El coronavirus llevará este año a la economía española a la recesión,.
La actual crisis es «más global» que la financiera de 2008 porque afecta a todas las ramas de la actividad,.
La OCDE, por su parte, advierte de que el impacto del coronavirus en el mundo está superando sus peores previsiones. Hace dos semanas avanzó que esta crisis podría llevar a la recesión a la eurozona y Japón, mientras la economía mundial se reduciría hasta un 1,5%. «Ahora parece que ya hemos avanzado mucho más allá del escenario más severo», admitió este sábado su secretario general, Ángel Gurría, que destacó que esta pandemia constituye el tercer gran 'shock' económico, financiero y social del siglo XXI, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la crisis financiera global de 2008.
«Esta crisis se asemeja a la caída de un meteorito en la economía española», explica John Plassard, especialista de inversión Mirabaud, que advierte de que los esfuerzos de austeridad tras la crisis económica de 2008 pueden verse «gravemente comprometidos» y nuestro país volvería a entrar en recesión. Por ello, Plassard compara los efectos del coronavirus con los de un «desastre natural como un tsunami o un meteorito».
Por delante, un horizonte tan complicado como el que había en 2008. Esa es la conclusión principal de la encuesta a economistas que elabora mensualmente el instituto alemán ZEW. Las expectativas de crecimiento son las más bajas desde diciembre de 2011, se han desplomado como consecuencia de la pandemia y las contundentes medidas de aislamiento.. Realmente, lo que están estimando los economistas es que la economía estará congelada durante los próximos meses.
Que estamos a las puertas de una recesión técnica (dos trimestres consecutivos de PIB por debajo de cero) es claro. El primer trimestre, por el parón de la actividad de marzo como consecuencia de las medidas de confinamiento y cierre de empresas por el coronavirus. El segundo, si, como es probable, las restricciones se prolongan durante abril, explica a este periódico Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional de Funcas. «Bajo el supuesto de una epidemia que se frena gradualmente a partir de finales de este mes, en línea con los que ocurre en China y Corea del Sur, la producción podría repuntar poco a poco a partir de mayo. Por tanto, el crecimiento podría pasar a terreno positivo a partir del tercer trimestre», considera optimista Torres.
De una V a una L
Lo que ahora muchos economistas se plantean es si la recuperación será en forma de V (una gran caída pero después una recuperación del mismo nivel), de U (algo menos pronunciado) o una L (caída y posterior estancamiento). Torres considera que será «difícil» que la crisis sea una V porque costará «mucho tiempo recuperar el terreno perdido». Por ejemplo, la temporada turística de verano va a verse afectada, «es ya inevitable», cuando hace solo una semana se dudaba de si la crisis podría suspender la Semana Santa. Además, las cadenas productivas, desorganizadas por la falta de suministros, tardarán en recomponerse. «En el mejor de los casos, la recuperación será en U. Pero si, además, no se toman las medidas adecuadas, entonces podríamos entrar en una verdadera recesión, prolongada por la espiral de recorte de la demanda. Sería la temible L», explica el experto de Funcas.Paralizar durante un mes la economía, «un parón en seco», como definió el panorama el propio presidente del Gobierno el pasado martes tras el Consejo de Ministros, tiene efectos «muy importantes» en el país. «El país puede aguantar, pero el coste es enorme», explica Pedro Aznar, profesor de Economía de Esade. En su opinión, es «prácticamente seguro que España entre en recesión en el segundo semestre de 2020».
Además, considera que la crisis de 2008 fue financiera que contagió a la economía real, pero ahora «es al revés, es una crisis en la economía real que está paralizando la actividad económica y afectando profundamente a los mercados financieros», señala el experto, que recuerda que esta crisis es «más global» porque afecta a «muchas más ramas de la actividad productiva».
De recesión a depresión
Incide en que con una deuda pública cercana al 100% del PIB, España tiene «menos margen de maniobra en política fiscal y económica» que en 2008. En este sentido, Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía del IESE, considera que habrá un rebote en la economía, pero el problema es que no se sabe cuándo. «Ya hemos perdido la Semana Santa y algo del verano», algo grave para el PIB de España, teniendo en cuenta que el turismo representa casi el 12%, explica. Pero opina que la crisis de 2008 fue «mucho peor» porque estaba el sistema bancario involucrado y ahora está más saneado. «La importancia de que se estén registrando ERTE y no ERE hará que las empresas puedan mantenerse abiertas y rebotar el día que se acabe la emergencia sanitaria», precisa.Menos optimista es Joachim Fels, asesor económico de la gestora de fondos Pimco, que avisa de que la solución a esta crisis requiere una «enorme respuesta fiscal» para evitar que el escenario «ya inevitable de una recesión pueda convertirse en uno de depresión».
El empleo es el mayor foco de atención. Desde la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ya han cifrado en 25 millones las personas que podrían quedarse sin empleo en el mundo. En España, los sindicatos estimaron que más de un millón de trabajadores se irán al paro por los ERTE que se están realizando en miles de empresas. Más allá, Cepyme estimó que entre 2,5 y 3 millones de trabajadores se verán temporalmente afectados por el parón de la actividad.
TITULO: LOS 50€ BILLETES - BILLETE 1.000 PESETAS - LOS ARBOLES PERDIDOS - ¿ Como afectan las caidas bursatiles a la crisis de la economia real ? ,.
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¿ Como afectan las caidas bursatiles a la crisis de la economia real ?,.
Un crac bursátil puede ser definido como una caída súbita y precipitada de las cotizaciones de la mayoría de los valores que se negocian en una o varias Bolsas. En la teoría no está definido exactamente de cuánto ha de ser la bajada para que se hable de un crac bursátil, sin embargo, en la práctica se considera que el mismo se produce cuando en un breve período de tiempo, las cotizaciones sufren una pérdida en su valor de más del 20 por ciento.
Los cracs bursátiles son desencadenados generalmente por el pánico financiero que surge tras el estallido de una burbuja especulativa y suelen ser la antesala a una recesión económica, aunque en determinadas situaciones, los temores desencadenantes del crac desaparecen poco a poco y se recupera la normalidad sin haber experimentado graves consecuencias negativas.
II.
FUNCIONAMIENTO DE UN CRAC BURSÁTIL
Todo crac bursátil se inicia con una burbuja especulativa de mayor o menor dimensión, que incita a los denominados inversores inteligentes, que disponen de información privilegiada, a adquirir valores con la expectativa de que éstos van a ver incrementado su valor en poco tiempo. Esto tiene como consecuencia que las acciones empiecen a subir poco a poco y que los pequeños inversores, viendo los beneficios que podrían obtener, se interesen por las mismas y decidan comprar. Los valores siguen subiendo de precio y las ganancias se multiplican. Comienza un período eufórico en el que todos quieren hacerse con nuevas adquisiciones con las que obtener un beneficio rápido. La avaricia alcanza su máxima expresión.
En ese momento, los inversores inteligentes empiezan a vender las sobrevaloradas acciones, ocasionando una caída en los precios. El mercado se encuentra en un momento tan delicado que cualquier acontecimiento negativo puede generar una situación de pánico generalizado. Cuando llega la esperada, aunque no deseada noticia, los pequeños inversores tratan de deshacerse de sus compras, provocando un desplome masivo en las cotizaciones, que se ve magnificado por los sistemas informáticos, que cursan órdenes de venta automáticas cuando los precios de las acciones sobrepasan unos límites preestablecidos.
De este modo, el funcionamiento de un crac bursátil aclara ciertos aspectos sobre el mercado de valores:
- - El mercado financiero se caracteriza por ser muy especulativo y no todos pueden ganar al mercado. Generalmente son los pequeños inversores los que salen desencantados de su experiencia negociadora.
- - En los mercados financieros, la mayoría suele equivocarse. De modo que cuando la mayoría de los inversores se sienten eufóricos y desean comprar, es momento de vender y viceversa.
III.
LOS PRINCIPALES CRACS BURSÁTILES EN LA HISTORIA
Entre los cracs bursátiles de mayor relevancia en la historia podemos destacar los siguientes:
1.
El crac de 1929
El crac de 1929 tuvo lugar en Nueva York entre los días 24 y 29 de
octubre de 1929 y se produjo tras la explosión de una burbuja
especulativa que llevó a los norteamericanos a lanzarse al mercado para
adquirir acciones a través de fondos de inversión (trust funds).
La principal consecuencia derivada de este crac bursátil fue el comienzo
de la Gran Depresión, que ha sido considerada como la mayor crisis
económica del siglo XX por su alcance internacional y la duración de sus
secuelas.
a)
Causas
Tras la Primera Guerra Mundial, la coyuntura internacional
experimentó grandes cambios, siendo uno de los más significativos la
emersión de Estados Unidos como gran potencia, que se vió convertida en
el primer acreedor mundial.En 1927, tras haber obtenido grandes beneficios en el exterior, los financieros de Estados Unidos decidieron invertir en el mercado interior, incrementando, ante la mayor demanda, los precios de las acciones de las empresas norteamericanas. Se inició así una burbuja especulativa que se vió fortalecida por las nuevas facilidades para la compra de acciones a crédito que concedió Wall Street y por la creación de los denominados trusts de inversión mobiliaria, compañías que tenían como único objetivo especular.
b)
Desarrollo
Los precios de las acciones ordinarias de la Bolsa de Nueva York
habían empezado a subir en 1924, incremento que continuó en 1925 y
experimentó algún retroceso en 1926, posiblemente como reflejo del
colapso del boom inmobiliario de Florida, para seguir subiendo de forma
desorbitada hasta 1929. Los precios aumentaban porque los agentes
estaban convencidos de que aún crecerían más, expectativas que se
autocumplían, dado lugar a nuevos incrementos en los precios que
hinchaban cada vez más la burbuja.En verano de 1929, la actividad fue frenética. A la gran expansión de los trusts, raro era el día que no se constituía uno, se unieron fuertes incrementos en las cotizaciones del mercado de valores. La euforia se había desatado y era imparable.
Tal era la situación que, muy pocos prestaron atención a los indicadores económicos, que mostraban claros síntomas de debilidad. Los bancos tampoco atendieron a los consejos de la Reserva Federal, que les alertaba sobre el peligro de los créditos concedidos para invertir en Bolsa. Sin embargo, Wall Street hizo caso omiso de las señales de alerta.
El nerviosismo empezó a adueñarse de las Bolsas a partir del 4 de septiembre, cuando una fortísima caída en las cotizaciones fue pronosticada por Roger Babson, que añadía también la futura depresión que sacudiría el país como consecuencia del crac bursátil. Tras sus declaraciones se produjo la primera oleada vendedora. Sin embargo, poniendo en entredicho la reputación del estadístico, nuevas adquisiciones tranquilizaron el mercado.
A pesar de la recuperación, en las Bolsas se respiraba un ambiente de inseguridad e incertidumbre que se veía acrecentado por las fuertes oscilaciones que se produjeron en los principales índices de Bolsa hasta el mes de octubre.
Es precisamente el día 24 de este mes, que ha pasado a la historia como el Jueves Negro, cuando comienza el crac y el pánico invade los mercados. A las 11 de la mañana del jueves, el colapso de la Bolsa era total. El pánico se había extendido entre los inversores y la gente se agolpaba en la calle para ver qué pasaba. Hubo incluso personas que ante el pavor de no poder hacer frente a sus deudas se quitaron la vida. A las 12 de la mañana se convocó una reunión de emergencia en la que los principales banqueros decidieron aunar recursos para sostener el mercado. Ocurrió entonces el milagro: a las 13,30 inversores institucionales adquirieron un gran bloque de acciones, demostrando así la seguridad que veían en el mercado y su interés por reforzar la confianza y evitar una situación de pánico entre los agentes. Al día siguiente, ante la supuesta buena salud del mercado, la tranquilidad volvió al mismo y los precios se recuperaron.
Sin embargo, la paz sólo duró el fin de semana, pues el lunes 28 (Lunes Negro) se sucedieron las ventas de valores, los bancos no intervinieron a diferencia de lo que habían hecho el jueves anterior y el martes 29 de octubre (Martes Negro) fue uno de los días más devastadores de la historia de la Bolsa. La locura vendedora se apoderó de los mercados, provocando mayores descensos en los precios y el colapso de la Bolsa de Nueva York. Nuevamente, los gigantes financieros se lanzaron a la adquisición de paquetes de acciones para reestablecer la confianza en el mercado. Sin embargo, en este caso su estrategia fue en balde, pues el desplome de precios fue imparable, la confianza en el mercado había desaparecido.
El mercado de valores se embarcó en una caída constante, que culminó el 8 de julio de 1932, con una pérdida del 89 por ciento de su valor total. Los índices bursátiles no volvieron a ver valores comparables a los anteriores al crac del 29 hasta noviembre de 1954.
c)
Consecuencias
El crac de 1929 ha tenido gravísimas consecuencias para la economía
mundial, sin embargo, lo peor de la crisis no fueron sus consecuencias
económicas, sino sus efectos sociopolíticos.La pérdida de confianza en el mercado derivada del crac bursátil afectó al consumo y la inversión, así como a la producción, que seguía disminuyendo. Los inversores que habían especulado con préstamos no podían pagarlos, lo que provocó que los bancos limitaran sus créditos. Esto afectó a las empresas, que presas de gravísimas dificultades de liquidez comenzaron a despedir a sus empleados, provocando unas tasas de desempleo hasta entonces desconocidas. El pánico de los inversores a perder también sus ahorros hizo que se apresuraran a retirar todo su dinero de los bancos, lo cual era inviable pues gran parte de los depósitos estaba invertida en préstamos o inversiones. El resultado fue la quiebra de un banco tras otro.
La gravedad de la situación se vio incrementada por el contagio de la crisis a otros países como consecuencia de la estrecha relación económico-financiera existente entre Estados Unidos y el resto del mundo, así como por las medidas proteccionistas aplicadas y por la ausencia de mecanismos de cooperación internacional que evitaran el contagio de la crisis. De este modo, la economía norteamericana se sumió en una grave depresión, arrastrando con ella a buena parte de las economías europeas.
Las causas de la Gran Depresión que siguió al crac del 29 son difíciles de explicar. Sin embargo, parece que es en parte atribuible a la especulación que originó el desastre bursátil. La estructura bancaria del momento y la pésima distribución de la renta ayudaron a agravar la situación, en la que la crisis industrial y el desempleo eran irrefrenables.
La administración Hoover, que nada había hecho por contener el crac del 29, fue reemplazada por el Gobierno de Roosevelt, que ideó un paquete de medidas financieras, agrícolas, industriales y sociales (conocido como New Deal) con el objetivo de impulsar la economía. Sin embargo, no fue hasta la Segunda Guerra Mundial cuando la economía de Estados Unidos empezó a recuperarse gracias a la economía de guerra.
Ante las graves pérdidas sufridas por los agentes económicos, se empezaron a ver con buenos ojos las soluciones totalitarias, que al menos parecían asegurar el pan de cada día. Se fueron popularizando así los sistemas autárquicos y las dictaduras fascistas que provocaron el comienzo de una nueva guerra mundial en 1939.
Así, el crac de 1929 tuvo entre sus principales consecuencias la pérdida de la confianza en el mercado que provocó, junto con otros factores, la Gran Depresión de 1929, que se tradujo en varios años de recesión económica, desempleo y miseria, que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial.
Además de las terribles consecuencias anteriormente expuestas, cabe destacar algunos hechos positivos que se derivaron del crac del 29: las taras que ocasionaron la Gran Depresión fueron reveladas y subsanadas de forma importante. Se tomaron medidas respaldando los sectores más débiles de la economía y se realizaron reformas sociales y fiscales para proteger y sostener la renta. En definitiva, se comenzó a moldear el actual Sistema de Bienestar. Asegurándose así que, al menos, en caso de volver a producirse una grave depresión, la protección ante la misma será mayor.
2.
El lunes negro de 1987
El Lunes Negro de 1987 hace referencia al crac bursátil acontecido el
19 de octubre de ese año, día en el que se produjo el mayor derrumbe
porcentual de la historia de los mercados de valores. El Dow Jones
perdió casi un 23 por ciento en una única jornada. El desastre bursátil
acaecido en Nueva York se extendió por todo el mundo, demostrando la
interdependencia existente en los mercados financieros.El crac se produjo como consecuencia de una burbuja especulativa creada en torno a la creencia de que las compañías crecerían eternamente siempre que compraran otras compañías. Se multiplicaron las adquisiciones hostiles, las fusiones y las compras apalancadas, en las que las compañías adquirían cuantiosos recursos tras vender al público bonos de alto riesgo. Éstos reciben el nombre de bonos basura y se caracterizan por cobrar un elevado tipo de interés a cambio de someterse al riesgo de que no ser cobrados.
También fueron comunes como fuente de financiación las ofertas públicas de acciones (OPA s). Las compañías se peleaban por la obtención de recursos que les posibilitaran adquirir otras empresas.
Los inversionistas se contagiaron de la euforia del mercado y de nuevo creyeron que el mercado crecería para siempre, haciendo alarde de su pésima memoria financiera, en la que únicamente la crisis de 1929 parecía haber hecho mella.
Se estaban realizando tantas transacciones en el mercado que, para evitar posibles fraudes comenzaron a ser investigadas, causando una alarma entre los inversores, que, ante el temor de una caída bursátil, decidieron asegurar sus carteras formalizando contratos de futuros. En escasos minutos, el mercado de futuros recibió tal suma de dinero que se colapsó, arrastrando con él al mercado de valores, pues ante la posibilidad de perder su dinero, los agentes que no estaban asegurados con futuros decidieron vender sus valores. Sin embargo, muchos no encontraron comprador.
Se produjo un desplome de la Bolsa desatado por la irracionalidad de los agentes, que vendían guiados por la mayoría y sin conocer realmente el motivo de su decisión.
Las consecuencias de este desplome bursátil fueron graves, y se vieron incrementadas por problemas informáticos en el tratamiento de los pedidos, que vendían automáticamente cuando los precios de las acciones sobrepasaban ciertos límites preestablecidos. Sin embargo, gracias a la intervención de la Reserva Federal, que redujo los tipos de interés, con el objetivo de prevenir una recesión y una crisis bancaria, los mercados se recuperaron rápidamente. Dos años más tarde el Dow Jones recuperaba los niveles registrados antes del colapso.
Cabe destacar además, que el hundimiento fue menos devastador que el de 1929 gracias a los cambios que se habían introducido en el sistema que lograron reducir la vulnerabilidad de la economía ante posibles crisis.
Es justo resaltar también que este crac propició el empleo de nuevas medidas en las Bolsas norteamericanas, con el fin de reforzar la seguridad del mercado y de evitar bruscas caídas en las cotizaciones.
3.
La crisis de octubre de 2008
El crac bursátil mundial de octubre de 2008 consiste en una histórica
caída en el precio de las acciones en prácticamente todas las Bolsas
del mundo que va a afectar a todos los sectores de la economía y se
caracteriza por su internacionalidad. Es considerado por algunos como el
mayor crac de la historia del capitalismo.
a)
Causas
El crac que se produjo en octubre de 2008 tiene como origen la
burbuja especulativa que se inició a finales del siglo XX en torno a los
activos inmobiliarios. Comenzó entonces a forjarse un período de
crecimiento económico en el que la construcción era una pieza clave del
desarrollo.La enorme extensión del sector inmobiliario generó la propagación de las hipotecas entre los inversores. Tal era la avaricia de los bancos por obtener beneficios que comenzaron a ofrecer unas hipotecas de alto riesgo, denominadas hipotecas subprime, a aquellas familias que no tenían garantías para pagarlas, a unos tipos de interés muy elevados.
Sin embargo, lo más grave no fue la concesión de estas hipotecas subprime, sino la titulización de las mismas que llevaron a cabo los bancos para incrementar sus beneficios, provocando la propagación de la crisis por todo el mundo.
b)
Desarrollo
El reventón de la burbuja inmobiliaria norteamericana desató las crisis subprime.
Como consecuencia de los elevados tipos de interés, numerosas familias
titulares de hipotecas de alto riesgo no tenían capacidad para hacer
frente a los pagos de sus deudas. Situación que se agravó tras el
estallido de la burbuja inmobiliaria, pues los bancos no podían vender a
buen precio los pisos para recobrar su deuda. Esta circunstancia quebró
la confianza existente en el sector bancario y en el mercado de
valores.Así, el 10 de octubre de 2008 tuvo lugar un crac generalizado en todas las plazas mundiales. El Ibex-35 perdió los 9.000 puntos (en el período anterior se había situado por encima de los 14.000) y acumuló unas pérdidas semanales mayores al 21 por ciento de su valor. En el resto de países los descensos fueron inferiores.
El lunes 13 de octubre la euforia se desató en la Bolsa y el Ibex-35 subió un 10%, la mayor subida de su historia, gracias a las medidas acordadas durante el fin de semana por las principales potencias económicas, que decidieron inyectar en el sistema financiero más de un billón de euros.
Sin embargo, el pesimismo vuelve a invadir las Bolsas y el 15 de octubre se registran fuertes caídas, que se agravan el 25 de octubre. Momento en el que se teme que se produzca una posible recesión económica global.
c)
Medidas aplicadas y consecuencias del crac
Tras el crac de octubre de 1929, la economía estadounidense se sumió
en la Gran Depresión, ocasionada en parte por la falta de reacción de
los gobiernos. A diferencia de entonces, la actuación del Gobierno en
este crac bursátil ha clarificado sus intenciones de salvar la economía
de una crisis de liquidez que pueda desestabilizar el sistema financiero
mundial. Así, se ha realizado un plan de rescate multimillonario por
parte de Estados Unidos, que ha sido seguido por Europa. Esta y otras
medidas han sido aplicadas en diferentes países del mundo, lo que no ha
evitado que se presenten efectos negativos tras el desplome bursátil.La burbuja especulativa inmobiliaria ha ocasionado una crisis hipotecaria que a su vez se ha traducido en una crisis financiera y bancaria, cuyas consecuencias se plasman sobre la economía real.
La reducción del precio de los activos inmobiliarios ha afectado directamente al sector de la construcción, que ha visto reducido su empleo drásticamente. El cuál no sólo ha disminuido en este sector, sino en todas aquellas actividades que están relacionadas con el sector inmobiliario.
Ante la situación experimentada tras la crisis subprime, los bancos limitaron los créditos a consumidores y empresas, generando una crisis de liquidez en el mercado, así como una reducción del consumo y de la inversión. Ante la necesidad de las empresas de obtener recursos para invertir en actividades productivas, la producción también se ha visto recortada, tal y como lo ha hecho el empleo de dichas empresas.
En conclusión puede decirse que, se ha producido un deterioro en el conjunto de la actividad económica. Ha germinado una crisis global que se ha extendido por todas las economías y por todos los sectores de la actividad económica.
4.
Otros cracs bursátiles acontecidos en la Historia
Además de los cracs bursátiles anteriores, destacados por su
importancia, se han producido numerosos colapsos en las Bolsas mundiales
a lo largo de los años. Entre ellos, cabe destacar los siguientes.- - El producido el 12 de diciembre de 1914 como consecuencia del estallido de la Primera Guerra Mundial, que llevó al Dow Jones a acumular una pérdida cercana al 25 por ciento de su valor.
- - Los duros momentos vividos en los mercados durante la crisis financiera asiática de 1997 tras la explosión de la burbuja japonesa, que ocasionó una caída en picado de los precios de los activos que se contagió a los mercados internacionales.
- - El crac ruso de agosto de 1998 en el que el rublo perdió el 60 por ciento de su valor en 11 días, provocando una tremenda crisis económica y monetaria en Rusia, ligada en parte a la crisis financiera asiática de 1997.
- - El estallido de la burbuja Internet en el año 2000, que generó pérdidas superiores al 39 por ciento en el índice Nasdaq durante el año. Índice que concentra los valores bursátiles ligados a Internet y a las nuevas tecnologías.
- - El que tuvo lugar el lunes 17 de septiembre de 2001, día de la reapertura de la Bolsa tras los ataques terroristas del 11-S en Estados Unidos. El Dow Jones cayó aproximadamente un 7 por ciento, pero las caídas no se prolongaron en el tiempo.
- - El experimentado en el año 2002, como consecuencia de la falsificación de las cuentas de la empresa energética estadounidense Enron.
TITULO: LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - PAPELES QUEMADOS - Chimenea - Combatiendo la epidemia ,.
LOS LIMONES - EL BOMBON DE HELADO - PAPELES QUEMADOS -Chimenea - Combatiendo la epidemia , fotos,.
Combatiendo la epidemia ,.
En la última columna se hablaba de las epidemias que en el pasado asolaron Badajoz, pero no de cómo se combatían.
Hasta la creación del sistema de asistencia social y las modernas residencias sanitarias de cobertura nacional creados en España en época franquista, la atención en tales terrenos resultaba muy primaria, manteniéndose con no mucha diferencia los modelos asistenciales de siglos atrás en rudimentarios centros a cargo del municipio, Iglesia, cofradías, hermandades, o pequeñas obras pías y fundaciones de caridad, alguna de tan solo un par de camastros.
Hasta la fundación en el siglo XVIII del Hospital y Hospicio de San Sebastián, en el que se integraron en 1795, en Badajoz solo habían existido desde antiguo los cuatro pequeños hospitales de Misericordia; Concepción; Antigua Piedad, luego Piedad; y de la Cruz o Vera Cruz, en diferentes localizaciones, y otros efímeros, como el de la Obra Pía de Doña Leonor Gragera y Doña Damiana de León en el Convento Jesuita de la plaza de Santa María, en los que en tiempo ordinario se atendía con una elemental curativa a los enfermos menesterosos.
Sobre tan precaria estructura, las actuaciones frente a las epidemias se limitaban, aparte oraciones, rogativas y otros actos religiosos, a medidas voluntaristas entre las que destacaban las cuarentenas, el esfuerzo de los sanitarios con poco más que su ciencia y buena voluntad, y la colaboración del vecindario.
Veamos como muestra de las que con poca diferencia se aplicaron ya cuando la peste de 1599, alguna de las medidas que dictaba el bando emanado por el Ayuntamiento en agosto de 1833 frente a la epidemia de cólera que asolaba la ciudad, y que hoy pueden resultar ingenuas o sorprendentes.
Frente a la costumbre imperante, se prohibía arrojar a la calle los excrementos, inmundicias, basuras, aguas fecales y animales muertos; hacer las necesidades en la calle; limpiar de inmediato a los niños que se las hicieran encima; la venta de alimentos «corrompidos o en mal estado»; mantener cerdos, burros, gallinas y otro ganado en plazas y lugares públicos, aligerar el cauce del Guadiana para evitar «los gases insalubres» de las aguas estancadas; vigilar las cocinas de mesones y tabernas; vetar la entrada en la ciudad a forasteros infectados, o establecer para los locales centros de aislamiento en Bótoa y San Gabriel.
Como obligaciones se establecían encalar las casas; mantener aseado su entorno «usando regaderas»; construir de inmediato sumideros y excusados en las que no los hubiera; alejar las esterqueras al menos quinientos metros extramuros; enterrar los cadáveres «bien profundo y con cal»; expulsar a todos los mendigos de la plaza, y habilitar para consumo del vecindario y el ejército, por lo saludable de sus aguas, el pozo de San Francisco.
Detalle a resaltar es que aunque el ambiente callejero era entonces mucho más peligroso y letal, no se prohibía a la gente salir de su casa.
Hasta la creación del sistema de asistencia social y las modernas residencias sanitarias de cobertura nacional creados en España en época franquista, la atención en tales terrenos resultaba muy primaria, manteniéndose con no mucha diferencia los modelos asistenciales de siglos atrás en rudimentarios centros a cargo del municipio, Iglesia, cofradías, hermandades, o pequeñas obras pías y fundaciones de caridad, alguna de tan solo un par de camastros.
Hasta la fundación en el siglo XVIII del Hospital y Hospicio de San Sebastián, en el que se integraron en 1795, en Badajoz solo habían existido desde antiguo los cuatro pequeños hospitales de Misericordia; Concepción; Antigua Piedad, luego Piedad; y de la Cruz o Vera Cruz, en diferentes localizaciones, y otros efímeros, como el de la Obra Pía de Doña Leonor Gragera y Doña Damiana de León en el Convento Jesuita de la plaza de Santa María, en los que en tiempo ordinario se atendía con una elemental curativa a los enfermos menesterosos.
Sobre tan precaria estructura, las actuaciones frente a las epidemias se limitaban, aparte oraciones, rogativas y otros actos religiosos, a medidas voluntaristas entre las que destacaban las cuarentenas, el esfuerzo de los sanitarios con poco más que su ciencia y buena voluntad, y la colaboración del vecindario.
Veamos como muestra de las que con poca diferencia se aplicaron ya cuando la peste de 1599, alguna de las medidas que dictaba el bando emanado por el Ayuntamiento en agosto de 1833 frente a la epidemia de cólera que asolaba la ciudad, y que hoy pueden resultar ingenuas o sorprendentes.
Frente a la costumbre imperante, se prohibía arrojar a la calle los excrementos, inmundicias, basuras, aguas fecales y animales muertos; hacer las necesidades en la calle; limpiar de inmediato a los niños que se las hicieran encima; la venta de alimentos «corrompidos o en mal estado»; mantener cerdos, burros, gallinas y otro ganado en plazas y lugares públicos, aligerar el cauce del Guadiana para evitar «los gases insalubres» de las aguas estancadas; vigilar las cocinas de mesones y tabernas; vetar la entrada en la ciudad a forasteros infectados, o establecer para los locales centros de aislamiento en Bótoa y San Gabriel.
Como obligaciones se establecían encalar las casas; mantener aseado su entorno «usando regaderas»; construir de inmediato sumideros y excusados en las que no los hubiera; alejar las esterqueras al menos quinientos metros extramuros; enterrar los cadáveres «bien profundo y con cal»; expulsar a todos los mendigos de la plaza, y habilitar para consumo del vecindario y el ejército, por lo saludable de sus aguas, el pozo de San Francisco.
Detalle a resaltar es que aunque el ambiente callejero era entonces mucho más peligroso y letal, no se prohibía a la gente salir de su casa.
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