foto / En una de las operaciones más sofisticadas y secretas de la historia reciente, Israel logró eliminar al líder de Hizbolá, Hassan Nasrallah, en una misión que ha sacudido no solo al Líbano sino a toda la región de Oriente Medio. El asesinato, ocurrido en pleno corazón del barrio chií de Dahiya en Beirut, fue el resultado de años de planificación y una maniobra de engaño que incluyó la falsa salida del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, hacia Estados Unidos.
La preparación: años de inteligencia y seguimiento
La operación para eliminar a Nasrallah no fue una decisión tomada de la noche a la mañana. Durante años, la Dirección de Inteligencia Militar de Israel
había estado recopilando información sobre los movimientos y escondites
del líder de Hizbolá, pero fue solo recientemente cuando se reunieron
las condiciones óptimas para dar luz verde al asesinato. Según fuentes
de seguridad israelíes, el ex jefe de inteligencia, Aaron Haliva, había planteado la posibilidad de este ataque el pasado 11 de octubre, tras recibir informes que sugerían que se había logrado rastrear con precisión el paradero de Nasrallah.
Uno de los mayores desafíos que enfrentaron las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) durante la Segunda Guerra del Líbano
en 2006 fue precisamente la incapacidad de localizar a Nasrallah, quien
se escondía en complejos subterráneos altamente protegidos. Sin
embargo, con el paso de los años, y gracias a la mejora de las capacidades de espionaje y reconocimiento aéreo de Israel, esa brecha de inteligencia se cerró.
Maniobra de engaño: Netanyahu a Estados Unidos
El miércoles anterior al ataque, la inteligencia militar israelí recomendó una vez más el asesinato selectivo, basándose en la información precisa que había sido recopilada. La cúpula política
de Israel, después de ser informada de los avances, decidió finalmente
aprobar la operación. Parte de la estrategia para garantizar el éxito de
la misión fue la creación de una maniobra de distracción en la que el primer ministro Netanyahu fingió continuar con su agenda habitual y voló hacia Estados Unidos en el avión "Wing of Zion". Este gesto fue interpretado por Hizbolá como una señal de que Israel estaba concentrado en sus relaciones exteriores, lo que provocó
que Nasrallah y otros líderes del grupo bajaran la guardia y realizaran
una reunión en su búnker subterráneo en el barrio de Dahiya.
Durante todo el vuelo, Netanyahu y su equipo mantuvieron consultas de seguridad en el aire,
asegurándose de que cada paso estuviera alineado con los últimos
informes de inteligencia provenientes de Beirut. Este juego de engaño permitió que los líderes de Hizbolá se reunieran sin preocuparse por una intervención militar israelí inminente.
El ataque: bombardeo de precisión
El momento clave llegó el viernes, cuando los aviones de combate israelíes recibieron la orden de armarse con bombas antibúnker y despegaron hacia su objetivo. La precisión fue fundamental, ya que el búnker donde se encontraban Nasrallah y otros líderes de Hizbolá estaba diseñado para soportar ataques convencionales .
Sin embargo, las bombas antibúnker fueron suficientes para penetrar las
defensas subterráneas y acabar con todos los presentes.
El ataque fue monitoreado en tiempo real por drones que transmitían imágenes en directo a la base subterránea de las FDI en Tel Aviv, conocida como "el pozo".
Cada una de las bombas fue lanzada con la máxima precisión, y una tras
otra fueron impactando el objetivo, causando una devastadora destrucción
en el barrio de Dahiya. Las columnas de humo que se elevaron desde el búnker fueron visibles desde kilómetros de distancia.
Entre los muertos se encontraban no solo Nasrallah, sino también figuras clave de Hizbolá, como el comandante del frente sur, Ali Karaki,
quien había sobrevivido a un intento de asesinato anterior por parte de
Israel. Esta vez, sin embargo, no hubo margen de error. El uso de
municiones de largo alcance, combinadas con un seguimiento en tiempo
real, garantizó que nadie escapara con vida.
Repercusiones y contexto geopolítico
El asesinato de Nasrallah ha tenido un impacto profundo en la dinámica del poder en el Líbano y en toda la región. Hezbolá, el grupo chií respaldado por Irán, ha sido durante años una amenaza constante para Israel,
con un arsenal de miles de cohetes y misiles apuntando directamente a
ciudades israelíes. El asesinato de su líder marca un golpe
significativo para la organización, que ahora enfrenta un futuro
incierto.
Por otro lado, la operación también ha provocado reacciones mixtas en la comunidad internacional.
Mientras algunos países árabes han condenado el ataque, otros lo han
interpretado como una muestra de la capacidad de Israel para defenderse
de sus enemigos más acérrimos. En este sentido, la relación entre
Israel y Estados Unidos ha sido clave, ya que, a pesar de la maniobra de
distracción de Netanyahu, los servicios de inteligencia estadounidenses
estaban al tanto de la operación.
Documentos de operación y análisis de expertos
Documentos
filtrados y análisis de expertos en seguridad han revelado que la
planificación de esta operación comenzó años antes, cuando las FDI y el Mossad intensificaron sus esfuerzos por infiltrarse en las redes de Hezbolá y recopilar inteligencia de alta calidad. La tecnología avanzada
jugó un papel crucial en la identificación del escondite de Nasrallah,
permitiendo a las fuerzas israelíes cerrar el círculo y planificar el
momento exacto del ataque.
La operación ha sido descrita por muchos expertos como una de las más importantes de la historia militar de Israel, comparable al asesinato de líderes de Hamas y otros grupos militantes en el pasado. Sin embargo, lo que diferencia esta misión es la complejidad del engaño y la capacidad de Israel para llevar a cabo un ataque de tal envergadura en el centro de Beirut, una ciudad bajo constante vigilancia por parte de Hezbolá.
El uso de bombas antibúnker y la coordinación de múltiples aviones de combate, junto con el apoyo de drones y satélites de reconocimiento, demostró el poderío militar de Israel y su capacidad para actuar con precisión quirúrgica incluso en terrenos extremadamente hostiles.
La respuesta de Hezbolá y el futuro del Líbano
A pesar de que la operación ha sido un éxito desde el punto de vista táctico para Israel, el futuro del Líbano y de Hizbolá sigue
siendo incierto. La organización, aunque ha perdido a su líder más
emblemático, sigue siendo una fuerza significativa en el Líbano y en
toda la región, con miles de combatientes y un amplio apoyo de Irán. La
pregunta que muchos se hacen ahora es cómo responderá Hizbolá al
asesinato de Nasrallah y qué impacto tendrá esto en la estabilidad del Líbano y en las relaciones entre Israel y sus vecinos árabes.
Los medios israelíes, como The Times of Israel, han señalado que, aunque la muerte de Nasrallah supone un golpe devastador para Hizbolá, también podría desencadenar una respuesta violenta por parte del grupo, lo que pondría en riesgo la frágil paz en la región.
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