TITULO: A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER - Optimismo Forzado,.
A vivir que son dos días - A vivir - Cadena SER,.
Escucha 'A vivir', con Javier del Pino, el programa líder de las mañanas del fin de semana en la Cadena SER.
Optimismo Forzado,.
La trampa de la empatía: es imposible estar en los zapatos del otro sin desplazarlo,.
Este concepto tan en boca de todos significa diferentes cosas según las personas, y puede colisionar con posturas y marcos morales que la acompañan.
foto / ¿Qué es eso que llamamos empatía? Tenemos una personalidad empática, nuestros cerebros están empáticamente dispuestos. La facilidad con la que nos reflejamos en el comportamiento de los demás y los reconocemos como similares a nosotros, nuestra capacidad para interactuar y relacionarnos, tienen una raíz común en ella. Es una facultad fundamental con la que contamos para afrontar desafíos sin precedente —pandemia, cambio climático, migración, terrorismo—. Pero la empatía significa distintas cosas para diferentes personas, y puede colisionar con posturas y marcos morales antagónicos que la acompañan. Aunque la suponemos inherentemente buena, hay casos en que se aplica de maneras que podrían considerarse poco favorables. ¿Imaginas ponerte en los zapatos de otra persona? Esta habilidad, aparentemente simple, nos confronta con los avatares de la empatía. ¿Cómo quedaría el otro, con alguien en sus zapatos?
Einfühlung había sido un término utilizado por los románticos alemanes para describir la experiencia estética de “sentir” el mundo natural. El filósofo Theodor Lipps, proponente de la primera teoría científica de la empatía, cita a un espectador que observaba a un acróbata en la cuerda floja y que, por medio de la proyección del sentido interno de actividad del yo, se fusionó con el objeto de contemplación: “Yo soy, según mi conciencia directa, sin mediación, en él. Estoy allá arriba, no al lado del acróbata, sino exactamente dentro de él, donde él está”. Aristóteles, en su Poética, observa la atracción que ejerce la tragedia en el espectador al ver cómo se representa ante él el espectáculo de su drama interior. En la década de 1930, cuando la sociedad alemana abrazaba el fascismo, el dramaturgo Bertolt Brecht advirtió que la empatía de las masas podría albergar consecuencias alarmantes. Para prevenirlo, provocó en el espectador un “efecto de alienación”, al que él llamaba Verfremdungseffekt, por medio de recordatorios de la artificialidad de la representación teatral —actores que salen de su personaje para dar una explicación—, desde donde se puede percibir más claramente el mundo real reflejado en el drama, y la actitud crítica sustituye a la empatía.
“Sin embargo, la acción ciertamente no es el único medio a través del cual podemos empatizar”, explica el neurocientífico y filósofo de Parma Vittorio Gallese, uno de los contribuyentes al descubrimiento de las llamadas neuronas espejo y los mecanismos espejo en el cerebro, como posible base biológica de la empatía. Argumenta Gallese: “Somos animales sociales, cuando entramos en relación con los demás hay una multiplicidad de estados que compartimos: emociones, nuestro esquema corporal, nuestro ser sujeto al dolor, y muchas otras sensaciones somáticas. Necesitamos diversas herramientas para captar la riqueza de la experiencia compartida —dicha red de hábitos representa un iceberg, del cual nuestras habilidades perceptivas y motoras conscientes son solo la punta visible—”.
Su hipótesis es que la empatía está profundamente arraigada en la experiencia de nuestro cuerpo. Según él, la posibilidad de percatarnos de que somos diferentes de otros está determinada por nuestra identidad personal, pero ella depende de manera constitutiva del desarrollo de la identidad social —es la que nos permite entablar un diálogo significativo con los demás—. “Los humanos tenemos un sistema de comparación de espejos similar al que observamos originalmente en los monos, empatizamos con las emociones que nos muestran los demás a través de un mecanismo de comparación de espejos. El sistema de coincidencia de espejos está involucrado en el proceso de integración de la identidad”.
Gallese explica el papel interactivo de las neuronas espejo a través de su teoría de la simulación encarnada: “La simulación es la herramienta fundamental que tenemos, es la base de nuestra capacidad para captar las intenciones implícitas en los gestos y expresiones de los demás, sin tener que deducirlas de manera inferencial, sino como una competencia básica, encarnada en la experiencia de la interacción”. Es un proceso inconsciente a través del cual simulamos los estados psicológicos de la otra persona, mientras mantenemos una clara diferenciación entre nosotros mismos y el otro.
La empatía transformadora requiere que el elemento de extrañamiento permanezca como parte de la experiencia. Es un estado complejo —tiene poco que ver con conceptos como la bondad o la simpatía—. Es imposible estar en los zapatos del otro sin desplazarlo de sus propios zapatos. Necesitamos el yo para empatizar, pero también tenemos que dejarlo atrás. Este es precisamente uno de los misterios de la empatía: el potencial que tiene para cambiar la manera en que percibimos el mundo y, al hacerlo, es el mundo mismo el que cambia.
TITULO: LA BRUJULA ONDA CERO - La Linterna La Cope - La fatiga de la guerra amenaza a Ucrania ,.
La Brújula es un programa de radio de la emisora española Onda Cero, presentado y dirigido por David del Cura. Es el tercer espacio en audiencia en la franja nocturna, retransmitiéndose entre las 20 y las 24 horas, tiempo que dedica a un análisis de la actualidad, el deporte, la economía (con el espacio denominado La Brújula de la Economía) y el debate político., etc,.
La Linterna La Cope ,.
'La Linterna' es el programa de radio informativo, político y económico, cultural y de debate nocturno de la Cadena COPE. Dirigido y presentado desde 2009 por Ángel Expósito, se emite de lunes a viernes de 19:00 a 23:30 horas, correspondiendo la última hora de los viernes a 'La Linterna de la Iglesia', dirigida y presentada por Faustino Catalina,.
La fatiga de la guerra amenaza a Ucrania,.
foto / 'Aumentan las tensiones en el Este'; 'Putin invade Ucrania'; 'Moscú bombardea la capital ucraniana'; 'Miles de civiles mueren tras un ataque aéreo ruso'. Titulares como estos han colmado los informativos y las portadas de los periódicos desde el pasado 24 de febrero, cuando el Kremlin comenzó una guerra a gran escala en su país vecino. Nada comparado a los continuos enfrentamientos que se daban en la región del Dombás desde ocho años antes, cuando Moscú alentó el levantamiento prorruso tras anexionarse la península de Crimea. La invasión ha formado parte del día a día de las naciones occidentales desde febrero pero, pasados cuatro meses, el interés parece decaer.
El espacio que ocupa el conflicto en los medios de comunicación y el debate social internacional es aún muy importante, enorme incluso en consonancia con la inmensa tragedia humana que significa, pero no aparenta ser la misma conmoción que desencadenaron el asedio a Kiev, los primeros días de éxodo masivo de refugiados o el descubrimiento de las matanzas y torturas de Bucha. Los europeos, según las encuestas, comienzan a centrarse más en sus preocupaciones cotidianas y les duele especialmente el alza generalizada del coste de la vida.
El mayor impacto de la guerra se da en la propia Ucrania, con la pérdida de miles de vidas, casi siete millones de exiliados y ciudades arrasadas cuya restauración costará 600.000 millones de euros. Pero Occidente también siente las consecuencias indirectas, sobre todo con los precios de los alimentos o el combustible disparados, que los gobernantes justifican por la crisis ucraniana.
La pérdida de interés es uno de los mayores miedos del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. «Nuestra tarea es que el mundo no se canse de la guerra», advirtió a finales del pasado mes de mayo ante el Foro Económico Mundial en Davos. Una tarea complicada, sobre todo ahora que la contienda ha regresado casi a su punto de origen: el Dombás, donde los enfrentamientos entre prorrusos y ucranianos han sido continuos desde 2014.
«Si en la capital, que fue bloqueada, se olvidan muy rápido de lo ocurrido, los demás lo harán antes»
Pero, a diferencia de la repercusión que ha tenido la invasión desde finales de febrero, la guerra de los últimos ocho años en la región fronteriza con Rusia apenas se percibió en la comunidad internacional. Y eso que causó 15.000 muertes. La diferencia era que entonces se luchaba por un 5% del territorio de Ucrania y ahora se trata de la resistencia de un país que ha sido avasallado y arrasado sin piedad alguna. Una lucha por la justicia y la democracia, en palabras de líderes como el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, o la dirigente de la UE, Ursula Von der Leyen.
Algunos analistas creen que este último giro de la guerra, concentrada en el Dombás, pueda conducir a que se perciba de nuevo por una parte de la sociedad como un conflicto interno y político que requiere un diálogo urgente. Según una encuesta del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, realizada por la consultora YouGov y la firma de investigación Datapraxis, «la opinión pública europea está cambiando». Mientras las economías mundiales aún se están recuperando de la pandemia, la guerra del Este ha repercutido duramente en ellas.
Gran división
La gran división entre las 8.000 personas de diez países (Polonia, Rumanía, Francia, Alemania, Italia, Portugal, España, Finlandia, Suecia y Reino Unido) a quienes se les ha preguntado por el paradigma actual de la guerra está entre aquellos que quieren poner fin al conflicto armado lo antes posible y los que prefieren que Ucrania siga luchando hasta que Rusia sea derrotada. Un objetivo que parece cada vez más utópico a la vista de la pérdida territorial que sufre el Ejército ucraniano. En general, los europeos no dudan sobre de qué lado estar. Quieren que Ucrania prevalezca y están dispuestos a ayudar al país. No obstante, desean que todo termine pronto.
El 35% de los encuestados se decanta por un final de la guerra lo antes posible, incluso si eso significa que Ucrania tenga que hacer concesiones. El 25%, por su parte, mantiene que castigar a Moscú y restaurar la integridad territorial del país invadido debe tener prioridad sobre las demandas de la paz. Del primer grupo, además, el 50% opina que su Gobierno dedica demasiada atención al conflicto. En el caso del segundo colectivo, el 52% asegura que se le ha prestado un interés normal, frente al 38% que afirma que ha sido demasiado. El resto de votantes piensan que la comunidad mundial le dispensa mucha atención a la crisis ucraniana.
Geográficamente, la preferencia por atajar cuanto antes el conflicto es más fuerte en Italia (52%) y Alemania (49%). También son dos de los países donde la ciudadanía muestra públicamente un mayor hartazgo por la inflación. Los datos reflejados en este informe destacan que pronto podría surgir además una «fatiga de la solidaridad». En Polonia y Rumanía -dos de los países más cercanos al territorio enfrentado- un volumen superior al 50% de los encuestados afirma que sus gobiernos se han enfocado demasiado en el conflicto a expensas de otros problemas apremiantes en cada nación.
Se trata de una prueba de que «la unidad en Europa está disminuyendo un poco con la invasión rusa. Existe este tipo de fatiga y hasta algunos países están cada vez menos dispuestos a continuar con las sanciones», indica Matteo Villa, analista del grupo de expertos ISPI en Milán.
Ante esta situación, el primer ministro británico, Boris Johnson, declaró esta semana que es fundamental mantener el apoyo a Kiev tras cuatro meses de enfrentamientos. Reino Unido es uno de los países que más tiran del carro del respaldo a Ucrania y se ha convertido de hecho en la nación europea que mayores aportaciones en armas y capital han realizado. «La preocupación que tenemos es que un poco de fatiga de Ucrania está comenzando a aparecer en todo el mundo», manifestó el líder conservador, quien agregó que «es muy importante demostrar que estamos con ellos a largo plazo».
Crece el número de europeos a favor de que se negocie pronto el final de la contienda
Su filosofía es compartida en líneas generales por el presidente estadounidense, Joe Biden, aunque varios sondeos indiquen que la mitad de los estadounidenses se decanta por buscar una solución rápida a la crisis bélica y es reacio a las estrategias de mantener la guerra de desgaste con Rusia de modo indefinido. El espacio 'online' que ocupa Ucrania también ha descendido. Según la web Axios, las interacciones en las redes sociales relacionadas con la invasión se han reducido considerablemente, de 109 millones a 4,8 en apenas dos meses.
Estrategia
Aunque le inquiete que la gente «se harte» y «busque algo nuevo», Zelenski sabe que es inevitable. «Habrá una disminución en el interés por la guerra porque hay muchos problemas diferentes en el mundo además de Ucrania», dice el presidente ucraniano, antes de señalar que es necesario pensar bien la estrategia siguiente para que «este maratón diario continúe». Entre las opciones está aumentar sus apariciones públicas, aunque sean mediante videoconferencias y discursos grabados que se reparten en los foros y parlamentos de medio mundo. Esta misma semana entrante Zelenski mantendrá un encuentro telemático con los líderes de la OTAN reunidos en Madrid.
Al líder ucraniano le preocupa además el sentimiento interno de quienes creen en su país que la confrontación con Rusia está muy lejos de acabar. Hace unos días se dirigió a sus propios conciudadanos y a los jefes territoriales para instarles a que todos trabajen en la defensa de Ucrania y lamentó que los núcleos alejados del Dombás, y que ahora viven en paz, ya piensen en la reconstrucción y recuperar la normalidad lo antes posible. «No quiero ser crítico, pero la situación existe. Y si en nuestra capital, Kiev, que solía estar ocupada y bloqueada, la gente se olvida muy rápido porque quiere seguir viviendo», en el resto del mundo «todo será olvidado con mayor celeridad».
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