miércoles, 21 de julio de 2021

Órbita Laika - Jeff Bezos ya es astronauta ,./ Zona indie - Cine - Mentes poderosas ,. / + Cotas - El arca que salvó a los sapos ,. / Generaciones - Morir para vivir ,.

 

TITULO: Órbita Laika - Jeff Bezos ya es astronauta ,.

Lunes -19- Julio  las 22:00 en La 2 / fotos,.

Jeff Bezos ya es astronauta,.

El dueño de Amazon y sus tres compañeros de viaje completaron con éxito el primer vuelo tripulado del cohete New Shepard de Blue Origin,.

 Jeff Bezos ya es astronauta

«El mejor día», dijo Jeff Bezos a las 15:23, con la cápsula en la que viajó al espacio ya posada en tierra. La nave con el propietario de Amazon, su hermano Mark, la pionera de la aviación Wally Funk y el joven Oliver Daemen acababa de aterrizar en el desierto de Texas diez minutos y diez segundos después de haber despegado en lo alto de un cohete New Shepard de Blue Origin. Los cuatro astronautas habían atravesado el límite entre la atmósfera terrestre y el espacio, situado a unos 100 kilómetros de altura, y habían experimentado la microgravedad durante tres minutos. 

 

«Hoy será la primera vez en la historia que una empresa comercial lanzará una nave espacial construida y financiada con fondos privados desde un campo de lanzamiento privado con astronautas a bordo», había tuiteado Blue Origin dos horas antes del despegue. Además del dueño de la firma aeroespacial y de su hermano, los otros dos tripulantes marcaron sendos récords: Wally Funk, de 82 años, es la persona más mayor que ha volado al espacio y Oliver Daemen, de 18, la más joven. A Daemen le pagó el billete, por una cantidad que no ha trascendido, su padre, el magnate holandés Joes Daemen. 

 

Los cuatro tripulantes entraron en la cápsula cuarenta minutos antes del despegue. Jeff Bezos, con el sombrero texano que luego se puso para salir de la nave. Diez minutos después, se cerró la escotilla. «¡Esto es fantástico!», había dicho horas antes una sonriente Wally Funk, que ansiaba flotar en el espacio. A las 15:12 horas, con doce minutos de retraso sobre el horario previsto, el cohete, de 18 metros de altura y cuyo nombre honra al primer estadounidese en viajar al espacio, Alan Shepard, encendió su motor y empezó a elevarse sobre el Launch Site One, al oeste de Texas. Todo iba bien.



Tres minutos después del despegue, la nave con los cuatro tripulantes se separó del cohete a casi 100 kilómetros de altura. Tras unos minutos de caída libre y mientras la cápsula completaba su vuelo parabólico, el lanzador encendió su motor para aterrizar verticalmente sobre sus cuatro patas en una maniobra que no por repetida -la realizan tanto los cohetes de Space X, la firma de Elon Musk, como los de Blue Origin- resulta menos espectacular. Eran las 15:21 horas. Los astronautas flotaron más allá de la atmósfera durante unos tres minutos. Se oían sus gritos de entusiasmo. «¡Me encanta! ¡Me encanta!», gritó Wally Funk mientras flotaba con el horizonte terrestre curvado al fondo. Luego, la cápsula empezó a caer, sus paracaídas frenaron el descenso y, poco antes de tocar tierra, sus retrocohetes se encendieron y se posó suavemente en el desierto de Texas a las 15:23 horas.

Minutos después, el equipo de rescate abrió la escotilla y Jeff Bezos salió de la nave con su sombrero texano. Por detrás de él, Wally Funk estaba entusiasmada. El de hoy fue el decimosexto vuelo de prueba del New Shepard y el primero tripulado. Bezos es ya astronauta. Lo ha conseguido. La competición con Richard Branson, el fundador de Virgin, por hacerse con el pastel del llamado turismo suborbital acaba de empezar.

60 años esperando un sueño

Wally Funk estaba exultante. Antes de subir al cohete y cuando salía de la cápsula en el desierto de Texas después de haber flotado en el espacio. Además de cumplir un viejo sueño, había desbancado a John Glenn como el ser humano más mayor que ha viajado al espacio. Glenn tenía 77 años cuando en 1998 participó en la misión del 'Discovery' en la que voló por primera vez al espacio Pedro Duque.

Nacida en Las Vegas en 1939, a los siete años hacía aviones con madera de balsa y a los nueve recibió su primera lección de vuelo. Aviadora profesional a los veinte, formó parte en en 1961 de un grupo de mujeres astronautas a las que, a pesar de que en algunas pruebas superaron a los hombres, la NASA impidió volar al espacio. Instructora de vuelo, cuando la agencia se abrió a las mujeres se presentó como candidata a astronauta. La rechazaron tres veces por carecer de un título en ingeniería, algo que tampoco tenía Glenn. Bezos ha hecho realidad su sueño. 

 

TITULO :   Zona indie - Cine - Mentes poderosas .

Este lunes-19- Julio a las 23:30, en la ‘Zona indie’ de La 2 se emite la película, foto.

 Mentes poderosas

Reparto
 
Después de que una enfermedad matase al 98% de los niños y jóvenes de los Estados Unidos, el 2% que consiguió sobrevivir ha desarrollado superpoderes, pero se los ha encerrado en campos de internamiento al ser declarados una amenaza. Una de esas niñas de 16 años, Ruby, consigue escapar de su campamento y se une a un grupo de adolescentes que huyen de las fuerzas del gobierno. 
 
 

TITULO:  + Cotas -  El arca que salvó a los sapos  ,.

El Sabado -17-Julio- a las 9:30 por La 1, foto,.

 

El arca que salvó a los sapos,.

Un laboratorio reproduce las condiciones naturales para lograr la reprodución de 34 especies de batracios al borde de la extinción por el cambio climático,.

Uno de los alevines de sapo, en el recipiente del laboratorio ecuatoriano que lucha contra su extinción. /Afp

Iban camino de la desaparición. El calentamiento global los había convertido en animales tan frágiles que los científicos temieron que no tuvieran una segunda oportunidad, hasta que crearon un arca para salvar a una gran variedad de sapos en Ecuador. En cajas de plástico o de vidrio, con hojarasca, agua o rocas -según las necesidades de cada especie-, el Centro Jambatu reproduce en cautiverio 34 tipos de sapos, cuyas poblaciones disminuyeron dramáticamente por el aumento de temperatura y los cambios en la humedad. Es el «arca de los sapos»

Fundado en 2011, el centro de investigación opera cerca de Quito y tiene amplios jardines, con una hilera de habitaciones interconectadas en las que imitan los diferentes climas. «El sueño es que estos animales regresen. Se extinguieron de los parques nacionales. Eso es una alerta máxima. Que un animal se extinga de un parque nacional quiere decir que algo estamos haciendo mal. Ese algo es el cambio climático», sostiene el director, Luis Coloma.

Entre anfibios del género 'Gastrotheca' y de la familia 'Dendrobatidae', sobresale el 'Atelopus ignescens' o jambato negro, un sapo que fue abundante en páramos y ciudades y que regresó de entre los muertos. Después de tres décadas de su aparente extinción, reapareció y hoy es el primer huésped del arca que roza la libertad.

Cuatro jambatos dejaron la vida segura del laboratorio y se internaron en un terrario en los jardines del centro. Ahí, por primera vez, científicos hacen ensayos de preadaptación, a los que accedió la Afp, para evaluar cómo responden a predadores, enfermedades y variaciones en el clima, con miras a una posible reintroducción en su hábitat. Las hembras de esta especie alcanzan los 4,2 centímetros y son más grandes que los machos.

En el terrario, que recrea un ecosistema de páramo con un río artificial y vegetación andina, uno de los animales se lanza a la corriente provocando el alborozo de Coloma. «¡Es la primera vez que ese animal está nadando! Eso debe estar en su memoria genética», exclamó.

Como en otras especies de anfibios, el cambio climático y patógenos como el hongo quítrido mermaron a los jambatos, hasta su desaparición en la década de 1980. El Centro Jambatu ofreció recompensas por uno de estos individuos. En 2016 un niño indígena de Cotopaxi (centro) lo encontró y obtuvo 1.000 dólares. Esto motivó una intensa búsqueda que dio frutos con el hallazgo de una colonia de 36 ejemplares que se integraron al arca, donde nacieron cientos de renacuajos, de los cuales sobreviven 200.

En los laboratorios se generan «poblaciones que tienen suficiente diversidad genética para subsistir en el tiempo», explica Andrea Terán, encargada del proyecto. Lograr la reproducción del jambato fue casi un milagro bíblico. «Son muy difíciles de reproducir en laboratorio porque tienen un comportamiento hogareño, siempre regresan a reproducirse al mismo sitio en el que nacen», señala Coloma.

 

TITULO: Generaciones - Morir para vivir ,.

 

Morir para vivir

La última de mis muertes fue la tuya. Cuando ya nada quedaba, llegaste y me lo diste todo,.

foto / La primera vez que me asesinaron yo tenía 7 años. Dicen que de esa edad se recuerda poco y se olvida mucho, pero yo lo recuerdo todo. Él dijo que yo no era como los demás; los otros tenían una esponja en la cabeza, lo absorbían todo, aprendían deprisa, eran obedientes. Pero yo tenía una piedra aquí dentro —y al decirlo golpeaba repetidamente mi entrecejo con su índice y yo sentía a un pájaro carpintero picoteándome–. Para demostrar su tesis me abrió la cabeza con un palo. Ese día aprendí que las piedras también rezuman sangre oscura. No sé qué era lo que tanto le enfadaba de mí. Que sorbiera los mocos sin llorar cuando me abofeteaba, que me mordiera las uñas y me las guardase en los bolsillos, que trapichease con las gelatinas del postre a cambio de cigarrillos que olían a calzoncillos o calcetines porque en el orfanato estaba prohibido fumar. Cuando desperté en el hospital ya no era yo, era otro. Uno que pensaba pero que no era capaz de traducir los pensamientos en palabras, solo en balbuceos.

La segunda vez que me arrancaron el corazón fue a los 15 años. Me devoró un guepardo de piel moteada, músculos ágiles y fuertes, dientes afilados y gestos bruscos, feroces y crueles. El guepardo vestía traje caro, chaleco a conjunto y sonrisa comprada en una clínica dental del centro. Lo primero que vi al separar mis ojos de la mierda que se acumulaba entre los dedos de mis pies descalzos fueron sus zapatos italianos. No sabía anudarse parejos los cordones. Hay que hacerlo como si dibujaras una mariposa con las alas desplegadas. Alcé la vista y lo vi bajo su enorme paraguas, observándome fijamente, como hacen los guepardos al oler al más débil del rebaño. El guepardo me llevó a su guarida en un callejón infecto y mientras las ratas bebían en los charcos me mordió el pecho y me sacó el corazón con sus garras. No le bastó con violarme. Tuvo que beberse la poca luz que le quedaba a mi alma.

La última de mis muertes fue la tuya. Cuando ya nada quedaba, llegaste y me lo diste todo. Lo que no esperaba, lo que no creía posible. Descubrí qué universo se esconde en una caricia, las puertas que abre un beso en los labios, tus olores, tu tacto, tu aliento rozando mi mejilla sin afeitar. Tres años maravillosos, una gota de agua en el desierto cada vez que aparecías para traerme tus vientos y tus miradas de estrellas. Y entonces, cuando el miedo era ceniza bajo nuestros pies, llegó esa palabra que escuchamos con incredulidad en la consulta del oncólogo. Y nos metimos juntos en un espejismo, nos abrazamos y nos negamos a aceptarlo, vivimos aquellos últimos meses como si el tiempo fuera un dibujo infantil entre las nubes de nuestra azotea. Y esperamos otro milagro más, mientras te apagabas. Me hiciste prometerte que yo no moriría esta vez. Pero yo me enterré contigo en aquella tumba, hundí los clavos muy fuerte en el ataúd para no salir nunca más.

Es extraño matar sin ira, sin rencor, sin odio. Es extraño matar estando muerto

Crucé un mar oscuro y profundo, sin inviernos ni veranos, sin noches o días, donde el tiempo era una resina pegada a mi dolor. Una tortura de alfileres bajo las uñas, en las encías, de calles que eran bosques enfermos. Y cuando ya no pude más volví a nuestra azotea, a la misma silla con un cenicero de plástico donde nos quedábamos hasta las tantas viendo las lunas de mayo. Grité tu nombre, lo supliqué, pateé las sábanas tendidas, y solo obtuve silencio. Y decidí que esta vez sería yo quien eligiese mi muerte. Me coloqué al otro lado de la baranda y contemplé los ocho pisos hasta la calle. ¿Por qué los hombres no pueden volar? ¿Qué nos ata a esta gravedad que nos enferma? No fui capaz. No todavía. Comprendí que el dolor es solo una ola que gira en las entrañas para llevarnos a la orilla de lo que se debe hacer.

Y lo supe. Fue entonces, ya cadáver, cuando empecé a matarlos a ellos, a mis asesinos. Los busqué durante años, al cura del orfanato, al guepardo, a sus familias, amigos, conocidos... Odios secos, miradas de incredulidad, súplicas que de nada les valieron, arrogancias que tampoco me hicieron dudar. Pelar una manzana que ha estado demasiado tiempo en el frutero, algo seco, que ya no cruje al sentir el puñal. Eso sentí al ensartar al cura, ya viejo y ciego, en su gloria. Esa sensación experimenté al arrancarle las garras y los dientes al guepardo con unas tenazas.

Es extraño matar sin ira, sin rencor, sin odio. Es extraño matar estando muerto.

Me preguntan por qué tanta sangre derramada.

¿Qué puedo decir? Es lo único que me hace sentir vivo.

 

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