TITULO: LUNES-18 - MARTES -19- Abril - CINE - Ghost Rider. El motorista fantasma,.
Sabado -16- Abril la 13:25 por La 2, foto,.
La desmemoria,.
Recientemente se ha acordado que los Premios Nacionales de Investigación dejarán de llevar el nombre de ilustres investigadores españoles,.
Recientemente s e ha acordado que los Premios Nacionales de Investigación dejarán de llevar el nombre de ilustres investigadores españoles, como Santiago Ramón y Cajal, Gregorio Marañón o Juan de la Cierva. Según se ha explicado, la reestructuración de las áreas en la que se convocan es la causa y los premios pasarán a denominarse sólo según el área en la que se convocan: Biología y Medicina; Ciencias Químicas, Físicas y Matemáticas; Recursos Naturales, Ciencias de los Materiales y de la Tierra; etc.
Esta medida ha sido duramente criticada desde numerosas instituciones y personas, lo que incluso puede provocar que se cambie en parte, pero el mal -como demostración de intenciones- está hecho. A estas críticas se ha sumado la confederación de Sociedades Científicas de España o César Nombela, ex presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, quien señala que «extirpar nombres relevantes de la historia de la Ciencia y la Tecnología en España equivale a amputar algo de lo más valioso que una sociedad tiene».
La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) se ha sumado al apoyo para mantener los nombres de los científicos españoles en los Premios Nacionales de Investigación. Esta Conferencia ha señalado que es incuestionable que la ciencia y la tecnología son el mayor factor de progreso, actual y futuro, para las sociedades y reclaman que la sociedad debe de estar dotada de la imprescindible cultura científica para reconocer e incorporar los avances de la ciencia, y disponer de referentes, personajes históricos y actuales c apaces de actuar como modelos de ingenio y esfuerzo para la sociedad.
Miguel Cordero del Campillo dejó escrito que «el árbol del olvido dispone de profundas raíces y frondoso desarrollo». Cordero del Campillo, de indudable prestigio científico (parasitólogo) y humanístico desarrolló una ingente labor en la Historia de la Ciencia. Un auténtico referente del que puedo dar fe en primera persona ya que conté con su inestimable ayuda para escribir algún libro de divulgación científica, así como para algunas publicaciones y comunicaciones a congresos en el ámbito de Historia de la Ciencia.
Durante casi 25 años tuve la fortuna de dirigir un suplemento periodístico semanal de divulgación científica en prensa escrita en el que una de las páginas se dedicaba -todas la semanas- a la Historia de la Ciencia en León. Fue increíble la cantidad de personas, instituciones, etc. que pasaron por esas páginas y fuimos capaces de rescatar de la ignorancia y del olvido en beneficio del reconocimiento y la justicia histórica. Esta labor recayó fundamentalmente en una gran persona y bioquímico, y fantástico investigador de Historia de la Ciencia, Javier Rúa, codirector de ese suplemento, con la colaboración de otros investigadores y mi modesta aportación. Me deja perplejo que ahora haya alguien que, ante la gran dificultad de recuperar para el presente quizás de lo poco bueno de la historia que no suscita controversia, de un plumazo del boletín lo quiera enterrar, no sé si rebuscando alguna controversia política o de género (como alguien ha indicado). De los cientos y cientos de científicos de León o con actividad en León que rescatamos en aquellas páginas absolutamente nunca nos preocupamos de sesgarles según su ideología o su género. Ahora, alguien quiere borrar a científicos de prestigio nacional de una cierta relevancia social, totalmente escasa pero al menos con su nombre en unos premios, dejando a la sociedad otros referentes de indudable postín como Paquirrín o Rociíto.(¿se escribe así?).
De confirmarse, estamos ante un atentado a la cultura, a esa que dijo precisamente Ramón y Cajal (nuestro único Nobel de Medicina, ya he explicado que Ochoa fue un Nobel estadounidense) que le falta la rueda de la ciencia. Esa ciencia que ahora tanto nos vale porque nos ayuda a salir de la pesadilla proporcionando vacunas contra el coronavirus; eso sí, vacunas unamunianas, de esas que han sido inventadas por otros; como siempre, claro.
Como dice Pilar -mi mejor amiga-, estamos en una España convulsa del siglo XXI que, a veces, da la impresión de que se parece a la de los primeros años 30 del siglo pasado, en donde, como decían, se podía nombrar obispo a un burro que seguirá rebuznando, a veces a través del BOE.
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