martes, 5 de enero de 2016

HACER JUSTICIA - A mi cuarto venían hasta 40 hombres al día ,. / CABALGATA DE REYES MAGOS - LA PESADILLA DE MAS,.

TÍTULO:HACER JUSTICIA -  A mi cuarto venían hasta 40 hombres al día ,.

A mi cuarto venían hasta 40 hombres al día

 Luchadora. Zhang Xiantu murió hace solo un mes sin conocer el reconocimiento del Gobierno de Japón que ella buscaba desde hace muchos años. A la izquierda, en blanco y negro, mujeres asiáticas convertidas en esclavas sexuales de los soldados nipones.
Luchadora. Zhang Xiantu murió hace solo un mes sin conocer el reconocimiento del Gobierno de Japón que ella buscaba desde hace muchos años. A la izquierda, en blanco y negro, mujeres asiáticas convertidas en esclavas sexuales de los soldados nipones. / foto

200.000 asiáticas fueron usadas como esclavas sexuales por los soldados japoneses hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. El Gobierno nipón les ha pedido perdón, pero ellas reclaman justicia,.

Si los propios cascos azules desplegados en la República Centroafricana han sido capaces de exigir sexo oral a niños hambrientos a cambio de comida, según ha reconocido la ONU, qué podría esperarse de los terroristas del Daesh, que obligan a las mujeres a convertirse en esclavas sexuales si quieren seguir con vida. No han inventado nada, a lo largo de la historia la violación ha sido un arma de guerra utilizada por todos los ejércitos. Y si eso sucede en el siglo XXI, cómo serían las cosas echando la vista atrás... Esta semana el protagonista ha sido Japón, país que ha tenido que pedir perdón a las vergonzosamente llamadas 'mujeres de confort', unas 200.000 jóvenes asiáticas secuestradas para integrar un gigantesco harén con el que satisfacer los impulsos sexuales de sus soldados. Fue durante las invasiones coloniales de la primera mitad del siglo XX hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Violadas por decenas de hombres cada día, golpeadas, torturadas... muchas de ellas perecieron. Las que lograron salvarse escondieron esa etapa de su vida hasta que se destapó todo. El problema es que el Gobierno japonés ha reconocido solo a las víctimas de Corea del Sur, uno de los países más afectados, donde quedan 46 supervivientes. Los estados han llegado a un acuerdo que supone 7,6 millones de euros en compensaciones económicas para «restaurar la dignidad» de estas mujeres.
Pero la satisfacción inicial se ha convertido en malestar. En primer lugar, entre las propias coreanas, que piden responsabilidades legales por este crimen de guerra. También entre los demás países afectados, que se quejan de haber sido excluidos de esta iniciativa. Porque además de Corea del Sur, las 'mujeres de confort' fueron raptadas en China, Taiwan, Tailandia, Vietnam, Malasia, Filipinas... En 1992, Tokio admitió el daño causado y dos años después creó el Fondo de Mujeres Asiáticas para satisfacer a todas las afectadas, pero muchas rechazaron las ayudas: procedían de donaciones privadas, así que no lo consideraron un perdón oficial, sino un mal sucedáneo.
El último reconocimiento tuvo lugar el lunes, Día de los Inocentes, una macabra broma para la china Zhang Xiantu, fallecida hace solo un mes a los 89 años, mientras esperaba las disculpas. Contraria a aceptar el dinero del fondo, Zhang denunció al Gobierno nipón en el año 2000 junto a otras 15 compatriotas, algunas de las cuales aún malviven en zonas rurales del gigante asiático. «Antes de expirar, animó a sus hijos a seguir con la demanda contra el Estado japonés. Morir sin conseguir una disculpa fue una vergüenza para la anciana», explicó tras su fallecimiento Zhang Shuangbing, un maestro de Primaria sin parentesco con esta mujer. Este profesor chino lleva mucho tiempo investigando y entrevistando a las esclavas sexuales, a las que ha convertido en su causa. Así supo que, una mañana de 1942, soldados japoneses entraron en la casa de Zhang Xiantu rompiéndolo todo. Ella tenía 16 años, acababa de casarse y trató de huir. Pero no podía correr bien con sus pies deformes: como mandaba la tradición, se los habían vendado de niña para que no crecieran. Y fue capturada. Durante 20 días fue violada repetidamente. «Casi muero del miedo», decía sin ganas de recordar. Y tuvo suerte. Su padre vendió las ovejas para pagar el rescate que le pedían. Tan 'afortunada' fue que llegó a tener hijos y nietos.
Pero este final no es el más habitual entre las 'mujeres de confort': muchas acabaron estériles por la brutalidad de las violaciones y las enfermedades. La coreana Hwang So-Gyun relata uno de los momentos más atroces: «Un día, una chica nueva llegó al compartimento contiguo. Ella intentó resistirse a los hombres y mordió a uno de ellos en el brazo. Fue llevada al patio y frente a todas nosotras le cortaron la cabeza con una espada. Después despiezaron su cuerpo en trozos pequeños». Su compatriota Chong Ok-Sun también aporta su testimonio: «Tuvimos que atender a más de 5.000 soldados japoneses como esclavas sexuales todos los días, hasta 40 hombres venían a la habitación por día... Cada vez que protestaba, me golpeaban o me metían trapos en la boca. Una vez acercaron una cerilla a mis partes íntimas hasta que yo obedecí. Una niña coreana contrajo una enfermedad venérea por ser violada tan a menudo y, como resultado, más de 50 soldados japoneses fueron infectados. Con el fin de detener la propagación de la enfermedad y para 'esterilizar' a la chica, le pusieron una barra de hierro candente en sus partes íntimas».
Cuestionando el drama
Lee Yong-Soo se convirtió en la primera superviviente coreana en revelar su pasado. Hoy tiene 88 años y es una activista incansable. «Me pregunto por qué nos llamaron 'mujeres de confort'. No fuimos por voluntad propia, fuimos secuestradas. Eso fue una matanza de seres humanos, no un lugar de confort. Hasta niñas de 11 años fueron reclutadas. Era mejor morir que vivir». En 1942, un compatriota y un japonés la secuestraron y la llevaron al noroeste de China, «a un lugar donde había otras chicas. Me obligaron a tener sexo con muchos hombres. Intenté escapar, pero me atraparon y me pegaron una y otra vez», cuenta mientras enseña sus heridas de cuchillo en brazos y pies. Perdió parte de su capacidad visual y auditiva, y por culpa de los tratamientos contra la sífilis quedó estéril. «Me sacaron de mi casa cuando era niña. Mi derecho a ser feliz, a casarme, a tener una familia... Todo me fue arrebatado».
Y aún hay quien niega el relato de estas mujeres con el argumento de que las relaciones sexuales con los soldados fueron consentidas a cambio de dinero. El exjefe de la fuerza aérea japonesa Toshio Tamogami se atrevió a decir que Lee Yong-Soo y otras como ella adornan su testimonio a instancias del Gobierno de Corea del Sur para sacar dinero a Japón. Parece obviar al general Okamura Yasuji, fallecido en 1966, primer oficial en confirmar la existencia de estas esclavas sexuales. Y al médico japonés Masayoshi Matsumoto, 93 años hoy: «Me siento como un criminal de guerra. Pero tengo que hablar, es mi propósito ahora, por eso se me ha permitido vivir tanto». Atendió a varias mujeres que sufrieron enfermedades venéreas después de ser obligadas a acostarse con más de 300 soldados. «No tenían otra opción. Negarse habría sido su sentencia de muerte».
Durante su primer mandato, el primer ministro actual, Shinzo Abe, puso en duda en 2007 que estas mujeres hubieran sido coaccionadas, desatando la indignación de los países implicados. Luego lo matizó. Hasta llegar el reconocimiento de esta semana, que no ha hecho más que enojar a la coreana Lee Yong-Soo. Se queja de que no hayan consultado a las víctimas. Y desde sus 88 años advierte: «La lucha continúa». Aunque algunas, como la china Zhang Xiantu, se vayan quedando por el camino.

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La pesadilla de Mas

Anna Gabriel, durante una comparecencia previa a las negociaciones con Junts pel Sí. :: LLUIS GENE/afp
Anna Gabriel, durante una comparecencia previa a las negociaciones con Junts pel Sí. 
  • De abuelos libertarios y madre comunista, la cabeza visible de la CUP que ha impuesto el rechazo al president, es una mujer suave en la formas pero con un discurso incendiario. Carga contra los corruptos, pero también «contra la gente con corbata, la gente perfumada»,.

    Resultat d'imatges de CABALGATA DE REYES MAGOSHe tenido la suerte, o el privilegio, de venir de una familia muy politizada». Anna Gabriel (1975) está acostumbrada a nadar a contracorriente. Cuando lo que se impone es marcar distancias y cargar las tintas contra los políticos, ella reivindica la legitimidad de la actividad pública para cambiar una realidad que no le gusta nada. A la portavoz parlamentaria de la CUP, la formación que con su rechazo definitivo a la investidura de Artur Mas puso el domingo fin al ciclo soberanista catalán, le gusta hablar del compromiso de sus antepasados. En una reciente entrevista en el diario catalán 'Vilaweb', recordaba que uno de sus bisabuelos, durante las revueltas mineras de Súria y de Sallent de 1934, quemó todos sus ahorros en público convencido de que el sistema capitalista estaba a punto de desaparecer y de que el dinero había dejado de tener valor.
    La número dos de la CUP es depositaria de la herencia ideológica de su árbol genealógico. Su abuelo paterno emigró de Huelva para trabajar en las minas de Sallent de Llobregat, una localidad a 76 kilómetros de Barcelona donde se vivió con especial intensidad el despegue del comunismo libertario en vísperas de la Guerra Civil. El ideario de la dirigente cupera bebe de las fuentes del anarquismo de la CNT y del marxismo del PSUC, dos formaciones que tuvieron gran arraigo en la comarca de Sallent. Su madre, militante comunista, participó activamente en los movimientos antifranquistas. Su ejemplo le marcó hasta el punto de que a los 16 años tenía ya una fuerte conciencia política y pertenecía a organizaciones como la Plataforma Antifascista.
    Profesora de Derecho en la Universidad Autónoma de Barcelona y licenciada en Educación Social, en 2002 participó en la fundación de la CUP en Sallent. Anna se sintió desde el principio comprometida con el ideario de una formación que tomaba el nombre de la Candidatura de Unidad Popular, la coalición de partidos de izquierdas que en 1970 llevó a Salvador Allende a la presidencia de Chile. Entre 2003 y 2007 fue concejala en su pueblo. Allí empezó a curtirse sin que su discurso perdiese un ápice de consistencia. Su total entrega le valió el reconocimiento de su formación y en 2009 fue la candidata más votada al secretariado general de la CUP, puesto que rechazó para «abrir un debate sobre la democracia interna». También renunció por aquella época a una plaza de funcionaria para poder dedicarse por completo al partido y a su municipio.
    En 2013 pasó a coordinar el grupo de la CUP en el Parlament. Su desembarco en la actividad política 'profesional' no moderó su granítico discurso. En la intervención que protagonizó aquel año con motivo de la Diada dejó las cosas claras y arremetió contra el sistema social vigente con la misma vehemencia -y parecido argumentario- que sus ancestros de la CNT y el PSUC. El capitalismo, sentenció, «genera odio, odio y más odio». También cargó contra la gran burguesía: «Los corruptores, esos empresarios, esas grandes familias catalanas; la gente con corbata, la gente del Liceo, la gente perfumada».
    El retrato de clase que dibujó entonces tenía mucho en común con el de Artur Mas, así que no es extraño que desde el principio se alinease con la corriente contraria a apoyar la investidura del cabeza de la lista de Junts pel Sí después de las elecciones del 27-S. Ese frente interno, denominado Endavant (Adelante), llegó a la conclusión de que «no hay que ceder todo el capital político independentista depositado en la CUP a un proyecto neoautonomista y de refundación de la derecha pujolista».
    Peticiones de dimisión
    El triunfo de la tesis de Endavant en la votación del domingo y la consiguiente negativa de la CUP a apoyar la investidura de Mas ha causado un profundo terremoto en la formación anticapitalista. La renuncia ayer mismo a su acta de diputado del que ha sido hasta ahora su líder, Antonio Baños, va a hacer que todos los focos se vuelvan ahora hacia ella. A Anna Gabriel le va a tocar la papeleta de recomponer el cisma que se ha abierto entre las dos almas cuperas. No lo va a tener fácil
    Habrá que ver si la hasta ahora número dos de la CUP es capaz de sosegar los ánimos y gestionar la decepción de muchos de sus militantes. De momento le llueven peticiones para que dimita desde todos los ángulos del espectro soberanista. Juegan a su favor su destreza dialéctica y su capacidad para guardar las formas por muy dinamiteros que sean sus mensajes. Al fin y al cabo, la de Anna Gabriel es una revolución con compostura.

    VAQUEROS Y CAMISETAS

    Austera. Anna Gabriel tira de vaqueros, camisetas y zapatillas deportivas. Remata su peinado con un flequillo frailuno y solo se permite un adorno: unos sencillos aros como pendientes. Como muhos otros simpatizantes de la CUP, ha adoptado una estética parecida a la que triunfó hace unos años entre los militantes de la izquierda abertzale.
    Las brujas. Aunque mantiene siempre las formas, su discurso político no admite medias tintas. Es famosa la frase que pronunció en el acto central de la campaña del 27-S de la CUP: «Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar» (en el lenguaje de la CUP no se habla de 'los' y 'las', directamente se utiliza el femenino como neutro).
    Sus gustos. Su novela preferida es 'El albergue de las mujeres tristes', de Marcela Serrano; su película, 'Hoy empieza todo', de Bertrand Tavernier; su cantautor, Ovidi Montllor, revelaba al diario 'Vilaweb'. Cree que el flamenco y la jota son tan catalanes como la sardana y la barretina.

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