferson la apertura del puerto de Nueva
Orleans y la navegación por el Misisipi. También detuvo el movimiento de
las tropas británicas interponiendo a las españolas con la excusa de
luchar contra el contrabando. Además, mandó uniformes, provisiones,
mantas, dinero, medicinas y armas al ejército del general Washington.
Gálvez
inició sus operaciones remontando la cuenca del Misisipi con un
ejército de 1.427 hombres el 27 de agosto de 1779. Era consciente de su
debilidad numérica, pero contaba con el factor sorpresa. Obligó a las
guarniciones británicas de Manchac, Baton Rouge y Panmure de Natchez a
capitular. Así controló todo el Misisipi. El paso siguiente fue Florida.
Rindió Charlotte, y entró en Mobila. Gálvez había abierto otro frente a
los británicos.
Pensacola
estaba defendida por 2.000 soldados, milicianos leales a Jorge III, y
medio millar de nativos. El 9 de marzo de 1781 Gálvez comenzó el sitio.
La flota española desembarcó a los granaderos y a la infantería en la
isla de Santa Rosa, fuera de la bahía, desde donde se controlaba el
puerto. Gálvez situó a sus tropas en dicha bahía con artillería y
trincheras hasta que tomó el puerto y los barcos que no habían destruido
los ingleses. Fue entonces cuando llegaron los refuerzos: 7.800 hombres
de los soldados más veteranos de España, con el batallón fijo de La
Habana, los casacas rojas de la brigada irlandesa de España, y algunos
colonos. El ataque comenzó el 22 de abril y concluyó el 10 de mayo, con
la rendición de Fort George. Florida quedó bajo control español, lo que
fue un duro golpe para los británicos y un auxilio imprescindible para
que los norteamericanos fundaran la democracia contemporánea más antigua
de la Historia.
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