El domingo -21- ABRIL a las 18:00 por La Sexta, fotos,.
Ernesto Sevilla: "Todos estamos un poco locos. ¡Yo el primero!",.
El popular humorista protagoniza 'Lo dejo cuando quiera', una comedia sobre tres profesores universitarias que se meten de lleno en el negocio de las drogas
En la comedia Lo dejo cuando quiera, Ernesto Sevilla (Albacete, 1978) se convierte, junto a Carlos Santos y David Verdaguer, en suministrador de una droga que causa furor entre los jóvenes a un capo (Ernesto Alterio) convertido en el gran amo de la noche. Un golpe de suerte con el que los tres profesores protagonistas de esta historia, cansados de no encontrar un trabajo digno y bien remunerado después de años de duro estudio, intentan dar un giro radical a sus miserables vidas.
«Arturo, mi personaje, es un idiota... a pesar de que es profesor de Matemáticas», señala Sevilla. «Cuando ve que Pedro, al que da vida David Verdaguer, ha conseguido crear una pastilla que puede darles muchos beneficios, no lo duda y empieza a pensar cómo ellos y Eligio (Carlos Santos) pueden ganar mucho dinero. Vamos, que se apunta a un invento que ni es suyo».
La cinta, que dirige Carlos Therón (Es por tu bien), destaca por contar con tres actores que participan en la exitosa serie La que se avecina. Entre ellos, el propio Ernesto Sevilla. «Tanto yo como Cristina Castaño y Miren Ibarguren trabajamos en esa serie. Y no puedo decir nada más que cosas positivas tanto de ellas como de la experiencia que es para mí estar junto a actorazos que saben muy bien lo que es hacer comedia».
En ese sentido, congeniar con otros intérpretes es algo que este cómico valora cuando actúa o dirige proyectos en los que suele rodearse de Joaquín Reyes o Julián López. «Llevarse bien con tus compañeros es algo muy importante para mí. Tanto, que no entiendo este trabajo de otra manera que no sea generando un buen rollo entre todos los participantes de un proyecto. En esta película ha sido así desde un principio. De eso se ha encargado Carlos, el director. Siempre he pensado que, cuando tienes un buen ambiente, es mucho más fácil hacer comedia».
Con respecto al tema de las drogas que aparece reflejado en esta cinta, este intérprete visto en cintas como Gente en sitios, Rey gitano o Tenemos que hablar se pone un poco serio para señalar que «se trata de una cuestión delicada» y que conviene estar «muy informado y tener cuidado con ellas», para rematar que «la juventud está para experimentar».
Siempre atento a todo lo que le rodea, Ernesto Sevilla señala de dónde la viene la inspiración a la hora de crear los chistes que suele contar en sus monólogos: «no dejo de observar a la gente. De ahí es de donde saco la mayoría del material para las cosas que hago. De tanto tomar nota, creo que he llegado a la conclusión de que todos estamos un poco locos. ¡Yo el primero!».
Entre sus proyectos futuros, el albaceteño contempla dar un salto que muchos fans suyos esperan desde hace tiempo. «Ahora estoy con la serie Capítulo Cero. Pero, dentro de poco, creo que dirigiré una película. Aunque no descarto algún día hacer drama, por el momento sólo puedo decir que será una comedia».
TITULO: ESPAÑOLES POR EL MUNDO - País Vasco: vivimos bien en la España finlandesa,.
País Vasco: vivimos bien en la España finlandesa,.
Joseba, 42 años, mastica un bocata de jamón con rúcula en un banco al sol frente al Museo Guggenheim. Es la hora de comer y tiene una obra por aquí cerca. Cuando le pedimos un favor, que nos explique qué es para él España, tuerce el gesto. Para empezar, la palabra no acaba de gustarle. En «el Estado» viven familiares suyos, gente muy maja; pero (ahora sí) «España es un país de pandereta». Corruptos, ladrones. Nada, por otra parte, que no pudiera decirse en Benidorm, adonde este verano se irá de vacaciones.
- ¿Y el País Vasco?
- En Euskadi se vive muy bien.
Para explorar cómo se ve hoy a España desde el País Vasco, la primera parada podría ser cómo se le habla. Cómo se dice España. El catedrático de Historia y ex rector de la Universidad del País VascoManuel Montero García ha dedicado al lenguaje vasco muchas horas de observación. Su libro Voces vascas. Diccionario de uso (Tecnos, 2014) es clarificador. «España es el agujero negro del habla vasca», afirma Montero. Así, si quiere usted integrarse en tan hermosa esquinita del mundo sin que le miren mal, para decir «en España» utilice mejor «a nivel del Estado español». «Con todo lo que hablamos de nosotros mismos, ni siquiera tenemos un término indubitable para el territorio: País Vasco, Euskadi, Euskal Herria...». ¿Cómo hablar de una mirada a España si no hay una única mirada hacia dentro? A continuación, un breve diccionario para acercarse a la paradoja vasca.
Televisión y veraneo
«En Euskadi existe una cosa muy curiosa», cuenta a unos pasos de allí Joseba Arregi Aranburu, el consejero de Cultura del Gobierno vasco que trajo a Bilbao su símbolo más reconocible, el museo (¡americano!) de titanio que, más allá de ETA, puso a la comunidad autónoma en el mundo. La cosa curiosa que Arregi -antes nacionalista, hoy bestia negra para sus ex compañeros del PNV- detecta con sonrisa indulgente es esta dualidad: el vasco, incluido el votante no nacionalista, suele mostrar un desprecio casi natural por lo que significa España, pero al mismo tiempo se va de vacaciones a Cádiz.En sus palabras: «Hoy sigue existiendo el componente del miedo a la muerte del euskera y con él, una identidad temática y refleja que admite una fuerte caracterización diferenciada. Pero al mismo tiempo, ésta convive con una identidad vivida y un consumo de cultura profundamente inmersos en lo español».
Cuatro ejemplos: mismos o parecidos gustos musicales (sí, aquí también suena Despacito), el español predomina -el 76% de los vascos usa el castellano y no el euskera en sus conversaciones habituales-, Telecinco es la cadena más vista y, lo dicho, siete de cada 10 vascos se van de vacaciones a otra parte de España. Como Joseba a Benidorm. O como el lehendakari Iñigo Urkullu, que este verano ha cambiado Sancti Petri (Cádiz) por Santo Domingo de la Calzada (La Rioja).
¿Vascos o españoles?
En la Euskadi de los tópicos (el marmitako, el «aúpa», la honradez, el caserío, el borroka, la playa y el monte), las encuestas dicen que a lo largo de los años «la mayoría (el 68%) de la población comparte un sentimiento constante de identidad dual vasco/española». Habla Francisco José Llera Ramo, director del Euskobarómetro. Llera lleva desde finales de los años 70 haciendo las mismas preguntas a los vascos y con sus respuestas tiene un dibujo que permite apuntar un par de conclusiones sobre este complejo paisito de apenas dos millones de habitantes.Primera: quienes sólo se sienten vascos y no españoles siempre han sido minoría (el 37%). Ni siquiera son más entre los votantes del PNV. Y la tan nombrada mayoría nacionalista sólo existe en Guipúzcoa.
Segunda: los deseos de independencia han ido bajando y sólo los expresa el 30% de la población; la mayoría apuesta por el actual autogobierno (33%) o su desarrollo en un horizonte federal (34%).
Eso sí, aquí llega la tercera: el 59% querría celebrar un referéndum de independencia. Aunque el 39% votaría que no y sólo el 31% que sí. Estas cosas pasan. Es ahora Cataluña quien da la batalla por el derecho a decidir que inventó Ibarretxe.
¿Por qué Cataluña sí y el País Vasco, el más históricamente antiespañol, no? ¿Qué ha ocurrido? En Euskadi ha habido una banda terrorista de signo nacionalista que ha matado a más de 800 personas en casi 50 años y ha desterrado a muchos (se habla de miles) no identificados con su proyecto. El nacionalismo ha gobernado casi sin interrupción, a menudo con los socialistas de aliados, y ha ganado la batalla del lenguaje y casi todo el resto de los pulsos. Pero, como dice Joseba, con todas sus sombras -como el preocupante envejecimiento de la población-, aquí «se vive bien». El nosotros vasco entendido como somos porque vivimos bien.
Calidad de vida
Algo así viene a sostener el sociólogo Ander Gurrutxaga Abad en su último libro, Rutas nacionalistas (Biblioteca Nueva, 2017). «La calidad de vida, la confianza en las instituciones, el mantenimiento de unos servicios públicos buenos, que te atiendan bien y resuelvan tus problemas cuando vas a Osakidetza [la sanidad], la existencia de la renta de garantía de ingresos para las personas con más problemas económicos [que el resto de España muy probablemente no podría permitirse], que haya un buen sistema educativo».«Esa confianza, ese modus vivendi, explica el mínimo denominador común que en el País Vasco, más allá de dónde se sitúe cada uno, articula la conciencia del nosotros», sostiene Gurrutxaga. Y explicaría el éxito del nacionalismo durante tantos años. Aquí, resumiendo, las cosas de comer funcionan. Hay dinero y se distribuye «razonablemente». A diferencia del nosotros español, el vasco parece tenerse en alta estima.
«Desde la época foral, e incluso antes, hay un sentimiento fuerte de singularidad vasca que perdura hasta hoy», indica Antonio Rivera Blanco, catedrático de la Universidad del País Vasco en Vitoria y viceconsejero de Cultura en el Gobierno de Patxi López. «Pervive la idea de que somos diferentes, tenemos rasgos culturales distintos, somos mucho más modernos (antes era más católicos)... Y no pensamos que estamos siendo privilegiados, sino que somos una región más rica que el conjunto de España y que España sale favorecida por nosotros. Existe la sensación de que el dinero va de aquí para allá [«a Madrid», como suele decirse], cuando cualquiera que sepa un poco de esto sabe que no es así».
«Esto» es el Concierto Económico (el sistema por el que las tres diputaciones vascas regulan y recaudan la mayoría de los impuestos) o, más propiamente, el Cupo, el cálculo que se hace del dinero que el País Vasco debe pagar al Estado por las competencias no transferidas.
Está extendido entre los expertos más respetados que esa valoración económica, que se aplica por un acuerdo entre el Gobierno autonómico y el central de forma muy opaca y dependiendo de los intereses políticos de cada momento, beneficia, y mucho, al País Vasco. Pero de eso, en esta tierra, no se dice ni palabra. «El único que cuestiona el Concierto es Ciudadanos», recuerda Rivera. «Y es prácticamente tratado de alienígena».
¿Las cifras? «El economista Ignacio Zubiri calcula que con el sistema actual existe una ventaja anual de 1.000 euros por ciudadano vasco respecto a la media española, lo que implica unos 2.000 millones de euros anuales extra», afirma el historiador.
Euskadi, tres vacas
«Euskadi es aproximadamente un 30-32% más rico según el PIB que la media española. Pero todos los estudios dicen que el gasto público por habitante es superior en un 60%», precisa Arregi. A su juicio, es la dualidad entre el vasco de superficie y el español soterrado -ese despotricar de España e irse a Cádiz de turismo- lo que actúa como «condición necesaria para justificar la situación fiscal y financiera privilegiada de la sociedad vasca». Hay una canción que ya se entonaba en la Transición y que dice así: «Siete vacas tiene Euskadi. Mientras los vascos las ordeñan, toda la leche va pa Madrid».A Idoia Estornés Zubizarreta, historiadora y Premio Euskadi de Literatura, la encontramos en su casa del País Vasco francés, donde, dice, envidian la autonomía vasca dentro de España. Rompeclichés libérrima, hija del más importante editor vasco (el nacionalista Bernardo Estornés, que fundó la Enciclopedia Auñamendi), Estornés empieza así.
«Cuando, arrastrado por la crisis financiera, estalla el gigantesco globo del España va bien, descubrimos que la España de las autonomías ha segregado taifas opacas. Cataluña, endeudada hasta las cejas, es víctima de su clase más corrupta: el 3%, mordidas escalonadas, testaferros agradecidos, cosa nostra. En cambio, en Euskadi, donde la corrupción parece manifiestamente menor (¿gracias, entre otras cosas, a la vigilancia de ETA y sus avistadores infiltrados?), se piensa (no se dice): Que me quede como estoy, con un Concierto Económico bien renovado, con una moneda fuerte».
«En ningún momento ha devenido Europa una unión de pueblos sino de Estados; no se confía ya en el declive de sus fronteras. Se alardea de crear un Mónaco, pero se vive demasiado bien para aventurar un Kosovo. Un Estado con 500 años de reconocimiento y pasaporte privilegiado no es mala capa. Y en la manga, el libredeterminismo doctrinal, la bambarria declarativa, el gimoteo, según convenga», prosigue Estornés. Difícilmente Euskadi puede sentirse agraviada. Según el INE, su índice de pobreza es el más bajo «a nivel del Estado» y los ingresos medios anuales por vasco, los más altos.
San Sebastián es el símbolo de la riqueza. La ciudad más cara, con coloridas barras de pintxos a precio prohibitivo, señoras bien paseando y surfistas exhibiendo sus tablas. Bilbao, la estampa de una ciudad rehecha, capital de negocios de pasado industrial que atrae turistas. Y al sur, como se decía en Ocho apellidos vascos, está la pequeña Vitoria, capital administrativa, sede del Parlamento y el Gobierno, que carga con el sambenito de la más castellana y que tiene hasta tranvía. Ongi etorri a la España finlandesa.
Pero, de nuevo, no hay que confundirse: ya que estamos, Euskadi es plurinacional. Y pluriterritorial. El bilbaíno se siente más vizcaíno que vasco, y así sucesivamente. El último Deustobarómetro, encuesta de la Universidad de Deusto, da buena cuenta de ello. Frente a las patrias gloriosas y las cacareadas naciones, el vasco se identifica primero con su provincia (69,9%) y con su pueblo o ciudad (69,8%), y sólo después con el País Vasco (64,6%). Mucho más lejos le quedan Euskal Herria (incluida Navarra, 47,1%), Europa (41,8%) y, cómo no, España (30,7%).
¿Y de qué fuentes de identidad beben? ¿Qué los hace como son? La respuesta: ni la ikurriña, ni el euskera, ni la independencia (por debajo del 6%), sino, por este orden, la familia, la justicia social, ¡la cuadrilla y la buena mesa!
Joseba va terminando su jamón con rúcula, que muy vasca no es, pero es que ahora en Bilbao se han puesto de moda los garitos hípsters, dice. Los sábados suele quedar con la cuadrilla y está al día. «La cuadrilla [en España] no es lo mismo. Aquí estás con los de siempre desde crío. Es sagrau». Tras advertir que no quiere ver su apellido en este reportaje («es que preguntar aquí por España») y lanzar un agur, vuelta a la obra. «Trabajadores sí somos. Esto no es el paraíso, pero viendo lo que hay por ahí [léase ay]... Si las cosas nos van bien, o mejor que en otros sitios, por algo será».
TITULO: Escala humana - El gol dormido,.
El miercoles -17- Abril a las 21:00 `por La 2, foto,.
El gol dormido,.
LLEGA
EL momento cumbre del curso, los dos meses en los que se decide todo, y
el Hércules mantiene intactas sus esperanzas de éxito a pesar de sus
problemas con el gol. El equipo alicantino permanece enganchado con las
uñas a la zona de promoción con unos guarismos ofensivos impropios de un
aspirante al ascenso. Treinta goles en 33 jornadas son registros
paupérrimos, los peores de los 16 equipos que a estas alturas del curso
ocupan zona de play off en cualquiera de los cuatro grupos.
Y no será este año por la inversión realizada en delantera. El club contrató toneladas de talento y goles con Carlos Martínez, Jona Mejía y Benja Martínez, tres atacantes que representan perfiles diferentes pero que tienen en común una facilidad innata para batir las porterías contrarias, algo que han acreditado en numerosas ocasiones durante su dilatada trayectoria. Sin embargo, al Hércules le cuesta marcar, lo que genera incertidumbre en la hinchada y el periodismo ante unas eliminatorias en las que habrá que hacer algo más de lo visto para ascender.
Solo conozco un caso de un equipo que lograra levantar un título racaneando goles y sin ganar un partido en los momentos claves. Fue el PSV Eindhoven de Guus Hiddink y Ronald Koeman, en 1988, capaz de alzar la Copa de Europa a base de empates y haciendo juegos malabares con los tantos en campo contrario y las tandas de penalti. Debe ser la clásica excepción que confirma la regla, porque lo normal es que para optar al premio gordo (el ascenso) haya que arriesgar y ser más efectivo.
En estas situaciones tan desconcertantes suelo fiarme de la gente de fútbol que me rodea y de la que uno aprende cada día. "Marcarán cuando más lo necesite el equipo. Aparecerán", coinciden en señalar cuando se les cuestiona por la sequía de los atacantes. Y entonces recuerdan que no hace mucho tiempo ni muy lejos de Alicante un tal Nino, al que un entrenador quería jubilar a mitad de la temporada pasada, emergió de las sombras para remontar una eliminatoria cuesta arriba ante el Sporting B y alumbrar el camino del ascenso. O que Benja, eclipsado durante parte del curso por Sory, dinamitó al Murcia con un gol en la Nueva Condomina y, posteriormente, certificó el ascenso con un cabezazo ante el Villarreal.
O que Güiza, discutido por la afición cadista, estaba en el momento justo y en el lugar apropiado para aprovechar un resbalón de un defensa del Hércules y encarrilar el ascenso de su equipo en Alicante. Así que, llegados a este punto y visto los precedentes, merece la pena confiar en la Santísima Trinidad herculana y esperar que demuestre todo su potencial cuando huela el aroma del éxito. Estos delanteros son lobos solitarios que viven por y para estos momentos, por eso cuestan lo que cuestan y todos los equipos matarían por tenerlos en sus filas.
Y no será este año por la inversión realizada en delantera. El club contrató toneladas de talento y goles con Carlos Martínez, Jona Mejía y Benja Martínez, tres atacantes que representan perfiles diferentes pero que tienen en común una facilidad innata para batir las porterías contrarias, algo que han acreditado en numerosas ocasiones durante su dilatada trayectoria. Sin embargo, al Hércules le cuesta marcar, lo que genera incertidumbre en la hinchada y el periodismo ante unas eliminatorias en las que habrá que hacer algo más de lo visto para ascender.
Solo conozco un caso de un equipo que lograra levantar un título racaneando goles y sin ganar un partido en los momentos claves. Fue el PSV Eindhoven de Guus Hiddink y Ronald Koeman, en 1988, capaz de alzar la Copa de Europa a base de empates y haciendo juegos malabares con los tantos en campo contrario y las tandas de penalti. Debe ser la clásica excepción que confirma la regla, porque lo normal es que para optar al premio gordo (el ascenso) haya que arriesgar y ser más efectivo.
En estas situaciones tan desconcertantes suelo fiarme de la gente de fútbol que me rodea y de la que uno aprende cada día. "Marcarán cuando más lo necesite el equipo. Aparecerán", coinciden en señalar cuando se les cuestiona por la sequía de los atacantes. Y entonces recuerdan que no hace mucho tiempo ni muy lejos de Alicante un tal Nino, al que un entrenador quería jubilar a mitad de la temporada pasada, emergió de las sombras para remontar una eliminatoria cuesta arriba ante el Sporting B y alumbrar el camino del ascenso. O que Benja, eclipsado durante parte del curso por Sory, dinamitó al Murcia con un gol en la Nueva Condomina y, posteriormente, certificó el ascenso con un cabezazo ante el Villarreal.
O que Güiza, discutido por la afición cadista, estaba en el momento justo y en el lugar apropiado para aprovechar un resbalón de un defensa del Hércules y encarrilar el ascenso de su equipo en Alicante. Así que, llegados a este punto y visto los precedentes, merece la pena confiar en la Santísima Trinidad herculana y esperar que demuestre todo su potencial cuando huela el aroma del éxito. Estos delanteros son lobos solitarios que viven por y para estos momentos, por eso cuestan lo que cuestan y todos los equipos matarían por tenerlos en sus filas.
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