viernes, 5 de julio de 2024

La Hora Musa - El chiringuito - Benidorm, Benidorm (sin adjetivos calificativos) ,. Martes - 23 - Julio ,. / Cachitos de hierro y cromo - Festival la guitarra ,. Martes - 23 - Julio ,./ Locos por las motos - Martín lidera y Márquez arranca segundo y con caída ,.

 

  TITULO: La Hora Musa  - El chiringuito - Benidorm, Benidorm (sin adjetivos calificativos)   ,. Martes -  23 - Julio  ,.


 'La Hora Musa', presentado por Maika Makovski ,a las 22:55 horas, en La 2 martes     - 23 - Julio , foto,.

 El chiringuito - Benidorm, Benidorm (sin adjetivos calificativos),.

 Benidorm, Benidorm (sin adjetivos calificativos)

El autor de Los futbolísimos, la saga de literatura infantil española más vendida en nuestro país, con más de dos millones y medio de ejemplares, ha escrito este relato en exclusiva para Zenda. El volumen 16 de la saga, El misterio del último hombre lobo, está en librerías desde el jueves 22 de agosto.

Mi nombre es Víctor Vargas, acabo de cumplir cincuenta años y estoy dejando los adjetivos. Especialmente los calificativos. Es una adición que empecé a cultivar durante mis primeros veranos en Benidorm en plena adolescencia. Y que con el paso de los años, se ha ido acrecentando.

Ahora, durante estos días de agosto, he regresado al vórtice, al lugar donde empezó todo. Con la firme intención de sanarme.

He vuelto a Benidorm.

Palabra.

Rodeado de familias en chanclas y bañadores y camisas sin abotonar, de flotadores con forma de unicornio, de jóvenes en top less y tangas, de sudor, de cuerpos hacinados en la orilla, de filas de tumbonas y hamacas y sombrillas y gambas y paellas y sangría y tintos de verano y música a todo volumen.

Es la piedra de toque para un adicto como yo.

Al mediodía, recorro la playa de Levante luchando por no utilizar ningún adjetivo (calificativo), una hazaña casi imposible.

Por si quedaba algún rastro de duda, también doy un paseo por Poniente.

Resoplo mucho.

El calor aprieta. Un termómetro, estratégicamente colocado tras una valla de El Pollo Express, marca 37º.

Por si la tarea no fuera suficiente, en este viaje he venido acompañado.

Dejar los adjetivos en soledad no sirve.

Han venido conmigo las cinco personas que más quiero en este mundo (en todos los mundos).

Mi mujer. Agarrándome de la mano con firmeza y lealtad. Ella también se está desintoxicando. Del plástico. Ha emprendido una cruzada para salvar los océanos. La apoyo totalmente, sin fisuras. Aunque en ocasiones no lo parezca, ya que en mi estado debo concentrar casi todas mis energías en salvarme a mí mismo.

Además, nos acompaña mi madre. En cuanto tiene oportunidad, pronuncia su frase fetiche:

—Todo el mundo sabe que Benidorm tiene un microclima que cura las enfermedades, despeja la mente y desarrolla la empatía con los semejantes.

Que yo recuerde, la repite todos los años.

"Todo el mundo sabe que Benidorm tiene un microclima que cura las enfermedades, despeja la mente y desarrolla la empatía con los semejantes"

En realidad, en su frase original añade algunos adjetivos. Me abstengo de reproducirlos. Con los adjetivos, como con el tabaco, ni siquiera puedes permitirte un uso social si de verdad quieres dejarlos. Enseguida vuelves a recaer.

Mi hermana, que también viene con nosotros en este viaje, es psicóloga y me recomienda mucha compasión. Yo diría que la compasión, especialmente la autocompasión, es el temazo del verano, se repite en casi todas las conversaciones y casi sin darte cuenta, ya lo tienes dentro, como si fuera el estribillo de “La barbacoa” o similar.

Por último, están mis dos sobrinos.

El mayor es un prodigio. Futuro matemático o ingeniero de cualquier cosa que se proponga, atleta, futbolista, y por si fuera poco posee una mezcla de inteligencia y sensibilidad que le hará sufrir más de la cuenta. Está atravesando la adolescencia. En su caso, mi diagnóstico es que dentro de unos pocos años se le pasará (conozco casos de amigos que a los cincuenta aún no la han superado).

El pequeño aún no sabe qué clase de persona quiere ser. De momento es de la mejor especie: una persona que muestra su normalidad, cariño y optimismo sin vergüenza, ni más ni menos. Es muy fácil quererle.

Daría lo que fuera por ellos cinco.

Aunque no lo saben, este viaje es un punto de no retorno para mí.

Por supuesto, nos alojamos en un rascacielos. En un piso 12. Desde la terraza se vislumbra el mar, las luces parpadeando de la ciudad, y al fondo, un islote (una roca) cuyo nombre siempre he ignorado. Mejor dicho: cuyo nombre siempre he querido ignorar.

Después de algunos días de chiringuitos, playa y piscina, barcas a pedales, playa y piscina, petanca, playa y piscina, paseos a codazos por la orilla, playa y piscina, crema solar, playa y piscina, una legión de mosquitos, playa y piscina, un tour por el barrio inglés y por el hotel Bali, playa y piscina… decido arriesgar, jugármela de una vez por todas.

El sábado por la noche, vamos los seis a cenar al Benidorm Palace.

Dos veces Benidorm.

Apenas bajamos del vehículo en mitad de la carretera y veo el luminoso brillar en lo alto de la fachada (aunque estamos a plena luz del día), siento los adjetivos apretándose en mi diafragma, luchando por salir.

Por delante, cinco horas de cena, espectáculo, luz, música y cava.

La sala de fiestas anuncia en el hall sus más de cuarenta años de conciertos, festivales y alegrías.

Nos parapetamos los seis en la mesa que nos asignan, la 41D. El camarero pronuncia mi nombre, Víctor Vargas, y sin levantar la vista, lee en un terminal las condiciones de nuestra reserva: tres menús de carne, uno de pescado, uno vegetariano y un menú infantil. Agua, refrescos y media botella de vino por persona, incluidas. Cafés o infusiones aparte.

Una orquesta sobre el escenario ameniza la cena (el menú está compuesto por cuatro platos con guarnición más postre). Versionan temas de Frank Sinatra, Prince y Bisbal, enlazando las melodías.

Dos mil almas, la mayor parte ingleses y alemanes, devoramos sin compasión los cuatro platos.

Nótese el esfuerzo (y el mérito) por no complementar con ningún adjetivo la palabra “cena” o “plato” o incluso “melodía”. Ni siquiera un mero sustantivo adjetivizado.

Las botellas de cava se descorchan en la mayor parte de las mesas casi al unísono y da comienzo el show.

Un cuerpo de baile compuesto por una docena de chicas y chicos con poca ropa y mucho entusiasmo, una cantante solista, agua cayendo del techo, docenas de pantallas led iluminándose y centelleando, malabaristas, contorsionistas, focos, más agua cayendo por todas partes y empapando a los artistas, una reina del carnaval sobre plataformas, un humorista con gags de hace cuarenta años, y como gran colofón: un mago que no es pop, pero que lo parece.

Al fin, el espectáculo va acabando.

Entre las risas, los aplausos y los gritos de algunas mesas vecinas, mi familia y yo aguantamos con la discreción que nos caracteriza: sonreímos y seguimos comiendo, a pesar de que la cena hace rato ya que ha terminado (es un don familiar, hacer ver que comemos aunque no haya ningún alimento sobre la mesa, casi como si entrásemos en trance, sin aspavientos, y por supuesto, sin mencionarlo).

Salgo mareado.

Pero sin adjetivos.

Intentando no hacer muecas o gestos que nos delaten, esperamos la fila de taxis rodeados de extraños y regresamos en silencio a nuestros apartamentos.

Me asomo a la terraza, dejando que la brisa (o la ilusión de la brisa) acaricie mi rostro.

"Intentando no hacer muecas o gestos que nos delaten, esperamos la fila de taxis rodeados de extraños y regresamos en silencio a nuestros apartamentos"

—Víctor, acuéstate que mañana temprano tenemos que ir nadando a la plataforma.

No estoy seguro de si esas palabras las pronuncia realmente mi madre esa noche, o viajan directamente desde mi infancia.

Entonces, en ese momento, agarrado a la barandilla del Edificio Emperatriz, de pie en la terraza frente al Mediterráneo, ocurre.

Un adjetivo cruza delante de mí, surcando el cielo entre las estrellas.

Puedo verlo nítidamente durante unos pocos segundos, hasta que se convierte en polvo.

La fugacidad de ese instante es irrepetible.

Nunca los dejaré del todo.

Los adjetivos estarán siempre en mi cabeza o en las estrellas o a la vuelta de la esquina.

Como ocurre siempre con las adiciones, es algo mucho más simple (y complicado): no puedes dejar de pensar en ello, como mucho puedes abstenerte.

En este viaje a Benidorm creo que me he curado. Un poco.

Los adverbios y los paréntesis (y los ansiolíticos) los iré dejando próximamente. Tal vez en mi próximo viaje a Torremolinos.

 

TITULO:  Cachitos de hierro y cromo - Festival la guitarra ,. Martes - 23 - Julio ,.

   El martes -  23 - Julio  a las 22:30 horas por La 2, foto,.

 Festival la guitarra,.

 

Tomatito: «Cuando se fue Camarón no me llamó nadie más»,.

 

José Fernández Torres (Almería, 1958), conocido como Tomatito, viene de dar unas clases magistrales en la Universidad de Almería. Dice que se encuentra muy bien, trabajando, pero con los «calores estos». No es para menos; pega duro el «Lorenzo» con una humedad del sesenta por ciento. Zumban los tábanos a la hora del café dando la tabarra a quien rasga la guitarra flamenca cuando el mundo duerme la siesta. Unos niños, de fondo, dan buena cuenta de la tarde veraniega.

Este Tomatito está listo para recoger, cuando los festivales flamencos de estas fechas reclaman su presencia en sus respectivas ediciones. Y no son pocas. En ocasiones, hasta repite. Es el caso del Festival Flamenco On Fire, que celebrará su décima edición en Viana y Tudela el 18 y 19 de agosto, y de nuevo en Pamplona del 23 al 27 de agosto. «Este festival de Pamplona es muy bonito, uno de los mejores de flamenco en este país (a mi parecer)». Tomatito actuó allí en 2018 (en solitario), y en 2019 regresó para hacer lo propio, esta vez con José Mercé. «Se preocupan por el flamenco y por los artistas que van a actuar allí, que es lo que se tiene que hacer, porque si pones un ciclo de flamenco tienes que llevar a todos los flamencos: darle cobertura a los jóvenes que vienen detrás y también a los más mayores. Por eso este festival tiene tanto prestigio». Hay trabajo, también canícula. Mejor será recitar los Poemas del cante jondo, de Federico García Lorca: «Arena del Sur caliente / que pide camelias blancas. / Llora flecha sin blanco, / la tarde sin mañana, / y el primer pájaro muerto / sobre la rama / ¡Oh guitarra! / Corazón malherido / por cinco espadas».

—¿Se toca como se siente?

—Por lo menos yo, por la parte que me toca, creo que sí. La mayoría de los guitarristas tienen que hacer eso: tocar como se siente.

—Cuenta que el Concierto de Aranjuez es «muy esclavo». Le pasó a Paco de Lucía y le pasó a usted. ¿También se siente dolor cuando se toca?

"La música flamenca no es tan estática y es más improvisada; es otra fórmula y otra forma"

—¡Claro! Sobre todo es más la preocupación por la responsabilidad de una música que está hecha para los clásicos. La música flamenca, en cambio, no es tan estática y es más improvisada; es otra fórmula y otra forma. El Concierto de Aranjuez es precioso. Cuando lo hizo Paco era por porque era necesario. Yo también lo he grabado con la Orquesta de Madrid… Y es necesario aprender estas cosas.

—Le vi hacer un doble ligado cuando ensayaba el Concierto de Aranjuez, pero es una cosa que no se puede hacer con una guitarra clásica.

—Yo he aprendido mucho de un refrán que dice: «No arregles algo cuando no está roto». Entonces, hacer algo en el Concierto de Aranjuez no lo doy yo por correcto. Nosotros, los flamencos, tenemos que adaptarnos lo más próximo a como lo hacen los clásicos; no tenemos que inventar nada. Es cierto que venimos de una pulsación flamenca, de otro sonido, y a lo mejor suena algo distinto, pero los que hemos tocado el Concierto de Aranjuez no queremos inventar nada. O por lo menos no se debe inventar nada.

—No quiere ser maestro porque eso significa —dice— dejar de aprender.

—(Risas) ¡Correcto! Siempre lo digo: por respeto, «maestro» está bien, igual que por edad y por trayectoria, pero lo de maestro es mentira. El maestro que es maestro lo es porque ya no quiere aprender más nada; con lo que sabe, quiere enseñar hasta donde llega. Pero yo lo que quiero es aprender y que me enseñen. Si yo quiero aprender, me tiene que enseñar un maestro, pero a ese maestro le tiene que enseñar otro maestro. Yo sé lo que digo.

—Acaba de dar unas clases magistrales en la Universidad de Almería a estudiantes de guitarra.

"El flamenco es la música que tenemos para exportar al mundo"

—Sí. Y ha sido un éxito. El flamenco es la música que tenemos para exportar al mundo. Los grandes compositores que ha habido, como Manuel de Falla, Joaquín Turina, Isaac Albéniz o Enrique Granados, han sonado con la música andaluza. Cuando yo doy una masterclass, quiero amistad más que «maestro» pa’ lla y pa’ ca. Más que nada para que no se corten. Todo se puede hacer, porque todos somos iguales a la hora de aprender. O por lo menos yo me tengo así.

—Pero reconocerá que es inevitable que a los chavales les imponga su currículum.

—Por eso no quiero que me digan «maestro». No quiero tampoco que piensen que por eso les voy a regañar. Está muy bien el respeto mutuo, pero hay que tener confianza en la música en general para que los jóvenes aprendan lo que tú sabes. Y por eso, como digo, tienes que darles confianza: si lo hago yo, ¿por qué no lo van a hacer ellos?.

—¿Qué aprendió usted de Pansequito (José Cortés Jiménez)?

—Ay, el Pansequito… ¡Pobrecito! Fue uno de los cantaores más exquisitos que ha dado la historia del cante flamenco. Aprendí mucho con él, porque fue el primero que me llevó a Madrid, a Torres Bermejas, mucho antes que Camarón. Esto hay que resaltarlo, que la gente se entere que Pansequito fue un cantaor maravilloso. Para nosotros ha quedado ahí. Salí con él fuera de mis hábitos y de mi casa para ver el mundo flamenco. Fue un privilegio.

—Empieza en la Taberna Gitana, en Málaga, al lado del Teatro Cervantes.

—Sí, sí. Perfectamente.

—Camarón vio tocar allí al «niño», pero donde debuta usted con él fue en el Polideportivo Carranque.

"Supongo que ese día no habría guitarrista. No lo sé. Hasta ahí no llegué. Pero sí mandó llamarme y fui a tocarle allí. Yo no me lo creía"

—Sí, ahí fue la primera vez. Supongo que ese día no habría guitarrista. No lo sé. Hasta ahí no llegué. Pero sí mandó llamarme y fui a tocarle allí. Yo no me lo creía. Paraba mucho por Málaga. Miguel de los Reyes se lo llevó. En Málaga también estaba Antonio, el hermano de Miguel, que era guitarrista, y él venía mucho a Málaga, estaba muy vinculado. Yo me crié y viví en Málaga y allí estaba la Taberna Gitana. Tendría yo doce o trece años.

—Pero no fue hasta los dieciséis cuando se va con Camarón.

—Exactamente.

—La historia cuenta que Camarón se quedó sin su guitarrista, Ramón de Algeciras, y entonces mandó a Miguel el Madrona (taxista) a buscarle a usted.

—Puede ser, sí.

—Para entonces, Camarón había grabado seis discos con Paco de Lucía. ¿Usted sabía lo que iban a tocar en el polideportivo?

—No, no. Todos los jóvenes de aquella época escuchábamos muchísimo a Camarón. Todos teníamos los discos de Camarón con Paco de Lucía. En mi casa los ponía a cada momento. Aprendíamos de ellos. Camarón hacía una cosa (Tomatito tararea una melodía), y yo ya sabía lo que venía detrás: la falseta que hacía Paco en el disco. Entonces, claro, era muy familiar para nosotros, o por lo menos para mí. Pero, ya te digo, para los jóvenes de aquella época, Camarón y Paco de Lucía eran muy familiares porque estaban todo el día en las casas sonando.

—¿Dejó la escuela al tener que trabajar con Camarón?

—Sí, estaba en el colegio y lo dejé. Mi madre me dijo que si no me portaba bien y no era serio y formal, cogía, me ponía en casa y ya no tocaría más.

—Diría que usted se ha portado bien…

—Sí (Risas). Me porté bien, y aquí estoy.

—¿Leía?

—Bueno… No, no mucho.

—Paco de Lucía leía a Charles Dickens, Benito Pérez Galdós, Voltaire, León Tolstói, John Katzenbach, Anton Chéjov, Carlos Fuentes, Arturo Pérez-Reverte, Haruki Murakami, Ken Follett, Daniel Defoe, Maquiavelo, Albert Cohen o Donna Leon. ¿Le recomendaba lecturas?

"Paco de Lucía era bastante culto. Recuerdo que hablaba siempre de libros y de cine, de cultura..."

—Es verdad que Paco era bastante culto. Recuerdo que hablaba siempre de libros y de cine, de cultura… Pero la guitarra es la esclava del guitarrista. Llegas a las doce de la noche, a la hora de acostarse, y estás con la guitarra en la mano. Y cuando uno está enganchado a la guitarra, salir y juntarse con gente cultiva la mente, porque absorbes cosas. De lo que escuchas coges la idea que tú crees más correcta.

—¿Por intuición?

—Por intuición, sí. Pero me gusta leer, quiero decir. Me gusta leer sobre cualquier cosa que no sé, para enterarme. Me gusta leer, no soy vago.

—Aunque muchos artistas no sepan leer música, ¿lo que cuenta es la interpretación?

—Sí, porque es la escuela antigua también. Todos nos hemos criado y hemos vivido en un entorno musical de cada género, juntándonos con niños que luego fueron artistas. Yo en el barrio estaba con unos y con otros, y el juguete nuestro era la guitarra cuando éramos niños. Así es más fácil, en comparación con el que le dicen que toque la guitarra y se vaya a estudiar a un conservatorio. No es que sea peor ni mejor, es que es distinto.

—Lo que se improvisa, ¿no se aprende de los libros?

—Exactamente, sí. También había otro aprendizaje en los barrios que ahora ya no existen; ahora existen los edificios (bloques de viviendas) y si te pones a tocar la guitarra en el portal, llaman a la policía y te llevan preso por instigador de ruido.

—¿A qué horas la música pasa a ser «ruido»?

"Antes, en los barrios, te ponías en la calle a tocar la guitarra. Aquí, en el barrio de Pescadería-La Chanca, en Almería, no le molestaba a nadie, porque éramos todos familia"

—A deshoras. Yo tampoco lo veo correcto como ciudadano. Pero antes, en los barrios, te ponías en la calle a tocar la guitarra. Aquí, en el barrio de Pescadería-La Chanca, en Almería, no le molestaba a nadie porque éramos todos familia; unos se iban a dormir y otros nos quedábamos tocando la guitarra. No era ruido para nosotros, pero hay gente que se asoma y grita que te calles (Risas). Desde que no existen los barrios, yo me he mentalizado, porque la noche es para dormir. Si tienes ganas de juerga y estás en la calle y te pones a pegar guitarrazos y bocinazos, pues es lógico que no sea lo correcto; todo tiene su sitio, para estudiar y para conectar con el flamenco o con el género musical que tú quieras. Pero como decía, antes existían los barrios y no había problemas, pero ahora se toca a partir de las nueve de la mañana.

—Y ¿respetando la siesta?

—(Risas) Ahí no llego. Vivo en una urbanización con una casa unifamiliar, no es un bloque, entonces puedo tocar a las doce de la noche sin molestar a nadie.

—Paco de Lucía decía que era más fácil tocar flamenco en Moscú que en Sevilla. ¿Lo comparte?

—Sí. En Sevilla uno tiene mucha responsabilidad. Están todos los flamencólogos, los periódicos, las noticias… y tú siempre quieres quedar bien. Quieras o no quieras. A Paco en Sevilla le dieron una responsabilidad nacional; si eres español, en tu tierra tienes que dar lo mejor posible, y entonces llegas siempre con la lengua fuera (Tomatito jadea). A Moscú llegabas con la misma responsabilidad, pero es otra cosa. Por eso Paco decía que en Moscú era más fácil que tocar en Sevilla, claro, porque en Sevilla están con la lupa puesta y en Moscú le va a parecer a la gente muy bonito lo que haces, mientras que aquí, a lo mejor en esa época, iban con la lupa a ver dónde fallabas. ¡Digo yo!

—Quedó patente cuando se publicó La leyenda del tiempo.

—Sí, sí, sí… Claro. Y luego mira: estamos hablando de La leyenda del tiempo cuarenta años después. ¿Quién te dice a ti que se ha equivocado? Pero bueno, es así.

—Camarón estaba seguro de que ya lo entenderían en veinte años.

—¡Eso es! Lo dijo en una televisión. Recuerdo que contaba que no le habían entendido, pero que ya lo harían en veinte años. Al final se salió con la suya. Los genios son así.

—¿Cómo se entendía a Camarón y al flamenco en Francia?

"Cuando Camarón llegó a París, fue una de las primeras veces en las que el flamenco tomó más importancia allí"

—Muy bien. Cuando Camarón llegó a París, fue una de las primeras veces en las que el flamenco tomó más importancia allí. También fuimos muy bien recibidos cuando actuamos en el Palladium de Nueva York el 14 de julio de 1990. Él estaba seguro de lo que hacía. Iban también El Último de la Fila, Ketama, que estaba en su apogeo, y Camarón con un guitarrista nada más, que era yo. Empezó a cantar por seguiriya o por soleá, no me acuerdo, y todo el mundo —aquello estaba lleno— se quedó callado. Yo pensaba: «¡Madre mía de mi corazón!». Fue una cosa bárbara.

—Cuando falleció Camarón, usted se planteó dejar de tocar la guitarra.

—Sí, es verdad: cuando se fue Camarón no me llamó nadie más. Tuve que reinventarme porque venía de tocar para cantar (con Camarón) y yo no era solista. Pero desgraciadamente me tuve que hacer solista. Porque fue lo que fue, si no yo sigo tocando para Camarón. Pero bueno, son cosas que pasan.

—Cantaba Víctor Jara en Te recuerdo Amanda que «la vida es eterna en cinco minutos». ¿Cómo de relativo es el tiempo cuando uno toca la guitarra?

"El destino está ahí, con la escopeta"

—El tiempo pasa muy rápido. Me paso dos horas arriba y cuando me quiero dar cuenta ya ha terminado el concierto. Cuando uno está concentrado y se lo pasa bien y la gente está entretenida, no piensa en nada, sólo piensa en tocar, porque está en otro mundo, y eso pasa volao.

—«El Destino es un cazador paciente. Ciertas casualidades están escritas de antemano, como francotiradores agazapados con un ojo en el visor y un dedo en el gatillo, esperando el momento idóneo», escribió Arturo Pérez-Reverte en El francotirador paciente.

—Yo también creo que el destino es un cazador paciente. Y pasa el tiempo. Si tú cometes algo que no está bien, ya se encargará el destino de ti. Yo creo que sí. «Con el tiempo y una caña (hasta las verdes caen)», como dicen. Cada uno tiene su destino, pero no lo sabe nadie. Yo lo que sí sé es que si haces una cosa que no está bien, al final es el destino el que te dice lo que ha pasado. El destino está ahí, con la escopeta. Si no merece que te pegue un tiro, muy bien; sigue pa’ lante. Pero si no, te dará en una pierna y luego te dirá por qué ahora estás cojo.

TITULO:  Locos por las motos -  Martín lidera y Márquez arranca segundo y con caída,.

 

Martín lidera y Márquez arranca segundo y con caída,.

Al ganador del año pasado se le disparó el ‘airbag’ cuando ya era primero, con Marc a 0.150, y con Bagnaia noveno. Aleix causa baja.

Martín lidera y Márquez arranca segundo y con caída - AS.com

foto / Martín, Márquez y Maverick para empezar en el GP de Alemania. Tres españoles al frente de la tabla de tiempos en el FP1 de Sachsenring, con unos tiempos muy decentes para ser la primera sesión del fin de semana germano y con anécdota, porque a ‘Martinator’ se le disparó el airbag de su no mono cuando ya era primero, tras la bajada del tobogán. Aunque ese detalle no es el único por el que se recordará la sesión...

Marc sufrió una caída, la undécima de la temporada, a cinco minutos del final. Fue en la frenada de la curva 1, de derechas, pero no impidió que acabara segundo en la tabla de tiempos. Lo hizo a 0.150 del crono del madrileño, que con 1:20.584 se quedó a siete décimas del récord absoluto de la pista, en poder de un Bagnaia que sólo pudo empezar noveno y que en 2022 paró el crono en 1:19.765.

La del piloto del Gresini Racing no fue la única caída. También se fue al suelo con la tanda casi terminada Acosta. En su caso fue en la curva 13, la de entrada a meta, y como en el caso del catalán, felizmente, sin consecuencias importantes que lamentar. Además, el murciano empezó con un esperanzador quinto puesto, mucho más alentador que lo que se le vio en Assen.

Los otros dos pilotos que se clasificaron por delante del murciano fueron Maverick y Oliveira, como tercero y cuarto, respectivamente. Una buena noticia para Aprilia en una sesión en la que tuvieron la mala noticia de la baja definitiva de Aleix. La pequeña fractura que sufre en el quinto metacarpiano de la mano derecha es demasiado dolorosa para pilotar una MotoGP. Así lo explicó el mayor de los Espargaró en DAZN: “Muy difícil. Hablando con los doctores ya me decían que sería imposible, pero creía que tenía una opción y lo quería intentar. Cuando llego a la primera curva, de derechas, me duele tanto que se me irradia el dolor y se me levantan los dedos y no puedo aguantar el gas. Toca descansar aunque se me quede cara de tonto por sólo poder dar una vuelta. Lo quería intentar, por todo, porque es mi trabajo, por respeto. Sabía que sólo había un 5% de opciones. Durante la semana parecía que iba a llover y me decía que no tendría que frenar tan fuerte. Lo he intentado, pero no ha podido ser. Me voy a quedar para estar con el equipo, que luego vienen tres semanas de parón, a intentar ayudar a Maverick y por las tardes a aprovechar para recuperar en la clínica. Ya habrá tiempo para ir de vacaciones”.

Volviendo a la tabla de tiempos, Augusto Fernández, Bastianini, Álex Márquez, Pecco y Raúl Fernández cerraron las 10 primeras plazas. Más atrás, Mir 21º.

Por rematar con Marc, señalar que entró a cambiar de moto nada más salir a la pista y que luego, tras la caída, tuvo tiempo de llegar al box, para salir a continuación a ensayar la salida, pero abortó el intento porque algo no iba bien en su Ducati. Gesto serio el del el octacampeón a pesar de comenzar segundo en el escenario en el que ha ganado 11 veces, las 10 primeras de manera consecutiva entre 2010 y 2019.

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