martes, 20 de agosto de 2024

El Telediario La 1 - Cosas que el dinero no puede comprar ,. / MAGO DEL TIEMPO - Temperaturas elevadas en el suroeste y centro peninsular y Canarias ,. / Volando voy - Jesús Calleja - Ana Merino - Todo fue teatro ,.

 TITULO:  El Telediario La 1 - Cosas que el dinero no puede comprar,.

 

Cosas que el dinero no puede comprar,.

Se puede comprar todo con dinero? - Quora

foto / La publicidad de una conocida tarjeta de crédito dice: “hay cosas que el dinero no puede comprar”. Siempre he pensado que es un eslogan un poco raro para una tarjeta de crédito, pero seguramente eso mismo lo convierte en un buen producto publicitario. Prueba de ello es que, además, recuerdo algunas propuesta de la lista de esta particular campaña: el reencuentro con los amigos, la sonrisa de tu hijo, la emoción de la victoria de tu equipo, entre otras.

Más allá de lo poético de la afirmación y de las cursis y emotivas propuestas comerciales, tengo mi propia lista de cosas que no se pueden comprar con dinero. La tengo porque creo que hay cosas que no pueden ser reguladas desde las relaciones mercantiles. Las reglas de la oferta y la demanda pueden aplicarse a determinados bienes y servicios que tenemos y producimos pensadas para el intercambio comercial, pero hay otras que no pueden encajar en este tipo de relaciones, incluso aunque se den condiciones de oferta y demanda en los términos clásicos de las teorías económicas.

Por ejemplo, no se pueden vender personas. Es evidente, dirán algunos pensando en la abolición de la esclavitud, pero lo cierto es que se dan los elementos para un floreciente mercado de compra - venta de bebés que, incluso, nos ha golpeado en los morros, en nuestro propio vecindario, recientemente. Hay personas que se prestan a comprar bebés, hay quienes intermedian en la operación y, seguramente, hay situaciones en las que hay quienes se prestan a vender niños y niñas. Aún así, ni se nos ocurre entrar a reconocer esta relación comercial.

No se pueden vender los derechos políticos. No puedo vender mi voto. Tal y como están las cosas, considerando la injerencia de los mercados en las decisiones políticas de los Estados, se podría argumentar que más nos valdría ponerle precio y venderlo al mejor postor. Al menos, de esta manera, repartiríamos algunos de los beneficios que el poder financiero obtiene secuestrando los compromisos de la política con la voluntad popular. Estoy segura que se generaría un floreciente mercado alimentado por las sospechas de clientelismo que ya caracterizan algunos procesos electorales, pero a pesar de todo, mejor será que no pongamos precio al sufragio.

No puedo vender mis derechos individuales. No puedo vender mi dignidad, mi libertad o mi integridad física. Ya sé que son intangibles y que hay quien argumenta que vendemos todas estas cosas cuando nos prestamos, por ejemplo, a trabajar por salarios irrisorios, pero no estoy de acuerdo. Nadie puede contratarme para humillarme, ni para que cometa un delito, aunque ya sabemos que no faltan candidaturas para poner precio a ambas cosas.

Para cerrar esta precipitada e incompleta lista de cosas que el dinero no debería poder comprar, apunto la libertad sexual. El sexo, entendido como el intercambio de relaciones sexuales consentidas entre personas adultas, no debería tener precio. Ya sé que lo tiene, pero aquello que sólo puede llevarse a cabo si concurre un consentimiento mutuo de cesión de intimidad, no debería ser objeto de compra-venta. Las reglas de la oferta y la demanda me parecen un condicionante intolerable en este ámbito y sin duda quiebran el contenido de la libertad sexual. Este argumento me parece suficiente, pero como nuevamente parece un intangible teórico, añado el hecho de que el supuesto mercado libre de la prostitución, alimenta uno de los delitos internacionales más sangrantes; la trata de personas, especialmente de mujeres y niñas, con fines de explotación sexual. Que se pueda comprar y vender alienta cosas tan absurdamente asquerosas como el turismo sexual.

Seguramente no podemos acabar de un día para otro con un mercado que, además, reconocemos en su esencia como tal. No en vano hablamos de la prostitución como el oficio más antiguo del mundo, ignorando que con esta afirmación nos remontamos a un tiempo en el que no había ni tan siquiera un reconocimiento explicito de los derechos de las personas ni, por supuesto, un respeto mínimo a la voluntad de las mujeres, que ha sido forzada para diferentes menesteres a lo largo de muchos siglos. Pero en esta ocasión no voy a recurrir a los argumentos sociales relacionados con la desigualdad y la discriminación de género, para defender que deberíamos ir desmontando los elementos que identifican a la prostitución como una venta de servicios como cualquier otro, porque no lo es.

En España no se castiga que el libre intercambio de sexo entre dos personas adultas se acompañe con el cobro de un precio, pero eso no lo convierte en una relación mercantil ni laboral al uso, porque lo que está en juego es la libertad sexual de quien presta el servicio, pero también la de toda la sociedad. El sexo se intercambia, se disfruta en el mejor de los casos, se regala o se comparte, pero no se vende. Tiene que ver con la autonomía y el libre desarrollo individual y no debería poderse comprar con dinero.

Esta sola reflexión debería ser suficiente para que se fueran desechando la oferta a través de la publicidad, que esconde en más de una ocasión prostitución forzada, las diferentes justificaciones sobre el consumo que sólo alientan la demanda y, desde luego, sobre el vergonzoso enriquecimiento de terceros intermediarios. Que haya gente dispuesta a comprar y que haya personas dispuestas a vender no puede ser una argumentación suficiente, porque hay cosas que el dinero no puede comprar, y ésta es una de ellas.

Podemos tener dudas porque, parafraseando a Melendi, por mucho que diga un rey que el dinero no da la felicidad, hace una sensación tan parecida, que no se logra diferenciar. Pero por mucho que se parezca, más nos vale pensar que hay cosas, como el sexo, que no se compran, y que el mercado, o los mercados, no son el mejor sitio para poner en valor lo que nos pertenece en esencia como personas.

 

TITULO: EL MAGO DEL TIEMPO -Temperaturas elevadas en el suroeste y centro peninsular y Canarias,.

 Temperaturas elevadas en el suroeste y centro peninsular y Canarias,.

 Temperaturas elevadas en el suroeste y centro peninsular y Canarias

foto / Se prevé un tiempo estable en gran parte del país, con cielos poco nubosos, con nubes bajas matinales en el extremo norte pudiendo ocasionar bancos de niebla. Únicamente se prevé que persista una mayor inestabilidad en el este de Cataluña y Baleares con cielos nubosos y probables chubascos y tormentas ocasionales, tendiendo a poco nuboso al final. No se descarta que los chubascos sean localmente fuertes en litorales de Tarragona y Barcelona durante la madrugada. Por la tarde se espera la formación de nubosidad de evolución en las sierras del tercio sur peninsular y sureste de la meseta Sur, así como nubosidad baja en el Estrecho y áreas de Alborán, pudiendo dejar brumas o nieblas costeras. En Canarias, intervalos de nubes medias y altas, así como nubes de evolución en el interior de las islas, con posibilidad de chubascos y tormentas, más probables en el interior de las islas centrales y, a últimas horas, en Fuerteventura. Se prevé la presencia de calima en medianías del archipiélago, aumentando a lo largo del día.

Las temperaturas máximas descenderán en áreas mediterráneas y golfo de Cádiz, predominando los aumentos en el resto, acusados en el alto Ebro. Se prevé superar los 35 grados en amplias zonas de la vertiente atlántica sur, centro peninsular y Canarias, así como en puntos del Miño, sin descartar los 40 en el valle del Guadalquivir donde las mínimas permanecerán por encima de 25 grados. En las mínimas predominarán los ascensos en Andalucía occidental y Canarias, y los descensos en la mitad norte peninsular y Baleares.

Soplará tramontana con intervalos de fuerte en Ampurdán y Menorca y el cierzo en el Ebro, ambos tendiendo a amainar. Poniente en el Estrecho rolando a levante, predominio de la componente este en el resto del área mediterránea, cuadrante sureste, norte de Galicia y Cantábrico, de la oeste en el cuadrante suroeste, y de la norte en el resto. En Canarias soplará un alisio moderado con intervalos de fuerte y rachas muy fuertes en zonas expuestas.

 

TITULO:  Volando voy -  Jesús Calleja - Ana Merino  - Todo fue teatro ,.

 Este domingo - 8 - Septiembre a las 21.30,Cuatro emite una nueva entrega de 'Volando voy',foto,.

  Ana Merino - Todo fue teatro,.

 Aprende a escribir con… Ana Merino

  Ana Merino,.

Estaba Ana Merino en la puerta de embarque de un aeropuerto cuyo nombre no importa ahora cuando, de pronto, los paneles informativos anunciaron la cancelación de su vuelo. La indignación recorrió la cola de pasajeros como un protón disparado en un acelerador de partículas y, cuando el murmullo inicial devino en un auténtico alboroto, la escritora sufrió un ataque de migraña: punzadas en la sien, motitas en la vista, náuseas en la garganta. La gente protestaba a voz en grito mientras su jaqueca aumentaba sin control, y ya se había echado las manos a la cabeza cuando, de repente, el malestar se disipó, el griterío enmudeció y el silencio triunfó. Y fue entonces cuando aparecieron las voces. Las voces de los personajes de ficción que acababan de nacer en su mente. Rápidamente, la autora dio la vuelta a la tarjeta de embarque que sostenía entre las manos y, abstraída ya de cuando acontecía a su alrededor, escribió las primeras líneas de esa obra de teatro que habría de titular La redención.

"Ana Merino siempre concibe sus novelas del mismo modo: un susurro se va intensificando en su cabeza a medida que aumenta el griterío del lugar público en el que se encuentra"

Ana Merino tiene una cicatriz en el cerebro. Es de nacimiento, pero no la descubrieron hasta 2004, cuando ya tenía 33 años. De pequeña sufría ausencias: se quedaba ensimismada en todas partes, parecía que dormía con los ojos abiertos, sus padres no sabían qué pensar. Después, en la adolescencia, llegaron los ataques epilépticos y el tratamiento con fenobarbital, un barbitúrico con propiedades anticonvulsivantes que, de tan potente como era, le obligó a pasar todo un año en cama, tiempo suficiente como para leer los siete volúmenes de En busca del tiempo perdido y, claro está, como para decidir ser escritora. A los 18 años, cuando su estado de salud mejoró y pudo por fin salir al mundo, le recetaron otro medicamento, ahora valproato, que le permitió hacer una vida relativamente normal. Y a los 40, y ya convertida en una autora respetada, un médico le retiró la medicación alegando que, a esa edad, tenía las mismas posibilidades de sufrir un ataque de epilepsia que una persona sin cicatrices en el cerebro. Lo más curioso de todo fue que, tan pronto como abandonó el tratamiento, empezó a oír voces. Las voces de los personajes que, todavía hoy, originan sus ficciones.

Y es que Ana Merino siempre concibe sus novelas y obras de teatro del mismo modo. Un susurro se va intensificando en su cabeza a medida que aumenta el griterío del lugar público en el que se encuentra: un aeropuerto con los pasajeros enfurecidos, una reunión universitaria con los docentes acalorados, un restaurante con los clientes achispados… El gallinero en que de pronto se convierte la realidad abre algún tipo de puerta en su cabeza y los personajes de su siguiente ficción entran en su cerebro de un modo tan animado que, al final, sus voces se imponen a las de quienes gritan en el exterior. Y todo esto, insistimos, desde que dejó de medicarse.

"No nos encontramos ante una mujer que achaque la creatividad de los artistas a las circunstancias vitales, sino al esfuerzo y la voluntad"

Con todo lo explicado hasta aquí, alguien podría pensar que la fuerza creativa de Ana Merino radica bien en la cicatriz que recorre su cerebro, bien en los efectos secundarios de todos los fármacos que se ha visto obligada a ingerir durante casi toda su vida, pero lo cierto es que ella no atribuye su bibliografía a ninguna de esas cosas. Hace algún tiempo escribió un poema que podría reforzar aquella tesis («Escribo porque tengo/la cicatriz de los sueños/dentro de mi cabeza (…)/Escribo porque a veces/mi cicatriz no sueña,/y su insomnio/me asusta»), pero no nos encontramos ante una mujer que achaque la creatividad de los artistas a las circunstancias vitales o a los condicionamientos físicos, sino al esfuerzo y la voluntad. De hecho, Merino está convencida de que todo el mundo, absolutamente todo el mundo, tiene un talento adormecido en su interior, siendo solo los que lo entrenan quienes acaban publicando libros, pintando cuatros o componiendo partituras.

En otras palabras: que si hay personas que cada noche se arrellanan en el sofá, eligen una serie de Netflix y se acuestan a las tantas, hay otras que, como Ana Merino, se meten en la cama a las diez, se levantan a las seis y contemplan el amanecer desde la ventana de su estudio. Y la diferencia entre unas y otras no está en las cicatrices del cerebro, sino en las muescas del tesón.


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