Viernes - 15- Noviembre a las 22:00 en La 1, foto.
Boticaria García,.
Boticaria García, la influencer que salió de una farmacia de pueblo: "Tengo una cruzada personal contra el surimi",.
Se
crió en la rebotica de sus padres. Luego se hizo cargo de la farmacia
de un pueblo de medio millar de vecinos... Y allí seguiría si un pequeño
blog no la hubiera lanzado a la fama como la Boticaria García,
convertida en todo un fenómeno de la divulgación sanitaria,.
Mientras teclea a toda velocidad un último mail,
repasa en voz alta lo que tiene que hacer antes de coger el tren. En
unas horas, estará en Cuenca, ante sus paisanos, a los que les hablará
de salud y nutrición. Tiene que darse prisa y no quiere olvidarse nada,
así que deja junto a la puerta una bolsa con dos «imprescindibles»: su ukelele y unos guantes de goma que simulan las pinzas de un cangrejo.
En
el billete pone que se llama Marián, pero, realmente, a quien esperan
en Cuenca es a Boticaria García, su alter ego y la persona que está
revolucionando la divulgación sanitaria en España. Con su particular
estilo, que aúna rigor, sencillez y mucho humor, esta doctora en
Farmacia que también se ha graduado en Nutrición y Óptica está
consiguiendo todo un desafío: que los consejos de salud lleguen al gran público. Tiene 142.000 seguidores en Instagram, casi 38.000 en Twitter y un blog con más de dos millones de visitas mensuales. Pero su vida no ha sido siempre tan 2.0. De hecho, gran parte de sus 37 años están ligados a una farmacia rural donde no había banda ancha y las redes sociales se tejían únicamente sobre el mostrador.
«Mis padres son farmacéuticos y en los 80 compraron la farmacia de Belmonte, en Cuenca. Yo me crié en esa rebotica, donde se hacía tertulia y por donde pasaban el cura, el médico o el veterinario del pueblo. Allí me quitaron el pañal, celebré mis cumpleaños, y aprendí a leer», recuerda.
Desde la A de aspirina a la Z de zaldiar, claro.
Marián estaba llamada a seguir la saga familiar y así lo hizo durante 12 años en los que aprendió «la importancia de comunicar, de conectar con un paciente que a veces solo te tiene a ti de referencia».
Los siete primeros inviernos de su trayectoria los pasó en la pequeña farmacia de Villaescusa de Haro, un pueblo cercano a Belmonte, desde donde saltó, en 2013, a una botica del pueblo madrileño de Mejorada del Campo. Y allí estaría todavía, asegura, si el Dr. Google no se hubiera cruzado en su camino.
«Desde el principio veía que me llegaba mucha gente con bulos o errores que habían visto en Internet. Y ahí empecé a pensar que si no podía luchar contra la red tendría que unirme a ella», apunta.
Pero, enseguida, animada por su madre y su marido, Javier, sintió que su espacio podía ser más amplio y arrancó boticariagarcia.com, una web donde resolver dudas frecuentes de salud y nutrición a través de un lenguaje sencillo, directo y ameno. «Cuando buscaba algo me encontraba o bien páginas dirigidas a especialistas y llenas de tecnicismos o bien barbaridades en foros. Y pensé que yo podría dar información rigurosa de forma entendible», apunta la farmacéutica que, ni en lo más remoto de su cabeza, esperaba un cambio de vida como el que ha vivido.
Tenía claro que quería un nombre cercano, que diera confianza a quienes visitaran «aquel blog medio serio de la madre gremlin». Y Boticaria García salió casi sin pensarlo.
Los consejos de su amiga Natalia de Santiago la ayudaron con un buen posicionamiento web y, a partir de ahí, el éxito fue imparable. Empezaron las colaboraciones en medios, los premios, los libros... Esta semana, su última obra El jamón de York no existe: La guía para comprar saludable y descubrir los secretos del supermercado (La Esfera de los Libros) acaba de lanzar su sexta edición, con más de 23.000 ejemplares vendidos.
Laura Baena, fundadora del también viral Club de Malasmadres conoció a Marián García a comienzos de la década, cuando ambas hacían sus primeros pinitos como blogueras. Ha vivido junto a ella todo el proceso, desde los primeros post «en los que escribir era poco más que un desahogo personal», hasta el día a día actual, en el que lo normal es que la llamen Boti por la calle.
«Para mí, una de sus grandes cualidades es que hace fácil lo difícil. Consigue conectar con la gente a través del humor, de hacer reír y de un lenguaje sencillo. Y eso hace que los mensajes lleguen y los conceptos se aprendan mejor», señala.
El ibuprofeno es Batman
Un ejemplo paradigmático de ese estilo boticaria lo encuentra cualquiera que teclee en Google esta pregunta recurrente: «Para el dolor, ¿paracetamol o ibuprofeno?».La respuesta de García, uno de los contenidos más visitados de su blog, aparece entre los primeros resultados. Y no deja a nadie indiferente, porque recurre a una analogía fácil de entender -el ibuprofeno es Batman y el paracetamol, Robin- y, tras una completa explicación, aporta una conclusión aún más fácil de recordar: «Si podemos apañarnos con Robin, dejemos tranquilo a Batman».
Además de la originalidad en los textos de su blog, Boticaria García también recurre a menudo -sobre todo en sus redes y apariciones televisivas- a otras herramientas, como rimas, canciones y distintas performances que consigan sorprender al espectador y contribuyan a fijar su mensaje.
Las pinzas de cangrejo que ha dejado junto a la puerta de su casa para que no se le olviden en su viaje a Cuenca son, de hecho, un ejemplo de esta estrategia que usa para captar la atención del público.
Tengo una cruzada personal contra el surimi, porque se asocia con propiedades saludables pese a que no las tiene«Tengo una cruzada personal contra el surimi, que se asocia con propiedades saludables pese a que no las tiene», explica. En realidad, eso que a menudo llamamos palitos de cangrejo no es otra cosa que un gel de pescado inespecífico regado de almidón, sal, azúcar, glutamato y colorantes varios. «Un producto completamente prescindible, que no aporta nada, y que, sin embargo la industria ha sabido disfrazar muy bien para su venta», apunta. «Desmontar ese disfraz es complicado, así que, si para lograrlo tengo que ponerme pinzas de cangrejo y perpetrar mi particular versión de Let it be, pues lo hago».
Desde su experiencia como comunicadora, la farmacéutica defiende la necesidad de ser «disruptivo» en este mundo global donde los imputs de información son constantes, «y los mensajes planos no llegan».
Por eso, Boticaria García no dice «come frutas y verduras», sino «Come Portugal» (con «mucho verde y mucho rojo», como la bandera del país ). Tampoco habla de productos insanos, sino de «zorromostros». Y acostumbra no dejarse pelos en la lengua: «Por más que las busques en el supermercado, no encontrarás ni una galleta industrial saludable. Ni una sola. Porque no las hay. Al igual que tampoco existen todos esos superalimentos que prometen mejorar tu salud de forma sencilla».
Desde 2018, Marián García no trabaja en ninguna oficina de farmacia y se dedica exclusivamente a la divulgación y a su trabajo como profesora del grado de Nutrición y Dietética de la Universidad IsabelI.
Dice que apostar por «las adscritas», el término que ella usa para denominar a sus seguidores, no fue una decisión sencilla, pero en realidad, este cambio de vida cierra un círculo que ella misma había dejado abierto en su juventud.
A la Marián adolescente le gustaba mucho la farmacia, pero también escribir. Una frase de su padre -«puedes ser farmacéutica y luego escribir en tus ratos libres, pero no puedes ser escritora y luego farmacéutica en tus ratos libres»- le hizo decantarse por un camino. Sin embargo, nunca enterró su pasión por las letras.
En el salón de su casa, bien visible, junto a las obras de blogueras como Fátima Casaseca o Eva Quevedo, que le sirvieron de inspiración cuando empezó su aventura en la divulgación, también hay un ejemplar de El dardo en la palabra, de Lázaro Carreter.
García se lo pidió a sus padres a mediados de los 90. Y, desde entonces, siempre lo ha llevado consigo, como un recordatorio de todo lo que tenía por contar.
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