TITULO: El
Objetivo La Sexta - SALVADOS LA SEXTA - La noche encendida - Oficina -
Economia - Trump se apea del burro ,.
La noche encendida,.
'La noche encendida' no será solo un programa de charlas, espectáculo, música, comedia, sorpresas e invitados, presentado por Pedro Ruiz, por La 2,foto,. etc,.
Trump se apea del burro,.
Los tontos dicen tonterías, los 'listos' las hacen. La propuesta de los mal llamados aranceles recíprocos era tal sinsentido que la respuesta no tardó en llegar en cuanto el mercado lo asimiló,.

TITULO:
La
hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los
bosques - Recursos financieros verdes, pero sin fondos ,.
La hora de los Fósforos - La Cope - CARLOS HERRERA - El señor de los bosques - Recursos financieros verdes, pero sin fondos, fotos,.
Recursos financieros verdes, pero sin fondos,.
Bonos, préstamos o canjes de deuda por naturaleza son algunas herramientas para proteger el medio ambiente; el desafío es dotarlos de ingresos,.

Los bosques y los mares son pulmones naturales del planeta, pero conservarlos tiene un coste: compensar a las comunidades por dejar de talar; frenar la sobreexplotación pesquera supone subvencionar a los barcos en parada; recortar los regadíos o limitar el turismo implica buscar otras fuente de ingresos. Además, gran parte de las reservas naturales están en países endeudados o vulnerables al cambio climático, más centrados en la supervivencia que en el largo plazo.
Para revertir la situación deben trabajar de la mano el sector público, el privado (empresas, ONG, fundaciones, filántropos) y el sistema financiero, confirman los expertos. Se necesitan recursos: solo para generar una economía baja en carbono hacen faltan entre 4.000 y 6.000 millones de euros, según las estimaciones de la última Cumbre del Clima. No hay cálculos de lo que costaría proteger el 30% de la superficie marítima para 2030 como se pactó en el Tratado de los Océanos.
Para Miquel Boix, profesor del CEU y coordinador del Máster de Economía Circular, “la transición energética es una palanca tractora que va a contribuir a crear cielos limpios y a mantener los parques naturales, aunque se consiga a un ritmo más lento de lo que nos gustaría”. “La inversión bursátil, los fondos con objetivo sostenible y los bonos verdes con criterios medibles envían un mensaje social, tienen un impacto real y ahondan en la importancia de la preservación ambiental”, resalta el docente.
‘Green Deal’
Ante la emergencia climática, la crisis de la biodiversidad, la presión sobre los recursos y la extensión de la contaminación, la UE lanzó en 2020 el Pacto Verde con una financiación para hacerlo realidad de 672.5000 millones de euros hasta 2026. Y de 3.500 millones para proteger los océanos.
“Los recursos públicos se recortaron con la pandemia y aún no han vuelto a las cifras anteriores”, señala Enrique Segovia, director de Conservación de WWF España. En nuestro país el pilar público se reparte entre el Gobierno central, las autonomías y los grandes municipios. Lamentablemente, no hay información agregada de lo que supone.
Entre las actuaciones más destacadas, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha aprobado 706 millones de euros para revertir la degradación y recuperar el funcionamiento ecológico de Doñana. Para la recuperación del Mar Menor están previstos 675 millones de euros, juntamente con el gobierno murciano y las administraciones locales y sociedad civil. Y 188 millones a la prevención y contención de incendios de aquí a 2027.
Ahorro privado
Entre los mecanismos privados existentes para financiar el desarrollo sostenible están los bonos verdes, los fondos de inversión con criterios (ambientales y sostenibles), los préstamos verdes, las donaciones, ayudas directas y los canjes de deuda por naturaleza.
Las colocaciones totales de bonos verdes superaron en 2024 los 669.000 millones de dólares, según Climate Bond Iniciative. En la misma fecha, pero en euros, las emisiones green rebasaron los 404.000 millones, destaca Acssana Mendes, especialista en Inversión Sostenible en CA-CIB.
La experta también subraya que el volumen de bonos verdes recogido por Bloomberg en España ha ido subiendo desde los 16.550 millones de euros lanzados en 2022 hasta alcanzar los 19.241 millones a cierre de 2024. En los dos primeros meses del año se han superado los 711 millones de euros.
TITULO: RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Cine Bigote - Quedo Inmóvil ,.
RADIO - TELEVISION - EL TRANVÍA DEL TIEMPO - EL BOTIJO - Cine Bigote - Quedo Inmóvil ,. fotos,.
Eran otros tiempos, con grandes cines de barrio con gallinero, butacas de madera y con los retretes perfumados con ambientador de limón,.

Cuando en los cines de reestreno desaparecieron las sesiones dobles, me dediqué durante algún tiempo a ver dos veces la misma película. Era un pequeño acto de protesta sin ninguna trascendencia. Además, no se enteraba nadie salvo el acomodador, que seguramente pensaba que yo había llegado tarde o que me había gustado la película. De pronto, la magia del cine se había reducido a la mitad del tiempo que duraba antes. Eran otros tiempos y otros cines. Grandes cines de barrio con gallinero, butacas de madera, y con los retretes perfumados con ambientador de limón.
Ayer fui a ver algunos de los cines del Centro que existían cuando llegué a Málaga en 1969. Entonces la magia del cine no empezaba cuando se apagaban las luces sino al entrar en el edificio. Una noche asesinaron a la taquillera del cine Atlántida para robarle el dinero de las entradas. Ahora las taquilleras se refugian en peceras con letras luminosas a sus espaldas donde se muestra al espectador el nombre y los horarios de las películas. Los empresarios han ido diseccionando los cines para crear pequeñas salas sin gallinero. Si se quiere ver una sesión doble hay que pagar dos entradas y cambiar de sala. Un incordio demasiado caro. El cine se ha convertido en una gran sala con distintas habitaciones en las que se proyectan varias películas a la vez. Los espectadores oyen disparos en una comedia y voces que provienen del cuarto de al lado; como si estuvieras en una casa con un aparato de televisión en cada cuarto.
Los viejos cines de Málaga se han rebelado contra su destrucción y en alguno de ellos, como el cine Echegaray y el cine Astoria, se han encontrado en sus cimientos importantes restos arqueológicos. Sin embargo, en la fachada sucia y abandonada del cine Astoria hay un gran cartel que anuncia la misma película de todos los días, el drama de nuestro tiempo que sustituye salas de cines y tesoros arqueológicos por viviendas de lujo de uno, dos y tres dormitorios. Eso anuncia el cartel del cine Astoria en vez de películas. Las persianas de la entrada permanecen cerradas. Los escaparates donde se exponían las fotos de las películas están cegados con maderas carbonizadas. Se acabó aquel mundo. Cuando en la plaza María Guerrero se reunían grupos de espectadores que salían del cine Astoria y del cine Andalucía -que ahora también permanece tapiado con ladrillos y cemento- con la expresión de quien acaba de recobrar el conocimiento tras un desmayo.
Mi cine favorito era el Málaga Cinema. Un barco varado en la plaza Uncibay. Allí vi el cine de la adolescencia. Y también fue allí donde Félix Rodríguez de la Fuente entregó los premios de Coca-Cola a las mejores redacciones. Delante de la gran pantalla del Málaga Cinema, el señor de los animales parecía haber atravesado el televisor para estar con todos nosotros. Era el año 1969. El año de la Luna y las tardes de película. Hasta entonces, yo había vivido en Barcelona y mis padres me llevaban todos los sábados a la sesión nocturna del cine Emporio. Cuando salíamos me convertía en el protagonista de la película que acabábamos de ver. Estaba la semana entera interpretando el papel de cowboy, romano o pirata, hasta que llegaba el siguiente sábado por la noche. Cuando los astronautas del Apolo XI pisaron la superficie lunar, yo no sentí nada especial porque ya había visto a otros hombres andar por la Luna en la pantalla del cine Emporio.
El cine Goya, en calle Calderería, también lo demolieron para convertirlo en galerías comerciales. Pero de nuevo el cine se vengó y aquel lugar quedó maldito. Nunca funcionaron los comercios y hoy es un sitio extraño, con escaparates vacíos y escaleras mecánicas paradas; como el decorado de una vieja película de ciencia-ficción. Un lugar desierto tras el desastre de una guerra nuclear. A veces, pienso que todos los cines de antaño tenían su propio fantasma. Alguien que los sigue habitando a través del tiempo. Quizá sean los fantasmas de los protagonistas de todas las películas que se exhibieron en dichas salas. El fantasma de Rick en 'Casablanca', el fantasma de Don Lockwood en 'Cantando bajo la lluvia', y el fantasma de Taylor en 'El planeta de los simios', aquel que dijo: «Quítame tus hediondas garras de encima, mono asqueroso». Los viejos cines son como la estatua de la Libertad que aparece al final de esa memorable película: Algo emblemático que los tiempos modernos destruyeron y hoy permanece en el recuerdo, flotando en las aguas misteriosas de la memoria.
Entro en los cines de antes que se han adaptado a los tiempos actuales y experimento el mismo sentimiento del inquilino que visita la casa donde pasó la infancia. Como el protagonista de la película 'El último emperador', que regresa de incógnito al palacio de invierno de su dinastía perdida. Me siento un extraño en el cine Albéniz, donde el padre de mis amigos Ricardo y Mari Paz Aguilar trabajó de maquinista y un día nos enseñó las entrañas de las películas. Un haz de luz y de vida brotaba de aquel pequeño rectángulo que se habría en la pared. Al cabo de los años, volví al cine Alameda para ver 'El paciente inglés' y hube de pasar ciento cincuenta y cinco minutos con el alma y las piernas encogidas.
Hace seis años me compré un proyector y suelo pasar las noches viajando por el tiempo y el espacio de las películas que amé. También me llevo a casa las nuevas películas que me enamoran. Me quedo en silencio y recibo en el salón de mi casa a los mitos del cinematógrafo. Entonces, de nuevo se obra el milagro, y la soledad oscura se colma de aventuras, amores y batallas. Al final, cuando todo acaba, me quedo inmóvil en el sillón, igual que los submarinistas, lo mismo que los espectadores que salen del cine y necesitan un periodo de descompresión para enfrentarse a la realidad de la vida cotidiana.
Tendrás que descubrirla en la película.