Ruta de los Molinos en Guadalupe,.
El coche lo dejé en Guadalupe, en una zona de aparcamiento que hay en las afueras del casco antiguo. Al llegar no había casi nadie, no pasó lo mismo al acabar. Desde ahí bajé en busca del inicio de la ruta. El croquis utilizado es bastante bueno, y gracias a él se podía encontrar los caminos, porque esperaba encontrar alguna señalización que apenas vi. La verdad es que tampoco era imprescindible, pues la primera parte es seguir una pista que va en paralelo al río, y la segunda parte es la continuación de la pista de vuelta al pueblo.
Aunque al empezar fui en sentido contrario, en busca de un viaducto enorme que tenía visto, y quería acercarme. Para ese tramo sí que había un camino separado de la carretera, no para el otro sentido. Pero es un trozo corto y con poco tráfico el que hay que hacer por la carretera. Luego, a la altura de un antiguo aserradero se deja para ir por la pista que antes mencionaba.
Hay varios molinos en el camino, para algo le dan nombre a la ruta. El molino del Martinete está en ruinas, pero se encuentra justo al finalizar la calle que baja desde el pueblo, de forma que se ve fácilmente. El molino del Batán está reformado, pero el siguiente, el molino del Pan Blanco me lo pasé de largo sin verlo. Después la ruta sigue acercándose al río a ratos (son los momentos más bonitos del camino), hasta llegar a un embalse. Siguiendo hacia la cola del embalse, por un camino particular durante unos metros (no hay indicación alguna) me encontré el molino de la Herrería, pero sabiendo que lo iba a buscar, porque no hay nada que indique que está ahí, ni se encuentra en la ruta. Retrocedí unos metros hasta regresar a la pista principal, y después de una subida va en alto por la ladera de la montaña, con vistas espectaculares hasta llegar de vuelta a Guadalupe.
TITULO: AQUI HAY TRABAJO - La nueva oficina de turismo abrira tras el estado de alarma,.
La nueva oficina de turismo de Aldeanueva de la Vera abrirá tras el estado de alarma,.
Ya cuenta con todo lo necesario para promocionar la población y estará atendida por un animador sociocultural,.
El horario variará en función del día de la semana y época del año, siendo más amplio en temporada estival, puentes y fines de semana. «Abriremos todo lo que podamos, adaptándonos a la afluencia del turismo», explica García. En su interior dispone de un ordenador, mobiliario, dípticos sobre lugares de interés, rutas, etcétera.
La oficina tiene una superficie de 20 metros cuadrados, a los que hay que sumar los de los aseos públicos anexos. La han construido operarios municipales, aprovechando la reparación que había que acometer en el talud de la plaza debido a su mal estado por las raíces de los árboles. «Como de todas formas había que levantar todo esto aprovechamos y creamos la oficina, todo con fondos propios, en este lugar tan céntrico y transitado», señala aludiendo a su ubicación en la travesía, por donde a diario transitan miles de vehículos.
TITULO: 80 cm' -Ya el campo estará verde,.
Ya el campo estará verde,.
Cada uno de nosotros tendrá que elegir qué papelrepresenta en esta extraña función,.
Cada uno de nosotros, convertido en un náufrago, envía sus mensajes a los demás náufragos que habitan otras islas. Encendemos nuestras pequeñas hogueras con la esperanza de que alguien distinga a lo lejos el resplandor o el humo. Se multiplican las llamadas y las videollamadas a nuestros familiares. Los grupos de amigos y los grupos de compañeros de trabajo se aseguran de que todos los miembros están a salvo y mandan algún mensaje, que equivale ahora a dar señales de vida. Esa expresión, «dar señales de vida», cobra sentido, más que nunca.
Sabemos que no podemos quejarnos. Somos los afortunados que estamos en casa porque podemos hacerlo y porque tenemos casa en la que estar. Esta semana una noticia daba la escalofriante cifra de los siete millones de refugiados en el mundo, que viven en campamentos. Disponemos de comida y de todas las comodidades. La tecnología pone a nuestro alcance infinidad de entretenimientos y, lo más importante, nos permite estar comunicados. En las redes podemos dar rienda suelta a la imaginación, al cariño, al humor, a nuestra vena artística y también, por qué no, a la tristeza, cuando nos asalta. Los mensajes van de unos grupos a otros y mitigan la soledad. Las convocatorias para salir a la ventana a cantar, a aplaudir o a protestar se hacen virales y nos unen. Lo importante es seguir encendiendo nuestra hoguera cada día, dando señales de que la vida sigue, más despacio, casi a tientas, pero sigue.
Nuestras vidas se han frenado de golpe, como no lo habían hecho nunca. Por eso resulta normal y comprensible que la inercia del parón nos haya hecho perder el equilibro y tambalearnos, como sociedad y como individuos. Es el frenazo en seco de todo un país y de cada uno de nosotros. Nadie sabe a ciencia cierta cuánto tiempo durará la parada y cómo echaremos a andar otra vez. Vendrán tiempos difíciles en los que todos tendremos que arrimar el hombro. Seguramente no volveremos a ser los mismos que éramos ni recuperaremos la velocidad que llevábamos. Ni falta que hace, cabe añadir. Este frenazo puede que sirva para enseñarnos que se puede vivir de otra manera y a otro ritmo. Desconocemos cuántos reanudarán la marcha y cuántos se quedarán para siempre en esta estación. Ojalá no tengan que ser demasiados.
Estamos viviendo una situación que solo alguna distopía de Aldous Huxley o Ray Bradbury había presentido en la ficción. Pero esta vez todo es real y nuestro comportamiento en estos días también va a ser real y dejará su huella, a gran escala y también a escala doméstica, en cada una de nuestras casas. Dejará su huella a gran escala el heroísmo de los sanitarios y cuidadores de las residencias de mayores, que tendrán que librar la batalla en el frente más duro. Dejará su huella la disciplina y la capacidad organizadora de los militares y de las fuerzas de seguridad. Dejará su huella la abnegación de todos los que se ocupan del transporte y la distribución de alimentos, de los medios de comunicación y de todo lo que consideramos bienes de primera necesidad.
Pero también dejaremos nuestra huella cada uno de nosotros en nuestro entorno más cercano, con nuestras ganas de hacer felices o desgraciados a los que nos rodean, con nuestra capacidad de resistir o de rendirnos. Cada uno de nosotros, viejo o joven, tendrá que elegir qué papel representa en esta extraña función. Algunos serán héroes. Otros, como Clara Ponsatí, nos mostrarán el carácter macabro de su revolución de las sonrisas. En estos días duros que se avecinan tendremos tiempo de posicionarnos.
De la cocina al salón sigo tarareando 'Calle Melancolía', consciente de que soy una privilegiada. Doy las gracias por poder seguir caminando. Como dice la canción, ya el campo estará verde, debe de ser primavera. Estarán en flor miles de árboles frutales en Extremadura, desde las Vegas Altas y Bajas pacenses a las comarcas cacereñas del Valle del Jerte, la Vera y el Ambroz. Al menos esta vez, la primavera no se detiene. Eso alivia y da esperanza. Quizá la primavera del año que viene sigamos aquí y quizá hayamos aprendido a admirarla como se merece.
TITULO: Hacer de comer -Melón relleno de jamón y huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena,.
lunes -23- a viernes - 27- Marzo a las 13:25h, en La 1 , foto.
Melón relleno de jamón y huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena,.
Melón relleno de jamón y huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena
Melón relleno de jamón y crema de queso.
¿Con qué?
Un melón, trescientos gramos de jamón serrano en virutas, queso crema, una copa de Oporto.
¿Cómo?
Se parte el melón por la mitad y se le quitan todas las semillas, se ralla un poquito para que sude, se vierte unas gotas de vino de Oporto, se deja reposar un momento y se coloca encima el jamón en virutas con una ligera capa de queso crema y así sucesivamente hasta llenar el hueco. Se sirve cortando de forma trasversal las dos mitades del melón.
Huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena.
¿Con qué?
Una docena de huevos, cuatro patatas grandes, una cebolla, una berenjena, aceite de oliva y sal.
¿Cómo?
Pelamos las patatas, las cortamos en rodajas y las freímos en bastante aceite a fuego lento, cortamos la cebolla en juliana y la añadimos, pelamos la berenjena y la cortamos en tiras finas y la añadimos; cuando todo este lo sacamos y salamos y lo ponemos en una fuente de servir grande. Colamos el aceite, subimos el fuego y hacemos los huevos, no muy pasados para que la yema quede liquida. Cada comensal se sirve uno o dos huevos y acompañamiento de la fuente común.
Sorbete al gusto.
¿Con qué?
Un melón, trescientos gramos de jamón serrano en virutas, queso crema, una copa de Oporto.
¿Cómo?
Se parte el melón por la mitad y se le quitan todas las semillas, se ralla un poquito para que sude, se vierte unas gotas de vino de Oporto, se deja reposar un momento y se coloca encima el jamón en virutas con una ligera capa de queso crema y así sucesivamente hasta llenar el hueco. Se sirve cortando de forma trasversal las dos mitades del melón.
Huevos fritos con patatas, cebolla y berenjena.
¿Con qué?
Una docena de huevos, cuatro patatas grandes, una cebolla, una berenjena, aceite de oliva y sal.
¿Cómo?
Pelamos las patatas, las cortamos en rodajas y las freímos en bastante aceite a fuego lento, cortamos la cebolla en juliana y la añadimos, pelamos la berenjena y la cortamos en tiras finas y la añadimos; cuando todo este lo sacamos y salamos y lo ponemos en una fuente de servir grande. Colamos el aceite, subimos el fuego y hacemos los huevos, no muy pasados para que la yema quede liquida. Cada comensal se sirve uno o dos huevos y acompañamiento de la fuente común.
Sorbete al gusto.
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