miércoles, 25 de marzo de 2020

Viva la vida - Calixto Bieito - Director teatral ,.SABADO -28- Marzo ,./ VIVA LA VIDA - Bernardo Atxaga , DOMINGO -29- Marzo . / Ese programa del que usted me habla con - La pandemia del año 20,. / FIESTA Y TOROS - Victoriano Valencia, mucho más que el suegro apoderado de Ponce: grandeza y torería de la dinastía Roger,.

TITULO: Viva la vida -   Calixto Bieito - Director teatral . ,.SABADO -28- Marzo,.

El sabado -28- Marzo  a las 16:00 por Telecinco , fotos,.


 Calixto Bieito - Director teatral,.


«El concepto de belleza cambia, es como la moda»,.

Calixto Bieito en el Teatro Arriaga de Bilbao, que él mismo dirige./Luis Ángel Gómez
Calixto Bieito en el Teatro Arriaga de Bilbao, que él mismo dirige.

«Es muy grave que un porcentaje tan alto de artistas malvivan con su trabajo», asegura,.


El director de escena español más internacional se define como un ser melancólico por un origen gallego que le viene de padre. Muchos lo consideran un provocador pero confiesa que uno de sus autores teatrales favoritos es Calderón de la Barca y que la Semana Santa de Sevilla es para él un espectáculo barroco inigualable. Trabajador infatigable, viaja continuamente, sobre todo por Europa, de Escandinavia a Reino Unido; y de Basilea, donde reside, a Italia o Bilbao, donde dirige el Teatro Arriaga, sin olvidar su actividad en teatros de Estados Unidos y otras ciudades con relevancia artística en todo el mundo. Sentado en su austero despacho, desde cuyo ventanal se contempla la ría de Bilbao, asegura en una entrevista realizada antes del confinamiento decretado por el coronavirus que «el talento hay que entrenarlo». E insiste, para contextualizar sus opiniones sobre el momento de la cultura española:«No me considero la persona adecuada para dar lecciones a nadie». Pero pocas habrá tan informadas e influyentes cuando se habla de los escenarios.
– Nacido en Miranda de Ebro, hijo de gallego y andaluza, formado en Barcelona, residente en Basilea... ¿Los artistas son los verdaderos representantes de un mundo globalizado?
– No solo los artistas. Coincido en los viajes con muchos ejecutivos que viven en Berlín y trabajan en París, o con profesores de Londres que dan clase en Heidelberg. Yo me fui a Barcelona con 15 años, luego estuve en la Academia de Teatro de París y empecé a hacer espectáculos y a viajar muy joven.
– Se ha definido más de una vez como europeísta.
– Soy un convencido del proyecto europeo, aunque ahora no esté de moda decirlo. Lo soy conociendo muy bien Europa y el Reino Unido. Y vivo en Basilea, que debe de ser la ciudad donde hay más museos en relación a su población.
– Con ese conocimiento de tantos centros relevantes en lo artístico, ¿cómo ve el estado de la cultura española?
– La veo con una enorme cantidad de talento individual. Pero al no existir un modelo teatral y musical muy definido, como sí lo hay en otros países, se hace difícil crear una base sólida para desarrollar ese talento. Si a eso se unen los continuos cambios en los planes de estudio y que vivimos un momento con muchas incertidumbres sobre a dónde vamos, se entienden las dificultades para conseguir que ese talento aflore.
– Alguna vez ha comentado que en España no se valora el riesgo en materia artística, y quizá en la escena aún menos. ¿Eso tiene que ver con la gran dependencia de la cultura respecto de las subvenciones?
– La incertidumbre sobre hacia dónde vamos es general, pero en otros lugares hay un modelo cultural muy sólido. Eso hace posible, por ejemplo, algo que acabo de ver ahora en Hamburgo: un teatro lleno de niños en los ensayos.
– ¿Por qué aquí no sucede nada de eso?
– El Romanticismo, que fue un paso hacia la modernidad, aquí duró muy poco. La falta de riesgo es algo que viene de siempre. Hace un siglo no había tampoco una apuesta pública por las artes. Con frecuencia, estas se mantenían gracias a iniciativas individuales. Ahora sucede algo parecido. Nos falta dar un salto hacia un modelo claro, como el de Reino Unido potenciando los musicales, o en Centroeuropa, con el teatro y la ópera públicos.

Amenazas a la vanguardia

– La crisis redujo las subvenciones y además ahora se exige a los gestores que llenen los auditorios. ¿Eso termina por arrinconar la vanguardia?
– No conozco con profundidad lo que sucede aquí porque vivo en Basilea desde hace más de una década. Pero Europa ha cambiado muy poco en eso con la crisis. Es cierto que todo el mundo quiere llenar los teatros y que se ha extendido un temor que quizá antes no había, pero se siguen haciendo cosas. Como antes. Recuerdo que cuando hice 'La vida es sueño' en Edimburgo, hace veinte años, me preguntaron qué podía aportar una obra tan oscura en un mundo en el que se sabe todo. Ya ve el resultado: el exceso de información oscurece.
– ¿Por qué el arte ha dejado de buscar la belleza?
– El concepto de belleza cambia, es como la moda. La belleza te pone en otro sitio; te eleva, como la poesía. Además, a veces la belleza se ha llenado de clichés.
– ¿Es conservador pensar que debería buscarla?
– No, para nada. Yo adoro la pintura clásica y me baso más en ella que en la contemporánea. Mis espectáculos están inspirados por la cultura centroeuropea, pero también por Buñuel, Velázquez, Goya, Zurbarán... Lo que no es positivo es ir a una exposición de arte contemporáneo con la actitud previa de que no te va a gustar.
– Puede que a muchos les sorprendan esas influencias de las que habla.
– El arte es interpretación, nadie viene de la nada. Hace unas semanas, al recibir un premio en Barcelona, di las gracias a las ciudades en las que he estado y a todas las influencias que he recibido.
– Quizá el problema sea que el arte de vanguardia requiere una preparación mayor y hoy es posible llegar a la Universidad sin saber quiénes eran Ibsen y Brahms, y no digamos Pina Bausch o Georgio Strehler.
– Es un problema, claro. Me gustaría que hubiera un nuevo humanismo. No se pueden quitar asignaturas como Filosofía o Arte, porque enseñan cosas muy importantes. No solo hay que saber cómo funcionan las máquinas, sino también qué sistema hay detrás. Así evitaremos ser esclavos de ellas. Para mí, conocer a Adan Kowacsis o tomar clases con Bergman fue vital. Y hay que ver cómo se incorpora todo eso a nuestra cultura cotidiana.
– No parece que esté entre las urgencias de ningún partido con responsabilidad o posibilidad de estar en el Gobierno.
– Es un drama que no se explique en la escuela quién es Ibsen. O Montaigne. Ellos nos explican a nosotros mismos. O que los jóvenes no conozcan el placer de escuchar a Schumann. Y le aseguro que no estoy obsesionado con el público joven. Lo estoy con todos los públicos.
– No es solo una cuestión de los gobiernos. En una familia media no se quejarán si deben pagar 800 euros para comprar un ordenador. Pero lo harán si se plantea a los alumnos ir al teatro o la ópera y pagar 30 o 70 euros.
– Hay que asumirlo: la cultura es cara. Pero también aquí deberían intervenir los poderes públicos para que los jóvenes tuvieran precios mucho más rebajados. De todas formas, el fútbol es mucho más caro y la gente se queja menos.
– ¿Y los artistas? Se les critica mucho por pedir subvenciones.
– Otro tema muy relacionado con la mentalidad de una sociedad. En Berlín o París nadie dirá que los trabajadores de la cultura son unos vagos que solo buscan subvenciones.
– Un reciente estudio asegura que solo ocho de cada cien actores pueden vivir de su trabajo en España.
– Es muy grave que un porcentaje tan elevado de actores, cantantes, músicos... malvivan. No es solo una cuestión de supervivencia económica, sino que eso afecta a la calidad de su trabajo. El talento hay que entrenarlo, y no es igual hacer cuatro o seis obras al año, que solo una.
– No es su caso. Este año hará la 'Tetralogía' wagneriana, entre otras cosas.
– En La Bastilla. Ya hemos empezado y terminaremos en diciembre. También haré 'Lohengrin' en la Staatsoper de Berlín, un 'Tristán' en la Staatsoper de Viena ya en 2022. La vida me ha dado mucho, pero he arriesgado también en lo personal. Resido en Basilea hace muchos años, así que, aunque voluntario, soy un expatriado.

Muchos 'Bieitos'

– Alguna vez ha dicho que hay muchos 'Bieitos'. ¿Hay diferencia entre el que trabaja en España y el que lo hace fuera, en razón de un público diferente?
– No, no hago diferencias según el público o el país. Si lo haces, te vuelves loco. Puedo hacer mucha cosas, pero no especular. Perdería mucha energía y no es algo que vaya con mi carácter, más bien melancólico.
– Puede llamar la atención esa definición de 'melancólico' por parte de alguien a quien tantas veces se ha acusado de provocador.
– Pero es cierto. Viene de mi origen gallego. He hecho muchas cosas muy espirituales, todos tenemos la necesidad de creer en algo. Y para mí la música es fundamental. Por ejemplo, decido las óperas que hago por la música.
– Algunos libretos son literariamente infumables.
– Sí. Hay de todo, pero muchos lo son.
– ¿Y hay diferencias también entre el Bieito director, creador, y el Bieito gestor?
– Hay cierta diferencia, sí. Estoy en el Arriaga porque no hay una compañía fija ni una orquesta, y cuento con un gran equipo. Hago las programaciones y me guío no solo por lo que me gusta a mí. De todas formas, como público soy bueno. Hay producciones convencionales que me encantan. Soy gestor y dramaturgo, y no olvido como gestor que un teatro público tiene que ayudar a difundir la cultura en la ciudad, y también promocionar a actores y cantantes.
– Ha dicho que se guía no solo por lo que le gusta. ¿Con qué criterio programa?
– Me tomo la programación como si fuera una ópera wagneriana, con momentos cómicos, otros dramáticos, algunos experimentales...
– Usted conoce muchos países. ¿Cuál tiene el mejor público, el más abierto a dejarse llevar por sensaciones nuevas, a experimentar?
– Generalizando, con lo que ello supone, creo que el público mejor está en Basilea y Amberes. La zona flamenca de Bélgica es de un altísimo nivel en cuanto a la creación. El público danés del teatro, no tanto de la ópera, también es excelente. Y algo parecido sucede con el noruego, muy bueno en el teatro también. Y debo añadir algunas ciudades de Alemania en las que hay varios teatros y óperas que cuentan con un público muy abierto.


TITULO:  VIVA LA VIDA -  Bernardo Atxaga ,. DOMINGO -29- Marzo .

El domingo -29- Marzo a las 16:00 por Telecinco , foto.

Obaba desembarca en Lavapiés,.

Bernardo Atxaga./EFE
Bernardo Atxaga.

Bernardo Atxaga desea que la versión teatral de su novela ayude a combatir la «relación fantasmagórica» que ha existido entre Madrid y el País Vasco,.


El Teatro Valle-Inclán, la sede del Centro Dramático Nacional ubicada en el corazón de Lavapiés, el barrio más multicultural de Madrid, acogerá entre el jueves y el domingo cuatro representaciones de la adaptación teatral del mundo mágico de 'Obabakoak', la novela vasca más popular de las últimas décadas, que le valió el Premio Nacional de Narrativa y el reconocimiento internacional, hace 29 años, a Bernardo Atxaga.
La obra, producida por el Teatro Arriaga de Bilbao, es una particular y moderna traslación al lenguaje dramático de fragmentos de parte de los 26 relatos de la novela, realizada y dirigida por Calixto Bieito, que tambien es el director artístico del coliseo bilbaíno. Es la segunda vez que el montaje, calificado este miércoles por Atxaga como «una adaptación excepcional», sale del País Vasco desde que se estrenó hace un año en la capital vizcaína. La primera minigira, con cinco funciones, tuvo como destino, en los últimos días de octubre de 2017, el Teatro Lliure de Barcelona.
La obra, que en próximos meses aspira a saltar las fronteras españolas, con al menos una escala en Stuttgart (Alemania), se representará en el Valle-Inclan con prácticamente todo el elenco original -diez de los once actores que la estrenaron-, que este jueves interpretarán la única función en euskera -idioma en que está escrita la novela-, que no obstante podrá ser también seguida por el público con subtítulos en castellano.
Bieito recordó este miércoles, durante la presentación en Madrid, que el origen de esta aventura teatral está en un paseo -«un momento mágico»- que dio con Atxaga por su Asteasu natal, un pueblecito guipuzcoano con semejanzas a la inexistente e imaginaria Obaba, que le animó a realizar una selección de los relatos de una novela «que me acompañará siempre, que pienso releer poco a poco, a sorbitos». El resultado, dijo, es un colaje que rescata algunos de los temas centrales del libro, como el primer amor, los miedos de la juventud, los sueños europeos, las obsesiones o la metaliteratura, y que los coloca como «una polifonía de voces, como un gran puzle que tiene algo de ópera contemporánea».
El propio director, caracterizado por propuestas escénicas vanguardistas, considera que el montaje «va más allá de una obra teatral para convertirse en una experiencia multisensorial» y define su versión de 'Obabakoak' como «una composición poética, visual y física para once voces donde los animales se mezclan con los humanos y los bosques con los sentidos».

Prejuicios e incomunicación

Atxaga, por su parte, ve en la llegada de la obra a la capital de España en su euskera originario, además de una evidente ocasión de disfrute cultural, una oportunidad para «combatir» algo que le preocupa, que «la relación entre el País Vasco y Madrid ha sido durante mucho tiempo fantasmagórica». En su opinión, cuando Euskadi mira a esta ciudad «no ve el Madrid real, variado, con diferentes sectores, ambientes o gentes», ve un fantasma, «una proyección de su propio ánimo», normalmente de cariz negativo, donde suele predominar «el aire venenoso, el despecho, las envidias, las malas interpretaciones o la agresividad». En definitiva, abundó, estereotipos, generalidades, caricaturas e incomunicación, «una visión fantasmagórica» de los otros, que considera que, por desgracia, es «exactamente la misma» que practican muchos sectores de Madrid cuando miran al País Vasco.
El novelista opina, como Alicia en el País de las Maravillas, que «el amor es lo que en realidad debe mover el mundo» y defiende que una de las formas de romper la perversa visión «fantasmagórica», de acabar con esa barrera de prejuicios mutuos que recordó no existió en un pasado no demasiado lejano, es «presentar lo que cada uno hace, cada sociedad, cada país, cada ciudad en este caso, a la otra». «Eso es lo que estamos haciendo», concluyó, con la representación de la obra teatral vasca en Lavapiés.


TITULO: Ese programa del que usted me habla con -  La pandemia del año 20,.

El martes -24- Marzo por La 2 a las 21:30, foto,.

La pandemia del año 20,.

'El cuaderno gris' de Pla en papel y e-book.

Escribir confinado. Durante la cuarentena por la gripe de 1918, Pla empezó 'El cuaderno gris'

'El cuaderno gris' de Pla en papel y e-book. / A. T.
En marzo de 1918, la llamada gripe española, que realmente fue traída a Europa por unos soldados norteamericanos, provocó también un confinamiento. En Palafrugell, un joven escritor llamado Josep Pla empezaba el 8 de marzo de ese año un diario que luego se convertiría en libro: 'El cuaderno gris'. Este era el primer párrafo: «Como hay tanta gripe, han tenido que cerrar la universidad. Desde entonces, mi hermano y yo vivimos en casa, en Palafrugell, con la familia. Somos dos estudiantes ociosos».
Como en 1918 no había redes sociales, los hermanos Pla eran estudiantes ociosos a quienes sus profesores no podían corregirles trabajos ni asignarles tarea. Sin redes sociales, Pla tuvo que conformarse con el dietario, que mantuvo hasta que se acabó la gripe.
Si les apetece leer 'El cuaderno gris', lo pueden comprar en e-book por 4,99 euros. Aunque también pueden seguir leyendo gratuitamente este artículo o los numerosos blogs, diarios del confinamiento y crónicas que les ofrece la edición digital de HOY. Cien años después del dietario de Pla, escribir y leer sigue siendo un arma muy eficaz para combatir el confinamiento.
Pero no es fácil acertar con el tono. En 1918, Pla no tenía problema. Escribía un poco cada día y años después, publicó sus textos en un libro, sin estar expuesto a las redes sociales. Hoy es más complicado. La pandemia y sus consecuencias están tensando la situación en esta segunda semana de aislamiento y la susceptibilidad se encuentra a flor de piel.
Si escribo sobre el baile que tenemos en casa cada tarde para mantenernos en forma, mi mujer me dice que le parece una frivolidad hablar de bailes en tiempo de tragedia. Replico que no es una fiesta, sino gimnasia, pero da lo mismo, ella sostiene que la palabra baile no casa con la seriedad del momento.
Si cuento que estoy haciendo lo que siempre he soñado: leer, escribir y ver series, me dicen que va a parecer que estoy de vacaciones por no detallar las horas que paso corrigiendo ejercicios. Razono que nunca me ha parecido elegante presumir de esfuerzo, pero me riñen igual. Escribí el lunes sobre las visitas al supermercado y también me afearon en casa que animara a la gente a salir al súper, incluso me regañaron los lectores por comprar leche fresca, que caduca a los 20 días, en vez de leche de caja, que caduca a los seis meses.
No sé qué escribir para que no me riñan. En 1918, se puso de moda entre los consumidores acaparar botellas de Vicks Vaporub. Nadie había certificado su eficacia contra aquella gripe mortal que acabó con la vida de 50 millones de personas, pero todo el que podía hacía acopio del ungüento mentolado. Como a Pla lo leyeron cuando ya se habían acabado la gripe, el miedo y la susceptibilidad, nadie criticó sus compras. A mí, sin embargo, me han prohibido bajar al badulaque hasta nuevo aviso y hasta he aprendido a hacer pan en mi robot 'low cost' para no salir de casa esta semana.
De la gripe española del 18 ya no se acuerda nadie en España porque la Guerra del 36 la superó en privaciones y dolor. Nuestros abuelos, cuando no comíamos o teníamos caprichos, nos decían aquello de que tendríamos que haber vivido el año del hambre o haber pasado una guerra para saber lo que era bueno. Espero que no llegue ninguna desgracia que supere a esta pandemia y que algún día pueda contársela a mis nietos exagerando un poco: «No sabéis valorar lo que tenéis, en mis tiempos, durante la pandemia del 20, nos peleábamos por los rollos de papel higiénico y vuestra abuela me tuvo una semana castigado sin bajar al supermercado por escribir tonterías».


 TITULO: FIESTA Y TOROS -Victoriano Valencia, mucho más que el suegro apoderado de Ponce: grandeza y torería de la dinastía Roger,.


Victoriano Valencia, mucho más que el suegro apoderado de Ponce: grandeza y torería de la dinastía Roger,.


foto / Fue un torero elegante, culto, guapo y seductor, muy seguido por los buenos aficionados de los años 60 del XX. Ahora un libro revive la extensa gloria de su familia: "A 'Carpeto' le tenía cortado el rabo"
Victoriano Valencia es y fue mucho más antes de ser apoderado-suegro de Enrique Ponce. No puede ser más torero. Por sus venas corre la "grandeza y torería" de la familia Roger, la dinastía de los Valencia. La conversación fluye por el camino de los recuerdos. Las manos dibujan en el aire lances grabados a fuego en su alma de artista. Un nuevo libro pone en valor su estirpe torera: La dinastía Valencia. Grandeza y torería de la familia Roger de Marcos García Ortiz editado por la Unión de Bibliófilos Taurinos.
La presencia de esta familia en el toreo ha sido muy longeva, se ha extendido casi un siglo. Con respecto al apodo Valencia, Victoriano lo explica con gracia: "El fundador de la dinastía, José Roger nació en Torrente, una localidad de Valencia. Fue el peón de confianza de Espartero, en aquella época era muy raro que un subalterno de Valencia fuera en la cuadrilla de una figura sevillana. Le empezaron a llamar Valencia, por su origen y así se quedó".
El hijo mayor de José Roger ya se anunció en los carteles como Valencia I a principios del siglo XX. Fue el primer torero en cortar un rabo en la plaza vieja de Madrid. La tradición oral de la familia ha trasmitido de generación en generación una anécdota preciosa que le ocurrió con Gallito, oportuna en la celebración del centenario: "Joselito paró su coche en la calle Alcalá porque vio por la acera a José que iba andando y le invitó a una copa. Sabía perfectamente que había cortado un rabo y le preguntó cómo había sido la faena, que se la contara con el mayor detalle posible. Qué afición debía tener ese hombre... Cuando acabó le dijo: Enhorabuena Pepito, no me extraña que te hayan dado el rabo, mucha suerte".
El otro hijo fue Victoriano, Valencia II. Un torero de gran personalidad, catalogado como valiente por sus impresionantes desplantes: "Fue un torero de mucho carácter, muy querido en Madrid y en Valencia donde le conocían como Chato".
En la siguiente generación, hijo de Valencia I, otro José Roger: Valencia III. Brilló en los primeros años de su carrera, tomó la alternativa en la Feria de Fallas de manos de Juanito Belmonte y con Pepe Luis Vázquez (años 40). La fortuna no le acompañó en su carrera, padeciendo varias cornadas. Logró buen cartel en América: "Terminó como asesor de Las Ventas, se quedó mermado al perder un brazo en un accidente de tráfico. Vivía el toreo con una gran pasión". Un hijo suyo, aunque no reconocido, José Ballesteros toreó algunas temporadas como novillero.
El último representante de la saga es Victoriano Cuevas Roger, nuestro protagonista, Victoriano Valencia, un torero muy seguido por los buenos aficionados de los años 60. Heredero de los valores de sus antepasados, elegante, culto, guapo y seductor. Fue de los primeros toreros en tener estudios universitarios, licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca. Nació en Madrid en mayo de 1933. Por motivos laborales su padre fue enviado a Barcelona donde empezó su pasión por los toros: "Mis recuerdos son principalmente en la Monumental, que tanto me duele que esté cerrada... Uno de mis sueños era tomar la alternativa en su ruedo. Balañá me ayudó a hacerlo realidad ya que me anunció en un cartel de categoría para mi doctorado con Antonio Bienvenida, tu abuelo, y Antonio Ordóñez en la corrida de Galache".
Antes de aquella tarde de septiembre del 58, logró un importante cartel como novillero especialmente por su gran faena al novillo Carpeto de Palha en Las Ventas: "Mi tío, que era asesor en el palco, me dijo que me habrían dado el rabo. Fue una pena que no lo matara bien". Ya como matador inmortalizó en la plaza de Madrid a Talaverano de Samuel Flores con otra gran faena malograda con los aceros: "Tuve que dar dos vueltas al ruedo, de nuevo la espada me impidió el triunfo". En el 61 rozaría de nuevo el gran aldabonazo que le faltaba a su carrera con el toro Malvaloco de Fermín Bohórquez y finalmente en 1965 logró abrir la Puerta Grande con Arábica del Conde de la Corte. De esta forma Victoriano Valencia se convirtió el torero de las faenas memorables, como le bautizó José Luis Suárez-Guanes.
Su carrera tuvo altibajos artísticos y graves percances tanto de novillero como de matador. Logró torear 20 corridas en Las Ventas, la última en 1971, año en el que se se retiró en la plaza de Ibiza: "Lo primero que hice al quitarme de los toros fue casarme. Llevaba seis años con Paloma y le decía que nos casaríamos cuando me retirara". Tuvo mucha paciencia. Pronto empecé con mi hermano Pepe a ser empresario de varias plazas importantes". Zaragoza puede que fuera su colofón.
Su recorrido en el mundo del toro culminó con una gran trayectoria como apoderado. Dirigió las carreras de toreros como Julio Robles, Ortega Cano, El Juli o Miguel Abellán, entre otros. Ha estado unido a Juan Ruiz Palomares más de veinte años al apoderamiento de su yerno, Enrique Ponce, que conmemora en esta frustrada temporada sus 30 aniversario de alternativa: "Enrique lo ha conseguido todo porque sólo piensa en el toro, única y exclusivamente en el toro. Su campaña en América ha sido espectacular y sólo quiere hablar de toros. Es único", dice de su poderdante, marido de su hija Palomita. Victoriano ahora está confinado en la finca que el maestro de Chiva tiene en Jaén, pero este encuentro se celebró en el madrileño paseo de la Habana, en la frontera de estado de alarma.
Victoriano Valencia habla en torero. Sus problemas de movilidad no le impiden ponerse en pie y con ojos empañados de lágrimas explica con sus manos el famoso tres en uno, la rogerina o el redondo cargando la suerte, pases que ejecutó en sus mejores faenas y que todavía hoy revive cuando habla de toros.

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