domingo, 24 de noviembre de 2024

Cartas en el tiempo - 150 años de mitos perpetuados por la Primera República ,. / Las rutas de Ambrosio - La comarca turolense de El Matarraña ,. / LAS RUTAS DE VERONICA - Las Iglesias Fernandinas ,. / ¡ Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 6 - Diciembre - Sir Antony Beevor - Weber, 2; Sánchez, 1; Feijóo, 0 ,. / ¿Dónde estabas entonces? - Cánovas del Castillo y un balazo en el pecho ,. Martes - 3 - Diciembre , . / Informe Robinson - Liga Fútbol - ¡Por todos vosotros! ,.

 

TITULO: Cartas en el tiempo -  150 años de mitos perpetuados por la Primera República,.


Cartas en el tiempo ,. 

 

 Miércoles - 4 - Diciembre a las 20:00 en La 2 / foto,.

 

 Jorge Vilches cuenta en su nuevo ensayo la realidad del convulso periodo en España comprendido entre 1873 y 1874,.

 

 150 años de mitos perpetuados por la República

 

La Primera República es un periodo lleno de mitos. Esto se debe a la hegemonía de la historiografía, que lo ve como una ocasión descarrilada por la España reaccionaria. A los 150 años de su proclamación, un 11 de febrero de 1873, conviene deshacer esos mitos. Estos son:
Falso. La República llegó como resultado de un complot para hacer inviable la monarquía democrática de Amadeo. Fue proclamada por unas Cortes reunidas ilegalmente, por una mayoría de diputados pertenecientes a un partido monárquico. No hubo plebiscito ni se consultó al pueblo aun siendo una democracia. Se trató de una imposición de políticos que se atribuyeron la soberanía nacional por encima de su mandato y competencias.
Tampoco. Corrió la sangre. Los relatos nos presentan una España alegre aquel 11 de febrero. Pero hubo paisanos, políticos, guardias civiles y militares muertos en Valencia, Málaga, Sevilla, Córdoba, Murcia y Motril, entre otros lugares. En Montilla los federales asaltaron la casa de Francisco Solano de Riobóo, el más rico del lugar, a quien mutilaron y asesinaron. A esto se sumaron incendios, ajustes de cuentas y robos.
Falso. El desorden fue un instrumento político. En Barcelona se proclamó el Estado catalán contra la legalidad republicana. Fue el 8 de marzo. Hubo dos intentos anteriores: el 12 y el día 21 de febrero. El Gobierno de Figueras permitió el desorden en Barcelona para intimidar y chantajear a la Asamblea Nacional y así cedieran a sus pretensiones. Pi y Margall, ministro de la Gobernación, defendió que no había que reprimir la desobediencia porque eran de su propio partido, se dedicó a la «guerra telegráfica» y repartió armas a los milicianos federales contra los que luego combatió la República.
Falso. La historiografía cuenta que radicales y conservadores intentaron un golpe de Estado el 23 de abril de 1873. Un golpe de Estado es un acto ilegal para usurpar el Gobierno. El propósito era el cambio legal del Gobierno de Figueras, acusado de incompetencia, para establecer el orden. La Asamblea Nacional reunía los poderes y podía cambiar al Ejecutivo, siguiendo el acuerdo para la sustitución de gobiernos establecido el 11 de febrero a propuesta de Pi y Margall. El golpe lo dio Pi y Margall, ministro de la Gobernación, usando a los milicianos federales. Culminó con el asalto al Palacio del Congreso. Pi se convirtió en dictador y publicó un decreto disolviendo la Comisión Permanente de Cortes. Luego hubo cuatro días de represión, casa a casa, de los políticos de la oposición.
Falso también. Pi y Margall colonizó la administración provincial y municipal con personas de su partido para asegurar la victoria en las urnas. El 3 de mayo, poco antes de los comicios, su Gobierno publicó una circular electoral insultando a los partidos de la oposición, que no se presentaron a la convocatoria en protesta por el citado golpe de Estado de Pi y Margall. El 5 de mayo, Pi publicó otra circular más clara: «Las oposiciones, por mucha que sea su libertad y por heroicos que sean sus esfuerzos, han de quedar en notable minoría y ser arrolladas en los futuros debates». Romanones escribió que 16 gobernadores civiles de los nombrados por Pi resultaron elegidos diputados en mayo. La participación fue del 30% con sufragio universal masculino. De los 408 diputados, solo 56 rebasaron los 5.000 votos.
[[H2:Los «cojones» de Figueras]]
La frase es apócrifa pero descriptiva. El presidente huyó de España sin comunicárselo a nadie porque Pi y Margall, según escribió Figueras, le negó su apoyo. Esto sucedió cuando el partido republicano estaba dividido en cuatro facciones irreconciliables. Además, había ruido de sables federales. La escena se produjo al día siguiente, cuando el ministro de Estado, Castelar, fue a buscarle a su casa y el sirviente contestó: «El señor se ha ido en tren a París».
Salmerón dimitió por no firmar dos sentencias de muerte. Es totalmente falso, un mito creado por él mismo para salvaguardar su imagen. Dimitió porque no soportó la presión de sus aliados parlamentarios, que amenazan con dejarlo caer y pactar con Pi y Margall, y de las necesidades de la guerra, que eran restablecer el Cuerpo de Artillería y las Ordenanzas Militares en su totalidad para recuperar la disciplina en el ejército. Esos remilgos con la pena de muerte no quitaron, sin embargo, para que Salmerón pidiera a Pavía que sofocara los cantones andaluces a sangre y fuego, y que ordenara a Martínez Campos que bombardease el cantón de Valencia.
Falso. Las poblaciones de las ciudades declaradas cantón huyeron en masa. El motivo: los cantonales se dedicaban al robo, al asesinato y al encarcelamiento de disidentes. La flota de Cartagena se utilizaba para exigir dinero. En poblaciones pequeñas se lo llevaban todo, y la comida y la bebida que podían. Aguantaron hasta el 9 de enero de 1874 porque esperaban que a la caída de Castelar le siguiera un Gobierno que reconociera al cantón de Cartagena. Al ser derrotados, huyeron. Su empecinamiento ayudó a hundir la República.
La resistencia heroica de los diputados al asalto de Pavía el 3 de enero de 1874 es un mito. Salmerón falsificó el diario de Sesiones de Cortes. Su tarea como presidente de las mismas era redactar el acta de la sesión siguiendo las notas taquigráficas. Hubo dos versiones. La primera, más realista, se pasó a las embajadas y está en el archivo de la Academia de la Historia. La segunda, que se publicó días después en la Gaceta –el BOE de entonces–, es una versión falsa. Salmerón llenó el acta de bravatas de los diputados para «sembrar épica en las futuras generaciones», vengarse de Castelar y fundamentar su recurso contra el acto de Pavía.
Es otro mito que Castelar se enfadara por el golpe de Pavía. Sabía que se iba a producir y lo permitió. Los informes de los embajadores de Italia, Reino Unido y Francia indican que Castelar informó de su derrota parlamentaria a Serrano, que esperaba con los suyos el desenlace de la sesión, que era el momento de hacerlo. Castelar prefirió el golpe de Pavía a que se formara un gobierno favorable al cantonalismo, como tenían pensado Salmerón y Pi y Margall.
Fue dirigido por 29 diputados federales intransigentes que salieron de Madrid en tren entre el 12 y 14 de julio de 1873, siguiendo cinco rutas para levantar cantones en Andalucía, Levante y Castilla la Vieja. Pi y Margall dejó que Juan Contreras, luego jefe del cantón de Cartagena, llegara a dicha ciudad sabiendo que planeaba el levantamiento. El gobernador civil de Cartagena permitió su proclamación. La fuerza armada de los cantones levantados contra la República fueron los milicianos federales que durante meses armó el Gobierno.
Falso. La historiografía amable con el republicanismo corta el relato el 3 de enero de 1874 para alimentar el victimismo. Ese año España siguió siendo una República, con una dictadura constitucional como la de Pi o Castelar, bajo la presidencia del general Serrano, cuyo mandato superó al de los cuatro anteriores.
 
 

TITULO: Las rutas de Ambrosio - La comarca turolense de El Matarraña  ,.

 

El sabado - 7 - Diciembre ,  a las 19:10 por La 2, foto,.

 La comarca turolense de El Matarraña,.
 
 La comarca turolense de El Matarraña
 
 El chef Gonzalo D'Ambrosio llega a la comarca de El Matarraña, un territorio ubicado entre el interior de Cataluña y la costa de la Comunidad Valenciana. Inicia su ruta gastronómica en búsqueda de los productos locales en La Fraixneda, donde prueba la güeña, un embutido de aprovechamiento. Además, cocina una de las recetas típicas de la zona: hortera de l'hort. Seguirá hasta Val d'el Tormo para visitar los cultivos del melocotón de Calanda, el único con denominación de origen protegida en todo el país. En Beceit, aprende la historia detrás del fesol, un tipo de judía blanca que estuvo a punto de desaparecer. Antes de irse, prepara fesols con crestas de gallo. Junto a José Miguel participa en todo el proceso de producción del jamón de Teruel, el emblema por excelencia de la comarca. Su última parada es Mont-royo, una localidad que cuenta con un suelo perfecto para el crecimiento de la trufa. En su plato final unirá todos los sabores a través de un guiso de fesols a lo chapurriau.
 

TITULO: LAS RUTAS DE VERONICA - Las Iglesias Fernandinas,.

El sabado - 7 - Diciembre  , a las 18:10 por La 2, foto,.

 Las Iglesias Fernandinas,.

 

La Ruta de las Iglesias Fernandinas consiste en la puesta en valor de 11 iglesias que Fernando III el Santo mandó construir entre mediados del siglo XIII y principios del XIV en diferentes zonas de la ciudad, motivo por el cuál se les conoce como Iglesias Fernandinas. La relevancia de estos templos no sólo reside en la singularidad de su arquitectura medieval sino también en su función como núcleos de repoblación de la trama urbana, a través de la organización en collaciones. A ellos se suma la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Puerta Nueva, que custodia un ejemplo significativo de la pintura barroca de Juan de Valdés Leal y el templo mayor de la ciudad, que ejerce de punto de referencia de este interesante legado patrimonial que atesora Córdoba.

Nos encontramos ante edificios vivos, que mantienen su función litúrgica y que han sabido recoger las aportaciones plásticas de todas las épocas, hasta convertirse en los monumentos singulares y únicos que hoy disfrutamos.

 

TITULO:   ¡ Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES -  6 - Diciembre - Sir Antony Beevor - Weber, 2; Sánchez, 1; Feijóo, 0,.

¡Qué grande es el cine! fue un programa de cine dirigido por José Luis Garci y emitido por Televisión Española por su cadena La 2.
El programa comenzaba con una presentacLa actriz Juana Acostaión de la película que se emitía esa noche, posteriormente esta película se emitía y acababa con una tertulia entre Garci y los invitados del día sobre ella.1​ El programa comenzó a llevarse a cabo en enero de 1995 y
comenzó sus emisiones el 13 de febrero del mismo año., etc.

¡ Qué grande es el cine ! - ME RESBALA - AQUEMARROPA - ¡ QUE TIEMPO TAN FELIZ ! - EL HORMIGUERO VIERNES - 6 - Diciembre - Sir Antony Beevor - Weber, 2; Sánchez, 1; Feijóo, 0, fotos ,.

Sir Antony Beevor - Weber, 2; Sánchez, 1; Feijóo, 0,.

 Sir Antony Beevor: «Demasiados políticos están prometiendo cosas que no pueden cumplir»

Sir Antony Beevor ,.

Como ya les hemos contado en otro artículo, el historiador británico sir Antony Beevor estuvo en Madrid los días 14 y 15 de noviembre, invitado por el Festival Eñe, y aparte de los dos actos públicos en los que participó, Zenda pudo tomar parte en un «tercer acto», entrevistándolo en el Hotel Suecia, justo al lado del Círculo de Bellas Artes. Al no tener un libro específico que presentar y al que ceñirse, tanto sus charlas como nuestra entrevista tenían una mayor libertad para elegir de qué hablar, manteniéndose siempre dentro de lo que a sir Antony le ha dado justa fama: unos libros de Historia en torno a varios de los principales conflictos del siglo XX (La Revolución Rusa, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial), en los que los grandes protagonistas históricos comparten espacio con los testimonios de personas hasta ahora menos conocidas o anónimas. Empezamos por Paddy Fermor, seguimos haciendo trampas en archivos rusos y acabamos por la calidad del reflejo de la Historia en las pantallas grande y pequeña.

 

—El año pasado entrevistamos en Zenda a la esposa de usted, Artemis Cooper, sobre el tema de Patrick Leigh Fermor. Por cosas del azar, en Zenda hemos coincidido varios colaboradores interesados, por diversas razones, en él. Usted lo conoció personalmente y, como nos dijo ella en la entrevista, casi escribe usted su biografía. ¿Qué nos puede contar de él?

—Oh, Paddy, por supuesto. Me fue de gran ayuda en uno de mis libros, La batalla de Creta. Fue uno de los grandes héroes ingleses, y no solo fue un héroe de guerra, sino un gran escritor de prosa, lo cual no es una combinación frecuente. Las descripciones de sus viajes a pie desde Inglaterra hasta Estambul cuando solo tenía diecisiete o dieciocho años son de las grandes obras de la literatura inglesa. Solo por eso ya sería un héroe, pero además era un personaje extraordinario: valiente, gracioso, era una delicia tenerlo cerca. Y un guapo famoso también, tuvo muchos amores. Siempre le decíamos que si se podía convertir en píldoras, para podernos tomar una cuando necesitáramos levantar el ánimo.

—Usted fue militar y novelista antes que historiador. ¿En qué le ayudaron esas experiencias previas para escribir luego libros de Historia?

"En Inglaterra tenemos la suerte de tener una tradición de considerar a la Historia como una rama de la literatura, no de la ciencia"

—Más que «ser novelista», intenté escribir novelas, digámoslo así. No estoy orgulloso de ellas. Pero sí que fue de ayuda, porque me animó a escribir de una manera visual, casi como si escribiera un guion de cine, porque para mí lo visual es lo que comunica la realidad de un momento determinado, así que aunque como historiador no estés inventando nada, lo hace más accesible desde un punto de vista humano. En Inglaterra tenemos la suerte de tener una tradición de considerar a la Historia como una rama de la literatura, no de la ciencia (como en Alemania o Escandinavia), así que nuestro enfoque es menos puramente analítico. Cuando mi libro Stalingrado tuvo gran éxito me venían los periodistas preguntando si la Historia era la nueva novela, y yo les decía «no, qué va, no lo es en absoluto», pero entiendo lo que querían decir. Hasta cierto punto me sentía halagado, pero habría sido una simplificación creerlo así, porque obviamente la Historia tiene que ser completamente ceñida a los hechos, no es algo que te puedas inventar. Sin embargo, sí que puedes escribirla de una manera que use la acumulación de detalles: el tiempo que hace, el ambiente, el estado de ánimo, lo que sea, procedente de cartas, diarios e incluso archivos e informes oficiales. Es cuestión de encontrar detalles que te permitan recrear ese momento en particular. ¿Cómo puede la gente de hoy saber, si no, cómo era una guerra totalitaria? Incluso los informes más aburridos que encontraba en los archivos rusos podían contener destellos de detalles humanos que comunicaban esa realidad.

—No sé si sabe que el fundador de nuestra revista es Arturo Pérez-Reverte…

—¿De verdad?… Solo hemos coincidido una vez, pero teníamos un gran amigo en común, Javier Marías, que también me ayudó en mi libro sobre la Guerra Civil Española.

—Por supuesto, son todos ustedes parte del Reino de Redonda.

—Sí, yo soy [lo dice en español] «duque de Stalingrado» y Artemis es «duquesa de Cairo».

—Pues, como le decía, Pérez-Reverte ha escrito varias novelas de ambientación histórica, y con cierta frecuencia le dicen: «Me interesaría aprender algo sobre tal periodo histórico. ¿Podría usted recomendarme una novela?». A veces le piden que recomiende libros de Historia, sí, pero a menudo le preguntan por novelas. ¿Se puede aprender Historia leyendo novelas?

"Me inquietan las novelas donde usan personas reales y básicamente lo que hacen es inventar diálogos para que no parezca un libro de Historia"

—Aprender no, pero entender algo sí, siempre y cuando sea una buena novela histórica. Niall Ferguson, por ejemplo, dice que toda la ficción histórica es un horror, lo cual es un punto de vista de historiador muy estricto. Yo no estoy de acuerdo, creo que hay novelas históricas brillantes. Lo que odio, y lo encuentro en muchos casos, es que hay novelistas que usan la Historia como una fórmula facilona, que te hace pensar: «Oye, un momento, esto es para no tener que trabajártelo». Sería mejor no usar nombres históricos reales, hacer una especie de roman-à-clef, como en The Song Before It Is Sung, de Justin Cartwright, una estupenda novela sobre la extraordinaria relación entre el filósofo británico Isaiah Berlin y Adam von Trott, uno de los golpistas que intentaron asesinar a Hitler. Uno sabe que los personajes están enteramente basados en estas dos personas, pero cambió los nombres. Estaba muy bien investigada, manteniendo la esencia y los sentimientos de aquella relación, pero así te alejaba un paso de la realidad. Para mí era una novela genuina. Me inquietan las novelas donde usan personas reales y básicamente lo que hacen es inventar diálogos para que no parezca un libro de Historia, sino una novela. Hay casos, sin embargo, como el de mi amigo Robert Harris, que mantiene los nombres reales y aun así tengo que admitir que me gustan mucho sus novelas. Así que, para resumir, tengo sentimientos encontrados sobre este tema.

—¿Y las novelas históricas clásicas, por ejemplo? ¿Es Guerra y paz una buena novela histórica?

—Es uno de los grandes símbolos de la ficción literaria, pero aparte de Napoleón y alguna otra persona real, los demás personajes son inventados, así que es, genuinamente, una novela.

—En sus charlas a nivel internacional le preguntan a usted más por la Segunda Guerra Mundial y por la Revolución Rusa, pero ¿qué lecciones puede aprender la comunidad internacional de la Guerra Civil Española?

—Por cronología, tendría que haber escrito mis libros sobre la Revolución Rusa antes que el de la Guerra Civil Española, porque la evolución y conexiones habrían quedado más claras, pero la lección importante es cómo sigue el patrón que se estaba desarrollando en el siglo XX, porque los historiadores alemanes tenían razón cuando consideraban a la Primera Guerra Mundial «la catástrofe original», pero el grado de destrucción y crueldad de la Guerra Civil Rusa fue lo que creó el círculo vicioso de miedo y odio mutuo entre izquierda y derecha, rojos y blancos, comunistas y fascistas. La crueldad en la Guerra Civil Española no tuvo tanto sadismo: sí, se mataba al enemigo, pero para evitar que se recuperara y te matara a ti, fueran los nacionales en Andalucía, porque sabían que estaban en minoría y por lo tanto usaron la crueldad como arma de guerra, o los republicanos en Madrid. Pero no se llegó al grado de tortura sádica de la Revolución Rusa, que luego se extendió hasta cierto punto por España y después por Europa con la Segunda Guerra Mundial. Y esta dicotomía existe aún hoy en día, aunque es más de autocracias contra democracias.

—Un historiador español, durante sus investigaciones para escribir su libro La Guerra Civil Española (The Battle for Spain), le dijo a usted: «Las palabras no matan». Usted respondió que sí matan, porque conducen a la violencia en la fase anterior a los conflictos armados. ¿A partir de qué momento en el caldeado discurso político de un país debe uno sentirse preocupado? En España ya estamos empezando a pasar de palabras a insultos, de insultos a amenazas y de amenazas a hechos.

"Ya pasaba antes por carta o artículos de prensa, pero ahora se ha exacerbado con las redes sociales"

—Eso es lo preocupante de las redes sociales, que ayudan a aumentar el miedo y el odio al no ver siquiera a la gente con la que tratas. No me gusta predecir nada, pero es un peligro existente, por supuesto, como el hombre ese que quiso matar a Nancy Pelosi, por ejemplo, y acabó golpeando a su marido con un martillo. Se deshumaniza al oponente y se lo convierte en un enemigo. Tim Berners-Lee, el inventor de internet, pensaba que iba a ser una gran manera de que la gente pudiera hablar la una con la otra y ha acabado siendo una forma de odiarse mutuamente. Me parece terrorífico. Y eso que luego, si hablaras en persona con esa misma gente cara a cara jamás te dirían cosas así. Ya pasaba antes por carta o artículos de prensa, pero ahora se ha exacerbado con las redes sociales.

—Al hablar de su experiencia entrevistando a gente en Rusia para su libro sobre la Revolución dijo usted que le parecía que las mujeres resultan ser testigos más fiables que los hombres.

—Muy cierto.

—¿Es esto algo que ha notado en más lugares, España por ejemplo?

—Particularmente en Rusia, porque en su caso el sistema soviético humillaba con su totalitarismo la imagen masculina del hombre como cabeza de familia que tomaba las decisiones de la casa, pero luego sabía que en realidad no tenía ningún poder. Las mujeres simplemente aceptaron la situación y mantuvieron la boca cerrada… pero los ojos abiertos. Anne Appelbaum, la autora de Gulag, comparaba notas conmigo y notábamos lo mismo. Los hombres que habían estado en el gulag intentaban luego imponer su versión de la historia retocando sus testimonios de una manera favorable a su manera de ver las cosas, pero las mujeres no hacían eso. No estaban interesadas en reescribir nada, no tenían ese narcisismo masculino, o lo que fuera, que impulsaba a muchos testigos varones a intentar tomar un control a posteriori que en realidad nunca habían tenido. En España o Alemania hablamos con menos mujeres porque había menos de ellas en posiciones decisivas a nivel histórico, así que no podría afirmar lo mismo con confianza.

—La primera versión de su libro sobre la Guerra Civil Española se publicó en 1982, pero ¿cuándo empezó a documentarse?

"Al historiador militar solo le interesa el movimiento de tropas sobre el terreno, mientras que al historiador de guerra, que es lo que yo soy, le interesa todo el espectro bélico"

—Más o menos en 1975. Llegué a España poco después de la muerte de Franco para documentarme para una novela que, afortunadamente, nunca se publicó. Me dan mucha vergüenza mis novelas, no eran buenas, estaba aprendiendo a escribir aún, pero fue a raíz de ese intento de novela cuando mis editores me dijeron que, ya que yo tenía experiencia militar, por qué no escribía historia militar. Sin embargo, al historiador militar solo le interesa el movimiento de tropas sobre el terreno, mientras que al historiador de guerra, que es lo que yo soy, le interesa todo el espectro bélico, incluyendo el efecto sobre la población civil y su sufrimiento. Fue ese el momento en el que pasé de la ficción a la Historia. Pero en 1982 yo no tenía los recursos financieros para investigar lo suficiente. Fue solo después de mis libros sobre Stalingrado y Berlín cuando mi editor español, Gonzalo Pontón, me dijo: «Tu libro sobre la Guerra Civil Española no es malo, pero podemos hacerlo mejor». Y aunque yo no pude a ir a Rusia entonces, Lyuba (Vinográdova), mi estupenda colega, encontró gran cantidad de material de archivo sobre el papel soviético en la España de entonces. Lo cual llevó a un incidente curioso: cuando el libro se publicó en español fui a Estados Unidos, y Antonio Muñoz Molina, del Instituto Cervantes de Nueva York, me pidió hacer una «presentación» [dice la palabra en español]. Durante ese acto, dije que había averiguado en los archivos rusos que los soviéticos planeaban en 1937, si ganaban la guerra, convertir a España en un estado satélite suyo, como después lo fueron varios otros del este de Europa tras la Segunda Guerra Mundial, y entre los asistentes había un miembro de las Brigadas Lincoln que se puso a gritar en medio de la charla, aunque después se disculpó, porque «publicar eso daría munición a la derecha fascista».

—Supongo que la calidad de un libro de historia depende mucho de las fuentes que use.

—Enteramente, sí.

—Así que, ¿qué países de los que ha visitado se han portado mejor y peor con usted en este respecto? ¿Dónde es más fácil y más difícil documentarse para un libro de Historia?

—Ian Kershaw, que escribió un gran libro sobre Hitler y viajó también a Japón, me decía: «Si alguna vez piensas que has tenido problemas en los archivos rusos, prueba los japoneses». Están siempre muy a la defensiva, muy en plan protector de sus fuentes. En Rusia yo tuve una suerte increíble. Al igual que en el amor y en otras cosas de la vida, el timing en Historia es importante. Lyuba justo acababa de empezar a trabajar en los archivos de Podolsk cuando un ministro de Boris Yeltsin dio orden de abrirlos a investigadores extranjeros. Había quien estaba horrorizado, porque qué era eso de revelar secretos a los «enemigos de Rusia», ¡sobre todo a un inglés que había estado en el ejército británico! Y Rusia tiene una extraña mezcla de paranoia e ingenuidad, debido a la cual no querían darte nada, pero cuando lo hacían podíamos hacerles todo tipo de trampas. Por ejemplo, seleccionaban mucho qué papeles se nos permitía ver, pero luego en vez de darte solo las páginas concretas de un documento te daban el dosier entero diciéndote que no miraras lo demás. Así que era como copiar en un examen. Lyuba revisaba lo que se nos permitía, mientras yo tomaba notas a mano de lo demás, porque no nos dejaban meter cámaras ni ordenadores. Yo tenía cuadernos de esos con espiral, de los que podías arrancar páginas y no se podía saber si faltaba alguna, porque no quedaba rastro de ella, y me las metía en el bolsillo, por si luego nos revisaban los cuadernos.

—¿Y España, cómo se compara con eso?

"Yo creo que es buena idea poner un límite de plazos, porque si se permitiera un pronto acceso, se destruirían multitud de documentos polémicos para evitar consecuencias"

—Oh, ningún problema, es como cualquier otro país de Europa Occidental. Los empleados son muy atentos y se trabaja muy bien. Alemania resulta un poco burocrática, pero también son muy amables. En ninguno de los dos intentan evitar que veas nada que necesites. En el Reino Unido el problema es un tema gubernamental, las normativas de plazos temporales, que restringen el acceso a veces incluso cien años después de los hechos, así que nunca van a estar completamente abiertos. Es un debate interesante, el de qué archivos deben los gobiernos abrir y con cuánta presteza. Hay sindicatos de escritores que han preguntado alguna vez cómo funciona la regla de los veinte años o los treinta años. Yo creo que es buena idea poner un límite de plazos, porque si se permitiera un pronto acceso, se destruirían multitud de documentos polémicos para evitar consecuencias. Por eso yo nunca escribiría una historia de la Guerra de Iraq, por ejemplo, porque sé que hay documentos en los archivos que no se van a poder ver durante mucho tiempo todavía. Primero se guardan los documentos en los archivos tras el final de la guerra y luego se decide qué hacer con ellos más adelante, pero si no fuera así se destruirían o censurarían antes de poderse almacenar.

—Sin embargo ahora, con el uso de correos electrónicos y demás, debería ser más fácil acceder a la información necesaria una vez que se abra oficialmente: está todo electrónicamente almacenado en el mismo sitio, no en cajas dispersas por varios edificios.

—Ese es un problema, porque se sabe que muchos ministros, ilegalmente, no usan sus cuentas oficiales, sino otras. Además, ¿qué historiador va a tener los recursos para analizar toda esa cantidad de material? Cuando escribí mi libro sobre Berlín, la BBC una vez, y una sola, no lo han vuelto a repetir, me permitió acceder durante dos años, a modo de experimento, a todos sus recursos y materiales sobre la Segunda Guerra Mundial, y yo les estuve muy agradecido, porque pude acceder a las listas de toda la gente a la que habían entrevistado en Alemania o la Unión Soviética y dónde se encontraban en cada momento.

—De todos los conflictos que ha investigado, ¿qué incógnita todavía oculta o poco clara le gustaría poder resolver?

"En los archivos rusos tuvimos a un gran amigo de Lyuba, que desafortunadamente tenía un problema con la bebida, que se arriesgó mucho para pasarnos material que aún era secreto"

—En los archivos rusos tuvimos a un gran amigo de Lyuba, que desafortunadamente tenía un problema con la bebida, que se arriesgó mucho para pasarnos material que aún era secreto y estaba sellado en los archivos. Y pensamos: «Esto va a ser un scoop, una exclusiva fantástica», sobre que Lavrenti Beria iba a usar sus tropas cuando entraran en Berlín para intentar hacerse con los secretos nucleares alemanes y construir su propia bomba atómica. ¡Y luego ni un solo reseñador lo mencionó en sus artículos! Lo cual es lógico, supongo, porque la gran historia de mi libro sobre Berlín era el tema de las violaciones en masa.

—Pero si alguien le llegara un día con un cajón de documentos y le dijera «mire, aquí tiene usted todo lo que siempre quiso saber sobre este tema», ¿qué querría encontrar dentro? ¿Cuál es su Santo Grial?

—¿Mi Santo Grial?… [sonríe] Pues no lo sé… Hay algunos documentos que serían interesantes, como por ejemplo los del vuelo de Rudolf Hess a Inglaterra. Yo creo que estaba loco, que tenía algún tipo de problema mental, pero en mayo de 1941, justo antes de que Hitler invadiera la Unión Soviética, Hess viajó a Inglaterra con la esperanza de firmar una paz entre Alemania y el Reino Unido, y los documentos de sus entrevistas en Inglaterra aún están sellados, no sé por qué, quizá solamente por un exceso de cautela.

—Ha dicho usted que «lo que uno descubre cuando estudia golpes de estado o guerras civiles es que la apatía juega un papel importante: los que hacen nada son casi más importantes que los activistas». Teniendo esto en cuenta, ¿qué puede hacer una persona corriente de hoy en día con respecto a las situaciones de su país?

"Lo de octubre fue diferente, eso ya fue un golpe de estado liderado expresamente por los bolcheviques"

—Eso lo dije sobre la Guerra Civil Rusa, donde la Revolución de Febrero fue un movimiento propiamente popular, sin líderes bolcheviques o revolucionarios, ya que estaban todos o en Siberia o en prisión. Trotski estaba en Norteamérica y Lenin estaba en Zúrich. Y la razón por la que triunfó fue porque la clase gobernante del régimen zarista estaba tan desmoralizada por la corrupción, la incompetencia y todo el tema de Rasputín (que es de lo que trata mi próximo libro, por cierto) que nadie desenvainó una espada para defender al zar. Eso fue febrero de 1917. Lo de octubre fue diferente, eso ya fue un golpe de estado liderado expresamente por los bolcheviques, y creo que después de la apatía mostrada en febrero, ocho meses después ya no quedaba nada que mereciera la pena defender. No era ya un régimen que hubiera perdido la confianza de su pueblo, sino que había perdido la confianza en sí mismo.

—Y eso, aplicado a hoy, ¿qué puede enseñarnos? ¿Qué puede hacer alguien en Estados Unidos, Italia, Hungría, el Reino Unido, Polonia, España, sobre lo que está sucediendo en sus naciones?

—Esos países no están así por apatía necesariamente. No fue eso lo que ha permitido la victoria de Donald Trump en las elecciones en Estados Unidos, por ejemplo, sino falsas asunciones por parte de los demócratas. Daban por hecho que las minorías étnicas iban a apoyarlos, y que con temas sociales como el aborto o los derechos de los homosexuales y transexuales iban a compensar cualquier ganancia que Trump pudiera obtener por otro lado, pero ha sido un error tremendo. Han perdido a la población blanca trabajadora sin estudios superiores porque se los ve ahora como un partido dominado por liberales universitarios de izquierdas.

—¿Cree que muchos países quieren ahora un «hombre fuerte» al frente de sus gobiernos?

"El Reino Unido es un país pequeño, con una economía cada vez más pequeña, y no tiene el poder para controlar su propio destino"

—¿Ha sido en Francia donde ha salido una encuesta diciendo que el 24% del país quiere que el ejército se ponga al mando? [hace gesto de quedarse boquiabierto] Y lo preocupante es que los varones jóvenes son los que están tendiendo a preferir candidatos autoritarios, lo cual muestra que han perdido su confianza en la democracia. Demasiados políticos están prometiendo cosas que no pueden cumplir, haciendo creer que están en control de sus decisiones, cuando no es así en este mundo tan globalizado. La razón por la que el Brexit triunfó fue porque su lema «take back control» (retomar el control) era brillante al condensar la idea de poder controlar tu propio destino sin que nadie pudiera impedirlo. Y eso no es posible. El Reino Unido es un país pequeño, con una economía cada vez más pequeña, y no tiene el poder para controlar su propio destino.

—A menudo le preguntan a usted por películas de guerra…

—Oh, sí. Hay un par de ellas muy buenas, pero el problema es que Hollywood tiene que cambiar la Historia para conformarse a su manera de contar historias (arcos de personaje, etc). Por ejemplo, Benedict Cumberbatch estuvo genial en Descifrando Enigma (The Imitation Game), pero para convertirlo en una buena historia cambiaron la Historia, lo cual es un ultraje, porque cada vez más gente obtiene su educación histórica a través de series y películas.

—Es sabido que no tiene usted en mucha estima a Salvar al soldado Ryan, excepto sus primeros veinte minutos, pero ¿qué piensa de Hermanos de sangre (Band of Brothers)?

"Newsweek me pidió una reseña para Salvar al soldado Ryan y cuando se la mandé diciendo lo que de verdad pensaba no la publicaron"

—Esa fue mucho mejor, basada en un libro bien documentado y siguiendo a los mismos personajes todo el tiempo. No es perfecta, pero mucho mejor. Por cierto, Newsweek me pidió una reseña para Salvar al soldado Ryan y cuando se la mandé diciendo lo que de verdad pensaba no la publicaron y se la encargaron a otro. No podían soportar una crítica a lo que ellos veían como «la versión» definitiva y sagrada de la Historia, que era la suya, claro.

—¿Alguna sobre la Guerra Civil Española que pueda recomendar?

—La de Ken Loach Tierra y libertad, que es una de las mejores, y también alguna basada en Por quién doblan las campanas, de Ernest Hemingway, precisamente porque no intentan reescribir la historia, que es lo que me enfada.

—¿Y documentales, podría recomendar alguno?

—Oh, pues claro, de hecho he colaborado en alguno, como la serie The Nazis: A Warning from History, de la BBC. También es impresionante El mundo en guerra (The World at War), narrada por Laurence Olivier en los años 70.

—La he visto, y es muy buena, pero ¿quizá hoy la gente prefiera algo más moderno, más estilo Netflix?

—Hay una serie norteamericana muy buena sobre la guerra de Vietnam y otra sobre la Guerra de Secesión, que también son lentas y ponderadas, pero muy bien hechas. Supongo que el problema es que los realizadores de documentales ahora se ven presionados por los canales de televisión y streaming para competir con los directores de cine y usar un lenguaje de thriller. Y así te encuentras con cosas deplorables como «recreaciones» con actores mostrando lo que cuenta el narrador. A veces puede funcionar, pero no se debe «sobre-dramatizar» la situación.

 

TITULO: ¿Dónde estabas entonces?  - Cánovas del Castillo y un balazo en el pecho  , Martes -  3 - Diciembre   ,.

Este martes -  3 - Diciembre  , a las 22.30, La Sexta emite una nueva entrega de la tercera temporada de '¿Dónde estabas entonces?', presentada por Ana Pastor , foto,.

 

 

Cánovas del Castillo y un balazo en el pecho,.

El asesinato del ex presidente y célebre abogado, puede ser leído como una muestra clara de la influencia inestimable de esta figura en el desarrollo político de España,.
Retrato del político e historiador español Antonio Cánovas del Castillo
 
Retrato del político e historiador español Antonio Cánovas del Castillo,.
Antonio Cánovas del Castillo, célebre abogado y presidente del gobierno de España, fue asesinado un 8 de agosto de 1897 de un balazo en el pecho, otro en la cabeza y un tercero en la yugular. El anarquista italiano Michele Angiolillo le disparaba a bocajarro mientras que el por entonces mandatario leía un periódico sentado en el balneario de Santa Águeda (Guipúzcoa), donde descansaba durante unos días. Su muerte fue un escándalo nacional y, para muchos historiadores, una muestra del fracaso del sistema de la Restauración que, tras décadas convulsas, tendría su fin en 1923 con la dictadura de Primo de Rivera. No obstante, lejos de esta lectura trágica, su muerte puede ser entendida también como la consolidación definitiva de su andadura política, de su idea de España y de su posición como una figura histórica atemporal.
Antonio Cánovas es considerado el padre del conservadurismo liberal en España. Él, con sus escritos y discursos, reformó las ideas de los conservadores más tradicionales para adaptarlas y entremezclarlas con el liberalismo generando, al igual que Edmund Burke en Reino Unido, una unión duradera que nos acompaña hasta hoy en día. Como recoge Manuel Fraga, con cierto autorreconocimiento en la figura de Cánovas, «de él y de Don Antonio Maura arranca la España política del siglo XX: ambos contribuyeron de modo efectivo al establecimiento de un pensamiento (…) liberal conservador». De su pluma se construyó la Restauración Borbónica, un sistema surgido en 1875 que pretendía dar fin a la inestabilidad del siglo XIX. Nacía tras el fracaso del Sexenio Democrático, implosionado por las divisiones internas tras la abdicación de Amadeo de Saboya y el caos de la Primera República. España debía organizarse en un sistema mixto que protegiese la propiedad privada y el derecho a desarrollarse, y que uniese la soberanía nacional y la voluntad popular con la propia esencia de España. Un parlamento que representase la soberanía de los ciudadanos y un rey, de derecho divino, que ejerciera como vínculo simbólico con ese ser nacional español: católico y monárquico.
La nación para Cánovas no era una invención política, ni un planteamiento intelectual, sino una voluntad mayor que determina y guía a las personas que forman parte de ella, con sus mitos, su historia y sus costumbres. Una unión espiritual pero muy real entre todos sus miembros. Para evitar los conflictos se creó también, con clara influencia inglesa, un sistema bipartidista en el que liberales y conservadores, que habían estado en constante batalla durante el siglo XIX –dándose mutuamente golpes de Estado–, se repartían el poder. Ambos grupos se «turnaban» mediante un complejo sistema de elecciones. Algunas eran más limpias y otras estaban amañadas completamente. Así, se evitaba la lucha entre las dos fuerzas más grandes y se excluía a los grupos que Cánovas consideraba peligrosos por sus ideas; anarquistas, socialistas y republicanos.
La muerte de Cánovas, más que la decadencia de la Restauración, fue una muestra de su éxito personal como figura política. Su asesinato, de manos de un anarquista, corrobora lo que ocurría, que los grupos que consideraba peligrosos habían caído en el ostracismo político, apartados del poder y recurriendo a actos llamativos pero marginales en sus formas. La Restauración bloqueó en buena medida su influencia y crecimiento, pues perdieron la opción de alcanzar cotas de poder y vieron su desarrollo histórico profundamente marcado por un sistema que consolidaba el liberalismo y los apartaba hacia los márgenes. De la misma manera, la Restauración logró poner fin al enfrentamiento de un siglo entre conservadores y liberales –con diferentes nombres y partidos– que tras la llegada al poder de la reina Isabel II en 1833 se habían atacado violentamente en sucesivos complots y levantamientos armados. Práxedes Mateo Sagasta, líder de los liberales-progresistas en aquel momento, que años antes había luchado por las armas con los conservadores, se deshacía en halagos por el fallecido presidente.

Como recogía el diario «La Época», Sagasta dijo en una elegía que, «después de la muerte de Don Antonio, todos los políticos podemos llamarnos de tú». Más aún, podemos ver su relevancia en la gran herencia intelectual que dejó después de la muerte. Sus seguidores inmediatos, como Antonio Maura, o posteriores, como Manuel Fraga o la Fundación Cánovas del Castillo -germen del Think Tank actual del Partido Popular, FAES-, han dado forma al liberalismo en España. Desde las posturas de Cánovas, el liberalismo conservador se ha reformado, adaptado y cambiado con los tiempos, pero manteniendo unas bases nacionales, de propiedad y religiosas que tienen en su arché las tesis que Cánovas desarrolló y que, con su muerte, trascendieron su propia figura.
 

TITULO:   Informe Robinson -   Liga  Fútbol -   ¡Por todos vosotros! ,.  

Liga Fútbol -   ¡Por todos vosotros! ,. 

Resultado Final - VALENCIA - 4 - BETIS - 2 -  , foto,.

Los goles de César Tárrega, Hugo Duro (2) y Diego López dan una victoria al Valencia tan necesaria como simbólica, con alta carga emocional y una clara dedicatoria.

Cambios

Chimy Ávila (56', Iker Losada), Giovani Lo Celso (56', Carlos Guirao), Cédric Bakambu (57', Aitor Ruibal), Juanmi (67', Abde Ezzalzouli), Dani Gómez (73', Hugo Duro), Hugo Guillamón (73', Enzo Barrenechea), Germán Valera (73', Diego López), Assane Diao (80', Vitor Roque), André Almeida (81', Javi Guerra), Fran Pérez (90', Luis Rioja)

Goles

1-0, 7': César Tárrega , 1-1, 13': Hugo Duro, 2-1, 49': Hugo Duro, 3-1, 52': Hugo Duro, 4-1, 55': Diego López , 4-2, 65': Chimy Ávila

Tarjetas

Arbitro: Ricardo de Burgos Bengoetxea
Arbitro VAR: Javier Iglesias Villanueva, Isidro Díaz de Mera Escuderos
Enzo Barrenechea (19',Amarilla), Andre Almeida (85',Amarilla), Bakambu (87',Amarilla), Sabaly (89',Amarilla), Gayá (89',Amarilla), César Tárrega (94',Amarilla)

El futbol es una metáfora de la vida y en Mestalla quedó así reflejado. No era un partido cualquiera. Era el primero tras el devastador paso de la DANA por la provincia de Valencia. El homenaje a las víctimas y damnificados se recordará por siempre y lo ocurrido después durante el encuentro tiene que servir como estímulo para quienes tanto están sufriendo por culpa de las inundaciones. Porque La Quinta del Pipo, ahí la metáfora, también está metida en el fango, en su caso de la clasificación. Pero con pico y pala lograron la victoria contra el Betis, con goles de César Tárrega, Diego López y doblete de Hugo Duro, un triunfo para levantarse, para creer, una alegría para el pueblo de Mestalla.

  • Soccer Football - LaLiga - Valencia v Real Betis - Estadio de Mestalla, Valencia, Spain - November 23, 2024General view during a minutes silence in memory of the flood victims in Valencia REUTERS/Pablo Morano

    El fútbol vuelve a Mestalla

    El dolor ocasionado por una de las mayores catástrofes naturales de la historia de España ha estado muy presente en el duelo que ha enfrentado al Valencia y al Real Betis.

Tenía que ser un xiquet de la terreta, de Aldaia, uno de los pueblos afectados (su familia de hecho sufrió la tragedia), el que le devolviera de primeras la sonrisa al pueblo de Mestalla. El gol de César Tárrega, tras un córner ensayado aunque con una ejecución improvisada, metía en el partido a la grada, todavía con un nudo en la garganta por la emotividad de los prolegómenos. Pero el Valencia a veces parece que tenga prohibido ser feliz y al poco el Betis le empató... con gol de Hugo Duro en propia puerta. En su afán de despejar un saque de falta de Ruibal, lo que hizo fue rozarla y despistar a Mamardashvili. Los béticos, con empatía y respeto, no lo festejaron.

Tras el empate y hasta el descanso, pasaron cosas a cuentagotas, con un Valencia muy atrás y un Betis que vivía de la inspiración de Abde. Aún así, pasaron cosas: un contragolpe de Roque al que Foulquier le robó la cartera en el último instante, un remate al palo de Diego López, una parada de Mamardashvili, otro de Bartra que se fue por poco, amén de dos interrupciones por mareos entre el público que por suerte quedaron solo en un susto y que llevaron a la primera parte hasta los seis minutos de añadido. La cosa se fue al descanso igualada.

Pero todo cambió tras el paso por los vestuarios. Hugo Duro sacó de ahí su pico y pala y se puso a quitar fango en Mestalla, como hiciera de voluntario en las últimas semanas en Chiva o en Picanya. Con su doblete, en apenas tres minutos, y otro gol de Diego López de zapatazo contundente, el Valencia noqueaba en apenas diez minutos a un Betis que pudo despertar con el gol de Chimy Ávila, los cambios de Pellegrini y los miedos que acompañan al Valencia como colista que era. Pero, con un Mosquera mayúsculo y un Yarek y Tárrega contundentes, el Valencia supo mantener su ventaja, reencontrándose con una victoria tan necesaria en la clasificación como en lo anímico y emocional.


 

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