El domingo -12- MAYO a las 18:00 por La Sexta, fotos,.
Alfredo Pérez Rubalcaba, en estado grave tras sufrir un ictus,.
El ministro del Interior y vicepresidente durante los gobiernos socialistas de José Luis Rodríguez Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba,
se encuentra en estado grave tras sufrir un ictus esta tarde. Según ha
podido confirmar este periódico, el histórico dirigente del PSOE ha sido
atendido poco antes de las 19.00 horas de este martes en un domicilio
de Majadahonda.
El ex ministro ha sido atendido por una unidad del Servicio de Urgencias Médicas de Madrid (Summa), que lo ha trasladado en estado grave al Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. En esa misma localidad de las afueras de Madrid, en una vivienda de la calle Panamá, es donde ha sido atendido.
Alfredo Pérez Rubalcaba, de 67 años, había vuelto a la Universidad Complutense donde ejercía como profesor de Química Orgánica en la facultad de Químicas en 2014, después de abandonar la política por los malos resultados en las elecciones europeas de ese año cuando ocupaba el cargo de secretario general de los socialistas.
Rubalcaba es uno de los grandes ministros que ha habido en la democracia, y que ha ocupado cargos históricos desde la época de Felipe González, con quien fue secretario de Estado de Educación, ministro de Educación y Ciencia y ministro de Presidencia. Ya a partir de 2004, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Rubalcaba ha sido portavoz socialista en el Congreso y ministro de Interior entre 2006 y 2011. Desde 2010, además, acumuló la vicepresidencia y la portavocía del Gobierno.
Entre los múltiples servicios al Estado, hay que destacar el último que prestó antes de abandonar la política: fue uno de los hombres que negoció la abdicación del Rey Juan Carlos en 2014. La confianza del anterior monarca en él es tal que le pidió incluso que no abandonara la Secretaría General del PSOE hasta que él hubiese abdicado.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - «José, tenemos que hablar» ,.
Mi
mujer tiene que viajar en taxi a Sevilla una o dos veces por semana
para visitar a médicos. A veces, la consulta es a una hora temprana y ha
de salir de Cáceres a las seis de la mañana. Con tantos viajes y a esas
horas, e l taxista tiene un poco de sueño y, aunque no paran a comer
para mantenerse despiertos, el conductor le pide que le dé conversación,
que como saben es la mejor manera de vencer a la somnolencia
conduciendo.
Mi mujer ensaya entonces todo tipo de trucos oratorios y narrativos: la ironía, el suspense y la intriga, el silencio dramático y la apelación, interroga y exclama... Pero no hay nada que hacer y al final, lo mejor es parar un poco en un área de servicio, echar una cabezada y lavarse la cara antes de continuar.
Y es que no hay manera de despertar al conductor cuando vas de copiloto si no tienes con él una relación afectiva de pareja. Por mucho que lo intentes explorando por el camino del fútbol, de la política o de la gastronomía, pasiones que excitan sentimientos primarios y suelen desvelar, resulta que no funcionan porque un taxista no discute de política ni de fútbol y menos de bares y tapas con una desconocida, esas peleas se dejan para los cuñados y los amigos de toda la vida.
Así que esos viajes sevillanos, si incluyen madrugones, han de hacerse a base de cafeína, siestas cortas y abluciones que espanten el sueño. Otra cosa sería si fueran pareja. Así, cuando mi mujer y un servidor vamos de viaje y ella ve que se me empieza a poner cara de tonto al volante, sí, ese gesto impasible de momia o de hipnosis, que pareces anestesiado y no mueves ni un músculo, es decir, que te estás quedando sopa... Cuando me ve así, recurre a un truco infalible que despierta a cualquier marido, novio o pareja.
El truco es soltarte a bocajarro y sin anestesia: «José, tenemos que hablar». Donde pone José, pongan Juan o Manolo, da lo mismo. El resultado es universal. Ella pronuncia la frase mágica, «tenemos que hablar», y José, Juan o Manolo pegan un respingo y se convierten en otra persona: donde había una mandíbula fláccida aparecen unos pómulos tersos, la mirada vacuna y vacía se llena de chispas, la frente marchita revive y todo el cuerpo, que segundos antes reposaba en el asiento desmadejado y sin vitalidad, se pone alerta y en estado de máxima tensión, como si en lugar de un conductor adormilado fueras un felino a punto de saltar sobre tu presa.
Pero no, la presa, en realidad, eres tú, que al escuchar lo de «tenemos que hablar», empiezas a procesar el pasado inmediato buscando un error, una barrabasada, un desliz, una frase inocente mal interpretada, un gasto superfluo, un piropo a destiempo, un comentario estúpido que a ti te pareció corriente y moliente, pero seguro que no lo era. En un instante, has pasado de ser un conductor somnoliento y sin reflejos a convertirte en una mezcla de Sebastian Vettel, Lewis Hamilton y Fernando Alonso, todo reflejos, todo ojos, todo precisión...
«Tenemos que hablar» es la frase mágica que despierta al marido conductor más adormilado, una mezcla de teína, cafeína y agua fría que desata y excita. Apúntenla, escojan algún tema polémico (gastos domésticos, compras superfluas, suegra insoportable, cuñado insolente) y cuando observen que el conductor parece más perro pachón que perrito piloto, suéltenle lo de: «José, tenemos que hablar». Él pegará un respingo y replicará muy alarmado: «Pero de qué tenemos que hablar, di, di, de qué». Y usted, sin perder el aplomo, le propone cualquier tema clásico: «Dice mi madre que por qué no nos vamos con ella de veraneo... El marido de mi hermana se va a comprar un BMW... Pues la vecina del segundo, esa tan joven, tontea mucho cuando coincidís en el ascensor...». Y a ver si se duerme.
Las mujeres, cuando conducen y les entra sueño, paran y descansan. Nosotros solemos seguir conduciendo, como si parar fuera una debilidad impropia de nuestra condición de machotes. Pero la verdadera debilidad es nuestro extraño sentido de culpa, la sensación perpetua de que hemos hecho algo mal, no sabemos qué. Y entonces surge la frase: «Tenemos que hablar». Y despiertos hasta llegar a casa.
Un
total de 360 alumnos participaron el pasado 30 de abril en las I
Jornadas de Educación Física en la Calle, organizadas desde el Centro de
Profesores y Recursos, a través de su Seminario de Educación Física.
El lugar elegido para su desarrollo fue la Ciudad Deportiva de Zafra. Hasta allí se desplazaron los 10 centros educativos que participaban en esta primera edición, tanto de Zafra, como de Burguillos del Cerro, Fuente del Maestre, Los Santos de Maimona, Monesterio y Puebla de Sancho Pérez. También fueron 10 las actividades que se desarrollaron, ya que cada uno de los centros fue el encargado de establecer cada una de las estaciones en las que los alumnos pudieron practicar deportes de puntería, colectivo, de implemento, cooperativos, alternativos, juegos sensoriales, atletismo, juegos populares, actividades rítmicas. También contaron con la colaboración de varias asociaciones y clubes deportivos para realizarlas.
El ex ministro ha sido atendido por una unidad del Servicio de Urgencias Médicas de Madrid (Summa), que lo ha trasladado en estado grave al Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda. En esa misma localidad de las afueras de Madrid, en una vivienda de la calle Panamá, es donde ha sido atendido.
Alfredo Pérez Rubalcaba, de 67 años, había vuelto a la Universidad Complutense donde ejercía como profesor de Química Orgánica en la facultad de Químicas en 2014, después de abandonar la política por los malos resultados en las elecciones europeas de ese año cuando ocupaba el cargo de secretario general de los socialistas.
Rubalcaba es uno de los grandes ministros que ha habido en la democracia, y que ha ocupado cargos históricos desde la época de Felipe González, con quien fue secretario de Estado de Educación, ministro de Educación y Ciencia y ministro de Presidencia. Ya a partir de 2004, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, Rubalcaba ha sido portavoz socialista en el Congreso y ministro de Interior entre 2006 y 2011. Desde 2010, además, acumuló la vicepresidencia y la portavocía del Gobierno.
Entre los múltiples servicios al Estado, hay que destacar el último que prestó antes de abandonar la política: fue uno de los hombres que negoció la abdicación del Rey Juan Carlos en 2014. La confianza del anterior monarca en él es tal que le pidió incluso que no abandonara la Secretaría General del PSOE hasta que él hubiese abdicado.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - «José, tenemos que hablar» ,.
«José, tenemos que hablar»,.
Hay frases que funcionan mucho mejor que un café para despertar al conductor adormilado,.
Mi mujer ensaya entonces todo tipo de trucos oratorios y narrativos: la ironía, el suspense y la intriga, el silencio dramático y la apelación, interroga y exclama... Pero no hay nada que hacer y al final, lo mejor es parar un poco en un área de servicio, echar una cabezada y lavarse la cara antes de continuar.
Y es que no hay manera de despertar al conductor cuando vas de copiloto si no tienes con él una relación afectiva de pareja. Por mucho que lo intentes explorando por el camino del fútbol, de la política o de la gastronomía, pasiones que excitan sentimientos primarios y suelen desvelar, resulta que no funcionan porque un taxista no discute de política ni de fútbol y menos de bares y tapas con una desconocida, esas peleas se dejan para los cuñados y los amigos de toda la vida.
Así que esos viajes sevillanos, si incluyen madrugones, han de hacerse a base de cafeína, siestas cortas y abluciones que espanten el sueño. Otra cosa sería si fueran pareja. Así, cuando mi mujer y un servidor vamos de viaje y ella ve que se me empieza a poner cara de tonto al volante, sí, ese gesto impasible de momia o de hipnosis, que pareces anestesiado y no mueves ni un músculo, es decir, que te estás quedando sopa... Cuando me ve así, recurre a un truco infalible que despierta a cualquier marido, novio o pareja.
El truco es soltarte a bocajarro y sin anestesia: «José, tenemos que hablar». Donde pone José, pongan Juan o Manolo, da lo mismo. El resultado es universal. Ella pronuncia la frase mágica, «tenemos que hablar», y José, Juan o Manolo pegan un respingo y se convierten en otra persona: donde había una mandíbula fláccida aparecen unos pómulos tersos, la mirada vacuna y vacía se llena de chispas, la frente marchita revive y todo el cuerpo, que segundos antes reposaba en el asiento desmadejado y sin vitalidad, se pone alerta y en estado de máxima tensión, como si en lugar de un conductor adormilado fueras un felino a punto de saltar sobre tu presa.
Pero no, la presa, en realidad, eres tú, que al escuchar lo de «tenemos que hablar», empiezas a procesar el pasado inmediato buscando un error, una barrabasada, un desliz, una frase inocente mal interpretada, un gasto superfluo, un piropo a destiempo, un comentario estúpido que a ti te pareció corriente y moliente, pero seguro que no lo era. En un instante, has pasado de ser un conductor somnoliento y sin reflejos a convertirte en una mezcla de Sebastian Vettel, Lewis Hamilton y Fernando Alonso, todo reflejos, todo ojos, todo precisión...
«Tenemos que hablar» es la frase mágica que despierta al marido conductor más adormilado, una mezcla de teína, cafeína y agua fría que desata y excita. Apúntenla, escojan algún tema polémico (gastos domésticos, compras superfluas, suegra insoportable, cuñado insolente) y cuando observen que el conductor parece más perro pachón que perrito piloto, suéltenle lo de: «José, tenemos que hablar». Él pegará un respingo y replicará muy alarmado: «Pero de qué tenemos que hablar, di, di, de qué». Y usted, sin perder el aplomo, le propone cualquier tema clásico: «Dice mi madre que por qué no nos vamos con ella de veraneo... El marido de mi hermana se va a comprar un BMW... Pues la vecina del segundo, esa tan joven, tontea mucho cuando coincidís en el ascensor...». Y a ver si se duerme.
Las mujeres, cuando conducen y les entra sueño, paran y descansan. Nosotros solemos seguir conduciendo, como si parar fuera una debilidad impropia de nuestra condición de machotes. Pero la verdadera debilidad es nuestro extraño sentido de culpa, la sensación perpetua de que hemos hecho algo mal, no sabemos qué. Y entonces surge la frase: «Tenemos que hablar». Y despiertos hasta llegar a casa.
TITULO: Escala humana -Unos 360 alumnos de toda la comarca, en las Jornadas de Educación Física en la Calle, Miercoles -8- Mayo ,.
El miercoles -8- MAYO a las 21:00 por La 2, foto.
Unos 360 alumnos de toda la comarca, en las Jornadas de Educación Física en la Calle,.
El lugar elegido para su desarrollo fue la Ciudad Deportiva de Zafra. Hasta allí se desplazaron los 10 centros educativos que participaban en esta primera edición, tanto de Zafra, como de Burguillos del Cerro, Fuente del Maestre, Los Santos de Maimona, Monesterio y Puebla de Sancho Pérez. También fueron 10 las actividades que se desarrollaron, ya que cada uno de los centros fue el encargado de establecer cada una de las estaciones en las que los alumnos pudieron practicar deportes de puntería, colectivo, de implemento, cooperativos, alternativos, juegos sensoriales, atletismo, juegos populares, actividades rítmicas. También contaron con la colaboración de varias asociaciones y clubes deportivos para realizarlas.
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