Juegos de niños,.
Sabado -21- Marzo a las 22:00 por La 1, fotos,.
Juego - Solos en casa... con niños.
Solos en casa... con niños,.
Las manualidades están bien, pero no basta. Haga un horario y verá como ve las cosas de otra manera,.
No
se preocupen. Este reportaje no va de las mil y una manualidades que
pueden hacer con sus hijos para entretenerles durante la cuarentena.
Primero, porque no hay casa en el mundo –bueno, igual sí– que tenga la
cantidad de purpurina, goma eva, globos, pegamentos y papeles de toda
clase y textura que aparecen en los tutoriales 'online' y, segundo,
porque bastante tenemos con trabajar en casa –los que pueden– y al mismo
tiempo cuidar a la prole como para sumarle una nueva fuente de estrés. «El objetivo ahora es sobrevivir a estas dos semanas y no perder la cabeza.
No es el momento de hacer cursos intensivos de inteligencia emocional.
Tenemos que relajarnos y ser prácticos», recomienda la psicóloga
educativa Silvia Álava.
Lo primero que recomiendan los expertos para hacer lo más llevadero posible este encierro involuntario es «intentar mantener las rutinas». Las de los niños, pero también las de los mayores. Ahora es cuando usted piensa 'sí, claro. La teoría nos la sabemos todos muy bien, pero la práctica ya es otra cosa'. Efectivamente, tiene razón. Cuando los psicólogos hablan de mantener las rutinas no se refieren a hacer la misma vida que hacíamos antes de la declaración del estado de alarma –¿se acuerdan?– sino en «adaptarla» manteniendo nuestros hábitos. Si antes de la crisis del coronavirus, los niños no se levantaban entre semana a las diez de la mañana y se pasaban todo el día en pijama, malcomiendo y jugando a la consola, ahora tampoco.
Tenemos que procurar que se levanten a la misma hora de siempre –más o menos–, que desayunen como si fuese día de colegio y que se vistan. Que se vistan, aunque sea con un chándal. No pueden estar en pijama todo el día. Ni ellos, ni los adultos. «No estamos de vacaciones, ni de fin de semana», advierte Mariola Bonillo, psicóloga sanitaria del Centro de Psicología Área Humana de Madrid. Y eso es lo más difícil de entender, sobre todo para los más pequeños. De ahí que debamos intentar «mantener la normalidad» en la medida de lo posible.
La clave en este caso es la OR-GA-NI-ZA-CIÓN. Hacer un horario de actividades nos ayudará a planificar el día a día «y a los niños les da mucha seguridad saber lo que van a hacer en cada momento. Les tranquiliza», coinciden las psicólogas. No se trata de establecer un régimen militar de horas y actividades, «pero sí de intentar seguir una serie de pautas que nos ayuden a gestionar estos días de encierro», precisa Silvia Álava, doctora en Psicología y directora del área infantil en el gabinete Álava Reyes. El horario se puede colocar en algún lugar de la casa donde todos los miembros de la familia lo puedan consultar, como la puerta del frigorífico, el pasillo o la sala. Y, por supuesto, se puede decorar. Ya tienen una manualidad.
Un consejo de las expertas: tanto el tipo de actividades que figuran en el cuadrante como el tiempo que debe dedicarse a cada una de ellas deben ser «realistas» y adaptadas a la edad de cada niño. «No podemos poner dos horas de juego libre a un bebé de dos años porque sería engañarnos. También debemos evitar la sobrecarga de tareas o elegir aquellas que en realidad no nos apetece hacer», explica Bonillo. Ni tampoco establecer el mismo horario a un niño de cuatro años que a sus hermanos de siete y doce, por ejemplo.
Y una advertencia. Tenemos que ser lo más prágmaticos que podamos y asumir que nos vamos a desesperar, que vamos a interrumpir nuestro trabajo cada media hora para poner un poco de orden en el caos y a acordarnos doscientas veces de ese perro que en su día no quisimos adoptar y que ahora estaríamos encantados de sacar a pasear catorce veces al día. «Porque va a pasar», admiten las psicólogas. Es una situación «desconocida y muy estresante» para todos los miembros de la familia, por lo que es «fundamental» que establezcamos una normas mínimas de comportamiento basadas en el respeto. «Puede parecer una perogrullada, pero con tantos días de encierro es muy fácil perder los nervios», señala Álava. Lo es.
Otra de las recomendaciones que hacen las psicólogas para estos días de convivencia intensa es intentar que los niños tengan un tiempo dedicado al juego sin pantallas. «No pueden estar todo el día viendo la tele o con la consola. Todos sabemos que es el recurso más fácil para mantenerles entretenidos un rato largo, pero debemos buscar alternativas», admiten. Una muy recomendable es que hagan ejercicio físico dentro de las limitaciones que supone la cuarentena. «Es bueno que los pequeños se muevan y se cansen», señala Bonillo. Ánimo, ya queda menos.
¿Debemos contárselo? Los expertos son tajantes. Sí. Los niños, incluso lo más pequeños, son perfectamente conscientes de que algo raro está pasando. No van a clase, en algunos casos papá y mamá están en casa... Hay que explicárselo, pero con palabras que puedan entender. Cada edad requiere un tipo de explicación. El aluvión de consultas ha sido tal que el Colegio Oficial de Psicología de Madrid ha decidido editar un cuento digital gratuito para explicar qué son los virus y promover hábitos adecuados para combatir a estos microorganismos. 'Rosa contra el virus' «ayuda a conocer, entender y poder transmitir la información adecuadamente a los más pequeños teniendo en cuenta la incertidumbre en cuanto a la evolución del brote», explican en la editorial Sentir. Al final del cuento se incluye un apartado de recomendaciones para adultos adaptadas a niños y niñas de 4 a 10 años.
«A los más pequeños les podemos enseñar las calles vacías y decirles que la Policía ha cerrado los parques. Es necesario que entiendan que la decisión de no salir de casa no es de sus padres», añade Silvia Álava. La psicóloga madrileña es partidaria de que cada día recordemos a los niños por qué estamos en casa. «No hace falta que les saturemos con informativos o noticias del coronavirus, pero es importante que tengan claro el por qué de la situación», aclara. La psicóloga Mariola Bonillo también aconseja «dejarles espacios para que se expresen. Tenemos que ayudarles a comprender y regular sus emociones».
Lo primero que recomiendan los expertos para hacer lo más llevadero posible este encierro involuntario es «intentar mantener las rutinas». Las de los niños, pero también las de los mayores. Ahora es cuando usted piensa 'sí, claro. La teoría nos la sabemos todos muy bien, pero la práctica ya es otra cosa'. Efectivamente, tiene razón. Cuando los psicólogos hablan de mantener las rutinas no se refieren a hacer la misma vida que hacíamos antes de la declaración del estado de alarma –¿se acuerdan?– sino en «adaptarla» manteniendo nuestros hábitos. Si antes de la crisis del coronavirus, los niños no se levantaban entre semana a las diez de la mañana y se pasaban todo el día en pijama, malcomiendo y jugando a la consola, ahora tampoco.
Tenemos que procurar que se levanten a la misma hora de siempre –más o menos–, que desayunen como si fuese día de colegio y que se vistan. Que se vistan, aunque sea con un chándal. No pueden estar en pijama todo el día. Ni ellos, ni los adultos. «No estamos de vacaciones, ni de fin de semana», advierte Mariola Bonillo, psicóloga sanitaria del Centro de Psicología Área Humana de Madrid. Y eso es lo más difícil de entender, sobre todo para los más pequeños. De ahí que debamos intentar «mantener la normalidad» en la medida de lo posible.
La clave en este caso es la OR-GA-NI-ZA-CIÓN. Hacer un horario de actividades nos ayudará a planificar el día a día «y a los niños les da mucha seguridad saber lo que van a hacer en cada momento. Les tranquiliza», coinciden las psicólogas. No se trata de establecer un régimen militar de horas y actividades, «pero sí de intentar seguir una serie de pautas que nos ayuden a gestionar estos días de encierro», precisa Silvia Álava, doctora en Psicología y directora del área infantil en el gabinete Álava Reyes. El horario se puede colocar en algún lugar de la casa donde todos los miembros de la familia lo puedan consultar, como la puerta del frigorífico, el pasillo o la sala. Y, por supuesto, se puede decorar. Ya tienen una manualidad.
Un consejo de las expertas: tanto el tipo de actividades que figuran en el cuadrante como el tiempo que debe dedicarse a cada una de ellas deben ser «realistas» y adaptadas a la edad de cada niño. «No podemos poner dos horas de juego libre a un bebé de dos años porque sería engañarnos. También debemos evitar la sobrecarga de tareas o elegir aquellas que en realidad no nos apetece hacer», explica Bonillo. Ni tampoco establecer el mismo horario a un niño de cuatro años que a sus hermanos de siete y doce, por ejemplo.
Y una advertencia. Tenemos que ser lo más prágmaticos que podamos y asumir que nos vamos a desesperar, que vamos a interrumpir nuestro trabajo cada media hora para poner un poco de orden en el caos y a acordarnos doscientas veces de ese perro que en su día no quisimos adoptar y que ahora estaríamos encantados de sacar a pasear catorce veces al día. «Porque va a pasar», admiten las psicólogas. Es una situación «desconocida y muy estresante» para todos los miembros de la familia, por lo que es «fundamental» que establezcamos una normas mínimas de comportamiento basadas en el respeto. «Puede parecer una perogrullada, pero con tantos días de encierro es muy fácil perder los nervios», señala Álava. Lo es.
Otra de las recomendaciones que hacen las psicólogas para estos días de convivencia intensa es intentar que los niños tengan un tiempo dedicado al juego sin pantallas. «No pueden estar todo el día viendo la tele o con la consola. Todos sabemos que es el recurso más fácil para mantenerles entretenidos un rato largo, pero debemos buscar alternativas», admiten. Una muy recomendable es que hagan ejercicio físico dentro de las limitaciones que supone la cuarentena. «Es bueno que los pequeños se muevan y se cansen», señala Bonillo. Ánimo, ya queda menos.
Rosa, nuestra aliada para contarle a los más pequeños lo que está pasando
¿Debemos contar a los niños lo que está pasando? ¿Cómo lo hacemos? ¿A partir de qué edad pueden entender lo que ocurre? ¿Es bueno que vean los informativos? ¿Sí? ¿No? Las dudas que asaltan a los padres estos días son muchas, pero vayamos por partes.¿Debemos contárselo? Los expertos son tajantes. Sí. Los niños, incluso lo más pequeños, son perfectamente conscientes de que algo raro está pasando. No van a clase, en algunos casos papá y mamá están en casa... Hay que explicárselo, pero con palabras que puedan entender. Cada edad requiere un tipo de explicación. El aluvión de consultas ha sido tal que el Colegio Oficial de Psicología de Madrid ha decidido editar un cuento digital gratuito para explicar qué son los virus y promover hábitos adecuados para combatir a estos microorganismos. 'Rosa contra el virus' «ayuda a conocer, entender y poder transmitir la información adecuadamente a los más pequeños teniendo en cuenta la incertidumbre en cuanto a la evolución del brote», explican en la editorial Sentir. Al final del cuento se incluye un apartado de recomendaciones para adultos adaptadas a niños y niñas de 4 a 10 años.
«A los más pequeños les podemos enseñar las calles vacías y decirles que la Policía ha cerrado los parques. Es necesario que entiendan que la decisión de no salir de casa no es de sus padres», añade Silvia Álava. La psicóloga madrileña es partidaria de que cada día recordemos a los niños por qué estamos en casa. «No hace falta que les saturemos con informativos o noticias del coronavirus, pero es importante que tengan claro el por qué de la situación», aclara. La psicóloga Mariola Bonillo también aconseja «dejarles espacios para que se expresen. Tenemos que ayudarles a comprender y regular sus emociones».
TITULO: LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - ¿Podemos seguir haciendo chistes y memes sobre el coronavirus?,.
LA PANTERA ROSA - Y LUKE LUKE - ¿Podemos seguir haciendo chistes y memes sobre el coronavirus?, fotos,.
¿Podemos seguir haciendo chistes y memes sobre el coronavirus?,.
Pese a las consecuencias dramáticas de la pandemia, los expertos consideran que «reírse de la situación de mil maneras es fundamental en este momento» para reducir nuestro estrés,.
A veces nos pensamos que es cosa nuestra, del carácter ibérico y su tendencia al cachondeo y la chirigota, pero en realidad se trata de una reacción humana y, por tanto, global. «El nuevo coronavirus desmiente los rumores sobre la existencia de un ministerio de Sanidad en Egipto», ironizaban en aquel país. En Francia, triunfaron memes como el de los dos muñequitos de Playmobil, con sus brazos rígidos, que instruían tozudamente a la población sobre la importancia de estornudarse en el codo. Y en Costa Rica, por irnos un poco más lejos, la Casa Presidencial publicó un vídeo del cómico Mauricio Astorga para dar consejos sobre cómo afrontar la crisis sanitaria. Ha habido chistes sobre el propio virus y también sobre sus efectos colaterales más absurdos, como el acopio de papel higiénico o el lujo de tener un perro para que te dejen pasear por la calle. La esposa de Tom Hanks bromeó, después de que ambos diesen positivo, con que a partir de ahora no quería más Corona que la cerveza mexicana, y también celebró ese chiste de tanto éxito que repasa los múltiples padecimientos de Hanks en las películas (desde su naufragio hasta su desembarco en Normandía) para demostrar que el virus puede con cualquiera. «Me siento mal por él, no debería haber dejado que todo el mundo toquetease sus bombones», remató su monólogo sobre Hanks el comediante Trevor Noah, en alusión a su papel en 'Forrest Gump'.
«El coronavirus está poniendo nuestras vidas patas arriba. Lo que creíamos que era algo sólido (nuestra rutina laboral, los niños en el colegio, la economía global, la agenda política 'normal', la salud de nuestros seres queridos) resulta ser ilusorio, frágil, vulnerable. Por lo tanto, nos saltan todas las alarmas, estamos de los nervios y, para colmo, encerrados en casa. Comportamientos como los que hemos visto en los supermercados son síntomas del estado mental de muchas personas. Por eso circulan tantos memes humorísticos y a tanta velocidad. Según algunos estudios, la risa es aun más eficaz que el ejercicio físico vigoroso a la hora de reducir el estrés. Incluso hay una terapia para tratar las fobias basadas en el humor, que funciona al menos tan bien como la convencional. El humor es una de las mejores formas de desdramatizar, de relativizar la gravedad de lo que nos sucede», analiza el psicólogo Eduardo Jáuregui, fundador de la consultora Humor Positivo y autor de libros como 'El sentido del humor: manual de instrucciones'.
¿Dónde estaba King Kong?
Ocurre, eso sí, que la situación ha cambiado mucho y muy rápido en las últimas dos semanas. El coronavirus ha pasado de ser una amenaza más o menos difusa a matar a vecinos nuestros, y con eso han aparecido las primeras voces discrepantes: ¿podemos seguir haciendo chistes y memes cuando el sistema sanitario se encuentra amenazado de colapso y cuando tantas personas a nuestro alrededor lo están pasando muy mal? Los expertos en el asunto señalan que no solo podemos, sino que incluso debemos, porque esa función terapéutica y liberadora de la risa resulta más necesaria que nunca. Incontables estudios han demostrado la importancia del humor, incluso del humor negrísimo (o, como dicen a veces los anglosajones, el 'humor del patíbulo'), entre los colectivos obligados a tratar de manera rutinaria con el sufrimiento y la muerte.«Este tipo de humor es usado de manera habitual por el personal de los servicios de emergencia. Es un mecanismo que puede contribuir a la resiliencia, la salud y el bienestar pero que, a los no iniciados, puede parecerles cruel e insensible», apunta la profesora británica Sarah Christopher. Tras el 11-S, cuando el espanto todavía dominaba el ánimo del mundo, proliferaron los chistes sobre rascacielos y aviones, como quien les pinta bigotes a los cuatro jinetes del Apocalipsis: incluso existe un estudio académico titulado '¿Dónde estaba King Kong cuando lo necesitábamos?'. Y resulta inevitable citar el ejemplo máximo de esta mezcla, a veces tan chocante, de horror y risa: la filósofa Chaya Ostrower fue pionera en preguntar a supervivientes del Holocausto acerca del humor en los campos de exterminio y se encontró con que allí dentro, en lo más profundo del pozo, también había risa. «Sin humor, nos habríamos suicidado. Hacíamos gracias a cuenta de todo, porque eso nos ayudaba a seguir siendo humanos», le respondió uno de sus entrevistados.
Eduardo Jáuregui recuerda que el neurólogo Viktor Frankl, recluido por los nazis en aquellas fábricas de muerte, selló un pacto con un compañero para contarse el uno al otro un chiste al día. Lo que ha cambiado desde entonces, desde luego, es el alcance que tienen las ocurrencias: antes quedaban reducidas a unos pocos interlocutores, que seguramente compartían claves y estado de ánimo con el aspirante a gracioso, y hoy se propagan por el mundo sin orden ni concierto, hasta alcanzar los ojos o los oídos de los más vulnerables a su posible efecto ofensivo. «Yo siempre defiendo el uso del humor positivo -apunta el psicólogo-. Hay que ser sensibles y compasivos con los demás y evitar el humor agresivo. Dicho esto, reírse del coronavirus de mil maneras es fundamental en este momento, como lo es reírse de tantos dramas que nos amenazan día tras día a lo largo de la frágil y precaria existencia humana. Si alguien se ve ofendido o dolido por nuestros memes, tiene el derecho de expresarlo y, en esos casos, se puede pedir disculpas, como cuando pisamos a alguien el pie sin querer. No podemos dejar de bromear en momentos así».
Mitigar el dolor
En las redes ya han surgido algunas protestas de ese tipo, que tachan de insensibles a quienes tratan de relajar la tensión con alguna ocurrencia cómica. Algunas quejas proceden de personas que han perdido a algún allegado o que están pasando por la situación angustiosa de cuidar a personas en grupos de riesgo. «En el colectivo afectado hay gente que se queja, pero también gente a la que le hace mucha gracia y le ayuda. Yo soy muy contrario a los que se arrogan la portavocía de un colectivo tan, tan amplio que incluso hay parientes y amigos míos a los que no le gustan mis chistes. Siempre les digo: 'Pues no me veáis'», replica Edu Galán. Pocas autoridades pueden superar en este campo a Irene Villa, que perdió las piernas en un atentado de ETA cuando tenía 12 años y se convirtió en protagonista de incontables chistes macabros y a menudo brutales: «Cuando estás viva y lo has superado, no te importan los chistes. Ayuda a mitigar el dolor y contrarrestar cosas terroríficas que han pasado en el mundo», declaró el año pasado en el programa de televisión 'Chester', donde provocó un cortocircuito mental a algunos espectadores al contar ella misma sus favoritos.Resulta evidente que, más allá de debates y controversias, el humor (en palabras de Ramón Gómez de la Serna, «el deber racional más indispensable») se ha convertido en nuestro compañero de pandemia y de cuarentena. Durante estos días de confinamiento, los memes que circulan sin parar de móvil en móvil alivian el aburrimiento y la tensión de muchas personas, y hay teletrabajadores que marcan el final de su jornada laboral con un repaso de todos los chistes que les han ido llegando durante la jornada, como si fuesen un tratamiento de desintoxicación o descompresión. ¿Nuestros 'humorólogos' han notado que cosas que les habrían hecho gracia hace quince días ya no les despiertan ni una sonrisa? «Siempre pasa. Ya lo cantaba Mercedes Sosa y, en el humor, es más acentuado: todo cambia», comenta Galán. Por su parte, Jáuregui se desmarca de cualquier sensación de hartazgo: «Diría que al contrario. Me hacen más gracia ahora cosas que entonces me hubieran dejado frío. Y, sobre todo, consumo más este tipo de memes, que igual antes ni abría. Porque lo necesito más, como cualquier otro».
«Me pillas ocupado infectando a gente»
foto / El
programa de La 2 de TVE 'Cómo nos reímos' dedica esta noche, a partir
de las 22.00 horas, un capítulo monográfico de una hora a 'El club de la
comedia'. El formato ha recorrido varias cadenas de televisión y en el
ente público se emitió en La 2 en 2003, su tercera temporada, presentado
por Emilio Aragón. El especial reúne a cómicos como Agustín Giménez,
Luis Piedrahita, Miki Nadal, Santi Rodríguez, Manel Fuentes, Pedro
Reyes, Carmen Machi o Anabel Alonso.
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