TITULO: Documaster - La invasion del cielo,.
La invasion del cielo,.
La miniaturización de los satélites, el descenso de costes y las megaconstelaciones van a llenar la órbita terrestre de aparatos que van a mejorar nuestras vidas pero que ya suponen un problema para la astronomía,.
foto / A principios de este mes había unos 5.600 satélites operativos, según la Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA). Eran 2.000 más que en enero del año pasado, más del doble que en febrero de 2020 y prácticamente el triple que un año antes. Casi un tercio de los 13.100 satélites lanzados desde el inicio de la era espacial tiene menos de cuatro años. «Estamos asistiendo a la democratización del acceso al espacio», dice Juan Tomás Hernani, consejero delegado de Satlantis, ingeniería vasca que lanzó su primer satélite el miércoles desde Cabo Cañaveral en un Falcon 9 de SpaceX.
El tráfico en órbita ha experimentado «notables cambios» en los últimos años, impulsado por la progresiva miniaturización de los distintos aparatos, las grandes constelaciones y los operadores comerciales, reconoce la ESA en su último 'Informe anual sobre el entorno espacial', del pasado mes de abril. Desde noviembre de 2019, solo Starlink, la firma del multimillonario Elon Musk que quiere proporcionar acceso global a internet a través de ellos, ha desplegado más de 2.300 satélites, cada uno de 260 kilos. Y su red podría llegar a los 42.000, más del triple que todos los que se han lanzado desde que la Unión Soviética puso en órbita el Sputnik 1 el 4 de octubre de 1957. Las previsiones son que la invasión del cielo continuará en parámetros desconocidos hasta ahora. Empresas como Amazon, la compañía de telecomunicaciones OneWeb y un país como China planean poner en órbita, en total, otros 20.000, también con la intención última de ofrecer internet a la población mundial.
Según la Unión de Científicos Conscientes (UCS) estadounidense, a comienzos de año la inmensa mayoría de los satélites -4.078- estaban en la órbita baja, a menos de 2.000 kilómetros de distancia de la Tierra. Sólo 574 se situaban en la geostacionaria, a 35.786 kilómetros. Un satélite que está en esta última permanece anclado sobre un punto del ecuador terrestre, como el Meteosat sobre el golfo de Guinea.
Las megaconstelaciones y los nanosatélites tienen en su mayoría como destino la órbita baja, mientras que las constelaciones de los sistemas de posicionamiento global estadounidense (GPS) y europeo (Galileo), compuestas cada una por 24 satélites, se sitúan a 20.000 y 23.222 kilómetros, respectivamente.
Cuando se jubila y si no dispone de un sistema de propulsión para desorbitarlo, «un satélite que está a 400 kilómetros de distancia puede tardar en caer a la Tierra uno o dos años; uno que está a 600, veinticinco; uno que está a 800, cuatrocientos, y cualquier cosa por encima de los 1.000 kilómetros puede tardar miles de años. Lo que está en geoestacionaria no va a caer nunca. Para evitar que allí los satélites viejos molesten a los nuevos, se llevan a una órbita cementerio unos 200 kilómetros más arriba», indica Benjamín Bastida, experto en basura espacial de la ESA.
Más pequeño, más barato
La revolución actual viene propiciada tanto por los proyectos multimillonarios -Ellon Musk cifra en 30.000 millones de dólares el coste de la consolidación de su red durante diez años- como por el nacimiento de los nanosatélites. Mientras que el Sputnik 1 pesaba 83,6 kilos y los satélites más grandes -los espía estadounidenses de la serie KH-11- llegan a los 19.600, los nanosatélites oscilan entre uno y diez. Y los hay más pequeños, como los picosatélites de la firma madrileña Fossa Systems. Son dispositivos del tamaño de un móvil y menos de un kilo cuyo coste se sitúa entre 100.000 y 200.000 euros por unidad, con tres años de vida útil. En este contexto, algunos analistas apuntan a que en 2030 puede haber más de 55.000 satélites funcionando en órbita. Es decir, diez veces más que hoy.
Vivimos rodeados
13.100 satélites se han lanzado desde el 1 de octubre de 1957
2.944 satélites tiene Estados Unidos (230 de ellos militares). China 499 y Rusia 169.
Los nanosatélites se basan en el estándar CubeSat, una estructura cúbica de 10 centímetros de lado y alrededor de un kilo. Escalables, los hay formados por un cubo (1U) y hasta seis (6U). El primero español fue Xatcobeo. Despegó el 13 de febrero de 2012 en un cohete Vega desde el espaciopuerto europeo de Kurú, en la Guayana Francesa. Era un 1U desarrollado por la Agrupación Estratégica Aeroespacial de la Universidad de Vigo en colaboración con la Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA). El equipo de ingenieros de Xatcobeo ha construido desde entonces nanosatélites para la ONU, la ESA y la Agencia Espacial Brasileña, y es el germen de Alén Space, firma fundada en 2019.
«Ofrecemos soluciones de misión completa: diseño, fabricación, integración, testeo, gestión de lanzamiento y operación en órbita. Todo, basado en los estándares de la ESA y muy rápidamente. Hemos puesto satélites en órbita con casi todos los lanzadores del mercado: Falcon 9, Dniéper, Soyuz, desde la Estación Espacial Internacional...», enumera Antón Vázquez, responsable del desarrollo de negocio de la compañía. Alén Space se compromete a tener un satélite listo para el despegue en seis meses y una constelación de quince, «en poco más de un año». El precio medio de lanzamiento ronda los 50.000 dólares por CubeSat. La reducción de tiempos y de costes está favoreciendo la conversión del espacio en «un ecosistema de mercado abierto a la iniciativa privada» y no de acceso limitado a agencias gubernamentales y grandes corporaciones, como hasta ahora.
Cambio de paradigma
«Los satélites pequeños rompen muchos paradigmas, el primero de los cuales es atreverse con la electrónica industrial. Gracias a eso, tienen mucha mayor capacidad de procesamiento que con la electrónica endurecida para el espacio, aunque, como contrapartida, sean más vulnerables a un entorno tan hostil», explica Hernani.
La miniaturización y los menores costes conllevan, además, que compense no dotar al satélite pequeño de los mismos sistemas redundantes que a uno grande, que -como pasa con las sondas interplanetarias- suele llevar muchos dispositivos duplicados en previsión de averías. Con una misión de 10 millones o menos, el planteamiento puede ser duplicar lo justo para evitar que el presupuesto se dispare y optar por correr el riesgo.
En 2020 el sector espacial facturó globalmente 371.000 millones de dólares, de los que 271.000 (74%) correspondieron a la industria de satélites y 117.000 de estos a servicios de telecomunicaciones (televisión, radio, banda ancha...). Bank of America prevé que la facturación del sector se disparé hasta los 1,4 billones en 2030. Con un coste mínimo de 500.000 euros por unidad, dependiendo de las especificaciones, una red de nanosatélites puede ofrecer servicios de telefonía móvil, seguimiento de flotas de vehículos y mercancías, control de sistemas de suministro de agua y energía, vigilancia del impacto de actividades agropecuarias y pesqueras, exploración científica...
La entidad pública Enaire e Indra lanzarán entre 2024 y 2027 una constelación de 200 para controlar el tráfico aéreo en España. Y Satlantis, ingeniería hasta ahora especializada en cámaras espaciales que ya se han probado en la EES, está desarrollando para Enagás el GEI-Sat, un 16U CubeSat que pondrá en órbita el año que viene.
Un cambio en la visión del cielo
La alerta se disparó tras el lanzamiento de los primeros 60 satélites de Starlink el 24 de mayo de 2019. Empezaron a circular fotos del cielo estrellado rayado por las trazas de los dispositivos recién desplegados. «Las simulaciones demuestran que, en general, el impacto es menor de lo temido en un principio, aunque, aún así, supondrá un cambio en la visión del cielo», dice David Galadí, experto de la Sociedad Española de Astronomía.
Cuando estén en servicio redes como Starlink, OneWeb y otras, «desde cualquier lugar del mundo podrían verse, al inicio o al final de la noche, hasta varias decenas de satélites a simple vista por el reflejo en ellos de la luz del Sol», explica el astrofísico. Además de los estudios astronómicos que observan el cielo en esas horas, «las megaconstelaciones suponen una amenaza día y noche para la radioastronomía. En ciertos casos, son capaces de cegar, e incluso dañar, los sensores», advierte Galadí, que puntualiza que «los proyectos actuales de micro, nano y picosatélites no son preocupantes porque nadie hasta ahora plantea lanzar cantidades colosales».
Las megaconstelaciones están, además, 'vivas'. Pierden constantemente satélites que caen a tierra y tienen que se reemplazados por otros para que la red siga funcionando. «Con cientos de satélites en fases transitorias de subida y bajada en cada instante, puede darse más de una reentrada diaria», señala Galadí, que lamenta la inexistencia de un marco legal global a pesar de que el cielo es «patrimonio colectivo de la Humanidad».
¿Podrían las megaconstelaciones dificultar la detección de asteroides peligrosos? «Para nosotros no suponen de momento un problema. Nuestras observaciones son cortas y, cuando aparece algo que cruza rápidamente el campo de visión, está claro que es un satélite y no un asteroide», indica Juan Luis Cano, responsable del servicio de información sobre objetos cercanos a la Tierra en la Oficina de Defensa Planetaria de la ESA. En el futuro, como mucho, habrá que adaptar los algoritmos de detección de asteroides para evitar falsos positivos, dice.
Benjamín Bastida, ingeniero de la ESA experto en basura espacial, cree que la multiplicación de satélites no tendría por qué plasmarse en más desechos. Hoy, orbitan la Tierra más de 131 millones de fragmentos de chatarra, de los que 36.500 miden más de 10 centímetros. Pero desde hace tiempo hay unas reglas para minimizar la generación de basura, la más importante de las cuales es la caída a tierra de todo dispositivo al final de su vida útil.
El peor escenario imaginable es un choque de satélites en el que la nube de desechos impacte a su vez con otros objetos, los nuevos restos con otros... «Ese efecto cascada se conoce como el síndrome de Kessler, por el astrofísico Donald J. Kessler, que lo propuso en 1978. En teoría, mientras los satélites están activos deben tener capacidad para evitar colisiones y, si están ya en órbita de caída, también se reduce el riesgo porque, aunque haya un choque, ya están cayendo», explica Bastida.
«España tiene la oportunidad de ser un líder europeo en el subsector de los satélites pequeños», afirma Hernani. En Alén Space confían en que, en esa senda, nuestro país disponga pronto de Miura 5, un cohete reutilizable que está desarrollando la firma ilicitana PLD Space con capacidad para hasta 450 kilos de carga. «Nosotros seríamos sus felices clientes. Todo lo que sea dotarnos en Europa de independencia tecnológica y ampliar la oferta de lanzadores es bienvenido», dice Vázquez. El primer vuelo de Miura 5 está programado para 2024 desde la Guayana Francesa.
TITULO: Al Médico -Una clínica de Badajoz debe pagar la reintervención de una mujer tras un aumento de pecho,.
foto / Una cadena de clínicas especializadas en operaciones de cirugía estética ha sido condenada a costear la reintervención a la que tuvo que ser sometida una mujer que sufrió una complicación siete días después de que le practicaran en Badajoz una intervención de aumento de pecho.
TITULO: Tarde de café - El Coria se lleva el triunfo después de derrotar 0-1 al San Fernando,.
Tarde de café - El Coria se lleva el triunfo después de derrotar 0-1 al San Fernando, fotos,.
El Coria se lleva el triunfo después de derrotar 0-1 al San Fernando,.
Triunfo del Coria 0-1 sobre el San Fernando el pasado encuentro de la Segunda RFEF. El San Fernando llegó con el ánimo de retornar a la senda de la victoria tras perder el último partido frente al Cádiz B por un marcador de 5-0 y por el momento llevaba una racha de tres derrotas consecutivas. Por parte del equipo visitante, el Coria venía de vencer 4-1 en casa al Tamaraceite en el último partido celebrado. Con este buen resultado, el conjunto coriano es quinto, mientras que el San Fernando es decimosexto al terminar el encuentro.
En el primer tiempo ninguno de los equipos estuvo acertado de cara al gol, por lo que los primeros 45 minutos concluyeron con el mismo resultado de 0-0.
En el segundo periodo llegó el gol para la escuadra visitante, que aprovechó la ocasión para inaugurar el marcador con un tanto de Santi Luque en el minuto 66, concluyendo el enfrentamiento con un marcador de 0-1 en el luminoso.
Ambos entrenadores movieron los banquillos. El entrenador del San Fernando dio entrada a Aitor Brito, Moler, Socorro, Isidro López y Enrique por Castaño, Álex Cruz, Rayco, Andrés y Choco, mientras que el Coria dio luz verde a Traver, Erik Aguado e Iván Fernández por Homet, Chavalés y Mancha.
En el partido el árbitro amonestó con una tarjeta amarilla solamente al equipo local. Concretamente, se mostró tarjeta amarilla a Castaño.
Con esta victoria, el Coria asciende hasta los 50 puntos y se coloca en el quinto puesto de la clasificación. Por su parte, el San Fernando se mantiene con los 28 puntos con los que llegaba a esta jornada de la competición,, con un puesto de descenso a Tercera División.
En la siguiente jornada de la Segunda RFEF el San Fernando jugará contra el Don Benito a domicilio, mientras que el Coria se enfrentará en su estadio contra el Mensajero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario