martes, 25 de febrero de 2025

REVISTA FARMACIA - El enfermero que colgó la bata para comprar supermercados ,. / CAFE, COPA Y Documental - José Moreno Villa, un malagueño olvidado ,. / El escarabajo verde - El zoo de Madrid dice adiós a sus delfines ,. / Días de cine clásico - Cine - El padrino - Parte 2 , Miercoles - 5 - Marzo ,./ Un país para escucharlo - Café Quijano: «Hay muchos políticos que no han hecho otra cosa en su vida que dedicarse a la política»,.


 

 TITULO:REVISTA FARMACIA - El enfermero que colgó la bata para comprar supermercados  ,.     

 REVISTA FARMACIA - El enfermero que colgó la bata para comprar supermercados  ,    fotos,.

 El enfermero que colgó la bata para comprar supermercados,.

Vidas con huella ,.

Sergio Cuberos creó hace 40 años Maskom, hoy la única marca local de supermercados. Empezó entre la seguridad como enfermero y el miedo al primer negocio, pero eligió riesgo y ambición sin prisas para ser bastante más que un superviviente,.

 Sergio Cuberos, en uno de sus supermercados.

Sergio Cuberos, en uno de sus supermercados,.

Es un desertor del club de empresarios malagueños a los que la competencia hizo desaparecer. En el sector de la gran distribución el éxito le ha dado la mano al creador de Maskom, la única marca familiar de supermercados activa en Málaga después de 40 años. Nunca pensó en tirar la toalla; si acaso en recoger la que otros arrojaron cuando la competencia liquidaba a pequeños y medianos. Aunque el destino le ha tratado bien, se reprocha no haberle arañado años al pasado: «Lo importante en la vida es decidirte y si yo hubiera tenido claro que esto de los supermercados era lo mío, no habría estado diez años en otra cosa. Me habría preparado. Hubiera hecho Económicas, Derecho, no lo sé y hubiera 

 Revista nuestra farmacia de comunidad 2 edicion | PDF

ganado diez años en crecimiento», cuenta que le ha comentado a uno de los dos graduados universitarios que ha tenido en su empresa bajo el programa Primera Oportunidad. Ser empresario tardío no le impidió cocinar la ambición a fuego lento. Ahora son 52 tiendas que facturan casi 91 millones de euros y con planes de nuevas aperturas, con Sevilla y Granada a la vista. Salir a comprar tiendas y no dejar que le compren –la empresa ha tenido cuatro ofertas en firme– ha sido el eslogan de consumo interno de una casa donde el 80 por ciento de la plantilla son mujeres y en la que su segunda mujer es la directora financiera. El mayor de seis hermanos confiesa la «espinita» de no haberle dado a su madre «el gusto de ser médico», una carrera que dejó en segundo curso antes de hacerse enfermero y trabajar cinco años en una alternativa de bata blanca que se le cruzó en el camino con más contenido alimenticio que vocación. En su arranque por Medicina jugó mucho la imitación entre iguales en los años agitados del bachiller. «Tres amigos habíamos decidido empezar medicina, pero hoy sólo uno ejerce es médico y el otro es representante de farmacia», recuerda su ingreso en la recién creada facultad. «Era bueno, pero no un monstruo», es la nota que se pone antes del acceso a la diplomatura en Enfermería en la que probó suerte cuando ya regentaba su primer negocio. «Mantenía la idea de seguir con algo sanitario y el examen de ingreso me pareció muy fácil», explica un cambio académico cómodo que se convirtió en un duro doblete laboral entre el quirófano –su especialidad sanitaria– y el mostrador. Era demasiado incluso para alguien como él matriculado desde niño en la escuela del trabajo en casa.

Con ocho años, a mediados de los 60, recuerda que estudiar y ayudar en la casamata familiar del Camino de Antequera, «con mucho espacio para criar gallinas», fueron el paisaje cotidiano hasta más allá de la adolescencia. «Los fines de semana y los veranos consistían para mí y mis hermanos en preparar pedidos o cuidar los pollos, en casa antes o después de estudiar, que eso no se discutía», describe una agenda infantil nada infrecuente entonces. «El hermano que me sigue es abogado justo porque no quería saber nada de alimentación», ilustra una rebeldía refractaria al negocio familiar que él, sin embargo, supo digerir para «hacer lo que más me gusta».

Atarazanas

El abuelo fue un comerciante de Huétor Tájar que probó suerte en la Málaga del 42, y su padre tuvo hasta cinco puestos en el mercado de Atarazanas, donde Sergio lo aprendió todo de la anatomía del pollo y mucho de la psicología de la clientela. «Con 18 años me podía haber quedado con un puesto, un medio de vida seguro pero yo aspiraba a más, y no me seducía nada quedarme allí, además de que algo que no puedas trabajar tú en un mercado donde no hay caja registradora, puede ser incontrolable», justifica el horizonte que le impulsó a estudiar.

Marca malagueña

  • 91 millones de euros facturaron las 52 tiendas de la cadena Maskom en 2017. Suman 46.900 metros de superficie de ventas que ofrecen más de 8.000 referencias de productos. El almacén central ocupa diez mil metros.

  • 616 trabajadores Tras recientes aperturas -dos de ellas, centros Maskompra- la plantilla total se sitúa en 616 trabajadores, un 80 por ciento mujeres.

  • Un pionero de las centrales de compras Maskom está integrada en Euromadi, la central de compras que ya representa el 25 por ciento de la distribución española. Cuberos fue impulsor en Málaga de la primera organización de este tipo.

En los cinco años que ejerció de enfermero a veces le reconocían, entre alarmadas e incrédulas, clientas habituales que eventualmente pasaban por el paritorio. En aquellos contratos sanitarios buscó una plaza segura que no llegaría, «un paracaídas –explica– por si el negocio no me permitía salir adelante». De un puesto alquilado en su súper pronto dio el salto al primer negocio propio y la parte –el carnicero– acabó compró el todo. «Al riesgo no le he tenido miedo, sólo respeto», se remonta a aquella lejana firma de 86 letras de 85.000 pesetas del año 78 con las que se lanzó al agua como empresario.

«Los fines de semana y los veranos consistían para mí y mis hermanos en preparar pedidos o cuidar los pollos en casa»

Los siguientes años los pasó arañando horas al sueño entre el negocio y los turnos y guardias de hospital encadenando contratos pero con la vista siempre puesta en abrir más tiendas. No fue hasta 1988 cuando se lanzó a comprar el segundo súper y a preparase para una gestión más profesional. Se forma en Administración y dirección de Empresas y como analista financiero. «En 2018 haremos 30 años como Maskom. Es verdad que empecé diez años antes, pero hasta entonces no comenzó de verdad el crecimiento de la empresa, a supermercado por año en los primeros tiempos», describe el arranque de una expansión que no ha parado y que, entre los grandes saltos, anotó la compra de cinco centros Cayetano y Euromarket, en 2013, que elevó de golpe la facturación en 15 millones.

El perímetro de tranquilidad respecto a la banca ha sido norma en una expansión tranquila, que sumó dos recientes aperturas de Maskompra, un concepto que acerca al público las ventajas de la compra mayorista. «Le tengo mucho respeto a los bancos porque he conocido casos cercanos de empresas que quisieron crecer a base de crédito», asegura este firme defensor de la autonomía financiera y también del tamaño para tener voz propia ante los proveedores. Si a finales de los año 70 ya estaba en la primera central de compras del sector en la provincia –Detallistas de Alimentación de Málaga– hoy Euromadi, de la que es consejero, aglutina una parte del sector y acaba de centralizar toda la logística de congelados en Madrid. «Esa unión es importante. Si no, las empresas familiares como la nuestra estaríamos muertas en el sector», asegura.

TITULO: CAFE, COPA  Y Documental - José Moreno Villa, un malagueño olvidado,.

  José Moreno Villa, un malagueño olvidado,.

Nació el 16 de febrero de 1887 en calle de los Carros. Para algunos, pertenece a la generación del 14 o Novecentismo. Otros lo encasillan en la del 27,.

 José Moreno Villa, en el centro, junto a Emilio Prados (izquierda) y Luis Cernuda, en la casa de Altolaguirre en México. Años 50.

fotos / José Moreno Villa, en el centro, junto a Emilio Prados (izquierda) y Luis Cernuda, en la casa de Altolaguirre en México. Años 50.

Poeta, narrador, articulista, ensayista, crítico de arte, bibliotecario, hombre dotado de una fina cultura y de un espíritu renacentista, que sentía curiosidad por todo y por todos: este era el malagueño José Moreno Villa, cuya memoria queremos reivindicar con este pequeño artículo. Tradicionalmente, por su fecha de nacimiento, se le sitúa entre dos generaciones luminosas, la del 98 y la del 27. «Yo estaba entre dos fuegos, entre los viejos y los jóvenes», afirmaba el propio Moreno Villa. Para algunos, nuestro autor pertenece a la generación del 14 o Novecentismo, integrada por Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna, Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró o José Ortega y Gasset. Sin embargo otros lo encasillan en la generación del 27, de la que lo consideran precursor, por su influencia del cubismo, del surrealismo y de otras vanguardias.

En 1943, viviendo ya en México, José Moreno Villa cayó gravemente enfermo. Es entonces cuando decidió escribir su autobiografía, que tituló 'Vida en claro' y que dedicó a su hijo. De este libro hemos obtenido valiosa información que iremos desgranando a continuación.

 Imagen principal - Arriba, en primer término, la casa de Moreno Villa. Abajo, a la derecha, un autobús reposta en la primera gasolinera de Málaga. A la izquierda, la casa de Moreno Villa.

José Moreno Villa nació el 16 de febrero de 1887 en la desaparecida calle de los Carros, que estaba situada en lo que hoy es la Plaza de la Marina, aproximadamente en la zona donde se ubica actualmente la oficina de información turística. La calle de los Carros, que más adelante se llamó de Lorenzo Cendra, era una corta vía perpendicular a las calles Vendeja y Trinidad Grund. Tenía su entrada por la Alameda y su salida por la actual avenida de Manuel Agustín Heredia. Era una vía de uso portuario, parada de muchos carros y bateas (de ahí su 

 Imagen secundaria 1 - Arriba, en primer término, la casa de Moreno Villa. Abajo, a la derecha, un autobús reposta en la primera gasolinera de Málaga. A la izquierda, la casa de Moreno Villa.

nombre). Una guía de 1930 nos la describe así: «La calle de los Carros es una de las vías más transitadas de la ciudad, paso obligado hacia la estación de Ferrocarriles Suburbanos. Es también principal vía de acceso al teatro Vital Aza (situado delante de los hoy jardines de Alfonso Canales). Es una calle de gran amplitud, aunque de extensión reducida.» En ella abrían sus puertas varias agencias de aduana y la popular agencia de viajes Bakumar, la más antigua de Málaga. Finalmente añadamos que adosada a esta calle estuvo la que quizá fuera la primera gasolinera que hubo en Málaga. 

 Imagen secundaria 2 - Arriba, en primer término, la casa de Moreno Villa. Abajo, a la derecha, un autobús reposta en la primera gasolinera de Málaga. A la izquierda, la casa de Moreno Villa.

Arriba, en primer término, la casa de Moreno Villa. Abajo, a la derecha, un autobús reposta en la primera gasolinera de Málaga. A la izquierda, la casa de Moreno Villa.

En este lugar privilegiado nació Moreno Villa. Él mismo evoca así el paisaje que se divisaba desde los balcones de su casa:

La mole de la Catedral; el Castillo, acostado en la cima de Gibralfaro; la plaza de toros, pintada de almazarrón; la Aduana de Carlos III, pintada de albayalde; los carros y los camiones que hacían el servicio del puerto, y los vencejos y las gaviotas describiendo círculos sobre tierra y sobre agua (…). Desde allí vi embarcar y desembarcar a los soldados de Melilla y de Cuba. Embarcar lozanos y contentos para la isla, al son de la jacarandosa Marcha de Cádiz, y desembarcar tullidos, demacrados y amarillos.

A un lado de su casa estaba el populoso barrio de la Pescadería, hoy rebautizado como Soho. Estos callejones eran evitados por Moreno Villa, porque le repugnaban el hedor y las voces que allí se sentían.

 Calle Carros en un plano de Málaga de 1892.

Calle Carros en un plano de Málaga de 1892.

Hablemos ahora de su familia. José Moreno Villa nació en el seno de una familia burguesa, religiosa y de ideas conservadoras. Su abuelo se llamaba Miguel Moreno Mazón (1823-1892) y fue alcalde de Málaga entre 1861 y 1864. Era propietario de unas bodegas de vinos y se dedicaba a su exportación. Su empresa ya era centenaria cuando él se hizo cargo de ella, puesto que había sido fundada en 1785. Moreno Villa recuerda la casa de sus abuelos, situada en la calle Andrés Pérez (que más tarde se llamaría precisamente Moreno Mazón por su abuelo) esquina con la plaza de los Mártires. Allí había un teléfono «que como primitivo era más complicado que el de hoy, con un manubrio para llamar». Tenía el número 21. Y es que Miguel Moreno Mazón tenía otra línea en sus almacenes de la calle Cuarteles (cuyo número era el 13), lo que prueba la desahogada situación económica de la familia, en una Málaga en la que el número de abonados apenas superaba el centenar.

José Moreno Mazón, hermano de su abuelo, fue arzobispo de Granada, patriarca de las Indias, vicario general de los ejércitos y senador. Cuenta Moreno Villa que su tío abuelo era tan obeso que tuvo que dejar de decir misa porque no podía sostenerse de pie, y que en la cama lo tenían que mover con la ayuda de unas bridas.

 Anuncio de la empresa familiar en una guía de Málaga de 1899.

Anuncio de la empresa familiar en una guía de Málaga de 1899.

Su padre, José Moreno Castañeda (1859-1936), trabajaba en la empresa familiar. Tenía tendencia a la soledad y al apartamento, que luego heredó su hijo José. Su madre, Rosa Villa Corró (1864-1931), se sabía de memoria todas las rimas de Bécquer y algunas humoradas de Campoamor. Del matrimonio nacieron cinco hijos, de los que José (1887), llamado así por su padre y por su tío abuelo, era el mayor. Luego vinieron María Luisa (1888), Rosa (1891), Trinidad (1893) y Miguel (1896). La familia vivía en el número 1 de la calle de los Carros, en una casa de dos plantas. En la segunda residían sus abuelos maternos y en la primera los padres, mientras que en el bajo vivían los cinco hijos. La casa debía de tener una vistas fabulosas, porque Moreno Villa insiste en que desde unas ventanas se divisaba el mar y desde otras la Catedral.

José Moreno Villa inició sus estudios en el colegio de San Rafael, en la calle Comedias, «antro rumoroso y falto de disciplina». Luego pasó al colegio San Agustín (que no se debe confundir con el de los padres agustinos, fundado más adelante, en 1918). En este colegio, situado en la calle Almacenes, junto a la calle Nueva, José tuvo a «un pobrísimo maestro, con el hambre estampada en el rostro que, para ganar unos reales más, nos encuadernaba los libros». Finalmente, tras aprobar su examen de ingreso para el Bachillerato en el Instituto Provincial el 28 de septiembre de 1897, pasó al colegio que los jesuitas tenían en El Palo. Allí estudió los cuatro primeros cursos de bachillerato y se sintió atraído por el estudio y la religión. La disciplina era superior a la de los otros centros en los que había estado anteriormente. Por repartir unas hojas con caricaturas de los profesores, el joven José fue castigado a no asistir a clase y a comer de rodillas en el pasillo central del comedor. Por eso estudió el último curso de bachillerato por libre. Poco a poco, José Moreno Villa fue reuniendo una pequeña biblioteca en la que ocupaban un lugar privilegiado Espronceda, Zorrilla, el Duque de Rivas, Galdós, Gracián o Bécquer.

 A la izquierda, José Moreno Villa a los 18 años. A la derecha, examen de ingreso de Moreno Villa y expediente académico. Archivo del Instituto Nuestra Señora de la Victoria. Archivo del Instituto Nuestra Señora de la Victoria.

A la izquierda, José Moreno Villa a los 18 años. A la derecha, examen de ingreso de Moreno Villa y expediente académico. Archivo del Instituto Nuestra Señora de la Victoria. Archivo del Instituto Nuestra Señora de la Victoria.

La familia de Moreno Villa tenía una finca en Churriana, en la que José pasaba los veranos. El contacto con el campo incrementó en él su tendencia al aislamiento: «Le debo más al campo que a todos los colegios, universidades y libros». José Moreno Villa también se sintió atraído por el mar, a cuya orilla iba frecuentemente a leer y a escuchar esa especie de jadeo o respiración casi humana del mar en el rebalaje. El mar, para Moreno Villa, producía dos tipos diferentes: «El hombre de puerto era bronco, duro, pendenciero, agresivo; el pescador, hombre callado, lento, sufrido, humilde en general». Los primeros iban a beber en las tabernas que había junto a su casa. Estos tenían frecuentes broncas con los marinos extranjeros, que bebían sin tener en cuenta los grados de alcohol de los vinos malagueños. Las hermanas de Moreno Villa se pasaban horas y horas mirando detrás de las persianas aquel trajín de discusiones y disputas, hasta que algunas veces salían a relucir los puñales y huían despavoridas.

En su adolescencia Moreno Villa también le tomó afición al cante jondo, que escuchaba acompañado de un primo suyo en el Café de Chinitas, en el Café de España y en otras tabernas y ventorrillos.

Pero esta vida se truncó cuando en 1904, cumplidos los 17 años, sus padres le enviaron a Friburgo a estudiar la carrera de Química, pensando en que su hijo se hiciese cargo en un futuro de la empresa familiar. Moreno Villa, que al llegar no sabía nada de alemán, permaneció cuatro años en Friburgo que influyeron hondamente en la formación de su carácter. En esta ciudad teutona es donde se decide por cambiar el rumbo a su vida y dedicarse al universo de las letras y de la creación artística.

Cuando volvió a Málaga tomó contacto con el mundo cultural malagueño y participó en revistas como Gibralfaro. Formó parte de la denominada «peña malagueña», que invitó a Málaga a intelectuales de la talla de Miguel de Unamuno, en 1909. Los malagueños, según Moreno Villa, pensaban al escucharle: «Pero ¿qué es esto? ¿Qué piensa este tío?» En estos años conoció a Alberto Jiménez Fraud, en cuya casa pasaba Moreno Villa más tiempo que en la suya.

En 1910 José Moreno Villa dejó su ciudad natal de manera definitiva y se fue a vivir a Madrid. Como en este artículo nos hemos querido centrar en sus años malagueños, hablaremos de manera más resumida de su etapa madrileña, de sus vivencias durante la Guerra Civil y del exilio mejicano. En la capital de España Moreno Villa trabajó primero en el Centro de Estudios Históricos, como historiador del arte, especializado en miniaturas mozárabes y visigodas; más tarde, en la editorial Calleja, en un empleo que le facilitó Juan Ramón Jiménez; y, finalmente, desde 1921, tras aprobar unas oposiciones de Archivos, Bibliotecas y Museos, en la biblioteca de la Facultad de Farmacia y en la del Palacio Nacional (nombre que se le dio durante la República al Palacio Real). Sin embargo, en Madrid fue conocido más como pintor que como poeta.

Durante todos estos años vivió en la mítica Residencia de Estudiantes, gracias a la cercanía que tenía con su director, Alberto Jiménez Fraud. Allí conoció y mantuvo amistad con muchos de los miembros que conforman la llamada Edad de Plata de la cultura española: Pío Baroja, Azorín, Juan Ramón Jiménez, Menéndez Pidal, Antonio Machado, Ortega y Gasset, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Luis Buñuel, Emilio Prados, Rafael Alberti, Ramón y Cajal, Américo Castro, Valle-Inclán y un largo etcétera: «¡Qué maravilla! Durante veinte años he sentido este ritmo emulatorio y he dicho: así vale la pena vivir. Un centenar de personas de primer orden trabajando con la ilusión máxima, a alta presión. ¿Qué más puede pedir un país?».

 Salvador Dalí, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio Sacristán.

Salvador Dalí, José Moreno Villa, Luis Buñuel, Federico García Lorca y José Antonio Rubio Sacristán.

El poeta antequerano José Antonio Muñoz Rojas, que conoció a Moreno Villa por estos años, nos lo describió de la siguiente manera:

Hombre moreno, de muy buen color, el pelo entrecano, ojos negros y penetrantes, porte mediano, muy andaluz y malagueño en su apariencia. Vestía con cuidado y sencillez, usaba corbata de pajarita, con un aire fino y señorial todo él.

En 1926 conoció a Florence, una rica americana de religión judía. Fue a Nueva York a pedirle la mano a sus padres, pero estos le rechazaron por la diferencia de edad (Moreno Villa acababa de cumplir 40 años), de religión y de estatus. En Florence se inspiró para escribir 'Jacinta la pelirroja', quizá su mejor libro de poesía, publicado como suplemento de la revista Litoral en 1929.

En 1936 Moreno Villa pisó por última vez la tierra malagueña. Su padre estaba expirando. Antes de fallecer les dijo: «Mucho he visto, hijos, pero ustedes van ver más». Como recuerda el poeta de estos días aciagos, «todos teníamos la sensación de que no era una hora como las demás del reloj, sino la de acabar de una vez». Tras volver a Madrid, tuvo que abandonarla, y con ella su querida Residencia de Estudiantes, el 29 de noviembre de 1936. Ese día salió en camión hacia Valencia, acompañado de otros intelectuales como Antonio Machado. En Tarancón vio cómo la pobre madre del poeta sevillano tuvo que dormir en el suelo. En Valencia Moreno Villa se dedicó a catalogar libros traídos del Monasterio de El Escorial. Lo hizo en los sótanos del Banco de España. 

 José Moreno Villa con su mujer, Consuelo Nieto.

José Moreno Villa con su mujer, Consuelo Nieto. 

En 1937 llegó a México. Las tres emes de Moreno que marcaron su vida: Málaga, Madrid y México. Allí se casó en 1939 con Consuelo Nieto, con la que tuvo un hijo en 1941, al que llamó José. En México resucitó a la revista Litoral, colaborando con Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, Juan Rejano y Francisco Giner de los Ríos. También mandó poemas desde el exilio para que se publicasen en otra revista malagueña: Caracola.

Su hijo José afirmaba que su padre siempre echó de menos sus paseos por la orilla del mar en Málaga. El último libro que estuvo leyendo antes de morir fue el de las Obras Completas de Lorca. José Moreno Villa falleció en Ciudad de Méjico el 25 de abril de 1955, a los 68 años. Su féretro fue cubierto con una bandera republicana. Descanse en paz José Moreno Villa, malagueño universal. Copiamos unos versos suyos, escritos desde el exilio, para que perdure su memoria:

Yace tu tierra más allá del agua.

Nunca tus ojos volverán a verla.

TITULO: El escarabajo verde - El zoo de Madrid dice adiós a sus delfines,.

 El zoo de Madrid dice adiós a sus delfines,.

 Dos adiestradoras, con delfines en el zoo de Madrid.

foto /  Dos adiestradoras, con delfines en el zoo de Madrid.

Los ocho animales han sido trasladados a la isla de Hainan, en China, por recomendación del programa de conservación,.

El Zoo Aquarium de Madrid ha trasladado a sus delfines a un espacio más moderno en la isla de Hainan, en China, por recomendación del programa de conservación de delfines de la Asociación Europea de Zoos y Acuarios (EAZA), con el objetivo de garantizar «los más altos estándares técnicos para mantener al grupo unido». Los ocho animales ya se encuentran en su nuevo hogar acompañados de sus cuidadores.

La decisión de trasladar a estos ejemplares se ha tomado dentro del programa de conservación ya que su nuevo emplazamiento dispone de unas instalaciones «modernas» y los «más avanzados medios técnicos», informa el zoológico madrileño en un comunicado. «Los profesionales que han velado por el bienestar de estos delfines durante años han viajado con ellos hasta Hainan Ocean Paradise y les acompañarán durante las próximas semanas para su adaptación e intercambiar su experiencia con el nuevo equipo», aseguran.

La consideración clave en la selección de este nuevo destino ha sido la necesidad de mantener al grupo de ocho delfines cohesionado, «lo cual habría sido imposible en Europa». No se trata de una decisión temporal y estos animales no volverán a estas instalaciones madrileñas. A pesar de ello, seguirán formando parte de la población europea de delfines para garantizar la mejor diversidad genética posible y una población autosostenible con la incorporación de Hainan Ocean Paradise como colaborador del programa.

Su nuevo emplazamiento cuenta con cinco piscinas interconectadas de diferentes dimensiones, incluida una piscina médica, y una estructura resistente a las adversidades climáticas como los tifones. Además, se ha construido un hospital veterinario completo dentro del Centro de Conservación y Rescate Océano Azul, de 2.000 metros cuadrados, que incluye una zona de cuarentena para su adaptación, una sala de tratamiento médico y una sala para cirugía, además de varios laboratorios de microbiología, de patología clínica y para la gestión de la calidad del agua.

En cuanto al futuro del delfinario, el Zoo de Madrid podría colaborar como centro de alojamiento temporal cuando las necesidades de otros parques o instituciones lo requieran mientras se trabaja para reanudar actividades educativas en este espacio. Más adelante, se valorará su adaptación destinada a la conservación de otras especies marinas.

Por su parte, la organización Proyecto Gran Simio (PGS) ha solicitado el cierre de este espacio y ha pedido esas instalaciones no se usen siquiera como alojamiento temporal de delfines de otros parques o instituciones.

 

TITULO:  Días de cine clásico - Cine - El padrino - Parte 2 , Miercoles -  5 - Marzo ,. 

El Padrino Parte II


Este Miercoles - 5 - Marzo  a las 22:00 en La 2 TVE , foto,.

Reparto ,. Al Pacino, Robert Duvall, Diane Keaton Diane Keaton, Robert De Niro, John Cazale, Michael V. Gazzo,.

 Vito Corleone, inmigrante italiano, llegó a Nueva York a principios de siglo; rápidamente, se convirtió en uno de los cabecillas del barrio, usando la violencia como medio para solucionar cualquier asunto. Solo al principio, levantó un verdadero imperio, origen de la fortuna de la familia Corleone. Tras la muerte de Don Vito Corleone, su hijo Michael se convierte en el cabeza de familia. Al tener que negociar con la mafia judía, pierde el apoyo de uno de sus hombres, Frankie Pentageli. Tras salvarse de un intento de asesinato en su propia casa, Michael trata de encontrar al culpable, siendo su mayor sospechoso Hyman Roth, el jefe de la mafia judía.

 

TITULO : Un país para escucharlo - Café Quijano: «Hay muchos políticos que no han hecho otra cosa en su vida que dedicarse a la política»,.

Este martes – 4 - Marzo a las 23:00 por la 2 , foto,.

 Café Quijano: «Hay muchos políticos que no han hecho otra cosa en su vida que dedicarse a la política»,.

 

El trío leonés lanza su décimo disco de estudio, «Miami 1990», un trabajo pop con alma retro que se mueve entre lo autobiográfico y la ficción
Café Quijano: «Hay muchos políticos que no han hecho otra cosa en su vida que dedicarse a la política»
 
Los hermanos Quijano: Manuel (en primer término), Óscar y Raúl (derecha)Jesús G. Feria,.

Los hermanos Manuel (58 años), Óscar (56) y Raúl Quijano (53) reinaron en los primeros años del presente siglo con su pop directísimo: sus discos «La extraordinaria paradoja del sonido Quijano», «La taberna del Buda» y «¡Qué grande es esto del amor!» vendieron más de dos millones de copias en un momento en el que «Operación Triunfo» devoró a los grandes nombres de la música. Sin embargo, tras la gira del tercero de los citados discos se produjo un parón de un lustro que se rompió levemente con un grandes éxitos y aún tuvieron que pasar otros cuatros años para que editaran el primer disco de una hermosa trilogía sobre el bolero. ¿Qué pasó? ¿Fue el precio de la sobreexposición? 
«Entramos en una espiral –responde Óscar–. Con “La taberna del Buda” sacamos siete sencillos. La promoción de un disco nos duraba dos años, en España y en otros países, más luego la gira, que encadenábamos con una promoción y casi una grabación… ¡Hostias! Si no paramos a lo mejor acabamos mal. Quizá fue un descanso excesivo –reconoce– porque nos fue muy bien, paramos un rato y dijimos, “joder, se está bien descansando”. Quizá nos tiramos a la bartola demasiado, sí, pero también eso nos dio perspectiva para decir: “Vamos a volver con más ganas y más interés”. Interviene Manuel: «Cuando te dedicas a la música todo lo que haces tiene una repercusión pública y debes procurar que sea la más positiva en todos los sentidos para seguir desarrollando tu servicio. Esta profesión es muy cabrona porque te debes a ti mismo, a lo que haces, pero hay que tener mucho cuidado con todo lo que te rodea. En 2018 aparecimos con un disco nuevo después de estar unos cuantos años parados y de hacer más tarde varios de boleros, es cierto. Todo lo que hacemos es por amor, pero también por supervivencia. Y tenemos que seguir en nuestra profesión sin prostituirnos. ¿Cómo? Pues procurando hacer cosas que merezcan la pena y que la gente que nos escucha y sigue no tenga que decir: “Hostia, a estos se les ha ido la pinza”. Es muy difícil –reflexiona– encontrar el perfecto equilibrio entre lo que crees que te va a seguir permitiendo vivir de la música y lo que te va a dar satisfacción personal verdadera y te hace sentirte honrado de dedicarte a la música».

 

Con el disco que acaban de publicar, «Miami 1990», han recuperado una estética y unos personajes, los de la serie «Miami Vice» (aquí «Corrupción en Miami»), de hace casi 40 años. Resulta paradójico que «regresen» –tras dos discos de nuevo puramente pop, «La vida no es la, la, la» y «Manhattan»– con un trabajo con ecos del pasado. ¿Es un homenaje? «Sí, así es –afirma Raúl, y Manuel continúa–: Cuando haces un disco te apetece que tenga un hilo conductor y no contar otra vez la misma película. Queríamos que fuese un concepto global y que tuviera un fundamento y una base, y en este caso está basado en hechos reales y en una serie de televisión que fue pionera en cuanto a moda y por la banda sonora que tuvo, con los artistas más importantes del mundo. Miami –prosigue– nos ha dado tranquilidad y reposo, pero nos ha costado dinero. Nunca nos ha dado riqueza económica pero sí estabilidad emocional, y eso es importante. Llevamos vinculados a esa ciudad desde 1990, más de la mitad de nuestras vidas, y hemos visto de todo, hemos disfrutado mucho, conocido a mucha gente y escuchado mucha música». Los tres músicos viven entre esa ciudad estadounidense y España: «No lo contamos habitualmente, pero tenemos la residencia americana desde hace muchos años, aunque pagamos los impuestos siempre en España», y lo amplía Raúl: «Somos residentes fiscales españoles, pero tenemos el permiso para poder residir en Estados Unidos, lo que es la “green card”, y Óscar está casado con una chica de Miami [una colombiana afincada en ese país desde niña]».

Un punto autobiográfico
Manuel, de nuevo: «Todas las canciones del disco hablan de esa época porque fue un importante punto de inflexión en nuestras vidas. Tiene un punto autobiográfico porque ahí está nuestra esencia, cosas que hemos visto y vivido allí, y que han sido una experiencia de vida. Desde un día –explica– en el que estás en una terraza tomando algo y un tío, no sé si cubano o colombiano o venezolano, con una pinta de malo de cojones, la camisa abierta y las cadenas sobre el pecho, se baja de un barco con otro tipo y te pregunta que dónde está la tía que estaba ahí sentada, y le dices que no has visto a nadie y no sabes si es que la quería matar o si era su novia, ni puta idea. O ves a un tío paseando a una iguana como si fuera un perrito. Y un tío que no sé si era cura o iba disfrazado de cura y que regalaba loros. Llevaba unas cotorras en el hombro y se te acercaba y te las regalaba. Y todo eso forma parte del paisaje en el que hemos vivido y que, en su día, a nosotros, que llegamos de León, nos sorprendió mucho».
Los tres hermanos siguen de cerca la vida política española y no les gusta lo que ven: «La opinión de la mayoría de la gente es que, salvo contadísimos políticos, la clase política actual es la peor que ha habido desde que tenemos democracia –afirma, rotundo, Manuel–. Tanto de un lado como del otro. Ahora hay gente que está pensando en dejar de currar porque les pueden los impuestos, trabajan para pagar impuestos. Y los impuestos hay que pagarlos, los tenemos que pagar todos, cada uno lo que le corresponda, es de ley, pero está todo demasiado desequilibrado. Y, en efecto, en la política de hoy –añade– cada uno utiliza su método para ver cómo puede sobrevivir ahí el mayor tiempo posible. Sin currar, viendo cuál es la mejor fórmula para aguantar. Y si de paso hago un bien a la ciudadanía, que es de lo que se supone que trata la política, también, pero, mientras tanto, a ver cómo puedo joder al otro y que el otro me joda a mí lo menos posible. Es una guerra de la supervivencia. Y hay muchos políticos –insiste– que no han hecho otra cosa en su vida que dedicarse a la política, que no han currado fuera de eso. Y políticos a los que no votarías en la puta vida pero que reconoces que lo hacen muy bien para ellos. “¡Son unos fenómenos, unos cracks!”, te dices. O que alguien pueda gobernar, habiendo sido el menos votado en la historia de su partido, gracias a cuatro votos… Esa es una de las taras de la democracia».

Con tres Quijanos

Por Javier Menéndez Flores
El Teatro Emperador fue la espoleta que os propulsó como una bala hacia la primera división, pero el aguijonazo de la música lo sentisteis mucho antes, en esa casa, la vuestra, en donde cada instrumento era un miembro más de la familia y los clásicos de todos los géneros sonaban día y noche. Y aquel surtido de emociones –qué subidón esas rondallas de la infancia– entró con el empuje de un berbiquí en vuestras aún verdes cabezas. Y lo de poner copas resultó ser una universidad hasta que Manuel dijo, «¿y por qué no?», y os subisteis con él a la piragua, Óscar, Raúl, sin preguntaros si soportaría tanto peso o se iría al fondo del mar, matarile, rile, rile.
Los ojos de Ricardo Franco se tambaleaban y él los maldecía, pero mágicamente lograban abrirse paso entre las tinieblas y cayó loco de amor. Después vino Lola, aquel rostro encerrado en un televisor al que el deseo elevó a la condición de mito. Sucede que los sueños, a veces, cristalizan y este devino en un «affaire» real. Pero a toda dama le llega el tiempo de la fruta y la pintura, y Manuel, la cabeza bien alta, continuó su camino.
En la taberna del Buda las canciones sabían como la cerveza helada en los mediodías de julio y los singles se multiplicaron igual que en aquel milagro tan loco de los panes y los peces. Vivir eso y no volverse gilipollas es casi imposible, pero los hijos del ferroviario melómano y de la hipersensible dependienta de una óptica estaban hechos de una pasta tan escasa como los tréboles de cuatro hojas.
El amor es demasiado grande como para confinarlo en una novela o un disco. Y después del pasote del compadreo con algunos dioses de carne y hueso y del empacho de premios y conciertos, reparasteis en que la vida hay que saborearla y decidisteis echar anclas y alquilar tres sillas en la mejor mesa de Ocean Drive. Pero al cabo de muchas (v)idas y venidas entre Romeos y Julietas y otros trozos of love, el bolero, esa herida crónica en el corazón, os sacudió la modorra y ahí quedan treinta y cinco canciones con más dolor y sangre que una plaza de toros. La vida no es la, la, la y hay que perdonar, mujer, o romper la baraja, que con un pie en el beso y otro en la pistola no hay quien respire. Y en el The Box de Manhattan no amanecía jamás y entre chupitos de tequila y ese tipo de amor para siempre que dura unas pocas horas, qué felices fuimos, Zapata, cabrón.
Sonny Crockett, un chulo con placa y traje de Armani sobre la camiseta, se encendía los fósforos en el mentón a bordo de un Testarossa. Y cuando a aquel tipo durísimo le acechaba la compañía inaceptable del mal de amores se ventilaba unas birras en la intimidad del Baile de San Vito y lloraba en el hombro de Elvis, aquel caimán brother. Al final, pasan las personas y quedan las canciones: «My way», «Mexicana», todo el «Making Movies» de Dire Straits y cualquier exquisitez de Béla Bartók.
La ciudad de León, con su muralla, su calle Ancha, su catedral borracha de vidrieras, su limonada con dinamita y su trampolín hacia la cama de Santiago el Mayor, es la capital del mundo y tiene una melena que ya quisiera Sansón.
Y El Crucero es un álbum de fotografías en el hipocampo y la nieve una hermana por la que podíais volar mucho antes de que el sueño húmedo de Miami os entrase en la mollera. Lo hicisteis, chicos. Con dos (más uno) Quijanos. Yeah!,.

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