TITULO: EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO -CENA - DOMINGO -LUNES - EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES - 18 - Marzo - Carmen Posadas - Siembra vientos ,.
EL ARBOL DE TU VIDA - MARTES - 18 - Marzo ,.
Conducido por Toñi Moreno, el espacio investiga el árbol genealógico de los personajes más queridos de nuestro país. El martes - 18 - Marzo, a las 22:30 por antena 3, etc.
EL
SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - Carmen Posadas - Siembra vientos ,.
EL SILENCIO POR FAVOR - DESAYUNO - CENA - DOMINGO - Carmen Posadas - Siembra vientos , fotos ,.
Carmen Posadas - Siembra vientos ,.
Carmen Posadas,.
Cada vez estoy más convencida de que nosotros, felices terrícolas hijos y nietos de la Guerra Fría, hemos sido víctimas de un feliz espejismo. Fue tal el trauma de la Segunda Guerra Mundial, y la consecuente amenaza nuclear, que el mundo occidental comprendió que había que aprender de errores pasados para no repetirlos. Y no solo eso. Comprendió, además, que para evitar futuros horrores era necesario sentar unas bases comunes, crear una serie de organismos y acordar leyes internacionales y contrapesos que propiciaran no solo la paz, sino también un pragmático ten con ten con respecto a sus antagonistas.
( Desayuno )
Desde que la DANA anegó, de agua primero y lodo después, Paiporta, Catarroja, Massanassa, Chiva, Alfafar, Aldaia, Benetússer, Torrent… tras más de diez días, no hay nada nuevo bajo el sol. Es una constante. Un rumor similar al Viento del pueblo, de Miguel Hernández, que no cesa, y que apela a la conciencia no sólo del ser humano en general sino más concretamente a la del vecino, la del familiar, la del amigo o del colega, la del conocido y, con mayor sorpresa, la del desconocido. De esa persona que se pone a tu lado y echa una mano para depurar un
( Cena )
garaje de dos o tres pisos; para quitar el fango y la descomposición que asola un túnel de muerte y destrucción. Una boca del infierno, del inframundo, al que no siempre accede gente preparada como las FCSE, sino el vecino, el de enfrente o alguien llegado de Elche, de Málaga, de Lleida, de Zaragoza, de Bilbao o de Madrid, y se adentra contigo en ese abismo insalubre. Ese es el espíritu del voluntario y del vecino en respuesta a la llamada de los vientos del pueblo que nos impelen, que nos llevan, «vientos del pueblo me arrastran / me esparcen el corazón / y me aventan la garganta»; a la fuerza de voluntad que invade nuestra alma y nuestro cuerpo para arrimar el hombro, remangarnos y, una vez más, enfangarnos en labores que no se pagan, porque lo que menos importa ahí es Don Dinero, el “poderoso caballero”, que diría Quevedo. Lo verdaderamente esencial —faena de primera necesidad— es limpiar. Despejar. Arreglar. Vaciar. Hablar. Abrazar. Escuchar. Llorar y enrabietarse si hace falta junto al que ha perdido su casa, su negocio, sus recuerdos, sus sueños… y un futuro que se imaginaba prometedor o, en todo caso, esperanzador. Pero de la noche a la mañana todo eso se vino abajo, se esfumó. Y cuando la Naturaleza te arrebata aquello que más te importa y más quieres ¿qué queda entonces? ¿Qué es lo que queda a excepción de acostarse y levantarse, después de dos semanas, con porquería acumulada y restos humanos que llegan hasta la rodilla? Queda tener un motivo de peso para abrir los ojos cada mañana, hacer un esfuerzo, aun encontrándote a diario a los pies de tu casa con la pesadilla, la desesperanza y el desánimo que flaquean y apremian a su vez para que no te cruces de brazos porque son demasiadas las calles, los hogares, los locales o garajes que quedan por purgar. Y esta tarea no depende de uno sino de varios, pues mires donde mires, vamos todos a una, hombres y mujeres, cargados de escobas, palas, rastrillos o cubos; disfrazados de cirujanos, bomberos, policías… de falsos especialistas, porque en realidad no somos más que miembros de una unidad sin oficio ni beneficio —salvo aquel que apela a la fraternidad del espíritu— encaminados a exonerar el vientre de las casas (las propias y las ajenas), de los pisos, de los talleres o los pequeños negocios. Aquí la desazón y el desconsuelo es lo que impera, así como una sensación de orfandad, pues no es cuestión de un par de semanas, sino de meses o años, que se afrontan día a día con el temor de que cualquier otro mañana suceda algo parecido sin que nada ni nadie haga algo por evitarlo. Y en semejante escenario de guerra lo que queda entonces, además de lo mencionado unas líneas más arriba, es echarle coraje ahí donde unos han tirado de soberbia e indiferencia y otros han escondido la cabeza. Es ayudar, prestarse, y estar donde más se necesita sin importar tu identidad, tu sexo, tu edad, tu procedencia o tus creencias, porque todo eso queda atrás cuando el mono que te has puesto limpio a primera hora de la mañana acaba a última hora de la noche —si no de la madrugada— tan mancillado como el alma putrefacta de quienes miran hacia otro lado o señalan y apuntan y culpan a la nada.
TITULO:
Lunes - 17 - Marzo - Imprescindibles - El príncipe Federico de Luxemburgo muere a los 22 años a causa de una enfermedad rara,.
El príncipe Federico de Luxemburgo muere a los 22 años a causa de una enfermedad rara,.
El hijo de Roberto de Luxemburgo y Julie Ongaro padecía POLG, un trastorno genético que priva a las células del cuerpo de energía del que fue diagnosticado a los 14 años,.

TITULO: ELLA & - Enjambre ,.
Enjambre,.
foto / Es una de esas hermosas palabras de nuestra lengua que encierran más de lo que a primera vista parece. Se refiere a ella la carta de esta semana para exponernos el modelo de funcionamiento social de las hormigas, que carecen de un liderazgo y administran sus colonias con arreglo a una inteligencia colectiva que las incluye a todas y de todas se alimenta. El individualismo de los seres humanos, que tantos logros admirables ha propiciado a lo largo de nuestra corta historia –más corta, aún, si se la compara con la de las hormigas–, nos arroja en los últimos tiempos a despropósitos como los que a diario se registran en cualquier red social o, lo que es peor, en las tribunas a las que suben los individuos ambiciosos y petulantes que nos lideran. Algo deberíamos aprender, tal vez, de las modestas hormigas.

Sería esto similar a un tablero de parchís sobre el que se juega una partida de ajedrez. O bien podemos imaginar cómo se cuela el deshidratado reloj de Dalí, como una lágrima, en la tulipa del Guernica. Es pensar, y asegurar, que vas a izquierda o a derecha, indistintamente, cuando en realidad se está girando, una y otra vez, en una rotonda donde todos insisten en tener la preferencia. Hay muchas formas de verlo, y de describirlo. Acaso a través de la famosa habitación propia percibamos ese espacio que no puede ser cubicado, pues es mental; es fascinante, es tan solo una etérea metáfora (y denuncia social, también). Es el mismo espacio donde se acomoda el pensamiento para aguantar las inclemencias. Ya sabemos que los cerebros ni se fugan ni huyen, en realidad se refugian. Casi una ley habitacional. Esto le permitió a Jane Austen (más de un siglo y medio antes de aquella conferencia), escribir y describir toda una época de la que levantó una especie de acta notarial, muy pormenorizada y muy valiosa, en medio de un salón con vistas sesgadas, y entre chimeneas, noticias a medias, rumores y chismes. En paralelo, fue el mismo espacio que permitió escribir a Pushkin, apartado y proscrito en aquella Ucrania o Crimea, el afinado canto de un gallo que debía dar aviso de la proximidad del enemigo, y pudo Lermontov describir aquella lágrima (nunca nueva, sino la misma) sobre una roca muy abatida. Estaba ya claro para ellos, y avisado y descrito, que nadie decide qué daños o qué guerras, lanzadas sobre una infancia, son más o menos deleznables o crueles; se utilizaron y se volverán a usar como un juego estremecedor, donde ahí es obligatorio moverse ante las consignas, que son las que deciden qué vidas nos deben importar, doler y conmover más, y así, muy posicionados todos, la neblina es cada vez más densa.
Resulta complejo concretar desde cuándo sucede esto, y habrá optimistas que, en su realidad, dirán que nada anómalo ocurre. El nobel Coetzee indicó que si los mataderos estuvieran en el centro de las ciudades, y escucháramos la agonía de cada animal, seríamos más sensibles y menos cercenadores. Pero no pareciera. Antes de su ensayo, e idea, como bien es sabido, ya se vivió una gran matanza en el corazón de Europa, donde se aprisionaron, trasladaron e incineraron aquellos cuerpos a una distancia de pocos kilómetros, en unas habitaciones muy impropias: y un gueto como el de Varsovia estuvo ahí mismo, pared contra pared, y una Serbia en la misma frontera gritó un resultado atroz, y no se percibe un cambio hacia ninguna “humanidad”. Más bien pareciera que, ante estas matanzas, todos se hubieran enrocado y miraran con ojos que se asemejan a fichas de parchís, que son descritas, a su vez, como alegres círculos y meditados triángulos de un Miró colorido y futurista. Todo muy triste sobre un fondo muy oscuro.
En medio están esos numerosos exilios de seres que también se refugian para sobrevivir. Ahí se juega ya otra partida subterránea. Los hubo y los hay, y los habrá (exilios), algunos avanzaron en cómodos barcos y otros salieron por los Pirineos como agotados y abusados perros contrabandistas. Siempre es igual. Incluso a un Indalecio o a un Negrín, ya en tierras americanas, se les permitió lanzar sus discursos y lamentos (lógicos), y hasta pudieron conformar un gobierno en el exilio, e incluso tuvieron la libertad de cercenarse entre ellos, acaso en busca de un futuro mejor (o de una probabilidad). Aquí, en esta Europa, se acaba de refugiar un presidente electo que debe permanecer en silencio como si fuera contagioso, se le impone un bozal y, mientras, salvaguarda y refugia su vida (sin que medie la huida), pues de Caracas llegó un avión cargado de… Y es que puede suceder que un exilio sea, a la vez, refugio y asfixia. Indistintamente.
El momento actual pareciera crítico, y bastante internacional; lo están abordando politólogos de toda condición, y en especial están revisando los tableros que tienen el aspecto de un suelo firme, pero que son como trampillas los cuadros negros, y los blancos disimulan un cepo lleno de cordialidad, que en realidad engulle. Es un espectáculo vehemente. Mientras, la fase Enjambre ha comenzado, pues van ganando terreno los que hablan sin precisar y los que ambicionan sin mostrar. Como es tan lejano ese sonido del enjambre, y tan difícil de transcribir aquí, acaso basta con decir que es atronador. Lo saben los musicólogos y antropólogos que grabaron ese canto indígena selvático, entre la Orinoquía y el macizo amazónico. Es perturbador, poderoso, es y no es el gallo desde un torreón, es la misma esencia que musita y sisea desde dentro de su cabeza, y la cabeza se convierte en una caja de resonancia, potenciadora, y cada órgano del cuerpo funciona en armonía similar. No se ven labios dibujando palabras (pero están todas con su aviso), es la mente misma, en enjambre, diciendo que es muy difícil de secuestrar, no indica desde dónde nace ni cuántos son los que fabrican ese bullir. A Europa llegará en breve la noticia de que se están reuniendo para sobrevivir… y no parece que vayan a prestar atención. Aunque el enjambre sea nítido y el gayo se desgañite, y todo esté dibujado desde hace ya más de un siglo, y de dos, pareciera que lo indistinto se impone de forma atronadora, y que lo urgente se aplaza… Indistintamente.
TITULO:
EL BAR ESQUINA - REVISTA CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA
COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA - Jueves - 20 - Marzo - El espíritu y la boca,.
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COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA - Jueves - 20 - Marzo - El espíritu y la boca,.
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COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA - Jueves - 20 - Marzo - El espíritu y la boca,.
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COMERSELO - PESADILLA EN LA COCINA - Jueves - 20 - Marzo - El espíritu y la boca,.
Jueves - 20 - Marzo - Pesadilla en la Cocina es
un programa de televisión español de telerrealidad culinaria,
presentado por el chef Alberto Chicote, emitido habitualmente los jueves
a las 22:30 en La Sexta. Nuevas broncas, enfrentamientos y arcadas; Alberto Chicote regresará con nueva temporada de Pesadilla en la cocina. Tras una temporada de descanso, Pesadilla en la cocina vuelve
Alberto Chicote con las pilas bien cargadas. El chef de laSexta
intentará reflotar nuevos restaurantes y se enfrentará a nuevos retos,
etc.
EL BAR ESQUINA - REVISTA
CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - El espíritu y la boca,.
EL BAR ESQUINA - REVISTA
CAMPO - TAPAS Y BARRAS - UN PAIS PARA COMERSELO - El espíritu y la boca,fotos.
El espíritu y la boca,.
Jueves - 20 - Marzo - Pesadilla en la Cocina es
un programa de televisión español de telerrealidad culinaria,
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a las 22:30 en La Sexta. Nuevas broncas, enfrentamientos y arcadas; Alberto Chicote regresará con nueva temporada de Pesadilla en la cocina. Tras una temporada de descanso, Pesadilla en la cocina vuelve
Alberto Chicote con las pilas bien cargadas. El chef de laSexta
intentará reflotar nuevos restaurantes y se enfrentará a nuevos retos,
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Jueves - 20 - Marzo - Pesadilla en la Cocina es
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intentará reflotar nuevos restaurantes y se enfrentará a nuevos retos,
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El espíritu y la boca,.
Nieva en Kioto. Caen lentamente grandes copos, de esos que de niños llamábamos 'trapos'. Hay lugares en el mundo que remansan la paz y el espíritu como el meandro de un río. Cada vez que regreso a esta ciudad, mi cuerpo reduce los biorritmos sin pedir permiso y empieza a regalarme trocitos de tiempo para sentir despacio y pensar. Casi nada parece haber cambiado, así hayan pasado más de tres lustros desde aquella primera visita.
En los restaurantes existen muchas más energías que las que se usan para cocinar la comida o iluminar las mesas. Están llenos de fuerzas e indicadores que se sienten nada más entrar por la puerta o en cuanto empieza la función. Solo hay que percibir las vibraciones que se transmiten, la verdad de las sonrisas que te reciben, la cara de un cocinero veterano o repasar cómo se hizo el montaje de tu mesa. Antes de empezar a abrir la boca te puedes hacer una idea de lo que se cuece. Incluso en locales decorados por un estudio famosísimo y mucho dinero, sitios despampanantes, se puede notar si todo aquello es puro vestido de gala, pelo postizo, o si realmente refleja el espíritu de los que habitan la casa.
Aún no había podido visitar el nuevo restaurante de los hermanos Torres en Barcelona, ese antiguo garaje en el que se han enclaustrado voluntariamente para culminar el sueño de toda una vida y que, según todo indica y si se hace justicia, no está muy lejos de completarse. La nave industrial de la calle del Taquígrafo Serra acoge en su interior un espacio diáfano en el que las zonas de cocina destacan por encima de las de sala, clara declaración de intenciones. No piensen en uno de esos espacios industriales. Es justo un punto entre lo funcional y lo contemporáneo con toques de estilo y una belleza contenida que se percibe como muy personal. Antes de abrir la boca todo indica que allí va a pasar algo.
La familia televisiva
Los hermanos Torres son para miles de personas como unos sobrinos o unos nietos de Barcelona. Han compartido tantísimas horas en la cocina –aunque fuera cada uno en la suya– que son de la familia. Esa existencia llena de popularidad y su propósito único y firme en la vida de alcanzar su sueño los ha mantenido un tanto alejados de la tribu de los cocineros de la élite a la que pertenecen, a veces quizás hasta un poco minusvalorados por un tonto prejuicio. Desde siempre han ido un poco a lo suyo.
Ya han contado que su abuela Catalina, andaluza de Linares, tiene la culpa de todo, por hacerles felices a diario dos veces al día con sus guisos cuando eran niños y convertir cada comida en una fiesta. Siempre he dicho que la transmisión del amor a través de la comida es una de sus formas más puras y generosas y que en ellos prendió en forma de vocación inquebrantable. No era muy usual en aquellos años 70 que unos hermanos de nueve años anunciaran con determinación a sus padres que querían ser cocineros y que mantengan su propósito hasta cumplir los 50.
Toda una vida
Su historia es una versión contemporánea de aquellos héroes griegos que recorrían el mundo entero con el firme propósito de comprenderlo y algún día regresar, victoriosos, a su Ítaca particular. Pasaron por grandes casas –Neichel, Akelarre, Alain Ducasse, Racó de Can Fabes, Philippe Rochat, cada uno en unas diferentes– para tratar de aprenderlo todo y volvieron a reunirse, como habían planificado de niños, para seguir juntos el camino de vuelta. Mucho trabajo y quizás la suerte de ser gemelos les franquearon las puertas de la televisión que tanto les quiso, en la que consiguieron el dinero y la visibilidad suficientes par avanzar en el camino trazado, abrir el restaurante de sus vidas y conquistar el sueño que les ponga en el orbe triestrellado.
Si yo trabajara en la Michelin habría al menos tres restaurantes que lucirían la tercera estrella en su fachada: Camarena, BonAmb y Hermanos Torres. De los primeros ya hemos hablado en otras ocasiones, así que volvamos a los hermanos. Toda esa energía que describía párrafos arriba es palpable también cuando llega la hora de comer. Su cocina es una precisión técnica incuestionable, con fondos profundos y limpios y ejecuciones de neurocirujano.
No es sentimental, ni rupturista del todo. A veces basan sus platos en la memoria, como la crema de cebolla de la huerta de su padre con parmesano y trufa de verano, y otras juegan a interpretar con libertad viajera las cocinas o los productos del mundo, como es el caso de la moqueca brasileña de mariscos, interpretada a su manera, con azafrán y coco.
Momentos sublimes
Hay momentos sublimes, como el cochinillo ibérico de su propia finca extremeña asado con albaricoques, tamarindo y migas de pastor. Posiblemente uno de los más sabrosos, crocantes y desgrasados que recuerdo. Un plato que en sí mismo podría merecer un restaurante solo para servirlo. Hay otros, como es el caso del salmonete asado con emulsión de hierbas, que todavía tienen recorrido de mejora, pero, en general el menú mantiene con holgura el nivel que se le puede exigir a un restaurante en lo más alto.
Dicho sea de paso, accesible, en términos culinarios, para cualquier tipo de público porque no hay excentricidades sápidas ni rupturas conceptuales que puedan incomodar a algunos. 235 euros me parece justo visto el despliegue de personal, medios y productos. En la copa, las posibilidades de la casa son más que notables y siguen creciendo, aunque aquí ya saben que cada uno bebe de una manera y con un presupuesto determinado. El maître Pablo Sacerdote y el sumiller Koldo Rubio destilan conocimiento e ilusión a raudales, eso sí les digo.
PD. Es interesante destacar que todo esto les llega a los cincuenta años, después de toda una vida de trabajo, sin que les hayan regalado nada. Alguna enseñanza creo que dejan para estos tiempos.
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