domingo, 16 de junio de 2024

VIVA LA VIDA - Fernanda ,. SABADO - 6 - Julio ,. / VIVA LA VIDA - Ylva Johansson ,. DOMINGO - 7 - Julio ,. / No sé de qué me habla - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna - Distrito Arte ,. / Los Toros -Tendido Cero - Dramática cornada de Fonseca en la espalda (parte médico y vídeo) y cogida paralizante de Espada en Las Ventas ,.

 

 TITULO:  VIVA LA VIDA -  Fernanda   ,. SABADO - 6  - Julio   ,.

 El sabado  - 6  - Julio  a las 16:00 por Telecinco , fotos,.

 Fernanda,.

 

El diario de Fernanda, violada por ocho hombres: "He tenido una segunda oportunidad de estar viva y la agarré",.

La tragedia de la motorista española de origen brasileño asaltada brutalmente en India. Y cómo no callar en redes la ha puesto en la picota a ella y a su pareja, que temió por su vida durante el asalto. "¿Me tengo que esconder ahora?", se preguntaba ella al sentirse atacada tres días después de su violación. El juez: está "destrozada emocionalmente". Han dejado las motos en Katmandú y regresan a España para descansar antes de continuar su 'vuelta al mundo',.

Fernanda, la motorista española, muestra algunas de las heridas visibles de la violación.
 
Fernanda, la motorista española, muestra algunas de las heridas visibles de la violación.

Seis meses recorriendo India en moto dan para vivir muchas aventuras. Fernanda y Vicente entraron por Pakistán y bajaron hasta el próspero sur del país más poblado del mundo, incluso dieron un salto a la isla de Sri Lanka, para después subir de nuevo por el pobre noreste con la intención de salir por la frontera con Nepal. Ella, brasileña con la ciudadanía española, de 28 años, conduce una Honda CB500X. Él, valenciano con residencia en Granada, de 63 años, lleva una Honda Africa Twin CRF 1000.

Son una pareja de moteros con más de 170.000 kilómetros recorridos a dos ruedas por Europa, Oriente Medio, Asia Central y el Sudeste Asiático durante los seis últimos años. Todos sus viajes los documentan en redes sociales. Publican vídeos muy logrados en su canal de YouTube. Su perfil de Instagram conjunto (@vueltaalmundoenmoto) tiene más de 330.000 seguidores. Únicamente la cuenta de Fernanda la siguen más de un millón de personas.

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Fue precisamente esa cuenta de mayor impacto la que usó la pareja para denunciar en público el terrible suceso que vivieron en la que iba a ser su última parada en India. «Nos han atacado en la tienda, nos han golpeado, me han puesto un cuchillo en la garganta diciendo que nos iban a matar y a ella la han violado siete hombres», relataba Vicente en un vídeo en el que ambos aparecían con magulladuras por todo el rostro.

La noticia de la violación en grupo a una turista española dio la vuelta al mundo. Crónica recopila un diario de siete días, desde el momento del ataque hasta la salida de India, a través de nuestras entrevistas con la pareja a lo largo de la última semana, sus publicaciones en redes sociales y las declaraciones policiales.

VIERNES, 1 DE MARZO

Fernanda y Vicente se adentran en un camino boscoso y acampan en un terreno de Kumrahat, una aldea en el distrito de Dumka, al noreste de India. Son alrededor de las 19.00 horas. Su idea inicial era continuar más al norte, hasta el estado de Bihar, cerca de la frontera con Nepal. Sin embargo, se les está haciendo de noche y deciden que es mejor parar en ese momento y continuar el viaje madrugando a la mañana siguiente.

Como de costumbre, extienden la tienda de campaña justo al lado de las motos. Han levantado su campamento a 400 metros de la carretera y algunos aldeanos, sorprendidos con su llegada, llevan un rato merodeando por los alrededores. Cuando la pareja ya está dentro de la tienda para dormir, escuchan unas voces muy cerca de la tienda.

Vicente se asoma y ve a dos hombres hablando por teléfono. Un rato después, llegan otras dos personas en moto y se detienen junto a la tienda. Estas comienzan a murmurar en su idioma local. Balbucean malamente algunas palabras en inglés: «Hola, amigos», repiten varias veces.

Vicente se vuelve a asomar, enciende su linterna y ve que uno de los hombres lleva una daga metida dentro de la manga de su camisa. La pareja recoge rápido sus cosas. Se ponen los trajes de la moto y Fernanda arranca una de las piquetas que fijan la tienda de campaña. Nada más salir, se dan cuenta de que han llegado más hombres que tratan de acorralarlos. La situación se vuelve cada vez más violenta. Fernanda amenaza con la piqueta al tipo que lleva la daga.

El hombre parece que va a bajar el cuchillo y Fernanda hace lo mismo, pero es entonces cuando otros tres presentes agarran a la mujer por detrás, mientras que el resto comienza a golpear a Vicente. El español puede defenderse bien al principio, resistiendo los golpes gracias a los protectores de la moto, hasta que uno de los atacantes lo golpea en la cabeza con una piedra y cae al suelo. Entonces, cogen el casco de la moto de Fernanda y comienzan a golpear con él a Vicente, que queda semiinconsciente.

Otros tres hombres se llevan a Fernanda a unos matorrales, a unos 80 metros de donde a Vicente lo han maniatado y, con un cuchillo en el cuello, amenazan con matarlo. «En los matorrales, me agarraron entre varios y me desnudaron. Después, me violaron por turnos. Conmigo siempre estaban cuatro. Cuando gritaba, me golpeaban en la cara. Sólo les escuchaba repetir en inglés las mismas palabras: only sex, only sex», ha relatado posteriormente Fernanda.

«De repente, dejé de oírla. No podía verla tampoco. Hubo un momento en el que a mí me colocaron una especie de lona en la cabeza y me dijeron que me iban a cortar el cuello y que no querían mancharse de sangre. Yo pensaba que a ella ya la habían matado», narraba Vicente.

Tres de los ocho violadores detenidos, con capuchas y atados con cuerdas.
 
Tres de los ocho violadores detenidos, con capuchas y atados con cuerdas.

Son alrededor de las 23.00 horas cuando un coche patrulla encuentra a Fernanda y a Vicente caminando por la carretera cercana al lugar donde habían acampado. La influencer utiliza el traductor de Google para explicar a los agentes que ha sido violada por varios hombres. La policía lleva a la pareja hasta un ambulatorio en Kumrahat, donde un médico les atiende a las 2.05 horas. Allí pasan la noche.

SÁBADO, 2 DE MARZO

Nada más despertarse, otro coche patrulla recoge a los motoristas y los lleva hasta el hospital más cercano, a 80 kilómetros, en la ciudad de Dumka. Mientras los médicos examinan a Fernanda, los agentes toman declaración a Vicente, que cifra en siete los hombres que les han atacado y violado a Fernanda. La policía comienza a hacer redadas en la aldea donde la pareja acampó. Detienen a tres sospechosos.

En su declaración, Fernanda también cuenta que los agresores le han robado una navaja suiza, un reloj de pulsera, un anillo de platino con diamantes, un anillo de plata, auriculares negros, un bolso negro, una tarjeta de crédito, alrededor de 11.000 rupias , 300 dólares estadounidenses, una cuchara de acero y un tenedor.

En la cuenta de Instagram de Fernanda, la pareja cuelga un vídeo relatando el ataque. Rápido, se hacen eco algunos medios indios. La oficina de la Agencia Efe en Nueva Delhi recoge la noticia, que llega por primera vez a España a mediodía. Se empieza a montar mucho ruido mediático alrededor del caso y la policía pide a Fernanda que elimine el vídeo en Instagram mientras continúan con la investigación y tratan de encontrar al resto de los sospechosos.

Esa noche, las autoridades de Dumka llevan a Fernanda y a Vicente hasta un apartamento de seguridad para que descansen. La violación grupal a la motorista española ya ha dado la vuelta a todo el mundo.

DOMINGO,. 3 DE MARZO

Vicente atiende temprano por la mañana la llamada de este periódico. Fernanda está descansando en la habitación del apartamento de seguridad, muy dolorida por los golpes. Vicente relata cómo fue el ataque del viernes.

El piso de Dumka donde han pasado la noche está bajo custodia policial. Hay agentes siempre en la puerta y la pareja no para de recibir visitas de médicos y de más policías. Fernanda ha podido dormir unas horas. La mujer agradece a las autoridades locales la atención recibida. Desde la delegación consular española en India ya han mandado a un trabajador hasta Dumka para que acompañe a la pareja.

Unas horas después, Fernanda y Vicente son escoltados hasta un tribunal para prestar declaración ante el juez. Lo hacen por escrito y también delante del magistrado, primero juntos y después cada uno por separado. Poco más tarde, las autoridades indias difunden las primeras fotografías de los sospechosos que están detenidos en ese momento. Los agentes los arrastran atados con cuerdas, como animales, y llevan sacos negros en sus cabezas.

LUNES, 4 DE MARZO

Vicente y Fernanda, temprano por la mañana, desde el apartamento de seguridad custodiado por la policía, nos cuentan su historia juntos y cómo empezaron el proyecto de dar vueltas por el mundo en moto. Él es un empresario valenciano, con varias compañías relacionadas con el agua y la energía eólica, que pasó 11 años viviendo en Brasil. En la ciudad de Fortaleza conoció en 2015 a una joven Fernanda, originaria de Goiânia, un municipio cercano a la capital, Brasilia.

La pareja pasó un tiempo dando saltos entre Fortaleza y Granada, donde Vicente había forjado una próspera carrera empresarial y tenía su residencia española. Hace seis años es cuando ambos deciden comenzar a recorrer Europa. Luego llegó Oriente Medio. La idea de documentarlo todo en YouTube fue de Fernanda. Poco a poco, los seguidores fueron creciendo y comenzaron a llegar las llamadas de las marcas y los sponsors.

«Acabamos el tour europeo recorriendo Turquía, Georgia y Armenia. Luego, nos metimos en Oriente Medio. Siempre vamos con la moto, recorriendo los rincones más remotos y salvajes, durmiendo con la tienda de campaña donde podemos. Nos ha pasado de todo, tanto bueno como malo, pero nunca nada tan grave como lo de India», explica Vicente.

MARTES, 5 DE MARZO

La policía de Dumka comunica que han detenido al resto de los sospechosos del ataque. En total, son ocho, uno más que la cifra que había dado anteriormente la pareja. Todos son aldeanos de entre 20 y 30 años. Las autoridades vuelven a publicar nuevas fotografías de los arrestados, también con sacos en la cabeza. Fernanda y Vicente cuentan que ya tenían identificados a dos de ellos porque salen en los vídeos que grabaron nada más llegar a la aldea de Dumka.

Fernanda y Vicente, la pareja de españoles que fue asaltada.
 
Fernanda y Vicente, la pareja de españoles que fue asaltada.

Las autoridades locales, como sucede en algunos casos de violaciones en India —sobre todo si son mediáticos— entregan a Vicente un cheque compensatorio de unos 12.000 euros. «La víctima está destrozada emocionalmente, pero se encuentra en una condición física estable», señala el juez de Dumka que lleva el caso.

La pareja está muy enfadada por algunas terribles críticas que están leyendo en redes sociales. La inmensa mayoría de los comentarios que reciben son de apoyo y solidaridad, pero también hay desalmados que dicen que todo el caso de violación es un invento para ganar notoriedad en redes o que la pareja, durante sus apariciones en los programas de televisión, no parecen muy tristes ni magullados. Incluso se leen barbaridades extremadamente retorcidas como que Fernanda se lo estaba buscando.

La motorista trata de desahogarse en su cuenta de Instagram, donde cuelga la fotografía de uno de los violadores que aparecía en los vídeos que grabaron previamente al ataque. «¿Me tengo que esconder ahora? ¿Tengo que dejar que ellos se escondan y no denunciar? No voy a hacerlo. Enseñaré a todos si hace falta para que se haga justicia. Nadie sabe una mierda de lo que estoy pasando, así que yo sabré cómo debo actuar. Y no, no me avergüenzo porque yo no he tenido la culpa. He tenido una segunda oportunidad de estar viva y la agarraré y viviré mi vida feliz», escribe Fernanda.

«Estoy indignada sobre todo por lo que he tenido que leer y oír de los españoles diciéndome casi que me lo he buscado, como que estoy demasiado bien y entera para lo que me ha pasado. ¿Qué tengo que estar? ¿Más destrozada todavía? ¿Llorando? ¿Con un corte? Es increíble que esto pase aún hoy».

«Han pillado a todos los criminales, y eran ocho en total. Todo ha ido muy rápido, la policía ha sido de una eficacia tremenda. Sólo tengo que daros las gracias a todos los que nos habéis ayudado y apoyado. Pido justicia para todas las mujeres que también pasan por eso, que no sea sólo conmigo, todas merecemos lo mismo».

MIÉRCOLES, 6 DE MARZO

Temprano por la mañana, Fernanda y Vicente cogen las motos y salen de Dumka escoltados por la policía. Un montón de periodistas, autoridades locales y curiosos los despiden. La pareja se dirige hacia el estado de Bihar, donde harán noche para cruzar al día siguiente la frontera con Nepal. Únicamente piensan en regresar a España cogiendo un avión desde Katmandú.

JUEVES, 7 DE MARZO

Vicente responde por WhatsApp que ya han cruzado hasta Nepal. Van a dejar las motos en Katmandú y coger un avión para Madrid. Su plan es descansar un tiempo en España, que Fernanda sea examinada allí por un médico, y después viajar a Brasil para estar con la familia de la mujer.

La pareja de motoristas dice que, a pesar del terrorífico ataque que sufrieron en India, regresarán pronto a la carretera. De Katmandú, atravesando el Tíbet, marcharán hasta Laos. De allí a Camboya, Vietnam y Tailandia. Más adelante, Filipinas e Indonesia. Darán un salto hasta Australia, mandando las motos por barco. La última parada será Nueva Zelanda.

 

TITULO:   VIVA LA VIDA -    Ylva Johansson ,. Domingo -  7 - Julio ,.

El domingo  -  7 - Julio -  a las 16:00 por Telecinco , foto,.

  Ylva Johansson,.


Ylva Johansson


Comisaria europea de Asuntos de Interior
Actualmente en el cargo
Desde el 1 de diciembre de 2019
Predecesor Dimitris Avramópulos


Ministra de Trabajo y Empleo de Suecia
3 de octubre de 2014-10 de septiembre de 2019
Primer ministro Stefan Löfven
Predecesor Elisabeth Svantesson
Sucesor Eva Nordmark


Ministra de Bienestar Social, Cuidado y Tercera Edad de Suecia
13 de septiembre de 2004-6 de enero de 2006
Primer ministro Göran Persson
Predecesor Berit Andnor
Sucesor Cristina Husmark (Seguridad Social)
Maria Larsson (Cuidado)


Ministra de Educación Primaria de Suecia
7 de octubre de 1994-7 de octubre de 1998
Primer ministro Ingvar Carlsson (1994-1996)
Göran Persson (1996-1998)
Predecesor Beatrice Ask
Sucesor Ingegerd Wärnersson


Miembro del Riksdag
6 de octubre de 2006-5 de septiembre de 2019

4 de octubre de 1991-30 de septiembre de 1991

Información personal
Nacimiento 13 de febrero de 1964 Ver y modificar los datos en Wikidata (60 años)
municipio de Huddinge (Suecia) Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Sueca
Familia
Cónyuge Bo Hammar (divorcio)
Erik Åsbrink (2002–2015)
Educación
Educada en
Información profesional
Ocupación Política Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político
Distinciones
  • BigBrotherAwards (2022)
  • Orden de Mérito (Ucrania), 2.ª clase (2022) Ver y modificar los datos en Wikidata

Ylva Julia Margareta Johansson (13 de febrero de 1964) es una política sueca que se desempeña como comisaría europea de Asuntos de Interior desde 2019 en la Comisión Von der Leyen. Anteriormente fue miembro del gobierno de Suecia como Ministra de Escuelas de 1994 a 1998, como Ministra de Bienestar y Atención Sanitaria para Ancianos de 2004 a 2006, y como Ministra de Empleo de 2014 a 2019. Es miembro del Riksdag sueco desde 2006.1

Educación y carrera temprana

Johansson estudió en la Universidad de Lund y el Instituto de Educación de Estocolmo 1983-88 y 1991-92 y tiene una Maestría en Ciencias en Educación. Al graduarse, trabajó como profesora de matemáticas, física y química.2

Carrera política

En las elecciones generales de 1988, Johansson fue elegida miembro del Riksdag por el Partido de la Izquierda (VPK). Más tarde abandonó el partido y se unió a los socialdemócratas.

De 1992 a 1994, Johansson trabajó como maestra, hasta que el primer ministro Ingvar Carlsson la nombró Ministra de Escuelas en su gobierno. En 1998, ella y el entonces ministro de Finanzas Erik Åsbrink anunciaron su deseo de "confirmar públicamente que estamos enamorados" y su intención de separarse de sus respectivas parejas. Poco después, Johansson dejó el gobierno. Los años siguientes, trabajó en el sector privado.

En 2004, el primer ministro Göran Persson nombró a Johansson para el gobierno en un nuevo puesto, como ministra de Salud y Cuidado de Ancianos, sucediendo a Lars Engqvist.3

Ministra de Empleo

Desde 2014, Johansson se desempeñó como ministra de Empleo en el primer gobierno de Stefan Löfven. Durante el tiempo en el cargo, trabajó para endurecer las leyes de inmigración laboral.3

En el congreso del partido socialdemócrata de 2013, se estableció el objetivo de que Suecia tuviera la tasa de desempleo más baja de la Unión Europea. Mientras los socialdemócratas y el Partido Verde estaban en el poder, el desempleo disminuyó más en otros países de la UE que en Suecia y para 2019, el lugar de Suecia en el ranking de desempleo cayó al 18 con una tasa de desempleo del 6.2%, donde el primer lugar lo ocupó la República Checa. al 1,7%.4

Miembro de la Comisión Europea

Tras las elecciones europeas de 2019, Löfven nominó a Johansson como candidata de Suecia para el puesto de comisaría europea.56

Durante una sesión de preguntas y respuestas en octubre de 2019 en el Parlamento Europeo, se le preguntó a Johansson si la política sueca sobre delitos de pandillas y migración se exportaría a la UE. Johansson respondió que estaba "orgullosa de que Suecia recibiera a tantos refugiados".78

A principios de marzo de 2020, Johansson fue designada por la presidenta Ursula von der Leyen para formar parte de un grupo de trabajo especial para coordinar la respuesta de la Unión Europea a la pandemia de COVID-19.9

Posiciones políticas

Johansson ha sido descrita como el "ala izquierda de los socialdemócratas".2

En marzo de 2017, Johansson apareció en la BBC, donde afirmó que el número de casos de violaciones y acoso sexual denunciados en Suecia "está bajando y bajando y bajando". Posteriormente, Johansson se disculpó y admitió que, aunque el número de denuncias de violaciones disminuyó en 2015, aumentó en 2016.10

En un debate de la UE en septiembre de 2020 sobre el nuevo pacto migratorio, dijo que "tenemos mucha migración a la Unión Europea, y la necesitamos" debido al envejecimiento de Europa, al tiempo que señaló que "aquellos que no son elegibles para quedarse, tienen que irse, no todo el que tiene derecho a solicitar asilo tiene derecho a permanecer en la Unión Europea".11

Vida personal

Johansson tiene dos hijos con su exmarido Bo Hammar y un hijo con Erik Åsbrink. Es miembro honoraria del club de fútbol Hammarby,.
 
 

TITULO: No sé de qué me habla - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna - Distrito Arte  ,.

No sé de qué me habla - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna -  Distrito Arte   , fotos,.

 Distrito Arte,.

 

El muerto yacía rígido, inclinado el torso sobre el brillante escritorio de caoba tallada con decoración de marquetería de maderas frutales. Jorge el vigilante, en su último turno, lo había encontrado así al revisar el edificio justo antes de la salida, a las 4:45 de la mañana. Tras acercarse cauteloso al bulto que permanecía inmóvil en mitad del despacho a oscuras y comprobar que se trataba del director de la Academia, inmediatamente accionó el dispositivo de emergencias urbanas con el código de validación de la pupila derecha, y se sentó a esperar.

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No lejos de allí, en la calle 23 del Distrito Norte, en un piso décimo sonaba, insistente, el timbre personalizado de un dispositivo móvil. Soñolienta, la mujer pasó la huella del índice por la pantalla, aunque imaginaba que nada bueno podía ocurrir a aquellas horas. Una voz enlatada se lo confirmaba:

—Víctima mortal en avenida de la Sabiduría, número cuatro. Activado Procedimiento Cero con patrulla de reconocimiento a la espera de su llegada, inspectora.

Necesitaba una ducha y un café sin importar demasiado el orden. Con el líquido humeante en un vaso de papel reciclado que le calentaba las manos, salió a la bruma gris de la mañana. Se subió el cuello del uniforme negro y caminó con cuidado, clavando las gruesas botas en la nieve sucia. Desde hacía tres años el cambio climático había precipitado las estaciones borrando las intermedias, por lo que los meses de calor desértico daban paso a unos interminables inviernos de tormentas de polvo helado. El mar había terminado engullendo la mayor parte de las ciudades costeras y la población se hacinaba en las localidades del interior, donde era prácticamente imposible erradicar los contagios por diferentes virus a los que los supervivientes se habían terminado habituando, y que se sucedían en ciclos imprevisibles y letales.

La mujer se paró frente a la puerta de la Academia y apuró el café, ya frío. Elevado sobre una suave colina en la parte antigua de la ciudad, el edificio había resultado muy dañado tras el último conflicto negacionista, el más violento de todos, cuando ardieron la mayor parte de los lugares de referencia de la cultura, ese «lastre que impide avanzar limpios de nuevas ideas hacia el futuro».

A sus veintiocho años, la inspectora, como el resto de las nuevas generaciones, no recordaba gran cosa de los viejos tiempos, y solo sabía de aquella institución lo que había podido leer en los archivos digitales; lo cual no era demasiado, pues todo lo que hacía alusión a los años de la preguerra se consideraba información clasificada incluso para la policía. Se decía que los académicos se enfrentaron a la LDM, Ley de Destrucción Masiva, salvando parte de los ejemplares condenados de la quema de la biblioteca, una de las últimas del viejo continente. Tras varios enfrentamientos y viendo que la mayoría de los ciudadanos los tomaban por ancianos chiflados, el gobierno decidió ignorarlos dejándolos al margen de la vida pública. Realmente no fue muy difícil, pues a esas alturas la población ya no leía libros, sustituidos desde hacía tiempo por archivos sonoros resumidos, modificados y revisados por el Órgano Censor Central regulado por el Partido Negacionista, que era el que ostentaba el poder. La palabra «libro», obsoleta y excluyente, fue declarada políticamente incorrecta y prohibido su uso. Ahora se le llamaba «artefacto».

La inspectora depositó el vaso arrugado en un contenedor cercano de reciclaje de cartón, se sacudió los restos de nieve de las suelas de los zapatos y entró en la Academia.

Yo estaba hablando con Jorge, el vigilante, y con la señora Meller, la vicedirectora, en el hall. Ahí fue donde nos conocimos.

—Han llegado muy pronto —dijo alargándome la mano—. Yo soy la inspectora Sorrento.

—Mi nombre es Roberto Balkan, para servirla a usted, señorita.

La inspectora sonrió un tanto incómoda con aquella casi olvidada fórmula de cortesía. Nadie nunca la había llamado señorita en público. Ni en privado.

—Usted es el académico que escribía esas famosas historias policíacas, claro.

—Claro —asentí con un poco de sorna sin dejar de mirarla, ligeramente apoyado en mi bastón. En realidad no lo necesitaba, pero me gustaba contradecir con antigüedades hermosas la estética mediocre de los nuevos tiempos.

Ella tenía unos ojos singulares, tranquilos, curiosos, con reflejos de miel oscura al fondo, que parecían hacer juego con la piel suavemente dorada, el pelo castaño recogido en una coleta y aquel cuerpo esbelto como de árbol joven. Todo en aquella mujer destilaba una luz cobriza y fresca de bosque en otoño. No podía apartar los ojos de ella.

La vicedirectora Meller, todavía de buen ver, con el pelo decolorado en caros salones y un busto de una elevación que desafiaba al tiempo y al espacio copando el interior de un exclusivo traje sastre, tosió sin disimulo mientras disparaba una mirada azul felina que rebotó sobre mi rostro impasible sin mayores daños colaterales.

—Inspectora, ahora yo estoy a cargo de esta institución. Acompáñeme, por favor —dijo remilgada la vicedirectora, y echó a andar taconeando sobre la lana azul de la alfombra estilo Carlos III.

El despacho permanecía a oscuras. La inspectora abrió las contraventanas. Se acercó despacio al cadáver, que presentaba una fuerte contusión en la nuca, pero sin sangrado. Ajena a las miradas de todos, se inclinó sobre el muerto. Oculto por el cuello de la camisa había un punto sanguinolento; un orificio de entrada en la base de la cervical producido sin duda por un arma blanca fina y punzante. Un estilete o una daga.

Trató de ordenar los hechos: un primer golpe muy violento se produjo desde atrás con un objeto contundente que, sin embargo, no lo mató. El asesino tuvo que rematarlo clavando limpiamente el arma en la médula, justo en el tronco encefálico. Muerte instantánea.

Miró alrededor, todo aparecía en un pulcro orden; las paredes, con un par de grabados cuya temática no podía reconocer; la enorme alfombra mullida e impoluta y la mesa en el centro de la estancia, frente a la puerta y de espaldas al ventanal. El ordenador estaba apagado y, por supuesto, una pila de artefactos de lectura en papel se amontonaba en una equilibrada columna sobre una mesa auxiliar. La Academia era el único lugar donde los censores del gobierno permitían la posesión y uso de dichos objetos.

—Pero vamos a ver —dijo una voz aguda, nasal, casi gritona, al fondo—. ¿Cómo es que me han avisado tan tarde?

Todos se volvieron a mirar. En el umbral de la puerta, un hombre enjuto, de escaso pelo gris con una raya que le nacía desde la oreja como un corte extraño en el cráneo ceniciento, hizo a todos volver la vista.

—Usted debe de ser el bibliotecario —sentenció la inspectora, serena.

—Exacto —chilló el académico; se secaba el sudor con un pañuelo de lino celeste con sus iniciales bordadas en un ángulo—. Don Ramón Belmonte Rico, académico, catedrático y excelentísimo señor… ¿Qué ha pasado aquí? Solicito inmediatamente un informe detallado de la situación.

Más sereno, pisando el terreno conocido de la exigencia a los subalternos, el bibliotecario se ajustó las gafas de metal redondas. Sus ojos eran enormes tras los cristales. Se quitó el abrigo y lo tendió a un personajillo que permanecía en silencio a sus espaldas, quien, raudo, atinó a cogerlo antes de que cayera al suelo.

La inspectora frunció el ceño acercándose a la puerta.

—¿Y usted es?

—¿Y-y-yo?… Na-na-nadie, en realidad —sudaba el hombrecillo bajo aquellos dos abrigos.

—Ajá —dijo la mujer consultando el bloc de notas digital—. Carlos Verde Guay, secretario académico.

—Verdegay —susurró el otro.

—¿Cómo dice?

—Qu-ue mi apellido es Verdegay. S-e, s-e según Tibón, en su Diccionario etimológico comparado de apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos, la palabra Verdegay procede de la conjunción de «verde» y «gayo», con el significado de «verde claro», que fue apodo en la época medieval…

La inspectora lo miraba estupefacta, sin saber si todo aquello formaba parte de un simulacro del Departamento de Policía para ponerla a prueba, o es que realmente podían existir ejemplares así, sin extinguir.

—Muy bien, pues ya estamos todos, supongo —dijo seca, saliendo del despacho. Empezaba a ponerle nerviosa toda aquella antigualla de nombres, protocolos, títulos, alfombras y maneras medievales o de por ahí. Estos no se habían enterado de que estaban en el año 2030.

Afuera comenzaba a nevar de nuevo con una furia mansa y desconocida.

Nos pidió que la esperásemos en la Sala de Plenos y desapareció, hablando en voz baja por su dispositivo móvil. Allí estábamos todos, sentados en los anacrónicos sillones de madera labrados en la parte superior con la numeración de los capítulos de Don Quijote de la Mancha, uno de los libros que originó el primer conflicto negacionista y la Ley de Destrucción Masiva. Apenas había transcurrido un año de aquello, pero todavía se recordaba el griterío de la turba de fanáticos en la puerta de la Academia exigiendo la quema de las falsificaciones mientras, dentro, los mismos que ahora estábamos allí incluido el director, que en paz descansara, nos afanábamos por guardar en la cámara secreta los libros más valiosos.

En las redes sociales, el lema era: «Si el ORIGINAL no existe, las copias que nos obligan a leer son falsas, NO LAS LEÁIS». Los dirigentes negacionistas exigían que les mostrásemos el manuscrito original del Quijote, bandera del último reducto de los que defendíamos la pervivencia de los libros. De sobra sabían que no podíamos hacerlo, pues la versión escrita por Cervantes de su puño y letra hacía muchos siglos que se había perdido. Por otra parte, aunque la hubiésemos tenido, ¿de qué habría servido darla a conocer? Terminarían negándolo todo otra vez, destruyendo de verdad y para siempre aquel documento único.

Un poco más alejado de los demás, ocupé, silencioso, mi asiento, CA−LXXIV. En ese momento, se apagaron todas las luces de la sala.

La inspectora apareció en el umbral de la puerta con gesto preocupado.

—La intensa nevada ha colapsado los receptores de comunicación y anulado las centrales eléctricas. Tampoco se puede circular por las calles. Estamos completamente aislados, esperemos que por poco tiempo —dijo, tranquila, y se sentó en el sillón CA−XXX.

Solté una carcajada. Ante la mirada interrogante de la inspectora, pregunté, divertido:

—¿Sabe en qué capítulo se ha sentado usted, señorita?

—No me llame señorita, haga el favor.

Se giró, intentando descifrar aquel extraño código. Sin esperar, alargué una mano al centro del tapete verde de la mesa y cogí uno de los artefactos de papel que allí había. Busqué el índice y leí «De lo que le avino a don Quijote con una bella cazadora».

Nos miramos a los ojos, cómplices. La vicedirectora se levantó hecha una furia mitológica.

—Voy al baño.

—Esto es inaceptable —gruñó el bibliotecario, levantándose también, indignado—. Vamos —ordenó al secretario, que le siguió con cara de pánico—. Estaré arriba, en mi despacho, trabajando a la luz de una vela, como toda la vida de Dios. Me indigna tanto jueguecito y tanta incompetencia profesional. Yo pensaba que eso solo ocurría en las universidades y en algunas editoriales, pero no, veo que también se extiende a la Policía.

Cerró la puerta de cedro, dando un portazo. La inspectora se fijó en el asiento que acababa de abandonar: era el CA-XI. Lo apuntó en su bloc digital.

Me sonreía resignada y un poco divertida. Todos sabíamos que, sin recursos digitales, ella no podía hacer gran cosa. La realidad era que los seis estábamos atrapados por la tormenta en aquella Academia con un muerto y tal vez un asesino. O varios. Solo nos quedaba esperar. Por hacer algo, la mujer repasó las anotaciones de su bloc móvil.

—¿Sabe usted, señorita, qué significan estos símbolos tallados en los respaldos académicos? —insistí, retador.

—No me llame señorita. Por supuesto que lo sé, he leído los informes.

—¿También podría descifrar las letras que preceden a los números de los capítulos, «HI» y «CA»?

Atrapada en el renuncio, la inspectora Sorrento se sonrojó. Aquello me despertó una inesperada, tal vez incómoda ternura; así que, con la sonrisa más sincera que pude componer de todo mi repertorio de viejo lobo, y sin esperar respuesta, continué:

—Hacen referencia a la Primera y Segunda parte del libro —al decir la palabra prohibida me paré, disfrutando del momento—… Me refiero al libro de Cervantes, claro: HI−dalgo y CA−ballero, los dos Quijotes. En los viejos tiempos, cada académico tenía asignado un capítulo en su sillón. Ahora ya solo quedamos el director, la vicerrectora, el bibliotecario y yo. A Carlos Verdegay y al bueno de Jorge, les dejamos que se sienten aquí con nosotros para ahorrar la calefacción del resto de las estancias —hice un gesto con la mano abarcando la enorme mesa. Desde uno de los asientos del fondo, el vigilante sonrió con timidez—. Ahora hay un sillón vacío más —suspiré—: el HI−XIX. Pobre director.

Nos miramos en silencio. La inspectora, sin saber qué decir, se levantó.

—Voy a la sala de telecomunicaciones, a ver si hemos recuperado la red.

A grandes pasos salió de allí, cruzó el hall, la puerta de cristales de la entrada y giró por un desastrado pasillo descendente y oscuro hasta la garita donde, sobre un viejo escritorio, parpadeaba el piloto de emergencias de un módem. Se sentó y trató de escanear el código de barras. Dos pilotos verdes se encendieron. «Bien, eso es buena señal», pensó. Se agachó después bajo la mesa buscando el cable de fibra óptica, pero no lo veía por ninguna parte. En ese momento oyó un grito agudo procedente del piso de arriba. Se golpeó la cabeza con la mesa, pero consiguió salir de allí y con la linterna del móvil se alumbró mientras subía de dos en dos los escalones.

Todos miraban estupefactos el segundo cadáver. El bibliotecario yacía muerto bocarriba sobre la bella alfombra Ghomm en seda natural con imbricada decoración vegetal, mostrando un rictus de dolor en el rostro. La inspectora le tomó el pulso en el cuello todavía cálido, pero era inútil. Estaba muerto. El pobre secretario miraba con ojos desorbitados el cadáver, balbuceando algo inaudible.

—Jorge, haga algo —dijo altanera la vicedirectora—. Llévelo abajo y dele un poco de agua.

—Pre-prefiero un Martini con unas go-go-gotas de ginebra, si no le importa —susurró el secretario agarrándose, débil, al brazo del vigilante.

La inspectora hacía fotos y tomaba notas, ajena a todo lo que no fuese la escena del crimen.

—Inspectora, es usted una inútil —escupió histérica la señora Meller perdiendo los papeles.

—¡Bianca, por favor! —intervine—. Serénate.

Al oír su nombre, la directora, tal vez evocando otros momentos más íntimos, trató dócil de cogerme la mano, que retiré con suavidad. Lloriqueando, con el rímel corrido, salió del despacho. Me pareció inoportuno dejarla sola. Tras un «le ruego nos disculpe», salí tras ella.
La inspectora acercó la nariz a la boca del muerto. Olía ligeramente a almendras amargas. Cianuro. Buscó y allí estaba; en el bolsillo de la americana de lana Harris, el bibliotecario escondía una petaca plateada con sus iniciales. En el interior aún quedaba algo de coñac.

Suspiró, resignada.

Envenenado.

Ella ignoraba la causa, pero estaba segura de que el asesino era uno de nosotros; esos cuatro extraños, anacrónicos personajes. Y que era muy astuto o era un perfecto imbécil, porque de momento no podía escapar de allí.

El dispositivo móvil del bibliotecario estaba encendido sobre el escritorio. Buscó los últimos mensajes. La tarde anterior, un número oculto había enviado lo siguiente: «D. lo ha decidido y lo apoyamos. Mañana en Press Media. Se acabó la pesadilla.»

La inspectora frunció el ceño, pensativa. Press Media era la plataforma de comunicación del Partido Negacionista. ¿Y quién era D.? ¿El director? Lo que fuese que quisieran anunciar tendría que haber sucedido esa misma mañana, precisamente el mismo día de los asesinatos. Hum.

Bajó pensativa las escaleras, consultando sus notas, y de repente lo vio claro. Entró atropelladamente en la Sala de Plenos y abrió aquel artefacto de Cervantes buscando el índice: CA−XI, el sillón del bibliotecario, correspondía al capítulo «Las Cortes de la muerte». Sentía cómo se le aceleraba el pulso. Buscó de nuevo: HI−XIX, la numeración del asiento del director no era otra que la del capítulo titulado «El cuerpo del muerto».

—¡Dios mío! —exclamó sin pensar, y se sorprendió de haber usado aquella expresión. No había pronunciado el nombre de Dios desde que se lo prohibieron de niña en la escuela y ella decidió buscarlo en Google. Nunca le habían gustado las prohibiciones injustificadas.

Rodeó la mesa Quijote en mano, tratando de deducir el resto de los asientos: el bolso de la señora Meller estaba sobre la silla CA−LXII, «La cabeza encantada»; la chaqueta de Jorge, en el respaldo de la CA−XXIII, «La cueva de Montesinos» y la agenda del secretario Verdegay, frente al asiento CA−XXV, «El rebuzno». El último no lo tuvo ni que mirar. El escritor de novelas de misterio, yo, el muy atractivo Roberto Balkan, me sentaba en el capítulo final, la muerte de Don Quijote.

«¿Qué es toda esta locura?», pensó. Miraba a su alrededor y por primera vez sintió miedo de aquel viejo lugar y sus desquiciados habitantes envueltos en un silencio que no podía presagiar nada bueno. Sacó la pistola y recorrió sigilosa la planta principal. Nadie. Subió los escalones, revisó los despachos vacíos y por último entró en el aseo. Sobre el suelo cubierto de agua y cristales de un vaso roto, yacían los cuerpos de la vicedirectora y del académico. O sea, el mío. Ella presentaba un tajo profundo en la garganta que casi le separaba la cabeza del cuerpo; yo olía fuertemente a almendras amargas.

—¿Qué diablos…?

Bajó con precaución apuntando a las sombras con una terrible sospecha y siguió descendiendo un piso más hasta la sala, fría como una cueva, del sótano, donde se almacenaban los aparatos electrónicos. Los cadáveres de Jorge el vigilante y el desgraciado Carlos Verdegay yacían boca abajo en el suelo sucio de aquella estremecedora Cueva de Montesinos con dos diminutos agujeros sanguinolentos en sendas bases del cráneo.

«Si todos están muertos, entonces es alguien que permanece escondido en algún lugar de esta maldita Academia», concluyó la inspectora. En ese momento se encendió la luz y los pilotos verdes del módem comenzaron a brillar dando paso al código de sonidos de arranque y conexión.

Un aviso de recepción zumbó en su aparato móvil. Era un mensaje de audio:

«No es difícil para un profesional del género policíaco fingir una muerte que usted ni siquiera tuvo tiempo de certificar. Tampoco es difícil salir de este edificio si llevas en él demasiado tiempo como para conocer sus secretos. El resto no implicó demasiada dificultad, fue casi de principiante: cámaras ocultas conectadas, con la complicidad del vigilante, a mi teléfono móvil para seguir sus pasos y los de los demás; veneno en la petaca escondida siempre en el mismo cajón; golpe por sorpresa, y la estimable colaboración del magnífico bastón estoque, fiel amigo, que heredé de mi bisabuelo paterno Pierre Gal. Al director tuve que tranquilizarlo primero con un «quijotazo» certero en la nuca. Y en cuanto a Bianca… En fin. Doloroso pero necesario. Daños colaterales. Estos ineptos pretendían contar al mundo la existencia del manuscrito auténtico de Cervantes, protegido de guerras, desastres, ambiciones, curiosos y analfabetos por nuestra Sociedad Secreta Cervantina desde hace más de trescientos años. Los muy imbéciles pensaban que así se salvarían, que dejarían de ser ignorados, libres por fin de la política de cancelación a la que fueron sentenciados en pro de la terrorífica verdad de la tribu. La sociedad de 2030 no merece este libro ni ningún otro libro. Que continúen consumiendo artefactos. Esta es mi manera de despreciar al mundo: privarlo de su única salvación.»

La inspectora se quedó mirando la pantalla de su móvil sin saber qué decir. El astuto escritor y sus singulares reglas. A lo lejos sonó una sirena. Borró el mensaje sintiendo una extraña sensación de alivio al saber que el viejo lobo seguía vivo.

Había dejado de nevar y llegaban las tropas de rescate, por fin. Incinerarían a los muertos esa misma tarde, junto con la biblioteca, una de las últimas del viejo continente. Más polvo gris sobre la nieve negra.

Aquella noche, al regresar a casa, la inspectora Sorrento encontró la puerta de su apartamento entornada. Desenfundó el arma y entró despacio, sin encender la luz. Dentro, sobre la mesa de metacrilato, había un paquete voluminoso. El manuscrito de Don Quijote intacto, en un brillante envoltorio de cuero oscuro, tenía una nota de papel sujeta con una cinta:

«Usted es el principio de este final, señorita. Investigue lo que fuimos antes de que dejemos de ser. Tal vez nos veamos por ahí».

Dejó la pistola sobre la mesa junto al hermoso artefacto y salió a la terraza, sonriendo. A lo lejos, unos perros invisibles aullaban a la luna. «Ladran, luego cabalgamos», se dijo, aunque no sabría explicar exactamente de dónde le venía aquel pensamiento.

 TITULO: Los Toros -Tendido Cero - Dramática cornada de Fonseca en la espalda (parte médico y vídeo) y cogida paralizante de Espada en Las Ventas ,. 

'Tendido Cero', fundado el 4 de Abril de 1986, es uno de los programas más veteranos y una referencia de la información taurina en todo el mundo, el progrma es por La 2 sobre 14:00 los sábados y es presentado por Belén Plaza,.

Dramática cornada de Fonseca en la espalda (parte médico y vídeo) y cogida paralizante de Espada en Las Ventas,.

El mexicano cortó una oreja en una tarde de dureza para los toreros; Juan Leal acabó saliendo solo de la plaza con todas las cuadrillas,.

Isaac Fonseca
 
fotos / Isaac Fonseca ,.

Sin pensarlo. Sin cuestionarlo. Sin caer en las consecuencias. O tal vez sí. Quién sabe lo que tiene en la cabeza un torero. La cosa es que Juan Leal se fue a la puerta de chiqueros nada más comenzar el festejo. Con el miedo metido en los huesos. Uno de Pedraza de Yeltes esperaba después. Ahí a la vuelta. En segundos podía cambiar todo. El toro, colorado de capa, salió despistado, pero hizo caso a la tela de Leal y la larga fue limpia. Debió respirar el torero y respiramos todos. El toro tuvo nobleza, repetición y con ese punto de salir desentendido. Juan comenzó de rodillas y después dejó una faena intermitente, de más voluntad que acierto.

Se desmonteró Marc Leal en el cuarto antes de que Juan prologara su labor en el centro con un pase cambiado por la espalda. El toro fue a tal velocidad que, a pesar de que obedeció al toque, se lo llevó por delante con los cuartos traseros. Y ya de rodillas siguió el torero. Con Leal no ganamos para sustos. El toro era complicado, aparatoso de cara y sabiendo lo que dejaba atrás. Si a eso sumamos que Juan era su matador no nos esperó demasiada paz por delante. Estuvimos en vilo durante toda la (larga) faena. Anduvo seguro con la espada.

Espada

El diestro Francisco José Espada sufre una cogida en la faena a su segundo toro durante la corrida de la Feria de San Isidro celebrada este domingo en la Plaza de Las Ventas.
 
El diestro Francisco José Espada sufre una cogida en la faena a su segundo toro durante la corrida de la Feria de San Isidro celebrada este domingo en la Plaza de Las Ventas. 

Y se tuvo que hacer con otro más, porque el quinto desmadejó, en su literalidad a Francisco José Espada. Comenzaba la faena, por poco lo echó mano, pero lo hizo presa de manera horrible la manera de caer. Espada quedó inerte en el ruedo. No iba herido, pero sí inconsciente. Momentos muy desagradables. Juan Leal salió a torearlo, a pesar de que hubo un momento de confusión en el que se pensó que saldría. Sustazo gordo.

En su anterior toro, había visto cómo el titular se había lastimado y salió un sobrero de Chamaco, cerca de cumplir los seis años y con hechuras imposible. Que «Fantasmón» embistiera rozaba el milagro. Iba y venía después el toro en la muleta de Espada, una muleta firme, sincera que multiplicó las bondades del toro, las exprimió e hizo más de lo que podía con lo que tenía delante.

El espectáculo en el tercero lo puso la cuadrilla de Fonseca: Ruiz, Juan Carlos Rey y Tito. No quería Isaac que la cosa quedara ahí y comenzó de rodillas en el centro. Nobleza apuntó el toro ya en el comienzo de muleta, aunque lo bueno vino después. Le costó a Fonseca cogerle el pulso en los primeros compases parar ligarlo. Lo mejor llegó al natural y de uno en uno. Fue cuando Madrid entró en la faena y el estoconazo, muy derecho y arriba, hizo el resto para pasear la primera oreja de la tarde (y casi, exageraciones aparte, de la feria).

Fonseca cogido
 
Fonseca cogido Plaza 1

Brindó a la enfermería el sexto. El de Torrestrella iba descontrolado y sabiendo lo que dejaba atrás. Lo tuvo tan claro, que no perdonó a Isaac Fonseca, que tenía la Puerta Grande a medio abrir y el amor propio íntegro. Lo cogió feo. Horrible. Tremendo. Así era la altura del toro y metió el pitón por la chaquetilla y, por lo que pudimos ver desde el tendido, metió el pitón por la espalda. Es por estas cosas, entre otras muchas, por las que la distancia física y emocional con el ruedo es insalvable. Héroes. De carne y hueso.

Ficha del festejo

Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de la ganadería de Pedraza de Yeltes y el 6º, de Torrestrella. El 1º, noble y desentendido; sobrero 2º de Chamaco, noblón y soso; 3º, noble y con ritmo; 4º y 5º y 6º, complicados. Dos tercios.

Juan Leal, de rosa y oro, estocada corta (silencio); estocada, descabello (silencio); pinchazo hondo, estocada (silencio); dos pinchazos, estocada (silencio).

Francisco José Espada, de de rosa palo y oro, pinchazo, estocada, aviso (silencio); cogido.

Isaac Fonseca, de verde y oro, buena estocada (oreja); herido.

Parte médico de Espada:

Traumatismo craneoencefálico occipital con scalp.

Parte médico de Fonseca:

Herida por asta de toro en cara posterior hemotórax izq. con una trayectoria ascendente de 20 cm y que produce destrozos en músculos dorsal archo y paravertebrales, alcanzando y contusionando parrilla costal y apófisis espinosas dorsales. Puntazo corrido 1/3 superior muslo derecho. Pronostico Grave,.

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