España a ras de cielo es un programa de televisión emitido por TVE y se estrenó el 17 de septiembre de 2013. Desde el primer programa, está presentado por Francis Lorenzo. Martes a las 22h30,.
El programa permite conocer lugar de España desconocidos y ya conocidos desde otro punto de vista. , etc.
PLANETA CALLEJA - DOMINGO - 8- Marzo ,.
Planeta Calleja es un programa de televisión de España que se emite cada domingo a las 21:30, en Cuatro de Mediaset España,. Jesús Calleja enfrentará a rostros conocidos a vivir experiencias únicas e irrepetibles fuera de su contexto habitual y en los lugares más remotos y fascinantes ., etc.
Olga Merino escribe un 'western' de la España olivarera y vacía,.
'La forastera' sigue a una mujer que huye de su pasado cosmopolita y autodestructivo hasta una sierra de Andalucía casi sin ley.
La periodista y escritora Olga Merino define La forastera, su nueva novela, como "un western ambientado
en la España vaciada". Editada por Alfaguara y recién llegada las
librerías, sí que se registran en ella varias analogías con las
películas del oeste. Para empezar, destaca el título, que tanto nos
recuera a El forastero (1940), la versión de la historia del
juez Roy Bean y su horca dirigida por William Wyler. Aunque la ficción
de Merino está localizada muy lejos de Vinegarron (Texas), donde sucede
la cinta de Wyler, sí que está ambientada en un escenario relativamente
próximo a esos parajes almerienses donde se rodaron durante años los westerns mediterráneos. Se trata de "una aldea innombrada donde, sin embargo, el lector reconocerá fácilmente las serranías olivareras del sur,
uno de los retazos de la España olvidada, donde tenemos la cantina del
pueblo, el predicador y esos paisajes ásperos y crepusculares que casi
se confunden con el espíritu de sus personajes. Buscavidas, gente de
paso, todo eso es el western".
Con todo, hay en La forastera un matiz fundamental que la diferencia del western clásico: aquí la mujer no es la chica del salón que baila para los tipos duros. "Es justo al revés, Angie, la mujer, es la inductora del cambio". Estamos por tanto ante un neowestern en
el que Angie (Ángela) reproduce el esquema del jinete solitario que
llega, abrumado por su pasado, a un pueblo desolado. En el caso de la
nueva protagonista de Olga Merino, ese pasado "quedó en el Londres que destruyó Margaret Thatcher y el pueblo al que regresa es el de su madre". Aunque la experiencia extranjera de la autora tuvo lugar en Moscú donde fue la corresponsal de El Periódico durante los años 90, el Londres de la década anterior, aquel al que puso fin Margaret Thatcher, no le es en modo alguno desconocido. Es aquel Londres al que los jóvenes españoles del baby boom de los años 60 iban a comprar las chupas y copiar los modos y las modas. "Éramos unos hedonistas", recuerda con cariño la escritora. A Angie, "el mejor personaje femenino que he creado", ese Londres de la Nueva Ola, le vuelve ya cincuentona, con la noticia del suicidio del artista al que amó hasta la extenuación en aquellos años de excesos, como si el futuro también fuera una broma.
"Durante mucho tiempo me obsesionó la idea del suicidio recurrente que estremece a ciertas familias, como los Hemingway y los Mann. Un amigo aguardó a cumplir la edad en que su padre se había suicidado para quitarse él también la vida. Ahora bien, La forastera no es una novela sobre el suicidio".
Parece ser que, durante su redacción, la novela se titulaba El cerco. "Me están echando el cerco y no es el viento", se repite Ángela. No en vano, el hallazgo del cadáver del mayor terrateniente del lugar desentraña "un hilo de incomprensión, muerte y silencio que une a todos en la comarca". Y es que La forastera, comenta Olga Merino, también puede entenderse como un thriller rural.
TITULO:
Ochéntame otra vez - ¡Vamos a la huelga! ,.
Jueves -5- Marzo a las 22:35 por La 1, fotos,.
Ochéntame otra vez - ¡Vamos a la huelga!,.
TITULO: Cómo nos reímos - Almudena Grandes: "La moral pública franquista fue otra cárcel" ,.
El domingo-1- Marzo a las 21:30 por La2, foto,.
Almudena Grandes: "La moral pública franquista fue otra cárcel",.
La
escritora madrileña despliega en 'La madre de Frankenstein' (quinta
entrega de sus 'Episodios de una guerra interminable') la terrible
historia de Aurora Rodríguez y su hija Hildegart,.
«Aurora
Rodríguez Carballeira tenía todos los ingredientes para convertirse en
un referente de la mujer nueva que necesitaba la sociedad española. Era
muy inteligente, muy culta, autodidacta, era rica con lo cual era
independiente y tenía capacidad de emprender proyectos. No rehuía la
vida pública, escribía artículos, daba conferencias. Pero la paranoia
acabó con todo eso. La paranoia no afecta a las facultades
intelectuales. Un paranoico tiene una visión de la realidad
completamente distorsionada por sus delirios pero, sin embargo, es capaz
de comportarse como una persona sana. De hecho, lo que más se
repite de quienes conocieron a Aurora en la época del crimen y después
es que no se le notaba nada la enfermedad».
Este es el perfil de Aurora Rodríguez Carballeira (1879-1955) que traza Almudena Grandes, la mujer que asesinó a su hija Hildegart tras dispararle cuatro tiros mientras dormía el 9 de junio de 1933.
Hildegart fue diseñada por su madre. Eligió al padre que, según la
profesora María Rosa Cal, pudo ser el capellán de la Marina Mercante
Alberto Pallás; la sometió a una férrea disciplina intelectual para que
encarnase sus ideales progresistas, fue una precoz abogada, pero se
salió del guion y Aurora no pudo soportarlo. Acabó encerrada en el manicomio de Ciempozuelos hasta su muerte.La personalidad de Aurora Rodríguez Carballeira es el eje de la novela de Almudena Grandes, La madre de Frankenstein (Tusquets). El libro se desarrolla, en buena parte, en los años 50, «cuando se expande el nacionalcatolicismo, esa unión entre Iglesia y Estado según la cual todos los pecados se convirtieron en delitos. La moral pública fue una especie de cárcel, una trampa para las personas. La idea de la novela es contar cómo en los 50 deja de haber una represión sangrienta como en los 40, ya no se trata tanto de fusilar, de meter en la cárcel, pero se ejerce un terror mucho más sutil que tiene que ver con el cuerpo de la gente, con su destino y con su intimidad... Un país donde una equivocación podía acabar con tu vida. Si una mujer no era constantemente la Gestapo de su propio cuerpo, si una mujer cedía al impulso de enamorarse de quien no debía, eso podía ser su final, convertirse en un desecho social».
Por las 530 páginas de la novela (quinta de las seis entregas de sus ambiciosos Episodios de una guerra interminable) también hay mujeres libres: María Castejón, nieta del jardinero del manicomio de mujeres de Ciempozuelos, y Pastora, viuda de un héroe comunista, las dos próximas al otro protagonista del libro, el psiquiatra Germán Velázquez. «En el libro se aborda la diferencia entre la gente que está en libertad y la gente que es libre; en el franquismo había muchas personas que estaban en libertad pero no eran libres y otras que estaban privadas de libertad, en la cárcel, pero eran libres por dentro», dice la autora.
Por el libro deambulan las dos vías de la psiquiatría imperante, la de Antonio Vallejo Nájera y la de López Ibor, coronel el primero y miembro del Opus Dei el segundo, «rivales profesionales y, de alguna manera, socios en el ejercicio del poder. Vallejo Nájera era más poderoso, presidente de la Asociación Nacional de Neurosiquiatría. Publicó unos libros de eugenesia fascista y fue autor de la teoría del gen rojo según la cual el marxismo era un gen ligado a la debilidad mental, luego los marxistas eran superfluos para mejorar la raza española y por ello había que eliminarlos. No era, en cambio, partidario de esterilizarlos, pero sí partidario de arrebatarles a sus hijos para dárselos a familias intachables que neutralizarían esa condición».
Hasta que llega, encarnado en los psiquiatras más jóvenes, otro mundo, el de Carlos Castilla del Pino. «Me leí sus memorias cuando se publicaron, Pretérito imperfecto y Casa del Olivo, tan irresistibles como una novela, y las he vuelto a leer ahora para construir a Germán Velázquez y para recrear el poder psiquiátrico de aquella España».
Y vuelve Almudena Grandes a Aurora Rodríguez Carballeira para recordar que llegó a Ciempozuelos en 1935 desde la cárcel de Ventas «donde sufrió muchísimo».
«Lo que me impresionó, y de ahí viene el título del libro», explica Grandes, «es lo de los muñecos. En 1942, en Ciempozuelos, cuando ya había perdido la fe en el manicomio, cuando escribía poemas a las Hermanas Hospitalarias para congraciarse con ellas, le da el punto de hacer dos muñecos de trapo, muy altos, muy grandes, muy toscos, con un pene descomunal. Se dedicaba horas muertas a mirarles para transmitirles su espíritu, para animarlos, para darles vida. De ahí La madre de Frankenstein».
Pero hay más sobre los psiquiátricos. «Durante la dictadura, todos los mujeriegos tenían la posibilidad de inhabilitar a su mujer y meterla en un psiquiátrico para vivir felizmente con sus amantes. También está el psiquiátrico como refugio. En el Sanatorio Esquerdo [José María Esquerdo fue uno de los referentes de la psiquiatría progresista española], los homosexuales de buena familia o con capacidad económica podían ingresarse para esquivar al Tribunal de Orden Público cuando les iban a procesar por escándalo público. Allí no les trataban, simplemente les acogían». Todo esto también está en la novela.
Galdós, cómo no, se cuela en el libro. «Le debo mucho. La historia de María [nieta del jardinero del manicomio] con el psiquiatra Alfonso Molina es como la de Fortunata y Juan Santa Cruz, la vieja historia universal, la del señorito seductor y despiadado con la pobre mujer ignorante», explica la autora. «Galdós no se acaba nunca».
Para la sexta entrega de los Episodios de una guerra interminable, el eje será el antifranquismo que viene de la guerra, representado en un topo que lleva 25 años escondido, y el nuevo auge en los 60, cuando se funda Comisiones Obreras. Los partidos políticos siguen siendo ilegales, pero surgen las asociaciones, que era una forma de cohesionar la sociedad.
Ciempozuelos, hoy, es otra cosa. No hay vestigios de las habitaciones donde, en la novela y ya ciega, María le lee libros y murió gritando de dolor el día de los Santos Inocentes de 1955.
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