martes, 18 de junio de 2024

Los pilares del tiempo - Un inmenso error ,. / REVISTA QUO - La extrema zurda,.

 

  TITULO : Los pilares del tiempo - Un inmenso error,.

 Los pilares del tiempo - Un inmenso error,.

 5 series clásicas que han vuelto enteras a las plataformas de «streaming»

fotos / ¿Harto de las anodinas producciones que se estrenan cada semana en las plataformas de streaming? ¿Cansado de la “serie de la semana” que acapara tuits por doquier y luego se pierde en el olvido? ¿Enfermo de la coyuntura políticamente correcta de unas series más preocupadas por la diversidad racial de su elenco juvenil que por contar… algo? Te ofrecemos cinco series de los más variados géneros que acaban de regresar a Amazon, Netflix y Disney Plus y que puedes devorar enteritas… ¡Date prisa, no sea que se vuelvan a marchar!

EXPEDIENTE X (Amazon Prime Video, 11 temporadas)

Desde su nacimiento en 1993, Expediente X acabó trascendiendo su naturaleza de (excelente) serie de misterio fantástico hasta convertirse en uno de los iconos de la cultura popular de la década. Su creador, Chris Carter, inyectó exageradas dosis de desencanto gubernamental, paranoia política y sí, pasión por el fantástico, en una serie que además se convirtió en el paradigma de ese recurso llamado “tensión sexual no resuelta”, la que mantenían los agentes del FBI Fox Mulder y Dana Scully (cuyos intérpretes, David Duchovny y Gillian Anderson, que, por cierto, no se soportaban, exprimieron al máximo). Rodada en gran parte en la lluviosa Vancouver, la serie sacó del plató el arte televisivo, con un aprovechamiento de escenarios y recursos técnicos profundamente cinematográfica. Durante once temporadas y dos películas hubo tiempo para desarrollar un excelso arco argumental bien combinado con el clásico esquema de “monstruo de la semana”, así como, ya más adelante, una serie de episodios cómicos tan alucinados como ejemplares. Las dos recientes e infravaloradas temporadas, que trataron de arreglar el desaguisado del primer desenlace, fueron —al menos la primera de ellas— un éxito sorprendente de audiencia. Ahora, con su difusión al completo en Amazon, la serie podría y merecería gozar de una segunda vida.

SEINFELD (Amazon Prime Video, 9 temporadas)

Primero estaba, luego dejó de estar, y ahora ha vuelto. La gran sitcom norteamericana de los 90, o la serie que no iba de nada y jamás lo pretendió, regresa íntegra a Amazon tras unos meses perdida en el hiperespacio digital. Vuelven, por tanto, las aventuras urbanas de Jerry Seinfeld, George Costanza, Elaine Benes y Kramer, el vecino chiflado, con sus quejas y fracasos vitales continuados, muchos años antes de que se acuñase la expresión “problemas del primer mundo”. Porque lo que le pasa a esta panda es precisamente eso, pequeñas y absurdas desgracias contadas a través de conversaciones eternas en las que brilla con luz propia la ausencia de autocrítica o culpabilidad. Una serie, por tanto, doblemente liberadora, capaz de amoldarse a los buscadores de nostalgia pero también aquellos que quieren refugiarse de las modas y códigos morales de la “nueva televisión”. Recordemos que fue en los noventa cuando el término “corrección política” comenzó su temible andadura, por lo que mérito no le faltó, ni entonces ni ahora.

PERDIDOS (Amazon Prime Video, 6 temporadas)

La serie ideada por J. J. Abrams y continuada por Damon Lindelof (The Leftovers, Watchmen) fue de los grandes y más directos precedentes de la Edad de Oro de las series. El caldo de cultivo ya estaba ahí, en el cada vez más lejano año 2004, con Internet funcionando a pleno gas y un nuevo trauma nacional a raíz del 11-S. El fenómeno de Perdidos, apoyado en la icónica caída desde el cielo del vuelo 815 de Oceanic Airlines cuando las imágenes del World Trade Center todavía anidaban en nuestra memoria, se amoldó como un guante a esa nueva época de enemigos invisibles, a la incertidumbre de un nuevo siglo que comenzaba con una sonora bofetada. Por todo eso y mucho más, Perdidos es una serie irrepetible e irreemplazable: el fenómeno fan, las teorías difundidas por Internet, la ansiedad por presenciar el siguiente capítulo… Una isla paradisíaca donde osos polares y purasangres negros conviven con desapariciones inexplicables, secretos muy bien enterrados y botones de función indescifrable. La atmósfera de misterio de la serie, su lograda fusión de lo fantástico y lo dramático, a la que colabora la música de Michael Giacchino y su peculiar estructura de flashbacks (¿o flashforwards? ¿O más bien realidades paralelas? ¿O más bien…?) convierten esta serie en una experiencia más allá de toda lógica, y en cierto modo destinada a fracasar. Pero así son los milagros.

24 (Netflix, 9 temporadas)

Antes hablábamos de Perdidos como una serie post 11-S, pero el paradigma de estos belicosos años de la era Bush es 24, serie que pese a la firmeza de su esquema narrativo sufrió varios avatares propios por el camino, con su secuela londinense tardía y su (olvidado) cambio de protagonista. La ficción emitida por Fox y estrenada en España por Antena 3 renovó el thriller de acción y suspense con un pulso maestro y una contundencia que dejaría sin fluidos corporales a cualquier líder tuitero de la ofendida generación woke. Usando la fórmula del tiempo real y haciendo de cada temporada una contrarreloj extrema, la serie presentó a un héroe trágico y sombrío, el agente Jack Bauer, que pasará de afable padre de familia a antihéroe vengador (con todas las fases intermedias imaginables) mientras se abre paso abofeteando, torturando y disparando a todo aquel sospechoso de complot, incluso a su propio hermano. 24 llevó el terrorismo al suelo americano reflejando a la perfección el nuevo rearme patriótico de la USA del siglo XXI y renovó la carrera de un furioso e intenso Kiefer Sutherland.

GARGOYLES (Disney+, 3 temporadas)

Esta delicia gótica estrenada en 1994, muchos años antes de la efervescencia superheroica, puede encontrarse íntegra (78 capítulos) en la plataforma de Disney, que recoge así los deseos de un pequeño gran fenómeno fan nacido de la propia serie y de su cancelación en el 97. Un grupo de guerreros sobrenaturales que se transforman en piedra durante el día libran una eterna batalla contra las fuerzas del mal en el Manhattan actual. Lo que distingue Gargoyles de otras series similares, además de la innegable dosis de nostalgia, es una enorme calidad tanto técnica (pese a ceñirse a estándares televisivos) como temática. Su creador Greg Weisman incorporó mitos legendarios y una fuerte influencia de Shakespeare a una serie infantil pero con no pocos ribetes inquietantes, con un épico sentido del espectáculo y que no parece hecha de retales. Gargoyles sigue siendo un placer para los pequeños… pero también para todos los adultos que quieran apreciarlo.

 

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 La extrema zurda,.

 

En La vieja guardia Theron es Andrómaca de Cynthia (llámenla Andy), lideresa de un grupo de mercenarios inmortales a los que ahora se une Nile (una terrible Kiki Lane). Ella es una joven soldado fallecida en combate y, como los demás, resucitada, que nos introduce en un mundo de peligros justo cuando un nuevo enemigo propio de los nuevos tiempos surge para amenazar la supervivencia del equipo.

"En efecto, el mix de pasado, presente y futuro que maneja el guión de Rucka le explota en las manos a la directora"

Basada en un cómic de Greg Rucka y Leandro Fernández para Image, La vieja guardia es sin duda una iniciativa de la actriz y productora para, a través de Netflix, seguir cultivando una faceta profesional prometedora. A la vez, la plataforma de streaming parece haber encontrado en el cómic de Rucka, firmante de una muy buena etapa de Wonder Woman en el papel, una nueva palanca para acaparar la atención mediática en unos tiempos en los que el coronavirus ha menguado la calidad y cantidad de los estrenos cinematográficos en salas, incluyendo las grandes franquicias de cómic Marvel o DC.

La vieja guardia es, pese a sus particularidades, una película con todas las de la ley. También una que se pretende original sin serlo: a lo largo y ancho de su extenso metraje, la directora Gina Prince-Bythewood parece olvidar que un clásico ochentero como Los Inmortales, sin ser tampoco especialmente buena, ya logró sintetizar las ansiedades de un guerrero inmortal con mucho más sentido del humor, carisma y estilo que la presente. Son referencias que no parecen estar en su libro de estilo, como tampoco la más reciente Wanted (Se busca), ese memorable monumento al absurdo del ruso Timur Bekmambetov, también basado en un cómic —en aquel caso, del escocés Mark Millar— y cuya histeria, humor negro y exuberancia visual aquí simplemente brillan por su ausencia.

 Qué le estamos haciendo a Quo? - Quo

"En algún momento del proceso, la realizadora consideró que había que dignificar la acción con drama y más drama, provocando el gran contrasentido de una película incapaz de conciliar el absurdo de su promesa con sus propias metas"

En efecto, el mix de pasado, presente y futuro que maneja el guión de Rucka le explota en las manos a la directora, que fracasa a la hora de expresar el simbólico cruce de caminos de los protagonistas si no es recurriendo al melodrama. A lo largo de La vieja guardia —que, por cierto, dura más de 125 minutos—, sus protagonistas desvelan todas sus cartas en incontables conversaciones trágicas que remiten a la dinámica de una serie televisiva o un drama convencional, lo que delata el pasado de Prince-Bythewood en desventuras de sobremesa aroma indie como La vida secreta de las abejas o Beyond the lights.

Ese escaso entendimiento a la hora de mezclar folletín y acción, su continuo menosprecio de lo fantástico, así como el nulo sentido del humor de una película que trata de responder continuamente preguntas que nadie ha hecho, resta intención a un actioner cuya única noción de estilo —quizá un intento de aportar un toque femenino propio de los nuevos tiempos— es ilustrar las escenas de acción con canciones pop más propias de un probador del Zara.

Por supuesto, hay conceptos y escenas logradas en La vieja guardia. El tercer acto, donde por fin la película se lanza al vacío —aunque ligeramente—, el estimulante escenario de la iglesia francesa, oscuro y gótico… También el destino de Quynh, la compañera de fatigas —¿y amante?— de Andy, condenada a morir una y otra vez en las profundidades del mar, resulta abrumador y claustrofóbico, como también el digno trabajo del belga Matthias Schoenaerts defendiendo su personaje. Nada oculta la absoluta planicie de la dirección de Prince-Bythewood, el cúmulo de minutos de exposición malgastados en establecer reglas y motivaciones. En algún momento del proceso, la realizadora consideró que había que dignificar la acción con drama y más drama, provocando el gran contrasentido de una película incapaz de conciliar el absurdo de su promesa con sus propias metas.

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