TITULO: Cena con mamá - David Tejera . , Viernes -17- Abril ,.
Viernes -17- Abril a las 22:00 en La 1, foto,.
David Tejera,.
David Tejera, «un contagiado cualquiera»
El periodista y ex de doña Letizia relata su experiencia con el coronavirus: «Ni imaginas la furia cuando mejoras algo»,.
Tejera afirmaba que en su entorno había más de una docena de personas con «síntomas clarísimos de coronavirus», él incluido, por lo que la dimensión debía de ser enorme. Casi un mes después, el periodista regresó a Twitter para reconocer que le habían dado el alta en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, y para reiterar que debido a la falta de test «los datos siempre han sido una patochada, un engañabobos».
Por último, Tejera se animó el domingo a compartir su 'Crónica de un contagiado cualquiera', en la que relata cómo ha sido su experiencia personal. En ella, cuenta que en el ambulatorio le confirmaron que los pulmones no estaban funcionando correctamente, y que ya en el hospital una doctora le anunció que tenía una mancha en los pulmones y que se tenía que quedar ingresado.
Tras ello, recuerda que entró en una sala de urgencias abarrotada, que era «como las escenas de guerra», con cuerpos derrumbados en camas, sillones», y «sufrimiento por metro cuadrado». Allí, con una vía en el brazo izquierdo y 39 grados, mientras veía llorar a gente mayor, le llegó la hora de que le metiesen «un bastoncillo larguísimo» en la nariz. Es decir, un test de la Covid-19. Uno de los pocos de los que disponían y que tan pronto se terminaron. Le adjudicaron habitación, la 303, donde por la noche las enfermeras le tomaban la temperatura, medían su oxígeno en el dedo, su ritmo cardíaco, su presión arterial y le sacaban sangre.
Cóctel de pastillas
«'Lo normal es que en tres o cuatro días reaccionéis y podáis volver a casa a recuperar'», les dijo la doctora a él y a su compañero de habitación, aunque «seguían los pinchazos y un cóctel de cinco pastillas enormes». Todo ello mientras era consciente de la falta de material, el «no quedan batas aislantes», y las «órdenes de usar bolsas de basura para que los sanitarios se protejan». Un día después, le costaba respirar, ya casi no podía pronunciar palabra y empezó a pensar si volvería a ver a los suyos. Por suerte, dos días más tarde le comunicaron que lo peor había pasado.Poco a poco fueron quitándole las ayudas, empezó a moverse algo y finalmente le dieron el alta hospitalaria con medidas de aislamiento y medicación. Recuerda que salió a una calle desierta, «con el miedo de llegar a casa» y de contagiar a los suyos. «Ni imaginas la furia que te cabe dentro cuando mejoras algo. Furia contra los de ahora y los de antes. Furia cuando logras verles en las noticias... la vergüenza ajena. Ni imaginas. Solo quieres llegar a casa y no retroceder ni un palmo. Dormir«, finaliza Tejera.
TITULO:
Imprescindibles' estrena en La 2 - Muere a los 81 años Brian Dennehy, el duro enemigo de Rambo en 'Acorralado' y rostro imprescindible del cine y la tele de los 80 ,. Domingo -19- Abril ,.
Domingo -19- Abril a las 21:30 horas en La 2, foto,.
Muere a los 81 años Brian Dennehy, el duro enemigo de Rambo en 'Acorralado' y rostro imprescindible del cine y la tele de los 80,.
Cada espectador con un poco de memoria y ya una edad recuerda a Brian Dennehy
de una manera distInta. Es más, probablemente pocos sean capaces de dar
con el nombre ante su imagen, pero él, siempre, estaba ahí. Él era el
que en 'Acorralado' (1982) mostraba su estupor e incomprensión ante el coronel Trautman. "¿De verdad cree que 200 hombres contra su soldado es una guerra que no vamos a ganar?",
bramaba. "Vaya preparando las bolsas de cadáveres", era la respuesta
del coronel Trautman y del propio Rambo. O quizá se quedaron con la
imagen de su cuerpo inabarcable como el sheriff corrupto de 'Silverado' (1985). Eso o le vieron en 'Kojak', 'Lou Grant', 'Dallas' o 'Dinastia'.
La historia entera del cine de un solo concepto de los 80 o de la
televisión de cadena única de esa misma década cabía en él. De pura inmensidad.
Pues
bien, el miércoles 15 de abril se daba a conocer su muerte a los 81
años de edad. Su biografía habla de que fue ganador de dos premios Tony y
que al cine se acercó porque todo ese cine elemental de 'blockbuster' y estrellas hormonadas necesitaba al menos un actor con clase. Y ahí estaba él. Junto a los músculos de Stallone en la citada 'Acorralado' (1982) y al lado del encanto de Harrison Ford en 'Presunto inocente' (1990)."Con un gran dolor de corazón anunciamos que nuestro padre Brian falleció anoche de causas naturales, no relacionado con COVID-19", se leía el jueves en el Twitter de su hija Elizabeth Dennehy, quien destacó la gran generosidad de su padre.
La larga carrera interpretativa de Dennehy (Bridgeport, EE.UU., 1938) estuvo sobre todo vinculada al teatro, donde recibió el aplauso de crítica y público. De entre sus trabajos destacan sus papeles premiados en 'Muerte de un viajante', de Arthur Miller, en 1999 y en 'Largo viaje hacia la noche', de Eugene O'Neill, en 2003. Dos piezas mayores para un eterno cazador de caza exclusivamente mayor. La primera de las obras la llevó a televisión en 2000 y consiguió por ello el Globo de Oro al mejor actor.
Hasta seis nominaciones, sin llevarse en ninguna ocasión la estatuilla, acumuló en los premios Emmy, los galardones más importantes de televisión. En la pequeña pantalla, Dennehy dejó su huella en producciones tan dispares como 'To Catch a Killer', 'A Season on the Brink', 'Our Fathers' o 'The Blacklist', así como en una saga de películas policiales de la cadena NBC protagonizadas por el personaje de Jack Reed en los años 90.
Por lo demás, hagan memoria y elijan el momento en el que conocieron a Brian Dennehy: 'Silverado' (1985), 'Cocoon' (1985), 'F/X' (1986), 'Tommy Boy' (1995) o 'Romeo + Juliet' (1996). Eso o 'Acorralado'. Por siempre.
- TITULO: De seda y hierro - El arroz de Julián ,. Domingo -19- Abril ,.
- El Domingo -19- Abril a las 20:20 por La 2, foto,.
El arroz de Julián,.
Estrés y cocina. Confinados, compramos más harina, azúcar, chocolate y patatas fritas,.
La gastronomía social alrededor de tapas, raciones y platos es de las actividades que más echamos de menos. Llevamos más de cinco semanas con los bares cerrados. Cada vez que me asomo a la ventana y veo el 'Dioni', el bar de debajo de casa, con la verja echada y las sillas de la terraza apiladas y atadas con una cadena, siento desazón.
Para combatir la ausencia del bar y también la desazón, y la depresión, y el estrés, y la ansiedad y, sobre todo, el aburrimiento, hemos acabado refugiándonos en la cocina y haciendo cosas que jamás habríamos imaginado: amasar y hornear pan, preparar bacalao de seis maneras distintas, especializarnos en las mil formas de cocinar el arroz: en paella, en risotto, a la cubana, con patatas y bacalao, con costillas ibéricas, caldoso, seco, con costra, en sopa...
El otro día descubrí en el blog de Álvaro Valverde un enlace a los diarios del escritor Julián Rodríguez (1968-2019). He cogido la sana costumbre de sentarme después de comer en mi sillón favorito, colocar mi café portugués en la repisa de la ventana y leer unas cuantas entradas del blog de Julián. Además de leerlo, le hago caso: pongo la música que a él le gustaba y que recomienda en sus escritos (el francés Dominique A, el grupo de canto vocal Huelgas Ensemble) y el otro día cociné un arroz que detalla en su entrada del 14 de abril de 2019: un sofrito de dos dientes de ajo, tomate rallado, yemas de espárragos verdes, corazones de alcachofas y pimentón, después, el arroz, un caldo de verduras, bacalao desalado y espinacas.
Dicen los expertos que el confinamiento nos hará engordar entre dos y cinco kilos. Yo ya llevo uno, no es mucho. Creo que he frenado a tiempo: el lunes nos pasamos, tomamos bacalao Zé do Pipo (ese que lleva puerro frito, puré de patatas, mayonesa y al horno) y caldereta de cordero. Una barbaridad coronada por un helado de vainilla y caramelo. Desde entonces, hemos bajado el pistón, pero va a ser difícil quitarse kilos bailando media hora al día.
A eso de las siete, bailamos en casa. Tenemos una lista de canciones que empieza con el 'Gloria' de Umberto Tozzi y acaba con el 'Waterloo' de Abba y nos movemos todo lo que podemos. Es sorprendente que en 19 años subiendo a la Montaña no me haya lesionado nunca y bailando una par de semanas me haya hecho daño en el dedo gordo del pie derecho. Ahora bailo con el pie izquierdo marcando el ritmo.
Haciendo plum cakes en casa es como descubres por qué engordan los bizcochos. El otro día amasé uno de arándanos y le tuve que echar un paquete entero de mantequilla, más el azúcar, la harina, los huevos... Estaba muy rico, pero era una bomba. Este estrés emocional que nos domina ha provocado que el consumo de harina haya subido un 196%; el de chocolate, un 60%; el de patatas fritas un 61%; el de alcohol un 57%; el de azúcar, un 60%... No recobraremos el peso ideal hasta que no abran los bares y podamos comer cachopos.
TITULO: Noche Sexo - Monica y el sexo - «A los siete años entendí que el amor es muy complicado»,.
El viernes -17- Abril 0.40 / Cuatro, foto,.
«A los siete años entendí que el amor es muy complicado»,.
El cineasta habla de su trayectoria, la crisis del sector y el erotismo en la pantalla. «La muerte es un tabú mayor que el sexo», asegura,.
Carlos Saura revisa unas fotografías en su estudio.
- Cuando rodó su primer largo, 'Los golfos', el cine español estaba en crisis. Más de medio siglo después sigue así. Qué espléndida mala salud...
- Creo que siempre ha estado en crisis, o al menos no recuerdo que no haya sido así, aunque por razones distintas. En 1959 era casi imposible hacer una película como 'Los golfos', con un tono semidocumental. Que la seleccionaran para Cannes fue maravilloso y realmente salvó la cinta. Entonces, los problemas eran con la censura, pero desde el punto de vista económico el cine estaba bien.
- ¿La muerte de Querejeta simboliza el fin de una época?
- No sé si tanto como el fin de una época. Quién sabe. No hay nada peor que tratar de comprender el futuro. El cine ha cambiado totalmente en los últimos años y ahora cualquiera puede hacer una película con cuatro euros. Al tiempo, cada vez se proyectan menos películas pequeñas y más de acción o con grandes efectos, filmes de gran coste. Elías ha marcado una época, sí. O hemos marcado, porque empezamos juntos y crecimos juntos.
- La suya fue una asociación verdaderamente trascendente. ¿Por qué se separaron?
- Nuestra relación tuvo dos etapas. La primera fue muy intensa, pero llegó un momento en que nos pasó como a los matrimonios, y nos separamos bien. Últimamente habíamos vuelto a cuenta de la película '33 días', aunque en este caso él era el guionista. Creo que en principio solo quería hacer un documental, pero el proyecto fue evolucionando.
- ¿Cuándo empezará el rodaje?
- Está pendiente de que el productor halle el dinero que falta, que debe de ser poco. Supongo que empezaremos en invierno o ya en 2014, pero seguro que se hará.
Estudios y carrera
Plano secuencia. Cuenta Saura que en la infancia, durante la Guerra, veía desde la ventana de sus casas de Madrid primero, luego de Valencia y más tarde de Barcelona cómo caían las bombas, pero eso no le ha preparado para aceptar mejor la muerte, no le ha familiarizado con ella. Pese al recuerdo de esos tres años con la familia moviéndose a causa del retroceso del frente de la República, la imagen de la enorme cruz del Valle de los Caídos que se ve desde su jardín no le molesta especialmente. «Es un monumento funerario como El Escorial, que está ahí al lado. ¿Que el Valle de los Caídos lo hicieron presos republicanos? ¿Y cómo se hizo El Escorial? Vete a saber si usaron presos, esclavos o lo que fuera».
- ¿La imagen de la muerte condiciona a un niño que luego será director de cine?
- No, no demasiado. Los jóvenes de hoy tienen más información de la violencia y la muerte que nosotros, a cuenta de lo que ven en la tele. Se cansan de verla en primeros planos, con un realismo enorme, sea ficción o no. Lo nuestro era distinto. Para los niños, la guerra es siempre una aventura, aunque a mí me dejó algunas marcas. Por ejemplo, detesto el teléfono desde entonces, porque en aquellos años cuando sonaba siempre era para dar una mala noticia. Al margen de eso, recuerdo el espectáculo de los reflectores durante la noche, los aviones, las explosiones y el fuego. Por supuesto, había muerte también. Pero mis recuerdos más tremendos son de la postguerra, con aquellas hambrunas, la angustia con la que vivíamos, aquella España gris como si hubiera vuelto a la Edad Media.
- ¿Padeció hambruna y carencias?
- Sí. Cuando terminó la guerra, mi padre, que medía algo más de 1,70, pesaba poco más de 50 kilos. Mi hermano Antonio sufrió tuberculosis y estuvo en la cama a consecuencia de esas carencias. En mi memoria, eso fue mucho peor que la guerra. Sin olvidar la violencia que se veía en la calle. Me acuerdo de un día que iba caminando por la Castellana, en Madrid, y empezó a sonar el 'Cara al sol'. Yo no levanté el brazo y un señor que me vio me pegó una hostia. A mi padre, en San Sebastián, le pusieron una multa por ir en camiseta. ¡Qué oscurantismo!
- Pero usted nació en el seno de una familia acomodada.
- Sí, pero no más que clase media. Vivíamos sin estrecheces, pero también sin alegrías. Nunca hacíamos exhibición de nada, y a mis padres, como luego a mí, les molestaba el lujo. Al acabar la guerra, mi padre tuvo algunas dificultades porque había ocupado un alto cargo en Hacienda durante la República. Pero como era un gran experto que había escrito muchos libros, la familia pronto volvió a prosperar.
- Estudió primero Ingeniería, pero luego cambió un par de veces más de carrera. ¿Por qué esa indecisión?
- No recuerdo que mis padres me dijeran nunca lo que tenía que hacer. A los ocho años empecé con la fotografía de forma sistemática. Además, leía mucho y enseguida empezaron a gustarme las matemáticas, pero cuando me matriculé en la Escuela lo que quería era diseñar coches y motos, y eso no se hacía allí. En ese momento, lo que más me gustaba era la fotografía.
- ¿Recuerda cuál fue la primera que hizo?
- Sí. Tenía siete años y ya entonces era muy enamoradizo. Un día le quité la cámara a mi padre e hice una foto a una niña de mi edad. Luego se la envié con un corazón dibujado... y no me contestó. En ese momento entendí que lo del amor es muy complicado.
- A los 20 años frecuentaba el café Gijón y era amigo de Sánchez Ferlosio, Martín Gaite, Fernández Santos, Aldecoa... ¿Qué le enseñaron?
- Hablaban continuamente de literatura y aprendí mucho con ellos, y con mi hermano Antonio, que sabía de todo. A su lado yo me sentía un poco burro, así que decidí dejar Ingeniería y me fui a Periodismo, donde coincidí en clase con Anson. Dejé la Escuela porque tropecé con un profesor... Yo es que sacaba muy buenas notas en todo, pero, desde que leí a Darwin, en Religión siempre me ponían un cero. Me llamaban 'el darwinista'. Hasta mi madre lo hacía. Me llamaba así y a continuación nos enviaba a misa, pero ella no iba. Se quedaba tocando el piano.
Los grandes nombres
- ¿Nunca le tentó la música? Repasando su filmografía parece que tuvo que ser así.
- Siempre he tenido mucha afición, pero mi madre se negó a que los hijos tocáramos el piano. Mi gran frustración es no saber tocar un instrumento. No fue posible: si alguna vez nos poníamos a aporrear el piano nos echaba diciendo que no quería tener en casa niños prodigio.
Plano medio. En la Escuela de Cine en la que finalmente recaló, conoció a los integrantes de la generación que ha llenado las pantallas durante décadas. Como alumno primero y más tarde como profesor, estuvo con Olea, Camus, Borau, Erice, Miró... Nombres que van llenando su biografía hasta el abigarramiento. Lo mismo que sucede en su estudio, donde se amontonan con un orden casi científico su colección de cámaras fotográficas (tiene 600), decenas de sombreros, esculturas móviles que cuelgan del techo, zapatos, discos duros, centenares de fotografías -muchas de ellas retocadas con dibujos-, álbumes de música clásica y flamenco, gatos chinos de los que mueven la pata, muñecos de guiñol, figuras articuladas, un telescopio sin desembalar, frascos con decenas de lápices y bolígrafos. Hay que caminar por allí con cuidado para no tirar nada.
- ¿Cómo era Luis Buñuel?
- Era un gran amigo. Creo que me consideraba casi un hijo. Cuando vio 'La caza' me dijo que le habría gustado hacerla a él, aunque luego añadió que quizá habría puesto conejos mecánicos en vez de animales de verdad... Más tarde, al rodar 'La vía láctea', explicó que, si le pasaba algo, el único director autorizado a terminar la película era yo.
- ¿Y Chaplin?
- Lo conocí cuando ya era muy mayor y entre nosotros siempre hubo un problema con el idioma. Recuerdo muchas visitas a su casa de Vevey. Lo veía escribir guiones a mano y luego los leía interpretándolos al mismo tiempo.
- ¿Cómo lleva un director ser el yerno de un mito del cine?
- No creo en los mitos, así que por ese lado, bien. El principio de la relación no fue fácil, porque los diarios franceses publicaron que Geraldine salía con un play boy español. ¡Un play boy! ¡Habría sido el sueño dorado de toda mi vida! Pero no era así. Chaplin fue entonces a ver 'Peppermint frappé' y nos envió un telegrama muy afectuoso. Así entré en la familia, y siempre fueron todos muy amables conmigo, aunque con quien hice más amistad fue con la madre de Geraldine.
- Ha compartido su vida con dos actrices, pero no ha sido amigo nunca de actores. ¿Por qué?
- Son muy difíciles. Y lo digo desde ese dato de las dos actrices que ha habido en mi vida. Con la segunda de ellas (Eulalia Ramón) estoy casado ahora mismo. Su vida es interpretar y su mundo es fascinante, porque tienen otra forma de ver las cosas. Cuanto más delicados son personalmente, mejores actores resultan. Muy interesantes, pero ese mundo no es el mío.
- La imagen de los directores suele ser siempre la de personas autoritarias, tampoco fáciles de trato.
- Me parece que eso es un tópico. Los mayores dictadores que conozco son los directores... de orquesta. Con los actores hay que tener un trato especial; a veces, ser como un padre. A mí no me gusta nada estar todo el rato encima de ellos.
- Ahora, además, son el blanco de muchas iras. ¿El 'no a la guerra' sigue pasando factura a los actores y el cine español en general?
- No sé si puede decirse de manera tan cruda. La tele, internet, el DVD, están cambiando la forma de ver películas. A mí siempre me ha gustado verlas en soledad. Mi sueño es tener un cine para mí solo. Creo que a la gente la política le importa un pepino. Y eso es malo.
- ¿Por qué?
- Porque me parece grave que no haya alternativa al Gobierno, sea el que sea. Eso no significa que esto no termine por explotar. España es un país complicado. Con todo lo que está pasando, las portadas de los diarios están ocupadas muchos días por el fútbol. Ese es hoy el alimento de las personas. El cine ya ocupa un lugar mucho menor. Es un invento genial con el que se puede hacer de todo, pero influye poco.
- ¿Por eso no hay películas sobre la corrupción, por ejemplo?
- Puede que en este momento haya más facilidades en la tele para hacer una ficción sobre ese tema, pero con dificultades porque ¿cómo dar nombres? Corrupción en España ha existido siempre. Este es el único momento en la historia en que ha salido a la luz.
Un testamento
Primer plano. Ahora escribe una obra de teatro sobre Felipe II, un proyecto que nació como una película, pero que ha reconvertido a la vista de las dificultades para rodarla. No para de viajar para asistir a exposiciones de sus trabajos («si hay algo de lo que puedo presumir es de ser buen fotógrafo», dice), rodar, dar cursos o recibir homenajes y distinciones. Y sigue escribiendo, dibujando y fotografiando de manera compulsiva.
- ¿Esas actividades le dan tantas satisfacciones como el cine?
- Incluso más. Para mí, escribir o dibujar es un placer. De todas formas, son satisfacciones diferentes. Y en cuanto al cine, la parte que menos me gusta empieza cuando se acaba la película: la promoción, acudir a los festivales, dar entrevistas, eso lo hago siempre a regañadientes.
- ¿Un artista de la creación se jubila?
- Es lo mejor de esto. Mientras tenga la cabeza bien, trabajaré aunque sea en casa. Son cosas que haces por tu propia satisfacción. En los años cincuenta y sesenta recorrí España haciendo fotos y quizá ahora haga unos libros con ellas.
- En esta misma serie, entrevistamos a Manoel de Oliveira, en activo a los 102 años. ¿Se ve así?
- No. Viviré lo que tenga que vivir. Lo que me aterra no es la muerte, sino la enfermedad. Si tienes cosas que hacer y la mente te funciona, el cuerpo no quiere morir. Es cierto que te vas deteriorando, te cansas... hay que admitirlo. Pero la muerte es un tema más tabú que el sexo.
- ¿Le gustaría dejar un testamento cinematográfico, una obra que fuera una despedida?
- Lo he intentado y he fracasado. Lo que hice con el proyecto fue publicarlo en forma de novela ('Esa luz'). Ahí están mis recuerdos de la Guerra Civil. Nadie quería producir esa película, y ese sí que hubiese sido mi testamento.
- ¿Son más los sueños cumplidos o los pendientes?
- Tengo la sensación de que, con un poco de suerte, terminas haciendo todo lo que querías hacer.
- ¿Tiene la vida alguna deuda con usted?
- Ninguna.
- ¿Y usted con la vida?
- Unas cuantas. Tengo 81 años, salud, trabajo... Todo se debe al azar y la necesidad.
Fundido en negro. Fin.
Nace en Huesca, el 14 de enero de 1932. Su padre es un técnico de Hacienda y su madre, pianista. Su hermano Antonio es uno de los grandes pintores del s. XX.
Firma películas como 'Los golfos', 'La caza', 'Peppermint Frappé', 'La prima Angélica', 'Mamá cumple cien años', 'Elisa vida mía', 'Ay, Carmela', 'Flamenco', 'Goya en Burdeos' y otras, y recibe premios en Berlín, Cannes, Montreal... Ha sido candidato al Oscar y 'Ay, Carmela' recibió 13 goyas.
Tiene siete hijos de cuatro esposas. La actual es la actriz Eulalia Ramón. Estuvo casado con Geraldine Chaplin, hija de Charles Chaplin.
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