sábado, 7 de mayo de 2022

DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - El mayor golpe económico de 2022 vendrá de China ,. / EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - La izquierda frente al apocalipsis ,. / Donde comen dos - Cerdedo-Cotobade: ejemplo de fusión,.

            TITULO:  DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - El mayor golpe económico de 2022 vendrá de China,.

 DESAYUNO - CENA - MARTES - MIERCOLES -JUEVES - VIERNES - El mayor golpe económico de 2022 vendrá de China,.  , fotos. 

El mayor golpe económico de 2022 vendrá de China,.

La política de covid cero que Pekín se empeña en mantener está abocada a aumentar enormemente el coste económico de la pandemia en el país cuando el resto del mundo ha aprendido ya a vivir con el virus.

Las imágenes del cierre de Shanghái seguramente no son tan dramáticas como la guerra en Ucrania, pero sus consecuencias negativas para la economía global podrían ser aún mayores. La ironía de las

Desayuno,. ) 


 cosas es que el país que primero sufrió la pandemia y también el que primero consiguió controlarla se encuentra sumido en una nueva ola de la covid aunque de características muy diferentes, puesto que la variante ómicron es mucho más contagiosa pero menos letal. Ante este nuevo reto, la estrategia china sigue siendo la misma: aniquilar el número de casos hasta que sean cero, sin reparar en los costesCena,.) 

 


económicos. La llamada política de covid cero, a la que hace unos meses las autoridades chinas añadieron la criptica coletilla “dinámica”, conlleva confinamientos masivos y cuarentenas para todos los casos identificados, incluso los asintomáticos. Si a esto se añade el terror a la covid que los ciudadanos chinos han desarrollado, se puede entender cuán difícil está resultando ofrecer los servicios mínimamente necesarios para que las ciudades confinadas sigan operando, por no hablar de la producción manufacturera y del transporte. Este último aspecto es especialmente importante para el resto del mundo.

Aunque es aún difícil estimar el tamaño del golpe para la economía china, sí que tenemos datos relativamente fiables sobre la perdida de movilidad por las restricciones impuestas para atajar los casos de covid. En las dos primeras semanas de abril, la perdida de movilidad ha sido de alrededor de un tercio respecto a la media de 2019. Como punto de comparación, la perdida de movilidad en la geografía nacional desde el final de enero de 2020 hasta finales de febrero fue del doble. En ese momento, la ciudad más afectada fue Wuhan mientras que hoy es Shanghái, con el 5% del PIB nacional y el principal centro financiero de China. Más allá de las restricciones a la movilidad dentro de un buen número de ciudades equivalentes al 40% del PIB de China, la mitad de las autopistas no son transitables y los puertos funcionan de manera ineficiente. De hecho, las importaciones chinas en el mes de marzo se han desplomado por las grandes dificultades logísticas.

Las consecuencias en el crecimiento económico de China no se reflejan en el crecimiento del PIB del primer trimestre, que se acaba de publicar, porque los datos oficiales de los primeros meses del año han sido excepcionalmente buenos. Por eso es importante observar los datos de alta frecuencia para entender la rapidez del deterioro económico chino. Ese deterioro no se limita al sector servicios sino también al manufacturero, puesto que un buen número de empresas han decidido cerrar temporalmente sus puertas. Este problema es especialmente grave en el sector automovilístico y de semiconductores. Es indudable que un parón repentino de la industria manufacturera china tendría un enorme impacto negativo para la economía global, ya que China exporta hasta un tercio de los bienes intermedios del mundo.


Más allá de la reducción de la movilidad interna, no podemos olvidar que, desde que comenzó la pandemia de covid a finales de enero de 2020, las fronteras de China siguen cerradas al mundo, lo que también se suma a los efectos negativos de la política de respuesta a la pandemia que ha adoptado. En primer lugar, el desplome de los intercambios con el resto del mundo es una de las principales razones por las que la inversión extranjera directa de China en el resto del mundo se ha estancado desde que comenzó la pandemia, con los problemas que conlleva para las economías emergentes con grandes necesidades de financiación que habían confiado en el capital chino para sus necesidades de infraestructura. Más allá de los aspectos económicos, la creciente desconexión del pueblo chino con el resto del mundo, así como la creciente desconexión del resto del mundo con lo que está sucediendo en China, están generando desconfianza y fomentando el proteccionismo. Esta situación no augura nada bueno para la futura colaboración científica o empresarial entre China y el resto del mundo, lo que no puede más que tener un impacto negativo sobre la economía global. Un buen ejemplo de lo mucho que el cierre de fronteras puede contribuir a generar opiniones distópicas del otro es la lectura de la guerra en Ucrania por parte de los medios chinos, lo que tampoco puede ser positivo para la economía china al elevar el riesgo de que sufra sanciones secundarias.

En resumen, la política “dinámica” de covid cero que China se empeña en mantener para un virus tan contagioso como la ómicron está abocada a aumentar enormemente el coste económico de la pandemia en China en un momento en el que el resto del mundo ha aprendido ya a vivir con el virus. Las consecuencias negativas para la economía mundial también son importantes. Más allá de la menor demanda de importaciones de China, la más inmediata, y preocupante, son las presiones inflacionistas adicionales por las disrupciones en las cadenas de producción globales que China ha dominado durante los últimos años. Finalmente, la falta de intercambios con el resto del mundo no augura nada bueno para el futuro de la globalización.


TITULO:   EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. -La izquierda frente al apocalipsis,.

 EL PAPEL HIGIENICO ROJO - EL D.N.I. - La izquierda frente al apocalipsis ,  fotos,.

La izquierda frente al apocalipsis,.

Si la socialdemocracia quiere recuperar el inmenso terreno perdido en el continente, debería aprender la lección portuguesa: la moderación es la base del triunfo, y el reformismo es una manera de hacer la revolución,.

A estas alturas ya sabemos que la pandemia y la invasión de Ucrania cambiarán de manera radical el devenir del mundo. No solo en lo que se refiere a las relaciones sociales, el papel de la política y el orden internacional; también en el comportamiento y creencias individuales, la convivencia doméstica y la visión de nuestro propio y personal futuro. Llama la atención la diferente actitud de los gobiernos ante ambas catástrofes. Cuando el coronavirus, el primer ímpetu les llevó a cerrar fronteras, clausurar ciudades y encerrar a la población bajo severas amenazas a fin de evitar la difusión de la enfermedad, con la que finalmente han decidido que hemos de convivir caiga quien caiga. La respuesta a la agresión de Putin ha sido en cambio la exaltación del heroísmo, la llamada a la solidaridad, el apoyo a los


refugiados y el envío de armas desde la primera potencia militar del mundo a fin de derrotar, según nos dicen, al más fuerte de los poderes nucleares de la tierra. Nos deslizamos hacia una internacionalización del conflicto de consecuencias todavía hoy imprevisibles. Tras la aventura criminal de Rusia, la decisión de un rearme masivo de Alemania, junto al eventual abandono de la neutralidad de Suecia y Finlandia suscitan aprensiones diversas sobre el destino de la paz y la seguridad en Europa.

Dos de los cuatro jinetes del Apocalipsis, la Muerte (o la Peste) y la Guerra, cabalgan por el Viejo Continente. A este paso no tardará en galopar también el Hambre, si se cumple la amenaza de una crisis alimentaria. Todo ello promueve la demanda popular de que aparezcan el corcel blanco y su jinete, símbolos de la victoria del bien sobre el mal. Es el papel que algunos pretenden atribuir a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El mundo de la globalización y del multilateralismo converge de nuevo hacia una batalla entre malos y buenos. Estos últimos son siempre los nuestros, por supuesto, cualquiera que sea el lado de la línea en que nos encontremos.

A los devotos de la memoria colectiva habrá que recordarles que peste y guerra han sido siempre grandes motores de la historia de los pueblos. En su ensayo La genealogía de la moral, Nietzsche supone que, en las guerras de Tebas, el pasar por la espada a los vencidos, o violar y vender a sus mujeres y niños, respondía a los derechos de guerra, cuyo ejercicio saciaba la “seria necesidad de los griegos de liberar por completo su odio”. Y William Hazzlit, un agitador protosocialista de principios del XIX, estimaba que “sin nada que odiar perderíamos el auténtico resorte del pensamiento y la acción”. Extraigo estas reflexiones de un memorable artículo del historiador T. J. Clark publicado hace años en la New Left Review dedicado “a una izquierda sin futuro”. Ya entonces eran perceptibles el pasmo y la desorientación del socialismo europeo ante la crisis financiera mundial, preludio de los mayores problemas que hoy padecemos. El texto de Clark es esencialmente barroco en sus consideraciones, pero incita al reconocimiento intelectual de que la violencia ha sido y es parte ineludible de la historia de la humanidad; por otro lado, la utopía propagada por la revolución habría llevado a la izquierda a no mirar cara a cara al presente a base de prometer un mejor futuro que nunca llega. Se puede estar o no de acuerdo con la tesis, pero desde luego abre un debate bastante desagradable a los ojos de los sedicentes progresistas que se comportan en sus ministerios como delegados de organizaciones benéficas o no gubernamentales, ignorantes de que el ejercicio del poder comporta siempre inevitables corrupciones morales.


En lo que va de siglo, entre el buenismo progre, la exaltación de la utopía, la profusión identitaria y la corrupción instrumental, el socialismo europeo padece una crisis que en algunos países es ya un cáncer terminal. Ha dejado de ser una opción para muchos de sus tradicionales votantes. En Italia murió hace décadas, en Grecia fue víctima de la debacle financiera y en Francia acaba de cosechar menos del 2% de los sufragios. La izquierda en general ha sido además la gran perdedora en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. En otros lares de ilustre tradición socialdemócrata como los nórdicos, esta sobrevive solo a base de alianzas multicolores, donde el verde es dominante. En Alemania, coaligado también con los liberales, el SPD se encuentra ante la difícil tarea de mantener el liderazgo de una Europa en paz que no se abisme en la repetición de la Guerra Fría. Solo Portugal y España parecen ser bastiones de la resistencia socialista, con una diferencia sustancial. En Lisboa el partido ha llevado a cabo políticas de moderación que le han valido a António Costa la renovación en el puesto de primer ministro con mayoría absoluta. El español es en realidad, por su parte, un Gobierno de Unidad Popular, que incorpora a la extrema izquierda y los restos del partido comunista y se sostiene gracias al apoyo de otros extremismos identitarios e ideológicos. Todos están convencidos, como ellos mismos dicen, de que están en el lado bueno de la historia, ignorantes de que tal cosa o no existe o solo es una opinión variable en función de la perspectiva. Un mapa político del continente, ilustrado por el centro catalán de investigación Cidob, resalta el color rojo de nuestro país, único de todos gobernado como está por la izquierda. 17 de los 27 países de la Unión tienen gobiernos conservadores de centro, centroderecha o derecha extrema; seis de centroizquierda, presididos por socialdemócratas; dos grandes coaliciones de tendencia más bien derechista y un Gobierno de concentración nacional en Italia, el currículo de cuyo primer ministro es haber sido alto directivo europeo del banco de inversiones Goldman Sachs. Si la socialdemocracia quiere recuperar el inmenso terreno perdido en el continente debería aprender la lección portuguesa, que parece inspirada por el análisis de T. J. Clark y que se resume fácilmente: la moderación es la base del triunfo, y el reformismo es una manera de hacer la revolución. Naturalmente, esta visión resulta desesperante para los héroes, los santos y los patriotas de profesión, pero es el único camino para que podamos recuperar un modelo social inspirado en la Ilustración.

La peste y la guerra han llevado a los gobiernos, también a los democráticos, a adoptar prácticas autoritarias aduciendo razones de eficiencia. Eso, junto a los problemas económicos, el crecimiento de la violencia y el horror de la destrucción, ha desembocado en un malestar social que hace difícil predecir cómo se saldará institucionalmente el futuro. Existe en Europa una tendencia general hacia posiciones conservadoras y hasta ultraderechistas. En nuestro país esa corriente crece debido a la polarización entre los dos grandes partidos tradicionales y su pérdida de representación. También por la insatisfacción general tras los padecimientos a los que se ve sometida la población: pérdida de poder adquisitivo, quiebras de empresas, deterioro del Estado de bienestar, y un aluvión de promesas oficiales incumplidas. Todo indica que vienen todavía tiempos más duros. Pedro Sánchez tiene, no obstante, la posibilidad política y la obligación moral de reconducir las prácticas clientelistas y erráticas de su partido hacia posiciones respetuosas con el debate democrático. Eso le obligaría a escuchar a los intelectuales, aislar a los extremos y consensuar las considerables reformas que necesitamos. Esta es por el momento la única forma posible de hacer la revolución, cualquier cosa que eso signifique en nuestro actual entorno. En definitiva, la única manera de que la izquierda tenga un futuro frente al avance de la reacción.


TITULO:  Donde comen dos -Cerdedo-Cotobade: ejemplo de fusión,. 


Cerdedo-Cotobade: ejemplo de fusión,. 



foto / Este municipio gallego de unos 6.000 habitantes se fusionó en 2016 de mutuo acuerdo entre Cotobade y Cerdedo. Cinco años después los vecinos se muestran contentos por todo lo que este proceso ha traído aparejado para ellos,.

Don Benito y Villanueva se miran hoy en el espejo de Cerdedo-Cotobade, un pequeño municipio de algo menos de 6.000 habitantes en la provincia de Pontevedra, en Galicia. En 2015 los concellos de Cerdedo y Cotobade, separados por casi una veintena de kilómetros, decidieron que debían hacer algo para frenar la despoblación que padecían y la merma paulatina de recursos económicos propios y procedentes de otras administraciones públicas. Fue entonces cuando tomaron la decisión más importante de su historia: fusionarse para sobrevivir. En un contexto de España vaciada, Cerdedo-Cotobade supuso en 2016 un antes y un después en el municipalismo nacional. Ambos concellos, a través de sus alcaldes Jorge Cubela (Cotobade) y José Balseiros (Cerdedo), y con el perceptivo acuerdo que les otorgaba su mayoría representativa, decidieron fusionarse. En su caso el proceso fue distinto al que se está llevando a cabo en Don Benito y Villanueva, ya que no hubo consulta popular ni tampoco consenso político. Ambos consistorios, gobernados por el PP, contaron con la oposición de otros partidos. Aún así el proceso fue similar: hubo una gira de reuniones informativas, información actualizada, recogida de sugerencias vecinales o atención personalizada a asociaciones y vecinos que quisieran recabar información.

De golpe y porrazo, el municipio Cerdedo-Cotobade ha pasado a tener hoy día 5.800 habitantes (4.000 por Cotobade y 1.800 por Cerdedo), siendo el tercer municipio más grande de la provincia. Fruto de ese aumento poblacional, su presupuesto municipal se incrementó entre un 30 y un 50% en estos cinco años, lo que les ha permitido acometer importantes obras en infraestructuras, mejoras de servicios y una sustancial bajada de impuestos, así como la supresión, pionera en Galicia, del Impuesto de Construcciones, Obras e Instalaciones.

Opinan los vecinos

Cuando los ciudadanos de Cerdedo y Cotobade recibieron hace ya varios años la noticia de que se iban a fusionar, el sentir general, de entrada, fue de escepticismo. ¿Qué va a pasar con nuestra identidad?, se preguntaban algunos. Uno de esos vecinos a los que le preocupaba qué iba a ser de su sentimiento de pertenencia es Casiano Cuiñas, que junto a su mujer, Yolanda González, regentan una cafetería en el municipio cotobadés. «Lo de la identidad duró dos días porque vimos que las ventajas de la fusión iban mucho más allá», cuenta. Y añade también que él se siente vecino de Cerdedo-Cotobade. Incluso en su local se pueden ver los escudos de ambos. Yolanda, que no nació allí, vive en este municipio desde hace dos décadas. Para ella, la fusión fue un antes y un después. «Nos ha mejorado la calidad de vida», confiesa. Y es que ha visto cómo su cafetería ha incrementado su número de clientes. «Las licencias de obra son gratis, se han construido más casas y nuevas infraestructuras, se han mejorado los servicios, etc». Todo ello en solo cinco años. «La perspectiva de la vida ha cambiado con el covid y ahora la gente de las ciudades quiere venirse al rural», añade Yolanda.

Quizás uno de esos vecinos escépticos a la fusión era Nicanor Barros, que a sus 74 años no acababa de ver lo de fusionarse con otra localidad. Eso sí, le duró poco su razonamiento. «Enseguida vi que las ventajas de caminar juntos eran múltiples», arguye. Nicanor, con 79 años, piensa en el futuro de las próximas generaciones y lo que esta fusión les podrá redundar en un tiempo no muy lejano. «El pueblo ha crecido muchísimo», señala.

Óscar Pintos recorre diariamente múltiples localidades cercanas a Cerdedo-Cotobade por su trabajo como comercial. Además, dirige las escuelas deportivas municipales, que a raíz de la fusión de hace cinco años han experimentado un crecimiento exponencial. «A día de hoy tenemos ocho equipos de fútbol y fútbol sala, cuando antes solo teníamos tres o cuatro». Sin embargo, cree que lo más positivo de toda la fusión es lo que ha traído consigo. «Tenemos un balneario nuevo, más casas, se han reformado caminos. La fusión al final es eso, que nos ayude y mejore nuestro día a día», argumenta.

Todos estos vecinos coinciden también en la diferencia que han observado en cuanto a impuestos. «Nos los han bajado», cuentan orgullosos. Ahora, cinco años después de la fusión, no dudan en animar a los vecinos de Villanueva y Don Benito a que se «lancen de cabeza» a por la unión, señalan estas personas a quienes la fusión les ha mejorado la vida.

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