domingo, 7 de julio de 2024

Tierra de sabores - Cocinamos - ¿Dónde están los huevos blancos? ,. / Obélix y Astérix - Teatro - El bonzo ,. / Un trío en la cocina - Monte, el restaurante que rinde culto a la montaña desde la pequeña aldea asturiana de San Feliz ,. / Documentos TV - El precio de la gloria ,.

 

TITULO:  Tierra de sabores  - ¿Dónde están los huevos blancos?  ,. 

Cocinamos - ¿Dónde están los huevos blancos?,.

 

¿Dónde están los huevos blancos?,.

Gastrohistorias ,.

A pesar de que la mayoría de razas autóctonas de gallina pone huevos de color blanco, en las tiendas solo se ven los morenos,.

 Detalle de 'Vieja friendo huevos', de Velázquez (1618).

foto / Detalle de 'Vieja friendo huevos', de Velázquez (1618).

Espero que mi vecina Esperancita siga teniendo gallinas. La última vez que estuve en el pueblo seguían cacareando alegremente en su corral, saliendo a la huerta para buscar gusanillos entre la hierba y poniendo huevos en los rincones más insospechados. Eran unas gallinas algo dispersas, poco constantes quizás en su cometido ovícola, pero cuando se entregaban a la labor obsequiaban al mundo con la perfección hecha huevo: sabroso, de yema rabiosamente amarilla y cáscara tan impoluta como nívea. Lo curioso es que aquellas pitas que ponían huevos blanquísimos lucían negras como el carbón. Las gallinas de Esperancita eran -y espero que sigan siendo- «señoritas», denominación que en mi pueblo se da a las de raza castellana negra y que constituyen una de las pocas razas de gallináceas genuinamente españolas.

Lo de autóctono, ya saben ustedes, hay que cogerlo siempre con pinzas. Se cree que las castellanas negras fueron introducidas en la península ibérica por los árabes en el siglo VIII, así que aunque no fueran estrictamente de aquí (en realidad todas las gallinas domésticas proceden originalmente del sudeste asiático) se hicieron fuertes en los predios de Castilla y dieron pie, a su vez, a nuevos cruces y razas como la gallina menorquina, la utrerana, la andaluza azul (de origen español pero seleccionada allá en el siglo XIX por criadores ingleses), la andaluza sureña o morucha y la española de cara blanca.

Todas ellas ponen huevos de color blanco, los mismos que a tenor de lo que vemos en las tiendas parecen haber desaparecido de la faz de la tierra. Nunca jamás de los jamases he visto a la venta un cartón con huevos que no fueran morenos. Da igual que sean normales, camperos o ecológicos, baratos, caros o de inmediatísima proximidad: todos sin excepción tienen la cáscara de un tono entre crema y marrón, y por eso cuando vamos a un supermercado en el extranjero o vemos un vídeo de cocina foránea nos llama tanto la atención que tengan a su disposición huevos impecablemente blancos.

Diferentes gustos

¿Se acuerdan de la saga sobre la 'operación Supermercado'? Mientras me documentaba sobre el tema encontré una foto de la inauguración del primer supermercado de Madrid (el séptimo de España), celebrada el 18 de diciembre de 1958. Junto al alcalde, el obispo y otras autoridades se veía una pila de cartones de huevos... ¡blancos!

¿Qué es lo que ocurrió para que desaparecieran de las tiendas y fueran completamente arrinconados por los huevos morenos? Se ha dicho que fue una cuestión de gustos, de predilección por un producto que parecía más rústico o natural que su homólogo albo. También se ha apuntado que durante los años 70 los consumidores asumieron que los huevos pardos eran más nutritivos que los blancos, pero teniendo en cuenta que la mayoría de la gente cree (la misma tontería se puede leer en muchos medios de comunicación) que las gallinas de color marrón dan huevos ídem y las blancas, blancos, no parece difícil descartar todas esas paparruchas. Ni siquiera vale la excusa de que las mejores razas de ponedoras son las de fruto moreno, ya que existen tipos como la gallina Leghorn que ponen huevos blanquísimos y entran en la categoría de esforzadas «gallinas súper ponedoras», capaces de soltar 300 o más al año.

El color de la cáscara del huevo depende de cuestiones estrictamente genéticas y no tiene ninguna relación con su calidad, frescura o, como ya hemos visto, con el tono del plumaje de la gallina en cuestión. No son mejores unos que otros, pero sí es diferente la percepción que nosotros tenemos de ellos.

Durante muchísimo tiempo en gran parte de España se prefirieron los blancos simplemente porque eran los habituales. Imagínense que hace 200 años tuvieran ustedes un corral o un pequeño gallinero: criarían las gallinas típicas de la tierra, las mismas que tenían también sus vecinos e iguales a las de todos los pueblos de la región. Estarían tan acostumbrados a recoger huevos siempre del mismo color que si un día se toparan con uno distinto se quedarían asombrados, y probablemente para mal. Eso es lo que pasaba por ejemplo en Madrid en el siglo XIX, donde habituados a los huevos blancos de gallina castellana veían con malos ojos los que entonces se llamaban colorados, rubios o pardos.

Venían de Galicia, donde reinaba la gallina de Mos de huevos morenos, y a veces de mucho más lejos. La demanda superaba ampliamente a la producción nacional, que no estaba industrializada, y al no haber aún gallinas híbridas (específicamente seleccionadas por su alta capacidad ponedora) los hueveros dependían del talento natural de las autóctonas o de la importación.

En primavera y principios del verano, cuando las gallinas eran más generosas, los huevos se almacenaban -con suerte gracias a la incipiente refrigeración- para ponerlos a la venta meses después. En 1934, hace menos de cien años, se traían a España ingentes cantidades de huevos desde Marruecos, Portugal, Dinamarca e incluso Uruguay. El color de estos huevos viajeros era habitualmente moreno y se vendían más baratos que los blancos autóctonos pero no por su color, sino por su menor frescura. La próxima semana les contaré más.

 

 TITULO:  Obélix y Astérix  -  Teatro - El bonzo ,.

Obélix y Astérix - Teatro - El bonzo , fotos,.

Teatro - El bonzo ,.

 Como un digno whisky de malta

No sabemos cuándo Paul David Hewson, alias, Bono ( Dublín, 1960) decidió cambiar la frase “No puedo cambiar el mundo, pero puedo cambiar el mundo que hay en mí”, aquella que pronunciara en el Teatro SFX de Dublín allá por 1982, por esa otra que reza todo lo contrario, la que dice “voy a cambiar el mundo, puesto que a mí ya no hay quien me cambie.” Y es que se llega a una edad en la que hay que dejarse llevar, rendirse a la evidencia que supone la aspiración de todo cambio no consentido. Para cambiar hay que 

 

 

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Obélix y  Astérix,

 

querer hacerlo, y eso cuesta, pero la recompensa haría que estas curiosas memorias del líder de U2 (iba a escribir “de la UE”, disculpen) llevasen al inicio del título un “NO”, para acabar llamándose No Surrender (esto de no traducir los títulos también es tendencia, lo mismo que cambiarlos hasta hacerlos irreconocibles (Vértigo por De entre los muertos, The Searchers por Centauros del desierto). El caso es que el bueno de Bono acaba de descolgarse con un recuento de canciones —40, para ser exactos— y otras tantas historias, amén de los dibujillos que acompañan cada una de las entradas memorísticas, no fuera que quedasen cojas con el simple reclamo verbal del último irlandés incontenible que aspiraba a “ser etéreo”, como las músicas de sus amados Bobby Womack, Sly Stone y Prince, pero que se ha quedado demasiado cerca de lo marmóreo, aunque con “Mysterious Ways” los U2 se aproximaron bastante a aquellas fuentes tan sexys.

"Libro atractivo en todos los sentidos, el volumen se enriquece con fotografías tratadas gráficamente por el propio cantante, a modo de grafitis o collages"

Prosa excéntrica la de Bono, como su corazón (literalmente defectuoso desde el nacimiento), aunque lo suficientemente atractiva como para satisfacer al más inquieto de sus fans, y no lo suficientemente aberrante como para satisfacer a sus detractores, legión a partes iguales. Pocos son los agnósticos cuando Bono entra en escena. Lo que sí hay es algún apóstata, que ahora a saber dónde habrá de parar, pero esa bien pudiera ser otra historia (a lo mejor la cuenta The Edge o Adam Clayton, vaya usted a saber). Un botón de muestra: “El flirteo es parte de la electricidad estática de algunas amistades.” Ahí lo dejo.

Libro atractivo en todos los sentidos, el volumen se enriquece con fotografías tratadas gráficamente por el propio cantante, a modo de grafitis o collages, con guardas que amplifican la experiencia estética del conjunto. Caballero comendador de honor de la Orden del Imperio Británico, nuestro memorialista y heterodoxo barítono parece abrirse en canal (ahí está el mea culpa por el fiasco del iTunes de Apple con el asunto Songs of Innocence) en algunos momentos del libro, aunque deja el grueso del volumen para sustanciosas anécdotas que harán las maravillas de sus seguidores.  Que yo recuerde, nunca antes había visto la reseña de un libro en toda regla como aparece en las solapas de Surrender. Hubiese estado bien que viniera firmada, aunque en absoluto se parece a las que montaban Leonardo Sciascia o Ana María Moix. En cualquier caso, lo que explican estas memorias es la vida de un artista comprometido, combativo, que dice dar lo mejor de sí mismo cuando aprende a rendirse, a entender su creatividad caótica o sus disonancias que se ajustan a la dicotomía de ira y amor a partes iguales, o a asimilar que tiene “un ego más alto que su autoestima”. Ahí es donde empezarían los problemas para el común de los mortales, pero Bono ha hecho de la mediocridad espiritual virtud y del oenegismo una razón de vida, ahora que su música ha llegado a un estado de perfección en el que ya sólo cabe el acomodo y la repetición. Les pasa a la mayoría de artistas. Es de lo que huían Velazquez y Picasso, Muddy Waters y Miles Davis.

"Hay honestidad en lo que hace porque siente que tiene una misión. Estas 40 canciones seleccionadas y trenzadas con su biografía así lo atestiguan"

Con Alison Stewart como hilo conductor, su inseparable mujer desde los tiempos de los primeros ensayos con U2, Bono apuesta por una estructura que hilvana desde un básico registro cronológico de canciones con experiencias. El resultado es como el nuevo whisky de malta irlandés Connemara. Ha dejado secar sus anécdotas malteadas sobre el fuego de turba y su sabor y aroma son muy reconocibles. El dueño actual de Connemara es el famoso grupo japonés Suntory. Bono también se ha convertido en una multinacional por derecho propio. Hay honestidad en lo que hace porque siente que tiene una misión. Estas 40 canciones seleccionadas y trenzadas con su biografía así lo atestiguan. Tal vez se repita demasiado la palabra Jesucristo en Surrender. También él se sacrificó por nosotros. Aquí hay sacrificio, desde luego, pero también redención. En el camino, un puñado de canciones hermosas, que no existirían sin Bono y sus amigos. Son las paradojas con las que el mundo nos sorprende de vez en cuando. Más de medio millar de páginas —y 170 millones de discos vendidos— dan cuenta de ello. Bono nunca escatima. Tampoco deja indiferente (o no).

 

TITULO : Un trío en la cocina -  Monte, el restaurante que rinde culto a la montaña desde la pequeña aldea asturiana de San Feliz,.

Un trío en la cocina -  Monte, el restaurante que rinde culto a la montaña desde la pequeña aldea asturiana de San Feliz ,fotos,.

Monte, el restaurante que rinde culto a la montaña desde la pequeña aldea asturiana de San Feliz,.

En 2019, el chef Xune Andrade decidió regresar a su tierra natal para poner en marcha una aventura personal en torno a la cocina de territorio,.

 Sala del restaurante Monte, en la aldea asturiana de San Feliz (Asturias)

 Sala del restaurante Monte, en la aldea asturiana de San Feliz,.

Lo que empezó hace cinco años como un proyecto romántico se ha consolidado hasta convertirse en uno de los imprescindibles de Asturias. En 2019, Xune Andrade decidió regresar a su tierra para poner en marcha Monte, una aventura personal. El lugar elegido, la pequeña aldea de San Feliz, apenas 25 habitantes, muy próxima a Pola de Lena. Allí, en lo que fue el chigre, abrió un pequeño restaurante con cinco mesas y cinco servicios a la semana. Un ritmo tranquilo, como exige el entorno bucólico en el que se encuentra. En el comedor, la cocina abierta. Y en el exterior una agradable terracita para el aperitivo.

En este lustro, en el que su cocina se ha ido redondeando hasta alcanzar un nivel muy notable, Andrade ha ido sumando reconocimientos incluidas las estrellas roja y verde de Michelin. Distinciones merecidas porque en estos tiempos en los que la palabra sostenibilidad pierde sentido por el abuso que de ella se hace, la de Monte es auténtica. El cocinero se ha implicado al máximo en esta zona de la montaña central asturiana, utilizando casi exclusivamente materia prima local y apoyando el desarrollo económico colaborando con artesanos, ganaderos y agricultores.

La oferta de Monte se centra en dos menús degustación (89 y 119 euros). El más largo con aperitivos, siete platos y dos postres. Antes, en la terraza, un buen combinado de la coctelería lenense El Patio de Butacas. Ya en la mesa espera una mantequilla ahumada acompañada de buen pan de escanda elaborado en el restaurante.

Al lado un caldo caliente de alitas de gallina y jengibre para entonar. Y a partir de ahí el menú, con momentos sobresalientes como la berenjena asada con holandesa, ya un clásico, o los perrechicos de la zona (hay muchas setas por los alrededores) con huevos y embutido de Pajares.

 
Uno de los pases del menú de Xune Andrade, en Monte ,.

Excelente también la versión que hace Andrade del pote asturiano, con un ravioli de compango y aire de berza. Muy bien los guisantes lágrima de un agricultor local, acompañados por un rico helado también de guisantes. Un entorno montañoso pide platos de cuchara, de guisos lentos, y el cocinero lo tiene muy en cuenta.

Ahí están las fabas estofadas con caldo de tendones y emulsión de ortigas de monte, las manitas en caldo de gallina con colmenillas o las albóndigas de vaca con crema de patata asada, otro clásico. Un bajón con el salmón marinado con rebozuelos, muy plano de sabor. Xune sólo quiere utilizar pescados de río, y el salmón en este caso no da la talla.

Restaurante Monte

  • Dirección: San Feliz (Lena, Asturias). Tel. 985 59 30 89. Sólo abre al mediodía de miércoles a domingo. montesanfeliz.com
  • Lo mejor: el aprovechamiento del entorno.
  • Precio medio: Menús degustación, 89 y 119 euros.
  • Calificación: 8.

Bastante mejor el paté de trucha. Festival de producto del entorno que sigue con el canelón de caldereta de cordero xaldo, ligero y elegante, y con una chuleta de ternera con crema de piquillos.

Los postres mantienen la línea: crema de manzana con chocolate y fresas y una lograda tarta de queso. Personaje fundamental para el éxito de Monte es la figura de la joven Delia Melgarejo, que maneja la sala con eficacia y es responsable de una bodega breve pero seleccionada con acierto.

 


TITULO:  Documentos TV - El precio de la gloria ,.  

 

Documentos TV,.

Documentos TV  -  El precio de la gloria  ,.  


Martes - 23 - Julio  a las 00:00 horas en La 2, foto,.

 El precio de la gloria

Algunos de los deportistas más prestigiosos del mundo, como Simone Biles y Michael Phelps, han destapado las prácticas abusivas que sufrieron en los duros entrenamientos cuando eran pequeños. Ya hay miles de denuncias en otras disciplinas deportivas

Detrás de las idílicas y emocionantes imágenes de la victoria de los deportistas de élite no es oro todo lo que reluce. En los últimos años, algunos de los campeones del mundo de diferentes disciplinas deportivas han comenzado a contar sus dramáticas historias, en relación con su preparación para ser los mejores. Todos ellos hablan de una infancia rota: Thierry Henry, Michael Phelps... Como ellos, miles de deportistas denuncian prácticas abusivas en los entrenamientos, castigos físicos y psicológicos, privación de alimentos, humillaciones o control constante de los atletas para obtener resultados. Por primera vez en la historia del deporte, una investigación solicitada por la Federación Británica de Gimnasia, -después de recibir 3.500 denuncias durante los últimos ocho años-, descubrió que hay una crisis de maltrato infantil en el deporte y nadie habla de ello.

Claire Heafford, exgimnasta británica, vivió esas prácticas y presionó para que esa investigación saliera adelante. Desde su ONG "Gimnast for Change", lucha después de presenciar a una gimnasta de 10 años cómo su entrenador la maltrataba. Su objetivo es proteger a los niños de la violencia que se les inflige con los métodos de entrenamiento importados de la antigua Europa del Este y que, ahora, se han impuesto en nuestras democracias.

“El precio de la gloria” saca a la luz esas actuaciones que ya han denunciado deportistas de élite como Simone Biles y Michael Phelps y que, ahora, han seguido el ejemplo miles de deportistas de diferentes disciplinas en todo el mundo.

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