sábado, 31 de mayo de 2014

¿ LOCURA DE AMOR ? CARMEN AMORAGA, ESCRITORA,./ Sonríe y habla, por Edurne Uriarte,.

TÍTULO: ¿ LOCURA DE AMOR ? CARMEN AMORAGA, ESCRITORA,.

Por eso molesta tanto que venga un tipo y apele al amor como justifi ... Dónde buscan la inspiración,.
 CARMEN AMORAGA, ESCRITORA,.-foto
Carmen AmoragaEnamorarse es complicado. Bueno, lo complicado es gestionar el enamoramiento. Continuar con tu vida inteligente sabiendo que te comportas como si fueras tonta. Pero que te comportes como si fueras ciega y sorda no significa que lo seas. Por eso molesta tanto que venga un tipo y apele al amor como justifi cación para todo. Sí. Me refi ero a ese abogado que pretende defender la inocencia de su clienta en un caso de corrupción. Ese que ha dicho que las hormonas le nublaron las entendederas afi rmando algo como esto: “De todos es sabido que un determinado estado anímico dificulta ver la verdad. Nos lo han dicho los filósofos, como Ortega y Gasset, y también los científicos expertos en hormonas y endocrinología”. 
No hace falta citar a los clásicos para saber que el amor mueve el mundo, que por amor se hacen las mayores gestas y se deshacen los nudos más sólidos, porque eso nos lo han contado las novelas y las películas y las series de la tele y nos lo han cantado los cantantes melódicos de medio planeta con mayor o menor tino. Que el amor es química está más claro que el agua. Que el cerebro libera neurotransmisores y sustancias que provocan sensaciones de bienestar inexplicables, lo sabemos todos. Que las feromonas tienen que ver con que nos guste este y no aquel, nadie lo duda. 
Nos enamoramos más en primavera no porque la luz sea más bonita y el aire huela a jazmín, sino porque es justo entonces cuando aumentan los niveles de testosterona en nuestros cuerpos y se dispara el deseo sexual. Después de hacer el amor los hombres son más cariñosos, durante un instante, no porque nos quieran más, sino porque se les dispara la vasopresina, la hormona que genera la responsabilidad en pareja. Por amor ignoramos las señales que nos indican que, quizá, esa persona no es nuestra pareja ideal, o no escuchamos a esa amiga que nos dice que ha visto a nuestro maromo con una rubia o una morena en una actitud más que dudosa. O le perdonamos, al maromo, si finalmente creemos a nuestra amiga. O pensamos que nosotras seremos capaces de cambiar a un infi el irredento.
Pero de ahí a decir que la descarga hormonal del enamoramiento pudo cegar a la novia de ese político corrupto va un trecho. Es algo así como lo de ver los defectos de tus hijos. Los ves, pero no vas a tolerar que otra de la calle venga a decírtelos. Ahí estás dispuesta a saltar como una leona, porque una cosa es saber que actúas como si no fueras todo lo inteligente que eres, y otra distinta es que venga alguien de fuera y te tome por tonta.

Edurne Uriarte
Me encantó un piropo que recibí hace unos días. Y no porque me hiciera sentir más guapa, no tenía que ver con eso, sino porque me hizo ...Edurne Uriarte,.-foto
 Me encantó un piropo que recibí hace unos días. Y no porque me hiciera sentir más guapa, no tenía que ver con eso, sino porque me hizo sentir mejor, más positiva y cercana a los demás. Me lo dijo un empleado de seguridad del aeropuerto de Madrid, cuando pitó el detector a mi paso: “Es que lo tengo programado para que pite cuando pasan las mujeres guapas”. Y sé que lo dijo como respuesta a la amplia sonrisa con la que me asombré del pitido tras haberme despojado de casi todo lo que llevaba encima. Una sonrisa por otra sonrisa.
Una respuesta agradable a una actitud simpática. Hace todavía no mucho tiempo, seguramente me habría irritado, habría mirado con impaciencia al detector y a aquel chico, hasta me habría puesto a perorar sobre los controles absurdos, y él me habría devuelto una mirada de cansancio por te- ner que trabajar con gente impaciente y desagradable. Y, sin embargo, una sonrisa cambia a los demás y, aún más, te cambia a ti. No solo me sé la teoría, sino que creo firmemente en ella, pero me cuesta aplicarla, sumida como estoy buena parte del tiempo en cavilaciones o en el estrés profesional. 
Estoy por incluir el propósito de la sonrisa en los consejos sobre la filosofía de la Cábala que me han dado mis amigas argentinas. Ellas, como buenas argentinas que son, tienen, por supuesto, su psicólogo de cabecera, pero, además, se lo saben todo sobre prácticas de equilibrio emocional y felicidad. Y me recomiendan uno de los consejos de la Cábala: expresar confi anza en el logro de los propósitos más deseados cada mañana antes de poner el pie en el suelo. Aprender a sonreír puede ser uno.
Porque lo que sí practico abundantemente es la segunda receta del equilibrio emocional: hablar mucho. Y desde antes de haber leído al psiquiatra Luis Rojas Marcos y su idea de que “la mujer española vive mucho porque habla mucho”. Lo dice para explicar que sea la tercera más longeva del mundo, porque cree firmemente, yo también, en la influencia del cerebro, de las emociones, en la fortaleza física. Y es que, dice Rojas Marcos, hablar es muy sano porque relaja la tensión emocional, te conecta a los demás y mejora tu capacidad para enfrentarte a malos momentos. 
Una pena que no podamos contar demasiado con los hombres para esta práctica. Porque un científico británico ha demostrado que es verdad esa sospecha de que no nos escuchan a partir de cierto momento. Pero hay una explicación biológica: la voz femenina agota sus cerebros. Una amiga y yo enviamos el recorte de prensa sobre tal investigación a dos hombres, pensando que se reirían. Pero no, se lo tomaron completamente en serio. Por fin, la ciencia había entendido lo que les pasaba. No contemos con ellos para llegar a la longevidad a través de la conversación. De esto tendremos que ocuparnos solas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario