Lunes -6- Julio a las 22:00 en La 2 / foto,.
Este
iba a ser el año. Por fin. Impensable cuando su luna de miel porque ni
entonces se «estilaba» ni había, remotamente, dinero para ello. Total,
según decía su suegra, «con la ilusión del casorio lo mismo se disfruta
La Alberca –donde terminaron– que París».
Imposible cuando vinieron los niños y las letras. Y eso que no cambiarían las tardes de cubos de arena y bicicletas por ningún paraíso de folleto.
Pero ahora les tocaba a ellos. Su viaje soñado: Nueva York.
Y llegó la pandemia y todo lo cambió.
Así que, entre unas cosas y otras, el pueblo de toda la vida empezó a perfilarse como el lugar más seguro donde veranear.
Adiós a los decorados de esas películas que tanto les gustaban. A Robert de Niro, en 'Taxi Driver'. A Audrey Hepburn frente a Tiffany's. A cruzar el puente de Brooklyn...
Les costó resignarse. Tras haber soñado con el trasiego cosmopolita de la Quinta Avenida, pasarse el día recorriendo la Calle Ancha se les quedaba un poco estrecho.
El hotel de Madison Avenue se tornó en la habitación de aquellos veranos en que los niños adoraban estar con sus primos y su neo-romántica intimidad se transformó en comidas con los nietos de los demás.
Como había que llenar el tiempo, empezaron a acostumbrarse a caminar hasta la pasadera del arroyo, un puente pequeño, pero cargado de recuerdos. A tomar el vermú en el bar de Paco, que no era Macy's, pero servía unas bravas que quitaban el sentido. Al escaparate del 'colorín', del que colgaban unos chorizos de matanza que ríete de los diamantes de Tiffany's y hasta al morboso placer, al atardecer, de llegarse a la tejera, donde se decía que vagaba el fantasma del abuelo 'Retorto', descuartizado allí hace mucho, y que daba más miedo que el edificio Dakota, por mucha leyenda de John Lennon o Polanski.
Cambiar a De Niro por el cuñado taxista les costó un poco, la verdad, aunque las partidas al fresco se convirtieron en vicio. No había Central Park, pero la alameda seguía teniendo el mismo aire que olía a limpio y a nostalgia.
Las excursiones al madroñal, la siesta en el doblao cuando el sol volvía líquido el asfalto, las rosquillas de la suegra y el vino de pitarra que el abuelo guardaba en la cueva... Y los amigos de siempre, con arrugas y sin pelo, con quienes antaño compartieran verbenas de adolescencia y, quizá, el primer cigarro o el primer amor.
Y las fotos sobre el tapete de ganchillo de dos jóvenes, con manos enamoradas y ojos llenos de porvenir que les miraban, recordándoles que, para encontrarse, no hace falta salir corriendo.
Imposible cuando vinieron los niños y las letras. Y eso que no cambiarían las tardes de cubos de arena y bicicletas por ningún paraíso de folleto.
Pero ahora les tocaba a ellos. Su viaje soñado: Nueva York.
Tras haber soñado con el trasiego cosmopolita de la Quinta Avenida,
pasarse el día recorriendo la Calle Ancha se les quedaba un poco
estrecho
Lo habían reservado en navidades. La llave
de una etapa en la que, con hijos ya casi independientes –solo casi, los
hijos de ahora nunca se independizan del todo–, empezar a conquistar el
mundo mientras se reconquistaban mutuamente. Y llegó la pandemia y todo lo cambió.
Así que, entre unas cosas y otras, el pueblo de toda la vida empezó a perfilarse como el lugar más seguro donde veranear.
Adiós a los decorados de esas películas que tanto les gustaban. A Robert de Niro, en 'Taxi Driver'. A Audrey Hepburn frente a Tiffany's. A cruzar el puente de Brooklyn...
Les costó resignarse. Tras haber soñado con el trasiego cosmopolita de la Quinta Avenida, pasarse el día recorriendo la Calle Ancha se les quedaba un poco estrecho.
El hotel de Madison Avenue se tornó en la habitación de aquellos veranos en que los niños adoraban estar con sus primos y su neo-romántica intimidad se transformó en comidas con los nietos de los demás.
Como había que llenar el tiempo, empezaron a acostumbrarse a caminar hasta la pasadera del arroyo, un puente pequeño, pero cargado de recuerdos. A tomar el vermú en el bar de Paco, que no era Macy's, pero servía unas bravas que quitaban el sentido. Al escaparate del 'colorín', del que colgaban unos chorizos de matanza que ríete de los diamantes de Tiffany's y hasta al morboso placer, al atardecer, de llegarse a la tejera, donde se decía que vagaba el fantasma del abuelo 'Retorto', descuartizado allí hace mucho, y que daba más miedo que el edificio Dakota, por mucha leyenda de John Lennon o Polanski.
Cambiar a De Niro por el cuñado taxista les costó un poco, la verdad, aunque las partidas al fresco se convirtieron en vicio. No había Central Park, pero la alameda seguía teniendo el mismo aire que olía a limpio y a nostalgia.
Las excursiones al madroñal, la siesta en el doblao cuando el sol volvía líquido el asfalto, las rosquillas de la suegra y el vino de pitarra que el abuelo guardaba en la cueva... Y los amigos de siempre, con arrugas y sin pelo, con quienes antaño compartieran verbenas de adolescencia y, quizá, el primer cigarro o el primer amor.
Y las fotos sobre el tapete de ganchillo de dos jóvenes, con manos enamoradas y ojos llenos de porvenir que les miraban, recordándoles que, para encontrarse, no hace falta salir corriendo.
TITULO: Zona indie -Cine - Pequeño pero matón .
Este lunes -6- Julio a las 23:30, en la ‘Zona indie’ de La 2 se emite la película, foto.
- Reparto
-
Marlon Wayans, Shawn Wayans, Kerry Washington, John Witherspoon, Tracy Morgan, Lochlyn Munro, Chazz Palminteri,.
- Después de varios años en la cárcel, Calvin Sims (Marlon Wayans), un duro ladrón de joyas que no supera el metro de altura, decide retirarse del mundo del delito no sin antes dar el gran golpe. Calvin y su socio Percy (Tracy Morgan) reciben el encargo de robar un valioso diamante con un plan perfecto. Pero el plan falla y Calvin tiene que esconder el diamante dentro del bolso de Vanessa Edwards (Kerry Washington) para sacarlo de la joyería y no acabar de nuevo en prisión. Vanessa y su marido, Darryl (Shawn Wayans), regresan a casa sin saber que se han convertido en cómplices de un robo y que los dos ladrones harán todo lo posible para recuperar el diamante. A Calvin, que mientras estaba en la joyería ha oído hablar a los Edwards sobre su deseo de tener un niño, no se le ocurre otra cosa que disfrazarse de bebé abandonado para poder entrar en su casa y coger la joya.
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TITULO: + Cotas - El hombre y la Tierra (Fauna ibérica) - Las tablas de Daimiel I.
El Sabado -4- Julio a las 9:30 por La 1, foto,.El hombre y la Tierra (Fauna ibérica) - Las tablas de Daimiel I,.
Las lagunas esteparias de escasa profundidad y gran extensión son de extraordinaria importancia para las aves acuáticas migradoras en los países mediterráneo. Las desecaciones han destruido lagunas de las más importantes.TITULO: Generaciones - El botellón y el ¿botellín?,.El botellón y el ¿botellín?,.
No le he oído decir nada de los grupos de personas que se agolpan de noche en las puertas de los bares de copas sin guardar las medidas de seguridad. No entiendo por qué esto se tolera, mientras se es tan duro con los jóvenes que hacen botellón,.
Recuerdo que en los últimos rebrotes del virus la población entre 15 y 30 años está siendo protagonista en los contagiados y transmisores de la covid-19. Los jóvenes no acaban de entender que no tener síntomas evidentes no significa que estén exentos de riesgo y que puedan contagiar a sus amigos y familiares y, por lo tanto, tienen que tomar precauciones. Son ahora son también una población que genera inseguridad y preocupación.
Sin embargo, no le he oído decir nada de aquellos grupos de personas que se agolpan de noche en las puertas de los bares de copas sin guardar las medidas de seguridad que refería en la prohibición del botellón y, por supuesto, bebiendo, hablando alto e impidiendo el descanso de los vecinos, volviendo así a la vieja normalidad. Del interior de algunos de estos establecimientos ni hablamos. Imágenes tomadas a la una y media de la noche, en calles del Casco Antiguo de Badajoz visibles en las redes sociales muestran grupos de 30 o 40 personas, no tan jóvenes, incumpliendo las normas actuales y las previas al confinamiento. Pasa en Badajoz y en algunas otras poblaciones de Extremadura.
No entiendo por qué esto se tolera, mientras se es tan duro con los jóvenes que realizan el botellón. ¿Entenderá el alcalde que estos están haciendo el botellín? Decía nuestra máxima autoridad local que por una cerveza no merece la pena contagiarse o contagiar a nuestros seres queridos. ¿Será que contagiarse con un cubata o un wiski merece la pena? Han sido necesarias las denuncias de los vecinos para que la Policía Local interviniera en algunas de estas concentraciones, a partir de la una y media de la noche.
Es una situación que diferentes asociaciones y particulares venimos denunciando desde hace muchos años, y de la que parece que nadie se responsabiliza (ni hosteleros, ni administración local), aunque la legislación a este respecto es muy clara. Recientemente, el Defensor del Pueblo instaba al Ayuntamiento de Badajoz a supervisar esta actividad, recordándole que «no habría aglomeración si no hubiera locales de ocio. Esas proximidades son cabalmente el entorno de los locales y, por tanto, los titulares tienen mucho que ver y que hacer al respecto. No cabe decir que los dueños de los locales no tengan responsabilidad sobre el entorno porque sea exterior al local». Incide en que ellos deben velar porque en el exterior exista un comportamiento cívico de la clientela, para evitar que su entorno sea foco de incivismo.
También insta al Ayuntamiento a adoptar las medidas oportunas en el entorno de los locales, e imponerles los correspondientes deberes y un control estricto de los horarios y de las condiciones acústicas. Son diferentes las leyes que inciden en esta situación estableciendo los criterios de las faltas y delitos y su régimen sancionador.
Los ayuntamientos, entre ellos el de Badajoz, tienen normas reguladoras de la situación, pero no las aplican a pesar de las denuncias que se presentan. La Ordenanza Municipal de Protección Ambiental en Materia de Contaminación Acústica del Ayuntamiento de Badajoz tiene varios artículos al respecto que no dejan margen a la duda. Como esto no es cuestión de opinión, entrecomillo los párrafos de la ordenanza municipal que, obviamente, son de obligado cumplimiento para los ciudadanos y de obligada vigilancia para la administración local.
«Cuando la consumición se realice fuera del establecimiento (los titulares de las actividades de ocio) serán considerados responsables, por cooperación necesaria, de las molestias que pudieran producir y, como tales, les será de aplicación el régimen sancionador de esta misma norma». Y continúa «… cuando el público genere unos niveles de ruido superiores a los permitidos… se considerará al titular como responsable de las molestias siéndole de aplicación, así mismo, el régimen sancionador previsto en esta misma ordenanza» (Artículo 27). Claro como el agua limpia.
Se considerará «como transgresión de esta Ordenanza el comportamiento incívico de los ciudadanos o vecinos cuando produzcan ruidos o vibraciones que superen los niveles máximos admitidos, ya sean debido al tono de la voz humana o la actividad directa de las personas, aparatos o instrumentos acústicos» (Art. 54).
Que algunos hosteleros se desentiendan porque consideren que ello puede asustar a su clientela pudiera entenderse, aunque no compartirse. Pero que la administración local rehúya hacer cumplir las ordenanzas municipales y la legislación vigente, tanto en materia de seguridad por la covid-19 como por la contaminación acústica, no es comprensible ni asumible.
Nunca he entendido esta discriminación por razones de edad. ¿O lo es por cuestión del voto?,.
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