El domingo -20- Octubre , a las 21:30 por La Sexta, foto,.
Sanidad asegura que el paro parcial de las ambulancias no incidirá en los servicios vitales,.
En la misma línea, quiso dejar claro que tanto las urgencias como los puntos de atención continuada tendrán garantizada la presencia de ambulancias y que los servicios mínimos serán del cien por cien en todos los transportes de oncología, de diálisis y los traslados de las altas hospitalarias, además de «otras situaciones que son importantes para la vida de las personas», apuntó Vergeles, que consideró que se trata de algo normal porque el transporte de ambulancias «es un servicio público esencial».
Por su parte, desde el comité de huelga de Ambulancias Tenorio consideran «abusivos» los servicios mínimos de la orden de la Consejería de Sanidad y ya avanzan que «probablemente serán recurridos».
Al respecto, Vergeles informó que el Servicio Extremeño de Salud (SES) tuvo conocimiento de los paros programados el pasado jueves y que el viernes se enviaron los servicios mínimos por burofax a la empresa para que los conociese y trasladase al comité de empresa.
El comité confirma que recibió la comunicación «a última hora» del viernes, pero explican que el propósito de la empresa parece ser «asignar los servicios mínimos avisando, a través de un mensaje de móvil al terminal de la empresa», algo que el comité define como una «insensatez», ya que «muchos terminales están fuera de servicio».
El resto de paros están fijados para el 14 y 21 de este mes y están planteados como pasos previos a una huelga indefinida a partir del 1 de noviembre.
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El PSOE defiende que la estabilidad regional pasa por un gobierno socialista en España
González efectuó estas declaraciones tras la reunión de la Comisión Ejecutiva Regional de su partido, que se celebró en la jornada de ayer en Mérida. En esa cita se abordaron algunas de las incertidumbres que en estos momentos existen en nuestro país respecto a temas que preocupan de manera directa a los extremeños, como el Brexit o el comercio con Estados Unidos.
Soluciones
Según el portavoz socialista, ante esta realidad hay dos salidas: una por la derecha, que ya se conoció con los gobiernos de Mariano Rajoy y «con privatización de los servicios públicos y con recortes de derechos sociales», y otra por la izquierda, que es la progresista que propone el PSOE, «que es redistribuir la riqueza, con mayor igualdad, con mayor solidaridad y fundamentalmente que se fortalezcan a las clases medias, a las clases trabajadoras y a las clases más humildes».TITULO: LA AVENTURA DEL SABER TVE - Mundiales de Béisbol,.
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Los 'Medias Negras' y la Mafia: un siglo del mayor escándalo de la historia del deporte
DEPORTE VINTAGE De cómo se amañaron las Series Mundiales de Béisbol
Para entender un poco el trasfondo del asunto hay que ponerse un poco en el de los Estados Unidos de esos años 20 que estaban a punto de empezar. El país era ya la primera potencia mundial, pero -como hoy- con fuertes claroscuros. Su desarrollo económico e industrial, sin precedentes , atraía a inmigrantes de todo el cansado Viejo Mundo: alemanes, suecos, rusos, polacos, irlandeses, los discriminados judíos e italianos, pero también chinos y japoneses... En líneas generales, en los EE.UU había más libertad política, económica y de expresión que que en casi todo el resto del mundo, aunque la forma de relación entre pobres y ricos, personas o empresas, era un poco como la vieja ley de la selva.
Entre las sombras estaba la corrupción política y la delincuencia añadida. Nos podemos acercar a ella con la famosa película 'Gangs of New York' (Martin Scorsese, 2002), y sobre todo con el libro 'The Gangs of New York' de Herbert Asbury, 1928, en el que se inspira esta. En un modelo que podría extrapolarse a todo el país, el poder político, simbolizado en la institución Tammany Hall, se movía según el interés económico de quienes lo ocupaban. Las grandes corporaciones, de ferrocarriles, bancos (J.P. Morgan pasó a ser sinónimo de corrupción) o cualquier cosa, sobornaban a su gusto a la clase política.
No había verdadera integración social. Los WASP (White, anglo saxon and Protestant, los 'auténticos americanos'), toleraban más o menos a los inmigrantes y estos también lo hacían entre sí, pero no se integraban apenas en una sociedad común -aparte y debajo estaban los recién liberados negros y los indios supervivientes-. Estos inmigrantes creaban sociedades de ayuda mutua -o importaban las que ya tenían- que acababan en su mayoría convirtiéndose en grupos de delincuencia organizada, que a su vez contactaban vía sobornos con el poder político en manos de los WASP.
De estas sociedades, la más desarrollada era evidentemente la mafia italiana, que se hizo fuerte sobre todo en Nueva York, compartiendo espacio con chinos y judíos. Estos se agrupaban por etnia ya que no tenían nacionalidad de origen (se les conocía también como 'turcos' por ser Palestina parte del Imperio Otomano).
Cuando en los inicios de los años 20 la Prohibición de bebidas alcohólicas, impulsada por el puritanismo WASP puso fuera de la ley todo un sector industrial, fueron estos grupos quienes se hicieron con él, multiplicando exponencialmente su poder. Sus capitales se infiltraban en la política, en los negocios legales, y evidentemente copaban los ilegales y los que estaban en penumbra. Uno de ellos era el deporte.
Llegamos así al meollo del asunto: lo que pasó en esas Series Mundiales, la final del béisbol profesional estadounidense, que enfrentó a los Cincinatti Reds y los Chicago White Sox (Medias blancas). Este segundo equipo era algo peculiar: su propietario era Charlie Comiskey, de 60 años a la sazón. Era de una avaricia y tacañería extrema, como no pocos de los grandes capitalistas de ese tiempo y lugar.
Por ejemplo, se negaba a que el club pagara la limpieza de los uniformes de los jugadores. Como estos tampoco quisieron hacerlo, se declararon en huelga de limpieza en 1917. Finalmente, Comiskey ordenó lavarlos, pero descontó el coste a los jugadores de su contrato. Mientras otros equipos daban a los jugadores una dieta de cuatro dólares para gastos, él daba tres. Y eso pese a que en 1917 sus jugadores habían ganado la Serie Mundial: él había prometido una prima por la victoria. Lo que dio fue una caja de champán barato.
En estas se estaba, cuando en 1919 los Chicago White Sox llegaron también a la final de la Serie Mundial, con los Cincinatti Reds como rival. Eran evidentes favoritos. Quizá por eso a un apostador de Boston llamado Joseph Sullivan y a un jugador de los White Sox llamado Chick Gandil se les ocurrió sería un fabuloso negocio para las apuestas que los favoritos perdieran.
El tacaño Comiskey
Como vemos, el ambiente con Comiskey no era el mejor. Además de las anécdotas anteriores, hubo casos como que al pitcher Eddie Cicotte, por ejemplo, se le ofreciera una prima por rendimiento pero en dos ocasiones, cuando estaba a punto de alcanzarla, fue relegado al banquillo para no salir de él. A Dicky Kerr, uno de los mejores del equipo, le negó un aumento de 500 dólares y consiguió que ningún otro equipo le fichara, y así, varios.
Comiskey enfrentaba a unos jugadores con otros, confiando en que él sería el único con poder real en el equipo. Pero lo que logró fue que los jugadores se detestaran entre ellos, sí, pero que a él le odiaran todos mucho más. De hecho, se estima que, además del dinero a ganar, parte de la motivación para el amaño fue fastidiar a Comiskey.
Sullivan señaló que para que la operación llegara a buen puerto, sería necesario que fueran varios los jugadores que intervinieran en el amaño. Entraron en el juego con Gandil, Eddie Cicotte, el de la prima birlada, Lefty Williams, Oscar Felsch y Charlie Risberg. Fred McMullin y Charles Weaver conocieron el arreglo, pero no lo denunciaron y se les acusó de cobrar por ello. Joe Jackson fue luego implicado.
Dado que la nómina de implicados era ya importante, estaba claro que haría falta dinero, mucho dinero, y más teniendo en cuenta que la cantidad a ganar era mareante. Así, entra en juego otro personaje como financiero. Nada menos que Arnold Rothstein, el gran capo de la mafia judía y quizá el mafioso más importante en aquel momento. Rothstein puso sobre la mesa 80.000 dólares (1,2 millones actuales), la garantía de que utilizaría su poder, que era mucho, para que la operación llegara a buen puerto, y la exigencia de que las cosas funcionaran.
Pero claro: cuando las cosas llegan a ese punto es difícil mantener el secreto absoluto. Aún más lo era en 1919, cuando el teléfono era aún alta y nueva tecnología. Antes del inicio de las series se detectó un flujo desusado de apuestas a favor del equipo más débil. Y nótese que en la mayoría de los Estados Unidos las apuestas no eran legales, pero aún así se trataban con toda naturalidad.
La final comenzó sin que el acuerdo estuviera totalmente cerrado. Sin embargo, durante la primera entrada, con Cicotte como lanzador por Chicago, una bola de este golpeó en la espalda al bateador Morrie Rath. En el acto, las apuestas se dispararon: era la señal del acuerdo y todo el mundo lo sabía menos, supuestamente, Comiskey, las grandes ligas, la policía y los gobiernos estatal y federal.
En el primer partido, Cincinatti ganó 9-1, con una desastrosa actuación de Cicotte, ampliando su ventaja con un 4-2. En el tercer choque, Chicago acortó distancias (3-0), distanciándose Cincinatti con 2-0 y 5-0, siendo un secreto a voces ya el amaño. Entre otros periodistas, Hugh Fullerton, del Chicago Herald, llevaba un recuento de jugadas dudosas. Un jugador de los Sox trató de interceptar un lanzamiento de su propio equipo.
De tal modo llegó la cosa a embrollarse, que los propios implicados tomaron conciencia de la situación y parecieron volverse atrás. Chicago ganó el sexto partido (5-4) y el séptimo (4-1), pero entonces entró en acción Rothstein, cuyos hombres hicieron saber a los implicados que si el asunto no llegaba a buen puerto, ellos y sus familias pagarían las consecuencias. Cincinatti decidió la serie en el octavo (10-5).
¿Todos contentos? Los jugadores protestaron por no recibir, al parecer, todo el dinero pactado. En 1920, los White Sox volvieron a funcionar como un reloj, llamando aún más la atención su errático comportamiento en las series. Así, se inició una investigación oficial por parte del Gran Jurado de Chicago, y además Comiskey ofreció 20.000 dólares por información sobre un amaño que, públicamente, negaba.
Rothstein fue llamado a declarar, y afirmó que él era sólo un empresario y un aficionado al béisbol. Pero algunos jugadores confesaron. Al final, el paraguas gangsteril de Rothstein protegió a todos, y fueron encontrados no culpables, por falta de pruebas. Y porque además, igual que en España por ejemplo hasta hace muy poco, el amaño de partidos no era delito.
Arnold Rothstein, con un moderno teléfono
Pero las Grandes Ligas determinaron que aunque no hubiera delito, su comportamiento fue inaceptable y fueron expulsados a perpetuidad. Los Ocho de Chicago siguieron jugando, pero en Ligas Menores. Los Chicago White Sox tardaron mucho en recuperarse. Hasta 2005 no volvieron a ganar otras Series Mundiales. El mote de 'Black Sox' (medias negras) aún no les ha abandonado.
Rothstein salió indemne. Fue pionero en tener una visión empresarial del crimen. Elegante y educado, se decía que los gemelos de marfil que llevaba a veces en sus camisas eran dientes de sus enemigos -'Murder Inc.' o corporación del asesinato, se llamaba a su organización-. El asunto de los White Sox le hizo entrar en la leyenda y cuando en 1920 la prohibición del alcohol en Estados Unidos entregó todo este sector empresarial a la delincuencia organizada, él estuvo a la cabeza. En 1928 fue asesinado por una deuda de juego: tenía 46 años y había establecido las bases de cómo el crimen organizado podía prosperar. Algunos de sus hombres, como Bugsy Siegel, Meyer Lansky y Frank Costello, o su aliado Lucky Luciano, son leyenda del crimen.
Comiskey murió en 1931 a los 72 años, tras pelearse con todo el mundo del béisbol. Está en el Salón de la Fama.
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