TITULO: VIVA LA VIDA - Roberto Vaquero - La derecha radical ganará ,. SABADO - 22 , 29 - Junio ,.
El sabado - 22 , 29 - Junio a las 16:00 por Telecinco , fotos,.
Roberto Vaquero - La derecha radical ganará ,.
Me presentaron a Roberto Vaquero hace unos meses. Muchos de los que leáis este reportaje puede que lo conozcáis por su faceta más política, a mí la que más me interesó para este artículo fue la de escritor e historiador.
Visité su casa del municipio madrileño de Leganés, charlamos sobre sus autores favoritos, libros de historia y su gran afición por el género de ciencia ficción.
PARA SABER MÁS DE ROBERTO VAQUERO:
Roberto Vaquero nació en Madrid el 21 de mayo de 1986. Es escritor, geógrafo e historiador, y actualmente doctorando por la Universidad de Valencia, tras haber finalizado el Máster Universitario en Historia de la España Contemporánea en el Contexto Internacional.
Ha escrito múltiples artículos y libros, tanto en solitario como con otros autores. Es colaborador habitual de la revista La Razón Histórica y de Zenda. Entre sus últimas obras se encuentran Inmigración: ¿realidad, fenómeno o problema?, Historias de la cárcel: vida y vivencias desde el módulo de aislamiento, ¿Cómo reconstruir la izquierda revolucionaria en España?, Resistencia y lucha contra el posmodernismo e Historias de la España revolucionaria. Próximamente publicará su nueva obra, Los orígenes del fascismo y la derecha radical en España.
Recientemente, publicó su primera novela de ciencia ficción, Tiempos de infantería, y próximamente verá la luz su obra de fantasía, La Espada Argéntea. Lleva años siendo reseñista, colaborando con varias revistas y blogs literarios. También lleva a cabo esta labor en su canal de YouTube La Biblioteca Argéntea, donde además sube audiorrelatos de sus obras literarias.
Tiene especial dedicación por la oratoria, se pueden encontrar múltiples discursos y mítines disponibles en varias plataformas, páginas y redes sociales, como, por ejemplo, su intervención en el acto de Letras en Sevilla VIII: «España, frontera de Europa», en 2023. También tiene un canal en YouTube, Roberto Vaquero, donde realiza vídeos de actualidad política e historia.
Desde joven militó en varias organizaciones, las cuales abandonó desencantado con su degeneración ideológica y política, algo común en toda la izquierda y que, además, con el tiempo iría empeorando.
En 2016 fue detenido junto a otros de sus camaradas en la operación Valle. Su partido, el PML(RC), fue ilegalizado y estuvo internado en régimen antiterrorista FIES 3. La fiscalía le investigó por colaborar con la marcha de brigadistas a Siria para luchar contra el Estado Islámico. Fue absuelto del delito de organización criminal. El Tribunal Supremo revisó su condena a la baja y luego suspendió. Hoy en día, el partido está fuera de la causa y fue declarado no culpable de todos los cargos que se le imputaban. Actualmente ostenta el cargo de presidente del Frente Obrero.
LES RECOMIENDA ESTE LIBRO A LOS LECTORES DE ZENDA:
Tropas del espacio es una obra proscrita, al igual que su autor. En los tiempos de la cancelación política no hay lugar para genios de la literatura como Heinlein. Autor premiado y reconocido por muchos como uno de los miembros más destacados del género de la ciencia ficción de toda la historia. No en balde, ganó el premio Hugo cuatro veces en vida.
Debido a la película de Paul Verhoeven, de 1997, la cual es una parodia del libro, volvió a hablarse del autor y algunos de sus libros volvieron a editarse en castellano. Conocí la historia y al autor gracias a ese film. Actualmente, sus libros están descatalogados y solo se pueden encontrar de segunda mano, en un estado deplorable por lo general, y en formato digital, pirateados. Cuando vas a una librería siempre hay libros de Asimov, Herbert o Wells, pero nunca los verás de Heinlein.La lectura de este libro me marcó de forma profunda, no solo hizo que devorara todos los libros a mi alcance publicados en castellano de Heinlein, sino que, además, influyó en mí a la hora de escribir, inspirándome y contribuyendo a que continuara con mi trayectoria literaria. En esta novela Heinlein aportó algo nuevo al género de la ciencia ficción: la idea de una infantería mecanizada, portadora de trajes o exoesqueletos potenciadores. Es original suya, sin este aporte grandes sagas como Warhammer 40k no serían como son, solo por poner uno de los numerosos ejemplos que existen de obras que se han inspirado en esta idea de Heinlein.
El autor desarrolla en sus obras, en Tropas del espacio también, una crítica aguda a la sociedad del momento que, en su mayor parte y con el paso del tiempo, está más de actualidad que nunca. Los libros de Heinlein no nos cuentan solo una historia, sino que además nos hacen pensar y ser críticos con lo que nos rodea. En sus historias siempre promueven valores importantes como el honor, el esfuerzo, la palabra y el legado, entre otros, pero por encima de todo son una apuesta por la humanidad. A pesar de que las ideas políticas de Heinlein puedan no coincidir con el lector, las desarrolla de una manera que te va a dar que pensar, aunque sea para reafirmarte.
Tropas del espacio empieza in media res como gran parte de sus historias. Aunque desarrolle de forma precisa y envolvente las acciones de guerra, acción y combate, en sus libros siempre se centra en la sociedad, la crítica o, como es el caso de este libro, su visión ideal de cómo deberían funcionar las cosas. Otra constante en sus libros es el concepto de autoridad, también su crítica anticomunista y la defensa de la individualidad, aunque a veces se contradice, o por lo menos puede parecerlo, cuando habla del deber y, en especial, del deber ante la patria o la propia humanidad.
TITULO:
VIVA LA VIDA - María Marín - Al menos ocho paises de la UE ,. Domingo - 23 , 30 - Junio ,.
El domingo - 23 , 30 - Junio - a las 16:00 por Telecinco , fotos,.
María Marín - Al menos ocho paises de la UE,.
María Marín,.
Parece ficción, pero es la vida, mi vida: he llevado tu último libro como una coraza sobre mi pecho. He soñado que, si me dispararan, las páginas mínimas de Lo que se hunde pararían la bala y podría sacarla —triunfal sonrisa de quien aún respira— pegada a la cubierta.
Ahora la obviedad (una más, quiero decir): ¿cómo guardar algo tan grande en este exiguo espacio? ¿Cómo esta poesía tuya, que encierra profundos misterios sobre la vida, se me acurruca entre las manos si las coloco ‘en oración’?
Llevo la americana. Camino bajo un sol de dos mil años. Miro a la gente y me reconozco más seguro: entrego el torso, lo abro en estampida.
Ahora comprendo el miedo.
Ahora comprendo el miedo.
Ahora comprendo el miedo.
Y aunque no desaparece, aunque sigue estando ahí, acechando, las palabras me cubren con sigilo, sin que nadie más lo sepa; me permiten seguir dando pasos hacia el frente, mirar la luz pese a estar lejos, enfrentarme a los demonios y, cuando ya todo se nuble, llevar mi mano a ese bolsillo talismán y decirme: tranquilo, estás en casa.
Nunca saldré de aquí.
No quiero.
Nunca saldré de aquí.
No hay allí afuera nada
—nada—
por lo que yo quisiera
salir de aquí.
Todo lo que necesito
lo tengo dentro.
Todo lo que quiero
no se extiende más allá
de estas cuatro paredes.
Todo lo que alguna vez querré
jamás estará fuera.
Nunca saldré de aquí.
No voy a permitir que nadie
me saque de aquí.Todos los que quiero
ya están aquí dentro,
conmigo.
Leo este poema y manipulo sus significados. Lo releo y me digo que también aquí —mi mujer, que llega pronto; los libros, la paz del galgo, algunos cuadros, ese par de amigos relajados…— lo necesario se completa: desde que llegó tu libro, María, y supe que ningún incendio borraría los versos que has escrito a través de tu sangre hecha noche y desvelo.
ESTOS POEMAS QUE HAN DE LLEGAR A LOS LECTORES
Que María Marín (Cieza, 1991) sea mi amiga no justifica este texto. Que la haya ‘acompañado’ a lo largo de la escritura de sus dos libros de poemas, tampoco.
Sí, conozco su obra mejor que la de muchos otros escritores que están en mis estanterías, he visto sus titubeos, he discrepado de algunas de sus elecciones y también he caído fascinado ante versos que tienen un reflejo en la realidad de su hogar y que son una especie de falsa/real biografía.
Pero no, no es eso por lo que me siento y, tras leer Lo que se hunde y regresar a El desafortunado intento (Boria Ediciones, 2018), abro un documento en blanco y trato de escribir algo con sentido.
Si lo hago no es por el compromiso de la amistad: es porque creo que hay una verdad en su poesía que merece la pena celebrar como lectores.
Esa intimidad casi física, la presencia de una fina socarronería ante algunas cosas, el dolor de la niña que corre a cobijarse bajo el babi de su madre. Todo está ahí: y pocas veces he visto una encarnación tan importante, tan real en el papel.
Porque aunque ella, profesora de lengua y de literatura, tanto lo recuerda —“la poesía es otra forma de ficción”—, yo sé que detrás de anécdotas e imágenes reales o irreales hay una serie de certezas que el lector se lleva y que, como a mí, que la conozco, le permitirán dibujar la exacta silueta de esta mujer.
Pongamos un ejemplo.
Dice el poema:
¿Sabes?
Las despedidas
saben a tierra.
Y yo mastico
todas las noches
un trozo de barro.
Lo aguanto en la bocay trago.
Con esos versos, yo trazo una melena breve y desbocada, una habitación pálida de luz, tal vez un gato, los ojos, sabios de mirar, enfrebrecidos, las manos mesándose a sí mismas con un descontrol agónico.
Después, me entrego a lo profundo y veo a una mujer que sabe amar a su manera, que va construyendo ausencias para encajar/encajarse y que tiene la misma tristeza larga de aquella canción tan antigua. Pero también a quien celebra los lazos que se generan por natura, quien se pierde en unas páginas de Plath, quien escribe a deshoras con alguna llama prendida en el ingenio, quien asume, poco a poco, su destino de escritora.
Y sé que no me equivoco. O tal vez sí, pero qué importa: “la poesía es otra forma de ficción” y en ella he construido a esta poeta de la que tengo que hablar, porque me lo impone la lectura.
Llevo días en una habitación negra.
Mis ojos parecen haberse acostumbrado
a la oscuridad, juraría que incluso
puedo ver en ella.
Mi cuerpo ocupa el suelo a lo largo
de la estancia.
Los brazos y las piernas estirados
me hacen parecer más grande.Debe ser lo que siente una embarcación
hundida en el fondo del océano.La oscuridad no sabes dónde termina.
Sientes el suelo sosteniendo tu cuerpo.El silencio.
Todo este silencio.
El silencio hace a la oscuridad más infinita.La imposibilidad de reflotar la embarcación,
el cuerpo inerte. El hundimiento,
la calma, el saber que aquí
acaba
todo.
HAS DESTILADO EL TIEMPO Y LAS PALABRAS
Quienes han leído los poemas de María Marín coinciden en algo: su escritura camina por lugares extraños y genera unas sensaciones complejas en quienes se asoman a sus libros. Da miedo: está desangelada. Da risa: la seriedad se da la vuelta y se destrona. Y obliga a pensar en este mundo acelerado en el que tratamos de sobrevolar por ideas y realidades como la desprotección, la soledad, la vejez, los lazos familiares… intentando que no hieran.
Desde el recuerdo y la observación de su presente, María Marín construye poemas en los que solo busca conocerse… sin darse cuenta así de que ayuda a otros —a tantos y tantos otros— a intuir otras verdades que nos rodean y perturban.
A mí, María me ha enseñado a abrazar una madrugada que hace tiempo siento ajena. Pero también a mirar con menos miedo la demencia, pues alguien —tal vez ella misma— estará cerca y tapará por mí los espejos, si es necesario. O que el mejor compañero de piso es uno mismo, y por eso hay que aprender a amarse, aunque no del todo, aunque no del todo.
Todo ello a base de composiciones breves, brevísimas en muchos casos, que nacen, lo sé, como un fogonazo en lo oscuro y que poco a poco, muy poco a poco, lentamente, se van modelando hasta convertirse en piezas como esa:
Llevo días sin dormir.
No es ninguna novedad.
A veces pienso
que es necesario no dormir
para detestarse a uno mismo.
Está demostrado que
cuanto más tiempo pasas
con la misma persona,
más posibilidad tienes
de acabar gastándote.
Imagínate pasar veinticuatro horas
contigo mismo.
Qué disparate.
De modo que
el desprecio hacia uno mismo
no es nada bueno, porque,
¿cómo te deshaces de ti mismo
sin morir en el intento?
El trabajo de escritura de María Marín es un acontecimiento apegado a la vida: de pronto, tres poemas que jalan las comisuras de lo estable; ahora, silencio por meses; más tarde, una única palabra cambia, se transforma, y el verso crece y crece y se hace inevitable.
Tiempo, mesura, dudas, cambios, versiones… El trabajo de esta autora ante el papel ya escrito es un poderosísimo imán para quien, como yo, ha tenido la suerte de observarlo: mima al poema como el herrero sus obras. Pone la dureza al fuego y la golpea feroz para, poco a poco, cambiar los grandes martillos por pequeñas herramientas con las que ir modelando los detalles. Cuidado: si te acercas demasiado, quema.
El sonido bajo el agua
viaja mucho más rápido que por el aire.
Su velocidad se multiplica más de tres veces,
y si yo gritara ahora aquí abajo
no tardaría apenas en propagarse.
Aunque solo lo escucharía quien estuviera también
en el fondo, y nosotros apenas podemos movernos.Pero qué pasa si no hay quien quiera oír,
si tampoco sé si alguien se abrazaría
a un cuerpo muerto,
si tampoco sé si quiero
que me encuentren.
SER UNA LUZ
Nunca he aguantado demasiado tiempo debajo del agua. Cuando era pequeño y competíamos, siempre era de los primeros —siempre el primero, pero el orgullo infantil me obligaba a mentir/me y luchar por no perder todas las veces— en sacar la cabeza en la piscina.
Sin embargo, cuando estaba solo o me abstraía, mi juego favorito era agarrarme bien al borde y meter la cabeza estirando bien los brazos. Mi mirada llegaba justo a una de esas luces laterales que parecían una escotilla. Y me asomaba a un mundo imaginario en el que había ballenas y lo oscuro. Allí aguantaba todo lo que podía, más que en ese otro juego compartido: un tiempo que era la vida entera.
Los gritos de la gente de una piscina en verano parecen cantos de ballena si te sumerges bajo el agua.
La ventana, el ruido-canto, la sensación de no ser un peso para nadie, ni para mí mismo.
La luz de esa escotilla, como el enigmático péndulo inmóvil de un hipnotista.
Y, sin saber cómo, la plenitud del mar, las olas empujando hacia otros rumbos, el miedo deshaciéndose en la espuma, la libertad con las manos tendidas hacia quien es solo susto y prudencia.
Lo que se hunde ha sido esta semana una armadura; también un viaje hacia esa luminaria de la infancia. Y en el naufragio, la paz de quien ha llegado a su hogar, quien se mira, por fin, sin la pátina de la culpa, sin la mancha de quien otros quisieron que fuera.
Has sido destello: permíteme bajar contigo.
TITULO:
No sé de qué me habla - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna
- Camino de la victoria ,.
No
sé de qué me habla - Loteria - El Rasca de la Galleta de la Fortuna - Camino de la victoria , fotos,.
Camino de la victoria ,.
La brisa fresca de la noche no basta para sosegarlo. Ahora tendría que estar junto a él. Nunca antes se había separado tanto tiempo de su hijo, pero las tres jornadas de viaje hasta Olimpia y las incomodidades del santuario le exigirían más de lo que su cuerpo achacoso podría soportar. Se estira sobre el costado derecho. Un arranque de tos le obliga a incorporarse de nuevo. Se concentra en respirar superficialmente, dosificando la cantidad de aire que infla sus pulmones. Al mismo tiempo trata de suavizar la garganta tomando pequeños tragos de saliva. Lo consiguió. Ya no tose. Se tumba otra vez. Está sudando. Tal vez si se arquea hacia el lado izquierdo lo consiga. El ring en que se ha convertido su camastro se le ha quedado
pequeño. Nada. Es una batalla perdida. Imposible conciliar el sueño. Desde que le diagnosticaron la enfermedad duerme en un pequeño cuarto separado del resto de la familia, que ocupa las estancias de la segunda planta. Puede que no le queden muchos amaneceres y es consciente de ello. Eumetis, la esposa de su mejor amigo, consiguió vencer la tisis y ahora disfruta de su nieto recién nacido ¿Por qué los dioses no van a consentir que él también se recupere y vea crecer a los suyos? Pero antes Tauróstenes tendría que encontrar esposa. Y no lo hará hasta que se haga con la victoria que todos ansían. Sólo se retirará de la competición con el deber cumplido. Conoce bien a su hijo. Como dice el refrán, cual el ama, tal la perra. Le ha salido a él en tozudez y no renunciará hasta que lo consiga. ¿Cómo va a poder dormir si han ido descontando juntos los 1440 días desde su derrota ante Quimón? El caso es que en la noche de vísperas no está con él, y eso le duele más que la enfermedad. Vuelve la tos. El esfuerzo bombea el dolor hasta las sienes, a las que siente hinchadas como el mar de cobalto que presagia un inminente cambio de tiempo. Tras probar de mil y una posturas, renuncia a seguir intentándolo. Cuanto más se esfuerza en dejar la mente en blanco, más vívidas le asaltan las emociones. No aguanta más. Da un brinco del jergón y sube al piso superior. Su mujer, rendida por el sopor, resuella profunda y acompasadamente. Observar su placidez no lo consuela, antes bien lo enerva aún más. Ingenuamente se concentra en algo positivo. Intenta transmitir su escasa energía para que su hijo consiga pegar ojo en el albergue destinado a los atletas en Olimpia. Es fundamental que un deportista descanse bien antes de la competición. Qué tontería. Sabe que lo que tendrá que ser será y que poco puede hacer ya por él, excepto rezar.
Decide subir al terrado a ver cómo están las palomas. Allí podrá ordenar sus pensamientos. Sí, eso lo relajará. Su fatiga tras subir los escalones contrasta con la quietud en que están sumidas las aves. Todas duermen. Mientras las contempla, se siente unido a Tauróstenes a pesar de la distancia. Han compartido las horas muertas ocupándose de que no les falte nada ¿A qué chaval no le atraen los animales? Mientras que toda la chiquillería de la isla se dividía entre los que protegían a los chuchos callejeros y los que les hacían perrerías, Tauróstenes sólo tuvo ojos para sus palomas. Se crió entre ellas y aún hoy le ayudan a canalizar su descomunal fuerza. Para compensar la falta de su padre, el joven ha cargado en su equipaje a Cleo, su paloma predilecta. Dudó si hacerlo, porque aún tenía sus dos polluelos en el nido, pero no sería la primera vez que unos pichones salen adelante sin la madre con los cuidados oportunos. El padre lo animó a seguir adelante. Él se encargaría de todo. Qué otra cosa mejor podía hacer por su hijo que quedarse en vela sin perder ojo del palomar.
En la terraza se respira una mezcla de pino y algas frescas. La luna ha transitado ya casi la mitad de su recorrido, aunque sigue siendo noche cerrada. Desde el oeste pronto empezará a brillar una estela de plata sobre el abismo del mar, lo que significa que la luna habrá cubierto más de la mitad de su recorrido, y él sigue con los ojos como platos. En estas noches de plenilunio, el horizonte nocturno, apenas discernible normalmente, ve interrumpido su monótono perfil rectilíneo por el negro contorno de la isla vecina de Cecrifalia. Las imponentes columnas del recién construido templo de Apolo a su espalda lo invitan a encomendarse a su hermana gemela, Artemisa. Quiere creer que los dioses obrarán mañana con justicia. Las palomas, a su vez, siguen muy tranquilas. A excepción de un ejército de grillos dispersos aquí y allá, toda la ciudad está sumida en un profundo sueño.
La voz grave de su esposa lo sobresalta. Se había quedado dormido apoyado sobre su propio brazo en un viejo escabel junto al palomar y ahora no puede moverlo. Ha amanecido hace ya rato. Los palomos zurean hinchándose, subiendo y bajando compulsivamente la cabeza y girándose una y otra vez sobre sí mismos. Ufanos, parecen estar convencidos de impresionar a las hembras con esa danza ridícula. La estampa le trae a su memoria un cúmulo de recuerdos. Le viene la imagen de Ciclobates, un palomo torpe y pesado al que comparaba con esos muchachos eginetas que se pavoneaban en las fiestas delante de las mozas con absurdos alardes de virilidad. Tauróstenes los dejaba hacer, hasta que, haciendo gala de su nombre, ponía fin a ese cacareo presuntuoso. De un solo agarre y con un rápido movimiento de cadera desarticulaba cualquier oposición de sus adversarios. Toda la ciudad reconocía la valía de Tauróstenes y tenía depositadas fundadas esperanzas en quien poseía el ímpetu de un toro. Hoy, no obstante, Tauróstenes no se enfrentaría a voluntariosos chicos desmañados. Hoy tendría como rivales a los mejores luchadores de la Hélade, tal como había ocurrido cuatro años antes.
En aquella ocasión, la salud todavía le había permitido acompañar a su hijo al sagrado certamen. Allí presenció cómo, tras superar eliminatoria tras eliminatoria, en un reñido combate final, el gran Quimón de Argos lo derrotó in extremis. Lloró desolado. No encontró consuelo en la digna resistencia ofrecida por su vástago ante un luchador de la talla del argivo. Fue una oportunidad perdida. Su hijo podría haber devuelto a Egina la dignidad arruinada ocho años antes cuando Atenas la humilló en una dolorosa guerra que supuso derribar sus murallas y entregar su poderosa flota y onerosos tributos a la Liga de Delos. No pudieron adornar el dintel de la casa con cintas de color púrpura en señal de victoria. La gloria en la arena de Olimpia podría haber aliviado la depresión de toda una ciudad, pero no pudo ser.
Debido a la mala postura con la que le había rendido el sueño, una fuerte contractura le impide girar el cuello. Su esposa le masajea suavemente la espalda. Ambos, fundidos en una única silueta, mantienen la mirada perdida en el horizonte que se les abre a poniente. Aguzan el oído a los vítores del estadio olímpico, que sólo escuchan en su imaginación. Como mucho, barruntan los ecos de las conversaciones que deben de circular por el puerto de Egina. Toda la polis está en ascuas por su campeón. Si hubieran bajado al ágora, estarían asediados con cumplidos y exigencias. Es una presión a la que prefieren no someterse ¿Y si al final no vuelve con la corona de olivo sagrado? Por notable que resulte su participación, a estas alturas sólo interesa la victoria. Así que mejor mantenerse al margen del ruido y rodearse de las palomas. Ellas no les piden ninguna rendición de cuentas. Además, organizar el palomar y alimentarlas es la mejor manera de acompañar a Tauróstenes. Como en un ritual, tras una dura jornada de agarres, revolcones y levantamiento de pesas, el muchacho solía subir los escalones del terrado de tres en tres, para sumergirse absorto en la observación de las idas y venidas de sus palomas. El tiempo parecía detenerse. La fatiga siempre quedaba atrás.
Pasan las horas entre la atención a las aves y la contemplación de un horizonte, ahora ya sí, azul y rectilíneo, solo quebrado por la verde silueta de la pinosa isla de Cecrifalia. Tauróstenes debe de haber cerrado su participación hace ya tiempo ¿Se habrá interpuesto Quimón una vez más en el camino de su hijo a la alada victoria? El orgulloso padre hace un repaso de la infancia de Tauróstenes, que, como la de todos los niños de su edad, fue apacible hasta que estalló el conflicto con Atenas. Y desde entonces, todo estrecheces y pesimismo ¿Volverían aquellos momentos como cuando toda la ciudad en masa peregrinó para celebrar la erección del flamante templo de Afaya? Toda la Hélade estuvo una vez unida y fue esa unión la que propició la victoria en la vecina Salamina. Los festejos duraron varias jornadas. Él y su esposa acudieron con el pequeño, que aún no caminaba, en brazos y lo ofrecieron a la ninfa, hermanastra de Apolo. Rogaron a la diosa que el niño creciera sano y feliz. Y escuchó sus votos, vaya que sí lo hizo. Ahora el dios disponía de un templo propio sobre la suave colina que preside el puerto. A él dirige ahora la mirada y eleva sus súplicas por última vez, en este interminable día que ya alcanza su ocaso. Al fondo, aún se divisa un diáfano horizonte entre violáceo, verduzco y azul. En unos instantes, dejará de separar el cielo del mar y todo se confundirá en una tiniebla opaca y continua. Antes de que eso ocurra, sin embargo, el perfil rectilíneo se ve alterado por una minúscula mancha negra que poco a poco parece dejar adivinar la silueta de una paloma. Es Cleo, que viene a alimentar a sus pollos, y trae atada a una de sus patas una pequeña cinta color púrpura. Las mejillas del anciano se ven surcadas por lágrimas, que esta vez no son de desolación. Tauróstenes, su hijo, con la ayuda de los dioses, acaba de restituir el honor de los eginetas ante toda la Hélade.
TITULO: TIERRA DE TOROS - Pimentón, un toro para saborear un triunfo que no llegó ,.
TIERRA DE TOROS,.
Tierra de Toros - Canal Extremadura
Programa presentado por Juan Bazaga dedicado al mundo del toro en nuestra región. Estamos atentos cada semana a la actualidad taurina Programa semanal de información taurina que se encarga de mostrar las tareas cotidianas de las faenas del toro en el campo, así como del perfil más humano , etc.
Pimentón, un toro para saborear un triunfo que no llegó ,.
David de Miranda no aprovecha las bravas embestidas del mejor toro de Araúz de Robles, que lidió una corrida de imponentes caras y noble comportamiento en la digna confirmación de Calerito,.
La de hoy fue una tarde extraña, entre la soledad del tendido, el recuerdo imborrable de Víctor Barrio sobrevolando entre los pocos aficionados que se confundían tras los turistas y la extraña indiferencia del tendido ante las cosas buenas que pasaban en la arena, que contrastaba con la conexión ante los menos consistente.
Porque si hubo algo realmente consistente fue el buen fondo de los toros de Román Sorando, muy parejos en sus buenas hechuras y tan rematados que alguno pudo parecer más cargado de kilos, aunque con la fuerza para moverlos. Pero también fueron uniformes en esa poca duración.
Con ellos destacó la actitud y disposición del mexicano, un torero que vino a Madrid a dejarse todo, aunque sus formas no terminaran de gustar entre los más exigentes. Lo cierto es que Calita apostó, a su manera, por un lote de similares características, con picante y obediente transmisión al principio y más soso y parados al final, y sus faenas resultaron enérgicas cuando contó con la pronta respuesta de los toros, pero más movidas y desprolijas cuando se les acabó el gas y tuvo que tirar de firmeza en la cercanía. Lo mejor de su actuación fueron las sendas estocadas que recetó, marcando la suerte muy despacio en ambas. Hubo petición tras las dos faenas, pero el presidente no concedió ningún trofeo.
Joaquín Galdós firmó lo mas caro de la tarde con el capote, en un buen saludo al segundo, que también se movió bien en la muleta en las dos primeras series, templadas y ligadas, pero todo se vino abajo cuando el toro se apagó y la espada se le atascó al peruano; y el quinto no le dio ninguna opción, pues pareció lesionarse tras un duro encontronazo con un pilar de un burladero y se paró en la muleta.
Otra vuelta al ruedo dio David de Miranda con el último, el toro de mayor movilidad, con el que tuvo un explosivo inicio en los medios, pero que tuvo menos clase y que necesitó un punto de mayor gobierno por parte del torero hasta que, como toda la corrida, se vino a menos. La buena estocada, igual que con Calita, provocó la salida de los pañuelos, la negación del presidente y la vuelta al ruedo del torero que, con el tercero, se mostró solvente y resolutivo con un toro de medias embestidas.
FICHA DEL FESTEJO:
Domingo 9 de julio de 2023. Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Muy pobre entrada.
Seis toros de Román Sorando, parejos en su seriedad, remate y buena conformación. Con opciones todos por su buen fondo, pero duraron poco.
Calita, de azul añil y oro, que confirmó alternativa, espadazo (vuelta) y espadazo (vuelta).
Joaquín Galdós, de tabaco y oro, tres pinchazos, aviso, dos pinchazos y estocada desprendida (silencio) y media estocada y descabello (silencio).
David de Miranda, de verde hoja y oro, pinchazo y estocada (silencio) y estocada, aviso (ovación).
Incidencias: Se guardó un sentido minuto de silencio como homenaje a Víctor Barrio, herido de muerte por un toro en la plaza de Teruel hace 7 años. Calita confirmó con "Carcelero", nº 3, negro listón chorreado bragado meano de 560 kg.
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