TITULO: El
paisano - Viernes - 27 - Septiembre - San Nicolás (Granada) ,.
Viernes - 27 - Septiembre - a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
San Nicolás (Granada),.
De este mirador y su puesta de sol se dice que enamoró Bill Clinton allá por 1997 (aunque hay quien dice que en verdad lo hizo del vecino mirador de San Cristóbal). Lo que está claro es que, aunque el astro rey no se esconda precisamente tras la Alhambra, sus rayos somnolientos sí que tiñen de un color aún más impresionante a uno de los monumento más famosos de toda Andalucía. No en vano, a la hora del atardecer el Mirador de San Nicolás está siempre abarrotado de turistas y locales que no quieren perderse por nada del mundo este espectáculo.
TITULO: VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Finisterre (La Coruña),.
Finisterre (La Coruña)
foto /Atardecer en el Faro Finisterre, Coruña,.
El lugar donde creían hace siglos que acababa la Tierra es también uno de los mejores sitios para ver atardecer en nuestro país. Su ubicación en la parte más occidental de la Península Ibérica y su entorno pedregoso, tranquilo y casi mágico hacen de este cabo un lugar ideal para enamorarse del crepúsculo, bien sea sentado en las rocas al pie del faro o disfrutando de un paseo en barco por el Atlántico.
TITULO: HOSPITAL - Víctor Pérez, banderillero corneado en Valencia de Don Juan: «El Hospital de León fue una pesadilla»,.
Víctor Pérez, banderillero corneado en Valencia de Don Juan: «El Hospital de León fue una pesadilla»,.
El subalterno segoviano tuvo dos cornadas de 20 y 25 centímetros cada una en el sexto toro de la tarde del pasado 14 de septiembre,.
foto / Imagen del banderillero segoviano ingresado en el Hospital Universitario de León.
El pasado 14 de septiembre era enchiquerado Clavellino en la plaza de toros de Valencia de Don Juan, un imponente toro de Dolores Aguirre que había sido sobrero en las Corridas Generales de Bilbao y, a la postre, un peligroso burel que pegaría un tabacazo a uno de los actuantes.
Con motivo del centenario de la plaza de la localidad leonesa se había preparado un cartel donde las dos ganaderías anunciadas, Dolores Aguirre y Araúz de Robles, eran el principal atractivo del festejo.
Todo seguía su curso hasta que el sexto toro, el Dolores Aguirre procedente de Vistalegre (el coso bilbaíno), corneó doblemente al segundo de la cuadrilla de Diego García, el banderillero Víctor Pérez. Una cornada de 25 centímetros en el perineo y otra de 20 en el glúteo fue el duro pronóstico que firmaron en el Hospital de León, donde los cinco días que el subalterno pasó ingresado «fueron una pesadilla y un desastre total».
Complejidad de la cirugía taurina
La complejidad de atajar una cornada hizo que la experiencia del banderillero en el Hospital Universitario no fuese del todo buena. «Si llego a estar dos días más ahí no sé yo qué hubiera pasado», comenta renegado. «No podía ni caminar, era como una penitencia», relata. De hecho, la cantidad de pus que se había acumulado durante los días posteriores a la intervención le obligaron a ser de nuevo intervenido en la tarde del pasado lunes 23 de septiembre en Madrid. «Consulté con Enrique Crespo y pedimos el traslado», dice.
Y es que en León ni siquiera le decían lo que tenía. «No me explicaban hasta dónde llegaban las cornadas ni qué profundidad tenían, quería irme a Madrid para al menos tener esa tranquilidad emocional de saber lo que había. Fue horroroso», relata a este medio.
Toro complicado en banderillas
Bien sabida es la nobleza del toro bravo. Siempre avisa antes de coger. Gestos, manías o simplemente por casta, el toro siempre envía señales. Y el de Dolores no fue menos. «A mi compañero le cortó mucho en el primer par de banderillas (en vez de seguir el curso natural de la arrancada, el toro, mediante un brusco movimiento, acorta la distancia hasta el cuerpo del banderillero) y le apretó hasta el burladero», explica, «y yo tengo una manera de interpretar la tauromaquia un poco especial, siempre me entrego».
«El toro me esperó y se arrancó, yo le esperé, le gané la cara y le clavé las banderillas, pero me hizo hilo y la primera cornada me la dio en el aire», prosigue. «Según me metió el pitón en el aire me asusté porque noté por dónde entró y esa zona del perineo es peligrosa», apunta.
Próxima reaparición
Aunque Víctor tenía ya varias participaciones firmadas, no será hasta la temporada que viene cuando vuelva a vestirse de luces. «Estas heridas de ahora hay que cuidarlas mucho, han dolido», reflexiona, por lo que a pesar de sus habituales rápidas reapariciones, no será este percance uno más. «Fue un buen viaje y ahora hay que ir poco a poco», sentencia.
TITULO: VUELTA AL COLE -¿Sobrevivirá tu carrera a la inteligencia artificial? Las claves para el éxito laboral ,.
¿Sobrevivirá tu carrera a la inteligencia artificial? Las claves para el éxito laboral ,.
Si hay un sector en el que la inteligencia artificial está siendo disruptiva es la educación. En medio del proceso de transformación, los futuros universitarios se preguntan qué estudiar para asegurar el éxito profesional. Los expertos nos dan pistas.
fotos / Una nueva generación de estudiantes ha superado la selectividad. Pero ¿sobrevivirán estos futuros universitarios al tsunami de la inteligencia artificial (IA) que está transformando simultáneamente los sistemas educativo y productivo a nivel mundial? ¿Serán las carreras que en la actualidad tienen las notas de corte más altas las que proporcionen los mejores empleos y salarios? Nadie lo sabe, ni siquiera ChatGPT…
En tiempos disruptivos, Europa propone las microcredenciales: titulaciones específicas adquiridas en poco tiempo y que se renuevan durante la vida laboral
El desafío al que se enfrentan los universitarios, desde los recién llegados a los que saldrán pronto al mercado laboral, es de los que hacen época. Durante milenios, la economía se basó en los bienes que aportaban la agricultura y la industria. Hace apenas treinta años, los alumnos que cursaron la educación superior tuvieron que aprender a buscarse la vida en otro escenario: el de la economía del conocimiento y los servicios en línea que trajo Internet. Los expertos señalan que el paradigma vuelve a cambiar y no hay chuletas que valgan. La IA y la digitalización están alumbrando una realidad nueva. ¿Pero cómo es y cómo va a evolucionar?
Lección 1. La economía de las relaciones
Aneesh Raman, vicepresidente de la red social LinkedIn, y Maria Flynn, presidenta de la consultora Jobs for the Future, argumentan en The New York Times que acabamos de entrar en la economía de las relaciones. «Las habilidades interpersonales, tradicionalmente subestimadas, adquieren ahora mayor relevancia frente al avance de la inteligencia artificial. Si bien las habilidades técnicas han sido cruciales en el pasado, la IA está demostrando ser capaz de replicar muchas de estas capacidades. Este cambio de modelo nos obliga a reconsiderar cómo educamos a nuestra fuerza laboral. La importancia que hemos otorgado a conocimientos como la programación y el análisis de datos podría necesitar reevaluarse, ya que la IA generativa está demostrando ser competente en estas áreas», advierten. «Seguirá habiendo ingenieros en el futuro, pero lo más probable es que pasen menos tiempo programando y más en tareas como la colaboración y la comunicación. Y surgirán nuevas categorías de trabajos cada vez más anclados en lo que se han venido a llamar 'habilidades blandas'», concluyen.
Lección 2. La fuerza de las habilidades blandas
Las habilidades blandas no son nuevas: empatía, pensamiento crítico, negociación y resolución de problemas han permitido que la humanidad progrese a lo largo de la historia. Son, en definitiva, genuinamente humanas. También lo eran algunas habilidades duras, como la escritura, la traducción o la programación, pero la IA se las ha apropiado. ¿O más bien se las hemos 'regalado'? Depende de a quién se le pregunte. En el ámbito universitario, casi el 80 por ciento de los alumnos ya es un avezado usuario de ChatGPT (OpenAI), Gemini (Google) y Claude (Anthropic), las tres plataformas que hoy lideran el mercado. Lo que iba a ser una hecatombe de cortapegas y plagios no está siendo tan catastrófico, a la postre: la IA hace muy buenos resúmenes y traducciones, es excelente para tomar notas de audio y transcribirlas… Libera un tiempo precioso, pero el problema de sus alucinaciones y meteduras de pata está lejos de resolverse.
Lección 3. El arte de manejar los ‘prompts’
La gran paradoja es que el uso generalizado de la inteligencia artificial sirve para entrenarla. Y esa optimización, a la larga, puede condenar al paro a los que ahora se benefician de ella. Sin embargo, hay analistas que también señalan un proceso inverso: la IA, a su vez, también nos adiestra. ¿Lo comido por lo servido? Veamos un ejemplo: la habilidad más eficaz para trabajar con estas máquinas es saber cómo preguntarles, lo que los anglosajones llaman 'prompts', esto es, la capacidad de formular instrucciones y cuestiones de manera clara que den lugar a respuestas de calidad.
Las habilidades técnicas han sido cruciales en el pasado. Ahora las interpersonales, antes subestimadas, adquieren una enorme relevancia
Pero esa habilidad es la misma que utilizamos en las interacciones humanas. Es decir, mejora nuestra disposición para el trabajo en equipo.
Lección 4. Ojo al índice de rutinización
Aquellos que quieran comprobar hasta qué punto su carrera es vulnerable a la automatización pueden echarle un ojo a la investigación sobre la demanda de educación superior ante el cambio tecnológico y la inteligencia artificial recién publicada por la Fundación de Estudios Económicos (Fedea). Es muy revelador el índice de rutinización (RTI), que mide el riesgo de que una ocupación sea reemplazada por la tecnología debido a sus tareas rutinarias. Las carreras más amenazadas son Historia; Información y Documentación; Ciencias del Mar; Lenguas Modernas y Aplicadas; Criminología; Humanidades; Nutrición Humana y Dietética; Bellas Artes; Ciencias del Trabajo; Geografía; Ingeniería, Horticultura y Jardinería; Náutica y Transporte Marítimo; Historia del Arte; Finanzas y Contabilidad; Gestión y Administración Pública; y Turismo.
Esto no quiere decir, sin embargo, que vayan a desaparecer, pero deberán adaptarse para ser más resilientes. Pero eso es algo que incluso se recomienda también a las que están en primera línea de la vanguardia tecnológica, como las diversas ingenierías, Matemáticas, Arquitectura, Física…
Lección 5. Evitar la sobrecualificación
¿Sigue valiendo la pena el coste y el esfuerzo de obtener un título universitario? The Economist se hizo esta (sorprendente) pregunta tras comprobar que las tasas de matrícula han aumentado, mientras que los salarios de los graduados no han seguido el mismo ritmo. Y la respuesta fue 'sí', con matices… «Obtener un título es una inversión arriesgada, con grandes recompensas para los mejores, pero con resultados inciertos para muchos. La elección de la carrera influye en el potencial de ingresos (Ingeniería e Informática, alto; Artes y Humanidades, bajo). Y tardar más en graduarse reduce los beneficios. La elección de la institución importa menos que los estudios elegidos, salvo excepciones de universidades muy prestigiosas (norteamericanas y británicas, sobre todo).
Alexandre Sotelino El profesor,.
«Ser críticos con la información, saber seleccionar, será una de las destrezas más valoradas»
«La mayoría de las titulaciones tendrá que reinventarse para sobrevivir a la inteligencia artificial, pero no desaparecerá», pronostica Alexandre Sotelino (Ourense, 1986), uno de los mejores profesores de España. Sotelino enseña Pedagogía en la Universidad de Santiago. Ganó el Premio Educa Abanca, considerado el Goya de la educación, al mejor docente universitario en 2021 y ha sido finalista tres veces.
XLSemanal. ¿Cómo está influyendo la inteligencia artificial en las carreras?
Alexandre Sotelino. La mayoría de las titulaciones tendrá que reinventarse, pero no desaparecerá. Las ingenierías y las carreras técnicas seguirán, desde luego, con una alta demanda. Pero también las humanidades que se quedaron descolgadas. Para que la IA sea ética harán falta filósofos. Para adaptarla a la enseñanza, pedagogos y psicólogos.
El riesgo financiero tampoco es el mismo en Gran Bretaña o Estados Unidos, donde los créditos de un curso académico pueden multiplicar hasta por diez los de la universidad pública española. España es, además, una rara avis en Europa. El 50 por ciento de la población menor de 55 años tiene educación superior, toda una hazaña lograda en los últimos treinta años que hace que lidere los rankings europeos. Por desgracia, también capitanea otra triste estadística: la de la sobrecualificación. El 36 por ciento de los trabajadores ocupa un puesto inferior a su nivel de estudios. «Los empleadores valoran más las habilidades con las que tú sabes poner en marcha lo que haces que el diploma. La 'titulitis' también se está extinguiendo. El título es importante, pero demostrar que sé hacer lo que me piden es lo decisivo. Ya se está replanteando, desde el propio ministerio, el actual modelo de grados, másteres y doctorados», explica Alexandre Sotelino, investigador y pedagogo de la Universidad de Santiago.
Lección 6. Las microcredenciales
¿Cuál es la solución? «Todavía no está claro. Las microcredenciales son una opción que propone Europa. Son certificaciones académicas o profesionales que validan conocimientos específicos adquiridos en un corto periodo de tiempo y que se van renovando de manera flexible a lo largo de la vida laboral», añade Sotelino. Se trata, en resumidas cuentas, de acreditar y valorar esas habilidades blandas de las que tanto se habla. «Ya hay universidades que están adoptando las microcredenciales de manera experimental, pero no existe unanimidad. Es un melón que está por abrir», concluye.
La economista Minouche Shafik, que es la primera mujer en presidir la Universidad de Columbia, resume así el panorama: «En el pasado, los trabajos se basaban en el músculo; ahora, en el cerebro; pero en el futuro mandará el corazón». Esto es, las habilidades emocionales. Una asignatura que, por el momento, la IA suspende.
TITULO: EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles - 25 - Septiembre - Un ucraniano revela el terror de los prisioneros ,.
En la tuya o en la mía - Miercoles - 25- Septiembre ,.
En la
tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores
el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante
aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer
mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el
miercoles- 25- Septiembre , etc.
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles - 25 - Septiembre - Un ucraniano revela el terror de los prisioneros ,.
Un ucraniano revela el terror de los prisioneros ,.
Violado y torturado por los rusos: «El tipo se bajo el pantalón, agarró mi trasero... Rezaba para no vivir al día siguiente»,.
fotos / El soldado ucraniano Oleksiy Anulja sobrevivió al hambre, la tortura y la violación a manos de militares rusos tras ser capturado en el frente. Ahora lo cuenta todo para que nadie olvide que hay todavía ocho mil compatriotas en sus cárceles. Una historia de terror.
En un momento me imaginé escapando de la cárcel. No para volver a Ucrania, sino para refugiarme en el siguiente pueblo, esconderme en una granja y comer la comida de los cerdos. O al menos recibir un disparo al tratar de saltar la valla en vez de sufrir esta muerte lenta». Hoy, el soldado Oleksiy Anulja, de 30 años, se encuentra en el hospital número 1 de Ternópil, en Ucrania. Cuando fue liberado en la víspera de año nuevo de 2022, después de casi diez meses de cautiverio, estaba irreconocible. Le faltaban dientes, la carne de sus piernas estaba putrefacta y sus huesos, rotos. La musculatura de este antiguo campeón de kickboxing había desaparecido. Más de un año después, Oleksiy todavía lucha por recuperarse.
Rusia y Ucrania han intercambiado prisioneros en 50 ocasiones. Oleksiy es uno de los tres mil ucranianos liberados. Desde entonces, este soldado se ha convertido en un fenómeno mediático; millones de ucranianos han visto sus entrevistas en YouTube en las que cuenta su cautiverio, para, según dice él, que nadie olvide a los más de ocho mil ucranianos que aún siguen en cárceles rusas.
La historia de Anulja no se puede verificar en todos los detalles. La vida en las prisiones rusas está vetada a los informadores, pero aun así organizaciones de derechos humanos y Naciones Unidas documentan las condiciones carcelarias.
La ONU ha hablado con más de 200 ucranianos liberados. En sus expedientes acusa a Rusia de violar el derecho humanitario y posiblemente de cometer crímenes de guerra. Se trata de prisioneros maltratados, malnutridos, enfermos, torturados, violados y ejecutados. El caso de Anulja es uno de los testimonios de esos documentos. Esta es su historia...
«Nos llamaban 'fascistas'. Decían: 'Estamos preparando un Auschwitz para vosotros'. Nos golpeaban con garrotes y tubos. Todavía puedo escuchar los gritos»
«Un día después de que comenzara la guerra, las tropas rusas rodearon mi ciudad natal, Chernígov, a solo 90 kilómetros de Rusia. Yo me alisté para defender a mi país y a mis hijos. A principios de marzo me encontraba con mi división en Lukashivka protegiendo a la población civil cuando una detonación me arrojó al suelo. Sentí un trozo de hueso en la boca. A mi camarada le faltaba la mitad de la cabeza. Los tanques rusos habían entrado en el pueblo y venían hacia mí. Corrí hasta una zanja, donde me oculté con el rifle apuntando a mi barbilla, dispuesto a apretar el gatillo. Así estuve doce horas, hasta que, finalmente, me detuvieron.
Los rusos me llevaron a una granja cerca de Bielorrusia. Atado, me metieron en una habitación con otro soldado ucraniano. 'Sucio animal', dijeron los soldados al ver que mi compañero se había cagado. Un disparo y estaba muerto. A mí me golpearon. Un soldado puso su rifle en mi rodilla. Primero quería información. Luego dijo: 'Bueno, sucio ucraniano, ¿te has lavado el culo?'. Se bajó los pantalones. Sus rodillas tocaron mis pantorrillas. Me agarró el trasero. El otro tipo que me sujetaba dijo: 'Más rápido. Yo también quiero'. Mi cuerpo estaba cubierto de sangre.
Colgado del techo
A la mañana siguiente me izaron hasta el techo con un cable atado a las muñecas. Pronto dejé de sentir mis manos. Cada pocas horas venían a golpearme otros soldados. Pasé varios días así con un dolor insoportable. Mis registros médicos muestran las consecuencias: músculos demasiado estirados, daño en los tendones.
Un milagro me salvó: un nuevo soldado ruso me reconoció. 'Eres kickboxer, ¿verdad?'. El tipo había perdido contra mí en una competición. Me preparé para lo peor. Pero me vendó las heridas, me trajo comida y me llevó al baño. Una mañana, me dio unos pantalones. 'Te van a llevar a Rusia –dijo–. Las cosas serán más difíciles allí, pero las posibilidades de supervivencia son mayores'.
Crucé la frontera rusa en un autobús con un grupo de prisioneros hasta un centro de detención en Kursk. Pasé 40 días allí. A principios de mayo nos subieron a un avión con bolsas en la cabeza. Dijeron que volaríamos a casa, pero cuando salimos del avión las fuerzas especiales rusas estaban esperándonos. Nos golpearon. Mi pierna había empezado a pudrirse. Cuando la estiraba, dolía tanto que saltaba sobre la otra. Los rusos me pusieron el apodo de 'saltamontes'.
Esa noche llegamos a la Colonia Penal número 1 en Donskói, cerca de Tula. Unos focos iluminaban el edificio que se encontraba detrás del muro de alambre. Los guardias nos golpearon con porras y nos electrocutaron con picanas. Nos apiñaron a 50 personas en un patio diminuto. Allí estuvimos horas y horas. Se suponía que debíamos orinar en un recipiente, pero no se nos permitía vaciarlo en suelo ruso. Quien tuviera el bote lleno tenía que bebérselo.
Por las mañanas nos levantaban a las seis menos diez. Para desayunar, tres cucharadas de avena, una rebanada de pan y un vaso de agua hirviendo. A las nueve y media, los guardias nos llevaban al patio. Nos llamaban 'fascistas'. Decían: 'Estamos preparando un Auschwitz para vosotros'. Nos golpeaban con garrotes y tubos. Aún escucho los gritos. Hay pocas cosas más aterradoras que los quejidos de hombres adultos.
«El hambre me hizo meterme una rata viva en la boca. Los rusos lo vieron y me golpearon. Pero me arrastré feliz hasta la celda. La rata me ayudó a sobrevivir»
La mayor parte del tiempo permanecíamos en la celda con las manos detrás de la espalda y la cabeza inclinada. Un golpe del supervisor significaba saludar al 'jefe'. Dos, informar de cuántos prisioneros había en la celda. Tres, 500 sentadillas. Cuatro, puñetazos. Cinco, gritar: 'Zelenski es un maricón. Biden es un maricón. Putin es nuestro presidente'.
Por la noche recé para no vivir al día siguiente. Mi corazón latía con fuerza las 24 horas del día, los siete días de la semana. Siempre esperando a que abrieran la celda, me golpearan, me humillaran. Tuve que masticar mis calcetines sucios durante casi tres horas. Me saltaron varios dientes. Hasta 14 veces me sentaron en la silla eléctrica, hasta que todo mi cuerpo convulsionó. Una vez sangraba tanto que me llevaron al médico. 'Los guardias no te golpean, te reforman', dijo en vez de atenderme. 'Te estamos vacunando contra el fascismo, contra ser nazi'. Lavé mis vendas con orina.
«Un soldado ruso dijo: 'Sucio ucraniano, ¿te has lavado el culo?'. Se bajó los pantalones y agarró mi trasero. El tipo que me sujetaba dijo 'Más rápido, yo también quiero'»
A las diez de la noche nos permitían dormir. Pero tan pronto como cerrábamos los ojos un estruendo resonaba en la celda: '¡Levántense, perras!'. Y teníamos que hacer sentadillas: 500, 1000 prisioneros se hundían en el suelo. Los ancianos, los hambrientos y los más débiles se quedaban clavados en el barro hasta que se los llevaban a rastras.
A finales de agosto de 2022, después de tres meses y medio, me trasladaron a una sala de castigo. Estaba solo. El agua goteaba por las paredes mohosas. No había ventana, solo una bombilla parpadeante. Cuando llegó el invierno, el frío era insoportable. Un pensamiento me mantenía con vida: si muero en Rusia, mis hijos no podrán visitar mi tumba. Vivía de pasta de dientes que sacaba de la basura, masticaba papel higiénico.
Un día logré atrapar una rata, pero los guardias lo vieron en el vídeo de vigilancia. Me sacaron a rastras de la celda, cuando ya me había metido la rata en la boca. El animal me mordió la lengua y los guardias me golpearon hasta que empecé a sangrar por la boca, pero la sangre no era mía. Feliz me arrastré de regreso a mi celda. La rata me ayudaría a sobrevivir.
Los héroes
En diciembre, los guardias me mostraron una lista con los prisioneros que iban a intercambiar. Mi nombre no aparecía. Esa noche quité la sábana de la cama para colgarme de los barrotes. Entonces sucedió algo increíble. Mi difunta abuela se me apareció. '¿Adónde vas? –preguntó–. Aún no les has dado ningún regalo de año nuevo a tus hijos'. Esa visión me salvó. Antes de que pudiera ahorcarme, los guardias abrieron la puerta.
Dos días después, el 28 de diciembre de 2022, me dijeron que nos íbamos. Casi no podía caminar. Primero volé a Kursk. A la mañana siguiente nos subieron a dos autobuses. Los guardias rusos dijeron que nos iban a fusilar. Cuando el autobús se detuvo y los guardias bajaron del vehículo, salimos corriendo, pero tropezamos y caímos al suelo. Entonces apareció ante nosotros un hombre. '¿Estos son los héroes ucranianos?', preguntó. Al principio pensé que los rusos se burlaban de nosotros. Pero frente a nosotros estaba un oficial de inteligencia ucraniano. Por la noche, poco después del año nuevo de 2023, regresamos a Ucrania.
Tan pronto como cruzamos la frontera, me dijeron que Chernígov, mi ciudad natal, había sido liberada. Pero yo no sentía nada. Ni alegría ni ira. Mi familia vino a verme ese mismo día. Mi hijo, que ahora tiene 5 años, no me reconoció. Mi hija mayor lloró al verme tan delgado. Mi esposa me contó que mi padre había muerto. Los rusos lo quemaron vivo en una iglesia. Cuando mi familia se fue tras una hora de visita, suspiré aliviado. Me había acostumbrado a estar solo.
Antes de mi cautiverio pesaba 102 kilogramos; tras mi liberación, 40 kilos menos. Me rompieron la nariz y me dislocaron la mandíbula. Me rompieron la clavícula y ocho costillas. Mis músculos estaban desgarrados. Mis piernas, podridas y negras. Cuando los médicos del centro de acogida las vieron, me llevaron a un hospital. Al principio querían amputármelas, pero decidieron luchar por ellas. Al cabo de unas semanas pude volver a caminar. Volver a sonreír me tomó mucho más tiempo.
Me trataron en hospitales ucranianos durante seis meses y en Israel y Letonia durante cuatro. Regresé a casa en noviembre de 2023. Mi hijo y mi esposa me suplican que les prometa que nunca más voy a dejarlos. No puedo hacer lo que me piden. Es difícil. Mi mujer y yo casi rompemos dos veces desde mi vuelta. Ella piensa que soy egoísta por querer volver al Ejército. Yo le trato de explicar que debo hacerlo para que nuestros hijos no tengan que ir un día a la guerra».
TITULO :EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA
SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 27 - Septiembre - Juan Manuel de Prada -Torrente ,.
MI CASA ES LA TUYA - VIERNES - 27 - Septiembre ,.
MI CASA ES LA TUYA -', presentado por Bertín Osborne,.
acerca a los espectadores el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco a las 22:00, el viernes -27 - Septiembre ,etc.
EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 27 - Septiembre - Juan Manuel de Prada -Torrente ,.
Juan Manuel de Prada - Torrente ,.
Juan Manuel de Prada - foto ,.
Es conocida la peripecia que llevó a Gonzalo Torrente Ballester a transitar desde un galleguismo de cariz republicano hasta un falangismo de conveniencia que nunca casó demasiado bien con sus reticencias a aceptar determinados dogmas prestablecidos. En los años inmediatamente posteriores a la consumación de ese viaje ideológico redactó el escritor las páginas que se terminarían convirtiendo en su primera novela. Javier Mariño, que salió a la luz casi recién finalizada la contienda y que ahora reedita Almuzara dentro de una colección destinada a rescatar textos más o menos relativos a la Guerra Civil provenientes de plumas que la vivieron en primera persona, tuvo una existencia agitada. Como el propio autor contó en el prólogo a una edición impresa en 1985, la novela llegó a las librerías en diciembre de 1943 y «veinte días pasados de su aparición, el diez de enero de 1944, los ejemplares existentes en las librerías fueron retirados y la editorial recibió orden de almacenarla». No tardó mucho en entrevistarse personalmente con el censor que dictaminó su prohibición, y no tuvo empacho en reconocer que sus observaciones «revelaban una lectura atenta de la obra, una lectura detenida como quizá nadie haya leído después una obra mía». «Al importante lector», añadía Torrente con su conocida retranca, «conciencia escrupulosa, no se le había escapado un solo matiz, había dado a las palabras el valor que tenían, desde su punto de vista, por supuesto, que no era el mío ni probablemente el de muchos congéneres suyos; que se retrotraía, creo yo, en su espíritu, a lo más intransigente del postridentinismo».¿Pero de qué hablaba aquella novela para recibir una supervisión tan escrupulosa por parte de la censura? En esencia, Javier Mariño cuenta la historia de un joven de la burguesía gallega que, en el verano de 1936 y con la intención de alejarse de la situación en España, se instala en París. En la capital francesa establece relación con una aristócrata comunista llamada Magdalena de Hauteville, de la que se termina enamorando. Cuando conoce que en su país acaba de estallar una guerra, toma la decisión de emigrar a América y fundar allí una nueva ciudad, pero finalmente opta por volver a España e implicarse en la contienda a favor de los sublevados. Basta con esa sinopsis para atisbar un evidente trasfondo autobiográfico —también Torrente Ballester estaba en París cuando se inició la Guerra Civil, y también él se alineó con los franquistas a su regreso—, pero a la vista de los informes del censor está claro que el autor no pretendía que su novela sirviera de ningún modo para justificar su adhesión a la causa nacionalcatólica. En cualquier caso, y como señala Marcos Giralt Torrente en el prólogo a esta nueva edición de Almuzara, cabe señalar que el escritor nunca llegó a estar cómodo del todo con la que fue su opera prima. De hecho, él mismo hizo severas correcciones en las dos ediciones que se imprimieron ya en democracia, incluida una modificación de las últimas páginas para «darle al desenlace una mayor verosimilitud por el mero procedimiento de «humanizar» las razones que mueven, finalmente, al personaje».
Es justamente ese personaje, el protagonista, el principal responsable de que la lectura de la novela resulte hoy, en algunos tramos, controvertida. El propio Torrente Ballester hacía alusión también a esto en 1985, al señalar que «tengo mis dudas acerca del verdadero pensamiento político de este personaje: no que sea ambiguo, como creía mi censor, sino que carece de él. Quien vea en esta figura lo que realmente es, una persona y su máscara, sabrá qué atribuir a la máscara y qué a la persona». Marcos Giralt, por su parte, opina que «Javier Mariño es, desde luego, por muchas de sus creencias, un personaje repelente, pero la historia de la literatura está llena de grandes novelas sobre personajes repelentes y es de cajón —aunque haya que repetirlo— que lo que piensa un personaje no es necesariamente lo que piensa su autor». «En cualquier caso», apunta, «en lo que a Javier Mariño atañe, su único delito es el de haber plegado su indudable instinto de novelista a las demandas de la España en la que vivía».
No se puede decir que Javier Mariño fuese una joya escondida en la abundante bibliografía torrentiana, toda vez que en ella despuntan títulos como los señalados al inicio de este artículo. Sin embargo, su lectura resulta interesante en la medida en que permite adentrarse en el taller del novelista primerizo que se terminará convirtiendo en uno de los grandes nombres propios de nuestras letras y asistir en primera fila a sus dudas y titubeos, y también a los primeros despuntes de una brillantez que derrocharía años más tarde en cientos de páginas. Como advierte Marcos Giralt en el prólogo, Torrente Ballester «pudo optar por no publicar, pero el precio era demasiado alto para alguien que desde muy joven vivió para ser escritor». Éste fue el principio del camino, y sin él no habría existido lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario