TITULO: Cartas Olvidadas - La agonía del procés,.
La agonía del procés,.
Los indultos y la política de reencuentro han rebajado la tensión catalana. Pero la mesa de diálogo, si se quiere fructífera y sostenible, requiere que la Generalitat vuelva a la plena normalidad institucional,.
foto / El procés agoniza. La política de mano tendida desde el Gobierno —indultos— ha reducido la fiebre secesionista, al cancelar su causa más viva: la imagen de los líderes entre rejas. La entronización del diálogo, patrocinada por los socialistas y por Esquerra, surte demoledor efecto antes incluso de reunirse la Mesa oficial. Desactiva el unilateralismo —ya el cuestionamiento secesionista del ordenamiento, ya el del patrioterismo castizo— porque es su contrario: multilateralismo, interlocución, negociación.
Así que, la movilización de la Diada, aunque nutrida, será menguante. Su convocatoria por la Assemblea Nacional denota un naufragio: no persigue ya la “confrontación” con la democracia española, como clamó Waterloo, sino la denuncia sectaria de la “traición” esquerrista. El lema de un sol poble queda en amarga ensoñación.
Los viejos bloques se reformatean. Ahora el inmovilismo congrega a unilateralistas catalanes y ultras españoles en siniestra sintonía común: boicotear la concordia. Aquellos, quebrando la Mesa desde su vera y poniéndole plazos inanes (de dos años) que solo perjudican a quienes los establecen, según ratifica la historia reciente: la independencia se programó para 2014; luego, en 18 meses, sustituidos por el referéndum o referéndum de Carles Puigdemont. Fechas filfa, conjuntos vacíos.
Y los ultras, trabando cordones de seguridad contra el rojerío. También frente a patronal y obispos, los “cómplices” de los indultos de Pedro Sánchez, en lenguaje de Pablo Casado usurpado a Santiago Abascal. Y buscando separar a españoles de doble idioma común: “No habláis catalán, habláis mallorquín, habláis menorquín, habláis ibicenco, habláis formenterés” (¡!). Un comodecir que colombiano y argentino no son español, genial patriotismo.
Ignoramos el detalle de la estación final del diálogo —como en toda negociación—, pero sabemos que su trayecto se apunta, aunque arduo, irreversible. Así lo pespuntea la residualización del numantinismo de Waterloo: la talibana Clara Ponsatí abandona el Consell per la República (¡por “autonomista”!); las coyundas rusas minan su imagen desde The New York Times; el liderazgo se cuartea al perder mando sobre el interior, dirigido por un antisistema de La Crida, Jordi Sánchez; sus eurodiputados pierden la inmunidad; su conmilitona Laura Borràs califica de “simulacro” la mesa, qué indigencia. Y el viejo patriarca, aunque corrupto, lúcido, reconoce al fin que Cataluña “no tiene la independencia a su alcance”, por lo que “hemos de abrirnos a fórmulas no independentistas” (Jordi Pujol, entre el dolor i l’esperança, Vicenç Villatoro, Proa, junio de 2021).
Más decisivo: capota el apoyo social al aventurerismo. Los lazos amarillos se decoloran en las plazas de la pretendida Cataluña catalana (la carlista; será que el resto es maorí). Merma la asistencia a las protestas. Las organizaciones activistas pierden hegemonía a lonchas de fuet en cada aniversario, la retornan a los despachos representativos. Más grave: a la patronal Foment, que encabezada por un catalanista, Josep Sánchez-Llibre, reclama presencia autonómica en todas las instancias españolas, y el corredor mediterráneo, y ampliar el aeropuerto El Prat/Josep Tarradellas.
De modo que un president al fin respetuoso (y aseado), Pere Aragonès, recupera tono institucional, también influenciado por el giro estratégico del País Vasco. Calcula la secesión para 2030, más o menos dentro de tres o cuatro siglos. Y se vuelca en el pragmatismo, en la gestión, en las cosas, sabedor de que Cataluña ha sufrido —por culpa de tanta audacia de sus antecesores—, la peor insidia: ceder el liderazgo económico, de momento por tres años consecutivos (2017 a 2019, ambos incluidos), a la eterna rival, Madrid.
El partido del dinamismo va ganando (por puntos, tampoco exageremos) al del inmovilismo. Y los primeros compases del diálogo graban la marca del momento. La lógica del encuentro se infiltra (dificultosamente) entre los prejuicios del desencuentro. La retórica autodeterminista y proamnistía se contempla cada vez más como ritual esparcido de Viejo Testamento: añagaza prepolítica, por inviable, como todos saben y pocos aún reconocen en público.
La reunión de la comisión bilateral del 2 de agosto, tras años archivada, señaló un después. La reforma del aeropuerto (y sus exigencias ecológicas), milimetrada por el presidente de AENA, Maurici Lucena, ocupaba el proscenio... hasta ayer, pues el Govern retranqueó su apoyo: ¡ay!, vaivenes. La inversión de 1.700 millones de euros cristalizaba el envite: en complicidad, crecimiento económico; en confrontación, pérdida de peso. Los fondos europeos convocarían una agenda común. Y se discute de presupuestos, catalanes y españoles.
Salvador Illa ofrece ahí muleta con condiciones: si se acepta, adiós a la apariencia de bloque indepe; si se rechaza en pro de la radicalidad cupera, adiós a su presunta sustancia de centralidad. Es la ventaja de contar con una pinza federal, psoE-psC. Y debe resultar en enervar el diálogo interno en Cataluña, no basta con el Parlament (al igual que tampoco con el Congreso).
El vuelco al —muy oscilante— pragmatismo aflora déficits ocultos del Govern. Demasiado reales. Como la torpe reacción a las inundaciones de Alcanar (echando la culpa hasta a sus meteorólogos); los 20.000 candidatos desdeñados para cursar la Formación Profesional, por falta de plazas; la precariedad energética medida en los 32,6 megavatios fotovoltaicos tangibles, frente a los 6.000 necesarios...
Para que la era del reencuentro fructifique, con velocidad e intensidad crecientes, se requiere más. Urge reequilibrar gestos, actitudes y concesiones. Hasta hoy, corren más de la cuenta del Gobierno que del Govern, algo lógico al inicio del deshielo, pues debe hacer más quien más puede. Pero desde que se reanude la Mesa de diálogo conviene consagrar que los esfuerzos han de ser desde ambas direcciones. De otro modo no serán sostenibles. La Mesa abre un espacio inédito entre ejecutivos. Es decir, entre instituciones. Y requiere por tanto la rápida recuperación de la plena institucionalidad, aunque algunos pretendan legítimamente reformarla. Por tanto, también la presencia sistemática de Cataluña en todas las instancias comunes: en beneficio de sus ciudadanos, y del resto.
Eso implica que no puede repetirse la ominosa ausencia del president de la Conferencia de Presidentes, como ocurrió en Salamanca (donde Iñigo Urkullu dio otra lección de modos negociadores), más aún si se abordan asuntos clave para todos como el plan de recuperación apoyado en los fondos europeos Next Generation, o la lucha contra la pandemia. La excusa de que fuese un foro para hacerse la foto es tontuna: también el Consejo Europeo se creó en 1974 como un encuentro informal y hoy es decisivo para la Europa exponencialmente federal. Sin olvidar que la vida política se fragua, como la vida misma, desde el contacto personal, la proximidad, la escucha directa de las posiciones ajenas: y España no es solo Madrid.
También debe normalizarse el lazo de la Generalitat con Felipe VI. Resulta atrabiliario que el representante ordinario del Estado en Cataluña, el president, no se relacione plenamente con el jefe de ese mismo Estado (aunque lo propugne republicano). Perjudica sobre todo a trabajadores y empresarios catalanes, como se verificó el 5 de marzo en el 70º aniversario de la Seat en Martorell, con desaire añadido al grupo Volkswagen. La rectificación iniciada el 16 de junio en la reunión anual del Círculo de Economía debe completarse.
Y así con todo: garantizar el cumplimiento normativo general; descrestar la litigiosidad ante el Tribunal Constitucional (donde yacen 419 recursos a leyes estatales, contra 184 a normas catalanas); aportar iniciativa a la transformación del Senado; al plurilingüismo de la Administración General del Estado; volver al puesto conseguido en el equipo español del Consejo de la Unión Europea... Solo así los catalanes volverán a ser ciudadanos de primera.
TITULO: Cartas en el Cajon - Podemos busca apuntalar el «giro» de Sánchez en los Presupuestos,.
Podemos busca apuntalar el «giro» de Sánchez en los Presupuestos,.
El Gobierno enfila su última gran negociación de la legislatura mientras Belarra avisa de que las cuentas serán «la prueba del algodón»,.
foto / Las dos mitades del Gobierno viven un verano de calma tensa. Mes y medio después del virulento choque por el aumento del gasto militar y las muertes de inmigrantes en la valla de Melilla, Unidas Podemos y PSOE acabaron enfriando la convocatoria de la comisión de seguimiento del pacto de coalición que pidió «urgentemente» la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. Todo se saldó con un encuentro entre la líder gallega y Pedro Sánchez al final del curso político. Fue la intervención del presidente del Gobierno en el debate sobre el estado de la nación la que calmó las aguas. Sobre todo tras su anuncio de establecer nuevos impuestos a los beneficios extraordinarios de eléctricas y banca. Esta declaración provocó euforia en el sector morado, que lo interpretó como un «giro a la izquierda» de los socialistas y una oportunidad de «reeditar el Ejecutivo de coalición». Con esta medida presentada en el Congreso de la mano de ambos grupos parlamentarios, el siguiente hito de la legislatura presagia un nuevo encontronazo por la negociación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2023. El partido liderado por Ione Belarra tratará de apuntalar todas las medidas sociales de su programa antes de que se acerque el nuevo ciclo electoral: autonómicas, municipales y la guinda de las generales.
Los dos socios se están rearmando para la recta final de legislatura. Los socialistas han reestructurado todas sus portavocías para redoblar su estrategia comunicativa y Podemos ha aumentado su peso en el Gobierno con la sustitución del líder del PCE, Enrique Santiago, por la número tres del partido, Lilith Verstrynge, como secretaria de Estado para la Agenda 2030. Todo mientras Sumar, el proyecto de Díaz, continúa en fase embrionaria y no espera estar operativo hasta después de las municipales de mayo. En ese contexto, la negociación de las cuentas públicas se antoja como un nuevo campo de batalla en el que todos los interesados –también los aliados de la investidura como Esquerra, EH Bildu o PNV– buscarán marcar terreno ante sus electores.
Belarra lleva días insistiendo en que el objetivo de Podemos pasa por «trabajar muy intensamente en las próximas semanas» para tratar de arrastrar a los socialistas hacia sus posiciones en los Presupuestos, que serán, asegura, «la prueba del algodón de la coalición». Una vez aumentado el techo de gasto para 2023 (que alcanzará los 198.221 millones, un 1,1% más que este año), los morados dan por hecho de que tendrán que tragar el sapo del aumento del PIB destinado al Ministerio de Defensa, por eso ven la oportunidad de sacar rédito social a cambio. Lo que Díaz describió como «soluciones imaginativas». «El techo de gasto que autoriza el Gobierno nos va a permitir construir unos presupuestos a la altura de lo que nuestro país necesita. Estos PGE tienen que proteger a las familias, frenar la inflación y marcar un claro rumbo valiente y ambicioso para el final de la legislatura», zanjó la también ministra de Derechos Sociales.
Aunque ya se ha producido una primera toma de contacto entre ambas delegaciones (los socialistas, encabezados por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero; y los morados, por el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez), las negociaciones comenzarán oficialmente a la vuelta del verano. Antes de que se inicien, en Podemos exigen el desbloqueo «inmediato» de la ley de familias o la ley de vivienda. Esta última aún necesita pasar por el Congreso para salir adelante. La medida ha sido uno de las grandes discusiones en el Consejo de Ministros desde noviembre de 2020, cuando Belarra era aún secretaria de Estado y se veía las caras en las conversaciones con el entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos. Los morados ven «razonable» que esta acabe incluyendo una regulación de precios del alquiler, que la Sareb ceda sus pisos al parque social de las administraciones públicas y prohibir de forma permanente los desahucios de personas vulnerables sin alternativa habitacional.
Otra de las cuestiones en liza para acercar posturas, aunque no se insertará en las cuentas, es la derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana, conocida popularmente como 'ley mordaza'. Entre los elementos que demanda el espacio confederal, el portavoz parlamentario de Podemos, Pablo Echenique, señala la necesidad de revisar la sanción por falta de respeto a los agentes policiales porque ahora, dice, es «ambigua» y puede utilizarse «para poner multas cuando alguien mira mal a un policía», o la responsabilidad jurídica de los convocantes de manifestaciones cuando se producen altercados.
Reforma fiscal
Pero si hay una medida que los morados no quieren dejar escapar antes de las próximas generales es su ansiada reforma fiscal. Echenique ha deslizado en varias ocasiones que la posición de su formación en la negociación presupuestaria pasará por endurecer los impuestos a las grandes empresas. Por ejemplo, ya ha planteado alzar diez puntos el destinado a los grandes supermercados y financiar con esta recaudación adicional un cheque de ayuda a la cesta de la compra para las familias o aplicar el IVA en las universidades privadas con ánimo de lucro, acabando con la exención que ahora disfrutan. Sobre todo porque son «buenas ideas», asegura.
Unidas Podemos basa sus cálculos en que España se encuentra ocho puntos por debajo de la media europea de recaudación y eso, apuntan, «se traduce en una merma de recursos para los servicios públicos entre 80.000 y 90.000 millones». Ahora llaman a superar esta situación «muy perversa» y evitar frenar la inversión pública para cuadrar las cuentas «cuando hay mucho margen para elevar el gasto y reducir la deuda a la vez, si las grandes empresas y rentas pagan más tributos».
Pero con un poder combinado de 153 diputados en el Congreso, los socialistas son conscientes de que no solo necesitan a sus socios de Gobierno para sacar adelante los Presupuestos. Fuentes cercanas a la dirección de los morados ya advierten de que sus propuestas «ayudarán a atraerse al resto de socios de investidura». Una estrategia de bloques poco disimulada que ya pusieron en práctica en 2020 y 2021, cuando buscaron alejar al PSOE de Ciudadanos, al evitar que sus votos fueran imprescindibles, y atraerlos a un terreno más cercano a sus postulados en la órbita de Esquerra o EH Bildu como aliados principales.
En ese sentido, el apoyo de Esquerra está en el aire después de que se destapara el espionaje a través del software Pegasus a más de sesenta líderes independentistas catalanes y vascos. Los republicanos rompieron con Moncloa y retiraron su apoyo a cualquier propuesta presupuestaria. Pero la política avanza a grandes pasos en esta legislatura y el panorama ha podido cambiar tras la última reunión de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat de Cataluña, celebrada el 27 de julio. Sobre todo, tras los compromisos adquiridos por la no judicialización del 'procés' ni del catalán en las escuelas. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, que encabezó las negociaciones, niega en cambio que la cuestión presupuestaria esté detrás de este acuerdo. «No hemos tratado en absoluto en la mesa nada de Presupuestos ni de otra cuestión diferente a los acuerdos. Queremos seguir sacando adelante una agenda legislativa progresista y beneficiosa para nuestro país», zanjó.
TITULO : REVISTA TENIS -Davidovich y Carreño pisan la segunda semana,.
Davidovich y Carreño pisan la segunda semana,.
Los españoles eliminan, respectivamente, a Galán y De Miñaur y se meten en octavos de final del US Open,.
foto / Alejandro Davidovich celebra su victoria ante Daniel Galán.
Con Carlos Alcaraz y Rafa Nadal avanzando a trompicones en la parte baja del cuadro, Alejandro Davidovich y Pablo Carreño, sin hacer demasiado ruido, ya están en la segunda semana del US Open al eliminar, respectivamente, a Daniel Galán (6-4, 5-7, 6-4 y 6-4) y Alex de Miñaur (6-1, 6-1, 3-6 y 7-6 (5)).
Por segunda vez en su carrera, Davidovich llega a los octavos de final del US Open (ya lo logró en 2020, cuando le eliminó Alexander Zverev) después de ganar a un peligroso Galán que venía crecido tras dar la sorpresa del torneo e imponerse a Stefanos Tsitsipas en primera ronda.
El colombiano tuvo cerca forzar un quinto set y dispuso de 4-2 a favor en el cuarto, pero Davidovich, en la mejor temporada de su carrera deportiva, no le perdió la cara al parcial y se impuso en los últimos cuatro juegos para firmar los primeros octavos de final en un Grand Slam de la campaña. Se le había resistido al malagueño la segunda semana en un 'major', después de que en 2021 hiciera cuartos de final en Roland Garros.
Con este resultado, Davidovich subirá al término del US Open hasta el puesto 27 del ranking, la mejor clasificación de su carrera. Su siguiente rival será el italiano Matteo Berrettini, que venció en tercera ronda a Andy Murray (6-4, 6-4, 6-7 (1) y 6-3). Davidovich ya sabe lo que es ganar al romano, ya que le derrotó en Montecarlo en 2021. De vencerle de nuevo, el malagueño se meterá entre los 25 mejores del mundo por primera vez en su carrera.
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