TITULO: Cartas en el tiempo - Un penal en el infierno,.
Cartas en el tiempo ,.
Miércoles - 5 - Marzo a las 20:00 en La 2 / foto,.
Un penal en el infierno,.
La isla del Diablo se encuentra frente a las costas de la Guayana Francesa,.
Decenas de miles de condenados fueron llevados a la Guayana Francesa para trabajos forzados en condiciones inhumanas,.
Los testimonios de los casi 50.000 presos que el sistema judicial francés envió a la isla del Diablo coinciden en que el lugar era un infierno. El calor y la humedad, los trabajos forzados, las deplorables condiciones de subsistencia y la dureza,.
Charles Péan fue el hombre elegido por el gobierno galo para acabar con la «guillotina lenta», un penal infrahumano en la Guayana.
Todo el mundo ha oído hablar alguna vez de Papillón («Mariposa», en francés), el superviviente del infierno de la Isla del Diablo que vivió de milagro para contarlo en dos libros, uno de los cuales inspiró una famosa película.
Pero casi nadie conoce todavía hoy la existencia de otro héroe que acabó con la terrible pesadilla real en que se convirtió el célebre penal de la Guayana francesa. Rindamos por eso ahora merecido homenaje a Charles Péan, el hombre elegido por el Gobierno galo para liquidar la «guillotina lenta» que terminó con las ilusiones y esperanzas de 60.000 infelices desde su fundación en 1852. No en vano, cuando el príncipe Napoleón fundó la colonia, uno de sus ministros le preguntó: «¿Quién va a guardar a los penados?». A lo que el regio interpelado repuso sin miramientos: «Otros forajidos peores que ellos».
El comandante Charles Péan pertenecía al Ejército de la Salvación y se convertiría con el tiempo en un auténtico redentor de vidas humanas. Concluida ya la Primera Guerra Mundial, nuestro protagonista grabó a hierro y fuego en su memoria el lema del Ejército: «Un hombre puede estar caído, pero jamás está vencido». Y lo predicó con el ejemplo hasta el final. El joven estudiante Péan obtuvo el grado de doctor en Teología y ofreció su vida al Ejército de la Salvación. Mientras trabajaba en el barrio parisiense de Montmartre, tuvo noticia por la prensa de los horrores que asolaban a los presos del penal de la Guayana. Años después, se decidió a publicar un libro titulado en inglés The conquest of Devil’s Island donde relataba, con todo lujo de detalles, su descenso al averno. La primera vez que pisó aquella maldita isla permaneció tres meses interminables en ella inspeccionando los claustrofóbicos campamentos de trabajos forzados en medio de la selva, donde se hacinaban centenares de reclusos hambrientos y desnudos. Las tierras pantanosas estaban infestadas de mosquitos y culebras, y la fiebre y la disentería segaban las vidas más temprano que tarde.
Atmósfera nauseabunda
Charles Péan pasó noches enteras en las estrechas secciones de las barracas que daban cobijo, como a bestias salvajes, a unos ochenta convictos que apenas podían moverse o respirar en aquella atmósfera nauseabunda. Visitó también las barracas disciplinarias donde los presos se convertían en caricaturas de sí mismos tras meses de incomunicación. Y comprobó, en suma, que del millar largo de reclusos que Francia enviaba cada año a la isla, menos del 10 por ciento lograba sobrevivir cinco años.
El oficial del Ejército de la Salvación clamó así poco después enfurecido ante el gobernador de la colonia por el hecho de que Francia, en pleno siglo XX, tuviese más de cuatrocientos individuos empleados en un servicio penitenciario cuyo único resultado era la completa degradación física y moral de 6.000 seres humanos.
El gobernador intentó desanimarle con la cruda realidad: la Isla del Diablo era un infierno en miniatura que ningún hombre podía conquistar. Pero Charles Peán jamás se dio por vencido. Regresó a Francia y tuvo que guardar cama durante dieciocho meses por una fiebre tropical. Una vez repuesto, inició su particular cruzada contra el inhumano penal: escribió artículos, recorrió toda Francia para denunciarlo, visitó sin descanso los despachos oficiales y mantuvo vivo el problema de la Isla del Diablo en la conciencia de los políticos.
En 1933 regresó a la Guayana francesa, donde fundó una granja para cultivar legumbres y criar ganado destinado a los reclusos. Estableció talleres de carpintería para fabricar muebles en los refugios y objetos tallados para la exportación. Por si fuera poco, buscó ayuda para talar la selva virgen con el propósito de hacer una plantación de plátanos que proporcionaba trabajo a los hombres y beneficios a los refugios. Por fin, en 1938 el presidente de la República francesa, Albert Lebrun, firmó un decreto prohibiendo la imposición de sentencias en la Isla del Diablo y disponiendo que la pena de trabajos forzados se cumpliese en las penitenciarías normales. Los penados confinados ya en la Guayana continuarían allí hasta cumplir sus condenas, pero podrían marcharse después. El estallido de la Segunda Guerra Mundial interrumpió la labor de Peán. Detenido en Francia por los invasores alemanes, no supo entonces que el Gobierno exiliado de De Gaulle ejecutó la mayor parte de sus ideas.
Finalmente, a principios de 1946 se dictó la orden oficial para la liquidación de la colonia. Peán fue nombrado liquidador. El documento que hacía mención de sus merecimientos terminaba así: «Tiene alma de apóstol».
TITULO: Las rutas de Ambrosio - Ladraban ,.
El sabado - 1 - Marzo a las 19:10 por La 2, foto,.
Ladraban,.
Sencilla ruta de casi 6 km y casi sin cuestas, para pasar un par de horas dando una interesante vuelta con los niños.
Esta vez voy acompañado por mi hija Amets, mi yerno Javi y mis dos nietos, Nahia de siete años y Telmo de tres, que han vuelto desde Barcelona para pasar unos dias en Gorliz con nosotros. Hemos salido demasiado tarde para completar un recorrido mas montañero, por lo que les propongo hacer esta sencilla ruta para disfrutar un poco del campo que rodea el casco urbano de Gorliz, que es precioso. Todos nos damos crema protectora, sobre todo los niños, y nos calzamos la gorra. Y como la del niño no la encontramos le ponemos un sombrero mio que le queda enorme, pero no protesta.
Salimos de Iberre Zaharbide y cruzamos Iberreta Plaza de parte a parte, llegando a la rotonda del barquito para subir por Tribiñu Kalea. Giramos a la derecha por Ageo y enseguida salimos del núcleo urbano. Pasamos ante dos chalets y el camino sigue de frente, bajo las encinas. El amplio, sombrío y pisado sendero, con una alambrada a nuestra derecha y bajo las ramas de las encinas, nos deja al cabo de un rato junto a la antigua cervecera Saratxaga, desgraciadamente cerrada desde hace unos años.
Justo al lado de lo que era la entrada a la cervecera, parte una carreterita que se mete hacia unos chalets. El camino es relajante, pasando al lado de los muros que cierran los terrenos de los chalets y de los que sobresalen las ramas de las higueras, nogales, avellanos y demas árboles frutales. Tras unos centenares de metros el camino nos deja al lado de una bonita y gran casa de reciente construccion situada a la izquierda, cerrada a cal y canto, con varios carteles de “Terreno particular. Prohibido el paso”. Es curioso, porque es la única casa que coloca estos carteles, cuando imagino que todas las demás casas son particulares, el paso a sus terrenos esta prohibido y no colocan carteles similares. Nosotros nos limitamos a andar estrictamente por el camino por el que siempre hemos ido. La verdad es que es una amplia senda llana que continúa bajo el arbolado, siendo muy fácil de andar con los niños, algo que cambiará enseguida.
En efecto, llegamos a un cruce y tenemos que coger un camino que gira a la izquierda y sube repentinamente. Me ofrezco para llevar a Telmo en mis hombros, que es aún un poco pequeño para subir con cierta alegría la cuesta y nos puede retrasar un poco. A veces hay que hacer estas cosas yendo con niños al monte.
Esta es la única cuesta que subimos en la pequeña ruta de hoy. Me subo al niño a los hombros y, poco a poco, vamos trepando por la cuesta con tranquilidad, primero por una pista cementada, y tras superar un chalet, el camino sigue hasta llegar a un cruce al lado de otro chalet. Si en el cruce seguimos de frente llegamos a la carretera Orabille–Andraka, cerca de la entrada del centro hípico Goiko Mendi. Pero hoy no queremos ir por ahí, así que al llegar al cruce seguimos a la derecha. En unos centenares de metros llegamos por un amplio camino a la carretera general Plentzia–Mungia, que con mucho cuidado debido a la circulacion, y agarrando a los niños de la mano, cruzamos al otro lado.
Justo de frente arranca la carreterita denominada Botola Bidea, que desciende suavemente. Vamos por ella. En su comienzo hay un edificio con un vallado que queda a nuestra izquierda y que suele tener un par de hermosos perros guardianes que siempre nos ladran al pasar. Es una carretera muy poco transitada por vehículos a motor, cruzándonos en todo el tramo con tres o cuatro bicicletas únicamente. Al bajar hay un momento en que divisamos al fondo un tramo de la ría de Plentzia. El paisaje que vemos es muy bonito, con árboles frutales a ambos lados de la carretera y algunas higueras silvestres repletas de higos, que pensamos dentro de un mes estarán ya maduros. La carreterita da un giro al lado de un caserío y en unos cientos de metros más llegamos a la alambrada norte del recinto de los viveros Koala.
Cuando la carretera gira a la izquierda, vemos un amplio camino que
parte a nuestra derecha al lado de otro caserío y que tiene ladrillo
picado en el suelo. Cogemos por ahí, abandonando la carretera.
Encontramos pastos a ambos lados. Pronto el amplio camino se convierte
en una senda muy pisada que bajo las encinas nos lleva enseguida a hacer
un giro a la izquierda junto a unas altas alambradas de color verde y
de inmediato a la derecha, para comenzar un descenso. El camino ahora se
vuelve a convertir en carretera. Pasamos al lado del bonito y viejo
caserío Zabale, que da nombre al barrio.
Seguimos bajando junto a un
prado a nuestra izquierda que tiene un pastor eléctrico alrededor y que
encierra unas ovejas cuidadas por un viejo perro mastin que se limita a
seguirnos con la mirada.
Ya hemos bajado la cuesta y vemos cercana la carretera general Plentzia–Mungia, pero nos entretenemos toda la cuadrilla un buen rato para coger moras en un zarzal. Los niños estan encantados. Nahia dice que sabe hacer mermelada de moras y que nos va a enseñar. Una vez satisfechos con las moras recolectadas reiniciamos el camino para llegar a la primera rotonda, que cruzamos, y al poco a la segunda gran rotonda junto al polígono industrial Sagastikoetxe.
No tenemos mas que bajar por la acera colorada hasta el antiguo matadero para subir después hasta la rotonda del barquito, cruce de la carretera Andra Mari con Tribiñu kalea. Hemos cerrado el círculo y por Iberreta Plaza llegamos enseguida a Iberre Zeharbide desde donde hace algo mas de dos horas hemos salido.
Se trata de una sencilla rutita de 5,7 km con mínimas ascensiones por los alrededores de Gorliz para hacerla tranquilos y con los infantes contentos.
TITULO: LAS
RUTAS DE VERONICA - La Serra ,.
El sabado - 1 - Marzo a las 18:10 por La 2, foto,.
La Serra,.
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