El paisano - Viernes - 18 , 25 - Octubre - En Arroyomolinos de León ha cogido el relevo generacional de su madre como diseñadora ,. / HOSPITAL - Salud - «¿Qué va a ser de nuestros hijos con parálisis cerebral cuando nosotros nos muramos?»,. / VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Costa del Sol: un refugio para disfrutar del verano ,. / VUELTA AL COLE - La IA y las plataformas ganan terreno en la Feria del libro de Fráncfort ,. / EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la tuya o en la mía - Miercoles - 16 , 23 , 30 - Octubre - Geoffrey Hinton ,./ EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 18 , 25 - Octubre - Juan Manuel de Prada - Rehenes del algoritmo ,.
TITULO: El
paisano - Viernes - 18 , 25 - Octubre - En Arroyomolinos de León ha cogido el relevo generacional de su madre como diseñadora,.
Viernes - 18 , 25 - Octubre a las 22:10 horas en La 1 , foto,.
En Arroyomolinos de León ha cogido el relevo generacional de su madre como diseñadora,.
Isabel (46 años) se ha criado entre lunares y volantes ya que su madre ha sido diseñadora y costurera y sus primeros pasos los dio en su taller.
Ella es el ejemplo de que la ciudad no es siempre el lugar de las
oportunidades, el pueblo puede permitir el emprendimiento y ofrecer un
valor añadido al producto. Nuestra protagonista es de Arroyomolinos de León, pero salió a los 18 años de su pueblo para estudiar Administración y Dirección de Empresas en Sevilla.
Aunque trabajó durante varios años como técnico de empleo para la administración y tenía trabajo estable, echaba mucho de menos el oficio que había aprendido de su progenitora.
Así que no se lo pensó dos veces y lo dejó todo para volver a su tierra y coger el relevo generacional de su madre como diseñadora de trajes de flamenca.
Isabel apuesta por su pueblo porque cree que le da prestigio a su
trabajo y le permite ofrecer a sus clientas un servicio más
personalizado.
En Arroyomolinos también ha formado su familia. Isabel cree que la
vida de sus hijas hubiera sido completamente distinta en la ciudad. Se
siente muy orgullosa de haber podido ofrecerles una infancia en un lugar
tranquilo y seguro.
TITULO: HOSPITAL - Salud - «¿Qué va a ser de nuestros hijos con parálisis cerebral cuando nosotros nos muramos?»,.
«¿Qué va a ser de nuestros hijos con parálisis cerebral cuando nosotros nos muramos?»,.
Los familiares piden más recursos y plazas de residencia para el día que ellos falten,.
foto / Esther García, de 65 años, y su hija Lucía González, de 33, en Toledo, donde residen,.
En las personas con parálisis cerebral, los
primeros síntomas de envejecimiento comienzan a los 35 años. Coincide
ese momento con indicios de agotamiento en sus padres que, entrados en
años, se preguntan qué va a pasar con sus hijos cuando mueran. Es
curioso pero en conversaciones que se desarrollan a muchos kilómetros, en Toledo, Zaragoza y Vigo, se repite esa misma preocupación
con idénticas palabras. «No queremos que sean una carga para nuestros
otros hijos», añaden los familiares. 120.000 personas en España tienen esta pluridiscapacidad
causada por una lesión en el cerebro antes de su maduración (previo a
los 3 años) y grandes necesidades de apoyo. Hoy es su Día Mundial.
Ana Almeida, de 76 años, enviudó hace más de tres décadas. Tiene tres hijas. Laura Maquieira,
de 52, es la mediana y tiene parálisis cerebral, pero su madre lleva
cierta delantera y asegura que a fecha de hoy goza de cierto «respiro».
«Estoy más contenta porque hice testamento y dejé todo listo para mi
hija. Sus hermanas la cuidarán, pero no llevarán una vida como la mía.
Yo solo he vivido por y para Laura. Ella es muy cariñosa, mi ojito
derecho», dice desde la ciudad olívica. A su hija una vacuna de la
poliomielitis la postró, con convulsiones y crisis epilépticas. Hubo un
tiempo de su vida en que «ya no contábamos con ella». Aprendí a ir «poco
a poco. Hemos pasado por todas las etapas. Con tropezones, solicitabas
cosas y no te las daban. Teníamos que ir mucho a Madrid por su
rehabilitación». El sobrecoste en pañales y medicación también pesa:
unos 890 euros semanales más respecto a otras discapacidades. «No le
llega con la pensión de ella, es un gasto, sí. Pero ahora está muy bien
atendida en la residencia y eso nos alivia mucho».
Estas personas necesitan acompañamiento para
ir al baño o comer. Con suerte, tienen asistentes personales unas horas a
la semana, trece en el caso de Rocío Molpeceres, de 44
años y vallisoletana. Pide vivir de manera independiente, dentro de las
circunstancias. En su caso, quería estudiar, fue al instituto y cursó
Trabajo Social. «Es importante que se respeten nuestras decisiones»,
clama Rocío, que habla con soltura.
Con Santiago Villadiego, oriundo de Lerma
(Burgos) y de 59 años, la comunicación es a través de un sistema
aumentativo y alternativo en su tableta. Él prefiere ver lo que ha
logrado y no lo que no ha podido hacer, porque «con los recursos
adecuados –implora– podemos disfrutar de la vida al máximo», aunque
reconoce que sí hubiera anhelado tener un trabajo estable. «También he
soñado con ir a los estadios a ver fútbol en directo», escribe a ABC.
Él está en una residencia en Apace (Asociación de Ayuda a la Parálisis
Cerebral) en Burgos desde 2007. «A medida que me voy haciendo mayor, sí
pienso que puede ser complicado envejecer con parálisis. Quiero creer
que siempre habrá personas que se preocupen por mí», aprecia.
En la actualidad Confederación Aspace
(que aglutina a las asociaciones de parálisis cerebral en España)
gestiona viviendas comunitarias, aunque la Administración solo cubre el
66% de media de cada plaza, explica su presidenta Manuela Muro. Van a hacer falta muchas más, revela Juan José García,
director de una de esas viviendas: en diez años, el porcentaje de
personas con parálisis mayores de 65 años en residencias pasará del 7 al
20%. Y más de siete de cada diez de ellos tienen un grado de
discapacidad superior al 80%.
Lo sabe bien Rafael Oliver (65 años) que además de padre y cuidador de Sandra,
de 36, es vicepresidente de Aspace-Zaragoza. Tampoco quiere que su
segunda hija sea una carga adicional para su primogénita, recién
estrenada en la maternidad. «A nosotros nos tocó la china, como yo digo,
pero nuestra hija tiene que hacer su vida. Cuidar de su hermana, pero
no dedicarse en cuerpo y alma». Rafael recuerda que «lo peor es
enfrentar el diagnóstico. Nos fuimos dando cuenta de que su desarrollo
psicomotor no era el correcto, ni el cognitivo... Ahora nacen dos por
mil niños con parálisis y lo detectan a embarazadas, antes nada. Y el
impacto es tremendo: te cambia la vida, la casa, el coche...». Prosigue:
«Vienen padres a la asociación muy bajos de moral y 'te ves' en ellos.
Nosotros durante veinte años no hemos ido al cine pero estando bien
atendidos, te facilitan descansar». En Aspace-Zaragoza hay 96 personas.
«Ha mejorado mucho su calidad de vida, pero todo es insuficiente. Hay
mucho gasto en logopedas, fisios...», completa.
Intervención en el Congreso de los Diputados
En Toledo, Esther García, recién jubilada,
salía de un revés y tenía que sortear el siguiente. «Ahora tiene un
problema de corazón; ya no ve; es sorda.... Siempre estábamos de
hospitales, teníamos una tienda y tuvimos que cerrar. Lo dejas todo». Su
hija Lucía, a punto de cumplir 34, tiene síndrome de Charge,
una de las patologías «afines» de la parálisis. Su grado de
discapacidad es del 100%. Y las cargas alrededor, muchas: un ejemplo, un
audífono cuesta 6.000-7.000 euros cada tres años. «¿Que cómo lo superé?
Dándome golpes contra la pared», bromea. «Yo la tengo infantilizada,
pero también notas cómo van envejeciendo. Y lo que quiero para su futuro
es que no saquen a mi hija de su entorno: para estas personas es
crucial la estabilidad».
Esther y Rocío intervienen mañana en el Parlamento «a lo 'Unzué con la ley ELA'»,
para reclamar una estrategia adaptada a la parálisis cerebral, con más
recursos y plazas habitacionales, y que los políticos no olviden que
tienen derecho a un futuro digno.
TITULO:
VACACIONES - EUROPA DE PELICULA - Costa del Sol: un refugio para disfrutar del verano ,.
Costa del Sol: un refugio para disfrutar del verano,.
La amplia oferta cultural, gastronómica y de ocio convierten a este enclave en uno de los destinos más deseados del mundo,.
foto / Cada
año, las revistas de viajes más prestigiosas de España y del mundo
dedican varias de sus páginas a la Costa del Sol. La BBC se hace eco del
destino andaluz por su clima, sus playas de ensueño o por su
popularidad. The Guardian recomienda la Costa del Sol y elogia en varios
de sus últimos artículos la gastronomía local y la calidad de los
productos que se sirven en sus bares y restaurantes. Desde el otro lado
del Atlántico, The New York Times presenta este enclave como un destino
de lujo accesible, ideal para aquellos que buscan una mezcla de relax y
cultura.
¿Por qué todo el mundo quiere conocer la provincia de Málaga? La repercusión del destino, que es cada vez mayor, se debe a sus 320 días de sol al año y 161 kilómetros de costa,
sus playas urbanas y parajes naturales, además de la amplia oferta
cultural, deportiva y de ocio con la que cuentan todos los municipios.
Desde la Playa de los Álamos en Torremolinos, ideal para jóvenes, hasta
la tranquila Playa de Artola en Marbella, no cabe duda de que hay
opciones para todos los gustos.
Las playas de la Costa del Sol
Las playas de la Costa del Sol son, sin duda, uno de sus mayores atractivos. El secreto se encuentra en la variedad, una experiencia diferente que solo se puede disfrutar en esta zona del Mediterráneo.
Las playas de la zona occidental de la Costa del Sol constan de unos 90 kilómetros.
Comprende los municipios que van desde Málaga capital hacia el oeste e
incluye Torremolinos, Benalmádena, Fuengirola, Mijas, Marbella,
Estepona, Casares y Manilva. En esta zona destacan las playas urbanas
equipadas con diversos servicios y acondicionamientos para disfrutar de
la mejor experiencia en contacto con el sol y el mar. Algunas de las más
destacadas son Malapesquera, en Benalmádena; o Los Boliches, en
Fuengirola.
La Playa de los Álamos en Torremolinos es una de las más frecuentadas por jóvenes que buscan ocio nocturno. Aquí encontrarás los beach clubs de moda y diversión durante todo el día y gran parte de la noche. Si prefieres relax y desconexión total, una buena opción puede ser la Playa de Artola – Cabopino (Marbella) ubicada en el entorno natural de las Dunas de Artola.
También destacan las playas urbanas de Málaga como la Malagueta y la de Pedregalejo. Muy cerca del centro de Málaga, disponen de todos los servicios de una gran ciudad y el relax que ofrece un día en la costa o un atardecer con una temperatura envidiable todo el año.
Mención especial a la Playa de Pedregalejo. Se encuentra en un antiguo barrio de pescadores y es famosa por sus pequeñas calas y su paseo marítimo lleno de restaurantes y bares.
Esta playa es ideal para familias y jóvenes que buscan un ambiente
relajado y auténtico, con la posibilidad de probar los espetos de
sardinas y otros productos frescos del mar cocinados de forma
tradicional.
En Estepona, la Playa de la Rada, que se extiende a lo
largo del paseo marítimo, se caracteriza por su arena fina. Ofrece una
amplia gama de servicios, incluyendo acceso para personas con
discapacidad, alquiler de sombrillas y hamacas y una gran oferta de
deportes acuáticos. Su cercanía al centro de Estepona la convierte en
una buena opción para aquellos que prefieren disfrutar de la combinación de playa y turismo cultural.
Estepona es una localidad típica andaluza con una oferta cultural y de
ocio que contempla desde un orquidiario hasta la ruta por sus murales
artísticos o la necrópolis prehistórica de Corominas.
TITULO: VUELTA AL COLE - La IA y las plataformas ganan terreno en la Feria del libro de Fráncfort,.
La IA y las plataformas ganan terreno en la Feria del libro de Fráncfort,.
foto / La Feria de Fráncfort tiene un gran atractivo para el público,.
El encuentro editorial se celebrará en Alemania
desde 16 al 20 de octubre de 2024 con Italia como país invitado.
Netflix tendrá un estante propio,.
Se celebra todos los meses de octubre, en Fráncfort del Meno. En esta
ocasión, se llevará a cabo desde el 16 hasta el 18 de octubre y tendrá a
Italia como país invitado. Desde 1949, esta feria es el epicentro del
mercado editorial en el mundo. Tan sólo en la pasada edición contó con
la participación de más de 4.000 empresas procedentes 95 países y con
215.000 visitantes registrados. Quien no va a Fráncfort no existe. El
80% de los contratos editoriales tienen lugar ahí. Su principal negocio
consiste en la compraventa de los derechos de los libros en un ámbito
global: derechos de publicación, de traducción a lenguas extranjeras,
derechos para el cine, licencias y derechos de merchandising.
TITULO:
EN PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En
la tuya o en la mía - Miercoles - 16 , 23 , 30 - Octubre - Geoffrey Hinton ,.
En la tuya o en
la mía - Miercoles - 16 , 23 , 30 - Octubre ,.
En la
tuya o en la mía', presentado por Bertín Osborne, acerca a los espectadores
el lado más desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante
aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer
mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en La 1 a las 22:30, el
miercoles - 16 , 23 , 30 - Octubre , etc.
EN
PRIMER PLANO - A FONDO - REVISTA XL SEMANAL PORTADA ENTREVISTA - En la
tuya o en la mía - Miercoles - 16 , 23 , 30 - Octubre - Geoffrey Hinton,.
Después de su doctorado trabajó en la Universidad de Sussex, y (después de la dificultad para hallar financiamiento en Gran Bretaña) la Universidad de California, San Diego, y Universidad Carnegie Mellon. Fue director fundador de la Fundación Benéfica Gatsby de la unidad de Neurociencia Computacional en University College de Londres, y desde el 20205 es profesor en el departamento de informática de la Universidad de Toronto. Tiene
la Cátedra de Investigación de Canadá en Aprendizaje de Máquina, y es
asesor para el aprendizaje en máquinas y cerebros en el Instituto
canadiense para Investigación Avanzada. Hinton enseñó un curso en línea
libre en redes neuronales en la plataforma de educación Coursera en el 2012.6 Y se unió a Google
en marzo del 2013 cuando su compañía, DNNresearch Inc., fue adquirida.
Está planeando dividir «su tiempo entre su investigación universitaria y
su trabajo en Google».7
Hinton investiga las maneras de utilizar redes neuronales para aprendizaje de máquina, memoria, percepción y procesamiento de símbolos. Es autor o coautor de más de 200 publicaciones revisadas por pares en estas áreas.8 Mientras fue profesor en la Universidad de Carnegie Mellon (1982-1987), fue uno de los primeros investigadores que demostraron el uso del algoritmo de backpropagation generalizado para entrenar redes neuronales multicapa que ha sido ampliamente utilizado para aplicaciones prácticas.9 Durante el mismo periodo, Hinton coinventó las máquinas de Boltzmann con David Ackley y Terry Sejnowski.10 Sus otras contribuciones a la investigación en redes neuronales incluyen representaciones distribuidas,
red neuronal con retraso de tiempo, mezclas de expertos, máquinas de
Helmholtz y Producto de Expertos. En 2007 Hinton fue coautor de un
trabajo de aprendizaje no supervisado titulado «Aprendizaje no
supervisado de transformaciones de imagen».11 Una introducción accesible a las investigaciones de Geoffrey Hinton puede encontrarse en sus artículos en Scientific American en septiembre de 1992 y octubre de 1993.
En octubre y noviembre de 2017, respectivamente, Hinton publicó dos artículos de investigación de acceso abierto1213 sobre el tema de la redes neuronales de cápsula, que de acuerdo a Hinton son «por fin algo que funciona bien».14
Hinton fue elegido miembro de la Royal Society (FRS) en 1998. Él fue el primer ganador del Premio David E. Rumelhart en 2001.16
En 2001, Hinton fue galardonado con un Doctorado Honoris causa de la Universidad de Edimburgo17.
En 2005 recibió el Premio IJCAI de Investigación de Excelencia por su
trayectoria. También fue galardonado con la Medalla de Oro Herzberg de
Canadá para la Ciencia y la Ingeniería en 2011.18 En 2013, Hinton fue galardonado con un Doctorado Honoris causa de la Universidad de Sherbrooke.19
En 2016, fue elegido miembro extranjero de la Academia Nacional de Ingeniería
de EE. UU. «Por sus contribuciones a la teoría y la práctica de las
redes neuronales artificiales y sus aplicaciones para el reconocimiento
de voz y visión por computador».20 también recibió el Premio IEEE/RSE Wolfson James Clerk Maxwell en 2016.21
Ha ganado uno de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento
(2016) en la categoría de Tecnologías de la Información y la
Comunicación «por sus contribuciones pioneras y altamente influyentes»
para dotar a las máquinas con la capacidad para aprender.22
Hinton es el Chozno de ambos, el lógico George Boole,
cuya obra se convirtió en uno de los fundamentos de la moderna ciencia
de la computación, y del médico cirujano y autor James Hinton.26 Su padre es Howard Hinton.27 Su segundo nombre viene de otro pariente, George Everest.28 Él es el sobrino del economista de Colin Clark.29 Perdió a su primera esposa por cáncer de ovario en 1994.30
Puntos de vista
Hinton
se movió de los EE. UU. a Canadá en parte debido a desilusión con la
política de la era de Reagan y desaprobación del financiamiento militar
de la inteligencia artificial. Cree que los sistemas políticos
utilizarán la IA para «aterrorizar a la población». Hinton ha
peticionado en contra de las armas autónomas letales. Con respecto al riesgo existencial de inteligencia artificial, Hinton ha declarado que la superinteligencia parece
estar a menos de 50 años en el futuro, pero advierte que «no hay una
buena trayectoria de cosas menos inteligentes controlando cosas de mayor
inteligencia». Cuando fue preguntado en 2015 por qué continúa con la
investigación a pesar de sus preocupaciones graves, Hinton declaró: «Te
podría dar los argumentos habituales. Pero la verdad es que la
perspectiva de descubrir es demasiado dulce». Hinton ha declarado también que «es muy duro de pronosticar más allá de unos cinco años» lo que los avances la IA traerán.
TITULO : EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA
SEMANA - MI CASA ES LA TUYA - viernes - 18 , 25 - Octubre - Juan Manuel de Prada - Rehenes del algoritmo ,.
MI CASA ES LA TUYA - VIERNES - 18 , 25 - Octubre ,.
MI CASA ES LA TUYA -', presentado por
Bertín Osborne,.
acerca a los espectadores el lado más
desconocido de personajes relevantes de diversos ámbitos. Durante
aproximadamente una hora, los telespectadores tienen la oportunidad de conocer
mejor al invitado y también al propio Bertín Osborne, en Telecinco a las
22:00, el viernes -18 , 25 - Octubre ,etc.
EL BLOC DEL CARTERO - LA CARTA DE LA SEMANA - MI CASA ES LA TUYA -
viernes - 18 , 25 - Octubre - Juan Manuel de Prada - Rehenes del algoritmo ,.
Juan Manuel de Prada - Rehenes del algoritmo ,.
Juan Manuel de Prada - foto ,.
Hasta hace poco más de un par de años, Giorgio Agamben
—editor en Italia de las obras completas de Walter Benjamin, descubridor
de muchos de sus manuscritos perdidos, continuista de la noción de
“biopolítica” de Foucault y del concepto de “estado de excepción” de
Carl Schmitt— era considerado uno de los filósofos más importantes nacidos en el siglo XX.
Esta consideración de por sí vacía, como todos los comparativos que
tratan de establecer categorías de valor en actividades difícilmente
cuantificables, se vio revisada a la baja por la postura que Agamben
adoptó públicamente en relación a una conocida pandemia, y más
concretamente por su posicionamiento contrario a un (sedicente) sentir
común. Se lanzó con un artículo —La invención de una pandemia—
escrito como temprana, y, en algunos aspectos, precipitada reacción a
una respuesta internacional “frenética, irracional y del todo
injustificada”, y allí, sin pretenderlo, regaló toda clase de armas a
los paladines de lo que se dio en llamar “consenso”. Más tarde, en
octubre de 2021, se dirigió al Senado italiano y a lo que todavía, en
virtud de una peligrosa costumbre, era posible considerar un “grupo de
representantes” de ese “sentir común” —me está costando lo suyo evitar
las frases hechas, en estos tiempos más espurias y temerarias que
nunca—, y, también una vez más, por todas partes se desataron las
críticas, cuando no las exigencias de “cancelación”, cuando no los
insultos. Lo más fascinante de todo es que Agamben se situaba en su discurso ante el Senado del lado, nada menos, de lo humano.
Formuló preguntas cuando menos razonables (“¿cómo puede el Estado
acusar de irresponsabilidad a quienes optan por no vacunarse, cuando ese
mismo Estado es el primero en rechazar formalmente toda responsabilidad
por las posibles consecuencias graves?”, “¿cómo aceptar que, por
primera vez en la historia de Italia desde las leyes fascistas de 1938
sobre los no arios, inventemos ciudadanos de segunda sometidos a
restricciones que, desde una perspectiva jurídica, son de idéntica
naturaleza a las que los no arios tuvieron que sufrir?”), y conclusiones
no menos razonables que merece la pena citar extensamente,.
Todo lleva a pensar que los decretos que aparecen uno
tras otro, como si vinieran de la misma persona, deben inscribirse en un
proceso de transformación de las instituciones y de los paradigmas de
la forma de gobierno de las sociedades de las que somos parte. Es una
transformación tanto más insidiosa cuanto que, como sucedió con el
fascismo, se desarrolla sin que haya habido cambios en el texto de la
Constitución: subrepticiamente. El modelo que así se corroe y se anula
es el modelo de las democracias parlamentarias con sus derechos, sus
garantías constitucionales. Y en su lugar se instala un paradigma de
gobierno en el cual, en nombre de la bioseguridad y del control, las
libertades individuales están condenadas a sufrir crecientes
limitaciones. La concentración exclusiva de la atención en las
infecciones y en la salud, en efecto, me parece que nos impide percibir
cuál es el sentido de esta gran transformación que está realizándose en
la esfera política (…) Creo que en esa perspectiva es más urgente que
nunca que los parlamentarios consideren con extrema atención la
transformación política en marcha, que no se concentren tan sólo en la
salud: la transformación política que está consumándose, y que a largo
plazo llevará a despojar inevitablemente al Parlamento de sus poderes,
reduciéndolo —como está sucediendo ya— a simplemente aprobar, en nombre
de la bioseguridad, decretos provenientes de organizaciones y de
personas a quienes importa poco el Parlamento.
"Quienes
hayan leído a Agamben antes de toda esta polémica sabrán que su
análisis no surge con la apoteosis de las restricciones y sus efectos
sobre el conjunto de los representados"
Estas fueron exactamente las “polémicas” palabras de Agamben ante el
Senado italiano: una advertencia de cuanto aguarda bajo la máscara del
consenso y las necesidades generales cuando se dice actuar en defensa de
lo que, en situaciones de “emergencia social” siempre actualizables,
resulta “socialmente” deseable, por parte de gobiernos voluntariamente
reducidos a algo así como sistemas operativos en manos de un programador
externo que ejecuta las órdenes sin el propio control del sistema.
(Cosa que puede hacernos pensar en inquietantes vendedores de software
que hubieran abandonado el limitado, a fin de cuentas, monopolio de la
industria de los sistemas operativos informáticos para empezar a
privatizar al individuo por la vía de la medicación obligatoria, y
subrogar su despojo actualizado con reservas —camino del “pantallazo
azul” orgánico— a beneficio del Estado). Asusta un poco, dicho sea de
paso, tener que precisar que lo humano a lo que Agamben se refiere es aquello de nosotros que no se limita al aspecto temporal, a la mera contingencia
(aunque lo temporal y contingente se beneficie de ello), sino que
reconoce una acepción soberana y trascendente, nada que ver, pues, con
la definición provisional y renovable a la que se dirigen las llamadas
“cámaras de representantes” en su aspecto de (sedicentes)
“representados”.
"Precisamente
esta victoria del dogma sobre las posibilidades de la duda ha supuesto
con frecuencia para Agamben una cuestión decisiva que éste ha ido
abordando en aulas, cátedras, páginas escritas, desde la monumental Homo Sacer, con el problema de la nuda vida como gran atractor de sus ideas, hasta Qué es real"
Quienes hayan leído a Agamben antes de toda esta polémica sabrán que
su análisis no surge con la apoteosis de las restricciones y sus efectos
sobre el conjunto de los “representados”. Estas cosas no dejan de ser
el revestimiento formal y estilístico de una narrativa general y
bastante más profunda, que es contra la que Agamben resuelve levantarse
en su primer artículo y posteriormente en su discurso ante el Senado (vernos
sometidos al encierro, a la paralización de la vida como la conocemos,
es el predicado de un sujeto omitido, que define los motivos reales pero
está por esclarecerse). Como heredero del método genealogista
de Foucault, Agamben encuentra en la noción de la “biopolítica” —la
gestión administrativa que el poder ejerce sobre la vida humana— un
programa teológico que apela a un principio expresado en la época
moderna por Hobbes, donde la autoridad encarna lo que hasta entonces
pertenecía al reino de lo divino y, como tal, no admite discusiones.
Pero esta descripción, que se adapta mejor al modelo de las viejas
tiranías que al de las (así llamadas) “democracias occidentales”, no es
sólo la opinión de un filósofo; es también la de médicos antaño
prestigiosos como Luc Montaigner (y hoy apestados
públicos: véanse los titulares tras su muerte) que han creído asistir a
un deslizamiento inexplicable de lo que había empezado como una cuestión
sanitaria hacia ese autoritas non veritas facit legem (“la
autoridad, no la verdad, hace la ley”) de Hobbes bajo el fantasma, el
pretexto, del (también así llamado) “bien común”. Lo de “creído ver”,
por supuesto, es una manera de hablar. Porque aquí no tratamos con
ninguna fantasía ni esto es una lectura exagerada de los
acontecimientos. Ya desde la propia declaración de “emergencia
sanitaria” hemos sido testigos de cómo aquellos que se han sentido
moralmente obligados a abrir el debate o han expresado una opinión
contraria a ese sedicente (una vez más) “consenso” eran descalificados
con un término especialmente insidioso, que hasta hace poco se reservaba
a quienes se oponían a aceptar la existencia de crematorios o campos de
exterminio operados por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial como
evidencias históricas; se les ha tachado de conspiradores contra la especie humana, probables sospechosos de servir como propagadores voluntarios
(terroristas “sin derecho de ciudadanía”, véase Macron, véase Ursula
von der Leyen, comisaria de un ente supranacional al que no se aplica la
“democrática” selección por el voto ciudadano, pese a que las
decisiones adoptadas en su órgano afectan al conjunto de los países
antaño soberanos) de una enfermedad que se libera en el espacio colectivo mediante un mecanismo tan inevitable como es la propia respiración.
Hemos asistido, por parte de los gestores políticos, a contradicciones
flagrantes que no responden únicamente a la mala administración del
gobierno desprevenido por la enfermedad inesperada ni a la prisa por
encontrarle un remedio (véanse los “futuros de mortandad”
apocalípticamente proyectados por el Imperial College, que impulsaron
los confinamientos y las posteriores medidas de control en todo el
mundo, desautorizados por los estudios de la universidad Johns Hopkins,
véanse las fiestas celebradas en Inglaterra por los mismos políticos y
asesores sanitarios —Boris Johnson y esposa; el infame “Professor
Lockdown”, Neil Ferguson, que aprovechaba los parques solitarios y los
aparcamientos desiertos para jugar a los médicos con su amante— que
habían decretado coercitivamente el encierro para el resto de la
población), y estamos viendo que en países anteriormente considerados
“democracias occidentales” como Canadá se embargan cuentas corrientes y
se decreta prisión para aquellos que apoyan económica o materialmente a
los llamados “convoys por la libertad”, constituidos por camioneros y
grupos de manifestantes opuestos a unas restricciones abusivas, y a los
que se está aplicando de facto la ley antiterrorista. Todo esto son
hechos consumados, no posibilidades ni elucubraciones, y hechos que (al
margen de que exista una “emergencia sanitaria” que requiera de medidas
extraordinarias para asegurar la curación y la vida sin por ello privar
de sus derechos a quienes no representan un problema para la aplicación
de esas mismas medidas) están dejando ver la aparición, cada vez menos “subrepticia”, de un principio regulador de la vida humana
enmarcable en lo que Foucault entendía como “biopolítica” y Agamben
como la sustancia putrefacta, viscosa, con la que se pretende engrasar, a
costa de unos derechos convertidos en permisos, el monstruoso Leviatán
actualizado de Hobbes, “la máquina gubernativa de Occidente”.
Ante sucesos también extraordinarios como los que se consuman entre
las bambalinas de la (una vez más) “emergencia sanitaria”, precisamente
lo que menos debería valer es el silencio ante el “consenso” cargado de
contradicciones y sí recurrir a lo que desde siempre ha servido
para el cuestionamiento, cuando menos, de las posturas dogmáticas, que
inevitablemente conducen al fanatismo (por ejemplo, la quema de
“hechiceras” bajo las órdenes criminales de la Inquisición, por ejemplo
la locura de Juan Calvino en Ginebra, que llevó a la pira a los autores
considerados perniciosos empleando como combustible sus propios libros,
por ejemplo el arresto domiciliario de Galileo por contravenir lo que
entonces era uno de los “principios reguladores de la vida humana”: la
tierra como centro de todas las cosas, el hombre como centro de la
tierra, Dios por encima de la tierra y el hombre; todos ellos quemados o
arrestados para evitar el contagio de un tipo muy concreto de mal,
específico según el lugar y la época), y despejar toda incógnita de la
duda razonable. Pero lo verdaderamente sospechoso en todo esto es que
aquí no parece haber lugar para la duda razonable. Precisamente esta
victoria del dogma sobre las posibilidades de la duda, este triunfo de
la servidumbre voluntaria sobre esa luminosa vacilación que, después de
todo, nos hace conmovedoramente humanos (un detalle nada banal, en los
tiempos de la parasitación de lo humano por la máquina, de la disolución
en la máquina de lo humano), ha supuesto con frecuencia para Agamben una cuestión decisiva que éste ha ido abordando en aulas, cátedras, páginas escritas, desde la monumental Homo Sacer, con el problema de la nuda vida como gran atractor de sus ideas, hasta Qué es real,
publicado en Italia en 2016 (cuatro años antes de la declaración de
“emergencia sanitaria”), en el que investigaba la desaparición del
físico italiano Ettore Majorana valiéndose de las herramientas de la
filosofía y de un conocimiento muy completo de la mecánica cuántica: “la
ciencia”, escribía Agamben en el apartado del libro que estudia la
dicotomía probabilística vs. determinismo, “ya no procuraba conocer la
realidad sino —junto con la estadística en las ciencias sociales— únicamente intervenir en ella para gobernarla”
Repito: intervenir en ella para gobernarla.
II
Respiremos un poco.
Qué es real (el libro sobre el que pensaba escribir
formalmente hasta que me he calentado al recordar los ataques
inmerecidos a su autor y —véase Justin Trudeau, véase Jacinda Ardern,
véase Scott Morrison, véase, y véase, y véase— los que se siguen
lanzando contra las “democracias occidentales” en general, con la venia
de los medios y de una pasmada mayoría) es un librito de muy pocas
páginas que puede perfectamente leerse como breve prólogo a las obras
mayores de Agamben. Quienes teman un estilo despiadado y abstruso
(aunque tengo la impresión de que entre los filósofos se encuentran
muchos de los mejores estilistas: Schopenhauer, Nietzsche, Ortega,
Foucault —¿podemos mencionar a Guy Debord, podemos mencionar a
Baudrillard?—, Peter Sloterdijk) pueden estar tranquilos. Su estilo es muy distinto de la realidad arrugada e hirsuta sobre la que, suavemente, una y otra vez Agamben pasa la mano:
es terso, es delicado, es envolvente, palpita a la profundidad justa,
cerca del corazón y la cabeza. El libro arranca con un párrafo muy bien
calculado que nos traslada al ambiente de la novela negra —el devenir de
la ciencia responsable, cabría decir, en forma de novela negra—, más
que al del ensayo convencional. Pero aquí no hay nada convencional. Aquí hay algo tan poco habitual como es el espectáculo de la pura inteligencia,
empezando por el insospechado ángulo desde el que Agamben observa (para
interrogarlo) nuestro familiar y engañoso concepto de “realidad”:
La noche del 25 de marzo de 1938, a las 22.30, Ettore
Majorana, considerado uno de los físicos más destacados de su
generación, se embarcó desde Nápoles, en cuya universidad era el titular
de la cátedra de Física teórica desde hacía un año, directo hacia
Palermo en un buque de vapor de la sociedad Tirrenoia. A partir de aquel
momento, salvo por noticias e hipótesis no confirmadas, se pierde todo
rastro del “joven profesor de treinta y un años, 1.70m de estatura,
esbelto, de cabello moreno, ojos oscuros y una larga cicatriz en el
dorso de una mano”, como reza el anuncio publicado en La Domenica del Corriere el
17 de abril con el título “¿Quién lo ha visto?”. A pesar de las
búsquedas, en las cuales se interesaron las autoridades policiales y,
bajo presión de Enrico Fermi, el propio jefe de gobierno, Ettore
Majorana había desaparecido para siempre.
Esta historia de la desaparición (real, o, por lo menos, “real”) de Majorana la tomó también Leonardo Sciascia para escribir “un libro ejemplar”, titulado precisamente así, La desaparición de Majorana(1975),
en el que Sciascia llegaba a la conclusión de que Majorana, “a quien el
propio Fermi definía como un genio a la altura de Galileo y Newton,
pero desprovisto de sentido común”, había visto en 1934 “lo que Fermi no
había podido ver: los experimentos que estaban realizando los
físicos romanos sobre la radiactividad podían conducir a la separación
del átomo de uranio… De aquí a entrever las posibles y
desastrosas consecuencias de la separación había un paso muy corto, y
Sciascia cita el testimonio de la hermana de Majorana, según el cual
éste habría dicho repetidas veces con amargura que la física va por mal camino”.
La novela de Sciascia “concluye con una visita a un convento cartujo,
donde el científico —hipótesis propuesta por Sciascia no como una
certeza comprobable sino como “una experiencia metafísica”— se habría
retirado hasta su muerte.”
"La
realidad reducible a sus elementos más pequeños, a sus pedacitos
cuánticos sometidos al valor de la estadística y predecibles en virtud
de un algoritmo, no es una mera fantasía narrativa sino un sueño que,
desde la época en que Hobbes expresaba la verdad aterradora de la autoritas, los gobernantes han confiado que la ciencia pusiera a su servicio"
Una vez distribuidas sobre la mesa de trabajo las diferentes piezas del problema, Agamben se introduce entre ellas para resolver no la causa objetiva de la desaparición de Majorana sino su causa ontológica, que ve vinculada a las conclusiones que el físico desarrolló en un artículo publicado en la revista Scientia (1942),
bajo el título “El valor de las leyes estadísticas en la física y en
las ciencias sociales” (que completa la publicación española, en la
ejemplar edición de Adriana Hidalgo).
Para Majorana, como posteriormente para Simone Weil —que tiene una
importante presencia en este libro—, asumir la naturaleza netamente
incognoscible del “estado real de un sistema” conduce a la esencialidad
de los modelos estadísticos, que precisamente por su carácter esencial
acuden a sustituir a la realidad. Las propias conclusiones de la hipótesis de Agamben arrojan así un modelo de realidad esfumada,
muy similar al desarrollado por Baudrillard en su teoría de la
hiperrealidad y la soberanía de lo virtual —“si la realidad debe
eclipsarse en la probabilidad”, explica Agamben, “entonces la
desaparición es el único modo en el cual lo real puede afirmarse
perentoriamente como tal, sustrayéndose a la sujeción del cálculo”—,
pero al mismo tiempo desvelan la amenaza soterrada que se vincula a
dicho modelo: v. g.,a la ciencia sólo le interesa la realidad en los términos en que pueda intervenir en ella (una vez más) con el fin de gobernarla.
De ahí a las —retomando la noción que aterrorizó a Majorana hasta el
punto de esfumarlo— “posibles y desastrosas consecuencias” de que, por
poner un ejemplo, los otrora “ciudadanos” se vean sujetos por los
llamados “gobernantes”, en virtud de una estadística, a sufrir el asedio
continuado de las probabilidades fatalistas y mantener “un modo de vida
inspirado en el de los enfermos” (en palabras del filósofo francés
Lucien Cerise, cuya interesantísima obra espero ver todavía traducida al
español), hay, también, un paso muy corto.
La realidad reducible a sus elementos más pequeños, a sus pedacitos
cuánticos —el árbol, la manzana que llamea en ese árbol, nosotros con la
mano tendida a esa manzana— sometidos al valor de la estadística y
predecibles en virtud de un algoritmo, no es una mera fantasía narrativa
sino un sueño que, desde la época en que Hobbes expresaba la verdad
aterradora de la autoritas, los gobernantes han confiado que la ciencia pusiera a su servicio.
Agamben ha sido vergonzosamente atacado tan sólo por señalar ese hecho,
a la manera en que “Tigranes, al primero que le anunció la venida de
Lúculo, en lugar de mostrársele contento, le cortó la cabeza, con lo que
ninguno otro volvió a hablarle palabra”. Lo que parece que
olvidamos al emplear la frase hecha que Plutarco nos dejó botando
—“matar al mensajero”— es el resultado que tuvo para Tigranes aquella
radical manera de dar la espalda a una verdad desagradable: tras ver su
reino “talado y asolado como si, en lugar de someter a sus reyes, Lúculo
hubiera sido enviado para despojarlos”, en apenas tres años tuvo que
rendirse ante Pompeyo y vivió el resto de su vida como mascota del
imperio que luchó por someterle.
Volviendo, ya para terminar, a Baudrillard: “La escalada es irreal,
como si se creara la ficción de un seísmo manipulando los instrumentos
de medición.” (En La guerra del golfo no ha tenido lugar). O
bien, en las premonitorias palabras de Ballard: “Estamos entrando en una
fase colonialista de nuestra actitud con el cuerpo, llena de ideas
autoritarias que ocultan una explotación implacable” (En Proyecto para un glosario del siglo XX). ¿Entonces? ¿Escalada irreal, explotación implacable? ¿Ni lo uno ni lo otro?En su artículo y su discurso ante el Senado, Agamben postulaba la opción más temeraria de todas: lo uno y lo otro.
La escalada no es “real”, pero la explotación sí es implacable. De no
ser porque aquello que está en juego es un modelo de (así llamada)
“libertad”, esa alternativa sólo nos podría preocupar como generador de
especulaciones en el plano teórico. Pero la mera posibilidad de que el
pronóstico de Agamben sea cierto conlleva la necesidad de tomar
decisiones responsables, algo que ya es mucho pedir en una sociedad que
ha depositado toda responsabilidad en las manos de aquellos que, a lo
largo de la historia (véase, y véase, y véase), han demostrado no tener
ningún reparo en emplearla contra los mismos a quienes aseguran
defender. Así, si Agamben no se equivoca en el análisis, silenciar sus
palabras por medio del insulto o la censura —lo que en el “hoy”
extremadamente aséptico y temeroso del contagio (contagio, del vocablo latino compuesto por el prefijo cum, “con”, y tango, tangere, “tocar”,
una palabra maldita, “tocar”, en los tiempos de eso conocido como
“distancia social”) se ha dado en llamar “cancelación”— supone un grave
peligro para quienes somos a un tiempo, lo queramos o no, participantes y
objeto nudo del análisis: Agamben, el Senado ante el que Agamben habló,
los (así llamados) “grupos de representantes” de ese mismo Senado y de
los (así llamados) “órganos de poder” de las llamadas “democracias
occidentales”, y naturalmente el colectivo de los (también así llamados)
“representados”. Y si no lo está, ¿qué peligro corremos? Ya pasó, ya
pasó, no fue nada, sólo un filósofo especulando y nada más: ¿cuándo fue la última vez que hicimos caso a un filósofo?
Y ahora que hablamos de “oídos sordos”, y ya para terminar realmente
(¿“realmente”?) de una vez, una última pregunta: ¿qué nombre recibía una
sociedad que negaba a las voces discrepantes el derecho a algo tan
humano como estar equivocadas?,.
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