El domingo -2- JUNIO a las 18:00 por La Sexta, foto,.
Alexis Grohmann: «Quienes no leen a Pérez-Reverte se pierden todo un mundo»,.
Experto en Literatura Española, presenta hoy en Murcia 'Las reglas del juego', brillante estudio sobre el autor cartagenero,.
En 'Las reglas del juego de Arturo Pérez-Reverte', Grohmann analiza -con brillantez, amenidad y nula pendantería- las novelas 'El húsar' (1986), 'El maestro de esgrima', 'La tabla de Flandes', 'El club Dumas', 'La piel del tambor', 'La carta esférica', 'La reina del Sur' y 'El pintor de batallas' (2006).
Indica Grohmann, para quien «la literatura de Pérez-Reverte es una de las más originales y fascinantes que han surgido en España desde el reinicio del período democrático en los años 70», que el autor de 'El maestro de esgrima' «acometió la aventura que es la vida cuando, de joven, se despidió de su ciudad natal, Cartagena, y se embarcó en un petrolero con toda su memoria lectora intacta y activa, proyectando sobre el mundo y la vida a los que se lanzaba sus lecturas previas, que no son, por tanto, sino las historias que fundaron los objetos primarios de su subjetividad, por decirlo en los términos que esgrimiera Fernando Savater en 'La infancia recuperada'».
«Los libros», defiende el estudioso, «le ayudaron a mirar el mundo con aplomo desde el principio, ya que le permitían moverse por él con la certeza creciente de que cuanto veía o iba a conocer ya estaba, de alguna forma, en lo que había leído antes». «Heredero adulto del ánimo infantil y juvenil», añade el profesor, «fueron los libros los que lo impulsaron a partir en busca de las aventuras que había leído». 'Las reglas del juego de Arturo Pérez-Reverte' se abre y se cierra con las ya citadas 'El húsar' y 'El pintor de batallas', y por supuesto incluye la novela en la que la costa murciana tiene un gran protagonismo, la también ya nombrada 'La carta esférica'.
-¿Qué se están perdiendo quienes no leen a Pérez-Reverte?
-Quienes no leen a Pérez-Reverte se pierden un mundo entero, una cosmovisión muy rica, enriquecedora y en cierta medida única, nutrida por la experiencia de corresponsal de guerra, y también por la de gran lector; Pérez-Reverte se ha leído todos los clásicos y conoce el mundo contemporáneo a la perfección; no solo sabe interpretarlo sino que, también, se anticipa a cosas que sucederán. Se pierden mucha sabiduría, y muchos juegos, quienes no disfrutan de sus libros.
-¿Qué nos muestra?
-Nos presenta el mundo afrontado como un juego que va muy en serio, el mundo visto como un juego con sus reglas; un mundo que se ha de interpretar y se ha de vivir según ciertas reglas que ayudan a descifrar su realidad y a entenderlo mucho mejor y, sin duda, de un modo más profundo.
-¿Es usted tan pesimista como él?
-No tanto, no [sonríe].
«En 'El húsar'», explica Alexis Grohmann, «asistimos al nacimiento del héroe cansado, que será una figura constante y un concepto clave en toda la narrativa de Pérez-Reverte». En efecto, «prácticamente todos los héroes o protagonistas revertianos pertenecen a esta estirpe y todos descienden en cierta medida del linaje del héroe que nace en 'El húsar'». El propio autor cartagenero se refiere así al héroe cansado en un artículo sobre la saga de -¡otros tíos a los que ama!- los tres mosqueteros, que tituló precisamente 'Cuatro héroes cansados': «Cumpliendo la ley de la vida se van acercando a su ocaso cansados, escépticos, con la memoria llena de ingratitudes y desengaños; pero también de los buenos momentos vividos juntos, del valor y heroísmo compartidos, y de la amistad que sobrevivió a todo lo demás como un hilo de acero constante bajo la trama». Como bien recuerda Alexis Grohmann, «para Pérez-Reverte estos mosqueteros nos muestran un ejemplo admirable de fidelidad y constancia, de valor generoso y abnegación». Pérez-Reverte se desvive por sus amigos, y si no que se lo pregunten, donde quiera que esté por los siglos de los siglos, al que fuese su gran camarada, el maestro de Gramática murciano José Perona.
En cuanto a 'La carta esférica', «donde veremos como Pérez-Reverte retorna literariamente a su tierra de origen, el héroe cansado que la protagoniza es Manuel Coy -oficial de marina mercante con veinte meses de suspensión por delante-, quien en un eco lejano de Lucas Corso tiene algo de perro de caza, con mirada leal. Ha sido Jim Hawkins y ahora es Ismael, es Lord Jim, es Corto Maltés, es Popeye y tiene algo de capitán Haddock; es asimismo, y sobre todo, Ulises».
Sonrisa poco esperanzada
Es, qué duda cabe, otro héroe cansado revertiano, que con su «sonrisa poco esperanzada y amarga» -¿les suena?- y su falta de fe en la condición humana -¿les sigue sonando?- no se hace ilusiones. Otro héroe cansado al que, al igual que al propio Pérez-Reverte, «el mar le ayuda a imponer orden en su mundo». Coy es «un héroe griego en tanto en cuanto se tiene que enfrentar a una travesía decretada por los dioses, al que Tánger Soto [personaje al que interpretó Aitana Sánchez-Gijón, ¡uuuummm!] ha seducido con su canto de sirena».-¿Conoce la costa de Cabo de Palos en la que se ambienta 'La carta esférica'?
-¡No, y me encantaría! [Que tome nota Pérez-Reverte, vamos, digo yo]
Por lo que respecta al capítulo final dedicado a 'El pintor de batallas', Grohmann lo abre con esta cita del escritor: «Si no conviertes el espanto en algo científicamente observable, no puedes afrontarlo». Ya saben que Pérez-Reverte fue reportero de guerra durante 21 años, y que en 'El pintor de batallas' anida gran parte de la experiencia vital, filosofía existencial y saber artístico de su autor. Estamos ante un pintor de palabras que construye frescos que consiguen atrapar la mirada del lector y hacer que éste emprenda viajes alrededor del mundo y de la condición humana: divertidos, sorprendentes, desoladores, iniciáticos, poblados por aventureros que ponen en juego sus cuerpos y sus almas, que arriesgan y que, en su mayoría, no se conforman con ver partir las naves hacia Troya, sino que se embarcan en ellas. Ya saldrá después el sol o aparecerá para tocarles las narices la más fiera de las tormentas o de las sirenas.
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - Guadiana pierde el Caudillo ,.
Francisco Moreno Pagador acaba de cerrar su empresa de albañilería. El 15 de junio se convertirá en alcalde de Guadiana del Caudillo
y tiene claro su primera medida: acabar con las rémoras franquistas del
pueblo y que vuelvan a llegar subvenciones provinciales a las arcas del
Ayuntamiento.
«Lo tengo súper claro. Lo primero que voy a hacer es quitar los vestigios y el apellido del pueblo», dice el futuro alcalde, que le ha dado la victoria por mayoría absoluta al PSOE (logrando seis concejales frente a los cinco que ha sacado la lista de Vox) después de 16 años en la oposición.
Las tres últimas legislaturas han sido con Antonio Pozo Pitel al frente. El alcalde saliente ha hecho una defensa férrea del mantenimiento de los símbolos franquistas hasta el punto de abandonar el PP–el partido con el que había concurrido a las sucesivas elecciones– y afiliarse a Vox en la recta final de su último mandato.
Kiko, como le llaman en Guadiana, seguía hoy recibiendo apretones de manos y abrazos. A los enhorabuenas, le acompañaba una coletilla: 'acaba con lo del caudillo'.
El próximo alcalde, de 52 años, tiene prisa por cerrar una cuestión que ha puesto en el foco mediático nacional a este pueblo pacense de casi 2.600 habitantes. Dice que el sambenito de Guadiana como pueblo franquista lo perdió el domingo en las urnas. «Hemos elegido ser un pueblo demócrata», dice orgulloso.
Con la placa y con el escudo aún no sabe qué va a hacer. «No lo he pensado, si se lo llevan del pueblo, perfecto, no los quiero aquí». También tendrá que hacer un trabajo minucioso para quitar la referencia al dictador en la puerta de la casa de la cultura, en el cementerio, en la valla de entrada al pueblo e incluso de todas las papeleras que lucen el topónimo franquista. «La verdad es que está por todos lados», bromea.
Acto seguido –continúa– «abriremos una ventanilla única para que los ciudadanos puedan arreglar su documentación desde el Ayuntamiento y no se tenga que mover nadie de Guadiana».
Eliminada la referencia al dictador, el futuro alcalde se reunirá con las asociaciones para decidir si Guadiana se queda como Guadiana o le ponen un nuevo apellido. «Veremos si tienen propuestas de nuevo nombre y si es así, haremos una consulta popular para que el pueblo elija», explica.
Moreno, casado y con dos hijos de 21 y 26 años, no tiene ninguna preferencia. Le gusta Guadiana, pero admite que muchos le piden que pase a llamarse Guadiana de los colonos.
Eso no le preocupa demasiado. Su interés es que la Diputación le levante el veto. Sobre esto, Moreno asegura que el presidente de la Diputación está dispuesto a resarcir a Guadiana de las ayudas que ha dejado de recibir en 2018 y en este año: «Miguel Ángel Gallardo se ha comprometido a que si cumplo la ley, el dinero que se ha perdido lo recuperaremos los guadianeros. Y así va a ser porque es un hombre de palabra», cuenta, desvelando que fue uno de los primeros que le llamó el domingo para felicitarle por su victoria.
También lo hizo Pozo Pitel, antes incluso de que acabara el recuento de votos. «En la tercera urna me llamó –se pusieron cuatro en el pueblo– y me dio la enhorabuena. Ha sido muy elegante».
El futuro alcalde está feliz y no lo disimula. «Hemos trabajado mucho y tengo muchas ganas de darle una aire nuevo a mi pueblo, que necesita muchas inversiones que no se han podido hacer por incumplir la ley».
«Lo tengo súper claro. Lo primero que voy a hacer es quitar los vestigios y el apellido del pueblo», dice el futuro alcalde, que le ha dado la victoria por mayoría absoluta al PSOE (logrando seis concejales frente a los cinco que ha sacado la lista de Vox) después de 16 años en la oposición.
Las tres últimas legislaturas han sido con Antonio Pozo Pitel al frente. El alcalde saliente ha hecho una defensa férrea del mantenimiento de los símbolos franquistas hasta el punto de abandonar el PP–el partido con el que había concurrido a las sucesivas elecciones– y afiliarse a Vox en la recta final de su último mandato.
«En el primer pleno le quito el apellido a Guadiana del Caudillo»
Por eso, Moreno siente que su
victoria electoral es también el respaldo de los vecinos para acabar con
todo lo que recuerde al dictador en el pueblo. «Alguien que
medianamente lo haga bien es muy difícil echarlo de la Alcaldía, pero él
–en referencia a Pozo Pitel– emprendió una cruzada personal y dejó al
pueblo sin subvenciones por incumplir la Ley de la Memoria Histórica. Y los ciudadanos han querido un cambio». Kiko, como le llaman en Guadiana, seguía hoy recibiendo apretones de manos y abrazos. A los enhorabuenas, le acompañaba una coletilla: 'acaba con lo del caudillo'.
El próximo alcalde, de 52 años, tiene prisa por cerrar una cuestión que ha puesto en el foco mediático nacional a este pueblo pacense de casi 2.600 habitantes. Dice que el sambenito de Guadiana como pueblo franquista lo perdió el domingo en las urnas. «Hemos elegido ser un pueblo demócrata», dice orgulloso.
Antes de que termine junio
Ahora toca formalizar el cambio y ya ha hecho sus cábalas:«En cuanto tome posesión, convoco un pleno para aprobar la retirada de la placa –en la fachada del Ayuntamiento que conmemora la visita de Franco en 1951–, el águila –el escudo preconstitucional de la fachada– y el apellido del pueblo. Eso tiene que estar resuelto antes de que termine junio».Con la placa y con el escudo aún no sabe qué va a hacer. «No lo he pensado, si se lo llevan del pueblo, perfecto, no los quiero aquí». También tendrá que hacer un trabajo minucioso para quitar la referencia al dictador en la puerta de la casa de la cultura, en el cementerio, en la valla de entrada al pueblo e incluso de todas las papeleras que lucen el topónimo franquista. «La verdad es que está por todos lados», bromea.
Acto seguido –continúa– «abriremos una ventanilla única para que los ciudadanos puedan arreglar su documentación desde el Ayuntamiento y no se tenga que mover nadie de Guadiana».
Eliminada la referencia al dictador, el futuro alcalde se reunirá con las asociaciones para decidir si Guadiana se queda como Guadiana o le ponen un nuevo apellido. «Veremos si tienen propuestas de nuevo nombre y si es así, haremos una consulta popular para que el pueblo elija», explica.
Moreno, casado y con dos hijos de 21 y 26 años, no tiene ninguna preferencia. Le gusta Guadiana, pero admite que muchos le piden que pase a llamarse Guadiana de los colonos.
Eso no le preocupa demasiado. Su interés es que la Diputación le levante el veto. Sobre esto, Moreno asegura que el presidente de la Diputación está dispuesto a resarcir a Guadiana de las ayudas que ha dejado de recibir en 2018 y en este año: «Miguel Ángel Gallardo se ha comprometido a que si cumplo la ley, el dinero que se ha perdido lo recuperaremos los guadianeros. Y así va a ser porque es un hombre de palabra», cuenta, desvelando que fue uno de los primeros que le llamó el domingo para felicitarle por su victoria.
También lo hizo Pozo Pitel, antes incluso de que acabara el recuento de votos. «En la tercera urna me llamó –se pusieron cuatro en el pueblo– y me dio la enhorabuena. Ha sido muy elegante».
El futuro alcalde está feliz y no lo disimula. «Hemos trabajado mucho y tengo muchas ganas de darle una aire nuevo a mi pueblo, que necesita muchas inversiones que no se han podido hacer por incumplir la ley».
TITULO: Escala humana -A sus órdenes, mi páter . , Miercoles -29- Mayo ,.
El miercoles -29- MAYO a las 21:00 por La 2, fotos.
A sus órdenes, mi páter ,.
Ochenta capellanes prestan sus servicios en las Fuerzas Armadas. Juan Luis García, un cura de Guadix desplegado con la OTAN en una base turca, es uno de ellos,.
Acababa de cumplir 8 años, sus padres estaban separados y no eran creyentes, y la abuela era la única que se preocupaba de hablar al chaval de Jesús. Sólo gracias al empeño de la mujer y a la manga ancha de un cura que pasó por alto que los padres del niño no pisaran la iglesia, pudo hacer la primera comunión. Fue la abuela quien le dijo que ese día, cuando comulgara, cerrara los ojos y pidiera el regalo que quisiera porque el cielo se lo concedería. Así que él rezó para que sus padres se juntaran de nuevo. Era el 26 de mayo de 1985. Cinco años después aquel matrimonio roto volvió a recomponerse y hasta le dieron un hermanito. Dios se hizo de rogar, pero no dejó mal a la buena señora. «Lo más bonito fue que se rehízo la unidad familiar. Que mi madre perdonara a mi padre fue hermoso, pero que sus suegros le acogieran de nuevo sin rencores y con los brazos abiertos, ¡eso sí que fue milagroso!».Aquel niño se llama Juan Luis García Rodríguez, tiene ahora 42 años, lleva 16 ordenado sacerdote y desde hace cinco meses es el páter (así se conoce coloquialmente a los religiosos que prestan sus servicios en el Ejército) de un contingente español desplegado con la OTAN en la base aérea de Incirlik, cerca de Adana, al sur de Turquía. Más que en las casualidades de la vida, este granadino de Guadix cree firmemente en la causalidad y, como él dice, en la providencia de Dios, «que va haciendo todo para que el ser humano pueda cumplir con lo que Él quiere».
Del mismo modo que a los 8 años se cruzó con aquella promesa de su abuela que cambió el rumbo de su vida (pues a partir de entonces empezó a acariciar la idea de convertirse en cura), fue otra «providencia» la que le llevó a acabar compaginando la sotana con el uniforme.
Juan Luis era el típico párroco de pueblo, con sus clases de Religión en el instituto local, sus catequesis camperas para acercar la figura de Cristo a los jóvenes del Fortnite y el Instagram, con su pastoral de matrimonios y su irreductible corro de viudas y beatas fijado al ADN de las iglesias rurales. Era un cura feliz con vocación de servicio las 24 horas del día a cualquier vecino que le requería para buscar consuelo, reconfortar enfermos u oficiar bodas y funerales. Huéscar y Puebla de Don Fadrique, dos tranquilas localidades del norte de Granada con inviernos glaciares y veranos tórridos, fueron sus destinos antes de convertirse en capellán castrense, uno de los ochenta que hoy forman parte de las Fuerzas Armadas. Nuestro cura, que ni hizo la mili (pidió prórrogas de estudios y luego dejó de ser obligatoria) ni proviene de familia de militares, se cruzó por casualidad con otro páter que acudió a su parroquia a casar a un teniente. «Antes de la misa hablamos un rato y le pregunté en qué consistía su acción sacerdotal pensando que me resultaría bastante anodino. Mi sorpresa fue que conforme hablaba me quedé impresionado por toda la actividad que desarrollaba y por la pasión con la que vivía su sacerdocio entre los militares. Justo por aquellos días –prosigue–, un amigo mío de la época del instituto me llamó para decirme que había ingresado en el Ejército y que le había hablado a su páter de mí. El caso es que nos puso en contacto y un día fui a visitarle a la base aérea de Armilla, en Granada, donde estaba destinado como capellán coronel. Fue la primera vez que conocí el mundo militar y reconozco que ese primer contacto fue tan bueno que salí decidido a pedirle permiso a mi obispo (el de Guadix) para que me dejase ingresar como capellán de las Fuerzas Armadas Españolas».
Con el visto bueno de su jefe, Juan Luis se preparó las oposiciones y el año pasado aprobó los exámenes de ingreso, que incluyen pruebas médicas y psicotécnicas. En septiembre fue destinado a una base de Artillería en Sevilla en la que apenas ha permanecido cuatro meses, los justos para aprender el argot militar y distinguir a un coronel de un comandante mirándole la galleta bordada en la pechera. En enero fue enviado por el Arzobispado Castrense (el que mueve a este 'ejército' de sotanas) a Turquía. Sólo recibió una orden: «Gasta zapatilla». O sea, habla con todos los soldados, creyentes o no, y estate disponible siempre.
Seis meses fuera de casa
Las misiones en el extranjero duran seis meses, así que Juan Luis regresará a su cuartel sevillano en julio. Luego, le pueden volver a mandar a cualquiera de los destacamentos internacionales: Líbano, Irak, Malí, el 'Juan Sebastián Elcano', la fragata 'Navarra' (que lucha contra la piratería en el Índico dentro de la Operación Atalanta) o la fragata 'Méndez Núñez', integrada hasta hace unos días en el grupo de combate del portaviones norteamericano 'Abraham Lincoln', que navega rumbo a Irán.
«La primera vez que te saludan y te dicen 'A sus órdenes, mi páter' o 'A sus órdenes, mi capitán' impone»
juan luis garcía, capellán castrense
Como
capellán, el sacerdote accitano tiene el grado asimilado de capitán y
en la guerrera luce sus galones con las tres estrellas de seis puntas
(rodeadas de un círculo por ser clérigo) junto al emblema del
Arzobispado Castrense, una cruz orlada por dos ramas de laurel. En la
base turca, que comparten con tropas de otros países, es uno de los
oficiales españoles de mayor rango, con lo que cada pocos pasos hay un
'armario' con botas cuadrándose ante él, un modesto curita que no
mandaba ni entre las palomas que le tenían el campanario de Puebla de
Don Fadrique hecho unos zorros. «A sus órdenes, mi capitán» o «A sus
órdenes, mi páter» es una frase que escucha con frecuencia. «La primera
vez impone, pero luego te vas acostumbrando. Cuando estás dentro
descubres que el saludo no se trata de ver quién manda, sino que es un
gesto que potencia las virtudes militares, la educación, el respeto y el
compañerismo», ilustra el capitán García. Prácticamente durante toda su jornada viste con el 'mimeta', como llama al uniforme, y sólo se enfunda la sotana en la misa diaria que oficia a las siete de la mañana en una pequeña camareta habilitada como oratorio, y en celebraciones de Semana Santa y Navidad. Su día a día junto a los 130 militares de la base incluye gimnasia, maniobras, prácticas de tiro... actividades complicadas para ejercitarlas envuelto en una túnica. «El 'mimeta' es más cómodo y fácil de limpiar, pero sobre todo es más seguro porque no se engancha y evita caídas», explica Juan Luis, que se compadece de sus colegas de las fragatas, a los que imagina tratando de manejarse con la sotana en pleno balanceo de un temporal.
Juan Luis recuerda perfectamente el día en que le asignaron su fusil de asalto HK G36 (el que jubiló al Cetme) y su pistola de combate, y le pusieron a disparar a cien metros de distancia contra esas dianas con forma de 'enemigo' que la tropa utiliza para entrenarse. «¡Imagínate, me quedé perplejo!». Tanto que se lo comentó a su coronel. La respuesta del superior se le ha quedado grabada: «Claro que sí, páter, tienes que aprender a disparar bien para que, en caso de que tengas que usar las armas, si no para defender tu propia vida sí, al menos, defiendas las de tus compañeros».
En los ejercicios de tiro le han enseñado a disparar a puntos no vitales con idea de herir y no de matar. Y aunque confía en no tener que entrar nunca en el cuerpo a cuerpo, llegado el caso no dudaría en apretar el gatillo. Avisa, eso sí, que es «muy malo», que si apunta a la pierna puede dar a la nada o al corazón, así que ¡todos a tierra, que viene el páter!
«Imagínate el día que me dieron el fusil y la pistola. ¡Me quedé perplejo»
Juan Luis García, capellán castrense
Como
religioso, confiesa que ha tenido problemas de conciencia que, «gracias a
Dios», ha superado, y que esos dilemas morales también asaltan a
algunos soldados que acuden a él para buscar unas veces respuestas,
otras confort espiritual y otras muchas una palabra de aliento o un
hombro en el que apoyarse. «La distancia con España y la familia hace
que se pueda agrandar cualquier problema personal y siempre es bueno
contar con alguien que te oiga». Cuando la duda es sobre matar al
enemigo, él, sin querer hacer de psiquiatra, les habla de la legítima
defensa «y de que es un derecho y un deber defenderse si de ti depende
la vida de otros. No hace mucho leí que un soldado tuvo que disparar a
un niño de seis años que sujetaba una granada y que ese soldado todavía
podía ver los ojos de aquel niño. Tiene que ser durísimo, pero si sabes
que has salvado muchas vidas, quizás acuses menos el golpe».- ¿Y dónde queda páter lo de poner la otra mejilla que dice el Evangelio?
Un militar en las ofensas personales debe «poner la otra mejilla» cómo cualquier cristiano pero en lo que se refiere a su trabajo y siempre en la defensa del bien común, puede y a veces debe usar las armas. Por eso cuando unos militares le preguntaron a Jesucristo qué tenían que hacer para salvarse no encontraron en Él (que es una Persona pacífica) una discurso pacifista sino que les dijo: «contentaos con la paga y no hagáis estorsión a nadie».
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