lunes, 10 de junio de 2024

Los pilares del tiempo - Emili Albi: «La amante ciega representa el paso del tiempo» ,. / REVISTA QUO - El resplandor que ilumina lo oscuro: Sobre la poesía de Ernesto Pérez Zúñiga,.

 

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 Los pilares del tiempo - Emili Albi: «La amante ciega representa el paso del tiempo»,.

 Emili Albi: «La amante ciega representa el paso del tiempo»

fotos /  Emili Albi,.

Emili Albi debuta en la ficción con una historia de amor y de fantasmas. La amante ciega, editada por Altamarea. Narra la historia de Ernesto Barbieri, propietario de una galería de arte moderno que en poco tiempo ve cómo los pilares de su vida se van tambaleando: descubre un sorprendente secreto de su hermana Malena (enferma de ELA), un conocido de su padre aparece —como un insospechado fantasma del pasado— ansioso por ajustar cuentas y la relación con su mujer Rosa se cubre de mentiras y de culpa.

El mundo del arte es el telón de fondo del particular escenario en el que Ernesto se debate entre la corrección y el impulso, entre el amor y las urgentes pulsiones del sexo, entre la rutina familiar y los vaivenes a los que le somete el deseo.

Emili Albi acaba de publicar su primer texto de ficción. Más de una década de trabajo editorial conforma su bagaje profesional que, como nos confirma en esta entrevista a Zenda, fluye en su creación literaria.

"En todas las librerías nos espera ya esta narración llena de incendios, esta historia de amor, arte y sexo, esta amante ciega de Albi"

La amante ciega es una novela sobre sexo y sobre arte. Es un thriller y una novela de amor. Es, sobre todo y antes de todo, una novela que abraza los estigmas, que navega entre dos tiempos y que supone un magnífico debut editorial para un profesional acostumbrado a trabajar en el margen menos visible del universo del libro.

Esta historia arranca, dice Ernesto en un momento de la novela, hace año y medio, en una playera jornada familiar. Tal vez arranque mucho antes: en los cientos de horas que un niño se encerró a leer en su cuarto, en todos los intentos de ficción que precedieron a La amante ciega.

La historia que hoy nos acerca Altamarea nace del instinto de narrar que tiene Albi, que tras muchos años de encaminar los pasos narrativos de los demás, hoy deja que su instinto narrativo, que bullía entre hojas manuscritas que jamás vieron la luz, arda salvajemente en este título.

En todas las librerías nos espera ya esta narración llena de incendios, esta historia de amor, arte y sexo, esta amante ciega de Albi que se aparta de los convencionalismos para adentrarnos en el desatado abismo del ser humano. Conversamos con Albi sobre arte, amor y sexo, sobre edición y escritura, descubrimos con el autor del momento quién es la amante ciega y cómo una ficción puede abrazar los estigmas sociales.

—¿Quién es La amante ciega?

"La novela nació con la lectura de una entrevista en un periódico a un asistente sexual hace ya 8 o 9 años"

La amante ciega es un personaje un poco abstracto que representa el paso del tiempo, la añoranza o el anhelo de todo lo que hemos dejado atrás. Esta novela es bastante masculina. El personaje principal es un hombre que se enfrenta a la crisis de los cuarenta. Sus padres empiezan a fallar, a envejecer, su matrimonio comienza a irse a pique… La amante ciega justo aparece en ese momento y, aunque sea a través de la enfermedad y a través de ese mundo de la asistencia sexual, viene a gritarle cosas de su juventud, del pasado, del momento en que todos nos creemos inmortales. La amante ciega es la segunda oportunidad de ser feliz.

—¿Qué van a encontrar los lectores que se adentren en este título?

—Me gusta pensar que se van a encontrar emoción, sentimientos, ¡desde luego mucho sexo!, y me gustaría que aprendieran algo sobre el mundo del arte, sobre el mundo del galerismo, que es el escenario en el que se desarrolla. Sobre todo, en definitiva, pensar acerca de lo que es la asistencia sexual, pensar en toda aquella gente que está en la sociedad y en la que no solemos pensar, gente con diversidad funcional. Estos son los lugares donde he querido abrevar, donde he querido investigar.

—La ELA, la asistencia sexual… son temas que no suelen ser abordados en las ficciones. ¿Por qué son una parte tan importante de La amante ciega?

"Pensar que una parte de la población, que mujeres con diversidad funcional no hubiesen tenido sexo en toda su vida... ¡me parecía increíble!"

—Sobre todo la asistencia sexual. La ELA en realidad… podría haber sido ELA, podría haber sido cualquier otra enfermedad. Me parece una enfermedad muy injusta, he conocido casos muy cercanos y por eso la he introducido. La novela nació con la lectura de una entrevista en un periódico a un asistente sexual hace ya 8 o 9 años. La verdad es que me dejó muy impresionado el hecho de que existiera la asistencia sexual y sobre todo porque me di cuenta de que yo —que entonces tenía unos 35 años— no había pensado nunca que las personas con diversidad funcional pudieran tener sexo y no pudieran tener sexo consigo mismas, que no pudieran descubrir de forma autónoma su cuerpo y su sexualidad. Me pareció… En realidad me dio un poco de vergüenza, porque yo me consideraba una persona muy sensible a la sociedad y a la comunidad, y de repente descubrí que no me había fijado en esto. Empecé a investigar y descubrí detrás historias muy dramáticas: madres que tenían que ayudar a sus hijos a tener sexo, padres que llevaban a sus hijos a prostitutas… Escenas muy complicadas. Me pareció tremendo que la sociedad no supiera nada de esto, y de ahí surgió la necesidad de escribir esta novela. Me pareció un territorio socialmente muy importante que tratar y por otra parte literariamente muy rico. Para mí —y para todo el mundo— el sexo es algo muy importante en la vida y para el ser humano. Es probablemente nuestro instinto más animal. Pensar que una parte de la población, que mujeres con diversidad funcional no hubiesen tenido sexo en toda su vida… ¡me parecía increíble! El hecho de que alguien no se pudiera masturbar —que es algo que forma parte de nuestro crecimiento como personas y de nuestra vida— me parecía tremendo. Creía que era un tema que había que abordar.

—El mercado del arte es una de las bases de La amante ciega, en concreto las falsificaciones, que la convierten casi en thriller. Hablemos de la copia artística que Bercovitz realiza en su trama. ¿Cree que la copia puede superar en valor al original?

—Es buena pregunta. No me la había planteado. En la novela se trata, de hecho, la copia como un arte. Desde luego las personas, los artistas que copian, que falsifican obras de arte, son técnicamente soberbios y… no sé si se puede considerar más obra de arte, pero lo que sí que encierra es un amor brutal hacia el arte, y me gustaba utilizar esa figura porque el falsificador de obra de arte es un criminal, digamos, un delincuente, pero un delincuente especial, con un amor hacia el arte y una cultura tremenda. No sé si lo he conseguido con Bercovitz, pero esa era mi intención: que pensásemos en ese personaje con mucha contradicción: por un lado tenemos que criticarlo, pero por otro espero que al final la gente termine por admirarlo.

—¿Cómo ha podido influir su trabajo como editor en su creación literaria?

—Me he pasado muchos años editando novela, he aprendido mucho de mis autores, he trabajado mucho las novelas en la mesa: bajar al texto, hablar con los autores, retocar mucho… y creo que he sacado bastantes aprendizajes de mi trabajo. También te digo que cuando te pones a escribir una novela, todos esos aprendizajes de repente desaparecen y te encuentras tú solo frente a un texto. Es verdad que, aunque hayas aprendido muchas cosas, cuando tienes que ponerlas en práctica es diferente.

"Realmente cuando publicas te expones. Por ejemplo, yo estoy orgulloso de haber escrito La amante ciega pero también estoy un poco asustado, porque sé que habrá críticas malas"

Lo que sí que veo en relación con mi trabajo es que ahora que he cruzado el espejo, ahora que estoy en el otro lado, creo que me está viniendo muy bien, porque estoy ganando mucha empatía y empiezo a entender mucho más a mis autores. Para los editores una novela, o un libro, no es que sea un libro más, pero sí que es verdad que tienes muchos otros y tienes que darle la atención que puedes darle: para un autor su libro es su libro. Creo que los editores debemos tener muy presente que estamos trabajando con material realmente sensible, muy delicado, pensar que hay muchas horas invertidas, mucho esfuerzo, mucho miedo… Realmente cuando publicas te expones. Por ejemplo, yo estoy orgulloso de haber escrito La amante ciega pero también estoy un poco asustado, porque sé que habrá críticas malas, habrá gente a la que le guste más o menos y gente que pensará que habrá alguna parte algo más forzada… Al fin y al cabo, una obra literaria nunca es perfecta. Hay muy pocas obras perfectas. Entonces te da vértigo y te da miedo exponerte. Y eso lo he aprendido ahora, y creo que me va a hacer mejor editor.

—Tras la escritura de la novela y tantos años en el sector editorial, ¿cree posible volver a leer por placer?

—Sí, la lectura sigue siendo a veces muy placentera. Es verdad que según vas probando mucho, los sabores van cambiando y eres cada vez más exigente que hace quince años. Entonces de lo que leía anualmente me encantaba un 60% y ahora me encanta un 20%. Es normal. Es un poco putada porque nos dedicamos a lo que nos gusta de una forma vocacional, pero es un arma de doble filo. Es un poco trampa porque de tanto usar esta pasión que es la lectura pierdes la capacidad de sorpresa. Es verdad que ahora leer por placer me cuesta más porque hay menos obras que me sorprendan. Aun así las hay.

—¿Cuál es la última que le ha sorprendido?

—Estoy ahora mismo con una obra poco literaria, La España de las piscinas (publicado por Arpa). Me está gustando mucho. Es un análisis muy inteligente de nuestra sociedad. En el plano literario la última novela que me ha sorprendido es La historia de Shuggie Bain (de Sexto Piso), escrita por un escritor escocés. Es una novela devastadora, te pasa por encima como un bulldozer. Es muy dura, me dejó bastante impactado.

—¿Para qué cree que sirve la escritura?

"Pensamos, pero pensamos de una forma muy ligera. Y como las novelas tienen varias capas, en el fondo, en el poso... ahí hay filosofía"

—A mí me sirve mucho para conocerme. Con 18 años tuve un crac personal y empecé a ir al psicólogo. Estuve yendo al psicólogo quince años. Me di cuenta de que ir al psicólogo es hacer narraciones, contarte a ti mismo. Desde pequeño he tenido la necesidad de escribir, y creo que lo hacía para comprender las cosas. Creo que he tenido problemas sociales a la hora de interactuar, he sido muy tímido, me he encontrado muy fuera de lugar en muchas situaciones, y a través de la escritura comprendía el mundo, comprendía lo que me angustiaba. Esta novela me ha servido para conocerme más y para conocer el mundo, al fin y al cabo. Creo que es un gran método de autoconocimiento y de reflexión acerca del mundo que nos rodea. Es como una filosofía diluida. Pensamos, pero pensamos de una forma muy ligera. Y como las novelas tienen varias capas, en el fondo, en el poso… ahí hay filosofía.

La amante ciega es un texto en el que sus protagonistas, en un momento dado, son copias de sus “yo” del pasado, replican con décadas de diferencia una historia de amor. ¿Qué llevan estos personajes en sus respectivas mochilas para repetir esta historia?

—Mucho miedo, mucho vértigo ante el final, ante la muerte. El protagonista es coetáneo a mí, y cuando yo la escribo estoy en ese momento (yo aún no tenía 40 años, mi personaje sí) en el que ves a los padres languidecer. Cuando vemos a los padres languidecer empezamos a ser conscientes de la muerte. Hasta ese momento para mi la muerte no existía, yo era un ser inmortal. Realmente de ahí viene el anhelo por volver atrás, por volver a esa juventud, a ese lugar edénico en el que nada importa, donde somos guapos y jóvenes eternamente, nos relacionamos con todo el mundo, tenemos fuerzas para salir de copas, dormir dos horas, jugar un partido de fútbol, irte a comer con los amigos… Eso de repente a los 40… Justo cuando terminé la novela mi padre enfermó de cáncer. Además, fue un cáncer de pulmón, como en el caso de la novela. Fue un paralelismo curioso. La sensación era esa, sentirme en el abismo y decir: «La vida va en serio». En la novela en algún momento aparecen los versos de Gil de Biedma «que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde». Es así. La novela es la novela del descubrimiento de la muerte y de la necesidad de volver al pasado, a esa ficción, para sentirse jóvenes. A una ficción un poco cruel y brutal, porque al fin y al cabo la lleva a término con una persona enferma, una persona condenada a morir.

—¿Cuáles son los ingredientes para construir una buena novela?

"Se dice siempre que hay escritores de mapa y autores de brújula. En ambos casos lo importante es el final, una meta"

—Esta es más para el editor que para el escritor. Una buena estructura, una estructura sólida. Una novela es arquitectura. Una novela debe tener unos cimientos muy sólidos: tienes que conocer muy bien a tus personajes, de dónde vienen, qué les pasa en el momento en el que les vas a escribir, qué obstáculos se van a encontrar y qué es lo que quieren. Debe tener también buenas estructuras: ¡las plantas del edificio! Si tienes eso bien construido y es sólido va a ser mucho más sencillo aplicarle todo lo demás: las subtramas, el estilo… Básicamente son esos los ingredientes: estructura y personajes. Tener muy claro, por supuesto, a dónde vas. Se dice siempre que hay escritores de mapa y autores de brújula. En ambos casos lo importante es el final, una meta. Saber dónde quieres que vaya tu personaje. No puedes empezar una novela sin saber qué quiere tu personaje. Tienes que saber lo que quieres contar. Esto es impepinable. Luego hay más cosas. Como editor podría añadir: investigar un territorio nuevo, un tema nuevo, no repetirse, intentar ser original… como editor siempre busco cosas originales, frescas… no leer siempre la misma historia.

—Cada vez que Ernesto está delante de Victoria se me presentaba la escena como si estuviera delante de El origen del mundo, de Courbet. El sexo en su novela es arte o está fuertemente ligado a él. ¿Tenía en mente este tipo de representaciones artísticas a la hora de concebir una escena íntima?

—No. La verdad es que no. Agradezco que me lo hayas dicho porque sí que creo que puede tener algo que ver. No lo tenía en cuenta, pero es verdad que la forma de narrarlo y describirlo tenia algo de artístico. Influye el estar escribiendo una novela en la que el personaje principal se dedica al arte y en la que hay muchas obras de arte. La verdad es que no lo tenía en mente y me parece muy chulo pensarlo.

—¿Qué otros proyectos tiene en mente?

"Cuando murió mi padre permanecí sin llorar varios días hasta que llegó un momento puntual en que se desató el llanto y no paré durante hora y pico"

—Tengo dos novelas iniciadas. Una de ellas me requiere mucha documentación y estoy retrasándola porque me da algo de pereza. Me interesa mucho acercarme al comunismo y al capitalismo, a los dos sistemas. Creo que en definitiva terminan siendo muy parecidos y quería investigar sobre eso. Luego una novela de juventud, también iniciada, que me gustaría retomar. Es un thriller cómico. Ahora estoy escribiendo lo que creo que es el proyecto que acabaré escribiendo: una especie de autoficción, diario o monólogo sobre mi padre, que murió hace dos años. La verdad es que se me ha removido mucho, me ha despertado muchas cosas. Cuando murió mi padre permanecí sin llorar varios días hasta que llegó un momento puntual en que se desató el llanto y no paré durante hora y pico. El duelo me ha costado mucho. De repente ha llegado el momento de ponerme a escribir. Ha sido algo fisiológico, lo he necesitado para comprender qué significa para mi la muerte de mi padre. Para mi la escritura es algo natural, necesario, como una automedicina. Ahora estoy en eso.

 

TITULO: REVISTA QUO - El resplandor que ilumina lo oscuro: Sobre la poesía de Ernesto Pérez Zúñiga ,.

 REVISTA QUO - El resplandor que ilumina lo oscuro: Sobre la poesía de Ernesto Pérez Zúñiga  , fotos ,.

 El resplandor que ilumina lo oscuro: Sobre la poesía de Ernesto Pérez Zúñiga,.

 El resplandor que ilumina lo oscuro: Sobre la poesía de Ernesto Pérez Zúñiga

Mallarmé relata la única vez que vio a Rimbaud en una carta dirigida a H. Rhodes, fechada en abril de 1896. No lo describe con sus palabras, sino con las de Verlaine, que había trazado un retrato de Rimbaud en Los poetas malditos con la precisión que otorga una mirada capaz de desmembrar esta cáscara llamada cuerpo que habitamos, con la misma exactitud de transmitir lo que le ocupa. Si hubiera sido en 1886 ese encuentro, ese hito hubiera servido para comenzar este texto sobre la poesía y la figura de Ernesto Pérez Zúñiga: afirmaría que exactamente un siglo después de ese instante, lo contemplé por primera vez portando la vestimenta de portero en un partido de fútbol sala.

 Qué le estamos haciendo a Quo? - Quo

Fue en Granada, en el patio de un colegio que después ambos recrearíamos en nuestra obra y que daría germen a toda una vida de amistades, encuentros y desencuentros, con todo lo que ello conlleva. Amores compartidos, desazones a solas, mucho alcohol y escarceos con la pipa de kif que finalmente prendió en nuestras vidas en forma de literatura. Literatura con mayúsculas, el terrible influjo de los poetas malditos, el magisterio de Valle-Inclán, la pasión por los místicos flamencos y castellanos, el recorrido ininterrumpido por la riqueza de los escritores hispanoamericanos que, encarnada en buenas amistades, convive con nosotros en la actualidad.
"No podemos olvidar que una escala sirve básicamente para mantener las proporciones, para no distorsionar lo que se representa"

En estos días, en esa misma ciudad, presentó Ernesto Pérez Zúñiga Escala, un volumen de la Editorial Sonámbulos, en el que recoge una antología de su poesía escrita desde 1991 hasta este mismo año, 2023. Hecho que ofrece al lector un panorama completo del quehacer poético de Pérez Zúñiga desde el comienzo de su carrera hasta la actualidad, ligando el contenido de este excelente poemario con su título a través de una breve poética, razonada y emocional, en el que cada poema constituye un peldaño por el que ascender o descender. La dirección es de la propia poesía.

Con referencia al título, no podemos olvidar que una escala sirve básicamente para mantener las proporciones, para no distorsionar lo que se representa: en nuestro caso, la geografía íntegra de una poética extensa y diversa, difícil de recoger en un solo volumen. Este texto, fruto de la misma dificultad, se dirige a los años previos, al poeta en formación y a su primer poemario.

"La que la sombra de aquellos poetas de finales del siglo XIX nos cobijó en nuestros inicios. Cuánto mal nos hicieron, hemos dicho muchas veces, pero cuánto bien a su vez"

Regresemos al primer momento en el que tomamos contacto. Allí estaba él, con sus grandes manoplas de color amarillo y blanco. No destacaba, en aquel conjunto de muchachos que jugaban al balón, por su altura. El pelo entonces ralo y abundante. Afloraba ya en sus mejillas la sombra de una barba que hoy es espesa. Eran sus facciones agradables y la misma mirada profunda y azul que mantiene hoy día. Aquellas manos enguantadas me llamaron la atención, como a Mallarmé las manos grandes y rojas de Rimbaud. Un primer recuerdo, fortuito, accidental, sucedido hace 36 años, que fue el primero de una larga serie de coincidencias, conversaciones, vivencias y lecturas compartidas de nuestras escrituras, llenas de referencias a autores, a recomendaciones de obras, aderezadas de confidencias vitales, sinsabores y alegrías, en la que la sombra de aquellos poetas de finales del siglo XIX nos cobijó en nuestros inicios. Cuánto mal nos hicieron, hemos dicho muchas veces, pero cuánto bien a su vez.

Anhelábamos ser absolutamente modernos, pero en vez de fijarnos en The Cure, Duran Duran, Alphaville o The Smiths, por nombrar a algunos grupos que sonaban con fuerza en aquellos años en Europa, preferíamos compartir las ediciones de aquellos poetas malditos, del gran poeta norteamericano Walt Whitman, y preferíamos escuchar jazz. Tardes enteras de Cole Porter, Chet Baker y Dizzy Gillespie en el Cannonball, un bar de aquella Granada de nuestra adolescencia que tanto marcó nuestro gusto musical en nuestra primera madurez. No fuimos, en contra de nuestro amigo Rimbaud, absolutamente modernos.

"Alucinados los ojos por el amontillado, armado con rotuladores y aerosoles, regó con sus versos nocturnos los muros de la vieja ciudad de Elvira"

Y esa falta de modernidad se acrecentó en la lectura de los clásicos, en la pervivencia de un cierto regusto por el canon en la forma en que Ernesto Pérez Zúñiga ha ido construyendo un mundo poético tan personal y original que el lector avezado puede reconocer si, por azar, encuentra unos versos escritos en la pared. Hubo un tiempo, vandálico y arcano, en el que nuestro poeta, como esos goliardos del medievo o esos neohumanistas de la década de los 60 del pasado siglo, se enfrentaba a la vida vestido como un monje medieval. A su cuello, una ocarina. Alucinados los ojos por el amontillado, armado con rotuladores y aerosoles, regó con sus versos nocturnos los muros de la vieja ciudad de Elvira, la misma que encontró en «Escarcha» su émulo Monte. Puede que entonces él fuera el Dante, que todavía le acompaña, y que yo fuera el Virgilio que hizo de Cicerone en aquella ciudad nocturna, donde versos perdidos, de 1987, y casi inéditos de Ernesto, vieron la luz:

«Felicidad.
La montaña está quebrada.
Yo también me extingo»

Sería muy fácil seguir la senda académica y regresar a los libros que publicó Ernesto Pérez Zúñiga vinculados a Granada, la Granada donde vivió su infancia y su adolescencia, la Granada donde se formó para la vida antes de iniciar el periplo vital y geográfico que lo devolvió a Madrid, su lugar de nacimiento. Esa ciudad donde conoce el amor y su herida, donde vive el dolor, la amargura, el desconcierto de la adolescencia es donde rompe el poeta que es hoy. «Un poeta que escribe novelas», como le gusta afirmar cada vez que tiene ocasión. Como Valle-Inclán, que lo mira hecho piedra desde su despacho, tomó desde el principio, sin vacilar, una senda propia, llena de riesgos, porque no hay camino más difícil que el que se inicia conociendo la vía con la que otros han alcanzado la cima. Cima que no tiene que ver con el éxito ni con el reconocimiento, sino con el logro personal.

"No podemos dejar de lado una verdad elemental vinculada a la obra poética de Ernesto Pérez Zuñiga: cada uno de los textos que vemos impresos tienen una ligazón real con la vida de la que brotan"

Es durante esos años, los que van desde la infancia en el piso familiar de Granada a su entrada en la Universidad, en el que las referencias vitales, culturales y literarias forjan la personalidad de un Pérez Zúñiga en el que afán por la buena literatura y el jazz, el flamenco hondo y valores como los de la amistad, la lealtad, el compromiso y la autoexigencia crean una primera mixtura identitaria que va a acompañar a Ernesto hasta el día de hoy.

No podemos dejar de lado una verdad elemental vinculada a la obra poética de Ernesto Pérez Zuñiga: cada uno de los textos que vemos impresos tienen una ligazón real con la vida de la que brotan. Tanto es así que los textos son el resultado de ese ejercicio de fijar los «yoes» que somos a lo largo del tiempo, mutables, frágiles, cambiantes, contradictorios incluso, y que a su vez, estos textos son el fruto de una reflexión, no en el sentido estricto del término, pues en el caso de su poesía están más cercanos a la destilación de un humor, a la captación de un estado espiritual o a la reverberación de una luz.

«Escribes sobre lo que te ha ido preocupando, percibiendo o interesando durante mucho tiempo» [1] señala el autor en un diálogo conducido por Caridad Plaza.

"Son libros que responden a la formación de Pérez Zúñiga, a las intempestivas noches de verano, conjuradas bajo las estrellas, en las que se formó el carácter sabio y bueno de un poeta que no muda su espíritu con el paso de los años"

Por eso vamos a acercarnos brevemente al primero de sus libros editados, en el que se arraigan, por un lado, parte de las obsesiones que palpitan en toda la obra del autor, y por otro, los estudios formales de construcción de un poema, el empleo del ritmo, el ensayo y conocimiento del metro, así como los desarrollos formales de tropos, imágenes y símbolos en su poesía que irán evolucionando desde El vigilante hasta la actualidad. Obra publicada cuando el poeta apenas rebasaba los 20 años, y que nos sirve hoy para ver comprender cómo su voz se va conformando hasta alcanzar una primera madurez poética, no exenta de quiebros y requiebros formales, pero siempre exigente y cuidada.

Si tomamos la senda académica, en relación con la obra publicada por Ernesto vinculada con los años en lo que vivió y se formó en Granada, podríamos hablar de los tres primeros libros de Pérez Zuñiga: El vigilante (1991, Granada, El reloj y el viento), Los cuartos menguantes (Ayuntamiento de Granada, Granada, 1997) y Ella cena de día (Dauro, Granada, 2000), aunque este último tiene vinculación con otros territorios y experiencias, aunque fuera editado, quizás no idealmente, en Granada. Pero en su conjunto, son libros que responden a la formación de Pérez Zúñiga, a las intempestivas noches de verano, conjuradas bajo las estrellas, en las que se formó el carácter sabio y bueno de un poeta que no muda su espíritu con el paso de los años.

Los conocedores de su obra en verso son sabedores de que el mundo mítico de la infancia es desde donde se proyecta El vigilante, título con resonancias míticas y de elevación profética, dos elementos (lo mítico y lo profético) que, junto con lo mágico y lo misterioso, crean la arquitectura de emociones que levantan este pequeño poemario. Hay que destacar el placer que al bibliófilo despierta el tacto especialmente satinado de la cubierta, la calidad del papel, la encuadernación artesanal, el detalle del grabado de la portada y los dibujos interiores de Francisco Serrano, nos introducen en un mundo engañosamente infantil.

"Son poemas donde la emoción se destila a través de breves construcciones gramaticales, donde prima la estética y en las que, aparentemente, bastaba con ese formato para lograr el resultado que buscaba Pérez Zuñiga en su poesía inicial"

Es la primera vez que La isla del Tesoro de Stevenson aparecerá en el universo poético de Pérez Zúñiga, como en su obra en prosa lo harán los cuentos de Sherezade de forma recurrente o implícita. Esta vinculación con otros autores, con otros textos, a modo de literatura de aluvión, se teje conscientemente, pues la obra poética de Pérez Zuñiga que aquí despierta se va a erigir a partir de los valores simbólicos que aportan su conocimiento de la tradición literaria, construida a través de un canon personalísimo que se irá mostrando a lo largo de los años en sus diferentes obras poéticas publicadas. La isla del Tesoro emergerá por primera vez en esta obra, pero volverá a ella en Calles para un pez luna o Siete caminos para Beatriz. Y no solo se sirve de la tradición literaria para construir un mundo poético propio: la materia cultural que respira, que le envuelve y que como un buscador de oro persigue en el río de la vida, una vez que es encontrada, revierte desde su interior en veladas alusiones, reconstrucciones, reelaboraciones mínimas que se integran como propias en el fresco que levanta cada poema suyo.

Son poemas donde la emoción se destila a través de breves construcciones gramaticales, donde prima la estética y en las que, aparentemente, bastaba con ese formato para lograr el resultado que buscaba Pérez Zuñiga en su poesía inicial. La finalidad de construir «literatura» mediatizaba la forma en que el poema se materializaba: poemas, en palabras del propio autor, «falsos y, por tanto, muertos…». Descontaba el autor la realidad del poema que es anterior a su formación en el lenguaje, donde luego se plasma.

En nuestro mundo pequeño de escritores se tiene la certeza de que opinar sobre nuestra propia obra es una labor contaminada, a veces por exceso de aprecio y otras porque somos demasiado exigentes con nuestro propio trabajo. Es muy posible que la opinión de Pérez Zúniga sobre sus primeros poemas sea exagerada en exceso. En ellos se encuentra el germen que ha hecho posible su altura actual: ese resplandor brillante que nos ilumina en lo oscuro.

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