lunes, 16 de noviembre de 2020

El Telediario La 1 - Los maduritos la lían floja ,. / EL MAGO DEL TIEMPO - La alerta amarilla por lluvias y vientos continúa mañana en el norte de Cáceres,. / Volando voy - Jesús Calleja - Lide Aguirre muestra el lado oscuro de una ciudad luminosa ,.

   TITULO: El Telediario La 1 - Los maduritos la lían floja ,.

 

Los maduritos la lían floja,.

Yo controlo. A los de 31-64 años nadie va a venir a decirnos lo que tenemos que hacer,.

Las señoras mayores dicen que Vergeles «está bueno». / BRÍGIDO
 
foto / Las señoras mayores dicen que Vergeles «está bueno».

Admiro a Vergeles... Admiro a Vergeles y a todos los consejeros y ministros de Sanidad, pero como a Vergeles lo tengo más cerca pues lo admiro más. Ya sé que le pagan por ser consejero y que el desasosiego y la locura que está viviendo le va en el sueldo, pero nunca un consejero de Sanidad extremeño tuvo una papeleta como la suya. Mi suegra dice que le parece imposible que a pesar del trajín que se trae, no adelgace. Ella manifiesta así su admiración: «A pesar de tanto jaleo, está bueno». ¡Cuidado!, para una señora mayor de 80 años, estar bueno es estar bien alimentado, sano y lustroso.

¿Cómo debemos llamar a mi suegra? ¿Madura, mayor, anciana? Vergeles acaba de establecer una nueva categoría de ciudadanos: los maduritos. A mí me ha emocionado esa nueva taxonomía: niños, adolescentes, jóvenes, maduritos y, supongo, después vienen los maduros, los mayores, los ancianos y los definitivamente viejos. Yo soy madurito y me siento muy cómodo con esa adscripción a un grupo humano.

Los maduritos tenemos entre 31 y 64 años y parece ser que constituimos un peligro para la sanidad. Hasta ahora, los maduritos culpábamos a los jóvenes inconscientes y a sus botellones de los contagios. Como servidor, aunque madurito, trabaja rodeado de jóvenes, a medida que avanzaba el curso me percataba de que los estudiantes cada vez se concienciaban más de la situación en un proceso de mentalización colectiva, de solidaridad e incluso de persecución y crítica a quien no cumplía las normas porque ser contagio o ser contacto significa no ver a tu pareja ni amigos durante 15 días, no poder ir a clase y no salir de casa. Así que a quien se quitaba la mascarilla, se le afeaba el gesto.

Pero los maduritos. ¡Ay los maduritos! A nosotros, por nuestra edad, dignidad y experiencia, nadie va a venir a decirnos lo que tenemos que hacer y eso de fumar por la calle sin mascarilla, llevarla por debajo de la nariz, montar en el ascensor sin ella, tomar la cañita sin protección y juntarnos con la pandilla a celebrar el cumple, emocionándonos a la segunda copa y sintiéndonos todopoderosos e inmunizados... Eso nos parece guay porque controlamos y no somos jóvenes, sino maduritos que sabemos nadar y guardar la mascarilla.

Si es usted madurito o madurita, seguro que conoce a congéneres de su edad que pasan de aislamientos y dicen que ellos no van a dejar de trabajar porque se lo diga un PCR. Yo conozco a varios. Y lo de no llevar la mascarilla como acto de rebeldía, más propio de un adolescente en edad de reafirmarse que de un madurito bien reafirmado, es algo que jamás imaginé que podría servirle a un tío de 50 años como surtidor de autoestima. Los veo, me asombro y no los entiendo.

Vergeles ha sido muy atacado por algunas de sus intervenciones. Empezó criticando sutilmente a unos médicos que se fueron a un congreso cuando deberían haberse quedado en casita y le cayó la del pulpo. Guardó silencio para no tener más problemas, pero tenía razón y las consecuencias de aquello fueron graves. Lo último ha sido esto de los maduritos y de que cuando uno se relaja y se quita la mascarilla, la que lía es floja. A un razonamiento tan sencillo y certero respondieron decenas de comentarios poniéndolo a caldo. Pero tiene razón: sin mascarilla, la liamos y si por ser maduritos creemos que controlamos, lo tenemos crudo.

Lo primero que aprende un cargo público es a medir las palabras. Pero para que te hagan caso y llegar a la gente, es imprescindible ser coloquial, claro y hasta faltón. Lo de maduritos suena fatal, pero todos lo hemos entendido.

 

 TITULO: EL MAGO DEL TIEMPO - La alerta amarilla por lluvias y vientos continúa mañana en el norte de Cáceres,.
 

La alerta amarilla por lluvias y vientos continúa mañana en el norte de Cáceres,.

La Aemet prevé una precipitación acumulada en 12 horas de 40 litros por metro cuadrado y rachas máximas de hasta 70 kilómetros por hora, sobre todo en zonas altas,.

La alerta amarilla por lluvias y vientos continúa mañana en el norte de Cáceres

foto / La alerta amarilla por lluvias y vientos continúa mañana en el norte de Cáceres. La Aemet (Agencia Estatal de Metereología) prevé una precipitación acumulada en 12 horas de 40 litros por metro cuadrado y rachas máximas de hastas 70 kilómetros por hora, sobre todo en zonas altas de la comarca.

Además, el cielo estará nuboso o cubierto, con precipitaciones débiles en general en la región. Las lluvias serán más probables en el oeste en la primera mitad del día y se intensificarán en el norte al final de la jornada, donde localmente pueden ser fuertes y con tormenta, y persistentes en el Sistema Central.

Este viernes, Valverde del Fresno ya ha recogido 14 litros de lluvias; Hoyos, 10,4; y Brozas, 8,4, según los datos actualizados de la Aemet a las doce y media de la mañana. Las mayores rachas de viento se han dado en Serradilla (75 kilómetros por hora) y Coria (74 kilómetros por hora).

Ayer, Tornavacas recogió 63,6 litros; Piornal, 56,8; y Valencia de Alcántara, 41,8, mientras Piornal marcó la mayor racha de viento, a 80 kilómetros por hora. El día anterior, Cañamero fue la localidad más lluviosa, con 67,8 litros, seguida de Zorita con 55.4, y Valverde del Fresno marcó la mayor racha de viento registrando 71 km/h.

 

  TITULO:  Volando voy - Jesús Calleja - Lide Aguirre muestra el lado oscuro de una ciudad luminosa ,. 

 
 Este domingo -15- Noviembre , a las 21.30, Cuatro emite una nueva entrega de 'Volando voy',foto .
 
 

Lide Aguirre muestra el lado oscuro de una ciudad luminosa,.

Finalista del Planeta hace dos años, la escritora donostiarra debuta con 'Los trucos de la bestia', un dinámico 'thriller',.

La donostiarra Lide Aguirre./
 
La donostiarra Lide Aguirre.

Las ciudades más apacibles también tienen sus demonios. Y con los de la bella y acogedora San Sebastián se ha encarado la donostiarra Lide Aguirre (1979) para armar 'Los trucos de la bestia' (Berenice). Es un 'thriller' en torno a un barrio, Gros, y unos vecinos cuyas vidas trastocará un secuestro. Es la primera novela publicada de Aguirre, finalista del premio Planeta en 2018 con 'La sombra del cerezo'.

«Cuando crees conocerlo todo de las personas que te rodean, en el entorno más acogedor, lo maligno y lo siniestro puede irrumpir y acabar con esa placidez; esa maldad está mucho más cerca de lo que pensamos», explica Aguirre. Basta un brillo en los ojos para que se abra la caja de pandora y se desate el infierno. Y ese es el brillo que Aguirre vio en la mirada del extraño personaje que un buen día la invitó a visitar una exposición de pintura en la casa de su abuela, en la falda del monte Ulía, cercano a Donosti. «Iba a comprar algo al supermercado del barrio y no acepté la invitación de aquel joven tan enigmático, de un extraño magnetismo. Pero volví a la casa días después y comprobé que estaba abandonada. Aquella rara circunstancia lanzó mi imaginación y es el germen de la novela», explica su autora.

Una ciudad en vilo

Mikel, el protagonista, es un fotógrafo de prensa 'free lance' cuya vida cambiará la noche en que se cruza con el coche de un amigo de la infancia, Iván Katz. Vecino de su niñez y hoy un próspero artista y emprendedor muy conocido, al mirarle a los ojos Mikel comprende que no es el mismo de siempre, que algo terrible ocurre en el automóvil que conduce.

En el asiento trasero reconoce a un joven de familia bien desaparecido y por el que media ciudad se ha puesto patas arriba. Mikel se lanzará a una obsesiva investigación que le llevará «al lado oculto de un vecindario tranquilo y bien avenido en apariencia». Indagará en la vida del secuestrado, que mantenía una relación con una mujer más que extraordinaria y descubrirá que «nada es como pensaba». Que los episodios de su infancia que había enterrado toman un inesperado cariz.

«Lo maligno y lo siniestro puede romper de repente la placidez del entorno más tranquilo, amistoso y acogedor»

«Quería sorprender al lector y atraparlo hasta el final con una novela como la que me hubiese gustado leer; que se enganchara y no pudiera dejarla», dice la autora de una ficción en la que Donosti tiene un protagonismo destacado. «Muestro el lado oscuro de una ciudad luminosa, los colmillos de ese 'marco incomparable', que es como se suele describir una ciudad preciosa que también puede ser perturbadora y claustrofóbica», dice Aguirre. «Quería entrar en sus corrientes subterráneas, asomarme a su desván», agrega.

Licenciada en Derecho y especializada en Ciencias Penales y Periodismo, Aguirre trabajó varios años como periodista en el 'Diario Vasco' antes de volcarse en la literatura. Escribe «desde siempre» y en su cabeza «se agolpan los personajes y argumentos como si estuviera viendo películas». «No es fácil conciliar trabajo, familia y literatura, de modo que cuando dejé el periódico la cosa fue un poco más llevadera y aproveché las horas de sueño de mis hijas para escribir a costa de mi sueño». «Sigo escribiendo porque me hace feliz y me divierte entrar en otros mundos y vivir en otros personajes».

Mientras buscaba agente literario, se le ocurrió enviar su primera novela al Planeta. Quedó la cuarta entre diez finalistas con 'La sombra del cerezo', «un 'thriller' psicológico más intimista». «No descarto presentarme de nuevo al Planeta. Supuso una poderosa inyección de ánimo y autoestima, además de una forma de medir el valor de mi novela, que superó la criba entre casi 650 originales que se presentaron. Fue una locura feliz que me dio mucha fuerza para seguir escribiendo», dice ahora.

En un cambio de registro, Aguirre está ultimando otra novela en la que el humor es crucial. «Una mujer mayor se fisura la cadera y pasa la convalecencia en casa de su hijo y de su nuera. Ve cosas raras, y comprende que la familia no es tan idílica como ella pensaba. Les espía y descubre cosas sorprendentes», anticipa la escritora.

En su altar tiene a autores tan dispares como Dennis Lehane, Orhan Pamuk, Mariana Enríquez o Liane Moriarty. «Leo de todo. Lo último, 'Las manos cerradas', de Francisco Bescós, viejo compañero de estudios que cuenta cómo crece su hija con parálisis cerebral y me ha fascinado. También estoy con 'No digas nada', el relato sobre una madre católica asesinada en Irlanda del Norte, de Patrick Radden Keefe».

 

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