jueves, 13 de junio de 2024

Metrópolis - Otra excepción española ,. / DIAS DE TOROS - Hasta que llegó el tsunami , . / Retratos con alma - Es peligroso educar a los jovenes en la cultura,.

  TITULO: Metrópolis - Otra excepción española ,.

 

  El lunes - 1 - Julio , los lunes a partir de las 00:30, en La2, foto,.

 Otra excepción española ,.

 Pink Floyd publica ‘The Wall’

Otro treinta de noviembre, el de 1979, hace hoy cuarenta y tres años, un capítulo de la historia del rock está a punto de llegar a su conclusión con todo un momento estelar. Se trata de un final que viene implícito con la puesta a la venta de The Wall, el segundo álbum doble de Pink Floyd. Llegado a los comercios del Reino Unido un día como hoy —a los estadounidenses y al resto del mundo lo hará una semana después, el ocho de diciembre—, con The Wall, el disco en cuestión —El muro para las audiencias españolas— culmina la popularización de una banda que aún era para iniciados diez años antes, cuando el siete de noviembre de 1969 se puso a la venta su primer doble álbum: Ummagumma. Con su portada en mise en abyme —en una foto de la banda se imbricaba otra igual, a excepción del miembro del grupo sentado en el taburete del primer término de la escena, que iba variando—, los Pink Floyd de Ummagumma aún oscilaban entre el rock psicodélico que miraba al espacio y el experimental. Diez años después, habiendo alcanzado una popularidad inusitada en los días de Syd Barrett con The Dark Side of the Moon (1973), revalidada con Wish You Were Here (1975), la banda se decantaba por el art rock.

"En cierto sentido, en todo lo venidero habrá cierta voluntad de ruptura con este doble álbum que marca la cumbre de Pink Floyd"

Ópera para unos, álbum conceptual para muchos más, El muro es la cumbre y el final del rock de los 70. No sólo porque aparece a finales del último de aquellos años, también porque todo lo que va a llegar va a ser distinto. El ritmo del Diablo seguirá gozando mayoritariamente del favor de la juventud durante al menos un par de décadas. Desde la noche de los tiempos, pocas manifestaciones culturales han gustado tanto a tanta gente como el rock en la segunda mitad del siglo XX. No hace falta hablar inglés para entenderlo. Como la pintura abstracta, transmite emociones que obedecen a un lenguaje universal. Pero en cierto sentido, en todo lo venidero habrá cierta voluntad de ruptura con este doble álbum que marca la cumbre de Pink Floyd.

Las angustias de Roger Waters que lo inspiran —la muerte del padre en la batalla de Anzio (1944), la sobreprotección de la madre a consecuencia de la orfandad, la férrea educación británica, los fracasos sentimentales, las miserias de la cima del rock— confieren una gravedad a todos los temas del álbum diametralmente opuesta a la frivolidad de la que habrá de jactarse la Nueva Ola.

"La revolución punk está en su máximo apogeo y los punkies tienen en los Pink Floyd uno de los objetivos a derribar"

De una u otra manera, The Wall va a ser el disco más vendido de los años 70 y el tercero de toda la historia de los registros musicales. Los 33 millones de copias que facturará y los 23 discos de platino que merecerá darán buena prueba de ello. Pero las cifras se quedarán en nada ante el lugar que ha de ocupar en la banda sonora de la existencia de sus oyentes. Para muchos será el último álbum conceptual del rock, no porque éste deje de expresarse en álbumes conceptuales —los mismos Pink Floyd publicarán posteriormente The Final Cut (1983), también temático—, sino porque su experiencia con el ritmo del Diablo discurrirá por otros derroteros.

Serán muchos los oyentes de Pink Floyd que, apenas unos meses después, se dejarán seducir con sumo agrado por las bandas de la Nueva Ola. Lo harán Incluso algunos de los que al ver por primera vez la portada, ávidos de aprenderse de memoria los créditos de la grabación, echen de menos a Hipnosis, el colectivo de diseño gráfico que ha realizado las ilustraciones de todos los álbumes anteriores de la formación. En efecto, entre sus seguidores más entusiastas de los diez años que ya están quedando atrás, abundarán quienes renuncien a sus viejas costumbres en aras de lo que está por llegar. Tras la catarsis punk —de la que surgirá la nueva ola y hace 43 años aún se vive—, uno de ellos hará el viaje a la inversa: del rock de los 70 al rock & roll seminal. Ya rocker, negará a Pink Floyd como se niega a un Dios. Y al cabo de una vida, ya anciano y andando en nuestro tiempo, cuando el día en que se puso a la venta El muro forma parte de los recuerdos del “pelo largo” sostiene que, si volviera a nacer, amaría a todo el rock en su conjunto, del principio al final de su historia, aún más de lo que lo amó y agradece a quien corresponda que le haya dado el tiempo necesario para rectificar.

Pero estamos en 1979. Apenas quince días después llegará a las mismas tiendas, a las que un día como hoy llegó El muro, el London Calling de The Clash. La revolución punk está en su máximo apogeo y los punkies tienen en los Pink Floyd uno de los objetivos a derribar. Nadie quiere a esos maestros que han sido otro ladrillo en el muro para Roger Waters —alma mater de The Wall—, pero para los nuevos amantes del rock, con sus crestas de colores o la furia de The Clash, Pink Floyd, en su conjunto, son otro ladrillo en ese muro que hay que derribar.

"The Wall es un disco oscuro y violento producido por Bob Ezrin, un wagneriano, a decir de la crítica, a quien se debe el sonido de Berlín, de Lou Reed, otro álbum legendario de los 70"

La gloria de aquel día tal que hoy tiene su origen en un momento anterior e igualmente estelar. Está fechado el seis de junio de 1977, durante un concierto de la gira de Animals —el álbum que presentaron aquel año los Floyd— localizado en el estadio olímpico de Montreal. Alguien había hecho estallar un petardo y Waters —bajo, vocalista y artífice de la espectacular puesta en escena de los conciertos— estaba muy enfadado: un adolescente intentó subirse al escenario y el bajista de los Floyd, acaso al hilo de la costumbre punk, soltó un esputo al chaval en pleno rostro. Al punto se sintió mal consigo mismo, como aquel que yo me sé que negó a esta banda como se niega a un dios— y se puso a pensar en esas miserias del estrellato del rock que habían de constituir una de las angustias inspiradoras, uno de los ladrillos de El muro.

David Gilmour, el guitarrista de la formación, también es el compositor de algunos de los temas del disco que habrán de pasar a integrar la banda sonora de toda una generación, los recuerdos del pelo largo. Valga como ejemplo Confortably Numb. The Wall es un disco oscuro y violento producido por Bob Ezrin, un “wagneriano”, a decir de la crítica, a quien se debe el sonido de Berlín (1972), de Lou Reed, otro álbum legendario de los 70. The Wall es algo muy profundo y sentido por todo aquel que ame el rock. Así se escribe la historia.

 

TITULO:  DIAS DE TOROS  -   Hasta que llegó el tsunami,.


 Hasta que llegó el tsunami,.


Aunque los elementos pedían a gritos la suspensión del festejo, finalmente pudieron más las ganas de toros y el extremeño, con una gran faena al quinto, hizo olvidar el mal rato que pasamos en la plaza

Talavante se impuso al viento, la lluvia y los toros
 
foto / Talavante se impuso al viento, la lluvia y los toros,.

La tarde de toros en Olivenza se vio marcada por un clima terrible que desafió la ilusión de la afición. La persistente lluvia, el molestísimo viento y el juego poco convincente de los toros de Puerto de San Lorenzo y La Ventana del Puerto amenazaron con opacar el espectáculo. Sin embargo, en medio de esta adversidad, se izó un Alejandro Talavante genial, que recordó su mejor versión con el quinto toro, al que firmó una faena memorable cargada de genialiad y emoción.

A medida que avanzaba la tarde, la lluvia cedió en el quinto turno, ofreciendo el escenario perfecto para el arte de Talavante. Con una precisión impecable, el torero bordó el toreo con muletazos tan inspirados como ajustados, tan rítmico todo, tan espontáneo, que despertó la pasión de los tendidos que, por un momento, parecieron recibir el calor que subía desde el lodo en el que se había convertido el ruedo oliventino. Su faena fue una exhibición de técnica y sensibilidad, destacándose con naturales de trazo largo y series con la diestra que arrancaron sentidas ovaciones.

Aunque en su primer turno le faltó un toro que estuviera a la altura, Talavante logró dejar destellos de su tauromaquia, dibujando naturales sublimes que resonaron en el público. A pesar de las circunstancias adversas, el torero supo sacar paritdo y fue premiado con una merecida oreja.

La jornada también contó con la destacada actuación de José María Manzanares y Roca Rey, quienes superaron solventemente a las dificultades del clima y los astados. A pesar de la indiferencia de parte del público debido al mal tiempo, la entrega y el valor de los diestros lograron mantener viva la emoción en la plaza, aunque no consiguieron sacar ningún premio de sus respectivas actuaciones.

FICHA DEL FESTEJO:

Sábado 2 de marzo de 2024. Plaza de toros de Olivenza, Badajoz. Segunda de la Feria del Toro. Lleno en tarde desapacible, de lluvia intermitente y viento.

Cuatro toros de Puerto de San Lorenzo (1º, 3º, 5º y 6º) y dos de La Ventana del Puerto (2º y 4º), bien presentados para la categoría de la plaza, pero escasos de raza en términos generales, exceto el 5º, de gran clase y duración.

José María Manzanares, de gris plomo y oro, ovación y ovación.

Alejandro Talavante, de verde botella y oro, oreja y dos orejas.

Roca Rey, sangre de toro y oro, ovación y ovación..

Incidencias: Javier Ambel saludó una ovación tras un gran tercio de banderillas al segundo.

 

TITULO:  Retratos con alma - Es peligroso educar a los jovenes en la cultura,.

 

La periodista Isabel Gemio regresa a la televisión para presentar 'Retratos con alma', el nuevo programa producido por RTVE en colaboración,.  

 

 Lunes - 1 - Julio -  a las 22:40 horas en La 1 / foto,.

 Es peligroso educar a los jovenes en la cultura,.

 La imparable fuerza positiva de la migración

Creciente, desbordante, evidente, arrasadora, la cuestión sobre los flujos migratorios, de diversa naturaleza y origen, social, política, humanitaria, es uno de los ejes vertebrales del futuro en el planeta. Es la suma perfecta de varias necesidades que confluyen: la de los que parten en busca de horizontes vivibles, la de los que vivimos en sociedades que afrontan decadencia y precisan una vital renovación, la de la despoblación y repoblación de los espacios geográficos afectados por el cambio climático y, en fin, la de los huidos de las guerras que buscan sobrevivir y reconstruir las vidas de varias generaciones. La suma de todo ello hace que, hoy en día, el reto de lo que se avecina en este siglo XXI se llama “movimiento migrante”. Y ya, lejos de ser anecdóticos o puntuales, lejos de ser una esporádica presencia de culturas inesperadas, ese movimiento es un poder que modifica y modificará más aún las sociedades democráticas, liberales, prósperas y ricas. Pero no sucede, ni sucederá, de manera lineal o natural, sino que afrontará conflictos de ajuste, derivará en enfrentamientos de prejuicios y, finalmente, superadas la fases críticas, supondrá un enriquecimiento social, económico y cultural para las sociedades de acogida, algo que, a la larga, muy a la larga, beneficiará también a las sociedades de origen, de las que los migrantes partieron en busca, no de la vida mejor, sino sencillamente de la vida. Porque el movimiento migrante hay que entenderlo en clave de vida o muerte. Prueba de ello es el gigantesco cementerio que es ya el Mediterráneo.

De esto trata el libro Poder migrante, de la escritora Violeta Serrano. Nos ofrece un ensayo de enorme clarividencia y dominio literario, en el que mezcla varios géneros, desde el reportaje vivencial, con testimonios de primera mano —un refugiado, un negro llegado en patera, un guardia civil de Melilla—, incluso biográfico, relatando su experiencia de española que tuvo que abrirse camino en Buenos Aires, hasta el análisis valiente, de denuncia, crítico, de los prejuicios y posturas políticas de las sociedades del bienestar. Por todo ello, se trata de un libro-síntesis de la migración desde todos sus aspectos, enfoques y convergencias, un mosaico de realidad. Pero no se queda en la mera descripción problemática, sino que lanza una tesis esperanzadora, o quizá habría que decir inevitable: los flujos migratorios son un capital de mejora mundial, son un poder político que se expandirá como un líquido y lo cubrirá todo como una renovación revolucionaria. Es, en suma, un canto poderoso al mestizaje, que, como la historia ha demostrado siempre, es el motor de avance de la humanidad. Un motor con muchos, muchos y dramáticos obstáculos.

"Hace hincapié Serrano en la oportunidad que tiene Europa para encauzar por esa línea su gran evolución venidera"

La cuestión que transita por las páginas de Poder migrante es cómo la sociedad de acogida se cuenta a sí misma al otro, qué relato conforma de ese otro, si es un relato excluyente, demonizador, racista, constructivo, integrador, piadoso, realista, etcétera. Y cómo ese relato del otro, en realidad, está siendo el relato del nosotros, del yo. Como dice Violeta Serrano: “La hipótesis central de este libro se basa en la idea de que las personas que se han visto obligadas a dejar todo atrás, o que lo han hecho para mejorar sus condiciones de vida, no son enemigos a temer, sino maestros de los que aprender en un mundo en constante crisis”. Aprender de ellos es el concepto clave que, inevitablemente y por fortuna, se acabará imponiendo. Pero antes tenemos que modificarnos, aceptar que esos “otros”, de otredad radical —pues no se trata de vecinos de otras provincias, sino de personas de lejanísimas tierras y culturas—, pueden aportar riqueza, mejora, experiencia. Asumir, pues, que nos toca entender y practicar la tolerancia, romper prejuicios, eliminar el miedo. No significa esto ser complacientes con los aspectos culturales o religiosos que sean perniciosos; significa, más bien, consolidar y mostrar nuestros valores éticos y sociales, sin dejar de reconocer que, a veces, nos amparamos en esas diferencias religiosas, cuyas limitaciones reales son obvias (véase, si no, el rol de la mujer en el islam, por ejemplo, o la cultura de la ablación de ciertos países africanos, o la militancia en el yihadismo por parte de un ínfimo porcentaje de refugiados), para rechazar al otro en bloque. Hemos de educar para dejar que ellos nos eduquen, por así decir, en aspectos y experiencias que desconocemos, que nos harían mejores en emociones, sensibilidad y conocimientos; que nos traerían diferencias que igualarían nuestra propia diferencia con respecto a la que nosotros somos para ellos. Ellos y ellas también nos tienen miedo.

Violeta Serrano cataloga, con una excelente habilidad narrativa, todo el abanico de circunstancias que se evidencian a la hora de hablar de migración. Desde el prejuicio de razas y colores de piel, hasta los clichés más burdos y las corrientes políticas que tienen una postura supremacista o racista. Habla de los menores, los adolescentes sin nadie, en un limbo legal y social, cuya fuerza, energía, inteligencia, belleza y bondad corren el riesgo de perderse. Jóvenes o niños que vienen con una expectativa que se les quiebra, y eso deja un profundo trauma, añadido al que haya supuesto ya el viaje en sí, los peligros, abusos y decisiones que han tenido que asumir. Habla de los moros, los negros, los musulmanes, los jóvenes, los refugiados de países en guerra. Habla de los estereotipos como el “te robarán”, “te violarán”, “te quitarán el trabajo”. Habla del racismo hacia los chinos, los árabes, los negros, los latinos. Serrano hace labor de campo, aventura opiniones y elabora ideas que son sustanciales. La más destacada de esas ideas es la positividad de la migración como fuerza —porque es sin duda una fuerza— que cambiará el mundo. Analiza en su libro cómo el poder migrante adopta estrategias que, si tiene un mínimo de cooperación desde la parte receptora, es decir, desde nosotros, va a sacar y dar oportunidades a esas personas para que aporten mucho a la comunidad, a la de todos, como compatriotas que ellos y sus descendientes ya serán, y aportarán en un alto grado de cualificación. Y hace hincapié Serrano en la oportunidad que tiene Europa para encauzar por esa línea su gran evolución venidera. Pero antes hay que pasar por un proceso de aceleración de prejuicios, inestabilidades políticas y, lamentablemente, por una o dos generaciones migrantes que se sacrificarán. Hace poco oí decir a un refugiado en Lesbos, un hombre culto, que primero los trataron como emigrantes, luego como refugiados, luego como amenaza y ahora como invasores. Invasores de Europa. De la Europa de los privilegios, de los miedos, de los fascismos mentales, de los Le Pen, Orbán, Abascal y Johnson.

"Quien viene de fuera siempre tiene un relato nuevo que contar. Empezando por la historia misma de su viaje hasta nosotros. En este sentido, son los nuevos Ulises, la nueva Odisea"

El libro de Serrano viene a decir: «Desconfiemos de nosotros mismos, aún no estamos preparados para asumir y aceptar al otro, al diferente». Para ello hay que empezar a romper la divisoria “nosotros” y “ellos”, y romper su falsa dicotomía moral de buenos-malos que encierra. Es falsa. Pero no hay que caer en ingenuidades, claro. Es cierto que solemos construirnos de ellos una idea autojustificativa. Como dice Serrano, son “culpables imaginarios contra los que cargar nuestra propia frustración”, porque estamos en crisis de precariedad. No obstante, rasemos a los ellos por el mismo rasero que a los nosotros. Tan peligroso puede ser un delincuente nacional como uno foráneo. Es más, la estadística dice que los primeros son los más peligrosos. En tiempo de nacionalismo exacerbado, que no es más que una de las caras del miedo al cambio, prevalece la idea de “nuestra casa”. ¿Qué es “nuestra casa”? Nuestra casa es un concepto que mezcla muchas cosas: posesión, pertenencia, espacio y habitabilidad. Lo que el nacionalismo hace es convertir la casa en un castillo que defender y no en una inmensa y abierta posada común. Vienen tiempos en que hay que romper la solidez de esa idea de “casa-castillo” y abrirse a compartir lo público, aunque en ciertas fases de ese proceso lo público esté sostenido tan solo por los que podamos pagarlo. Esto es lo que no comprende cierto discurso refractario que se impone con odio, el odio que subyace en el miedo, y que instrumentalizan las derechas encastilladas en un conservadurismo radicalizado. Serrano lo dice con claridad: no son enemigos. Pueden ser rivales laborales, pueden ser competidores, como cualquier otro compatriota, pero la idea de enemigo es una idea política.

Quien viene de fuera siempre tiene un relato nuevo que contar. Empezando por la historia misma de su viaje hasta nosotros. En este sentido, son los nuevos Ulises, la nueva Odisea, los nuevos héroes de una mitología por escribir. Si somos emoción mucho antes que razón, como dice Violeta Serrano, pues, por favor, que se note. Pero quizá estemos inmersos todavía en un aparatoso ruido que hace que se impongan los relatos del miedo. Algún día, todo será diferente. Un día que, sin duda, llegará. Porque la fuerza migrante, su poder, es tan necesario como imparable. Concluye Serrano, con lucidez: “Los migrantes ya no somos una rareza, no somos una falla del sistema: somos lo que constituye el nuevo mundo global. Nuestra identidad no es la excepción, sino la regla. Migrantes somos. Migrante soy. Es la nueva clase a la que casi todos pertenecemos”.

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