TITULO
: Los pilares del tiempo - La momia de León y la calle que lleva su nombre,.
Los pilares del tiempo - La momia de León y la calle que lleva su nombre,.
La momia de León y la calle que lleva su nombre,.
Una historia poco conocida sobre los restos humanos de la reina Doña Sancha, quien fuera momificada y exhibida al público en varias ocasiones, despertando el interés de la reina Isabel II en 1858,.
La calle Reina Doña Sancha puede resultar desconocida para el lector, pues por su situación geográfica, se aleja varios kilómetros del centro de la ciudad, ubicándose en el barrio de La Vega, con una extensión bastante humilde, aunque no por ello menos importante.
Por su condición de reina de León, esta valerosa mujer debería estar, en el callejero, junto a la Catedral, o junto a la Real Colegiata Basílica de San Isidoro, pues ella misma, junto a su esposo, Fernando I, ordenó su remodelación y su reconstrucción, acercándonos al primitivo edificio clerical que más se asemeja al actual.
Doña Sancha estuvo involucrada en el traslado de los restos de San Isidoro de Sevilla a León, e hizo construir una bella arqueta de marfiles en la que reposaron estos después de su largo viaje y hasta nuestros días. Su origen proviene de Ramiro II, quien se desposase con dos mujeres, y abriera dos líneas dinásticas que harían temblar al Reino de León. Una vez restablecida la sucesión con Bermudo II, y Alfonso V, el de los «Buenos Fueros», fueron los hijos de este los que desearon el trono del Reino de León.
Bermudo III y su hermana, doña Sancha, contraerían nupcias con los hijos del rey de Navarra, respectivamente casando a sus hijos varones con sus hijas y viceversa, asegurando así un conflicto que terminaría con la muerte de Bermudo III a manos de Fernando I e instaurando la nueva familia conformada por Sancha y Fernando, los famosos reyes de León.
Dejando a un lado estas bagatelas históricas, que seguro ustedes ya conocen, nos centraremos en la leyenda que ha dado pie la visita de la Reina Isabel II en el año 1858. Como ya ha comentado mi buen compañero de andanzas, el Flâneur, la reina de España viajó por las provincias a la edad de 28 años para convencer al pueblo de su valía regia. Lo que se encontró en León fue un gran recibimiento, pero, sobre todo, algo que llamó demasiado su atención: una momia en perfecto estado de la reina Doña Sancha.
Es vox pópuli que durante el asedio francés de las guerras napoleónicas, los soldados se hicieron con el control de San Isidoro. No les contaré aún lo que hicieron con los féretros de los reyes leoneses, pues será un tema que narraremos en la sección de Edificios Emblemáticos de León. Consiguieron salvar, los valientes habitantes de León, de la destrucción la tumba intacta de la reina doña Sancha que, lejos de ocultarla en un lugar público, fue encerrada en una casa privada durante varios años. Tras la marcha de los soldados franceses, los restos momificados de Sancha volvieron a San Isidoro, donde se exhibían sin ánimo de turbar al público.
No funcionó con la reina Isabel II, que quedó perpleja ante el estado en el que se encontraba la reina Sancha, de alguna forma su predecesora en el puesto ochocientos años atrás. Años después, en 1866 y antes de su exilio perpetuo, Isabel II determinó la necesidad de cubrir a la pobre reina, que sufría las inclemencias del tiempo y el paso de este mientras los leoneses comprobaban su terrible deterioro. Por ello, la reina Isabel II cedió un manto tejido en oro para que se cubrieran los restos. El Ayuntamiento y el gobernador civil obedecieron los deseos de Isabel, exponiendo a Sancha en una urna de Cristal en la iglesia de San Isidoro.
Muchas son las versiones que se desprenden de esta historia a partir del 1868, año en el que la reina abandonaría España en busca de asilo político. Unos dicen que el abad requisó el manto para regalárselo a su esposa, otros que la Guardia Civil y el Gobernador incautaron el manto y varias arquetas. En síntesis, la pobre Sancha quedó de nuevo a la vista, y ante tal situación, el Ayuntamiento decidió volver a introducir en una urna hermética donde pasaría más de un siglo hasta su apertura, al albor de un nuevo siglo XXI, con intención de ser estudiada.
Según el Estudio Antropológico del Panteón Real de San Isidoro, realizado por Prada Marcos en 1988, se estableció que el cadáver de Doña Sancha permanecía incorrupto. También hallaron, en el cojín donde reposaba la cabeza de la reina de León una carta fechada en 1868.
Suena este episodio a una de esas cruzadas de Indiana Jones o del Código Da Vinci. ¿Qué decía aquella carta, encontrada 130 años después de su firma? Lo recoge el mismo autor en el tomo citado, donde desgrana la historia de la sepultura de esta histórica mujer:
«En el año 1868, reinando doña Isabel II, se hallaba el Panteón de los reyes en un estado de completo abandono, y el cadáver de la reina doña Sancha, perfectamente conservado en estado de momia, se encontraba en completa desnudez. El Panteón fue restaurado por el celo del Gobernador de esta provincia, D. Manuel Rodríguez Monje y por su hija Doña Carmen se vistió dicho cadáver con ropa de tisú de la reina doña Isabel II, regalo para este efecto».
Caminamos hacia un nuevo mes, con las perspectivas muy claras, y siendo conscientes de que las calles de León, adornadas con conocidos odónimos, nos conducen hacia la sabiduría y nos aportan información sobre breves periodos de la historia de una de las ciudades más bellas de España.
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