TITULO : Un país en la mochila - Arrebatarle ,.
Arrebatarle,.
foto / Por su formato menudo y delgadez, 204 páginas, podría confundirse con uno de esos relatos ligeros que se tragan de un bocado casi sin masticar. Nada más lejos de la realidad. El paracaidista (Las afueras, 2024) de Ana Campoy no es souflé ni sorbete literario, sino un guijarro pulido por la erosión del agua, un fragmento de metal de elevada densidad, una bocanada de tierra impregnada de caracoles y babosas. Un texto que se debe relamer más que triturar a dentelladas, un suculento plato que exige digestión lenta.
Ana Campoy (Madrid, 1979) ha dado con este libro un sorprendente giro a su trayectoria. Autora de literatura infantil, con una decena de títulos publicados, traducidos a una decena de idiomas, y ganadora del Premio Fundación Cuatrogatos 2022 y el White Ravens de la Internationale Jugendbibliotehek de Munich, ha compuesto en El paracaidista una tragedia telúrica con ecos lorquianos y un toque de realismo mágico que ilumina un paisaje sombrío con ráfagas de contrastada belleza, como un duelo entre el pincel solar de Sorolla y el tenebrista de Gutiérrez Solana. Una tragedia griega, Ícaro incluido, trasplantada al terruño celtibérico en la que resuenan ecos de figuras mitológicas como Aracné la hija de tintorero que desafió a Atenea, o la valiente Antígona enfrentada al poder, lo que le confiere un aire legendario de fábula alegórica. Un retrato en sanguina de la España negra que transcurre en un pueblo sin nombre que podría ser cualquiera de la geografía peninsular de secano convaleciente de una guerra fratricida.
La Tuerta, el Chico, la niña muda, la Barda, la Molienda, el Pico, los Cascas, la Alcuza… Ellos son los protagonistas de esta historia narrada por la voz rotunda, sentenciosa y atávica de un demiurgo ominiscente que desgrana sus avatares, los lazos que los unen y enfrentan en una atmósfera opresiva regida por la muerte, el miedo y el silencio. Un silencio que atañe, especialmente a las mujeres. «Desde niña he escuchado narrar la infancias de mis abuelos y el corte abrupto que supuso la guerra en sus vidas», escribe Campoy en la nota final. «La generación que estaba destinada a renovarlo todo mutó en una de personas traumatizadas. Silenciadas, en muchos casos. Cuando, si además se nacía mujer, el silencio se volvía más espeso. Este libro nace de una sensación de injusticia que aún hoy perdura. Pues la violencia es como la piedra que cae en el lago. Sus ondas reverberan en el tiempo».
Siendo una novela coral, destaca la figura de la Tuerta, la hija del tintorero, por su aura de heroína trágica, una mujer que lo ha perdido todo excepto un par de hijos y el ojo que le queda. Tal vez para compensar tantas desgracias recibe un extraño regalo del cielo: el paracaidista. «Había caído del cielo. Envuelto en su bulbo de seda. Como un ser de una especie desconocida. Un pedazo de materia sin catalogar. Inerte. Como los pájaros que surcaban el horizonte y acababan en tierra por error. Porque no tenían otro sitio donde abatirse. En mitad de la nada. Que era todo aquello».
La Tuerta acoge al desconocido de «piel translúcida, casi harina asomado como una larva», y lo cuida con ayuda de sus hijos, el Chico y la niña muda que no habla desde que sufrió un trauma pero que sabe mucho más de lo que los demás nisiquiera imaginan. Poco después ocurre otro hecho extraordinario en un lugar donde nunca pasa nada. La llegada a la estación de una gran caja de madera que, según los rumores «que se extienden por el pueblo como el humo de las chimeneas», está lleno de caracoles. El hombre de viento caído donde la Tuerta y la misteriosa caja enmarcan el relato que, a base de puntadas de los hilos de lana procedentes de distintos ovillos, borda un tapiz en rojo, negro y púrpura.
El púrpura divino con el que el padre de la Tuerta cuando ella aún no era tuerta teñía las banderas. «A eso se dedicó el tintorero. A festejar y a regalar por el pueblo blasones de faldón morado. A pesar de los ruegos de la madre, que aconsejaba prudencia». Por eso se lo llevaron, y también a su aprendiz obligado a ir a la guerra. «La hija del tintorero nunca comprendió cómo años después, el púrpura de la riqueza pasó a ser el emblema de la infamia». La madre no superó aquello y buscó alivio en las ramas de una oliva con una cuerda que la Tuerta guarda como una reliquia, aunque no se debe mencionar la soga en casa de la ahorcada. La huérfana se soprepuso y demostró poseer un don especial con telas, patrones, hilos y agujas. Sus modelos le granjearon la admiración de las vecinas, le franqueó la verja negra de la casa de los Cascas, los ricos del pueblo, los que ganaron y se quedaron con todo. Pero de la admiración a la envidia no hay más que un paso y un tijeretazo le arrancó media vista y las ganas. Hay también cuchillos, navajas y escopetas que dejan regueros de sangre sobre la tierra yerma. Y mujeres agraviadas por la violencia sexual que deben esconder su vergüenza, llorarla en soledad.. o tomar justa venganza para acabar en presidio. Y en el transfondo la insaciable codicia de los Cascas que lo tienen todo pero quieren más y no cejarán hasta arrebatarle a la Tuerta su única herencia. La tupida madeja de acontecimientos se va desenredando y la verdad se manifiesta a través de testimonios de distintas fuentes, retazos que encajan en sus respectivas casillas para configurar el definitivo tapiz. Lo que realmente ocurrió pero nadie conoce en su totalidad.
El paracaidista es un relato áspero y cruel que nos remite al universo de Los santos inocentes, a los delirios lunáticos de Lorca, y que seduce con una prosa sobria de frases cortas, secas y sin adornos, de huesos puntiagudos que alcanza momentos de gran belleza: «La niña animaba al herido con un festín de carcajadas. Azuzaba las pisadas con la ilusión de una maestra. El jolgorio llegaba hasta la cocina. Aquella risa, el único ruido que la hija producía, era para la Tuerta un brochazo de vida». A medida que el caído del cielo se recupera, ella también reinventa cierta ilusión, incluso confecciona un precioso vestido con la seda del paracaídas que causa furor en el pueblo. Pero el destino no tendrá piedad y un nuevo agravio de los Cascas la hunde en el desaliento y emprende la retirada final.
Campoy rehúye los caminos trillados, las tramas complacientes y predecibles, los finales felices para adentrarse en el territorio inhóspito donde transcurre esta historia terrible y perturbadora que marcará un antes y un después en su devenir literario.
TITULO : AQUI HAY TRABAJO - Activos emprendedores, con mayor brecha salarial, así es el mercado laboral de los sénior en España,.
Activos emprendedores, con mayor brecha salarial, así es el mercado laboral de los sénior en España,.
fotos / Los
mitos y prejuicios tienen profundas raíces en la psicología humana, y
solo los datos y el análisis riguroso permiten deshacerse de ellos. Fundación MAPFRE, a través de su Centro de Investigación Ageingnomics, lleva varios años empeñada en esta tarea en lo relativo a la importancia económica de los sénior, la
población de más de 55 años. A esta cohorte de población, que tendrá
cada vez más protagonismo en sociedades que están ganando longevidad, el
centro de estudios le ha dedicado ya cuatro Mapas de Talento, el último
centrado en la brecha de género dentro de este colectivo.
Este fenómeno se define como la
postergación que históricamente ha venido sufriendo la mujer en
numerosos ámbitos sociales y económicos, se ha ido reduciendo
paulatinamente en los últimos años. Sin embargo, constata el informe,
entre los sénior esta brecha muestra mayor resistencia a la extinción:
aún hay importantes diferencias en materia de salarios, empleo,
desempleo y emprendimiento. Pero lo primero es poner en contexto y dar
cifras sobre este grupo de población y su participación en el mercado
laboral.
Tal y como refleja el estudio de Fundación MAPFRE, rompiendo así el primer cliché, la población sénior presenta unos datos de actividad superiores incluso a los de los jóvenes. En total, hay más de 5 millones de sénior activos en el mercado laboral-lo que supone una quinta parte de todas las personas activas en España-mientras que en las cohortes más jóvenes son 3 millones. De esos 5 millones de sénior que aportan su esfuerzo en el mercado laboral, más de un millón lo hacen como autónomos. En el caso de los jóvenes menores de 29 años, la cifra ronda los 180.000. No solo los sénior están más activos de lo que pensamos, sino que son tanto o incluso más emprendedores que los jóvenes.
La población sénior presenta unos datos de actividad superiores incluso a los de los jóvenes
Año tras año, los datos del Mapa de Talento sénior destacan la proactividad y el emprendimiento de este grupo poblacional. Pero el estudio no cae en la autocomplacencia y en la edición de este año, los hallazgos indican que, por desgracia, es mayor en esta cohorte la brecha de género en el ámbito laboral. Tal y como se desprende de este estudio Centro de Investigación Ageingnomics, a más edad aumenta la brecha salarial; disminuyen el número de directivas y mujeres en puestos de responsabilidad y también el nivel de formación en la población femenina.
Mayor diferencia de género a más edad
En este
sentido, lo primero que constata el informe es que sigue habiendo más
hombres activos y ocupados que mujeres. En todos los tramos de edad
sénior, las tasas de actividad y ocupación femeninas son inferiores a
las masculinas. La tasa de actividad de los hombres sénior se sitúa
alrededor del 40%, mientras que en las mujeres de esa misma franja de
edad la tasa es diez puntos inferior. Esto sucede a pesar de que las
mujeres presentan niveles de educación superior, muy especialmente en de
formación universitaria.
Es cierto que el mercado laboral de los
mayores va progresivamente feminizándose. Entre 2008 y 2023 la ocupación
de las mujeres creció más que la de los hombres, reduciendo la
diferencia entre ambos sexos, que hoy es inferior a medio millón de
personas. Hace dieciséis años los hombres representaban el 65% de los
ocupados sénior, mientras que en 2023 el porcentaje había descendido
hasta el 55%.
En líneas generales, ellas trabajan
menos por cuenta propia y más en las actividades a tiempo parcial y en
el sector público. De hecho, hay casi el doble de hombres sénior que de
mujeres dados de alta como autónomos. Solamente un 38% de los sénior
autónomos son mujeres.
Hay
algunos sectores-sanidad, educación, hostelería-en el que los empleos
sénior los ocupan mujeres hasta en un 90%. Ocurre lo contrario en los
proyectos de emprendimiento vinculados con la tecnología, donde la
presencia masculina entre los sénior es aplastante. El informe recoge
que, entre los proyectos de emprendimiento sénior con un nivel
tecnológico medio o alto, solamente el 8,7% son iniciativa de mujeres.
Todo esto repercute en el salario
recibido por mujeres y hombres, dando lugar a que la mayor brecha
salarial entre hombres y mujeres se de en los senior. Aunque esta
diferencia ha ido atenuándose en la última década, la brecha salarial
entre hombres y mujeres sigue estando por encima del 14% en los mayores
de 55 años. En 2016 esta brecha presentaba puntuaciones por encima del
22 %.
La brecha salarial es mayor entre los sénior que en cualquier otro grupo de población,.
Si nos
fijamos en las tasas de desempleo, también las mujeres se llevan la peor
parte. Mientras que en 2008 ellos presentaban datos de paro mayores que
los de las mujeres, en 2023 las tornas han cambiado. Tanto en cifras
absolutas como relativas, las mujeres padecen más el desempleo con
independencia de su nivel educativo.
Año tras año, el Mapa de Talento Sénior
incluye también aspectos positivos y posibles medidas para paliar las
desigualdades. En esta ocasión, el informe ha detectado hasta cinco
estrategias diferentes implementadas por un buen puñado de empresas con
el objeto de retener y fomentar el talento sénior femenino. Para las
mujeres sigue habiendo numerosos incentivos que las empujan a abandonar
su actividad profesional de forma prematura: falta de motivación por la
ausencia de desarrollo profesional o su implicación en los cuidados de
familiares.
Esto
se manifiesta, por ejemplo, en la escasa representación femenina en los
puestos de dirección de las compañías. El número de hombres que ocupan
este tipo de cargos son dos veces y media más que de mujeres. Ellos
llegan a estos puestos tras años de experiencia, conocimientos y agenda
relacional, a la que ellas deben renunciar a edades tempranas, con
frecuencia para dedicarse a los cuidados. “Es una diferencia que se
reduce”, constata el estudio, “pero a la que quedan muchas jornadas para
alcanzar una mayor igualdad”.
Para tratar de remediar esta situación,
el informe incluye una serie de recomendaciones como fomentar los
trabajos a tiempo parcial, incentivar el trabajo autónomo, buscar
fórmulas para sacar de la economía sumergida los trabajos de cuidados o
instaurar medidas para garantizar el reciclaje de las profesionales
mayores con programas de formación.
“En esta capa de población”, concluye
Antonio Huertas, presidente de Fundación MAPFRE, “sigue siendo
importante, por desgracia, la brecha entre hombres y mujeres en materia
de pensiones; en el impacto de los cuidados, tanto en los cuidadores
como en quienes los reciben; y en el nivel de integración y de las
condiciones de la mujer mayor de 55 años en el mundo laboral”.
En términos generales, el informe arroja
una imagen positiva y esperanzadora de nuestro mercado laboral y del
papel de los sénior en el mismo. De su lectura se concluye que se trata
de un grupo poblacional activo, emprendedor y experimentado, pero aún
lastrado por la brecha de género tanto en actividad como en salario y
responsabilidad. Sin embargo, los datos avalan que la dirección es la
correcta. Paulatinamente esa diferencia va estrechándose, lo que
significa avanzar hacia una economía más próspera y una sociedad más
justa.
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