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Cada año adicional de crédito eleva su coste final un 5%,.
La contratación de un plazo cada vez más largo de la hipoteca también eleva el pago de intereses aunque reduce la cuota mensual a pagar,.
Para la hipoteca estándar de 135.000 euros con un interés del 2,5%, contratarla a 24 años supone un desembolso de 44.811 euros en intereses. Pero si se formaliza a 23 años vista, ese pago de intereses desciende hasta los 42.791 euros, esto es, casi un 5% menos por este concepto. Si esta es la opción, supondrá, eso sí, pagar 645 euros al mes frente a los 626 euros que costaría si se contrata a 24 años. Es decir:¿compensa pagar 19 euros más al mes a cambio de ahorrarse más de 2.000 euros en intereses.
Ocurre lo contrario si lo que se hace es solicitar esa misma hipoteca a 25 años, en vez de a 24. En este caso, el importe abonado en intereses se aproximaría a los 47.000 euros, lo que representa también unos 2.000 euros más. Eso sí, el ahorro en la cuota mensual sería de unos 20 euros con respecto a la hipoteca que se formalizara a 24 años.
Las últimas estadísticas del INE muestran cómo la banca se encuentra mucho más contenida a la hora de ofrecer la posibilidad de prolongar los plazos hipotecarios más allá de 25 o 30 años. La situación es muy distinta a la que había hace una década, en plena burbuja inmobiliaria, cuando las entidades llegaban a financiar operaciones hasta 40 e incluso, en algunos casos, a 50 años vista, un arma de doble filo por el sobreendeudamiento del cliente.
TITULO: EL DIVAN DE OLGA VIZA - Casemiro, obsesión por el detalle: horas de vídeos, dieta estricta y cámara hiperbárica,.
Casemiro, obsesión por el detalle: horas de vídeos, dieta estricta y cámara hiperbárica,.
El brasileño, el jugador del Real Madrid más utilizado por Zidane, se esmera en el estudio táctico y el trabajo de recuperación,.
Casemiro (São Paulo, 27 años) lleva el hilo de este Madrid en reconstrucción. Zidane no prescinde de él salvo alerta roja. Hasta que descansó el domingo contra el Valencia, encadenaba 21 partidos como titular en los que solo dejó de jugar la última media hora contra el Levante (con 3-1 en el marcador) y otra media contra el Galatasaray (con 4-0). Pero estuvo hasta el final en el 5-0 al Leganés y en la visita del miércoles pasado a Brujas, con todo decidido en la Champions. Ningún futbolista blanco suma más minutos que él. Solo lo sentaron en el banquillo las cuatro amarillas que acumulaba antes de visitar Mestalla, a una de la suspensión para el clásico, cuando, entre otras cosas, tendrá a su cargo la zona por la que acelera Messi.
El sábado 27 de julio, Casemiro estaba de vacaciones con su familia en São Paulo tres semanas después de ganar la Copa América con Brasil en Maracaná. Tenía las maletas preparadas para irse unos días a Orlando con su madre, su hermana, su esposa y su hija. Pero esa noche ve por televisión el desastre del derbi veraniego. El Madrid pierde 3-7 contra el Atlético en Nueva Jersey, y Casemiro separa su equipaje, saca un billete para Madrid y el lunes se está entrenando en Valdebebas, mientras su familia agota en EE UU la semana de vacaciones que le restaba. Diez días después, el brasileño disputa los primeros 45 minutos contra el Salzburgo y el Madrid comienza a coger cuerpo, como si le hubieran repuesto la columna vertebral.
Desde entonces, lo ha jugado casi todo, incluidos 420 minutos con Brasil en tres parones de selección. "Que no le pase nada a Casemiro", se oye a menudo en el Madrid sobre un jugador que carece de recambio específico en la plantilla. Esa vida en el alero tampoco se le escapa al brasileño. "El fútbol no son 90 minutos", razonaba con Valdano. "Soy un enfermo de cómo me cuido, de cómo me recupero. Soy uno de los jugadores que más se cuida en el mundo del fútbol".
Es de los primeros en asomar por Valdebebas, algo más de una hora antes de lo requerido, para trabajar en el gimnasio antes de la sesión de entrenamiento. También es uno de los últimos en abandonar la ciudad deportiva, después de tratarse. Por la tarde, completa el trabajo en casa, donde tiene instalado un gimnasio de 100 metros cuadrados y cuenta con su propio fisio. Echa la siesta en una cámara hiperbárica. Y extrema el cuidado con la dieta, entre lo que le sirven en Valdebebas y lo que le cocinan en casa. Según cuentan desde su círculo, ha ido aparcando su pasión por la feijoada (frijoles con carne de cerdo en salazón, acompañados de arroz y naranjas, y espolvoreados con harina de yuca), y ahora se inclina más por el pollo, la ensalada, el zumo de naranja. "Sólo se salta la dieta en raras ocasiones", aseguran.
Gasta un rigor contagioso, según contó Rodrygo en una entrevista en Esporte Interativo: "No le conocía y la verdad es que es un líder. Creo que Casemiro ha ayudado a cambiar la imagen de que el jugador brasileño es perezoso. Él está todo el rato diciendo: 'vamos para el gimnasio', 'vamos a recuperar al hielo', 'vamos a entrenar'. Es una gran inspiración".
Gran parte del resto de su tiempo —también los ratos muertos del insomnio del jet lag—, lo pasa viendo fútbol. Y mientras lo hace, en el sofá, se embute las piernas en una especie de botas de pescar diseñadas para la recuperación muscular a través de impulsos. Casemiro observa el fútbol de manera minuciosa y casi obsesiva, para lo que utiliza la plataforma Wyscout, entre cuyos miles de vídeos y datos bucea para analizar rivales, situaciones de juego y sus propios desempeños. En una reciente entrevista en la revista Líbero, explicaba la traducción de ese trabajo al campo: "Por ejemplo ayer [el partido contra el PSG en el Bernabéu] con Mbappé hubo una jugada en la que sabía que iba a intentar irse por dentro, pues lo hizo y se la robé. Es todo cabeza".
Casemiro, quinto máximo recuperador de la Champions (50) y segundo de la Liga (125), aguarda en sus dominios el tránsito de Messi por el Camp Nou.
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